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Tema: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

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    Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Muchos son los que que creen en la existencia de una especie de dicotomía entre ser católico y ser científico. Nada de ello es verdad, sino interés espurio muchas veces, aparte de una constante ignorancia. Buena muestra de semejante falacia la encontramos en Alexis Carrell, un médico que fue ateo y acabó siendo un profundo católico. Curiosamente su nombre no suele sonar demasiado.

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    FE CATÓLICA Y CIENCIA


    Alexis Carrell (1873-1944)



    NOTAS BIOGRÁFICAS

    Médico francés contemporáneo, notable investigador conocido humanista. N. en Lyon, el 28 junio de 1873 y allí cursó la carrera, publicó sus primeros trabajos e inició, mediante hábiles métodos de sutura, sus finas técnicas de cirugía vascular ( 1902). Por entonces hubo de sustituir al colega que había de acompañar una peregrinación de enfermos a Lourdes, y allí presenció con asombro la evidente curación de una peritonitis tuberculosa; su honradez le llevó a confesar lo que viera, ante el escándalo de la Medicina. oficial que le cerró el camino profesional. Amargado, Cárrell emigró al Canadá, decidido a hacerse ganadero ( 1904), pero el contacto con los investigadores americanos le llevaría a reanudar en Chicago sus originales técnicas. El interés de Cushing (v.) por esos trabajos y la intuición de Flexner, que estaba poniendo en marcha la Fundación Rockefeller, pusieron a Cárrell en Nueva York, para trabajar con abundancia de medios en la flamante Institución. Allí mejoraría hasta un grado inverosímil los delicados procedimientos de sutura que permitirían la reparación de venas y arterias heridas, las anastomosis e injertos vasculares y una amplia gama de trasplantes experimentales de órganos. El Premio Nobel coronaba en 1912 tan fecundo.

    En un viaje a Lourdes, cuyo santuario atraía su alma, aún no creyente, conoció a la que en 1913 sería su esposa: Anne Marie, que tanto le iba a ayudar en lo científico y lo espiritual. Al estallar la I Guerra mundial, logra Cárrell la instalación en Rond Royal, junto a Compiègne, de un centro hospitalario para la investigación de las heridas por metralla, pasto abonado para la gangrena. Con el químico inglés Dankin, encuentra un método de perfusión continua antiséptica que cambia el sombrío signo de tales lesiones. De nuevo en la Fundación Rockefeller, prosigue sus trabajos especialmente orientados hacia el cultivo de tejidos, mientras llueven sobre él toda clase de distinciones. En 1930 el aviador Lindbergh le ofrece su colaboración para construir la complicada máquina que Cárrell añora, destinada a mantener artificialmente la circulación sanguínea. Ambos podrán presentar al Congreso de Citología de Estocolmo, en 1936, un corazón mecánico que permite la prolongada supervivencia de órganos aislados, por los que corre la sangre en condiciones semejantes a las que tenían en el organismo.

    Mientras tanto, una inquietud espiritual, en la que se inserta la honda influencia de Bergson, que buscaba lo más genuinamente humano va cuajando en meditaciones de las que saldrá, en 1935, un libro que tendría inmensa resonancia en el mundo entero: L"homme cet inconnu (La incógnita del hombre). Proyecta dar expresión práctica a sus ideales humanísticos en un Instituto del Hombre (...)

    Al comenzar la II Guerra mundial, en 1939, Cárrell, jubilado poco antes, acude a remediar la situación sanitaria de la Francia derrotada. Coincide con el mariscal Petain al interpretar la catástrofe como consecuencia del relajamiento del pueblo francés y decide llevar a cabo la idea de un Inst. del Hombre en el París ocupado, con el apoyo del Gobierno de Vichy. Desde 1942 se trabaja allí activamente sobre el desarrollo del niño, las condiciones del trabajo, etc. Pero el progreso de la contienda dificulta las investigaciones y en 1944 los liberadores tacharán a Cárrell de colaboracionista y lo relegarán por completo. Pero para entonces se hallaba ya enfermo, con grave insuficiencia cardíaca. Esta última decepción aceleraría el trance mortal, piadosamente sufrido en la madrugada del 5 de noviembre de 1944. Los trabajos de Cárrell han salvado muchas vidas y han permitido las recientes intervenciones en corazón exangüe y los trasplantes de órganos. Su pensamiento humanístico y su trayectoria personal constituyen una lección de ese amor a la verdad que lleva a la auténtica libertad.

    BIBL.: A. CARREL, Le traitement des plaies infectées, París 1917; ID, The culture of organs, Nueva York 1938; ID, L"homme cet inconnu, Paris 1935; ID, Le voyage a Lourdes, París 1949; ID, Jour après jour, París 1956; R. SOUPAULT, Alexis Carrel 1873-1944, Paris 1951; A. M. MORENO, Triunfo y ruina de una vida: Alexis Carrel, Madrid 1961.

    J. A. PANIAGUA (GER, vol 5, voz CARREL, A.)



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    Fragmentos de su Diario.
    En el libro Viaje a Lourdes, Ed. Iberia, Barcelona 1949.

    «Quiero creer todo lo que la Iglesia católica quiere que creamos y para ello no experimento dificultad alguna, porque no hallo nada que esté en oposición con los datos ciertos de la ciencia» (p. 11)

    «Yo no soy filósofo ni teólogo; hablo y escribo solamente como hombre de ciencia» (p. 12).

    31 julio 1941.—Las normas de conducta, deducidas de las leyes de la vida, están en asombrosa concordancia con las de la moral que era tradicional en los hombres de Occidente. Esta moral era la moral cristiana. Lo cual demuestra que aquella moral no era una invención piadosa, un sistema de domeñar a los hombres en beneficio de unos cuantos, una especie de opio para el pueblo. Era una ley de supervivencia descubierta en parte por la experiencia milenaria de la Humanidad, por las proferidas intuiciones de algunos hombres y por la Revelación debida a Cristo. Revelación tan sorprendente que nuestra Era data de ella.

    La religión puede ayudaré poderosamente al hombre a observar las normas de la vida, porque añade un elemento afectivo al elemento racional.

    La Hermana de la Caridad que se levanta fatigada a las cuatro de la madrugada para reanudar una tarea que no terminará nunca, hace este terrible esfuerzo por amor a Cristo, por amor a los pobres y a los niños, no por altruismo ni para desempeñar un papel en el mundo. La religión aporta, pues, a la conducta un elemento afectivo.

    Los leyes de la Naturaleza son inducidas de la observación sistemática de los hechos. Y para someterse a ellas deben observarse reglas que son análogas a las de la moral cristiana. Está, por lo tanto, bien claro que las leyes observadas de este modo son idénticas a la voluntad de Dios, puesto que el Creador del mundo es Él.

