Acebes anda preocupado por la situación del PP catalán: los sondeos le dan nones. La "estrategia Piqué", apoyada por Rajoy, ni retiene a los suyos ni atrae nacionalistas moderados.
19 de septiembre de 2005. En el edificio de la gaviota azul de la madrileña calle Génova tuercen el ceño cuando se pregunta por los sondeos en Cataluña. "Las cosas no pintan nada bien allí para nosotros", señalan fuentes de confianza que prefieren no ser citadas. "A día de hoy podríamos quedarnos fuera del Parlamento catalán", admiten. De ahí que tampoco los populares anden contentos con que el Estatut arroje al socialista president Pasqual Maragall a unas elecciones anticipadas.
Grave riesgo para Rajoy
Lo que faltaba a Mariano Rajoy: una derrota sonada por tierras catalanas en la primavera de 2006, justo después de su proyectado relanzamiento en la Convención Nacional de mediados de febrero y a mitad de camino entre el varapalo por la pérdida en su tierra del gobierno de Manuel Fraga y las elecciones municipales y autonómicas de 2007... advierten dirigentes de su partido que apuestan sin duda por su "número uno", por más que desesperen con su mutismo sobre la esperada renovación.
Precisamente, un tropezón así de Piqué dejaría tocados, se quiera o no, a los que apuestan por cambiar nombres y mensajes en Génova. Puede que quizá por eso se filtren estos descorazonadores sondeos, mientras se guarda reserva sobre lo que ocurre en otros lugares de España.
Las declaraciones del político catalán este verano pidiendo cambio de caras en el PP, especialmente la del secretario general, Ángel Acebes, y la del portavoz parlamentario, Eduardo Zaplana, le han colocado como cabeza visible -por mucho que no lo sea- de un maremágnum de "renovadores" y "centristas" que trata de abrirse paso lánguidamente.
¿Extraparlamentario el PP catalán? Cuesta creerlo, desde luego. Realmente la noticia es una bomba de relojería para el "número uno" popular y su equipo, que ha apostado, a fondo, por la "estrategia Piqué" para colocar al partido en la "pomada política" catalana.
El enigma de la "estrategia Piqué"
Porque si bien en las pasadas elecciones autonómicas el objetivo electoral no se alcanzó -más aún, los resultados fueron modestos para las expectativas puestas-, la esperanza no se había perdido y se auguraba una mejora considerable tras el vodevil vivido por las fuerzas parlamentarias catalanas, especialmente por el tripartito de gobierno, pero también por CiU, con el escándalo del cobro de comisiones del 3% destapado por el propio Maragall para cubrirse las espaldas por el hundimiento del Carmelo.
Sin embargo, Piqué parece incapaz de retener a los suyos y tampoco atrae al nacionalismo moderado, con lo que su plan hace aguas por las dos bandas.
Lo que parecen mostrar estos alarmantes sondeos es algo que advierten hace tiempo algunos populares en voz baja: Josep Piqué, siendo un político de altura, habilidoso, de personalidad muy definida, no parece tener clara su prioridad como presidente regional. Su organización en este momento no precisa de políticos capaces de urdir estrategias; necesita identificar a votantes competentes comprometidos con su fuerza política para constituir juntas locales, una tras otra, que cubran la geografía catalana de gaviotas azules.
El PP catalán tampoco tiene la necesidad de un táctico montado a todas horas en el puente aéreo Barcelona-Madrid para aconsejar a Rajoy y dormitar en el Senado, sino de una hormiguita que recorra pueblos catalanes.
Pero no es menos cierto –también se reconoce- que Piqué lleva razón en una cosa con la que está comprometido: el PP debe ser un partido muy catalán en todos los sentidos, aunque para ello no haya tampoco que creerse que sólo se puede ser buen catalán si se es nacionalista.
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