Ordóñez, has colgado exactamente el mismo texto que abre este hilo. Podrías haber puesto simplemente los elementos nuevos (fotos), pero no repetir toda la información.
Ordóñez, has colgado exactamente el mismo texto que abre este hilo. Podrías haber puesto simplemente los elementos nuevos (fotos), pero no repetir toda la información.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Otro hilo en Hispanismo, con un magnífico video:
Vídeo: "Blas de Lezo, heroe de Cartagena"
Ok, lo siento Donoso.
ENTREVISTA PABLO VICTORIA
"España olvidó al vasco Blas de Lezo, sin saber que había salvado su Imperio"
Pablo Victoria El ex senador y diputado colombiano Pablo Victoria ha escrito una novela basada en la batalla de Cartagena de Indias, en 1741, en que los ingleses atacaron la ciudad, pieza fundamental del Imperio español, y en el almirante vasco que dio la victoria a España: Blas de Lezo. Su título: ‘El día que España derrotó a Inglaterra’ (Áltera). Pío Moa ha dicho de esta batalla lo siguiente: “un hecho asombrosamente desconocido en España”. Mientras Gran Bretaña honra a sus héroes.
¿Nos puede describir el personaje de Blas de Lezo, sus orígenes, su trascendencia, su pasado militar?
Entresaco algunos episodios de su vida. Blas Lezo, que nació en Pasajes (Guipúzcoa) el 3 de febrero de 1689, entró en la historia militar en la Guerra de Sucesión española. Es un joven guardiamarina que se enfrenta por primera vez a otro joven, Edward Vernon, en 1704 en la batalla por Gibraltar. Allí pierde la pierna izquierda a causa de un cañonazo; se la amputan sin anestesia alguna. Alejandro de Borbón le dirige una carta a Luis XIV diciéndole que no ha conocido a nadie con tanto valor; Felipe V lo quiere nombrar su asistente de cámara y le concede una ‘merced de hábito’ reservada a los más encumbrados personajes del Reino.
Lezo continúa en la marina, sin embargo. En 1705 lo envían a socorrer a Peñíscola, ciudad leal a Felipe V, y luego a Génova, donde en combate liquida al navío británico Resolution y captura otros barcos. Se le concede que pueda entrar en su puerto natal arrastrando los navíos. ¡Tenía 16 años! En 1706 participa en el asedio a Barcelona, puerto bloqueado por la Armada británica. Destinado al fuerte de Tolouse, pierde el ojo izquierdo por una esquirla de cañón.
En 1712, Lezo, al mando del navío Campanella, bombardea Barcelona para apoyar los ejércitos de Felipe V que la asedian. Una bala de mosquete le inutiliza el brazo derecho, rompiéndole los tendones. Tenía 23 años. Es de allí, de ser cojo, tuerto y manco, que en Cartagena de Indias lo llamarían “medio-hombre”.
En 1715 participa en la reconquista de la isla de Mallorca, fiel al pretendiente austriaco, que se rinde sin disparar un tiro. Luego es asignado al Mar del Sur, en el Perú, donde se destaca por limpiar el Pacífico de corsarios y piratas. En las indias se casa con Doña Josefa Pacheco de Bustos y se le nombra General de Marina. Regresa a Cádiz en 1730. En 1731 se le encomienda cobrar en Génova dos millones de pesos que esa ciudad debe a la Corona española; ingresa en el puerto con seis buques de guerra, amenaza con bombardear la ciudad, recobra los dos millones y obliga a los genoveses a rendir honores a la bandera española.
En 1732 vuelve a demostrar sus habilidades como marino en la reconquista de la fortaleza de Orán que se había perdido a los musulmanes.
En 1737 es destacado a Cartagena de Indias donde ocurre su más glorioso episodio. Durante 67 días defiende con tesón la plaza del feroz asalto inglés y derrota la más importante Armada que el mundo había visto con 6 navíos y 2.830 hombres.
Lezo murió en Cartagena. Su tumba es desconocida. España lo olvidó, sin saber que había salvado su imperio de la invasión británica.
Los españoles establecieron fuerte protección para la población indígena en resguardos, ejidos y similares. La jornada de ocho horas era habitual Parece que los ingleses estaban completamente seguros de su victoria en Cartagena de Indias
Tan convencidos estaban los ingleses que pusieron a circular monedas que decían en su anverso: “Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741” y “La arrogancia española humillada por el almirante Vernon”. En las monedas aparecía Blas de Lezo, arrodillado, rindiendo la espada ante el conquistador Vernon. Cuando fueron derrotados, escondieron todos los documentos, recogieron las monedas y guardaron un silencio de siglos sobre aquella epopeya.
¿De qué medios disponían los españoles y cuál fue la estrategia de Blas de Lezo para derrotar a los invasores?
Los británicos habían traído 8 navíos de tres puentes y 90 cañones cada uno; también otros 28 navíos de dos puentes y 50 cañones, más 12 fragatas de 40 cañones cada una, que hicieron su aparición seguidas de dos bombardas y 130 embarcaciones de transporte de tropas donde transportaban un ejército de asalto de 10.000 hombres; entre ellos, un contingente de 2.763 soldados oriundos de la colonia norteamericana, al mando de Lawrence Washington, hermano del futuro libertador de Estados Unidos, George Washington, y 1.000 negros macheteros de Jamaica. Otros 12.600 marinos completaban aquella formidable armada de 23.600 combatientes, 180 naves y 2.620 cañones navales, más distintas piezas de artillería de desembarco que se aprestaban a asaltar la fortaleza militar más grande jamás construida en Occidente. Los ingleses contaban con 3.000 piezas de artillería concentrada en los barcos y en tierra.
En frente, los españoles contaban con 990 bocas de fuego distribuidas a lo largo de las fortificaciones, dispersas y distantes. Los españoles se defenderían con 2.230 hombres veteranos, más 600 indios traídos del interior de la provincia.
De haber conquistado Cartagena de Indias, ¿qué cree que habría ocurrido en el imperio español?, ¿se habría derrumbado?
Lo más importantes es entender que los planes británicos no paraban en la conquista de Cartagena, pieza clave en la ruta del tesoro americano y llave de las Antillas. Los ingleses pretendían no sólo privar de recursos a España, sino destruir las flota del Pacífico, avanzar desde Cartagena hacia el interior de la Nueva Granada, conquistar el Perú y sus ricos yacimientos de Plata y rendir al Imperio. Es decir, apoderarse de todo él y hacer capitular a la metrópoli.
Lezo era vasco. ¿Hubo muchos vascos en la conquista de América y, luego, en la vida posterior de los virreinatos (comerciantes, soldados, gobernantes, clérigos...)?
La verdad es que a la pericia navegante de los vascos se debe el mantenimiento del comercio con América por la construcción de buques mercantes y de guerra. Sus marinos fueron destacadísimos en empresas de esta índole, amén de que el departamento (provincia) más próspero de Colombia, Antioquia, se debe a la colonización vasca y a su empuje empresarial. En aquel entonces , los vascos entendían a España como la Patria común y defendían un concepto más amplio de Estado, con alcances universalistas y no parroquiales.
Los planes británicos no paraban en la conquista de Cartagena de Indias, pieza clave en la ruta del tesoro americano y llave de las Antillas Usted es hispanoamericano. ¿Cree que está justificado el tono crítico, que a veces se acerca al desprecio, de ciertos sectores españoles e hispanoamericanos con la Conquista y la Colonia?
A mi juicio el tono crítico con que se ve a España hunde sus raíces en dos fenómenos: el fenómeno de la Leyenda Negra, diseminada por holandeses e ingleses que pusieron los recursos de la propaganda y la imprenta a estos fines, y el patriotismo que era menester consolidar a partir de la expulsión de España de sus territorios de Ultramar. Esto último se apoya en lo primero.
Ahora en muchos países de América ha surgido un movimiento indigenista que sostiene que los “pueblos originarios” sufren discriminación y explotación desde hace 500 años? ¿Está justificada esta opinión? ¿Era la vida antes de la llegada de los españoles tan inocente y buena como afirma Rigoberta Menchú?
La llamada explotación es una farsa; en primer lugar, porque los españoles en América establecieron fuerte protección para la población indígena en resguardos, ejidos y similares. La jornada de ocho horas era habitual. Esta situación, es cierto, se deterioró con la salida de los españoles y el poder detentado por las oligarquías criollas. Los indios dejaron de estar protegidos y las horas de trabajo se prolongaron para todos.
Sin embargo, justo es decirlo, la situación económica también se deterioró para todos por el caudillismo y el mesianismo, las rivalidades y las guerras civiles. Es decir, en unos territorios donde durante trescientos años hubo paz y riqueza, ahora imperó la guerra y la contienda. La inversión decayó y con ella se vino abajo la productividad en las manufacturas y la agricultura. La consecuencia fue un deterioro permanente del nivel de vida que terminó por arrastrar a la mayoría de la población.
