el extremeño Bartolomé José Gallardo, autor del monumental, aunque incompleto, «Ensayo de una biblioteca de libros raros y curiosos», que de las usuales bibliografías se distingue por ser «a un tiempo mismo rica y variada antología de poetas y prosistas españoles, repertorio de noticias y curiosidades gramaticales, y en muchos casos libro de crítica y de amena recreación» (Menéndez y Pelayo).
Sin callar tampoco —¡alguacil alguacilado!— el fementido soneto con que le gratificará su amigo Estébanez Calderón, el que antes le puso de ingenio sin par, parlador de oro y llavero de la lengua castellana: es el celebérrimo «Caco, cuco, faquín, biblio-pirata —tenaza de los libros, chuzo, púa», aparte de «ganzúa, hurón, carcoma, polilleja, rata» y así en otros diez versos que aludiendo a los tiempos en que el extremeño fue bibliotecario de las Cortes de Cádiz y de sus vaivenes.
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