En los nombramientos últimos, Roma parece haberse guiado también por criterios pragmáticos. Busca otras vías para recuperar feligreses, a la vista de que la fuerte identificación con una población mayoritariamente nacionalista no ha impedido el avance del laicismo.
La máxima influencia política de la Iglesia vasca como factor de legitimación y extensión del nacionalismo coincidió paradójicamente con la crisis que vació los seminarios y llevó a cientos de curas vascos a secularizarse.
Esa crisis no se ha superado: hay en las tres provincias 400 curas (más otros 600 jubilados) para 939 parroquias, con una edad media que supera los 50 años; y en 2008 sólo había seis seminaristas. Ante ese panorama, Roma y Rouco
han apostado por seguir la línea tradicionalista que ha detenido la crisis en otras diócesis; pero al hacerlo asumen el riesgo de una ruptura entre el clero local y sus pastores. No porque no sean vascos, sino precisamente porque lo son sin ser a la vez nacionalistas.
http://www.elpais.com/articulo/opini...lpepiopi_1/Tes
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