Entonces, lo que se llama “explotación” no es más que la pobreza impuesta por el deterioro general del clima de trabajo que repercute con mayor fuerza en las clases populares e indígenas y menos en las blancas que, por lo general, son más productivas y activas.
Ahora bien, pertenece a la mitología americana decir que la población indígena era inocente y buena; al contrario, las crónicas de la época nos afirman que los indios varones era borrachos, mentirosos e irresponsables y preferían poner a trabajar a sus mujeres mientras ellos se divertían, holgazaneaban y se emborrachaban. Además, los principales esclavistas eran las castas altas indias que oprimían a las castas de menor abolengo.
De lo contrario, nadie podría explicarse cómo Hernán Cortés conquistó el imperio azteca con tan sólo un puñado de hombres. Lo que hizo fue reclutar a los indios oprimidos para que se rebelaran y pelearan contra los aztecas que les imponían cuotas de sangre para sus sacrificios humanos.
Una entrevista de
Pedro Fernández Barbadillo, Profesor del Instituto de Humanidades de la Universidad San Pablo-CEU
barbadillo@minutodigital.com
http://www.deltaediciones.com/blasdelezo.html
RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA DE DON BLAS DE LEZO Y OLAVARRIETA
Fieles al compromiso con la Historia de España, desde esta página vamos a colaborar en la recuperación de la memoria del marino vasco, General Don Blas de Lezo y Olavarrieta.
Un sinfín de acciones, que culminan con la defensa de Cartagena de Indias en 1741 y la destrucción de la armada inglesa, hacen de este personaje uno de los más grandes héroes de la Historia de España. Lamentablemente, es conocido por muy pocos... hasta ahora.
Os animamos a conocer su vida y sus hazañas y a implicarnos todos en conseguir su reconocimiento.
Acabemos con los complejos. Acabemos con las infamias y mentiras escritas sobre nuestra Historia por anglo-sajones y por compatriotas acomplejados.1.- Como primera iniciativa, el siguiente número de la serie de Historia de España de Delta Ediciones (tras Las Navas de Tolosa), será "La defensa de Cartagena de Indias. 1741", que será traducido al inglés.
Actividades previstas:
2,- En segundo lugar, vamos a dar una conferencia sobre su vida y sobre la defensa de Cartagena de Indias. Gracias a la iniciativa de la Asociación HISTORIA HISPANIA, que realiza ciclos de conferencias sobre la Historia de España, tendremos la posibilidad de divulgar y dar a conocer las gestas de este insigne marino.
La conferencia será el SÁBADO 24 DE NOVIEMBRE A LAS 18.00, en COLMENAR VIEJO (MADRID), CALLE MORALAS, 4. Esperamos contar con tu asitencia. Más información en http://www.historiahispania.com.
3.- Está previsto celebrar una cena, organizada junto a otras asociaciones, como punto de partida para crear una corriente de justicia histórica con nuestro héroe. Don Blas de Lezo se la merece, pero para nuestra vergüenza ni siquiera tiene una calle en Madrid. Iremos informando de este acto con antelación suficiente.
SE PUBLICARÁN NOTICIAS SOBRE LAS ACTIVIDADES A REALIZAR. NO IMPORTA SI ESTÁS FUERA DE MADRID, SI ESTÁS INTERESADO EN ESTE MOVIMIENTO DE RECONOCIMIENTO, ENVÍANOS UN CORREO A deltaediciones@deltaediciones.com, PARA CONTAR CONTIGO.
¡¡ HONOR Y GLORIA PARA BLAS DE LEZO !!
EL AZOTE DE INGLATERRA
Y para los muchos héroes que, como él, han permanecido en el olvido.
"Si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila quien la guarda"
Blas de Lezo: análisis grafológico
La grafología es una disciplina casi mágica, parece increíble que de tan poco se puedan sacar tantos datos de las personas con un acierto estremecedor. Tal es así que a menudo suelen aportar sus conclusiones como pruebas periciales. Hoy tenemos delante nuestro el análisis grafopsicológico de Blas de Lezo, elaborado por Fernando F. Ruiz cuyo curriculum es tan extenso que da miedo citarlo: sin duda es un experto en la materia. Conociendo la trayectoria vital de Blas de Lezo, os asombrareis cuando leáis las conclusiones del estudio grafológico que ha realizado:
“En su manera de pensar, nos encontramos con una persona con una buena capacidad para enlazar y aglutinar distintas ideas, con el fin de conseguir un mismo planteamiento común. Es decir, una mente amplia y capaz para comprender aspectos complejos. Asimismo, su inteligencia viva detectaba con rapidez las soluciones a los problemas que le iban surgiendo.
No necesitaba reflexionar mucho para actuar, ya que enseguida se ponía en acción en cuanto fuera necesario. Tenía las cosas muy claras en su vida, y se movía con decisión hacia ellas, con impulsividad.
Igualmente, era un buen planificador, y en su cabeza dibujaba con facilidad todos los pros y los contras que las situaciones podían tener. De tal manera, sabía encauzar debidamente los caminos por los que debía andar en su vida.
Sin embargo, también había aspectos que le podían llegar a obsesionar, haciendo que su cabeza le diera muchas vueltas a aquello que le preocupaba. Estas ideas repetitivas eran sin duda uno de sus puntos débiles, porque le apartaban de su natural proceder certero y diligente.
Estaba dotado de un pensamiento metódico y disciplinado, muy coherente con los actos que se derivaban del mismo. Por lo tanto, raramente se arrepentía de sus acciones. Su grado de determinación era también importante, lo que le facilitaba este comportamiento.
Su conducta se regía por principios muy marcados y claros que él sentía de manera profunda, siendo consecuente con ellos.
Tenía buena habilidad verbal, y no le era difícil convencer y envolver de alguna manera a los demás para que se adhirieran a sus proyectos e intereses particulares. Disponía de un carisma personal que no desaprovechaba.
Era una persona con una energía vital muy grande, lo que le permitía también mantener una fuerte actividad diaria. Incansable y firme en sus actitudes, con un carácter enérgico y voluntarioso, trabajaba con mucha constancia y continuidad, hasta alcanzar sus objetivos. Era fácil verle apasionarse con muchos de sus proyectos. No le gustaba perder el tiempo y procuraba siempre ir al centro de las cuestiones.
Se podía decir de Blas de Lezo que era una persona realizadora, ya que de forma habitual llevaba a término prácticamente todo lo que se proponía, sabiendo además sacar partido de los medios de que dispusiese.
Su alto nivel de resistencia y seguridad en el obrar, nos habla de un sujeto firme de carácter, bastante intransigente y radical además, que exigía mucho a las personas que le rodeaban, pero que sin duda al que más le exigía era a si mismo.
Tenía siempre una actitud decidida y valiente ante la vida, acometiendo las tareas con fuerza y empuje, teniendo una gran capacidad de autosuperación. Esto es debido, sobre todo, a la gran confianza que tenía en su propia valía y capacidad personal, que le llevaba a luchar contra las adversidades y a buscar siempre la victoria entre sus metas. Defendía sus ideas y proyectos con contumacia.
Era una persona con reacciones bastante primarias, es decir, con prontos fuertes y tajantes. Respondía siempre con contundencia, y desde luego, sin pelos en la lengua. No era amigo del disimulo sino de expresar abiertamente las cosas, a veces con bastante rudeza, aun a riesgo provocar respuestas airadas en el ambiente. La diplomacia no era precisamente uno de sus fuertes.
Era bastante irritable de carácter, habiendo perdido los papeles más de una vez. Se le aprecian también cambios de humor y gestos de impaciencia, lo cual agranda lo anteriormente comentado.
Se mostraba sincero y directo, por los que sus opiniones y posturas no solían caer con agrado entre los que le rodeaban. También contribuía a ello su talante poco objetivo y aun menos ponderado, que hacía que se decantara por sus particulares predilecciones y gustos sin pensar en las consecuencias que ello podía traer.
Aun así, era persona sociable, con facilidad para establecer sólidos vínculos afectivos.
Era una persona idealista, llena de profundas aspiraciones que le motivaban en su quehacer diario y sobre todo en su búsqueda personal trascendente. No por ello dejaba de ser realista en sus planteamientos; era muy consciente de sus deberes y obligaciones, y de cuál era su papel. Sabía donde poner los pies en todo momento.
Tenía una ambición personal permanente, y con ello también una actitud luchadora que raramente se rendía ante los obstáculos. Un sentimiento fuerte de orgullo, con afán de sobresalir y destacar. Además, por supuesto, un pronunciado amor propio que le animaba a seguir adelante cuando las cosas iban mal. Se valoraba en buen grado y era plenamente consciente de su valía personal. Aunque de la misma manera, también necesitaba autoafirmarse continuamente, con el fin de afianzar su posición de cara a los demás.
Con este talante, es lógico que fuera ejemplo y motivación de muchos que le seguían, al animarles con su férreo convencimiento en sus propias ideas y creencias.
