A grandes palabras ideas vacías
Eso es lo que suele suceder cuando ciertos personajes quieren aparentar lo que no son. Así le sucede a Artur MAS, siempre empeñado en conseguir lo que no puede dar porque no lo tiene. El recurso a la fatuidad de las grandes palabras administradas cuando el entorno es oportuno, no constituyen más que un decorado de purpurina y cartón pintado, por más que se las quiera hacer aparentar lo que no representan.
Y dice el susodicho: El sueño de Artur Mas: "Me imagino a Cataluña siendo la Dinamarca del Mediterráneo", vana fantasía pues del mismo modo podríamos imaginar a Cataluña como la Argelia de Europa, entre otras razones por el alto porcentaje de población musulmana que allí reside y de la cual se sirven esos separatistas para dar fuerza en sus continuas manifestaciones y demostraciones de aparente fuerza, fuerza de la que carecen obviamente.
Pero decía que este tipo de palabrería suele estar vacío de contenido, siendo meras entelequias que, en este caso se ciñen a lo estrictamente económico. En ese sentido también podríamos imaginar a una Cataluña tirando de España, tratando de tú a tú a ciertas regiones de Alemania, por ejemplo y por la misma regla de tres. Además, sería mucho más lógico y más fácil de lograr, por cuanto tendría el apoyo de toda España. ¿Cómo convertir a una Cataluña independizada en esa Dinamarca quimérica que se imagina el personaje? Vemos en ello una evidente muestra del clásico complejo españolísimo de la inferioridad y la admiración hacia todo lo exterior, al tiempo que el desprecio hacia lo propio, complejo que tantas desgracias nos ha causado, complejo que atenaza a nuestra nación en lugar de permitir que sea ella misma.
Si por la boca muere el pez, el besugo que es Artur MAS está más que extinguido, aunque ahí siga aleteando fuera del agua. Él y todos los suyos, no son sino un monumental fraude, han retrasado decenios el desarrollo de Cataluña, han provocado una gran deslocalización empresarial que ha huido ante la perspectiva de un proceso rupturista y el consiguiente aislamiento internacional, con una devaluación monetaria inevitable, pues no podrían seguir usando el euro como divisa propia durante años hasta no lograr ingresar como nuevo Estado en la UE y la región euro. Estos factores supondrían la ruina de Cataluña en términos globales para varias generaciones. Adiós pues a la quimera de Dinarmarca y hola a la tercermundianización del Estado y la sociedad de la Cataluña teóricamente independiente.
Es muy significativo, además, que mientras no saben más que hacer demostraciones de fuerza en manifestaciones, o en convocatorias en tres colegios con urnas de cartón, o cadenas humanas de cuatro amiguetes y de pretender discutir de igual a igual con el Gobierno central, cuando no son sino representantes del mismo en aquel territorio, en ningún momento han abierto la oportunidad a una discusión real en su sociedad. Se persigue con saña el uso del castellano, mientras se rotula en árabe, ¿y por qué no en danés?, o se clama en inglés en favor de una libertad que teniéndola ya, la cercenan a una parte de si mismos. Pero nunca admiten un debate público, un debate sincero y abierto a todos en los medios de comunicación. La quimera de "su Dinamarca" no existe, es mentira y lo que es peor, la venden como real y nos toman por idiotas que no se enteran.
Yo me imagino una República Catalana independiente, paradisíaca, de doradas arenas, de gentes sonrientes y amables, gentes ricas en dinero, posesiones, con grandes medios a su servicio. Me imagino una Cataluña con ciudades resplandecientes, con territorios llenos de masías espléndidas, con gran riqueza agropecuaria. Esa Cataluña es viable, está fuera de España, no depende de ésta para nada, se construyó a miles de kilómetros sobre el territorio de unas islas en el Pacífico compradas a alguno de sus Estados ribereños.
Y también me imagino una potente Cataluña española situada regionalmente a la altura de las mejores de Alemania, Francia y el Norte de Italia. Una Cataluña con profundo sentido de su españolidad compatbile con su catalanidad, con el orgullo de ser doblemente española por ello. Me la imagino solidaria, invirtiendo capitales, servicios y trabajo en las regiones más deprimidas de España, y me imagino a un Barça jugando una final de la Copa del rey en el Bernabeu o en el Nou Camp sin una sola bandera política, sólo deportivas, y todos puestos en pie ante los sones de la Marcha Real. Yo también imagino, mientras espero a que estos separatistas emigren todos a fundar su República Catalana del Pacífico.
Última edición por Valmadian; 04/03/2017 a las 14:27
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Marcadores