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Honores1Víctor
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Tema: Inventores que España olvidó

  1. #1
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    Inventores que España olvidó

    Inventores que España olvidó

    ANTONIO VILLARREAL

    En el siglo XIX, muchos inventores españoles contribuyeron al progreso pero sus nombres quedaron aprtados en la cuneta. Ahora, un libro rescata a tres de ellos

    Archivo de los herederos de Mónico Sánchez/Muncyt


    Mónico Sánchez, en una foto promocional de su aparato de alta frecuencia






    Por suerte, aquella ciencia decimonónica, tan individual y amateur, ha ido profesionalizándose y haciéndose colectiva. Sin embargo, las historias de genios solitarios cambiando el mundo desde sus recónditos talleres tienen narrativamente, encantos difíciles de equiparar. Thomas Edison representa mejor que nadie ese paradigma, pero España también tuvo sus genios.

    Algunos, como Leonardo Torres Quevedo o Isaac Peral, alcanzaron reconocimiento. Otros, muchos otros, llegaron a rozar brevemente el Olimpo de la invención pero acabaron, a lo sumo, dando nombre a una calle en un pequeño pueblo de la Mancha.













    M. A. Delgado



    Para el escritor Miguel Ángel Delgado, a quien debemos buena parte del interés que en los últimos años se ha despertado en España por la figura del inventor Nikola Tesla, «es uno de los problemas de la divulgación de ciencia, que en muchos casos son procesos que no se entienden bien. A la gente le gusta que le cuenten historias, básicamente, y que los papeles están bien definidos -quién es el héroe, quién es el villano- les encanta. Para construir el relato, el lector necesita identificarse un poco con las personas, y hoy en día es complicado porque la invención depende de procesos colaborativos o empresariales. La gente no sabe quién ha inventado la mayor parte de las cosas que utiliza».
    Pionero de los rayos x

    En su último trabajo, «Inventar en el desierto» (Turner, 2014), Delgado se propuso encontrar algunas esas luminarias patrias olvidadas en la cuneta del progreso. «Hacía tiempo que tenía ganas de abordar a estas personas porque, con todo el tiempo que he dedicado a Tesla, me acababa encontrando con referencias a inventores españoles», explica el escritor a ABC, «cuando leía sobre la radio, evidentemente aparecía Cervera como personaje a tener en cuenta. Mónico Sánchez aparece en el tema de la alta frecuencia y los rayos X, García Sáez en el desarrollo de los primeros submarinos... me fui quedando con muchos más nombres de inventores pero los tres relatos que salieron fueron estos».
    Uno de ellos es Mónico Sánchez, un pionero de la radiología que sin acabar el bachiller, estudió ingeniería eléctrica por correspondencia y terminó en Columbia. En Estados Unidos, trabajó en diversas compañías dando luz a inventos como la máquina portátil de rayos X y otros aparatos de alta frecuencia. Pero entonces, Sánchez decidió regresar. «Si se hubiese quedado en EEUU, habría tenido inversores para su negocio, pero decidió regresar, no ya a España, sino a su pueblo, Piedrabuena», dice Delgado. Está la impactante imagen de un carro llevando por los caminos de Ciudad Real los aparatos de alta frecuencia de Mónico Sánchez a la estación de tren.
    «La gran mayoría de los personajes que aparecen en el libro tiene una oportunidad de sacar adelante sus inventos fuera de España», dice el autor. Sin embargo, volvieron. O nunca se fueron. «Hay un punto de patriotismo, en el sentido más auténtico de la palabra, quieren repercutir en su país y lo intentan una y otra vez aunque saben que están condenados al fracaso».
    El garcibuzo

    Nada que ver con Tesla, que partió de Smiljan, una pequeña aldea montañosa hoy perteneciente a Croacia, con destino final Estados Unidos, a donde llegó con 28 años para no volver. «Tesla se consideraba serbio pero también profundamente norteamericano. En el fondo, él quería que le sacaran para adelante estos inventos y entiende que es en EEUU donde los puede sacar. Es una contradicción curiosa, y fascinante».
    Pero los inventores españoles de la segunda mitad del XIX tenían quizá un motivo ulterior, contribuir a sostener un imperio en decadencia. Los temores a un ataque naval espolearon, por ejemplo, una frenética carrera por inventar el submarino. «Es fascinante el empeño español por ser los primeros en hacer el submarino, erre que erre durante muchos años», dice Delgado, que siguió la historia del logroñés Cosme García Sáez, primero en probar un sumergible -el Garcibuzo- que Isabel II no compró. Este inventor murió en la pobreza, pero su trabajo fue fundamental para que, 30 años más tarde, Isaac Peral construyera el primer submarino. Para Delgado, «la influencia de "Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino" es brutal. El submarino se convierte en un símbolo de modernidad, y conseguir un buque que vaya bajo el agua es, en el imaginario, perfectamente comparable a la carrera espacial».
    Las historias de estos inventores están cubiertas por una pátina melancólica, de lástima por las semillas que cayeron en un terreno agreste. Pero ante el célebre lapidario de Unamuno cabe reflexionar que los genios salen incluso donde no los quieren. «Una de mis prioridades con este libro era resaltar que no es que los españoles tengamos un componente genético que nos condene a ser menos inventivos», dice Delgado, «demuestra que, incluso en las peores condiciones, en España aparecían genios. ¡Como en cualquier parte!»
    Archivo de los herederos de Mónico Sánchez/Muncyt


    Stand del Laboratorio Eléctrico Sánchez en una de las ferias del sector




    Inventores que Espaa olvid - ABC de Sevilla

  2. #2
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    Re: Inventores que España olvidó

    GENERADOR PORTATIL DE RAYOS X POR MÓNICO SÁNCHEZ

    Inventor e ingeniero, Mónico Sánchez fue pionero de la radiología y electroterapia. Pasó a la historia de la ciencia por inventar un generador portátil de rayos X y corrientes de alta frecuencia en 1909, que salvó la vida a miles de militares que combatieron en la I Guerra Mundial. Además, desarrolló otras varias innovaciones en el campo de la electromedicina.