    Por consiguiente, obedecer las leyes de la vida es también obedecer a Dios.

    Es necesario que los creyentes obedezcan a la moral cristiana mucho más estrictamente de como lo hacen.

    Y los no creyentes deben su obediencia a reglas análogas porque ellas constituyen una obligación para todo ser dotado de razón y capaz de reflexionar sobre la forma en que el mundo está organizado.

    31 agosto 1941. -La ciencia no servirá para nada si la sociedad y la raza degeneran. La desintegración social se produce merced al hábito de los celos, de la calumnia, de la mentira, de la indignidad, de la rapacidad, de la incapacidad de cumplir la palabra dada, de la maldad, del espíritu de crítica, de la ironía, de la burla, de la ingratitud, de la grosería y del egoísmo.

    Y la desintegración del individuo se produce por el alcoholismo, la incapacidad de esfuerzo, el egoísmo, la pereza, la lujuria y la ignorancia.

    El mundo físico y el mundo de la vida están construídos de cierta manera. Obedecen a determinadas leyes. Pero estas leyes son silenciosas.

    No avisan a sus transgresores, mas los destruyen. Ningún ser viola impunemente las leyes de la vida

    Recibe el castigo en sí mismo

    La decadencia de Francia es un ejemplo de la dureza implacable de las leyes naturales.

    La moral no es ni más ni menos que las reglas que los humanos deben imponerse si desean sobrevivir como individuos y como especie. En el ser dotado de razón las reglas de la moral son el equivalente práctico de las reglas del instinto. Sólo ellas permiten la super vivencia.

    Para que el individuo sobreviva es necesario que esté prohibido el asesinato. Para que sobreviva la familia es necesario prohibir el adulterio y preceptuar el respeto a los hijos por parte de los padres. Para que sobreviva la raza es indispensable la familia, y para que aa vida en sociedad sea posible es necesario que sean proscritos el robo, la envidia, la avaricia y el orgullo. Y principalmente que sean universalmente obedecidos la "ley del amor y el espíritu evangélicos"

    Lo único que puede unir a los hombres es el amor. Pero el amor no sólo pide el esfuerzo de amar a los demás, sino también el de hacerse amable.Por eso para un ser envidioso, egoísta y malvado, el amor es imposible. El conocimiento de las leyes de la moral es tan necesario para la supervivencia del individuo y de la raza, como el conocimiento de las leyes de la física y de la fisiología.

    Pero la moral es mucho más difícil que la física, porque su aplicación exige un gran esfuerzo.

    Por otra parte, no puede expresarse en forma matemática.

    Existe gran diferencia entre Jesús de Nazaret y Newton, porque el "descubrimiento" de la ley del amor mutuo es infinitamente más importante que el descubrimiento de la ley de la gravitación.

    Lo que se opone a la ley moral se llama pecado.

    El pecado es, pues, lo que impide la supervivencia del individuo en su plenitud orgánica y mental, en su papel social y racial.

    El pecado es lo que divide y desintegra. La virtud es lo que integra.

    La virtud es un proceso anabólico.

    El pecado es un proceso catabólico.

    El egoísmo aisla al individuo de todos los demás, desmenuza la sociedad en fragmentos, esteriliza toda tentativa de trabajo colectivo y desintegra la familia, el grupo profesional, el pueblo, la ciudad y la nación.

    23 diciembre 1938.—Vuelve la vista hacia el desierto de tu pasado.

    ¡Qué débiles y separados están los árboles en tu camino!
    Señor, ¿es demasiado tarde? O bien: ¿habré esperado demasiado?
    ¿Quedan aún días en que yo pueda vivir?
    Antes de que tu mano cierre el libro de mi vida, haz cuando menos que no se pierda de él ninguna hoja.
    Señor, te doy gracias por haberme conservado la vida durante tantos años. ¿Qué debo hacer ahora?

    Tratar de realizar la unión de todo lo que soy con lo inefable que llamamos Dios.

    ¿Cómo? Loquere, Domine, quia audit servus tuus (Habla, Señor, que tu siervo escucha)

    14 octubre 1941.—Es mucho más difícil ver los resultados de la desobediencia a la ley del desarrollo del espíritu que los de desobedecer a la ley de la conservación y propagación de la vida.

    Sin embargo, la observación nos muestra claramente lo que sucede a los individuos y a los pueblos que descuidan este precepto.

    En Francia está bien visible; y lo mismo ocurre en otros países.

    Cuadro de una aldea donde el espíritu está olvidado totalmente: Víctima también de la intemperancia y de la poca natalidad. Habitantes faltos de sentido moral —detestándose unos a otros—, sin energía, perezosos, desprovistos de todo sentido religioso, incapaces de comprender; abortos, etc.



    © ASOCIACIÓN ARVO | 1980-2009
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    Última edición por Valmadian; 20/03/2013 a las 02:01
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  2. #2
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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    No parece que sea el mejor modelo de científico católico, ni siquiera de científico a secas, un ferviente partidario de la eugenesia y de la eutanasia como fue Alexis Carrel. Siempre resultan sorprendentes estos "rescates" por parte de ciertas páginas católicas.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  3. #3
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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Cita Iniciado por Kontrapoder Ver mensaje
    No parece que sea el mejor modelo de científico católico, ni siquiera de científico a secas, un ferviente partidario de la eugenesia y de la eutanasia como fue Alexis Carrel. Siempre resultan sorprendentes estos "rescates" por parte de ciertas páginas católicas.
    Precisamente, porque su trayectoria como científico llegó a influenciar en el propio Hitler con la eugenesia (término acuñado por Carrell), como proyecto para lograr la raza aria superior a base de modificar genéticamente a los individuos, eliminar a los esquizofrénicos, a cualquiera con una tara genética, a gitanos, judíos y homosexuales.

    Y, sin embargo, en la Basílica de Nuestra Señora de Lourdes presencia un milagro y acaba convirtiéndose de un modo profundo. Preguntaba a Jesucristo si aún tenía tiempo o era demasiado tarde y he editado el anterior mensaje para poner en negrita lo que significa el arrepentimiento de un soberbio materialista ateo y la humillación a la que se sometió ante Dios. Eso es otro milagro y posiblemente de mayor profundidad que el que él mismo presenció.

    En cuanto a esas "ciertas páginas católicas" que se dedican a "rescatar", hay que añadir el Santuario de Lourdes y la misma población por cuanto allí nadie se ha olvidado de él, ni de su conversión.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  4. #4
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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Nombre Alexis Carrel
    Nacimiento 28 de junio de 1873
    Sainte-Foy-lés-Lyon, Francia
    Fallecimiento 5 de noviembre de 1944, 71 años
    París, Francia
    Nacionalidad francés
    Ocupación Biólogo, médico, escritor
    Cónyuge Anne-Marie-Laure Gourlez de La Motte
    Premios premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912.


