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Tema: Los asombrosos genios españoles que se anticiparon al futuro pero nadie recuerda

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    Los asombrosos genios españoles que se anticiparon al futuro pero nadie recuerda

    Genios Españoles del siglo XX. ¡Inventemos nosotros!

    Google, la NASA y otras muchas instituciones innovadoras les han rendido homenaje. Sin embargo, estos inventores, que vieron el futuro antes que nadie, son prácticamente desconocidos en nuestro país. Sus historias son dignas de la mejor película de Hollywood

    MÓNICO SÁNCHEZ. El hombre que metió los rayos x en una maleta.




    Mónico Sánchez toma una radiografía de la mano de una mujer



    De La Mancha a Nueva York. Desembarcó en la gran manzana en 1904. Estudió Ingeniería Eléctrica en Columbia, y con 28 años inventó el artefacto que le iba a hacer famoso y millonario: los rayos X portátiles.
    Nacido en 1880 en Piedrabuena (Ciudad Real), Mónico Sánchez Moreno era el menor de los cuatro hijos de un humilde matrimonio campesino. Nada le auguraba una brillante carrera como investigador. Pero Mónico estaba dotado de una gran inteligencia natural. Concluida la enseñanza primaria, a los 14 años, se puso a trabajar como chico de los recados primero, como dependiente después y como propietario de una pequeña tienda más tarde. En 1901 vendió el negocio y se marchó a Madrid con un propósito 'insólito': estudiar Ingeniería Eléctrica.
    Empezó a estudiar por su cuenta y, tras aprender un inglés rudimentario, se inscribió en un curso a distancia que impartía desde Londres el Electrical Institute of Correspondence Instruction. Impresionado por el tesón del joven español, el director del instituto lo animó a ampliar estudios en Nueva York. En 1904 desembarcó en Ellis Island con 60 dólares en el bolsillo.
    Mónico salió adelante... ¡y cómo! En 1909 creó su gran invento: el aparato portátil de rayos X y corrientes de alta frecuencia. Estos dispositivos eran utilizados desde hacía tiempo, pero tenían el problema de su peso descomunal (una tonelada) y su precio exorbitante (unas 3000 pesetas de la época). El aparato de rayos X Sánchez supuso una revolución. Venía en una maleta y solo pesaba diez kilos. El éxito fue inmediato y las máquinas se vendieron a hospitales del mundo entero. Pero no todo fue sobre ruedas en Nueva York. Mónico se embarcó en un proyecto de telefonía inalámbrica, cuyo promotor acabó siendo condenado por estafa. El español más tarde declararía que Estados Unidos era una maravilla, pero que no le gustaba la forma de hacer negocios de los americanos.
    En 1912 regresó a España rico: el aparato Sánchez le había reportado un millón de dólares, un fortunón. Tenía 32 años y lo predecible era que se retirase a vivir en Madrid o Barcelona. Pero se instaló en su pueblo, con el proyecto de fabricar allí sus aparatos, y costeó de su bolsillo la construcción de una central eléctrica, para que a Piedrabuena llegaran por primera vez la electricidad y el agua corriente. Y así fue como en un lugar de La Mancha apareció el Laboratorio Eléctrico Sánchez, el centro de tecnología más avanzado de España y casi de Europa.
    Pero las cosas se torcieron con la Guerra Civil. El laboratorio fue incautado por los republicanos, y el posterior Gobierno franquista denegó una y otra vez los permisos de importación de materiales imprescindibles para continuar operando. Su laboratorio se desintegró como su propia familia. Su esposa y cinco de sus seis hijos murieron antes que él. Mónico falleció en 1961, y con él pasó a mejor vida su laboratorio, en palabras de Manuel Lozano: «La más espléndida joya manchega tras el Quijote».