    MONICO SÁNCHEZ


    Mónico Sánchez Moreno nació en 1880 en Piedrabuena, una villa de la provincia de Ciudad Real que basaba su economía rural en la agricultura de secano y en la ganadería. A principios del siglo XX, esta villa tenía una población de 3.810 habitantes, siendo la mayoría analfabeta. El padre de Mónico se dedicaba a la fabricación de tejas y ladrillos, mientras que su madre lavaba ropa ajena en el paraje del río Tabla de la Yedra, ayudado por Mónico, el menor de cuatro hermanos.

    En 1901, a pesar de que ni siquiera tenía el bachiller elemental, Mónico marcho a Madrid para estudiar ingeniería eléctrica, en plena implantación del alumbrado eléctrico y de la electrificación del tranvía sustituyendo al de tracción animal.

    Cuando llegó a la capital, la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid estaba cerrada por las huelgas estudiantiles. Mónico decidió matricularse en un curso a distancia de electrotecnia impartido por The Electrical Institute of Correspondence Instrucion de Londres y dirigido por el ingeniero Joseph Wetzle. A pesar de que el temario se impartía en inglés y del desconocimiento por completo esta lengua, siguió el curso durante tres años de forma rigurosa mientras también aprendía este idioma. Al finalizarlo el propio Joseph Wetzler, que se movía en los entornos de Thomas Edison, se puso en contacto con el joven español y le promocionó como empleado en una empresa de Nueva York.



    GENERADOR PORTATIL DE RAYOS X


    El 12 de octubre de 1904, Mónico, con 23 años y a penas recursos económicos, Mónico se embarcó en Cádiz con destino a Nueva York. Esta era la capital cultural del mundo, que sufría una efervescencia de inmigrantes procedentes de todo el mundo para construir sus primeros rascacielos, y que la mayoría no encontrarían el sueño americano.

    Empezó a trabajar de ayudante de delineante y pronto se matriculó en el Instituto de Ingenieros Electricistas, un centro de formación profesional. Más adelante pudo asistir a un curso de electrotecnia de unos meses de duración de la Universidad de Columbia, perfeccionando sus conocimientos sobre tecnología eléctrica.

    Era la época del desarrollo de las corrientes eléctricas, cuando las centrales eléctricas de Nueva York quemaban carbón y petróleo en abundancia. La energía resultante movía dinamos que producían la electricidad, pero surgía el problema de su distribución hasta los tranvías y las bombillas de las casas.

    Thomas Edison, propietario de la compañía General Electric, defendía el uso de la corriente eléctrica continua, un flujo perpetuo que implicaba grandes pérdidas en forma de calor por la resistencia de los cables. Mientras tanto, aparecía el ingeniero serbio Nikola Tesla, en la empresa Westinghouse, que propuso utilizar una corriente alterna, en la que el flujo varía cíclicamente. La solución era magistral ya que minimizaba las pérdidas.

    Sin embargo, Edison no aceptó las evidencias de Tesla e inició una campaña para demostrar los peligros que la corriente alterna suponía para los ciudadanos. Así pues, se dedicó a electrocutar animales en público, sobre todo perros y gatos, llevando al extremo de su espectáculo siniestro la electrocutación de un elefante.

    Mientras tanto, Tesla reaccionó y demostraba en teatros que la corriente alterna no era tan peligrosa. Su propio espectáculo consistía en pasar por su cuerpo un flujo de corriente alterna en medio de una tormenta de relámpagos, pero protegido por un suelo aislante de corcho bajo sus pies. Lo más probables es que Mónico Sánchez, tan apasionado de la electricidad, acudiera a ver estos espectáculos públicos. De aquella guerra salió vencedora la corriente alterna de Nikola Tesla, que es la que actualmente se emplea en la distribución eléctrica en todo el mundo.

    Y mientras Tesla y Edison se empeñaban en su guerra de corrientes eléctricas, surgía la figura de otro gran científico, Wilhelm Conrad Röntgen, que descubría los rayos X hacia el año 1895.

    Investigaba la fluorescencia producida por rayos catódicos mediante ensayos con tubos de vacío y descargas eléctricas de alto voltaje, pero encontró un tipo de nueva radiación invisible que podía atravesar la materia e impresionar placas fotográficas. Incapaz de definir ese tipo de radiación misteriosa la denominó X. Cuando ganó, en 1901, el premio Nobel de Física, sus aparatos de rayos X se vendieron con éxito, pero eran voluminosos, estáticos y caros, llegando a pesar más de 400 kilogramos.


    MÓNICO SÁNCHEZ Y SU GENERADOR PORTATIL DE RAYOS X


    Mónico Sánchez fichó como ingeniero de la Van Houten and Ten Broeck Company, dedicada al diseño y fabricación de aparatos de radiología y electromedicina para hospitales. En esta empresa pudo desarrollar la innovación por la que pasó a la Historia de la Ciencia universal, el Aparato Portátil de Rayos X y Corrientes de Alta Frecuencia, que fue patentado en 1908. Su generador de rayos X estaba basado en la corriente de alta frecuencia, y era capaz de producir tensiones de 100.000 voltios con una corriente continua o alterna de 25.

    La máquina de Mónico Sánchez suponía toda una revolución que cambió el panorama del diagnóstico médico para siempre. Hasta el momento la máquina de Röntgen no era muy práctica para aplicaciones a gran escala. Su coste de fabricación era altísimo y su instalación completa era complicada ya que se trataba de un sistema de máquinas voluminosas que llegaban a pesar varios cientos de kilos. Además, para hacerla funcionar, necesitaba la energía de un generador eléctrico capaz de producir corrientes de alto voltaje. Estas adversidades hacían que el aparato de rayos X de Röntgen solo se pudiera utilizar en algunos hospitales.

    En cambio, el portátil de Mónico Sánchez tenía escasos 10 kilogramos de peso y ocupaba el volumen de una pequeña maleta de viaje. Supuso un gran avance en comparación a los equipos de Röntgen, porque permitía ser transportado con sencillez y desplegado en unos minutos. Para su funcionamiento, sólo necesitaba ser enchufada a la red eléctrica, no necesitaba generadores.



