“LA HORA DE LA MONARQUÍA” (1958), obra imborrable y gloriosa de juventud de Ansón, que retrata su pasado reaccionario silenciado desde que se destapó como liberal a mediados de los años 60.
Continúa escribiendo Ricardo de la Cierva en 1995 sobre Ansón (por entonces director de "ABC"):
“LA HORA DE LA MONARQUÍA”
"Luis María Anson fue elegido en los años cincuenta presidente de la Juventud Monárquica que, bajo su dirección, se enfrentó valerosamente, con despliegue paramilitar contra la juventud del SEU que dirigía Jesús Sancho Rof y contra las Juventudes Carlistas a las órdenes de José Miguel Ortí Bordás. Las vueltas que da el mundo, pero aunque estamos en la realidad seguimos en la leyenda. Combatió contra los camisas azules de Sancho Rof después de un desfile de la victoria en que don Juan Carlos, entonces en la Academia General militar, actuó como abanderado. Pero la pugna no fue violenta sino una competición de abucheos que dedicaban al Príncipe tanto los jóvenes falangistas como los jóvenes juanistas, y hablo por el testimonio de uno de los presentes. (El anterior combate entre parecidas huestes tuvo lugar a silletazos en la Castellana, con Leopoldo Calvo Sotelo en el bando juanista y Rodolfo Martín Villa en el falangista, como ya referí en una ocasión).
Sin embargo, el despliegue de Anson contra los muchachos de Ortí Bordás fue ya netamente a favor del Príncipe cuando vino a estudiar en la Facultad de Derecho de Madrid. En esta ocasión la estrategia de Anson fue tan eficaz que puso en desbandada a los carlistas, por lo que recibió felicitaciones de don Juan y de todos los jefes de la causa monárquica.
No todo eran asonadas callejeras. En 1958 yo compaginaba mis estudios del doctorado en Ciencias con los de Filosofía y Letras enfrente. La política me importaba un rábano y aquellas peleas me parecían simples chorradas pero por simple curiosidad compraba algunos libros para orientarme un poco. Uno de ellos, que guardo como oro en paño, lleva esa misma fecha, se titula “La hora de la monarquía” y su autor es Luis María Anson (ya sin acento en la o, la cosa viene de lejos). El libro está dedicado a uno de los mayores enemigos de la democracia que jamás haya alentado en España, don Eugenio Vegas Latapie, letrado del Consejo de Estado, al que tuve el honor de tratar fugazmente y de leer con enorme atención, porque sus dos libros de República y guerra, dentro de su integrismo radical, son fundamentales y apasionantes.
El libro de Anson se inscribe en una época en que don Juan, don Pedro y la Corte de Estoril profesaban ardientemente las Bases Institucionales de la Monarquía y, por tanto, eran tan enemigos de la democracia liberal como Vegas. Y, por supuesto, como el Anson de entonces.
Editaba el libro la editorial monárquica “Círculo” de Zaragoza. Anson sometió la obra, libremente, a la censura eclesiástica que firmó el padre Sipón de las Escuelas Pías; y obtuvo el imprimátur de don Praxedes Alonso. Abre su tratado con una estupenda diatriba contra la Revolución francesa (tesis con la que estoy plenamente de acuerdo) y luego arremete contra los fundamentos de la democracia: “La expresión de la voluntad general a través del sufragio universal” (p. 20). El contraste con lo que acabamos de ver en “Don Juan” es tremendo; recordemos el reseñado párrafo de la p. 427: “La soberanía nacional reside en el pueblo. Esa es la columna vertebral de la democracia. A través de la voluntad general libremente expresada”. Sin embargo, para el Anson de 1958 el liberalismo era exactamente lo mismo que el totalitarismo: “Para algunos el totalitarismo es lo contrario del liberalismo. Y, sin embargo, tienen una misma e idéntica esencia. Porque si no se admite el poder divino y el orden sobrenatural, ¿qué más da la Asamblea que el tirano, qué diferencia hay entre que mande uno o quinientos, entre el absolutismo de uno o el de la mayoría parlamentaria?” (p. 21).