    EMILIO HERRERA. El creador del primer traje espacial




    Emilio Herrera inventó el primer traje espacial

    Fue uno de los pilotos del histórico vuelo del dirigible Graf Zeppelin en 1928. Siete años después creó el traje espacial. Cuando pisó la Luna, Neil Amstrong llevaba uno inspirado en su creación.
    Granadino, de 1879, estudió Ingeniería y muy pronto se sintió atraído por la aeronáutica incipiente. Así que, al licenciarse como teniente en 1903, solicitó el traslado a la Escuela de Aerostación de Guadalajara. En la Guerra de África se convirtió en piloto de dirigibles y en 1914 acaparó las portadas de toda Europa al ser el primero en sobrevolar el Estrecho de Gibraltar en avión.
    Gentilhombre de cámara de Alfonso XIII, era amigo personal del monarca, pero sobre todo un ingeniero muy preparado y un inventor genial. Tras colaborar con Juan de la Cierva en la invención del autogiro, el antecedente de los helicópteros, participó en el Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, inaugurado en 1921 y dotado de uno de los túneles de viento más modernos del mundo. Lo que más le interesaba era el vuelo estratosférico y la conquista del espacio exterior. Su proyecto de mayor envergadura fue la ascensión en globo a 26.000 metros de altura, algo que nadie había hecho hasta entonces. Una vez alcanzada la estratosfera, se proponía efectuar mediciones para el estudio de la radiación cósmica. La misión era ambiciosísima y también muy peligrosa.
    En 1928, la ascensión a 11.000 metros se había cobrado las vidas del comandante Benito Mola y los demás tripulantes del Hispania, privados de oxígeno en la barquilla de su aeronave. En 1935, Herrera resolvió el problema mediante la invención del primer traje espacial. La escafandra estratonáutica estaba equipada con micrófono, aparatos de control y un sistema de respiración antivapor, y soportaba la presión espacial. Corría 1936, y el enorme globo y la escafandra estratonáutica estaban a punto de emprender la ascensión cuando el estallido de la Guerra Civil puso punto final al proyecto de vuelo. Aunque monárquico devoto, Herrera había jurado fidelidad a la República y se desempeñó como director técnico de la aviación republicana.
    Exiliado en Francia tras el final de la contienda, Herrera siguió con sus investigaciones y él y su mujer vivieron de sus patentes y fue amigo personal de Albert Einstein. Murió en Ginebra en 1967, sin que sus méritos llegasen a ser reconocidos en España. Sí que obtuvo el reconocimiento internacional. En los años sesenta, la NASA se basó en su escafandra para la fabricación de los trajes espaciales. Como homenaje a Herrera, el mismísimo Neil Armstrong entregó una piedra lunar a Manuel Casajust, antiguo ayudante del granadino universal.


    LEONARDO TORRES QUEVEDO. El Da Vinci español nació en Cantabria




    Leonardo Torres Quevedo (izquierda).

    A los 40 se hizo inventor y legó a la humanidad el primer funicular para personas, el mando a distancia, el primer juego de ordenador analógico, el puntero láser, atisbó la inteligencia arificial...
    El 28 de diciembre de 2012, Google presentó un doodle -una modificación puntual de su logotipo- en homenaje al ingeniero e inventor español Leonardo Torres Quevedo. En el dibujo, este aparece en un transbordador que atraviesa un río. A su lado, dos piezas de ajedrez. Aquel día se conmemoró el 160.º aniversario del nacimiento de Torres Quevedo, una figura en su momento popularísima y de la que ya pocos se acuerdan. Nacido en un pueblo de Cantabria en 1852 e hijo de un ingeniero de Ferrocarriles, estudió el bachillerato en Bilbao y París y la universidad, en Madrid. Durante el resto de su vida iba a sentirse particularmente ligado a la capital vizcaína, donde vivió en casa de unas familiares las señoritas de Barrenechea que le legaron sus bienes, facilitando así su independencia económica.
    Torres se licenció en 1876 y trabajó como ingeniero del ferrocarril. Sin embargo, la herencia de las de Barrenechea le hizo renunciar al ingreso en el Cuerpo. Quería dedicarse a «pensar en mis cosas», a viajar por Europa y familiarizarse así con los últimos adelantos técnicos. A su regreso a España, se casó con Luz Polanco y se radicó en el santanderino valle de Iguña. El matrimonio tuvo ocho hijos, y todo apuntaba a una plácida existencia de rentista... Hasta que en 1889 sorprendió a todos patentando un invento extraordinario: el transbordador o funicular aéreo apto para transportar personas, y no solo bultos, como hasta ese momento.
    El aparato suscitó gran interés en Suiza, pero el proyecto helvético no terminó de cuajar. Eso no desalentó al cántabro. Tras solucionar diversos problemas de anclaje y seguridad, su transbordador se instaló en San Sebastián y Bilbao y poco después en Chamonix, Río de Janeiro... Y sobre las cataratas del Niágara, donde el denominado Spanish Aero-Car, inaugurado en 1916, sigue en activo. En 1899 se traslada a Madrid, donde seguiría residiendo hasta su fallecimiento, en 1936. Se interesa por los novedosos dirigibles aeroestáticos y, en colaboración con el aviador Alfredo Kindelán, en 1905 desarrolla el primer dirigible español. Su interés por la navegación aérea pronto lo lleva a crear otro invento genial: el telekino o mando a distancia. Ha oído bien: Torres Quevedo fue quien inventó el primer prototipo del artilugio que hoy no falta en ninguna vivienda. Lo desarrolló durante sus investigaciones sobre dirigibles, con la prudente intención de que nadie resultara dañado en las pruebas de vuelo. Tres impulsos, sigue recto; siete impulsos, diez grados a estribor... El telekino movía la hélice y el timón por medio de ondas radiofónicas.
    Este primer aparato de radiodirección causó admiración y fue patentado en España, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.Torres Quevedo proyectó otros inventos: aparatos de cálculo matemático, o el llamado 'aritmómetro mecánico', una especie de máquina de escribir con memoria, claro precedente de los actuales ordenadores. Interesado durante sus últimos años en las aplicaciones pedagógicas, tuvo tiempo de inventar el proyector didáctico de diapositivas de vidrio, así como el puntero proyectable antecesor del puntero láser.
    Su interés por la automatización culminó en una de sus invenciones más admiradas: el Ajedrecista. Presentado en la feria de París de 1912, era una máquina eletromecánica diseñada para jugar finales de partidas de ajedrez y que indefectiblemente vencía por jaque mate a sus contrincantes humanos. Primera manifestación de inteligencia artificial en la historia, el Ajedrecista causó sensación y está considerado como el primer juego de ordenador analógico.