    MÓNICO SÁNCHEZ HACIENDO UNA DEMOSTRACIÓN A UN MÉDICO


    Mónico Sánchez se había ganado la admiración de los ingenieros neoyorquinos. La empresa Collins Wireless Telephone Company de Newark (New Jersey), le como ingeniero jefe con la intención de vender su portátil de rayos X, que pasó a llamarse The Collins Sánchez Portable Apparatus. Frederick Collins ofreció 500.000 dólares a Mónico Sánchez por su invento.

    Además de este invento, registró otra patente, una máquina para la métrica precisa de diversos parámetros eléctricos como la resistencia o el aislamiento.
    Collins se dedicaba especialmente al desarrollo de la telefonía sin hilos, llegando a fusionase con otra, crearon una gran empresa, la Continental Wireless Telephone and Telegraph Company.

    Mónico Sánchez participó en el equipo de ingenieros que desarrolló el primer teléfono sin hilos, capaz de comunicarse a más de cien kilómetros. El problema es que este aparato, con un micrófono de carbón, se calentaba poco a poco y terminaba ardiendo a los 15 minutos de conversación continuada. La empresa de Collins comenzó una gran campaña de propaganda para vender acciones, sugiriendo que la telefonía móvil en coches, trenes y barcos ya era una realidad.

    En 1909, el Aparato Portátil de Rayos X y Corrientes de Alta Frecuencia fue presentado con notable éxito en la III Feria de la Electricidad, una exposición de tecnología eléctrica, celebrada en el Madison Square Garden de Nueva York. Se conserva una foto en la que Mónico Sánchez aparece junto altos directivos de la General Electric de Thomas Edison y de la Westinghouse de Nikola Tesla. En los carteles se leía: “No wires. No poles. No Franchises. The Collins Wireless Telephone Co.” (Sin cables. Sin postes. Sin franquicias. La compañía telefónica inalámbrica Collins).



    MÓNICO SANCHEZ EN LA III FERIA DE LA ELECTRICIDAD EN NUEVA YORK


    Lo cierto es que más que una realidad, la telefonía sin hilos de la Collins Wireless Telephone Company resultó una estafa y cuatro ejecutivos, incluido Collins, acabaron denunciados y sentenciados a prisión. El veredicto judicial aludía a un presunto fraude en sus demostraciones en lugares públicos, limitadas a conversaciones breves para que los teléfonos no echaran chispas. Cuando estalló el escándalo, Mónico ya había abandonado la empresa y regresado a Nueva York, donde, en solitario, fundaba la Electrical Sánchez Company.

    En 1910 intervino en el V Congreso Nacional de Electrología y Radiología de Barcelona, donde firmó contratos para vender cuantos aparatos fabrique. Para comercializar su invento en Europa fundó la European Electrical Company, aunque su fabricación continuaba en EE.UU.

    Entre 1909 y 1911 logró patentar otras máquinas, tal y como aparece en las patentes numeradas como 46537, 49075 y 51029, sobre aparatos de rayos X portátiles y generadores de alta frecuencia.

    El éxito de su invento en Europa, le hizo regresar a España en 1912 con 32 años y convertido en un emprendedor millonario.

    En 1913 construyó con su propia fortuna un centro de alta tecnología en su pueblo natal: el Laboratorio Eléctrico Sánchez. Ocupaba una superficie de 3.500 metros cuadrados, donde montó su laboratorio y fábrica de aparatos portátiles de rayos X. Como Piedrabuena carecía de electricidad, instaló se construyó un sistema de conducción de agua potable y una central eléctrica abastecida por el carbón llegado en carros tirados por mulas. Apenas un año más tarde, el centro era ya una realidad y casi todo el pueblo disponía de electricidad y agua. Entre sus empleados más cualificados estaba un soplador de vidrio alemán que contrató para la elaboración de tubos de vacío.



    LABORATORIO ELECTRÓNICO SÁNCHEZ



    Los portátiles de rayos X se habían vendido a médicos de toda Europa y América, pero este revolucionario invento además salvaría miles de vidas en la I Guerra Mundial.

    Se personó en Francia para conseguir un contrato de venta de sus portátiles mediante concurso, entre los que estaba Marie Curie. Tras entrevistarse Burdeos con autoridades y radiólogos, ganó el concurso. El Ejército francés compró 60 unidades de aparatos Sánchez para el auxilio de los heridos en sus ambulancias de campaña, lo que contribuyó a reducir el número de bajas durante la guerra.
    Mujeres tan grandes para la ciencia como Marie Curie en un bando y Lise Meitner en el otro pudieron utilizar aparatos como este para mejorar el tratamiento de los heridos recorriendo los frentes. Solo en Francia, sacaron más de un millón de radiografías, en las cuales se veían los huesos rotos y las balas alojadas que podrían ser mortales.

    Condecorado por el Gobierno francés, Mónico regresó a su laboratorio para atender pedidos que llegaban de todas las partes del planeta. Colaboró en revistas científicas nacionales y extranjeras, ofrecía conferencias y asistía a congresos siendo nombrado Doctor Honoris Causa en Ciencias Electrotécnicas por la Escola Livre de Engenharia do Rio de Janeiro y por universidades de diversos países.



    AMBULACIA DE CAMPAÑA DEL EJÉRCITO FRANCÉS
    DURANTE LA I GUERRA MUNDIAL



    Sus innovaciones continuaron en el terreno de la electrofísica y la electromedicina. Aportaba máquinas de electroterapia, generadores de corriente y de onda corta, o accesorios como visores para radioscopias, chasis para radiografías, tubos protectores, etc. Diseñó un inhalador de ozono destinado al tratamiento de afecciones bronquiales con vapores de eucalipto. También desarrolló un cauterizador eléctrico de tejidos, invento que utilizaba para tratar daños dermatológicos. Otro de sus innovaciones revolucionarias para la época fue un bisturí eléctrico.

    A lo largo de su vida hizo muchísimas demostraciones públicas de los beneficios que proporcionaba su generador portátil de altas frecuencias. Para ello empleaba tubos y bombillas con pequeñas cantidades de materiales radioactivos, que producían extrañas luminiscencias y fulguraciones. Eran los precursores de los actuales tubos de neón.