    Alexis Carrel (Sainte-Foy-lés-Lyon, Francia, 28 de junio de 1873 - París, 5 de noviembre de 1944). Biólogo, médico, investigador científico y escritor francés. Por sus contribuciones a las ciencias médicas fue galardonado con el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912. Julius H. Comroe, profesor emérito del Cardiovascular Research Institute (University of California at San Francisco) escribió: "Carrel ganó el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1912, y no lo ganó por alguna investigación oscura y esotérica, sino «en reconocimiento a su trabajo acerca de sutura vascular, y trasplante de vasos sanguíneos y de órganos». Entre 1901 y 1910, Alexis Carrel, utilizando animales de experimento, efectuó todas las acciones y desarrolló todas las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular (...)"[1] En Francia, fue honrado con la Ordre national de la Légion d'honneur (Orden de la Legión de Honor). Fue miembro de la Accademia de Lincei (Pontificia Academia de Ciencias). En 1912 fue testigo ocular de una curación extraordinaria en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, lo cual significó el comienzo de un cambio progresivo en su vida, que lo llevó del escepticismo a la fe. Hoy es considerado uno de los conversos más famosos del Lourdes. [2]

    Índice [ocultar]
    1 Sus inicios
    2 Su desarrollo científico
    3 Premios y distinciones
    4 Alexis Carrel y Nuestra Señora de Lourdes
    4.1 Testigo de una curación extraordinaria
    4.2 El "Dossier 54" o "Caso Bailly"
    4.3 Inquietud de pensamiento, conversión y muerte de Carrel
    5 Reconocimientos póstumos
    6 Un renacimiento espiritual
    7 Referencias
    8 Véase también
    9 Bibliografía adicional
    9.1 Obras de Carrel
    9.2 Sobre Carrel
    10 Enlaces externos


    [editar] Sus iniciosAlexis Carrel nació en Lyon el 28 de junio de 1873. Sus ancestros habían desempeñado cargos significativos al servicio de Lyon y sus instituciones en los tres siglos anteriores. Su familia era moderadamente solvente. Su padre, Alexis Carrel Billiard, era un fabricante de telas que, en 1871 y a la edad de 26 años, se casó con Anne-Marie Ricard. El primer hijo del matrimonio fue llamado Auguste, pero cambió su nombre por Alexis cuando su padre murió. Alexis era el mayor de 3 hermanos y, al momento de fallecer su padre, tenía solo 5 años. A partir de entonces, el prospecto económico de la familia se alteró rápidamente.[3]

    A la edad de 17 años, se graduó en el colegio St. Joseph (Lyon) y se enfrentó con la necesidad de elegir una carrera. Consideró la cirugía, la investigación científica, el cuidado de los pacientes. Casi sin vacilar, decidió entrar en la Facultad de Medicina en la Universidad de Lyon, aunque no había ningún antecedente familiar en esa disciplina. En 1889 obtuvo la Licenciatura en Letras, y en 1890 la de Cirugía. Completó los cursos y las prácticas, y en 3 años aprobó los exámenes finales.[3] Luego, fue aceptado como externo (2° de entre 57 postulantes) el 27 de octubre de 1893 y pasó los siguientes dos años sirviendo en el Hospital de la Cruz Roja y en el Hospital Antiguaille. Posteriormente realizó el servicio militar durante 1 año como auxiliar médico en la unidad de tropas de montaña Chausseurs Alpins. Finalmente, desarrolló un internado de 5 años en distintos hospitales de Lyon, principalmente el Hotel Dieu.[3]


    Marie François Sadi Carnot, presidente de la República FrancesaÉl era aún un joven practicante de medicina cuando el presidente francés, Marie François Sadi Carnot, fue asesinado por un anarquista italiano en Lyon, en junio de 1894. El cuchillo del anarquista había cortado una arteria de primer orden, por lo que el presidente murió luego de menos de dos días de agonía sin que los mejores cirujanos pudieran evitar el fatal desenlace. En esos tiempos, la sutura de un vaso sanguíneo grande todavía era un tema sin solución segura. El episodio dejó una profunda impresión en el joven Carrel, quien decidió resolver el problema.[1] Él insistía en que la vida de Carnot podría haberse salvado si los cirujanos hubiesen sabido cómo suturar vasos, de la misma forma que se suturaba otros tejidos.[3] A partir de su internado, se dedicó a la cirugía vascular experimental especializándose en la misma Universidad. En 1900, Carrel era doctor en medicina.

    [editar] Su desarrollo científicoDesde un principio, Alexis Carrel mostró un gran interés por la posibilidad de reconstituir arterias, trabajo que comenzó a desarrollar en animales.

    En 1902, ya médico y asistente en el Departamento de Anatomía, Carrel publicó un trabajo en la revista científica Lyon Medical.[4] Ese trabajo científico hizo historia, iniciando la época más destacada de su carrera y catapultándolo a la fama una década después, como Carrel intuía que lo haría. Dos semanas más tarde se encontró en el tren que llevó a Marie Bailly, una joven afectada de peritonitis tuberculosa en último estadio, a Lourdes. Allí, Carrel fue testigo calificado de la curación extraordinaria de Bailly. Los hechos precisos se encuentran disponibles en el "Dossier 54" (Expediente 54) y se conocieron como el "Caso Bailly". Por otra parte, la experiencia espiritual que sacudió a Carrel en los siguientes cinco días fue descripta por él de manera novelada en un manuscrito que recién fue publicado en 1948, bajo el título "Le voyage de Lourdes, suivi de fragments de journal et de méditations",[5] cuatro años después de su muerte ocurrida en noviembre de 1944. En 1950, fue publicado en una traducción al Inglés como "The Voyage to Lourdes". Carrel, aunque desconcertado y atónito, informó de forma precisa sus observaciones a la comunidad médica en Lyon. A continuación, fue atacado por el clero, que lo consideró demasiado escéptico, y por sus propios colegas médicos, que lo consideraron demasiado crédulo y "místico". Un colega cirujano le dijo que nunca pasaría su examen de cirugía.[1]

    Amargado y molesto, Alexis Carrel salió de Francia para el Nuevo Mundo en mayo de 1904, dirigiéndose en primer término a Canadá. A principios de julio de 1904, presentó un documento en Montreal sobre la anastomosis vascular para el II Congreso de Medicina de la lengua francesa de América del Norte. En la audiencia se encontraba el Dr. Carl Beck, un reconocido cirujano de Chicago, que a la vez estaba convencido de que Carrel debía pertenecer a Chicago. En noviembre de ese año, se le ofrecen a Carrel dos posiciones en Chicago: una en la Universidad de Illinois con Beck, y otra en el Departamento de Fisiología de la Universidad de Chicago. Aceptó la segunda opción, probablemente porque G.N. Stewart, un fisiólogo cardiovascular de renombre, era director de ese Departamento.[1] Por ese entonces, Carrel estaba interesado en experiencias como la del cirujano americano Rudolph Matas sobre el tratamiento de aneurismas.[6] Así, Carrel emigró a los Estados Unidos de América en noviembre de 1904.[1]

    Sus trabajos continuaron en la Universidad de Chicago (1904-1906) y en el Instituto Rockefeller (Rockefeller Institute for Medical Research) de Nueva York, en donde permaneció -salvo breves lapsos- hasta 1938, año en que regresó a Europa.


