Palentinos ilustres; Antón de Carrión (S. XVI)


Como en todo acontecimiento memorable de la Historia de España, en la Conquista del Perú también participó un palentino. Fue este, Antón de Carrión, uno de los héroes que bajo el ilustre nombre de los “trece de la fama” acompañó a Francisco Pizarro en su segunda expedición, negándose en la Isla del Gallo a retroceder, y así ser participe en el descubrimiento y conquista del inmenso Imperio Inca peruano.


Placa conmemorativa en Carrión de los Condes

No son muchos los datos que tenemos de nuestro ilustre paisano, pero de lo que sabemos, podemos concretar que era un hidalgo natural de la localidad palentina de Carrión de los Condes, y que probablemente acudió a América sobre el año 1520. Una vez allí, colaboró fielmente con Pizarro en sus expediciones llegando a alcanzar el grado de alférez mayor. Una vez de vuelta a Panamá, tras la odisea peruana, las crónicas nos recuerdan que defendió la Conquista ante las acusaciones de desobediencia, y que finalmente, tras ser reconocidos los héroes, fue condecorado con el título de Caballero de la Espuela Dorada, al igual que todos sus compañeros hidalgos que formaron parte de los “trece de la fama”.




"Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere", Francisco Pizarro traza la raya en la isla del Gallo que encumbró a los trece de la fama.

La Historia nos recuerda que Francisco Pizarro inició la Conquista del Perú en 1524 con 112 hombres y cuatro caballos en un solo navío. Sus socios Diego de Almagro y Hernando de Luque se quedaron en Panamá con la misión de contratar más gente y salir posteriormente con ayuda y víveres. A finales de septiembre de 1526, cuando habían transcurrido dos años de viajes hacia el sur afrontando toda clase de inclemencias y calamidades, llegaron a la Isla del Gallo exhaustos. El descontento entre los soldados era muy grande, llevaban varios años pasando calamidades sin conseguir ningún resultado. Pizarro intentó convencer a sus hombres para que siguieran adelante, sin embargo la mayoría de sus huestes eligieron regresar a panamá. Allí, en la Isla del gallo, se produce la acción extrema de Pizarro, de trazar una raya en el suelo obligando a decidir a sus hombres entre seguir o no en la expedición descubridora. Tan solo cruzaron la línea trece hombres: los “trece de la fama”, o los “trece caballeros de la Isla del Gallo”.


Pizarro y los “trece de la fama” esperaron en la isla cinco meses por los refuerzos prometidos, los cuales finalmente llegaron de Panamá en barco enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruíz. Allí encontraron a Pizarro y los “trece” hambrientos y acosados por los indios. Inmediatamente, Pizarro, sin dudar, mandó poner rumbo hacia el sur con el objetivo de conquistar cuanto antes el Imperio Inca. En el momento en que Pizarro, al mando de 168 hombres llega a tierra peruana, se encuentra con que los incas se encuentran metidos de lleno en una “guerra civil” por el dominio del Imperio. Así, en un principio, Pizarro se pone del lado de Atahualpa en la guerra, siendo recibidos los españoles por el inca de forma amistosa. Pero al poco tiempo, parece ser que por el desprecio de Atahualpa a una Sagrada Biblia, los españoles se levantan contra el inca, haciéndole prisionero y ejecutándolo posteriormente. Una vez muerto Atahualpa, el desconcierto de los indios fue aprovechado por los Pizarro y sus hombres para hacerse con el poder y convertir al salvaje pueblo inca en hijos de la Monarquía Católica Hispánica.




A. C. T. Fernando III el Santo