    El responsable de la sección médica del laboratorio y fábrica de Mónico Sánchez era su yerno, el doctor José Estébanez López, él y otros médicos fueron los divulgadores de sus innovaciones, consiguiendo curar el terrible ántrax o rebajar la tensión arterial humana.


    ANUNCIO DEL LABORATORIO ELÉCTRICO SÁNCHEZ


    Pero mientras tanto, Mónico Sánchez tuvo que hacer frente a otras dificultades de carácter socio-político: primero, su pueblo era una pequeña villa mal comunicada y con cierto ruralismo que originó un resentimiento de la clase dominante por ser demasiado moderno, y un desprecio de la clase obrera por ser demasiado moderno.

    Mónico celebró la caída de la Monarquía y la llegada de la II República en 1931, pero cuando comenzó la Guerra Civil sufrió la hostilidad de ambos bandos implicados. Primero, los milicianos y autoridades locales afines a la república incautaron sus instalaciones y actividades del laboratorio. Un día fueron a detenerlo, pero como no estaba, se llevaron a su segundo al mando, que fue asesinado. Después, en época franquista, la política autárquica denegó los permisos de importación, lo que propició su ruina económica.

    Además, su familia sufrió el fallecimiento de la esposa y de cinco de sus seis hijos, circunstancias que poco a poco pusieron fin a la industria.

    Aunque continuó diseñando todo tipo de aparatos novedosos, nunca conseguía reunir un equipo de expertos colaboradores, ni volvió a la primera línea del mercado de aparatos radiológicos.

    Hacia el final de su vida en 1961, dejó de vender sus aparatos y tuvo ciertas dificultades económicas, siempre innovando para elevar el nivel de vida de las personas. A pesar de que la tecnología ha avanzado muchísimo en ese campo, éste aparato ha sido utilizado hasta no hace muchos años por numerosos servicios médicos rurales.



    DEMOSTRACIÓN E INSTRUCCIONES DEL PORTATIL DE RAYOS X SÁNCHEZ




    Muchos de los aparatos que fabricó en su pueblo a partir de 1913 se exponen hoy en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, con sedes en La Coruña y Madrid. Tras su muerte el Laboratorio Eléctrico Sánchez se cerró. En la actualidad está ocupado por un colegio, un centro de salud y un centro cultural.
    El físico Manuel Lozano Leyva, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla, narró la apasionante vida y magníficos logros en su libro El gran Mónico. Asegura que se ha convertido en un ejemplo por el cual “en condiciones más adversas que las actuales, es posible no sólo salir adelante, sino llevar a cabo proezas admirables”.

    Según la física, Rosa Martín Latorre, que fue comisaria de una exposición en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología sobre el inventor castellano-manchego: “Es complicado encontrar a alguien innovador, atrevido y osado, capaz de salir de un entorno rural, de hacerse ingeniero sin saber inglés y de convertirse en un emprendedor. Mónico Sánchez fue un personaje muy singular”.




    SALA MÓNICO SÁNCHEZ, MUSEO NACIONAL DE LA CIENCIA DE LA CORUÑA



    COLECCIÓN PROCEDENTE DEL LABORATORIO ELÉCTRICO SÁNCHEZ




    ESPAÑA ILUSTRADA

  3. #3
    sjl
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    Re: Inventores que España olvidó

    Maravillosa la información que nos brindas, compañero. Es un placer conocer sobre nuestros grandes.

  4. #4
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    Re: Inventores que España olvidó



    Alegoría de la Compañía de Guardias Marinas, grabado de Pablo Ganzino


    30 científicos e inventores españoles que cambiaron el mundo y fueron borrados por la Leyenda Negra

    Masson de Morvilliers respondió en «La Enciclopedia Metódica» a la pregunta «¿Qué se debe a España?» con crueldad: «Nada se le debe». No tardó en contestarle Cavanilles, brillante botánico afincado en París, y otros sabios con peso europeo

    César Cervera

    Actualizado:14/11/2019 10:42h



    La Leyenda Negra establece para la historia del Imperio español un esquema basado en la idea de la ruina perpetua, donde el país se hizo con el cetro mundial a espadazos, violaciones y fanatismo tras hallar por casualidad un continente que sufragó todos sus excesos; y luego se pasó hasta 1898 pagando por sus pecados, sus deudas, su atraso crónico y por haberse enfrascado en una empresa por encima de sus posibilidades. Según esta idea extendida, la prepotencia y la ceguera de España evitaron que pudiera coger el tren del progreso a tiempo, dando la espalda sistemáticamente a sus élites más preparadas: los judíos, los reformistas extranjeros como Esquilache o los afrancesados de José I.

    La realidad, sin embargo, es que ningún imperio se forma por casualidad ni se se mantiene cinco siglos cayendo, salvo que lo haga a una velocidad de caída imperceptible al ojo humano. La cifra de los sefardíes que llegaron a salir del país puede que no pasara de las 20.000 personas, según las investigaciones del hispanista Henry Kamen, y «no cabe la menor duda de que los judíos no constituían ya una fuente de riqueza relevante [en Castilla y en Aragón], ni como banqueros ni como arrendatarios de rentas ni como mercaderes que desarrollasen negocios a nivel internacional», en opinión de Joseph Pérez recogida en su libro «Historia de una tragedia: la expulsión de los judíos de España» (Barcelona, Crítica).

    El 1 de febrero de 1792 se inauguró en el Alcázar de Segovia el que fue considerado el mejor laboratorio de química de Europa.

    Sobre las reformas procedentes del extranjero y los afrancesados, cabe recordar que una de las primeras cosas que destruyeron las tropas napoleónicas fue el segundo telescopio más grande del mundo, que estaba en Madrid. Porque, así lo demuestras las cifras, la España previa a la invasión napoleónica no estaba lejos tecnológica y económicamente de Inglaterra o Francia, y superaba en muchos campos a otras potencias como Prusia, Austria y Rusia. Así ocurría en química, medicina o botánica. El 1 de febrero de 1792 se inauguró en el Alcázar de Segovia el que fue considerado el mejor laboratorio de química de Europa. Además, España, sola o asociada a otras Cortes europeas, realizó 63 expediciones durante la Ilustración, más que ninguna otra nación en el mundo, lo que le valió el siguiente elogio del viajero y científico Alexander von Humboldt:




    Retrato de Felipe II, por Sofonisba


    «Ningún gobierno ha invertido sumas mayores para adelantar los conocimientos de las plantas que el gobierno español. Tres expediciones botánicas, las del Perú, Nueva Granada y Nueva España [...] han costado al Estado unos dos millones de francos [...] Toda esta investigación, realizada durante veinte años en las regiones más fértiles del nuevo continente, no solo ha enriquecido los dominios de la ciencia con más de cuatro mil nuevas especies de plantas; ha contribuido también grandemente a la difusión del gusto por la Historia natural entre los habitantes del país».