    Alexis Carrell en 1912, año en que fue laureado con el premio NobelLas investigaciones de Carrel se refirieron fundamentalmente a la cirugía experimental y al trasplante de tejidos y órganos intactos. Hasta este momento las estructuras vasculares se suturaban y se utilizaban cánulas de hueso o de metales preciosos. Alexis Carrel ideó un nuevo sistema de sutura que evitaba unir directamente los bordes vasculares. Para ello realizaba cortes en los extremos de los vasos y los daba vuelta. A continuación utilizaba material parafinado en la sutura. Con este método conseguía evitar las hemorragias postoperatorias y la formación de coágulos sanguíneos. Con la sutura de los extremos hacia fuera o revertidos, conseguía que en el interior no quedaran hilos sueltos que favorecieran la formación posterior de trombos.

    Carrel y Guthrie fueron los primeros en observar que, cuando una vena se usaba para reemplazar un segmento arterial en el mismo individuo, la vena asumía características de arteria en tanto que, cuando una arteria sustituía a una vena, la pared arterial adelgazada y asumía las características de una vena.[7]

    En 1910 describió en un artículo todos sus avances realizados con este nuevo sistema de sutura vascular. Con su técnica, Carrel consiguió unir vasos sanguíneos de apenas un milímetro de diámetro. Alentado por sus hallazgos, dedicó sus investigaciones a los trasplantes vasculares: tomando una porción de un vaso, consiguió utilizarla en cualquier otro lugar del propio paciente.

    Entre los aportes de Carrel a la cirugía se encuentran los autoinjertos (autotrasplantes) en animales, con los que obtuvo numerosos éxitos, aunque se produjeron rechazos en los llamados homoinjertos (homotrasplantes) de órganos de individuos distintos pertenecientes a la misma especie. Se destacan también los trasplantes de orejas, tiroides, riñón y bazo, así como sus logros en la conservación de los vasos sanguíneos para trasplantar que evitase la espera de un posible donante (para ello utilizó el almacenamiento en frío o cold storage).[8] [9]


    Fotografía que muestra a alumnos de la Universidad de Columbia el 4 de junio de 1913. El Dr. Alexis Carrel aparece en el centro, con su rostro de frente a la cámara. En la distribución de diplomas, Carrel recibió un grado honorífico.Se le acredita a Christiaan Neethling Barnard haber sido el primero en trasplantar el corazón de un ser humano a otro, a fines de 1967. Pero la idea no era nueva. Carrel y Guthrie lo habían hecho en un perro ya en 1905.[10] Carrel describió el trasplante de pulmones y de corazón en 1907.[11]

    Durante la Primera Guerra Mundial ideó junto con el químico británico Henry Dakin la solución Carrel-Dakin, un tipo de antiséptico utilizado con éxito para limpiar y combatir la infección de heridas de guerra abiertas.[12]

    Sus trabajos en cirugía vascular experimental fueron publicados en las revistas más afamadas: Journal of the American Medical Association (18 artículos), Journal of Experimental Medicine (25 artículos), Science (7 artículos), Surgery, Gynecology and Obstetrics (5 artículos), Annals of Surgery (3 artículos), Transactions of the American Surgical Society (3 artículos), Bulletin of the Johns Hopkins Hospital y British Medical Journal.[1]

    [editar] Premios y distincionesEn 1912 Alexis Carrel recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina «en reconocimiento a su trabajo acerca de sutura vascular, y trasplante de vasos sanguíneos y de órganos». Los comentarios que produjeron los medios científicos luego de ser Alexis Carrel galardonado con el Premio Nobel continuaron siendo notables:

    "Y hay un nuevo avance en la cirugía de los vasos sanguíneos que es, quizás, aún más sorprendente. Carrel ha demostrado que una porción de la arteria puede conservarse en cámara fría durante varios días o incluso semanas antes del trasplante y, aun así, seguir viva. Más todavía, aunque como regla general, el tejido de un animal no va a crecer en el cuerpo de otro animal de una especie diferente, Carrel ha encontrado que estas porciones de vasos sanguíneos de perros pueden ser trasplantadas de una cámara frigorífica con éxito en los cuerpos de gatos. Ninguno que haya seguido con interés estos nuevos avances en la cirugía puede dudar que contienen inmensas posibilidades, y la aplicación de los métodos aprendidos en los animales al ser humano no puede tardar."


    The Lancet, editorial del 19 de octubre de 1912

    Alexis Carrell y su esposa, en 1914.Carrel fue honrado con la membrecía de sociedades científicas en los EE.UU., España, Rusia, Suecia, Países Bajos, Bélgica, Francia, la Ciudad del Vaticano, Alemania, Italia y Grecia, y doctorados honoríficos de las Universidades de Belfast, Princeton, California, Nueva York, Brown y Columbia. Recibió la orden de la Legión de Honor de Francia, y la Orden de Leopoldo de Bélgica. Fue "Gran Comandante" en la Orden de la Estrella Polar de Suecia, y el destinatario de otras condecoraciones en España, Serbia, Gran Bretaña y la Santa Sede.

    [editar] Alexis Carrel y Nuestra Señora de LourdesQuince años antes del nacimiento de Alexis Carrel, el 11 de febrero de 1858, y durante seis meses, una adolescente muy pobre llamada Bernadette Soubirous testimonió haber recibido las revelaciones de la Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción en la pequeña gruta de Masse-Vieille (hoy llamada Massabielle), en las afueras de Lourdes (Francia). La posterior muerte de Bernardita el 16 de abril de 1879 y su canonización el 8 de diciembre de 1933, ambos hechos ocurridos en vida de Carrel, junto con signos extraordinarios que se sucedieron allí, hicieron de Lourdes uno de los destinos principales de peregrinación católica en el mundo. La curación de Marie Bailly en Lourdes fue acreditada por el propio Alexis Carrel.