    RAMÓN VEREA. Su máquina está en IBM.




    La calculadora de Verea

    RAMÓN VEREA. Su máquina está en IBM.
    «Demasiados abogados. Lo que necesita una sociedad independiente son inventores», se quejaba el periodista Ramón Verea. Él mismo se puso a ello y le salió la calculadora
    En la sede central de IBM en Nueva York, entre las joyas de la colección de artefactos tecnológicos históricos desde Galileo, hay un curioso aparato amarillo, de 35 por 30 por 20 centímetros y 12 kilos de peso. Es la primera calculadora moderna, patentada en 1878 en Nueva York, capaz de multiplicar de forma directa, sin concatenar sumas.
    Su creador, un español: Ramón Verea. Nacido en Pontevedra en 1833, estudió Filosofía en Santiago. Mal alumno, era sin embargo inquieto y un autodidacta apasionado. Librepensador, trabajó como maestro y periodista antes de emigrar a Cuba, donde realizó diversos oficios y escribió dos novelas. En 1865 se trasladó a Nueva York, donde compaginó el periodismo con un empleo en una casa de cambio, que lo llevó a interesarse por el cálculo matemático. Las calculadoras de entonces eran toscas y engorrosas. Crítico con la falta de inventores españoles se propuso inventar una máquina perfecta y única. Su invento resolvió la multiplicación 698543721 x 807689 en solo 20 segundos.
    Para la época, una velocidad asombrosa. Su invento causó sensación, pero Verea no lo comercializó: «Quería contribuir al avance de la ciencia. Pero yo soy periodista, no científico, y lo que quería demostrar ya lo he demostrado». En adelante escribió contra la deriva política imperialista de Estados Unidos y emigró a Argentina en 1896, donde murió en 1899 totalmente pobre.



    Genios Espaoles del siglo XX. Inventemos nosotros!






  2. #2
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    Re: Los asombrosos genios españoles que se anticiparon al futuro pero nadie recuerda

    El aparato de rayos X portátil de Mónico Sánchez


    No sabemos que pasaba por la cabeza de Mónico Sánchez cuando estaba en el Madison Square Garden de Nueva York presentando al público su invento de aparato de Rayos X y Corrientes de Altas Frecuencias. En el Madison hoy juegan los Lakers, actúan cantantes de éxito o Gassol ganó su anillo de la NBA. Aquel foro de la avenida Madison era neomudejar con una torre parecida a la Giralda. Quizá pensaba en sus padres que se quedaron en Pidrabuena, él haciendo ladrillos y tejas, y su ella como lavandera. Pensaba en su querido maestro D. Ruperto Villaverde, aquel que había enseñado a leer y a escribir a varias generaciones de paisanos y que tanto le había apoyado. ¿Sería él el que le inculcó el gusanillo de la electricidad en un pueblo sin luz eléctrica? Quizá pensó en aquel día que soñó en estudiar electricidad. Era de locos, “Un hijo de obreros no necesita estudiar”. En su pueblo el 74% eran analfabetos en 1910. Ya en Piedrabuena lo tuvo claro: “Quiero estudiar electricidad”.