    Portugal y España no hubieran podido explorar mares, cientos de islas y todo un continente en solitario durante el siglo XVI. Ni hubiera podido Elcano completar la primera circunnavegación a la tierra sin un bagaje naútico y tecnología a la vanguardia. La Casa de la Contratación de Sevilla no fue sino uno de los principales centros de ciencia aplicada del mundo. Y desde luego no se pueden controlar los campos de batalla sin artilleros y constructores de fortalezas de calidad, esto es, matemáticos e ingenieros.

    El interés por la ciencia de Felipe II fue proverbial, aunque la Leyenda Negra (¡Otra vez, la dichosa leyenda!) quiera presentarle como un fanático religioso con interés en ciencias ocultas como la alquimia. El Rey Prudente fundó la primera Academia de Ciencias y Matemáticas (1582) de Europa y uno de los primeros museos de ciencia en la historia con sede en Valladolid, así como promotor de un conjunto de academias matemáticas por todo el imperio.

    Que la España que él y otros reyes crearon no fue el desierto científico que la Leyenda Negra ha contado, y los españoles han creído, se puede comprobar con esta lista de especialistas de múltiples campos que, a su manera, cambiaron el mundo a mejor.



    1.º Primer centro psiquiátrico

    El mito del país de los fanáticos que dominaron los Reyes Católicos se desmonta con un único dato: España tenía la red más amplia de hospitales psiquiátricos de ese periodo. A iniciativa del padre mercedario Juan Gilabert Jofré se había fundado en el sigo XV en Valencia el primer centro psiquiátrico del mundo con una organización terapéutica.

    Al parecer tomó esta decisión tras presenciar el maltrato que se le daba a un loco en una ciudad española. Por eso creó un hospicio para enfermos mentales denominado de los Santos Mártires Inocentes que recogía a los pobres dementes y expósitos, proyecto aprobada por el Papa Benedicto XIII y el Rey Martín I de Aragón.



    2.º Turriano, un canal hasta Toledo

    Juanelo Turriano es conocido como el relojero italiano que acompañó a Carlos V en Cuacos de Yuste, pero fue mucho más que eso. Nacido en Cremona hacia 1500, vino a España para construir efectivamente dos famosos relojes astronómicos, el Mocrocosmo y el Cristalino, capaz de indicar la posición de los astros en cada momento. Sin embargo, el número de ingenios que desarrolló en el país tenían como único límite su imaginación, incluido un autómata con grandes prestaciones.

    El más famoso fue un artificio para elevar el agua desde el río Tajo hasta el Alcázar de Toledo, situado a unos cien metros de altura. La España imperial captó a muchos talentos internos y externos como el suyo para su empresa mundial.


    3.º Domingo de Soto, precursor de Galileo

    Domingo de Soto era un dominico conocido por sus contribuciones en Teología en Derecho dentro de la llamada Escuela de Salamanca, pero menos por su importante aportación a la Filosofía Natural (la Física). Sus trabajos sobre Mecánica, que expuso en su libro «Quaestiones», en 1551, sirvieron de base a los estudios de Galileo.

    Entre otras cosas propuso que la caída de los elementos pesados obedecía a un patrón de movimiento uniformemente acelerado en el tiempo, esto es, que la velocidad de caída de un objeto es directamente proporcional al tiempo. Otro español, Diego Diest, planteó cuarenta años antes el mismo planteamiento, aunque en su caso supuso de forma errónea que la velocidad de caída era directamente proporcional al espacio recorrido en vez de al tiempo. Error en el que también cayó al principio Galileo, antes de corregirlo como Domingo de Soto había apuntado.



    4.º Alonso de Santa Cruz y la variación magnética

    De forma excepcional la Universidad de Salamanca incluyó en sus estatutos de 1561 que en la cátedra de Astronomía podía leerse a Copérnico, cuyo gran valedor fue Juan de Aguilera, profesor de astrología en este centro de 1550 a 1560. En 1594, la lectura se declaró obligatoria y el propio Felipe II costeo personalmente, entre otros, los trabajos de Alonso de Santa Cruz, que fue el primero en describir la variación magnética, y de Juan López Velasco, que describió los eclipses lunares entre 1577 y 1578.

    La teoría heliocéntrica gozó así en España de gran vigencia, mientras Calvino se dedicaba a atacar a Copérnico por osar colocarse por encima del Espíritu Santo y, en 1551, Kaspar Peucer, yerno de Melanchton y profesor como él de la protestante Universidad de Wittemberg, pidió que se prohibiera sus enseñanzas.



    5.º Herrera, el gran arquitecto del siglo XVI

    Juan de Herrera fue un matemático de primer nivel del siglo XVI, cuyos trabajos para Felipe II se materializaron en puentes, presas, canales y, por supuesto, el Real Monasterio de El Escorial, una de las construcciones de mayor envergadura de su tiempo, para la cual empleó unas grúas especiales y técnicas que jamás se habían aplicado a ese nivel. Herrera, además, creó las esclusas que permitieron la navegación por los canales de Aranjuez. En «Su Discurso sobre la figura cúbica» plasmó sus conocimientos de geometría y matemáticas, mientras que su participación en algunas de las campañas militares de Carlos V demostraron que no le importaba mancharse las manos de barro.




    Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.