    [editar] Testigo de una curación extraordinariaA fines de mayo de 1902, un colega y ex-compañero de clases de Alexis Carrel le pidió que tomara su lugar como médico a cargo de un tren que trasladaba gente enferma a Lourdes. Carrel estaba interesado en Lourdes, pero no para evaluar la "autenticidad" de los milagros. En esos momentos, el no creía en milagros. Él estaba interesado en justipreciar de forma personal la velocidad con que se producía la curación de diferentes enfermedades o lesiones informadas en Lourdes. Dotado de un fino sentido de observación, sus amigos decían de él que tenía "el ojo en la espalda..."

    De entre los enfermos, el Dr. Alexis Carrel fijó su atención en una joven enferma agonizante, Marie Bailly (a quien él llamó con el seudónimo de "Marie Ferrand" en sus escritos -publicados de forma póstuma bajo el título de "Un viaje a Lourdes"-). Marie Bailly estaba afectada por peritonitis tuberculosa en último estadio, una enfermedad ciertamente mortal en esa época. Acerca de la condición de Marie Bailly antes de su curación, Carrel escribió:

    "Hay una paciente que está más cerca de la muerte en este momento que cualquiera de los otros. He sido llamado al lado de su cama numerosas veces. Esta desafortunada chica está en las últimas etapas de una peritonitis tuberculosa. Conozco su historia. Toda su familia murió de tuberculosis. Ella ha tenido úlceras tuberculosas, lesiones de los pulmones, y ahora, en estos últimos meses, una peritonitis, diagnosticada tanto por un médico general como por un cirujano reconocido de Burdeos, Bromilloux. Su estado es muy grave, yo tuve que darle morfina en el viaje. Ella puede morir en cualquier momento, justo debajo de mi nariz. Si un caso como el suyo se curara sería realmente un milagro. Nunca dudaría de nuevo... Su condición se deteriora constantemente. Si ella llegara a casa de nuevo con vida, eso de por sí sería un milagro... Ella está condenada. La muerte está muy cerca. Su pulso es muy rápido, de ciento cincuenta pulsaciones por minuto, e irregulares. El corazón está apagándose..."


    Alexis Carrel
    Retirando los cobertores, el cuerpo de Marie estaba expuesto de nuevo. El abdomen estaba hinchado como antes, pero algo más pronunciado en el lado izquierdo... "Temo que se me muera entre las manos...", habría declarado Carrel. Cuando el tren arribó a Lourdes, la joven Marie Bailly estaba semi-inconsciente, pero al llegar ella al Hospital de Lourdes propiamente dicho, ella estaba consciente. Carrel tenía una visión tan pesimista de la condición de la joven que prometió "convertirse en monje" si ella llegaba con vida a la Gruta, situada apenas a 400 metros del hospital. Por insistencia de Marie Bailly, una jarra llena de agua del manantial de Lourdes fue vertida tres veces sobre el abdomen, ciertamente muy hinchado, de la joven. Media hora más tarde, el pulso de la joven comenzó a disminuir y el vientre hasta entonces hinchado se acható. Durante ese tiempo, Marie Bailly permaneció totalmente consciente. Carrel quedó perplejo: el científico que regía su interior se negó a aceptar la posibilidad de un milagro, pero su mente tampoco lograba obtener una conclusión empírica y pragmática.

    La curación repentina de Marie Bailly se dio a conocer ampliamente en Lyon, junto con el hecho de que Carrel estuvo presente durante su curación. Un periódico publicó un artículo, implicando que Carrel se negaba a creer en el milagro. En consecuencia, el Dr. Carrel se vio compelido a publicar una respuesta que no agradó a nadie. Él criticó a los creyentes por tomar con demasiada facilidad algo inusual como si se tratara de milagro. Y, por otra parte, reprochó a quienes se negaban a mirar los hechos cada vez que parecía ser un milagro (implicando en gran medida a los miembros de la comunidad médica).

    [editar] El "Dossier 54" o "Caso Bailly"Los detalles más precisos sobre los hechos de importancia que constituyen la columna vertebral del "caso Bailly" se pueden obtener del "Dossier 54", en los archivos de "Le Bureau des Constatations Médicales" (Oficina Médica),[13] organismo que, junto con "Le Comité Médical International,[14] rigen el análisis científico de las curaciones producidas en Lourdes. El "Dossier 54" también se encuentra en la introducción redactada por Stanley L. Jaki (ganador del Premio Templeton 1987) en ocasión de una re-edición del libro de Carrel Un viaje a Lourdes.

    Marie Bailly nació en 1878. Tanto su padre, un óptico, como su madre murieron de tuberculosis. De sus cinco hermanos, solo uno no sufrió esa enfermedad. Ella tenía veinte años cuando se evidenciaron por primera vez los síntomas de la tuberculosis pulmonar. Un año más tarde, se le diagnosticó meningitis tuberculosa, de la que se recuperó repentinamente cuando utilizó agua de Lourdes. Dos años más tarde, en 1901, sufrió peritonitis tuberculosa. Poco después, ella ya no podía retener los alimentos. En marzo de 1902, los médicos en Lyon se negaron a operarla por miedo a que ella muriera en la mesa de operaciones.

    El 25 de mayo de 1902, le rogó a sus amigos que la metieran "de contrabando" en un tren que llevaba enfermos a Lourdes. Ella tenía que ser objeto de tránsito ilícito ya que, por regla general, estaba prohibido llevar a gente moribunda en esos trenes. El tren partió de Lyon al mediodía. A las 2 de la mañana siguiente, ella se estaba muriendo. Se llamó a Alexis Carrel. Él le suministró morfina a la luz de una lámpara de kerosene y permaneció con ella. Tres horas más tarde, él diagnosticó ese caso como peritonitis tuberculosa y dijo a media voz que no iba a llegar a Lourdes con vida. El diagnóstico inmediato en ese tiempo dependía en gran medida de un procedimiento de palpación.

    En Lourdes, Marie Bailly fue examinada por varios médicos. El 27 de mayo, ella insistió en ser llevada a la Gruta, aunque los médicos (entre ellos Carrel) tenían miedo de que muriera en el camino. El "Expediente 54" ("Dossier 54") del Archivo de la Oficina Médica contiene las declaraciones inmediatas realizadas por tres médicos, incluyendo el propio Carrel, y el testimonio de Marie Bailly, que escribió en noviembre y entregó a Carrel, quien lo remitió debidamente a la Oficina Médica de Lourdes. Los aspectos más destacados del testimonio de la propia Marie Bailly son los siguientes.

