Domingo 29 de agosto de 2010

Cosmovisión de Santa Hildegarda de Bingen.


Dios escogió a una mujer del medio de Europa, nacida en la Edad Media, para darla revelaciones dirigidas a todos los hombres, para todos los tiempos. Especialmente importantes para los tiempos actuales son las revelaciones científicas, cuando los hombres han perdido ya la confianza en la inerrancia de la Biblia y en la infalibilidad del Magisterio, y se encuentran sumidos en la confusión, es decir, en plena apostasía profetizada para el fin de los tiempos.
Una buena biografía de esta santa alemana puede leerse (en español) en la siguiente web:

Santa Hildegarda de Bingen. Vida

Entre las revelaciones de santa Hildegarda están los más sorprendentes tratados de cosmología jamás narrados, detallados con todo lujo de detalles, explicados con sencillez pero dando respuestas a cuestiones que incluso la ciencia moderna ha fracasado su intento de obtener soluciones. Por ejemplo, da explicaciones sobre el origen de la gravedad, algo que ha escapado siempre a los científicos en la total historia de la ciencia. O también explica la naturaleza del espacio exterior y sus implicaciones, y explica la mecánica del movimiento solar y el sistema planetario desde una perspectiva tychonica, tal como la que intentamos explicar en este blog. Y lo hace más de 400 años antes que Tycho Brahe estableciera este sistema en completa oposición al sistema de Galileo. Sobre la estructura del cosmos santa Hildegarda escribe principalmente en “el Libro de las Obras Divinas” en alemán medieval. El doctor Helmut Posch no sólo hizo una traducción al alemán moderno[1], sino que realizó un profundo análisis científico de esta obra. Dr. Robert Sungenis, presidente de la C.A.I. Publishing encargó una traducción al inglés desde esta versión de Posch[2].
Mientras que Galileo, Newton y Einstein aportan sólo ecuaciones matemáticas para describir la fuerza gravitatoria, Hildegarda, al igual que hizo Aristóteles, da mecanismos físicos al nivel más profundo que las ecuaciones. Su explicación de la mecánica del universo mediante categorías formales aristotélicas aporta una respuesta coherente del mundo que ni siquiera la fecunda imaginación de Aristóteles hubiera podido elaborar. Y, por supuesto, ella jamás tuvo acceso a los escritos de Aristóteles, descubiertos dos siglos más tarde. Tras la confirmación[3] por la Iglesia del origen divino de sus visiones, la fama de Hildegarda se extendió por toda Europa. La gente la buscaba para escuchar sus palabras de sabiduría, para sanación de sus enfermedades o para recibir consejos.


Hoy nos ocuparemos sól de una visión a “grosso modo” del cosmos. Nadie debería sorprenderse de que su cosmología concuerda con los fundamentos geocéntricos que se desprenden de las Escrituras, así como con el consensus de los Padres de la Iglesia, con el compendio doctrinal de santo Tomás de Aquino y los doctores medievales.


El firmamento y las seis capas.

El firmamento (en hebreo ‘raqia’) fue creado en el segundo día (Gen 1,7), después de la creación de la Tierra y los cielos. El término hebreo ‘raqia’ tiene el significado de algo duro y denso como el metal, pero al mismo tiempo etéreo y penetrable. En la antigüedad había un gran desconocimiento sobre la naturaleza de ese ‘firmamento’, sólo se sabía que sobre ello se movían las esferas, en realidad representa a la subestructura del universo. Pero ha habido siempre mucha confusión sobre qué es eso de “firmamento”, que Dios lo llamó “cielo” (Gen 1,8). Yo he comprobado que en algunas biblias lo han traducido al español como “bóveda”, lo cual es correcto, sin embargo la palabra “firmamento” es mucho mejor porque lleva el sentido de “firmeza”. Dios colocó el sol y las estrellas sobre el firmamento celeste (Gen 1,17), por lo que parece que los astros navegan sobre ello como si fuera un tipo de fluido.


De acuerdo a las visiones de Hildegarda, la Tierra se encuentra estática en el preciso centro del universo, sirviendo como centro de los cuatro puntos cardinales del cosmos. Un universo que es finito y esférico. Sus visiones dejan perfectamente claro que todo el firmamento rota alrededor de la Tierra estática[4]. Rodeando a la Tierra hay seis capas de diverso espesor compuestas de fuego, agua o aire[5]. Las dos capas más externas están formadas por fuego (energía). Justo debajo de estas dos aparece una banda de éter. Las dos bandas más cercanas a la tierra están compuestas de aire; la más próxima a la superficie, la que nosotros llamamos “atmósfera”, la santa la describe como “muy limpia”, y la otra, descrita como “húmeda y luminosa”. Por encima de las dos capas de aire hay una capa de agua, correspondiente al “agua por encima del firmamento” (Gen 1,6-9), un agua que Hildegarda dice que a diferencia del que se halla por debajo, es de un tipo muy fino e invisible a los ojos. Por otra parte, de acuerdo a las visiones de Hildegarda, sí hubo una expansión del universo por lo que tanto el agua, como el plasma lumínico que sirvió para iluminar la tierra los tres primeros días, fueron ulteriormente expandidos por todo el cosmos. La presencia de gran cantidad agua en el espacio exterior únicamente ahora está siendo descubierta por los científicos.