    6.º Miguel Servet, un aragonés en Ginebra

    Filósofo, teólogo, filólogo, geógrafo, astrónomo, fisiólogo y médico. Miguel Servet es un personaje central del siglo XVI, cuyo descubrimiento sobre la circulación sanguínea sería años después fundamental para toda la ciencia médica. Sin embargo, el aragonés es hoy recordado casi en exclusiva por su enfrentamiento con el reformistas Calvino, que ordenó que quemaran a Servet extramuros de Ginebra, en una zona llamada Champel, el día 27 de octubre de 1553. La muerte fue especialmente agónica debido a que los maderos de la hoguera estaban húmedos y tardaron en arder.

    Antes de su muerte, incluyó en una obra de carácter teológico la primera descripción de todo Occidente de la circulación menor, aquella que ocurre entre el corazón y los pulmones para oxigenar la sangre, si bien no tuvo impacto en la comunidad científica de su tiempo por ser un autor bastante desconocido. En vida solo fue conocido por un escrito sobre jarabes que alcanzó seis ediciones.



    7.º Lastanosa, «maquinario» e inventor

    El oscense Pedro Juan de Lastanosa fue un ingeniero de máquinas, inventor y tratadista de obras de hidráulica del siglo XVI. Ayudante del cosmógrafo e ingeniero de Carlos V Jerónimo Girava, colaboró con él en la traducción de la «Geometría Práctica» de Fineo y en diversas obras de ingeniería hidráulica. En 1563 pasó al servicio de Felipe II como «maquinario» y «maestro mayor de fortificaciones», en cuyo puesto intervino en diversas obras de ingeniería, como la Acequia Imperial de Aragón, los riegos de Murcia, las fortificaciones de los Alfaques o las mediciones topográficas para hacer un mapa de España junto a Esquivel. Inventó varias máquinas inéditas como un molino de pesas.



    8.º Nicolás Monardes, pionero en botánica

    Nicolás Monardes fue uno de los autores más importantes del Siglo de Oro de la ciencia española, cuya obra fue ampliamente difundida en toda Europa por las descripciones botánicas de especies americanas, totalmente desconocidas en Europa, como el tomate, la patata o el tabaco. En poco más de cien años sus obras alcanzaron cuarenta y dos ediciones en seis idiomas. Fue, además, el primer autor conocido en informar y describir el fenómeno de la Fluorescencia (un tipo particular de luminiscencia), en su libro «Historia Medicinal» (Sevilla, 1565), donde describe el extraño comportamiento de ciertas infusiones de Lignum nephriticum.



    9.º Los 50 inventos de Ayanz y Beaumont

    El navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue un inventor, ingeniero, científico, administrador de minas, comendador, regidor, gobernador, militar, pintor, cantante y compositor de música del siglo XVI que patentó medio centenar de inventos. Entre sus innovaciones figuran métodos metalúrgicos, balanzas de precisión, equipos para bucear, hornos, destiladores, sifones, instrumentos para medidas de rendimiento en máquinas, molinos hidráulicos y eólicos, molienda por rodillos metálicos, presas de arco y bóvedas, bombas hidráulicas de husillo y para achique de barcos, eyectores y máquinas de vapor. Muchas de estas invenciones se adelantaron un siglo a las que se desarrollarían en Inglaterra durante la Revolución Industrial.



    10.º Hugo de Omarique y el elogio de Newton

    Antonio Hugo de Omerique fue un matemático gaditano completamente olvidado que nació en el siglo XVII. Se sabe que escribió un tratado de aritmética y dos de geometría que no llegaron a publicarse y que se perdieron. No así su «Analysis geométrico», muy difundido en Europa y que Isaac Newton elogió en los mejores términos. Omerique presentó en esta obra un nuevo método para la resolución de problemas geométricos, usando y desarrollando las proporcionales, algo revolucionario para la época. Que su obra llegara hasta Inglaterra da fe de que la España de la época estaba totalmente conectada a Europa.



    11.º Celestino Mutis: la corteza jesuita

    José Celestino Mutis y Bosio consagró su vida a la medicina, a la geografía, a la difusión de las ciencias útiles, a la Ilustración y al estudio de la flora y la fauna de Nueva Granada. La mayor aportación a la ciencia terapéutica de este sacerdote se centró en el estudio de los aspectos botánicos, agrícolas, comerciales y médicos de la exótica droga llamada «quina» o «cascarilla». Este «oro verde», que se extraía de la corteza de una especie de árbol originario de América del Sur en la selva lluviosa de Amazonia, fue introducido en Europa por los jesuitas ya en el siglo XVII como poderoso febrífugo, del que se dijo que «fue para la medicina lo que la pólvora para la guerra».




    José Celestino Mutis, botánico y matemático


    El empleo de la quina para combatir el paludismo, fiebres tercianas y otras enfermedades similares puso en cuestión las teorías medievales de que las enfermedades frías había que combatirlas con sustancias calientes, y viceversa. Gracias a los usos hallados por Mutis, la Real Botica española se convirtió en el centro receptor de estas corachas de esta planta (considerada demoníaca por el mundo protestante) y, con ello, llegó a convertirse en uno de los templos científicos más importantes de Europa. El Colegio de Cirugía que desarrolló, en base a un plan de estudios de la medicina moderna, se copió en el extranjero y se exportó por todo el mundo.



    12.º Jorge Juan: el hombre que midió la tierra

    El militar y científico Jorge Juan fue el primero en medir la longitud del meridiano terrestre en una expedición naval realizada entre 1736 y 1744. Protegido por el Marqués de Ensenada, que le envió como espía Inglaterra a conocer las técnicas de construcción naval de este país, Jorge Juan fue recompensado por esta tarea con el nombramiento en 1752 de Director de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Allí experimentó él mismo en la construcción naval con resultados, basados en cálculos matemáticos, que impresionaron a los ingleses.
    Desgraciadamente, con la caída de Ensenada las técnicas de Jorge Juan serían desechadas en favor del tipo de construcción naval francesa, más atrasado pero defendida por los sustitutos de Ensenada. El conocido como «el Sabio español» en el extranjero elaboró en sus últimos años de vida un plan para una expedición que calculara el paralaje del Sol, es decir, la medición exacta de su distancia a la Tierra.