En su grafismo se detectan formas evolucionadas, muy personales, que hablan de una personalidad madura y rica en matices, que huye de esquemas preconcebidos y aprendidos. Su grafía, a pesar de contener muchos de los aspectos caligráficos propios de la época, se muestra también muy avanzada en otros, con gestos gráficos dinámicos y armónicos, rápidos y certeros, reflejo sin duda de una mente privilegiada.”
Fuente: http://grafo-logico.blogspot.com
Casa de Blas de Lezo (Pasajes)
La casa de Blas de Lezo vista desde el muelle de San Pedro.
El edificio de piedra de sillería, es de planta rectangular y tejado a dos aguas, tiene cuatro pisos y bajo, con un balcon de madera de lado a lado en cada piso de su fachada principal, (el del primer piso cerrado) y toma el nombre del más ilustre marino de Pasajes, al que vio nacer: Don Blas de Lezo.
http://historiadeguipuzcoa.blogspot.com/
Para el orgullo de todos los españoles y los que quieren a España, adjunto las palabras inmortales de Don Blas de Lezo dirigidas a sus soldados antes del ataque de Vernon al Fuerte de Bocachica en Cartagena de Indias , Marzo 1741:
“– Soldados de España peninsular y soldados de España americana. Habéis visto la ferocidad y poder del enemigo; en esta hora amarga del Imperio nos aprestamos para dar la batalla definitiva por Cartagena de Indias y asegurar que el enemigo no pase.
Las llaves de Imperio han sido confiadas a nosotros por el Rey, habremos de devolverlas sin que las puertas de esta noble ciudad hayan sido violadas por el malvado hereje. El destino del Imperio esta en vuestras manos. Yo, por mi parte, me dispongo a entregarlo todo por la Patria cuyo destino esta en juego; entregare mi vida, si es necesario, para asegurarme que los enemigos de España no habrán de hollar su suelo, de que la Santa Religión a nosotros confiada por el destino no habrá de sufrir menoscabo mientras me quede un aliento de vida. Yo espero y exijo, y estoy seguro que obtendré, el mismo comportamiento de vuestra parte. No podemos ser inferiores a nuestros antepasados, quienes también dieron la vida por la Religión, por España y por el Rey, ni someternos al escarnio de las generaciones futuras que verían en nosotros los traidores de todo cuanto es noble y sagrado. ¡Morid, entonces para vivir con honra! ¡Vivid, entonces, para morir honrados! ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Cristo Jesús!- “
(Fuente: El di que España derroto a Inglaterra, Pablo Victoria. Altera 2005).
Aconsejo que escucheis el pasaje de la historia del fallecido Juan Antonio Cebrian, presentador del programa "la rosa de los vientos" sobre don Blas de Lezo, simplemente, impresionante.
"Acuérdate en adelante, cada vez que algo te contriste, de recurrir a esta máxima: que la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha."
"QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"
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Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte![]()
EL VASCO QUE HUMILLÓ A LOS INGLESES
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Hace doce años, cuando escribía La carta esférica, tuve en las manos una medalla conmemorativa, acuñada en el siglo XVIII, donde Inglaterra se atribuía una victoria que nunca ocurrió. Como lector de libros de Historia estaba acostumbrado a que los ingleses oculten sus derrotas ante los españoles -como la del vicealmirante Mathews en aguas de Tolón o la de Nelson cuando perdió el brazo en Tenerife-, pero no a que, además, se inventen victorias. Aquella pieza llevaba la inscripción, en inglés: El orgullo de España humillado por el almirante Vernon; y en el reverso: Auténtico héroe británico, tomó Cartagena -Cartagena de Indias, en la actual Colombia- en abril de 1741. En la medalla había grabadas dos figuras. Una, erguida y victoriosa, era la del almirante Vernon. La otra, arrodillada e implorante, se identificaba como Don Blass y aludía al almirante español Blas de Lezo: un marino vasco de Pasajes encargado de la defensa de la ciudad. La escena contenía dos inexactitudes. Una era que Vernon no sólo no tomó Cartagena, sino que se retiró de allí tras recibir las suyas y las del pulpo. La otra consistía en que Blas de Lezo nunca habría podido postrarse, tender la mano implorante ni mirar desde abajo de esa manera, pues su pata de palo tenía poco juego de rodilla: había perdido una pierna a los 17 años en el combate naval de Vélez Málaga, un ojo tres años después en Tolón, y el brazo derecho en otro de los muchos combates navales que libró a lo largo de su vida. Aunque la mayor inexactitud de la medalla fue representarlo humillado, pues Don Blass no lo hizo nunca ante nadie. Sus compañeros de la Real Armada lo llamaban Medio hombre, por lo que quedaba de él; pero los cojones siempre los tuvo intactos y en su sitio. Como los del caballo de Espartero.
La vida de ese pasaitarra -mucho me sorprendería que figure en los libros escolares vascos, aunque todo puede ser- parece una novela de aventuras: combates navales, naufragios, abordajes, desembarcos. Luchó contra los holandeses, contra los ingleses, contra los piratas del Caribe y contra los berberiscos. En cierta ocasión, cercado por los angloholandeses, tuvo que incendiar varios de sus propios barcos para abrirse paso a través del fuego, a cañonazos. En sólo dos años, siendo capitán de fragata, hizo once presas de barcos de guerra enemigos, todos mayores de veinte cañones, entre ellos el navío inglés Stanhope. En los mares americanos capturó otros seis barcos de guerra, mercantes aparte. También rescató de Génova un botín secuestrado de dos millones de pesos, y participó en la toma de Orán y en el posterior socorro de la ciudad. Después de ésas y otras muchas empresas, nombrado comandante general del apostadero naval de Cartagena de Indias, a los 54 años, y tras rechazar dos anteriores tentativas inglesas contra la ciudad, hizo frente a la fuerza de desembarco del almirante Vernon: 36 navíos de línea, 12 fragatas y varios brulotes y bombardas, 100 barcos de transporte y 39.000 hombres. Que se dice pronto.
He visto dos retratos de Edward Vernon, y en ambos -uno, pintado por Gainsborough- tiene aspecto de inglés relamido, arrogante y chulito. Con esa vitola y esa cara, uno se explica que vendiera la piel antes de cazar el oso, haciendo acuñar por anticipado las medallas conmemorativas de la hazaña que estaba dispuesto a realizar. Pese a que a esas alturas de las guerras con España todos los marinos súbditos de Su Graciosa sabían cómo las gastaba Don Blass, el cantamañanas del almirante inglés dio la victoria por segura. Sabía que tras los muros de Cartagena, descuidados y medio en ruinas, sólo había un millar de soldados españoles, 300 milicianos, dos compañías de negros libres y 600 auxiliares indios armados con arcos y flechas. Así que bombardeó, desembarcó y se puso a la faena. Pero Medio hombre, fiel a lo que era, se defendió palmo a palmo, fuerte a fuerte, trinchera a trinchera, y los navíos bajo su mando se batieron como fieras protegiendo la entrada del puerto. Vendiendo carísimo el pellejo, bajo las bombas, volando los fuertes que debían abandonar y hundiendo barcos para obstruir cada paso, los españoles fueron replegándose hasta el recinto de la ciudad, donde resistieron todos los asaltos, con Blas de Lezo personándose a cada instante en un lugar y en otro, firme como una roca. Y al fin, tras arrojar 6.000 bombas y 18.000 balas de cañón sobre Cartagena y perder seis navíos y nueve mil hombres, incapaces de quebrar la resistencia, los ingleses se retiraron con el rabo entre las piernas, y el amigo Vernon se metió las medallas acuñadas en el ojete.
Blas de Lezo murió pocos meses después, a resultas de los muchos sufrimientos y las heridas del asedio, y el rey lo hizo marqués a título póstumo. Creo haberles dicho que era vasco. De Pasajes, hoy Pasaia. A tiro de piedra de San Sebastián. O sea, Donosti. Pues eso.
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Hablando de sutilezas, fijaros en el escudo que lleva este Mirage F-1 del Ala 14 de la manchega base de Los Llanos en la reunión de Tiger Meet (escuadrones de la OTAN que tienen como emblema un tigre) de 2.009 en tierra de herejes.
Para que los niños Flamencos coman por si viene el Duque de Alba.
Que buen aporte Pelay Correa!
Carta en la que Blas de Lezo se queja del trato que le da Eslava tras haber rechazado la invasión inglesa y de las pretensiones de Eslava de arrogarse todo el mérito.
Carta del general D.Blas de Lezo remitiendo al marqués de Villanas el Diario del sitio de Cartagena de Indias, año de 1741.
Excmo. Sr.: El diario adjunto que paso á manos de V. E. de lo acaecido en esta ciudad y sus fortificaciones, instruirá á V. E. de la realidad que ha mediado en los varios sucesos del tiempo en que los enemigos han intentado su invasión.
