Re: El curiosity podría haber encontrado vida en Marte

Iniciado por
Martin Ant
Si se considera (como siempre lo consideraron los Padres de la Iglesia y el Magisterio de la Iglesia) que el mundo ocupa un lugar único en el Universo, es evidente que las condiciones para la vida también serán únicas en ese mismo mundo (es decir, en la Tierra).
Es terrible el daño que hicieron (y siguen haciendo) los escritos de Copérnico y Galileo (este último se arrepintió al final de su vida) como fundadores de la ideología anticatólica del cientifismo.
Estimado amigo, claro que la Tierra ocupa un lugar único en el Universo, único para nosotros, lo que no excluye otras opciones fuera de la misma que también forman parte de los planes divinos de la Creación. Lo que sea, desde una ausencia total (se sabe de la existencia de galaxias que por sus características prácticamente sería imposible el desarrollo de cualquier tipo de vida por elemental que pudiera ser), incluso si nuestra Tierra no estuviera donde está en la Vía Láctea, tampoco hubiera podido ser lo que es, hasta la existencia de otros seres más complejos, todo es parte de la Creación.
Resulta curioso, pero conozco un tipo (dicho coloquialmente) que es biólogo, profesor universitario, ateo confeso, con quien he hablado algunas veces, y que respecto al este tema es totalmente contrario a las especulaciones sobre cualquier forma de vida fuera de la Tierra. Afirma que todas esas afirmaciones sólo obedecen a una ignorancia manifiesta, pero lo hace desde posiciones materiales. No suele entrar mucho en discusiones, se limita a hacer su apunte al respecto, explica algunas cosas y punto. Naturalmente, ya se me excusará que no dé referencia pública sobre su persona y en qué lugar se le puede leer. Si alguien tiene interés, por vía privada si daría esa información.
En cuanto a Copérnico y Galileo, estamos ante dos investigadores prácticamente medievales que empezaron a cuestionar un modelo todavía más antiguo. Resulta chocante que la Iglesia a través de algunas de sus figuras (sólo algunas) mantuvieran su adhesión a un modelo de la Antigüedad sostenido por paganos, mientras que los dos personajes de los que hablamos eran personas católicas consagradas. Y más todavía, por el hecho del interés manifestado por la Iglesia sobre el conocimiento de la Creación divina con el máximo detalle. Para eso se mandó construir un observatorio, el del Vaticano, ordenada su construcción por el propio Papa Gregorio XIII que también modificó el calendario. Esto último se tuvo que realizar a causa de una diferencia real en las fechas causadas por una incorrecta medición de las horas y, consecuentemente, de los días que dio lugar a un desfase que nunca se hubiese producido si el modelo fuese geocéntrico. Galileo fue un espíritu inquieto de su época, que se dedicó a cuestiones diversas y en algunas cometió errores, pero nunca se arrepintió de haber apoyado el modelo copernicano, aunque erró en algunos cálculos. Al efecto, puede leerse el hilo abierto en este mismo Foro de Ciencia sobre Galileo.
No hay un interés concreto entre católicos en que las cosas sean de otro modo. Si el modelo fuese el geocéntrico sería igualmente admirado, pero es que resulta que no lo es. Por otro lado, no se les puede exigir a los hombres de tiempos pasados conocimientos que hoy son corrientes, ellos no tuvieron las oportunidades de las que disponemos hoy. Y una cuestión diferente es la del cientificismo, no se les puede atribuir ni a Copérnico, ni a Galileo, pues ninguno de ellos fueron sus autores, ni siquiera son autores morales. El cientificismo es una manipulación falaz que surge en el Siglo XIX apoyado en el darwinismo contra la religión en general y, particularmente después contra la Católica, y que posteriormente con el positivismo de Viena se reforzó durante un tiempo no muy largo. Y el divulgacionismo es un producto actual del cientificismo que aprovecha las presentes facilidades que dan todos los medios de comunicación social, caldo de cultivo para unos cuantos avispados que son conscientes de la tremenda ignorancia y ceguera imperantes en las sociedades occidentales, y se aprovechan para obtener pingües beneficios editoriales. ¿Eso forma parte de la gran apostasía? Muy probablemente si, pero no hay que buscar las causas donde no se encuentran éstas.
Aun así, preferir la lectura literal de El Génesis, o preferir guardarlo para el espíritu mientras la razón opta por el estudio histórico y científico del mundo, forma parte de la libertad de cada uno de nosotros. Ya el Papa San Pío X admitía que se pudieran plantear hipótesis de investigación con opinión contraria siempre que si es católico, esté dispuesto a someterse al juicio de la Iglesia si esta así lo considerase oportuno. Recomendaba a los fieles la obediencia intelectual y el sometimiento a las posibles declaraciones de la Comisión Bíblica (Ex Motu Proprio "Praestantia Scripturae". 18 de nov. de 1908 DENZINGUER, n. 2113), y el aspecto en el que más se insiste es en el relativo a la creación especial del hombre, tanto del alma como del cuerpo. Con reservas, se admite incluso una forma de evolución menor de los seres vivientes.
Observatorio astronómico vaticano
Saludos en Xto.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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