    13.º Antonio de Ulloa: el descubridor del platino

    El marino Antonio de Ulloa fue quien dio a conocer a Europa el platino, un elemento químico de número atómico 78, que halló en Esmeraldas (Ecuador), aunque técnicamente quien figura como su descubridor es un autor británico que estudió sus propiedades. Ulloa, que en cualquier caso le dio el nombre y la publicidad al elemento, participó en múltiples tareas científicas y contribuyó a que la Armada fuera un cuerpo ilustrado bajo la protección también de Ensenada.



    14.º Félix de Azara, fundamental para Darwin

    Félix de Azara fue un militar, cartógrafo y científico español enviado a Paraguay por Carlos III a trazar las fronteras del Imperio español. Aburrido por su tarea militar, Azara se dedicó a catalogar hasta 448 especies (preferentemente pájaros), corrigiendo por el camino la identificación y descripción de muchas especies sudamericanas que el famoso francés Conde de Buffon había anotado mal. Su trabajo facilitó que Charles Darwin desarrollara su teoría sobre «El Origen de las Especies», como el propio británico reconoció. El naturalista inglés que desarrolló la idea de la evolución biológica a través de la selección natural cita a Félix de Azara una quincena de veces en su «Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo», dos en «El origen de las especies» y una «El origen del hombre».



    15.º El descubridor español del vanadio

    Si bien España no figura como descubridor del platino, si lo hace en otros dos elementos químicos. Uno de ellos el vanadio, injustamente atribuido de forma conjunta a un sueco y un español. Y es que en 1801, al examinar muestras minerales procedentes de Zimapán en el actual Estado de Hidalgo en México, el madrileño Andrés Manuel del Río llegó a la conclusión de que había encontrado un nuevo elemento metálico. Un año después entregó muestras de su hallazgo a Alexander von Humboldt, quién los envió a Hippolyte Victor Collet-Descotils en París para su análisis.

    Del Río se retractó de su afirmación, pero treinta años después el elemento fue redescubierto en 1831 mientras el químico sueco Nils Gabriel Sefström trabajaba en un óxido obtenido de minerales de hierro

    Collet-Descotils analizó las muestras e informó de forma equivocada de que contenía solo cromo, por lo que von Humboldt, a su vez, rechazó la pretensión de Del Río sobre un nuevo elemento. Del Río rectificó públicamente, pero treinta años después el elemento volvió a ser descubierto, en 1831, mientras el sueco Nils Gabriel Sefström trabajaba en un óxido obtenido de minerales de hierro. Sefström lo llamó vanadio en honor a la diosa escandinava Vanadis, nombre que oficialmente mantiene hoy.



    16.º Descubridor de la «thenardita»

    El catedrático de Química del Real Conservatorio de Artes José Luis Casaseca y Silván también tiene difícil que se vincule su nombre con su descubrimiento, aunque en su caso se debe a su humildad. En 1826, logró dar con el mineral de la «Thenardita», pero él mismo pidió que el nombre se le diera al francés L. J. Thenard, quien había sido su profesor durante tres años en París. Su generosidad jugó en contra de su fama.



    17.º El wolframio, un metal escaso

    Únicamente el wolframio o tungsteno figura como elemento químico aislado en exclusiva en territorio español, en su caso por los hermanos Fausto y Juan José Elhuyar hacia 1783. Este metal escaso y muy valioso fue el primer elemento químico descubierto sin ser extraído directamente de la naturaleza, ya que no existía en forma libre, sin combinar químicamente.



    18.º Una expedición que cambió el mundo

    El médico Javier Balmis y Berenguer es más conocido por su aportación a las causas humanitarias que por gloria de la ciencia, si bien ambas cosas están íntimamente relacionadas. Este militar que llegó a ser el médico personal de Carlos IV convenció a este Rey y sus ministros para promover una expedición que esparciera, de forma altruista, la vacuna de la viruela a lo largo del globo. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna contra la Viruela (1803-1814) recorrió La Coruña, Puerto Rico, Venezuela, Cuba, México, Texas, Colombia, Chile, Filipinas e incluso hicieron varias incursiones en territorio chino. Aquello salvó una cantidad indeterminada de vidas de una enfermedad que, ricos o pobres, padecía todo el mundo a lo largo de su vida.



    19.º El ingenio que planificó San Petersburgo

    Agustín de Betancourt fue uno de los científicos europeos más influyentes de su tiempo. Este ingeniero civil y militar, arquitecto, ensayista, precursor de la radio, telegrafía y la termodinámica trabajó para el Reino de España y el Imperio Ruso en diversos proyectos. Por encargo del Zar Alejandro I diseñó y planificó el desarrollo urbanístico de varias ciudades rusas, entre ellas San Petersburgo. Asimismo, diseñó la primera máquina a vapor continental y varios globos aerostáticos. Para España fundó la primera Escuela de Ingenieros de Caminos y Canales en 1802.



    20.º La contribución a la lucha contra el cólera

    Jaume Ferrán i Clua, médico y bacteriólogo de finales del siglo XIX, elaboró una vacuna contra el cólera, con gran éxito en su uso en una epidemia en Valencia, y descubrió curas también contra el tifus y la tuberculosis.



    21.º Una calculadora revolucionaria

    Ramón Silvestre Verea (1833-1899), creó la calculadora más avanzada de su tiempo, capaz de realizar multiplicaciones de forma directa, una innovación que dejó obsoletas a las calculadoras de la época que solo realizaban sumas básicas.

    El aparato del español comenzó a gestarse en Nueva York, en donde trabajaba como periodista. Él mismo se formó por su cuenta en ingeniería y mecánica, estudios que culminó en 1878 con la creación de esta calculadora formada por un cilindro metálico de diez lados, cada uno de los cuales tenía una columna de agujeros con otros diez diámetros diferentes. Con un solo movimiento de manija, se conseguían realizar sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Verea, de procedencia po

    Su innovador sistema de cilindros le sirvieron para aparecer en la revista Scientific American y para ganar una medalla en la Exposición Mundial de Inventos de Cuba en 1878.