    Mónico Sánchez estaba en octubre de 1909 mostrando su invento a los neoyorquinos en la III Exhibición de la Electricidad en la ciudad más adelantada.. Nueva York era la fiesta de la electricidad, las calles y los hogares se electrificaban. Sólo esta ciudad tenia más teléfonos que toda España. Allí estaban todos los que eran alguien en el mundo de la naciente tecnología. Hoy lo podemos ver gracias a una foto que se conserva. El están de la derecha era el de la General Electric, una joven empresa fundada por el maduro y archifamoso inventor Thomas Alba Edison. El de detrás era el de Whestinghouse Co, empresa que había ganado la batalla al mismísimo Edison en la distribución de la energía eléctrica al impedir que, a pesar de las malas artes de aquel, se impusiera la corriente continua frente al genio de Nikola Tesla y la novedad y eficacia de la corriente alterna.
    ¿Cómo llego aquí? Cuando dejó la escuela del pueblo, se colocó de chico de los recados en Fuente el Fresno, con 14 años se marchó descalzo para reservar sus zapatos. Aquel era el comienzo de una aventura de ida y vuelta con la electricidad como asunto. Luego vendría San Clemente, después de establecerse por su cuenta, lo vende todo y se va a Madrid en 1899 para estudiar ingeniería. La escuela de ingeniería industrial de Madrid está cerrada por motivos políticos hasta 1902 en que se reabre. El acceso está muy restringido. Providencialmente se matricula en un curso de electricidad a distancia en una institución británica.:“Electrical Engineer Institute of Correspondence”. Joseph Wetzler, su profesor londinense, anima al joven Mónico para que vaya a Nueva York y continúe sus estudios en la sede neoyorquina.


    La aventura americana
    Mónico Sánchez llegó a Nueva York el 12 de octubre de 1904. Los que viajaban con él buscaban una vida mejor, unos iban a vivir con parientes, otros eran jornaleros y buscaban trabajo. El joven Mónico se inscribió ante las autoridades de inmigración “to study” en el “Electrical Engineer Institute” declara poseer 60$. Contaba con 23 años. En menos de cinco años pasará de ser un inmigrante más entre los miles que diariamente llegan a Ellis Island, a ser un cotizado inventor e ingeniero.
    Wetzler era un ingeniero eléctrico judío de origen centroeuropeo, presidente del Instituto, editor de revistas como Electrical Engineer y Electrical World. Bien relacionado, mantenía fluidas relaciones con Edison y Thomson. Mónico Sánchez no podía tener mejor avalista y Wetzler le consigue un trabajo en una empresa neoyorquina. Pero Mónico tiene problemas con el idioma inglés, lo lee, pero apenas lo habla, se ayuda con un pizarrín donde ha de escribir lo que no entiende. Comienza a trabajar como delineante y posteriormente como oficial electricista. Compagina el trabajo con los estudios. Concluye sus estudios con las más altas calificaciones y logra el título de ingeniero en junio de 1907. Comienza a trabajar para la FOOTE PIERSON Co., fabricante de equipos para el telégrafo. Entonces inscribe su primera patente, el Puente de Weasthone–Sánchez para la medida de aislamiento, capacidad y resistencia. Completa su formación en la Universidad de Columbia con un curso de ampliación de electricidad. Aquí destaca por sus trabajos sobre condensadores y bobinas de inducción.
    Al entrar a trabajar en mayo de 1908 en la Van Houten & Ten Broeck Co. como ingeniero jefe mediante concurso por sus conocimientos de devanados y aislamientos eléctricos, sus trabajos se orientan hacia la electromedicina. Entonces inventa su APARATO PORTÁTIL de RAYOS X y CORRIENTES DE ALTA FRECUENCIA.

    Los rayos X habían sido descubiertos por Röntgen en 1875, para producirlos era necesario un tubo de Crookes y un generador de alta tensión. La fuente de alimentación era muy pesada y nuestro inventor aprovecha un fenomeno físico, el hierro necesario para hacer un transformador es mucho menor si en lugar de usar 50 Hz, utiliza 7Mhz, la reducción de peso es tan importante que el aparato es portátil. Se lleva en un par de maletas, pudiendose llevar a la casa del paciente. Veamos como lo explica:
    “La corriente así producida puede ser usada para electrodos de alta frecuencia, para rayos X o en aparatos de telegrafía sin hilos, o con cualquier otra aplicación familiar de la alta frecuencia. Además se incluye en mi instrumento, mediante la producción de alta frecuencia, bajo potencial, corriente para uso con el cauterio eléctrico o un propósito similar, donde el efecto calorífico es el requisito en lugar de la alta tensión.”
    “Mi aparato es comparativamente barato, portable, puede ser conectado a cualquier sistema de alumbrado, ya sea de continua o de alterna, y puede debido a su simplicidad, ser efectivamente manejado por un operador sin preparación. Los resultados alcanzados sólo son comparables con aparatos de alta frecuencia de mucho mayor peso, costo, y complejidad que mi aparato”