Bien quisiera omitir lo prolijo de esta narración de que se ha formado este volumen, pero las circunstancias que han precedido de abandono y omisión en esta grave materia, no obstante las anticipadas órdenes de S. M. para el resguardo de esta plaza, y encargos con que me hallo para su consecución, me precisan á exponer, aun contra mi genio, que sólo los efectos de la Divina Providencia han sido causa para lograr por entero que esta ciudad y comercio no experimentasen su total ruina, sin que causa humana en lo natural pudiese contrarrestar las fuerzas que vinieron, por el lamentable-estado en que se hallaba.
Pues habiendo dado cumplimiento á lo que S. M. se dignó ordenarme por las Secretarías de Indias, Marina y Almirantazgo para que con la mayor parte de mis tripulaciones ayudase á la defensa de esta plaza y puerto, lo que practiqué con toda puntualidad, fue preciso concurrir, demás desto, con cañones, balas, pólvora, atacadores, granadas, metralla, cureñas, ruedas y ejes, porque, como no se había dado providencia alguna, se carecía de un todo.
Ni parece creíble que una ciudad amenazada del enemigo con anticipadas noticias del Rey para su resguardo, y mandado se hiciese un repuesto de víveres para seis meses, fuese tal la escasez de los positados, que precisase á D. Sebastián de Eslava á la forzosa valerse de los que tenía para las tripulaciones de mis navios, los que igualmente distribuí, así en la gente de marina, como en la tropa de tierra, porque, aunque le facilité en tiempo oportuno solicitase los necesarios á este importante fin, de las colonias francesas ó del reino de Santa Fe, no asintió á ello con el motivo de no tener caudales.
Con todos estos esfuerzos concurrí á la defensa de esta plaza y puerto, sosteniendo por espacio de diez y siete días el castillo de Bocachica y baterías que se hallaban en la misma infelicidad, trabajando en él y ellas, no como corresponde á general, sino como el último grumete de mis navios, para que el honor de las armas del Rey no padeciese el desdoro que le amenazaba. Y me persuado que si no hubiera tenido las órdenes de mantener una buena correspondencia con el expresado D. Sebastián de Eslava (y éste la misma para conmigo), hubiera, sin duda, con mis cuatro navios terminado la empresa de este formidable armamento de los ingleses en aquel sitio de Bocachica; pero desconfiando de mi inteligencia (aun que mi celo excede al que mas), me creí que un hombre de esta reputación no dispondría cosa que no fuese del mayor servicio del Rey.
Engáñeme en el concepto, porque la experiencia me ha enseñado lo contrario, y que nada hemos tenido que aprender de este General ni en la última expedición, ni en todo lo que ha ejecutado desde su llegada á este puerto.
He sabido por una copia de Diario que pude haber á mis manos, que D. Sebastián de Eslava ha forjado en nombre de D. Carlos de Enaut, ó para disculpar sus omisiones, ó para vestirse de mis trabajos, que no es nuevo en la emulación quererse atribuir por propios ajenos lucimientos, tan siniestro y falto de verdad como justifican los instrumentos que incluyo, reservando en mí los originales con otros, para hacer constar á V. E. que sólo mi Diario refiere Ios hechos como pasaron, y que el que se remitirá por D. Sebastián de Eslava en nombre del Ingeniero, lleva la nota de sobornado con la esperanza que le ha dado de sus adelantamientos, porque sólo ha tirado contra mi estimación y el Cuerpo de Marina, para obscurecer el desempeño con que se portó, llevando casi todo el peso en el combate, y porque no logre la gloria de que llegue á los reales oídos ser quien sostuvo los intentos enemigos en la entrada del puerto, ciudad y fuera de ella, como á todos es notorio.
Y por último, la ciudad se ha quedado en eí mismo estado que estaba el día 28 de Abril que se hizo el último fuego, sin haberse construido obra alguna para su defensa, pudiendo los enemigos á su voluntad entrar desde la boca hasta la bahía sin oposición alguna; y respecto de que en este puerto ya no me queda que hacer con oficiales, tropa y gente de mar de mis navios por haber reunido en sí D. Sebastián de Eslava todas mis facultades, haberse por esta razón separado el comercio de las que el Rey me dio para su dirección, como más largamente lo expongo al Sr. D. Joseph de la Quintana, suplico á V. E. se sirva hacerlo presente al Rey, para que su benignidad me permita poder pasar á la Europa, por cual quiera vía, en el caso de no haber navios de S. M. en que prontamente pueda conseguirlo este año de cuarenta y uno, para que por este medio mi estimación no padezca las vejaciones que experimenta y pueda conseguir ocuparme en España en lo que S.M. se dignase emplearme, esperando del favor de V. E. protegerá mi instancia que, como tan justa, espero de su justificación.
Dios guarde á V. E. muchos años como deseo.
Cartagena de Indias, 30 de Mayo de 1741"
—Excmo. Señor.—
B. L. M. de V. E. su más seguro servidor,
Blas de Lezo.—Excmo. Sr. Marqués de Villanas.
(Archivo de Alcalá de Henares, Estado. Leg. núm. 2.335. Publicada en Euskal-Erria, revista de San Sebastián, 10 Octubre 1894.)
Las Medallas Conmemorativas de lo que Nunca Ocurrió
Juan Pablo Aguilar Andrade
Vía Ecuador Filatélico: Ecuador Filatélico
En 1739, la armada británica atacó la América española; en noviembre de ese año, el almirante Edward Vernon se apoderó sin mayores dificultades de Portobelo, en el istmo de Panamá y, alentado por el triunfo, preparó en Jamaica una flota de 186 barcos, más de 27.000 hombres y 2.000 cañones y la dirigió contra Cartagena de Indias. En esta ciudad le esperaba una guarnición de 3.600 hombres al mando del teniente general Blas de Lezo, quien contaba con apenas 6 barcos para la defensa.
Blas de Lezo nació en Pasajes (Guipúzcoa), el 3 de febrero de 1689. Marino desde los doce años, a los quince perdió la pierna izquierda en la batalla de Vélez-Málaga y dos años después, en 1706, el ojo izquierdo mientras defendía la fortaleza de Santa Catalina de Tolón; en 1714 su brazo derecho quedó inservible como consecuencia de un balazo de mosquete recibido durante el sitio de Barcelona.
En 1741, mientras la flota de Vernon se acercaba a Cartagena, Blas de Lezo ocupaba el cargo de Comandante General de la ciudad.
El 15 de marzo Vernon se ubicó frente a Cartagena y el 20 logró destruir las defensas exteriores de la ciudad y apoderarse de la isla Tierra Bomba. El 4 de abril, la armada británica entró en la bahía exterior de Cartagena y el almirante británico consideró que la victoria era suya y envió un barco correo a Londres, donde la noticia de la caída de la ciudad desató el júbilo; como parte de las celebraciones, se acuñaron varias medallas conmemorativas, dos de las cuales se reproducen aquí.
En la primera, un Blas de Lezo arrodillado entrega su espada a Vernon y la escena se explica con la siguiente frase: “El orgullo de España humillado por el almirante Vernon”.
En la segunda, la inscripción informa que Vernon ha tomado Cartagena, y la imagen de la ciudad aparece como fondo del retrato del almirante.
Pero mientras en Londres circulaban las medallas, el asalto final a Cartagena resultó algo más complicado de lo que Vernon esperaba.
El fuerte de San Felipe era la última defensa española y Vernon ordenó atacarlo el 20 de abril. Durante la madrugada, las tropas británicas iniciaron avanzaron guiadas por dos supuestos desertores españoles, en realidad espías enviados por Blas de Lezo, que desaparecieron en medio de la oscuridad y dejaron a los atacantes desorientados y al alcance de del fuego español, que pudo diezmarlos sin mucho esfuerzo.
Los intentos de asaltar las murallas terminaron en fracaso; Blas de Lezo había hecho cavar fozos más profundos y las escaleras de los asaltantes quedaron cortas e inútles. Al amanecer, los defensores de la fortaleza lanzaron un ataque a la bayoneta y las tropas británicas huyeron en desbandada.
La flota británica permaneció en Cartagena todavía un mes más, hasta el 20 de mayo, cuando finalmente se retiró sin poder apoderarse de la ciudad, pese a las medallas que anunciaban lo contrario. El monarca británico prohibió que se mencione el fracaso de su armada, que perdió en el intento 18.000 hombres y 50 embarcaciones.
200 españoles murieron defendiendo Cartagena, entre ellos Blas de Lezo, que no pudo recuperarse de las heridas sufridas durante la batalla y falleció el 7 de septiembre de 1741.
coterraneus – el blog de Francisco Núñez Proaño
Vaya nuestro mas fervoroso PRESENTE!!!
A los héroes defensores de Cartajena y a su dignísimo y valeroso Jefe: Don Blas de Lezo!!!
Siempre Presentes!!!
En nuestro afán!!!
