Los intereses mundiales vogando por la globalización y estos mirandose el "ombligo".........
Curiosa inicitiva en esta ciudad castellana:
Provincia para Alcalá YA
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Los intereses mundiales vogando por la globalización y estos mirandose el "ombligo".........
Mi honor, la lealtad,
mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,
mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,
mi arma, la verdad,
mi grito... ¡despertad!
mi lema... ¡¡Conquistad!!
La globalización y sus intereses, que son los contrarios a los de España, son precisamente los que están arruinando y alienando a Alcalá y sus alrededores. De entrada (o más bien, lo último en la lista de expolios) el tren Alcalá-Guadalajara-Sigüenza acaba de ser suprimido, se ve que no interesa a la globalización.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Si alguna región tiene derecho a quejarse del absorbente centralismo madrileño, ésa es Alcalá y su comarca.
«Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.
El Común de las Veinticinco Villas
El alfoz de la Tierra de Alcalá se extendió por la ribera del Henares y hast el Tajuña.
El 25 de marzo de 1190, Alfonso III de Castilla (VIII de la nomenclatur general) otorgaba al Concejo segoviano diecinueve aldeas situadas entre el He nares-Jarama y el Tajuña. Estas aldeas se encontraban ya, desde hacía alguno años, en manos segovianas («como hoy las teneeis y poseeis»); pero veinticuatr años más tarde el mismo rey Alfonso, en documento fechado en Burgos el 21 de julio de 1214, retiraba las diecinueve aldeas a Segovia incorporándolas al Con cejo de Alcalá.
De aquellas diecinueve aldeas, trece siguen pobladas (Ambite, Arganda, Campo Real, Carabaña, Loeches, Olmeda de las Fuentes (antes de la Cebolla), Orusco, Perales del Tajuña, Pezuela de las Torres, Tielmes, Torres de la Alameda, Valdilecha, Villar del Olmo) y seis se han convertido en despoblados (El Quejo, Querencia, Valdemera, Valmores, Valtierra, Vilches).
Formaban parte de la Tierra de Alcalá, además de las aldeas anteriomente señaladas y que fueron en principio sexmo segoviano del Tajuña, las aldeas siguientes: en la Alcarria, Anchuelo, Belmonte (despoblado), Corpa, Los Hueros (antes Gufia), Pozuelo del Rey (antes de las Torres), Santorcaz, Los Santos de la Humosa y Villalvilla; y en la Campiña, Ajalvir, Camarma de Esteruelas, Daganzo y Torrejón de Ardoz.
A pesar de la rivalidad natural entre Comunidades de Villa y Tierra vecinas -de la que da fe el dicho popular de una de las aldeas de la Tierra de Madrid: «Más vale Cobeña que Alcalá y su Tierra»- no hubo disputas especiales entre las Comunidades de Alcalá y Madrid por asunto de límites. Sólo un documento, provisión real de Alfonso XI (nomenclatura general) que se conserva en el Archivo de la Villa de Madrid para zanjar la cuestión de la posesión de una isla en el río Jarama. El documento va dirigido por el rey a don Juan, arzobispo de Toledo o su vicario y al «Concejo de Alcala de Fenares de Villa e aldeas». No determina el documento situación ni extensión exacta de dicha isla. Sólo afirma el documento real que los de Madrid habían acudido por dicho motivo y se dolían de que «por esta razón que han perdido e menoscabado mucho de lo suyo».
La Comunidad de Villa y Tierra de Alcalá abarcaba, pues, a lo largo de la Edad Media, un amplio territorio distribuido entre dos comarcas naturales separadas por la legendaria cordillera de Zulema: la Alcarria y la Campiña, con un total de unas treinta aldeas aproximadamente que, posteriormente, por despoblación
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de algunas de ellas, vendrán a formar lo que se conoce como el «Común de las Veinticinco Villas».
Las aldeas tenían la obligación de contribuir al Tesoro con la tercera parte de sus aprovechamientos comunes, así como al levantamiento y restauración de la «cerca, muro, puertas y cava de Alcalá», al igual que ocurría en las otras comunidades castellanas. El arzobispo Martínez de Contreras confirmó dicha obligación en el siglo XV, estableciendo la contribución anual de 2.500 maravedís «de dos blancas» para la Villa e igual cantidad para el Común.
Dicha organización territorial entró en crisis durante el siglo XVI, en el que varias aldeas se separaron a causa de un ruidoso pleito entablado en 1540 con el Concejo de Alcalá, en disconformidad con la manera de regir y administrar los productos, diezmos y pastos del Común, siendo arzobispo de Toledo Silíceo, el cual ayudó a eximir a los descontentos previo pago de una fuerte cantidad. Poco después, Felipe II, y a causa de la ingente necesidad de fondos que necesitaba la Corona para sostener su política exterior, emancipó a varias más, previo pago del conveniente tributo. Este proceso de desmembración continuaría hasta principios del siglo XIX con la independencia del último reducto: Vilches.
Es así como las aldeas se convirtieron en villas y la Comunidad se desvirtuó como tal, manteniendo pese a ello importantes lazos en ese llamado «Común de las Veinticinco Villas», hasta bien entrado el s. XVIII.
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