    Archie Frederick Collins, uno de los primeros expetimentadores de la radiotelefonía y prolifico divulgador y autor del bestseler “The Radio Amateurs Handbook” planea construir equipos de radiocomunicación telefónica, en su época irrealizables. Contrata a Sánchez como ingeniero jefe de la COLLINS WIRELESS TELEPHONE Co. con sede en Nueva Jersey, además la compañía va a fabricar y comercializar su aparato como Collins–Sánchez. Dentro de la compaña de venta de acciones, que incluye la promocion por personajes famosos como el explorador del polo Norte Frederick Cook, se encuadra la presentación en los más importante eventos como el citado del Madison. El éxito fue notable. Éxito que se repitio en el Gran Coliseum de Chicago. Con la incorporacion de nuevas empresas, esta pasa a llamarse CONTINENTAL WIRELESS TELEPHONE & TELEGRAPH Co., donde Mónico sigue siendo un alto cargo técnico.
    Pero quiere iniciar su camino sólo, funda la ELECTRICAL SANCHEZ CO. en Nueva York. Envía a Barcelona algunos de sus aparatos que obtienen una gran acogida. Sus equipos son distribuidos por los hermanos Edmundo y José Metzger en España. Este equipo de rayos X es uno de los primero que utilizan los médicos en España.Con motivo del V Congreso de electromedicina y electroterapia de 1910 viene a Barcelona, donde realiza demostraciones, como nota curiosa se le inscribe como norteamericano Recibe numerosas ofertas de instalarse en España.


    Regreso a Piedrabuena
    El desarrollo de su tierra ya le preocupaba como lo demuestra lo escrito en la motivación de la versión española de la patente del puente de Weasthone-Sánchez.. Nunca olvidó sus origenes y pese a su ventajosa posición en EE.UU. decidió establecerse en España, pero en lugar de elegir una gran capital o lugar industrializado, fue a volver al pueblo donde nació, para impulsar el desarrollo como él que había visto en America. Construye en 1913 Piedrabuena el Laboratorio Eléctrico Sánchez con 3500 m2 y realiza planes de mejora en el pueblo como la traída de agua potable desde Pilar Nuevo o la construcción de su central eléctrica y plantea construir una escuela de electroterapia para la formación de los médicos en las nuevas artes, proyecto que no se llevará a termino. Las comunicaciones son muy deficientes y el subdesarrollo es acusado. Uno de los problemas que se encuentran los médicos para utilizar su aparato es la limitación del horario de la energía eléctrica y de forma fiable. Las dificultades son notables pero con tesón y la inteligencia son superados, dificultades, como técnicos vidrieros especializados que tiene que contratar en Alemania para su laboratorio. Sus equipos se exportan, son los equipos que dota el ejercito francés a sus ambulancias de campaña tras una selección realizada por el Dr. Bergonié, padre de la oncología francesa y autor de la ley de Bergonié
    Mónico Sánchez, seguramente motivado por mejorar las condiciones de sus conciudadanos y dado su carácter emprendedor, intervino en política. En primer lugar hemos de verlo como alguien que se ha formado en EE.UU. tanto técnicamente como culturalmente, de allí viene el progreso, es un hombre de la electricidad, por ejemplo su jefe, Collins, es miembro del partido republicano, y viene a su tierra donde las formas caciquiles están a la orden del día como una pesada losa. Ya aquí, se hace amigo del General Aguilera, maestro de liberales, fiel a este rechaza la dictadura de Primo de Rivera, es elegido concejal y es elegido presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Real en 1935, cargo que ocupará hasta su muerte, salvo el paréntesis de la guerra. Como tantos otros liberales se felicita de la llegada de la II República. Pero la Guerra Civil supone un punto de inflexión, primero es perseguido por las izquierdas, incautado su Laboratorio y todos sus bienes, incluida su casa. Un día vinieron unos milicianos para que les acompañase, con la escusa de que tiene que acabar unos equipos para el ejercito, no fue pero se llevan a Juan Mota, su segundo. No lo volverá a ver con vida. Huye a Valencia hasta el final de la contienda. Después será acusado del asesinato de éste por el jefe de La Falange. Los pudientes lo odiaban por haberse enriquecido y los pobres por ser rico, cosas de la guerra (in)civil. Pero conservó la vida y su hacienda se vio fuertemente mermada.
    Ya nada sería igual, la escasez de materias primas, la imposibilidad de importar y la necesaria renovación tecnológica y el aislamiento de nuestro país hacen que el Laboratorio se encuentre en mínimos. En un golpe de audacia, inicia un viaje junto a su yerno y director médico el Dr. José Estébanez López–Bravo por los principales centros industriales estadounidenses y con escalas en Lisboa y La Habana. La prensa nacional recoge las crónicas de este viaje. Realiza importantes acuerdos comerciales para la explotación de su aparato con fines electrofísicos, así como la importación de material de electromedicina. La economía española esta por los suelos, las importaciones están cerradas, es la política de la autarquía. Además, de sus 6 hijos, fallecen 5, incluyendo a su único varón, Mónico, él que estaba a llamado a sucederle y formándose como ingeniero en el extranjero. Muere en 1961 y con él la actividad del Laboratorio Eléctrico Sánchez.
    Reconocimientos
    En su época, los reconocimientos fueron notables, empezando por el homenaje con la imposición de la medalla de oro de Ciudad Real en 1914, entre otros muchos premios la medalla de oro de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 “por los interesantes aparatos electomédicos y electrofísicos que ha presentado” y el doctorado Honoris Causa en Ciencia Electrotecnicas por la Escola Livre de Engenharia do Rio de Janeiro. Así mismo impartió numerosas conferencias y publico diversos artículos tanto en EE.UU. como en España.
    Pocos españoles han triunfado como él en el Madison, pocos han trabajado tanto por el desarrollo de su gente, pero el olvido amenaza con sepultar definitivamente su figura. El equipo de D. Mónico con que enseñaba los fundamentos de la física D. Carlos López Bustos se ha “perdido”, como tantos otros, y su Laboratorio, ejemplo de arquitectura industrial, cayó bajo la piqueta para construir algo nuevo y reluciente. Valgan estas letras para hacerle un poco de justicia a aquel joven que quiso estudiar electricidad y contra todos los molinos, no sólo logro estudiar sino que triunfó como los grandes en el Madison Square Garden de Nueva York y en su Patria chica.