Blas de Lezo, el almirante español cojo, manco y tuerto que venció a Inglaterra
Este marino consiguió resistir el ataque de la segunda flota más grande de la historia (195 buques) con sólo seis navíos en Cartagena de Indias
MANUEL P. VILLATORO
abc_es / MADRID
JAVIER TORRES
Blas de Lezo, el héroe español que humilló a la armada inglesa
Valiente, honorable, buen estratega… muchos son los adjetivos que se pueden aplicar a grandes héroes como el almirante Nelson, cuyo nombre aún resuena en Gran Bretaña. Sin embargo, también son características de las que pudo presumir Blas de Lezo, un oficial tuerto, cojo y manco de la marina española que consiguió resistir el ataque de 195 navíos ingleses con apenas 6 barcos durante el Siglo XVIII.
Esta historia, digna de salir en cualquier película de la conocida saga «Piratas del Caribe», es una de las muchas en las que se ha demostrado la capacidad estratégica de la marina española de la época. Sin embargo, se suma a las docenas de hazañas que han caído en el olvido.
Cojo, manco, y tuerto
Blas de Lezo nació en Pasajes, Guipúzcoa, el 3 de febrero de 1687, aunque aún existe controversia sobre el lugar y el año en que vino al mundo. «Las fuentes son confusas y señalan otro lugar posible de nacimiento y otra fecha dos años posterior, pero en lo que no hay duda es que es un marinero vasco que se convirtió en uno de los más grandes estrategas de la Armada española en toda su historia» determina Jesús María Ruiz Vidondo, doctor en historia militar, colaborador del GEES (Grupo de Estudios Estratégicos) y profesor del instituto de educación secundaria Elortzibar.
Su carrera militar empezó en 1704, siendo todavía un adolescente. En aquellos años, en España se sucedía una guerra entre la dinastía de los Austrias y Borbones por conseguir la corona tras la muerte del rey Carlos II, sin descendencia. «Blas de Lezo había estudiado en Francia cuando esta era aliada de España en la Guerra de Sucesión. Tenía 17 años cuando se enroló de guardiamarina al servicio de la escuadra francesa al mando del conde de Toulouse», destaca el historiador.
Ese mismo año se quedaría cojo. «La pierna la perdió en la batalla de Vélez-Málaga, la más importante de la Guerra de Sucesión, en la que se enfrentaron las escuadras anglo-holandesa y la franco-española» afirma Vidondo. «Fue una dura batalla en la que una bala de cañón se llevó la pierna izquierda de Blas de Lezo, pero él continuó en su puesto de combate. Después se le tuvo que amputar, sin anestesia, el miembro por debajo de la rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho no profirió un lamento durante la operación», cuenta Vidondo.
Aunque el combate finalizó sin un vencedor claro, el marino comenzó a ser conocido por su heroicidad. «Blas de Lezo fue elogiado por el gran almirante francés por su intrepidez y serenidad y por su comportamiento se le ascendió a alférez de navío», explica el experto en historia militar.
El ojo lo perdió dos años más tarde, en la misma guerra, en la fortaleza de Santa Catalina de Tolón mientras luchaba contra las tropas del príncipe Eugenio de Saboya. «En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le alojó en su ojo izquierdo, que explotó en el acto. Perdió así para siempre la vista del mismo, pero quiso continuar en el servicio y no abandonarlo» determina Vidondo. Sin duda la suerte no estaba de su lado, pero Lezo siguió adelante.
Finalmente, cuando tenía 26 años, el destino volvió a ser esquivo con este marino. «La Guerra de Sucesión había prácticamente finalizado en julio de 1713 con la firma de la paz con Gran Bretaña, pero Cataluña seguía en armas por los partidarios de la casa de Austria. El marino participó en varios combates y bombardeos a la plaza de Barcelona. En uno de ellos, el 11 de septiembre de 1714, se acercó demasiado a las defensas enemigas y recibió un balazo de mosquete en el antebrazo derecho que le rompió varios tendones y le dejó manco para toda su vida», determina el experto. Así, y tras quedarse cojo, tuerto y sin mano, Blas de Lezo pasó a ser conocido como el «Almirante Patapalo» o el «Mediohombre». Su leyenda había comenzado.
Hazañas iniciales
Una vez finalizada la Guerra de Sucesión, Lezo se destacó por su servicio a España. Una de sus misiones más destacadas fue la que realizó en 1920 a bordo del galeón «Lanfranco». «Se le integró en una escuadra hispano-francesa al mando de Bartolomé de Urdazi con el cometido de acabar con los corsarios y piratas de los llamados Mares del Sur (Perú)», sentencia el historiador.
«Sus primeras operaciones fueron contra el corsario inglés John Clipperton. Éste logró evitarles y huir hacia Asia, donde fue capturado y ejecutado», finaliza el doctor en historia militar. Por esta y otras hazañas, el rey ascendió al «Almirante Patapalo» a teniente general en 1734. Sin embargo, su misión más difícil llegó cuando fue enviado a Cartagena de Indias (Colombia) como comandante general.
El mayor reto de Lezo
El mayor desafío de Blas de Lezo se sucedió sin duda en Colombia, donde tuvo que defender Cartagena de Indias (el centro del comercio americano y donde confluían las riquezas de las colonias españolas) de los ingleses, ansiosos de conquistar el territorio. En este caso, los británicos aprovecharon una afrenta a su imperio para intentar tomar la ciudad.
El pretexto fue el asalto a un buque británico. «En este contexto se produjo en 1738 la comparecencia de Robert Jenkins ante la Cámara de los Comunes, un contrabandista británico cuyo barco, el Rebecca, había sido apresado en abril de 1731 por un guarda costas español, que le confiscó su carga. La oposición parlamentaria y posteriormente la opinión pública sancionaron los incidentes como una ofensa al honor nacional», determina Vidondo. La excusa perfecta había llegado y se declaró la guerra a España.
Los preparativos se iniciaron, y los ingleses no escatimaron en gastos. «Para vengar la oreja de Jenkins Inglaterra armó toda una formidable flota jamás vista en la historia (a excepción de la utilizada en el desembarco de Normandía), al mando del Almirante inglés Edward Vernon. La armada estaba formada por 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000 milicianos más de los EEUU, mandados éstos por Lawrence, hermanastro del Presidente Washington», afirma el experto en historia militar.
Por el contrario, Blas de Lezo no disponía de un gran número de soldados ni barcos para defender la ciudad. «Las defensas de Cartagena no pasaban de 3.000 hombres, 600 indios flecheros, más la marinería y tropa de infantería de marina de los seis navíos de guerra de los que disponía la ciudad: el Galicia (que era la nave Capitana), el San Felipe, el San Carlos, el África, el Dragón y el Conquistador. La proporción entre los españoles y los ingleses era de 1 español por cada 10 ingleses», explica Vidondo.
Pero, lo que tenía a su favor el «Almirante Patapalo» era un terreno que podía ser utilizado por un gran estratega como él. Y es que la entrada por mar a Cartagena de Indias sólo se podía llevar a cabo mediante dos estrechos accesos, conocidos como «bocachica» y «bocagrande». El primero, estaba defendido por dos fuertes (el de San Luis y el de San José) y el segundo por cuatro fuertes y un castillo (el de San Sebastián, el de Santa Cruz, el del Manzanillo, el de Santiago -el más alejado- y el castillo de San Felipe).
Lezo se preparó para la defensa, situó varios de sus buques en las dos entradas a las bahías y dio órdenes de que, en el caso de que se vieran superados, fueran hundidos para que no fueran apresados y para que sus restos impidieran la entrada de los navíos ingleses hasta Cartagena de Indias. La guerra había comenzado y el «Mediohombre» se preparó para la defensa.
Comienza la batalla
«El 13 de marzo de 1741 apareció la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares hasta el desembarco de Normandía. Para el día 15 toda la armada enemiga se había desplegado en plan de cerco. Al comienzo se notó la superioridad británica y fáciles acciones les permitieron adueñarse de los alrededores de la ciudad fortificada», afirma Vidondo.
«La batalla comenzó en el mar. Tras comprobar que no podían acceder a la bahía, los ingleses comenzaron un bombardeo incesante contra los fuertes del puerto. Blas de Lezo apoyaba a los defensores con la artillería de sus navíos, que había colocado lo suficientemente cerca. Usaba bolas encadenadas, entre otras artimañas, para inutilizar los barcos ingleses», narra el historiador.
Tras acabar con varias baterías de cañones, Vernon se dispuso a desembarcar algunos de sus hombres, que lograron tomar posiciones en tierra. «Luego, el inglés se dispuso a cañonear la fortaleza de San Luis de Bocachica día y noche durante dieciséis días, el promedio de fuego era de 62 grandes disparos por cada hora», determina el experto en historia militar. El bombardeo fue masivo y los españoles tuvieron que abandonar en los días sucesivos los fuertes de San José y Santa Cruz.
El ímpetu del ataque obligó al español a tomar una decisión dura: «Lezo incendió sus buques para obstruir el canal navegable de Bocachica, aunque el Galicia no prendió fuego a tiempo. Sin embargo, logró retrasar el avance inglés de forma considerable. Blas de Lezo decidió dar la orden de replegarse ante la superioridad ofensiva y la cantidad de bajas españolas», afirma Vidondo.