    Al llegar a los baños contiguos a la gruta, no se le permitió la inmersión. Pidió que un poco de agua de los baños se derramara sobre su abdomen. Esto le causó un dolor punzante en todo el cuerpo. Aun así, ella pidió se reiterara. La segunda vez, ella sintió mucho menos dolor. Cuando el agua se vertió sobre su abdomen por tercera vez, le daba una sensación muy agradable.

    Mientras tanto Carrel estaba detrás de ella, con un bloc de notas en sus manos. Marcó el momento, el pulso, la expresión facial y otros datos clínicos, como testigo ocular. El abdomen, enormemente hinchado y muy duro, comenzó a aplanarse y, en un plazo de 30 minutos, había desaparecido la hinchazón por completo. No se observó ningún tipo de descarga corporal.


    Santuario de Nuestra Señora de LourdesElla fue llevada primero a la Basílica y, a continuación, a la Oficina Médica, donde fue examinada de nuevo por varios médicos, entre ellos Carrel. Por la noche, ella se sentó en su cama y cenó sin vomitar. A la mañana siguiente, se levantó por sí misma y ya estaba vestida cuando Carrel la volvió a ver.

    Carrel no podía dejar de registrar que ella estaba curada. "¿Qué vas a hacer con tu vida ahora?", le preguntó Carrel. "Me uniré a las Hermanas de la Caridad para pasar mi vida cuidando a los enfermos", fue la respuesta de Marie Bailly. Al día siguiente, Marie Bailly se subió al tren por su cuenta y, después de un viaje de 24 horas en duros bancos, llegó renovada a Lyon. Allí tomó el tranvía y se fue a la casa familiar, donde tendría que "probar" que ella era realmente Marie Bailly, la misma que solo cinco días antes había salido de Lyon en un estado crítico.

    Carrel continuó tomando un gran interés en ella. Le pidió a un psiquiatra que la pusiera a prueba cada dos semanas, lo que se realizó durante cuatro meses. Ella fue examinada regularmente en busca de trazas de la tuberculosis. A fines de noviembre, ella fue declarada en buen estado de salud, tanto física como mental. En diciembre, ella entró en el noviciado en París. Sin tener una recaída, ella vivió la vida ardua de una Hermana de la Caridad hasta 1937.

    [editar] Inquietud de pensamiento, conversión y muerte de CarrelCarrel había sido educado en la fe católica, pero se había alejado de ella durante su etapa de formación universitaria, transformándose en una persona escéptica, que solo aceptaba aquello explicable por la razón. Luego del "caso Bailly", Carrel tenía ante sí un problema. Si alguien conocía los hechos del caso era él, quien humanamente sabía lo que pasó con Marie Bailly. Sin embargo, no se atrevía a creer que algo más que simplemente las fuerzas naturales había intervenido en la recuperación repentina de Marie Bailly. Continuó regresando a Lourdes para poder ver otras curaciones repentinas. Él esperaba percibir de esta forma alguna fuerza puramente natural que produjera las llamadas curaciones "milagrosas" y que lo hiciera a través del poder de la oración, al cual él consideraba una fuerza psíquica puramente natural. La prueba de ello está en su famoso libro "L'homme, cet inconnu" ("La Incógnita del Hombre - El Hombre, Ese Desconocido"),[15] que apareció publicado por primera vez en francés en 1934, luego en inglés y, posteriormente, en treinta idiomas. Allí se hace referencia, precisamente en este sentido, a varios de los milagros de Lourdes.

    Para entonces, habían pasado treinta y dos años desde que Carrel había estado detrás de la camilla de Marie Bailly. En todos esos años, se había entrevistado con sacerdotes una y otra vez. Se reunió con teólogos, o mejor dicho, algunos teólogos lo buscaron a él, con la esperanza de que Carrel les diera una confirmación "científica" de los milagros. Nada de esto parecía haberlo acercado a la fe de su infancia. Entonces, Marie Bailly murió en 1937 a la edad de 58 años.

    Al año siguiente, Carrel se topó con un sacerdote, Rector del Seminario Mayor en Rennes, con quien desarrolló rápidamente una relación. El Rector le sugirió ver a un monje trapense, Alexis Presse. El Padre Alexis había pasado una década restaurando y reabriendo abadías en ruinas en toda Francia. En 1939 comenzó a trabajar en una abadía en ruinas en Bouquen, a solo una hora en automóvil de la residencia de verano de Carrel en Bretaña. Cuando se dirigía con su esposa, Carrel permaneció refunfuñando: "El encuentro con los sacerdotes le hace a uno más daño que bien".

    Llegaron. Desde las ruinas vino un monje, el Padre Alexis. Miró a Carrel, quien comenzó a sentir "algo extraño corriendo a través de él".

    Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, Carrel -jubilado poco antes- acudió para remediar la situación sanitaria de una Francia invadida. Coincidió con el mariscal Philippe Pétain al interpretar la catástrofe como consecuencia del relajamiento del pueblo francés y decidió imprudentemente llevar a cabo la idea de un "Instituto del Hombre" en el París ocupado, con el apoyo del Régimen de Vichy. Desde 1942, se trabajó allí activamente sobre el desarrollo del niño, las condiciones del trabajo, etc., aunque las investigaciones se vieron obstaculizadas por la misma contienda. En 1944, los liberadores acusaron amargamente a Carrel de colaboracionista, relegándolo por completo. Para entonces se hallaba ya enfermo, con grave insuficiencia cardíaca. Quizá esta última decepción aceleró el trance mortal.

    En noviembre de 1944, Carrel se moría en París. El mensaje fue enviado al Padre Alexis en Bretaña. El monje abordó un tren militar que transportaba bananas de América a las tropas que seguían combatiendo a los alemanes más allá de París. Llegó justo a tiempo. Carrel pidió los sacramentos antes de morir, el 5 de noviembre de 1944. Eduardo de la Hera hizo una descripción de los conversos que quizá se corresponda con la de Alexis Carrel, un converso de "Nuestra Señora de Lourdes":

    "Los conversos son esas personas que, después de haber vivido al margen de toda fe religiosa, un día inolvidable dieron un viraje tan intenso a la trayectoria de su vida que cambiaron de rumbo. Y comenzaron, si se me permite la expresión, a "tomarse en serio a Dios". Dios trastocó sus vidas. En cierto sentido, se las complicó. Alguien pudo ver en ellos a seres sugestionados, alucinados o alienados. Pero no, ellos no se salieron de este mundo: el suyo y el de todos, el único que tenemos. (...) Tampoco se transformaron en fanáticos de lo religioso. Supieron, simplemente, mostrarse coherentes con su verdad y respetuosos con la verdad de los otros."[16]