    Juan Pablo Rozas- Escuela Superior de Informática- Ciudad Real

    Agencia de Prensa Cientfica - OTRI - UCLM - Casos de investigacin

  3. #3
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    Re: Los asombrosos genios españoles que se anticiparon al futuro pero nadie recuerda

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    El niño pobre que desarrolló teléfonos móviles hace un siglo

    Manuel Ansede


    Un libro rescata la fabulosa historia de Mónico Sánchez, un español nacido en 1880 en un pueblo miserable que emigró a Nueva York y acabó inventando un aparato portátil de rayos X y trabajando en la telefonía sin hilos

    El 12 de octubre de 1904, un chaval español de 23 años se subió a un barco en Cádiz con 60 dólares en el bolsillo y destino a Nueva York. Su padre hacía tejas con barro y su madre lavaba ropa por encargo en un pilón a cambio de unas monedas. El chico se había criado descalzo en un pueblo en el que tres de cada cuatro personas eran analfabetas, ganándose la vida haciendo recados. Sin embargo, tan sólo nueve años después, regresó de EEUU con un millón de dólares en el bolsillo, después de participar en la creación de los primeros teléfonos móviles, hace más de 100 años, y de inventar un aparato de rayos X portátil que salvó a más de un soldado en la Primera Guerra Mundial.

    Aquel hombre era Mónico Sánchez Moreno (1880-1961). Su historia es tan fascinante que se ha convertido en un ejemplo de que “en condiciones más adversas que las actuales, es posible no sólo salir adelante, sino llevar a cabo proezas admirables”, en palabras del físico Manuel Lozano Leyva, que acaba de publicar un libro sobre su vida: El gran Mónico.
    Mónico Sánchez llegó a Nueva York un año después de que Thomas Edison, el padre de la bombilla, hubiera electrocutado a una elefanta delante de 1.500 personas. Y eso era precisamente lo que iba buscando el joven español: la electricidad. Mónico se había criado en Piedrabuena (Ciudad Real), “un pueblo grande pero de mala muerte”, en palabras de su biógrafo oficioso. El 75% de sus habitantes eran analfabetos a comienzos de siglo. Era un buen reflejo de la España de la época: en 1901, en todo el país había poco más de 3.000 jóvenes estudiando para ser ingenieros, pero 11.000 lo hacían para ser curas. Sin embargo, Mónico, espoleado intelectualmente por un viejo profesor de la escuela pública de su pueblo, decidió coger todos los ahorros que había ganado, comprarse un traje y emigrar a Madrid para estudiar ingeniería eléctrica. Ni siquiera tenía el bachiller elemental.
    Tranvías sin mulas

    El joven castellano-manchego llegó a la capital en 1901, en plena implantación del alumbrado eléctrico y de la electrificación del tranvía. “Mónico presenció por las calles de Madrid vagones tirados a sangre, como se llamaba entonces a la tracción animal, con los primeros que mágicamente se movían por sí mismos”, narra Lozano Leyva, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla y miembro del Consejo Editorial de Materia. Mónico estaba embelesado con la electricidad, pero su anhelada escuela de ingenieros industriales de Madrid estaba cerrada por huelgas estudiantiles.