En el año 1615 el Santo Oficio censuró unos escritos del fraile carmelita Paolo Foscarini (anterior al caso Galileo) por afirmar que el firmamento era una región muy liviana, tenue y de ninguna manera firme, lo cual contradice a Job 37,18, que asegura que es “firme como una hoja de metal”. ¿Pero qué substancia puede ser firme como un metal y al mismo tiempo etérea y penetrable?. La clave está en el siguiente símil: imaginad una hoja de papel fino, incluso lleno de orificios… ¿cómo podríais utilizar esta hoja agujereada para serrar un tronco de madera?. La respuesta está en la rotación: una folio en rotación se comporta como una sierra de metal (es el mismo efecto que todos hemos sufrido al hacernos sorprendentemente un corte en un dedo con un folio).
La radiación de fondo CMB indica que el éter se extiende por todo el universo, por otra parte, experimentos físicos han demostrado que los gravitones existen, además experimentos llevados a cabo por DeWitte en 1991 indican la presencia de ondas gravitatorias. En definitiva, Reginald Cahill[6] afirma que los datos obtenidos muestran que la gravedad puede perfectamente ser expresada en la forma de un sistema de ‘flujo’ relativo a un campo vectorial de velocidad, y entonces su formalismo es indistinguible del formalismo newtoniano. Eso precisamente es lo que manifiestán las visiones de Hildegarda al encargarse todo un sistema de corrientes de aire de todo los “efectos gravitatorios”.

La causa física de la gravedad.





El éter tiene una granularidad y concentración que es mucho más fina, y, al mismo tiempo, más densa que la materia ordinaria. Por lo que el éter es la substancia intersticial que llena el llamado espacio “vacío” dentro del átomo así como el espacio fuera del átomo. El éter no penetra en el interior de los nucleones o electrones, etc, sin embargo, sí representa un porcentaje notorio de la masa del átomo. Y como las partículas atómicas son menos densas que el éter, esto significa que la densidad total dentro del átomo será ligeramente inferior a la del éter que rodea el átomo. Este desequilibrio causa algo similar a un vacío en la masa del éter local, y este éter local tiende a corregir ese vacío intentando eliminar el desequilibrio. Aquí se encuentra la clave: “El esfuerzo por corregir el vacío es la causa de la gravedad”. Este aspecto lo clarificaremos mejor en un próximo post.


Los doce vientos cósmicos.


Como ya hemos dicho, el firmamento gira una vuelta cada 24 horas, moviéndose en sentido del reloj, o sea, de este a oeste. Mientras, la tierra se mantiene estática sin ningún tipo de movimiento, bamboleo o precesión-nutación. Es por esta razón que Hildegarda puede hablar de “arriba”, “abajo” o de los puntos cardinales absolutos.
La santa revela un universo lleno con vientos cósmicos originados en lo hondo del espacio profundo y trasmitidos a través del éter. Doce de ellos de singular relevancia, se encuentran situados simétricamente, y dispuestos de tal manera que crean un flujo de presión hacia el centro como los radios de una rueda (Hildegarda describe el mundo bidimensionalmente para mayor facilidad de comprensión). Otros giran de norte a sur, y otros de sur a norte. En total producen ondas cósmicas a lo largo y ancho de todo el universo, y mantienen fija a la tierra, mientras que el firmamento entero gira. Hay también corrientes y contracorrientes que producen movimientos planetarios, etc. (ya hablamos del movimiento del sistema solar el 4 Junio 2010) . Estas corrientes serían como torbellinos a través del éter que trasladan por empuje a los planetas en sus orbitas.

Las dieciséis estrellas masivas.


Junto a los vientos cósmicos Hildegarda indica que 16 de las estrellas más masivas y potentes están situadas simétricamente a lo largo del perímetro (en su descripción bidimensional) de la banda circular de fuego exterior. Esto realmente indica una coraza de cuerpos supermasivos distribuidos de tal manera que su centro de masa es la tierra, y su energía está dirigida hacia la tierra como los radios de una rueda. Hildegarda dice:

La relación del cosmos con la Tierra.
“Si hubiera más estrellas allí sobrecargarían la bóveda celeste. Si hubiera menos la debilitarían y quedaría dañada… estas estrellas son equilibradamente efectivas y se adhieren al firmamento como clavos en una pared. Ellas nunca se mueven de su lugar, pero rotan junto con toda la bóveda primordial, a la cual ellas ayudan a sostener”[7].