    Eduardo de la Hera
    Después de la muerte de Alexis Carrel, el caso de Marie Bailly, fue discutido en varias ocasiones en distintos niveles por la Oficina Médica de Lourdes y, finalmente, en París, en su nivel más alto, por el Comité Internacional, en el año 1964. Se tomó la decisión en contra de la naturaleza milagrosa de la cura. Debido a que los primeros médicos que la atendieron no habían considerado la posibilidad de un embarazo psicológico (pseudociesis) –para lo cual se requeriría de más informes psicológicos y psiquiátricos previos a la curación–, el Comité Internacional decidió fallar en contra de la recomendación de considerar a la curación de Marie Bailly para su aprobación eclesiástica como "milagro". Se podría suponer que se trataba de una suposición descabellada. ¿Podrían tantos médicos diagnosticar incorrectamente semejante caso? ¿Podrían todos los médicos equivocarse al momento de palpar la pesada mucosidad del abdomen? Esto, debido a que la peritonitis de Marie Bailly no producía una mucosidad líquida, sino pesada. La palpación puede fácilmente establecer la presencia de esa mucosidad densa y pesada, especialmente cuando se presenta en grandes cantidades. Más aún, ¿a dónde había ido a parar toda esa pesada mucosidad en solo 30 minutos? Por último, Marie Bailly había superado todas las pruebas psicológicas posteriores a su curación con gran éxito. Ella resultó ser una persona equilibrada, con sentido común y difícilmente impresionable. Sin embargo, el fallo fue en contra, a fin de excluir la más mínima posibilidad de error en la certificación de ese hecho como "milagroso". Eso, aunque quien firmara en representación de la ciencia médica que se trataba de un hecho inexplicable fuera un Premio Nobel de Fisiología o Medicina.

    [editar] Reconocimientos póstumosEn 1972, la Oficina Postal sueca honró a Alexis Carrel con un sello postal que fue parte de su "serie de sellos postales Nobel".
    En 1979, se denominó Carrel a un cráter lunar como un homenaje a sus avances científicos.
    En febrero de 2002, la Universidad Médica de Carolina del Sur en Charleston (EE.UU.) estableció el Premio Lindbergh-Carrel, como parte de las celebraciones por el centenario del cumpleaños de Charles Lindbergh, con quien Carrel desarrolló colaboraciones científicas.
    [editar] Un renacimiento espiritualEn cierto sentido, las contribuciones del Dr. Alexis Carrel en el campo de la medicina no perduraron en el reconocimiento que se les debería, ni siquiera por parte de sus colegas científicos. En el artículo antes mencionado, Julius H. Comroe señaló: "En 1974, antes de iniciar una charla a un grupo de científicos cardiovasculares en su reunión anual, le entregué a cada uno una tarjeta que tenía en la parte superior esta requisitoria: «Sin consultar a nadie, por favor escriba a continuación del nombre de cada persona (mencionada), aquélla que considera fue su mayor contribución a la ciencia biomédica». Seguían cuatro nombres, uno de los cuales era Alexis Carrel. Cuando las respuestas fueron tabuladas, encontré que solo 7 de los 111 que retornaron sus tarjetas conocían sus grandes contribuciones a la cirugía vascular, 33 solo conocían sus últimos trabajos sobre cultivos de órganos, y 71 escribieron después del nombre de Carrel: NOADE -nunca oí acerca de él-."[1] Sin embargo, el renacimiento espiritual de Alexis Carrel llegó a ser uno de los ejemplos más reconocidos de conversiones en Lourdes.


    Silueta del Santuario de Lourdes recortada en el cieloEn su libro póstumo "Viaje a Lourdes", el protagonista lleva el seudónimo de Dr. "Lerrac", que es su apellido al revés, Carrel. Allí, Alexis Carrel escribió:

    "Y él se fue a la gruta, a contemplar atentamente la imagen de la Virgen, las muletas que, como exvotos, llenaban las paredes iluminadas por el resplandor de los cirios, cuya incesante humareda había ennegrecido la roca... Lerrac tomó asiento en una silla al lado de un campesino anciano y permaneció inmóvil largo rato con la cabeza entre las manos, mecido por los cánticos nocturnos, mientras del fondo de su alma brotaba esta plegaria: «Virgen Santa, socorro de los desgraciados que te imploran humildemente, sálvame. Creo en ti, has querido responder a mi duda con un gran milagro. No lo comprendo y dudo todavía. Pero mi gran deseo y el objeto supremo de todas mis aspiraciones es ahora creer, creer apasionada y ciegamente sin discutir ni criticar nunca más. Tu nombre es más bello que el sol de la mañana. Acoge al inquieto pecador, que con el corazón turbado y la frente surcada por las arrugas se agita, corriendo tras las quimeras. Bajo los profundos y duros consejos de mi orgullo intelectual yace, desgraciadamente ahogado todavía, un sueño, el más seductor de todos los sueños: el de creer en ti y amarte como te aman los monjes de alma pura...» Eran las tres de la madrugada y a Lerrac le pareció que la serenidad que presidía todas las cosas había descendido también a su alma, inundándola de calma y dulzura. Las preocupaciones de la vida cotidiana, las hipótesis, las teorías y las inquietudes intelectuales habían desaparecido de su mente. Tuvo la impresión de que bajo la mano de la Virgen, había alcanzado la certidumbre y hasta creyó sentir su admirable y pacificadora dulzura de una manera tan profunda que, sin la menor inquietud, alejó la amenaza de un retorno a la duda."[5]