    Entonces, tomó una decisión insólita para un pueblerino sin oficio: decidió apuntarse a un curso de electrotecnia a distancia, impartido desde Londres por el ingeniero Joseph Wetzler. Era en inglés. Y Mónico no sabía ni una palabra de inglés. Pero “debió de seguir el curso por correspondencia de una manera tan rigurosa que el mismísimo Joseph Wetzler se puso en contacto con él”, cuenta El gran Mónico, editado por Debate. Wetzler, que se movía en los entornos de Thomas Edison, recomendó al joven español para una plaza en una empresa de Nueva York. En apenas tres años de esforzadísimo estudio destrozando diccionarios, Mónico Sánchez había saltado de un pueblo de cabras perdido en La Mancha a la que se estaba convirtiendo en la capital cultural del mundo.
    Lozano Leyva retrata con maestría la “efervescencia inaudita” del Nueva York que se encontró el castellano-manchego en 1904. Inmigrantes procedentes de todo el mundo llegaban a la ciudad para construir sus primeros rascacielos, pero muchos no se encontraban con el sueño americano. “En el río Hudson nunca aparecieron más cadáveres de suicidas que en aquellos años”, recalca el físico.
    La guerra de las corrientes

    Mónico empezó a trabajar de ayudante de delineante, pero pronto se matriculó en el Instituto de Ingenieros Electricistas, un centro de formación profesional. Y, pronto, cumplió su deseo de ir a la universidad, la de Columbia, para un curso de electrotecnia de unos pocos meses de duración. Era la época de la guerra de las corrientes. Las centrales eléctricas de Nueva York quemaban carbón y petróleo a todo gas. La energía resultante movía dinamos que producían la electricidad. El problema era distribuirla hasta los tranvías y las bombillas de las casas.

    Edison, propietario de la compañía General Electric, defendía la corriente eléctrica continua, un fluir perpetuo que implicaba grandes pérdidas en forma de calor por la resistencia de los cables. Pero, entonces, surgió otra figura espectacular de la ciencia, el ingeniero serbio Nikola Tesla, en la empresa Westinghouse. El científico europeo propuso utilizar una corriente alterna, en la que el chorro varía cíclicamente. La solución era magistral, porque minimizaba las pérdidas. Sin embargo, Edison no aceptó las evidencias e inició una ofensiva sosteniendo que la corriente alterna era un peligro para los ciudadanos. “Se metió en una dinámica de lo más espectacular y siniestra: electrocutar animales en público con corriente alterna, sobre todo perros y gatos. Llevó el asunto al extremo con la desdichada elefanta Topsy”, relata Lozano Leyva.





    Vídeo | Muerte de la elefanta Topsy, electrocutada por Thomas Edison en 1903 /

    Tesla, mientras, se paseaba por teatros haciendo pasar la corriente alterna por su cuerpo en medio de una nube de relámpagos, con corcho bajo sus pies, para mostrar que no era para tanto. “¿Fue Mónico testigo de algunas de las crueldades de Edison o de los espectáculos de Tesla? Sin duda, porque si atraían a todo el mundo, quien no podía faltar a ellos era alguien que llevaba la electricidad en las venas, habiendo sido su pasión desde la adolescencia”, opina el físico.
    Máquinas para la Gran Guerra

    Y en plena guerra de las corrientes, Mónico Sánchez fichó como ingeniero de la Van Houten and Ten Broeck Company, dedicada a la aplicación de la electricidad en los hospitales. Allí, aplicando algunos avances de Tesla, consiguió su gran invento: un aparato de rayos X portátil. Apenas pesaba 10 kilogramos, frente a los 400 de los equipos tradicionales. Era una máquina ideal para la Gran Guerra que estaba a punto de estallar. Francia compró 60 unidades para sus ambulancias de campaña.