En el ABC de hace unas semanas (1995) Anson ha celebrado el centenario de Voltaire con más entusiasmo que “El País”; pero en 1958 clamaba contra “su inextinguible sectarismo anticristiano” (p. 36). Ante la Asamblea Nacional francesa nuestro Rey se ha declarado discípulo asiduo la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano; pero el Anson de 1958 abominaba de ella al fustigar el “principio fatal de la soberanía del pueblo” (p. 42). Luego se declara adversario de la libertad religiosa y en cuanto a la libertad de enseñanza, “nada existe más peligroso para el catolicismo que este principio, hijo bastardo de la Revolución” (p. 58). El capítulo contra el liberalismo es terrible. Anson defiende, la tesis de Sardá en “El liberalismo es pecado” (p. 66). El Anson de 1994 se extasía cuando contempla a don Juan departiendo en Portugal con Ortega y Gasset; pero para el Anson de 1958 “basta citar el caso del popular y conocido escritor Ortega y Gasset, cuya falta de base doctrinal y filosófica ha sido demostrada en reciente libro por el P. Santiago Ramírez” (p. 70).
Pero al Anson de 1958 le molesta todavía más la democracia cristiana. “El liberalismo católico y la democracia cristiana han sido usados por la Revolución como caballos de Troya con la intención de destruir la Iglesia desde dentro” (p. 77). El Anson de 1994 es un abanderado de la Monarquía liberal; pero para el Anson de 1958 “La monarquía liberal es la táctica que emplean los republicanos para llegar más fácilmente a la República” (p. 80). Después se opone, brillantemente, a la Dictadura, al totalitarismo y al comunismo.
Defiende luego, con plena coherencia, la Monarquía Representativa de las Bases Institucionales. Analiza con hondura los peligros de la República. Rechaza a los partidos contrarios al ideal cristiano (p. 209). Llama “mortífero” al sistema de partidos surgido de una democracia (p. 217). Cierra el libro de 1958 con una larga lista de intelectuales monárquicos, de los que hoy no aparece ni la sombra en ABC.
Estas ideas, fiel comentario a las Bases Institucionales, son las que a favor de la Monarquía representativa y orgánica (Anson emplea expresamente este término) profesaban don Juan, don Pedro Sainz, don José María Gil Robles, la corte de Estoril y el Consejo Privado casi en pleno (algunos de sus miembros se situaban más a la derecha). Como interpretaría don Juan, con su autoridad suprema, muy poco después, ya lo hemos visto, estas ideas coinciden con las de los Principios Fundamentales del Movimiento promulgados, entonces mismo, por Franco (que recibió por ellos una felicitación expresa del padre Escrivá de Balaguer, la cual he reproducido en mi “Franco y don Juan”).
En este libro solo pretende iluminar la trayectoria de Luis María Anson y de don Pedro Sainz Rodríguez para comprender mejor el “Don Juan” de Anson. Ya he insinuado que don Juan y sus dos servidores experimentaron una conversión democrática en 1964/1965, por influencia de Areilza y de Pablo VI, una verdadera mutación de la Anson no dice una palabra en su libro. Por parte de Anson, esa mutación desembocaría en su actual actitud en ABC, donde no aparece ni la presencia ni la evocación de los grandes intelectuales monárquicos que tanto admiraba en 1958, ni de los intelectuales y políticos que intentamos y realizamos la reforma democrática a partir de esa misma fecha, e incluso antes en muchos casos; quienes reinan ahora en el diario monárquico son los poetas y escritores comunistas, socialistas, liberales y como denominador común, antifranquistas. Cómo se ha llegado a esta situación (...) la respuesta puede explicar muchas cosas, quizás demasiadas, para la historia de la transición. (...)"
Ricardo de la Cierva (1995)
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