A su vez, en Bocagrande se siguió la misma táctica y se hundieron los dos únicos navíos que quedaban (el Dragón y el Conquistador) para dificultar la entrada del enemigo. «El sacrificio resultó en vano, pues los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos antes de que se hundiera para restablecer el paso y desembarcaron», sentencia el experto. Las posiciones habían sido perdidas y los españoles se defendían en el fuerte de San Sebastián y Manzanillo. Además, como último baluarte, se encontraba el castillo de San Felipe.
Vernon se cree vencedor
Los ingleses habían conseguido acabar con varias fortalezas y asentarse en las bahías de Cartagena de Indias tras pasar los obstáculos puestos por los españoles. Sin duda, sentían la victoria cerca. «Vernon entró entonces triunfante en la bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas dando la batalla por ganada», narra el historiador.
Vernon envió en ese momento una corbeta a Inglaterra con un mensaje en el que anunciaba su gran victoria sobre los españoles. La noticia fue recibida con grandes festejos entre la población y, debido al júbilo, se mandó acuñar una moneda conmemorativa para recordar la gran victoria. En ella, se podía leer «El orgullo español humillado por Vernon» y. además, se apreciaba un grabado de Blas de Lezo arrodillado frente al inglés.
La victoria del «Mediohombre»
Vernon estaba decidido, la hora de la victoria había llegado. Por ello, quiso darle el broche final tomando el símbolo de la resistencia española: el castillo de San Felipe, donde resistían únicamente seis centenares de soldados, según cuenta el historiador. Sin embargo, el asalto desde el frente era un suicidio, por lo que el inglés se decidió a dar la vuelta a la fortaleza y asaltar por la espalda a los españoles. «Para ello atravesaron la selva, lo que provocó la muerte por enfermedad de cientos de soldados, pero al fin llegaron y Vernon ordenó el ataque», sentencia Vidondo.
Según narra el doctor en historia, el primer asalto inglés se hizo contra una entrada de la fortaleza y se saldó con la muerte de aproximadamente 1.500 soldados a manos de los 600 españoles que consiguieron resistir y defender su posición a pesar de la inferioridad numérica. Tras este ataque inicial, Vernon se desesperó ante la posibilidad de perder una batalla que parecía hasta hace pocas horas ganada de antemano. Finalmente, y en términos de Vidondo, el oficial ordenó una nueva embestida, aunque esta vez planeó que sus soldados usarían escalas para poder atacar directamente las murallas.
En la noche del 19 de abril los ingleses se organizaron en tres grupos para atacar San Felipe. «En frente de la formación iban los esclavos jamaicanos armados con un machete», explica el doctor en historia. Sin embargo, los asaltantes se llevaron una gran sorpresa: las escalas no eran lo suficientemente largas para alcanzar la parte superior de las murallas. «El ‘Almirante Patapalo’ había ordenado cavar un foso cerca de los muros para aumentar su altura y evitar el asalto», determina Vidondo. Los españoles aprovecharon entonces y acabaron con cientos de ingleses. La batalla acababa de dar un giro inesperado debido al ingenio de un solo hombre, o más bien, «Mediohombre».
El día siguiente, según afirma el historiador, los españoles salieron de la fortaleza dispuestos a aprovechar el duro golpe psicológico que habían sufrido los ingleses. En primera línea corría Lezo, cargando al frente de la formación mientras sujetaba el arma con su único brazo. Finalmente, y tras una cruenta lucha, los menos de 600 defensores lograron que el enemigo se retirara y volviera a sus navíos. Ahora, y de forma definitiva, la victoria pertenecía a los soldados españoles y, por encima de todo, a un solo combatiente: el «Almirante Patapalo».
Después de esa batalla, se sucedieron una serie de intentos por parte de los ingleses de conquistar la plaza fuerte, pero fueron rechazados. «Vernon se retiró a sus barcos y ordenó un bombardeo masivo sobre la ciudad durante casi un mes, pero no sirvió de nada», determina el experto.
Finalmente, Vernon abandonó las aguas de Cartagena de Indias con, según los datos oficiales, unos 5.000 ingleses muertos. Sin embargo, según determina Vidondo, es difícil creer que la cifra sea tan baja, ya que el oficial tuvo que hundir varios navíos en su huída debido a que no tenía suficiente tripulación para manejarlos y no quería que cayesen en manos españolas. «Cada barco parecía un hospital», afirma el historiador.
De hecho, y según cuenta la leyenda, Vernon sentía tanto odio hacia el «Mediohombre» que, mientras se alejaba junto a su flota de vuelta a Inglaterra, gritó a los vientos «God damn you, Lezo!» (¡Que Dios te maldiga, Lezo!). Podía maldecir todo lo que quisiera, pero había sido derrotado.
La mentira del inglés
Además, según determina Vidondo, a Vernon todavía le quedaba un último mal trago: informar en Inglaterra de que la había perdido la batalla. Al llegar a su tierra, sin embargo, parece que no tuvo valor para dar a conocer la noticia públicamente, por lo que fue pasando el tiempo hasta que, finalmente, sus compatriotas descubrieron el engaño. Cuando salió a la luz, la vergüenza fue tan arrolladora para el país que se tomaron medidas más drásticas para acallar la gran derrota: «El rey Jorge II prohibió todo tipo de publicación sobre la batalla», finaliza Vidondo.
4 Preguntas a Jesús María Ruiz Vidondo
M.P.VMADRID
¿Cuáles fueron las últimas palabras de Vernon hacia Lezo tras la batalla?
Vernon optó por una retirada enviando una carta a Blas de Lezo: «Hemos decidido retirarnos para volver pronto a esta plaza después de reforzarnos en Jamaica». Lezo le contestó: «Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra, porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir».
¿Qué fue de Vernon una vez acabada la contienda?
Vernon fue relevado y expulsado de la Marina en 1746, aunque la arrogancia y el orgullo inglés hizo que le enterraran en la Abadía de Westminster, panteón de los héroes, y en su tumba pusieron: «Sometió a Charges, y en Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria»; lo que era la forma más humillante de ocultar tan vergonzosa derrota.
¿Por qué cree que Blas de Lezo ha caído en el olvido en España?
La historia militar llena las estanterías de las librerías, pero muchas veces se trata de libros que tratan asuntos de fuera de España. Últimamente se han publicado muchos libros sobre Blas de Lezo, pero se lee poco en España y solamente se interesa una limitada cantidad de personas. En los institutos la historia de España se da solamente en 2º de Bachillerato y pensando en la selectividad. Si hoy en día se hiciese una película sobre este personaje pasaría a ser tremendamente conocido. La historia de estos héroes que ha tenido España vende mucho menos que otro tipo de programas o artículos.
¿Por qué cree que, mientras que los ingleses estudian por ejemplo a Nelson, en España no se cursa a Blas de Lezo?
Como he señalado anteriormente se han publicado últimamente algunos libros y artículos sobre este personaje, pero la historia de España no vende ni en los medios de comunicación, ni en la enseñanza en general. Los ingleses están orgullosos de su historia, y a los españoles, que tenemos una historia mucho más rica que la británica, no nos interesa nuestro pasado, solamente lo utilizamos para tergiversarlo o utilizarlo políticamente.
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A un paso de la tumba de Blas de Lezo
JESÚS GARCÍA CALERO
Historiadores colombianos están a punto de confirmar el lugar en el que fue enterrado el marino legendario, bajo un cine abandonado en Cartagena
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FOTOTECA HISTÓRICA DE CARTAGENA
La Capilla de la Vera Cruz y el convento de San Franciso, a principios del siglo XX
Cartagena de Indias busca la tumba de Blas de Lezo, el Mediohombre, el héroe de Cartagena que infligió al almirante Edward Vernon la mayor derrota naval que ha conocido Gran Bretaña, en 1741. Y todo parece indicar que los investigadores se encuentran a un paso del lugar donde yace Blas de Lezo... que hoy es un cine abandonado, un edificio que esta siendo rehabilitado y que se llama Teatro Cartagena, en el límite del barrio de Getsemaní. En ese lugar estuvo la Capilla de la Vera Cruz, una iglesia donde fueron enterrados muchos militares en la época colonial y adonde conducen los documentos que hablan del final de los días gloriosos de Blas de Lezo.
O deberíamos decir don Blas de Lezo, como se dice aún en Colombia. Un grupo de historiadores cartageneros, liderados por el impulso de un político y diplomático, Sabas Pretelt, exministro colombiano de Interior con Uribe y expresidente del Banco Mundial de Alimentos, están buscando la tumba del héroe que salvó la ciudad -y el continente- del dominio inglés.
