Grandes pensadores anónimos
En España la inteligencia siempre ha sido poco estimada, ¿complejo de inferioridad? ¿desconfianza? ¿envidia?... Pero desde hace algunos años a muchos les ha dado por creerse unos sabios omniscientes de tomo y lomo. Hoy cualquiera que disponga de un ordenador y acceso a la Wikipedia ya es un Séneca cualquiera. Más todavía, si de parlotear sobre Ciencia se trata, eso es "el acabose". Así, con Carl Sagan, Stephen Hawking y Richard Dawkins, ya está todo resuelto en cuanto a iconos se refiere y a interpretaciones abstrusamente absurdas que se remiten sin pausa ni descanso. Y es que "creen con fe materialista" que lo que dicen estos personajes citados, ya sean cuestiones acertadas unas veces y erróneas otras, no están fundamentadas en conocimientos muchísimo más profundos de lo que imaginan. En definitiva, lo que hacen es verter opiniones sobre las consecuencias superficiales sin conocimiento cierto y documentado alguno sobre las causas. Para que se me entienda, es como hablar de Oceanografía mirando la superficie del mar y sacando fotos a las puestas del Sol.
Como es fácilmente deducible, el desconocimiento de los verdaderos pensadores, de los auténticos investigadores, es total. En parte se debe a que dichas personas se dedican a aquellas actividades para las que les pagan, en lugar de jugar a divulgadores. Y en esta tarea de dar a conocer interesadamente a unos pocos en detrimento de una mayoría, juegan un papel esencial los medios de comunicación, particularmente aquellos calificados como "divulgativos", los cuales en la página 30 de un determinado número presentan un artículo sobre la energía nuclear y en la 33 sobre las "excelencias" del preservativo, pasando en la 35 a los pasatiempos adecuados para que el "amable" lector sepa cuál es su C.I.
Es decir, y tal como es observable, todo muy coherente, con sumo rigor y con capacidad de transformar al tonto del pueblo en un intelectual en un par de años de lectura apresurada en el Metro o "reunido con el sr. roca". Pero, afortunadamente para nosotros, hay vida inteligente fuera de esos ámbitos, hay personas que son grandes pensadores anónimos que no necesitan de vocinglería icónica populista.
De entre ellos, he escogido a Robert Speamann. Un profesor alemán de Filosofía que ha ocupado diversas cátedras en universidades alemanas. Nació en Berlín en 1927, se preparó en Filosofía, Teología, Romanística e Historia. Declaradamente católico ejerció su magisterio en Münich y en Stuttgart pero, sin duda, su prestigio le dio en Heidelberg la sucesión en la cátedra de Gadamer.
Se ha ocupado ampliamente de cuestiones relativas a Dios, la ciencia, el materialismo, siendo un profundo conocedor de las causas de la crisis de la modernidad y, de hecho, su frase de que "la modernidad es la crisis" ya es suficientemente esclarecedora de por si.
Si leemos las conclusiones acerca del problema del mundo hoy en día, que realiza en una entrevista que le hicieron en "Nueva Revista", una publicación alemana de Política, Cultura y Arte, publicada en el número de julio-agosto de 2003, es posible adquirir en pocas líneas una visión muy completa del problema de la posmodernidad. Es preciso aclarar que la entrevista escrita fue una transcripción de la emitida con anterioridad (22 de diciembre de 2000) por el canal de radio "Alpha" (Der Bildungskanal des Bayerische Rundfunks):
"En los últimos siglos, es decir, en la historia de la modernidad, se hipertrofia la tendencia humana al dominio, al control de la naturaleza. Puede decirse que el estar en el mundo del hombre está guiado por dos polos; por una parte, el hombre tiene que afirmarse en el mundo: tiene que sobrevivir, y para ello, ha de dominar su medio, su entorno, en un determinado grado. Por otra parte, el hombre también quiere encontrarse en el mundo como en su propia casa: quiere ser comprendido como parte del mundo. En realidad, se trata de dos tendencias opuestas. Si la pretensión de controlar el mundo y someterlo a nuestras representaciones se orienta al dominio de la naturaleza, entonces el hombre mismo también se convierte en objeto de ese dominio. Hoy ya hemos llegado a esto: el pensamiento del dominio de la naturaleza por el hombre se convierte en la idea de la dominación del hombre sobre el hombre hasta llegar a la propia estructura genética. Pero entonces ¿quién es el dominador? De este modo, el dominio soberano lo ejercen instancias completamente abstractas como, por ejemplo, la Ciencia, la Técnica, la Sociedad. En un mundo así entendido, naturalmente, no hay espacio para la idea de Dios, pues Dios en modo alguno es algo dominable. El hecho de que el hombre y el mundo puedan pensarse juntos como unidad, como ligados el uno con el otro, como cercanos, sin que el hombre quede subsumido naturalísticamente como un objeto entre objetos, implica, en mi opinión, la idea de la creación, en la que a la vez somos partes de la naturaleza y también seres racionales que están por encima de ella."
(Fuente: Asociación ARVO. Traductor: prof. D. José Mª Barrio Maestre). Los subrayados y la negrita son míos.
Hay dos grandes ideas centrales: No hay espacio para la idea de Dios, pues Dios en modo alguno es dominable, y "el hombre y el mundo...juntos como unidad...implica...la idea de la creación"
Circula alguna respuesta débil a la imposiblidad que supone el intento de dominar a Dios: como no se puede hacer, se convierte a Dios en un invento del hombre. Es decir, se intenta dar la vuelta al propio argumento, pero sin abandonarlo, lo que implica que no hay otra respuesta. Así las cosas, cada individuo se posiciona a un lado u otro sin posibilidad de entendimiento, pero si el uno es el anverso el otro es el reverso y de ahí no se puede salir.
Respecto a la segunda idea, vemos que se transforma en una continuación de la anterior: si el hombre es subsumido dentro de la naturaleza, no es más que materia, pero ésta es incapaz de pensar y abstraer, así que el hombre es incapaz de conocer verdad alguna (sobre esta cuestión expondré en otro mensaje lo que afirma Speamann). En cambio, si lo que se da es una dualidad, el hombre por una parte y la naturaleza por otra, pero necesariamente integrados, no puede ser más que por una causa, si ambas esferas de realidad están separadas, aunque entrelazadas, es porque hay tomarlas como objetos y, necesariamente, todo objeto para ser precisa de una causa, y esa causa sólo puede ser Dios y su Creación.
Última edición por Valmadian; 20/01/2011 a las 01:09
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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