Los elementos celestes están comunicados unos con otros a través de los cuatro elementos de fuego, aire, agua y tierra. Cada objeto del cosmos tiene su misión específica, y todo tiene su influencia sobre la tierra. Por ejemplo, Hildegarda observó cómo las estrellas tenían una influencia directa sobre las nubes de la atmósfera terrestre. No sólo el sol sino las estrellas lejanas. Hildegarda dice:

Esta revelación explica el hasta ahora no explicado fenómeno de cómo el agua -que es más pesado que el aire – puede permanecer por encima del aire. De acuerdo a Dr. Posch, Hildegarda está describiendo un proceso por el que los impulsos electromagnéticos de las estrellas (que pueden actuar sobre la atmósfera entera instantáneamente, ya que forman una esfera gigantesca de energía constante e inexhaustible) actúan como un ánodo y un cátodo. La radiación de las estrellas ioniza el aire, y en consecuencia, crea bandas diferenciadas de gas. Estas bandas interfieren con el flujo de gravedad, y crean cambios en la presión del aire, mientras se tiende a estabilizar la energía total del sistema. De aquí, la presión cósmica de la gravedad acoplada con la presión inversa producida por la ionización de la atmósfera, describe el efecto “fuelle” indicado por Hildegarda y que nosotros experimentamos en las bolsas de alta y baja presión a lo largo de la Tierra.
“Con sus rayos las estrellas penetran el aire claro, hasta llegar a las nubes manteniéndolas dentro de los límites prefijados… Y el aire iluminado situado sobre la banda atmosférica también parece transportar las nubes un poco más arriba, y aquellas que pronto vuelan altas y llenas de luz, al de poco descienden y oscurecen, esto expele el aire acuoso y recopila todas otra vez, al igual que el fuelle de un herrero aspira un soplo hacia delante y lo expele hacia atrás. Así ciertas estrellas, mientras insuflan el elemento de fuego, hacen ascender la circulación de las nubes, arrastrándolas hacia arriba, por lo cual pasan a hacerse iluminadas, y entonces desciende su circulación, y se oscurecen y provocan el desprendimiento de los aguaceros”.
La energía del sol.

Aunque durante muchos años se ha pensado que la energía calorífica y lumínica del sol surgía de procesos de fusión nuclear internos, la cosmología del plasma (ambiplasma) afirma que es la energía que se distribuye por toda la superficie del sol procedente de las fuerzas eléctricas externas de todo el cosmos, pues bien, algo muy similar es lo que afirma Hildegarda. Sus visiones indican que para que el sol se mantenga radiando energía debe estar continuamente abastecido por la corriente de aire cósmico, y además los planetas que orbitan el sol deben ayudar en el abastecimiento del aire necesario.
“Los planetas capacitan al sol. Sin ellos el sol no podría existir. Son ellos los que aportan calor al sol… Los planetas se mueven de oeste a este contra el firmamento. De esta manera moderan el fuego del sol con su fuego y, por otra parte, lo renuevan para su grandiosa iluminación. Si éstos no circularan contra el firmamento acercándose al sol desde la lejanía, entonces el sol no sería renovado sino congelado como un pedazo de hielo… Es precisamente por eso que los planetas han sido efectivamente colocados de esa manera por el Creador del universo”.
NOTAS
1. Helmut Posch. Das Wahre Weltbild nach Hildegard von Bingen, Deutsche Bibliothek –CIP- 1998.
2. Lo que escribimos aquí principalmente lo hemos extraído de las obras de Robert Sungenis: “The Book of Genesis” y “Galileo Was Wrong. The Church Was Right” (Tomo II).
3. Fue exorcizada preventivamente, mientras la comisión nombrada por el papa Eugenio III (1145-1153) investigaba el caso, pues algunos escépticos la habían acusado de estar poseída diabólicamente. El veredicto dictado por el obispo de Mainz, Monseñor Heinrich, fue que sus visiones tenían origen divino.
4. La Tierra está completamente estática pero una de las profecías del mismo Cristo parece afirmar que se moverá dramáticamente con los cataclismos asociados a los últimos tiempos. “El cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt 24,35).
5. Corresponden a las cuatro categorías de la materia aristotélica, tierra, agua, aire y fuego.
6. Reginald T. Cahill, “Novel Gravity Probe B Gravitational Wave Detection” Australia 2004.
7. Die göttlichen Werke, 111, Das Weltbild, p.102.

Publicado por JuanC en 06:21

Fuente: Creacionismo Especial.