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FOTOTECA HISTÓRICA DE CARTAGENA
La Capilla en los años veinte del siglo pasado
Misión casi imposible
Pero la misión es muy difícil. El nivel de alteraciones del sitio en cuestión es tremendo, según los arqueólogos. Primero porque Cartagena se reconstruyó desde las ruinas del asedio de Vernon. Además de la tremenda humedad y clima tropical, hay que sumar otras sacudidas de la historia, los varios asedios sufridos desde entonces por la ciudad, y el hecho de que Blas de Lezo fue enterrado sin honores, en pobres condiciones, puesto que el virrey de entonces, Sebastián de Eslava, había declarado su enemistad cuasi eterna a su salvador.
A ello se suma el hecho de que los documentos que pudieron existir sobre su inhumación no se encuentran disponibles. Lo que la humedad y el comején hubieran dejado, la historia lo barrió. Los papeles de la Capilla de la Vera Cruz -construida en el barrio de Getsemaní en el XVII junto a otros edificios religiosos- debieron tener copia en Santafé de Bogota, pero al llegar la independencia fueron embarcados hacia el Archivo de Indias.
Archivo de Indias
Allí y en otros centros documentales de la época han encontrado los investigadores los insistentes indicios que les han llevado hasta un paso de la tumba de Blas de Lezo. Agrupados bajo el impulso de Sabas Pretelt y la Corporación Centro Histórico de Cartagena se encuentran, entre otros, el historiador Roberto Carlos Martínez Méndez y el arqueólogo Carlos del Cairo, prestigioso miembro de la Fundación Terra Firme. Además colaboran instituciones colombianas y españolas.
El Mediohombre pudo ser enterrado en la Capilla de la Vera Cruz de Cartagena porque había expresado ese deseo y además pertencía a esa hermandad militar. «Hemos logrado que el Archivo de Sevilla nos remitiese cerca de 4.000 folios de cartas y documentos en torno a las fechas de interés, cuya lectura ya terminamos con la ayuda de una experta y para entregarlo a la Academia estamos clasificándolos con mucho entusiasmo y paciencia porque no es fácil la lectura del castellano y la letra del siglo XVIII», declara a ABC Sabas Pretelt. Pero no solo se estudia el caso desde Colombia: «Contamos con el trabajo reservado y profesional de una investigadora española muy conocida que durante meses ha estado en el Archivo de Simancas y también ha analizado el testamento de don Blas de Lezo y otros documentos existentes en la ciudad de Cádiz, donde el héroe vivió con su familia y donde después murió su esposa la peruana doña Josefa Pacheco el 31 de marzo de 1743, cuando habitaba en la casa número 70 de la calle Larga de esa ciudad. Igualmente se ha contado con el respaldo del Archivo Nacional y se han revisado los documentos históricos de nuestras iglesias», determina Pretelt.
Muchas fuentes históricas ya apuntaban «a la Capilla de la Vera Cruz de los Militares, aneja al Convento de San Francisco», según la genealogía de Blas de Lezo realizada por María Inés Olaran Múgica. Y el historiador Julio Guillén Tato en su biografía, sugiere dicho convento y habla de «una cofradía establecida primeramente en la Catedral, cuya finalidad era dar sepultura a los militares que morían en la colonia». Con el apoyo de Pablo Victoria, autor de diversos libros al respecto, se busca ahora algún «documento preciso que señale el lugar exacto para empezar con la excavación arqueológica». El propietario, Cine Colombia, ya ha autorizado y se están gestionando los permisos gubernamentales. La investigación ha prendido la imaginación de la ciudad, cuyas instituciones culturales colaboran, mientras algunos realizan sus propias pesquisas, como ABC comprobó con Luis Carlos Lorduy, un historiador que nos ha cedido algunas fotos y confirmado algunos de los interesantes datos sobre la Capilla de la Vera Cruz que aparecen en este reportaje.
Datos inéditos de la muerte
El caso es que Pretelt ha hallado confirmaciones en los numerosos documentos analizados, como la carta del virrey Eslava que responde a una orden que «ha llegado en tiempo que no se puede ejecutar nada de lo prevenido por haber muerto [Blas de Lezo] el día 7 de septiembre». Una misiva inédita [del Marqués de Ovando a Joseph de la Quintana, el 26 de octubre de 1741] confirma que Blas de Lezo murió a las 8 de la mañana y que inmediatamente fue informado el virrey Eslava, que tan mal lo quería.
Más impresiona otra carta, de Rodrigo Torres a Zenón de Somodevilla, el marqués de la Ensenada, a bordo de «El glorioso», en el Puerto de la Habana, fechada 28 de octubre de 1741, que dice: «En otra del 9 de septiembre que al mismo tiempo recibí del capitán de Fragata D. Daniel Huoni, me participa la muerte del Teniente General D. Blas de Lezo, el día 7 de septiembre por unas calenturas, que en breves días se le declaró tabardillo; y aunque estuvo privado 11 horas volvió en sí, pudo recibir los santos sacramentos y disponer sus cosas; y a los 9 días de haberle dado, se lo llevó Dios. Habiendo recaído en dicho D. Daniel Huoni el mando del cuerpo de Marina».
Será difícil, incluso muy difícil, pero si aparece su tumba, humilde por la indignidad del virrey, en ella sus huesos de Mediohombre le dirán al forense cuál es la medida del héroe completo.
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Aspecto actual donde la Capilla dio lugar al Teatro Cartagena y, a la derecha, el Teatro Colón
Anatomía del héroe cojo, tuerto y manco
Para empezar, recuento: Don Blas de Lezo, nacido en Pasajes, Guipúzcoa, el 3 de febrero de 1687, fue un marino español que llegaría a Teniente General y que fue, tal vez, el mejor estratega de la Armada Española, dejándose mucho más que la piel en el empeño. Sus heridas dibujan el mapa de nuestra mejor historia, esa que el injusto olvido ha dejado borrosa en la España actual.
Corajudo como pocos, embarcó con 17 años para su bautismo de fuego en la batalla naval de Vélez-Málaga, en 1704, en la que se dejó una pierna, arrancada de un cañonazo. En 1706 perdió el ojo izquierdo en Tolón cuando una esquirla le dejó tuerto. Siguió batallando con parche y la pata de palo y a los 26 años, en el asedio de de Barcelona (11 de septiembre de 1714), un disparo de mosquete le dejó manco. Ni aun así consideró que había dado su medida.
En Cartagena de Indias, en 1741, se enfrentó al peor escenario de su vida: con 3.000 soldados no muy expertos y 600 indios flecheros, más la marinería de 6 navíos (su única fuerza naval), venció al almirante Vernon, que llegaba a la ciudad con la mayor flota que el mundo ha conocido (si exceptuamos la del Día D): 195 naves y 30.000 hombres. Vernon venía pertrechado para algo más que vengar la oreja de Robert Jenkins, el contrabandista al que Juan León Fandiño había cortado el apéndice en 1731. Vernon venía en realidad a tomar la ciudad de Cartagena y, con ella el Nuevo Mundo colonizado por la Corona hispana, pero escasamente guardado, como Jorge Juan, otro gran marino español, denunció en aquellos años.
Blas de Lezo salvó la ciudad con pericia y estrategia contra un ejército invencible que tuvo que volver a casa derrotado, al grito de «God damm you, Lezo!». Desgraciadamente, la animadversión del virrey Eslava tergiversó sus méritos y honores, impidiendo su reconocimiento cuando murió aquel mismo 1741. Pero Cartagena le dedica calles, barrios y estatuas, le venera como héroe de un modo que España, hasta hoy no ha hecho. La exposición que actualmente le dedica el Museo Naval es un buen comienzo.
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Última edición por Hyeronimus; 15/10/2013 a las 12:56
Muy buenos días.
Continuando con este hilo os adjunto la última adhesión al proyecto de erigir un monumento a Don Blas de Lezo en Madrid. La información me ha llegado por correo como firmante de la petición (http://www.change.org/es/peticiones/...message_notice)
El apoyo viene dado por la Academia Argentina de la Historia y, debo reconocer, que sus palabras me han emocionado, a la vez que me pregunto donde están las autoridades españolas de estos ámbitos para dar apoyo a la propuesta.
Os copio el correo
Queridos amigos,
Recientemente hemos recibido, a través del Profesor D. Gastón Pérez Izquierdo, la adhesión de la Academia Argentina de la Historia a nuestra iniciativa. La carta, firmada por el Dr. Juan José Cresto y por el Dr. Rafael Buroni, presidente y seretario de la Academia respectivamente, dice así:
"La Academia Argentina de la Historia, en la reunión plenaria de la víspera, ha acogido por unanimidad la propuesta formulada por el Dr. Gastón Pérez Izquierdo, y por lo tanto adherir a la justa erección del monumento con que se intenta brindar un homenaje a la memoria del señor almirante D. Blas de Lezo.
Creemos que la oportunidad no solo es propicia a los fines de recordar a ese prócer, sino para rendir un equitativo homenaje a las armas de España que con valentía e ingenio hicieron posible que la porción de América que estaba bajo su bandera, conservara religión y lengua."