    Alexis Carrel
    [editar] Referencias1.↑ a b c d e f g Comroe, J.H. (1978). Who was Alexis who. American Review of Respiratory Disease 118: 391–402.
    2.↑ Biografía de Alexis Carrel (1873-1944)
    3.↑ a b c d Edwards, W.S.; Edwards, D.P (1974). Alexis Carrel, Visionary Surgeon. Charles C. Thomas, Publisher Ltd (Springfield, IL). pp. 143 pp. ISBN 9780398031305.
    4.↑ Carrel, A. (1902). «La technique opératoire des anastomoses vasculaires et la transplantation des viscères». Lyon médical 98: p. 859-864.
    5.↑ a b Carrel, Alexis (1970) (en Español). Viaje a Lourdes: seguido de fragmentos del diario y meditaciones. Iberia. ISBN 9788470820434.
    6.↑ Matas, R. (1903). «An operation for the radical cure of aneurism based upon arteriorrhaphy». Annals of Surgery 37: p. 161-196.
    7.↑ Carrel, A., Guthrie, C.C. (1906). «Uniterminal and biterminal venous transplantations.». Surg. Gynecol. Obstet. 2: p. 266-286.
    8.↑ Carrel, A. (1910). «Latent life of arteries». Journal of Experimental Medicine 12: p. 460-486.
    9.↑ Carrel, A. (1912). «The preservation of tissues and its applications in surgery». Journal of the American Medical Association 59: p. 523-527.
    10.↑ Carrel, A., Guthrie, C.C. (1905). «The transplantation of veins and organs». Am. Med. 10: p. 1101-1102.
    11.↑ Carrel, A. (1907). «The surgery of blood vessels, etc.». Bull. Johns Hopkins Hosp. 18: p. 18-28.
    12.↑ Carrel, A., Dakin, H., Daufresne, J., Dehelly, P., Dumas, M. (1915). «Traitement abortif de l'infection des plaies». Bull. Acad. Med. Paris 74: p. 361-368.
    13.↑ Le Bureau des Constatations Médicales (Santuaires Notre-Dame de Lourdes)
    14.↑ Le Comité Médical International de Lourdes (Santuaires Notre-Dame de Lourdes)
    15.↑ Carrel, Alexis (1953). La Incógnita del Hombre (El Hombre, Ese Desconocido). Iberia. pp. 200. ISBN 23020921953 (edición del año 1970.
    16.↑ De la Hera, Eduardo (2009). El fuego de la montaña. San Pablo (Madrid). p. 488. ISBN 9788428535267.
    [editar] Véase tambiénVaso sanguíneo
    Trasplante
    Nuestra Señora de Lourdes
    Bernadette Soubirous
    [editar] Bibliografía adicional[editar] Obras de CarrelAlexis Carrel. Voyage to Lourdes. Real View Books. ISBN 0-9641150-2-6. (en inglés)
    Carrel, Alexis (1955). Medicina oficial y medicinas heréticas. Caralt Editores. ISBN 978-84-217-7903-3.
    Carrel, Alexis (1957). Día tras día. (1893-1944). Caralt Editores. ISBN 978-84-217-5530-3.
    Carrel, Alexis (1970). Viaje a Lourdes: seguido de fragmentos del diario y meditaciones. Editorial Iberia. ISBN 978-84-7082-043-4.
    Carrel, Alexis (1971). L'home, un inconegut. Miguel Arimany. ISBN 978-84-7211-028-1. (en catalán)
    Carrel, Alexis (1979). Viaje a Lourdes. Ediciones Palabra. ISBN 978-84-7118-152-7.
    Carrel, Alexis (1987). La incógnita del hombre. Editorial Iberia. ISBN 978-84-7082-271-1.
    Carrel, Alexis (1951). La Conducta En La Vida (Reflexions Sur La Conduite De La Vie). Editorial Guillermo Kraft Ltda..
    [editar] Sobre CarrelBusquets Molas, Esteve (1967). Alexis Carrel. Edebé. ISBN 978-84-236-0449-4.
    Moreno, Alfonso María (1961). Triunfo y ruina de una vida. Alexis Carrel. Espasa-Calpe. ISBN 978-84-239-5045-4.
    Vaquero Puerta, Carlos (2006). Contribución histórica de Alexis Carrel a la cirugía experimental. Ed. Vaquero Puerta, Carlos. ISBN 978-84-611-3400-7.
    Soupault, Robert (1953). Alexis Carrel, su vida y su obra. Ed. Guillermo Kraft Ltd.
    [editar] Enlaces externos Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Alexis Carrel. Wikiquote
    Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Alexis Carrel. Commons


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    Última edición por Valmadian; 20/03/2013 a las 02:20
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    El poder de Dios está por encima de toda Ciencia, y este caso es una buena muestra de ello.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Sigo sin entender esta corriente de simpatía católica hacia Alexis Carrel:

    1) ¿Cuando se supone que se convirtió Carrel?
    2) ¿Es posible ser católico y al mismo tiempo promover la esterilización de los discapacitados y su eliminación física?
    3) ¿El realizar unos estudios médicos en Lourdes le convierte a uno en católico o simplemente religioso?
    4) ¿Hay algún límite a esta ansia neocatólica por presumir de conversos de renombre? Después de Gramsci y Carrel, ¿será posible asistir a la rehabilitación neocatólica del Doctor Mengele?
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Desconocía lo de Carrel y la eugenesia, pero bien podría ser que después de su conversión cambiara de mentalidad en ese sentido. Me abstengo de opinar hasta estar mejor informado. En cuanto a Gramsci, lo suyo fue una conversión de última hora como la de Azaña que no lo convierte en ningún santo; simplemente se salva por los pelos aunque luego seguramente tenga que expiar bastante tiempo en el purgatorio el mal que causó.

  8. #8
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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Cita Iniciado por Kontrapoder Ver mensaje
    Sigo sin entender esta corriente de simpatía católica hacia Alexis Carrel:

    1) ¿Cuando se supone que se convirtió Carrel?
    2) ¿Es posible ser católico y al mismo tiempo promover la esterilización de los discapacitados y su eliminación física?
    3) ¿El realizar unos estudios médicos en Lourdes le convierte a uno en católico o simplemente religioso?
    4) ¿Hay algún límite a esta ansia neocatólica por presumir de conversos de renombre? Después de Gramsci y Carrel, ¿será posible asistir a la rehabilitación neocatólica del Doctor Mengele?
    1.- Fue un caso de transformación paulatina.

    2.- No es posible.

    3.- Carrel se convirtió a raíz de su estancia en Lourdes, no en Londres, donde presenció el milagro de la curación inexplicable de una mujer deshauciada.

    4.- No existe ningún ansia, lo que se celebra es el poder de Dios y su capacidad de perdonar cuando alguien se convierte, porque se transforma en otra persona. Eso es lo que se celebra: la parábola del hijo pródigo. Y es evidente que Menguele fue un monstruo y jamás se arrepintió ni se convirtió.

    El proceso de Carrel está bastante bien explicado en el texto de la wiki.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  9. #9
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Más alegría hay en el Cielo por un pecador que se convierte que por cien justos a los que no les hace falta penitencia.

  10. #10
    Avatar de Xaxi
    Xaxi está desconectado la boina roja,la Misa en latin
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    Re: Alexis Carrell: Fe Católica y Ciencia

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Tambien le tengo por un cientifico catolico y algunas notas son muy hermosas,ahora bien,esta me choco un poco al leerla...."El pecado es, pues, lo que impide la supervivencia del individuo en su plenitud orgánica y mental, en su papel social y racial"...por lo de racial,claro.

    Un abrazo en Xto
    ReynoDeGranada dio el Víctor.
    ...les mataria sin odio...

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