    AmpliarAnuncio de 1909 del teléfono sin cables de Collins /

    El joven de Piedrabuena se había ganado el respeto de los ingenieros de Nueva York. Uno de ellos era Frederick Collins, volcado en la telefonía sin hilos o lo que es casi lo mismo: en los teléfonos móviles. Sus aparatos podían comunicarse a más de 100 kilómetros, sin cables. El problema es que su teléfono, con un micrófono de carbón, “se calentaba poco a poco y terminaba ardiendo al cuarto de hora o así de estar hablando sin interrupción”, narra Lozano Leyva. La Collins Wireless Telephone Company contrató a Mónico Sánchez como ingeniero jefe, con la intención de vender su aparato portátil de rayos X, que pasó a bautizarse The Collins Sánchez Portable Apparatus. Collins ofreció 500.000 dólares al castellano-manchego por su invento.
    “Ya puede entreverse la insensatez que suponía poner un aparato de rayos X al alcance de todo el mundo sin reparar para nada en la posible peligrosidad”, escribe en El gran Mónico el catedrático español. Muchos de los médicos que fueron pioneros en el uso de los rayos X acabaron con deformaciones en las manos o incluso muriendo por leucemia.
    El sueño duró muy poco. La empresa de Collins comenzó una gran campaña de propaganda para vender acciones, sugiriendo que la telefonía móvil en coches, trenes y barcos ya era una realidad. Cuatro ejecutivos, incluido Collins, acabaron en la cárcel. En su sentencia se aludía a un presunto fraude en sus demostraciones en lugares públicos, limitadas a conversaciones breves para que los teléfonos no echaran chispas. Cuando estalló el escándalo, Mónico ya había abandonado la empresa.
    Al lado de General Electric

    De aquellos formidables shows queda una fotografía de 1909: en ella aparece Mónico Sánchez mostrando su aparato de rayos X en un estand de la III Feria de la Electricidad, celebrada en el Madison Square Garden de Nueva York. A su lado aparecen, nada más y nada menos, los estands de la General Electric de Thomas Edison y de la Westinghouse de Nikola Tesla.


    En 1912, con 32 años y realmente rico, el hombre que iba para analfabeto regresó a España convertido en un emprendedor millonario. Y, entonces, se le ocurrió “un proyecto inviable y extravagante”, como lo define Lozano Leyva: construir un centro de alta tecnología en su pueblo castellano-manchego y fabricar allí sus aparatos portátiles de rayos X. En 1913 ya estaba en pie el Laboratorio Eléctrico Sánchez. El problema es que en Piedrabuena no había electricidad, pero ese detalle no iba a detener al hombre que se puso a estudiar en inglés sin saber inglés. Montó una central eléctrica en su pueblo, abastecida por el carbón llegado en carros tirados por mulas. Y casi todo Piedrabuena acabó teniendo luz eléctrica, previo pago.
    El ingeniero de telecomunicaciones Juan Pablo Rozas, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, es el mayor experto en la vida y obra de Mónico Sánchez. “Era un hombre de la electricidad formado en EEUU y, de repente, se trasplantaba a Piedrabuena. Los mandamases de allí le odiaban por ser demasiado moderno y los pobres le odiaban por ser rico”, resume. Mónico celebró la caída de la Monarquía y la llegada de la Segunda República en 1931, pero cuando comenzó la Guerra Civil no supo dónde situarse. Primero, los milicianos incautaron su laboratorio. Un día, incluso, fueron a buscarlo con una excusa peregrina y, como no estaba, se llevaron a su segundo. No lo volvieron a ver con vida. Tras la guerra, sin embargo, el jefe de Falange en la región acusó a Sánchez del asesinato, aunque jamás fue procesado.
    “Un hombre de progreso”

    “Mónico Sánchez volvió de Nueva York y quiso elevar el nivel de vida de su pueblo, era un hombre de progreso”, explica Rozas. “En España necesitamos muchos Mónicos”, sentencia.



    Muchos de los aparatos que fabricó el inventor en su pueblo a partir de 1913 se exponen hoy en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, con sedes en A Coruña y Madrid. “Es complicado encontrar a alguien innovador, atrevido y osado, capaz de salir de un entorno rural, de hacerse ingeniero sin saber inglés y de convertirse en un emprendedor. Mónico Sánchez fue un personaje muy singular”, resume la física Rosa Martín Latorre, que fue comisaria de una exposición en el museo sobre el inventor castellano-manchego.
    Mónico murió en 1961, cuando su nieta Isabel Estébanez Sánchez tenía 10 años. “El final de la fábrica de mi abuelo fue bastante penoso, porque dejó de vender y ya no tenía energía. Tenía ciertas dificultades económicas, pero montó un cine en Piedrabuena”, recuerda su nieta, física y profesora. Ella tiene un grupo de alumnos a los que da clases a distancia, como estudió el gran Mónico.

    *Las imágenes pertenecen al archivo personal de los familiares de Mónico Sánchez. Queda totalmente prohibida la reprodución total o parcial de cualquiera de estas imágenes en cualquier soporte mecánico o digital sin el consentimiento expreso de la familia de Mónico Sánchez.

    El niño pobre que desarrolló teléfonos móviles hace un siglo | Materia
    Valmadian dio el Víctor.

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