Este mensaje ha sido enviado por Iñigo Paredes utilizando el sistema de Change.org. Has recibido este correo porque firmaste la petición creada por Iñigo Paredes en Change.org: "Monumento a D. Blas de Lezo en la ciudad de Madrid".
Un abrazo
FB
Señor, haz de mi espada luz para los que te buscan, fuerza para los desalentados, esperanza para los oprimidos, misericordia para los arrepentidos y justicia para los excluidos.
La Cartagena de Indias de Blas de Lezo
ABC | Manuel Lucena Giraldo
No está de moda explicar la historia verdadera del descubrimiento y colonización de América. Pero la ignorancia sobre lo que supuso en el devenir de la Humanidad no impide experimentar sus efectos. ¿Podríamos imaginar nuestra vida cotidiana sin tabaco, piña, tomate o patata? ¿O el mestizaje global sin el llamado «nuevo mundo»? ¿Existirían como son hoy las repúblicas americanas sin las ciudades que constituyeron el crisol de la experiencia occidental, llamadas por sus fundadores españoles San Francisco, Barcelona, Granada, Santiago o Mérida? Evidentemente, no. Por eso en un mundo cada vez más conectado el desmontaje de las invenciones del nacionalismo contemporáneo, articuladas sobre la leyenda negra, ese cadáver en el armario que siempre está ahí para el que no quiera pensar, resulta urgente. A este respecto, la reciente iniciativa dirigida a erigir una estatua de Blas de Lezo en la capital de España resulta de gran interés.
Nos encontramos ante un singular fenómeno historiográfico, pues un acontecimiento que tuvo lugar en la monarquía española de 1741, un imperio atlántico y por tanto europeo y americano a un tiempo, siempre ha sido considerado crucial para la historia de Colombia y como tal enseñado a niños y jóvenes. Que ahora se pueda conocer mejor la figura de Lezo en España apunta al componente universal de nuestra historia y a una existencia de la nación española entonces bajo la forma de una monarquía compuesta o agregada. El singular almirante guipuzcoano, manco, cojo y tuerto desde los 25 años, que venció la prepotencia británica del almirante Vernon, ha representado para unas cuentas generaciones de colombianos valores heroicos. Sin duda demostró ingenio, capacidad de organización y mando, o voluntad de cumplimiento del deber. El énfasis en una personalidad deslumbrante que contra todo pronóstico y en una situación de tremenda inferioridad en hombres y medios ganó una batalla decisiva no admite discusión. Vernon contaba con 86 navíos y casi 28.000 combatientes, incluidos 4.000 milicianos de Virginia y escuadras de esclavos negros macheteros de Jamaica. Lezo, con seis navíos y menos de 3.000 hombres. Pero la historia no suele ser escenario de milagros, es más causal que casual. Nacido en la villa marinera de Pasajes en 1689, el guipuzcoano llevaba casi medio siglo combatiendo a los británicos en mar y tierra. Era experto en operaciones de sitio y abordaje, como había demostrado en Barcelona, Peñíscola y Rochefort antes de cumplir veinte años. Veterano también de la guerra contra corsarios y piratas en Argel y Perú, lo que perfiló sus habilidades en el combate irregular, fue designado en 1737 comandante de Cartagena de Indias, «antemural y llave de las Indias». No se trataba de una expresión poética. En la vasta costa de la llamada Tierra Firme, que comprendía de la desembocadura del río Orinoco a Panamá, no existía lugar mejor defendido. Ya en el reinado de Felipe II habían comenzado las obras de fortificación de la urbe, fundada por el madrileño Pedro de Heredia. De carácter atrevido y pendenciero, cuenta el cronista Juan de Castellanos que había perdido la nariz en una riña a espada con seis caballeros.
Tras esperar dos meses a tener las carnes del rostro en su sitio, eliminó a tres de sus agresores y escapó a las Indias. Aquel entorno de playas semidesérticas y tupida vegetación, donde «no había más agua potable que la que cae del cielo cuando llueve», habitado por indígenas indómitos, pareció a Heredia el lugar perfecto para fundar. Fue el 21 de enero de 1533, bajo la advocación de San Sebastián, para que les librara de las flechas envenenadas de los nativos. La razón fue el formidable puerto natural, similar para algunos al emplazamiento de la Cartagena de España. Frente a ciudades cercanas como Santa Marta, aquella situación hizo de ella emporio militar y mercantil. Su trazado inicial fue semirregular. En la plaza mayor, localizada en un vértice que permitió unir las manzanas próximas al puerto al asentamiento fundacional, se construyeron catedral, cabildo y casa del gobernador. Otra plaza, llamada todavía de la aduana o del mar, junto al portal de los dulces, en el cual turistas afortunados de todo el mundo adquieren pastelitos de coco o tamarindo, se convirtió en centro de intercambio de vino, aceite, papel, oro y esclavos. En 1572 Cartagena había llegado a 4.000 vecinos (unos 20.000 habitantes en total), pero se encontraba apenas al comienzo de su esplendor. La época de las ferias, cuando la población se multiplicaba por cuatro, o las fiestas del Carnaval y la Candelaria, con abundante participación de negros y mulatos, muy pronto población dominante, mostraron una riqueza que atrajo la avaricia de corsarios como Francis Drake (1587) o el barón de Pointis (1697). Pero resulta importante matizar, más allá de las películas de piratas hechas en Hollywood protagonizadas por Errol Flynn o últimamente en versión patética por Johnny Depp, que con esas dos excepciones, frente a Cartagena, como ocurrió por lo común frente a las demás ciudades del Caribe hispánico, cosecharon sonoros fracasos. La plaza que el almirante Vernon pretendió tomar dando un paseo en 1741 (incluso habían acuñado las medallas conmemorativas de la victoria) disponía de un sólido conjunto de fortificaciones, dispuestas en emplazamientos únicos: San Luis de Bocachica, Bocagrande, o el decisivo fuerte de San Felipe de Barajas. Allí se desplegó el genio militar de Blas de Lezo, que contaba con tropa veterana, infantes de marina, milicianos mulatos y arqueros indígenas.
Resistieron lo suficiente para que los británicos sucumbieran primero a su orgullo, más tarde a combates y epidemias. Tras la victoria y antes de morir de una peste propagada por el elevado número de cadáveres insepultos (en los dos meses de combate pudo haber 15.000 muertos británicos y un millar españoles), tuvo tiempo de dejar este mensaje a sus enemigos: «Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir». Firmó su epitafio, pero también tuvo una premonición. Durante las décadas restantes del siglo XVIII, Cartagena fue metrópoli modélica. Sus casi veinte mil habitantes de 1809 se dedicaban a la artesanía, el comercio y la milicia. Un buen número de negros libres, artesanos y militares mulatos disfrutaban de elevada posición social: 241 de ellos tenían reconocido el título legal de «don» o «doña». Había un regimiento de infantería, dos compañías de artillería, ingenieros, consulado de comerciantes y apostadero de marina. Fueron la crisis política imperial de 1808 y la invasión francesa de la península las catástrofes que trajeron el final de la edad de oro de Cartagena. Objetivo desde entonces de ataques procedentes no del océano, sino de tierra adentro. Pero en guerras no imperiales, sino civiles, luego llamadas «de independencia».
Manuel Lucena Giraldo, investigador del CSIC
La Cartagena de Indias de Blas de Lezo « Tribuna Libre
ULTIMAS PALABRAS DE BLAS DE LEZO
En su lecho de muerte el 7 de septiembre de 1741, El gran Blas de Lezo y Olivarrieta tras su heroica actuación en Cartagena de Indias fue abandonado a su suerte por las autoridades y el Rey. Pero a pesar de sus penurias y de la traición sus últimas palabras demuestran su amor a su familia y a España.
“...Me muero, Josefa -dijo exhalando un suspiro-. Muy seguramente el Rey me otorgará el título nobiliario que le he pedido…Pero no te olvides de cobrar mis sueldos…Mira, cómprate un billete de lotería de ésas cuyos números salen marcados en las ranas y los peces… -Y, poco más adelante, continuó -: No ha venido nadie ¿No es cierto? Entiérrame con mi crucifijo de plata, que él me hará compañía… Ah, y con mis patas de palo… Dile a mis hijos que morí como un buen vasco, armado y defendiendo la integridad de España y del Imperio… Gracias por todo lo que me has dado, mujer…. Ah pero te ruego que no me traigas plañideras a que giman y den alaridos sobre mi cadáver…; no lo podría soportar…. –Y luego murmuro casi imperceptiblemente-:¡Fuego!, ¡Fuego…! –Fueron sus últimas palabras, como dando la orden a invisibles cañones de imposibles navíos, y sin que se tuviera certeza de cual imperio defendía…”.
Este párrafo se encuentra en el libro “El día que España derrotó a Inglaterra” del colombiano Pablo Victoria.
BELLUMARTIS HISTORIA MILITAR: ULTIMAS PALABRAS DE BLAS DE LEZO
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