    22.º Pagés Miravé, el inventor de la epidural

    Fidel Pagés Miravé fue un médico militar del siglo XIX que trabajó en Melilla durante la Guerra del Rif, donde pudo ensayar un método experimental para anestesiar a los heridos del conflicto, que no eran pocos. En junio de 1921, Fidel Pagés publicó en una revista fundada por él su método, que llamaba Anestesia Metamérica, lo que hoy se conoce como epidural, lo que apenas tuvo eco en la comunidad internacional. Achilles Dogliotti, un médico italiano, se arrogó en 1932 el mérito de haber descubierto la anestesia epidural tras probablemente leer el artículo de Pagés, que falleció una década antes. La comunidad internacional aplaudió la aportación de la medicina italiana al acervo universal.



    23.º El mejor dirigible de su tiempo era español

    Leonardo Torres Quevedo fue un ingeniero de caminos cántabro que dirigió de forma sobresaliente el Laboratorio de Mecánica Aplicada y desarrolló el primer dirigible español, muy por encima del resto de modelos europeos. La empresa francesa Astra tomó buena nota de ello y le compró la patente. Incansable, el cántabro también es conocido por diseñar el primer teleférico mecánico y la primera máquina calculadora.



    24.º El drama del submarino de Peral

    Isaac Peral no inventó el submarino como tal, pero este científico, marino y militar de Cartagena, teniente de navío de la Armada, desarrolló el primer submarino torpedero que se propulsaba por medio de la energía eléctrica. Su nave superó las pruebas técnicas, pero las autoridades desecharon el invento de Peral, que tras retirarse de la Marina se dedicó a restablecer su prestigio dañado.




    El Peral en 1888.



    25.º El primer libro electrónico

    La maestra de escuela Ángela Ruiz Robles inventó en los años cuarenta del pasado siglo «el libro mecánico», considerado un precedente directo del libro electrónico. El ingenio desplegaba temas del saber y los interconectaba a través de un sistema de resortes y aire comprimido que incluía luces y circuitos electrónicos. Todo ello comprimido en el espacio que ocupa un estuche escolar. Alberto G. Ibáñez recuerda en su libro «La Leyenda Negra: Historia del odio a España» (Almuzara) que esta mujer viuda con tres hijas, además, patentó en 1962 otro prototipo de libro que «se recargaba con carretes donde se incluían las lecciones que debían estudiarse; desde el inglés, la lengua o las matemáticas». Su invento nunca fue comercializado.



    26.º El inventor del petróleo sintético

    El aragonés Rafael Suñén inventó el petróleo sintético a partir del carbón vegetal, fórmula que era mucho más barata. Como también explica Alberto G. Ibáñez en «La Leyenda Negra: Historia del odio a España» (Almuzara), su innovación atrajo el interés de los gobiernos francés y británico, pero él se negó, «empeñado en que se explotara en España. Cuando se inició la Guerra Civil fue arrestado por el Gobierno republicanos en Madrid e ingresa en la cárcel Modelo, de donde “desaparecería” como otros tantos de la época».

    Su escafandra está considerada una de las mayores aportaciones europeas a la conquista del espacio



    27.º Herrera Linares: el primer traje espacial

    El ingeniero militar Emilio Herrera Linares diseñó en los años treinta del pasado siglo un aerostato de 24.000 metros cúbicos, 36 metros de diámetro y 1.740 kilos de peso, con el objeto de superar los 20.000 metros de altura. Para alcanzar esa altura, Herrera entendió que necesitaba un traje adecuado, con un revestimiento de tres capas: «Como resultado de estos estudios y ensayos consiguientes, quedó construida la primera escafandra del espacio que haya existido y se haya ensayado en el mundo», anotó el granadino.

    Debido al estallido de la Guerra Civil, Emilio Herrera no pudo probar su traje, que fue destruido y la tela del globo con el que pensaba ascender hasta la estratosfera fue utilizada por los soldados republicanos para hacer abrigos. Aunque su invento acabó llegando a oídos de la NASA, rechazó una oferta para trabajar con ellos y, aunque monárquico, conservador y liberal, permaneció en el exilio, donde ejerció de presidente del gobierno republicano en el exilio entre 1960 y 1962. Su escafandra está considerada una de las mayores aportaciones europeas a la conquista del espacio.



    28.º Primer aparato de rayos X portátil

    Mónico Sánchez fue un ingenio cluniense que inventó en 1907 un aparato de rayos X portátil, aproximadamente de diez kilogramos, utilizado en numerosos hospitales europeos y americanos. Su invento salvó muchas vidas y le colocó entre los científicos más demandados de EE.UU., donde llegó a trabajar como ingeniero. Fue también un pionero de la telefonía sin hilos.



    29.º Inventor del autogiro

    El murciano Juan de la Cierva, ingeniero de caminos, canales y puertos, fue el inventor del girocóptero y un pionero del aire a nivel mundial. La empresa The Cierva Autogiro Company LTD, con sede en Londres, suministró estos aparatos por todo el mundo y le convirtió en una figura mediática. En su aterrizaje en EE.UU. se dio el lujo de llegar a los mandos de su autogiro al jardín de la Casa Blanca, donde fue agasajado por el presidente H. C. Hoover. El 18 de septiembre de 1928 aumentó su fama mundial tras conseguir atravesar el Canal de la Mancha por primera vez con su ingenio.



    30.º Cirugía pionera del oído

    Antolí Candela, cirujano del siglo XX, fue todo un pionero en operaciones de estapedectomía y en devolver el oído a los sordos. El valenciano aportó las primeras actuaciones de cirugía plástica bajo una asepsia y anestesia endonasal, incluyendo novedosos tratamientos de decorticación en el rinofima. Practicó también la faringología.







    Fachada de la Universidad de Salamanca


    Una lección de historia para combatir el mito

    A principios de este año, el catedrático de la Universidad de Granada José Ramón Jiménez Cuesta impartió la conferencia «El mito del atraso científico español durante la Revolución Científica» en el Centro Artístico Literario y Científico de Granada. Un trabajo que se puede consultar vía online y sirve para desmitificar la corriente de opinión que sostiene que, coincidiendo con el inicio de la Revolución Científica, se produjo un atraso en España que condicionó su desarrollo científico hasta hoy. «España estuvo al día de los conocimientos científicos más relevantes en el siglo XVI y comienzos del siglo XVII y hubo personas que hicieron contribuciones decisivas que, por desgracia, han pasado desapercibidas o han sido intencionalmente olvidadas», defiende este catedrático como punto de partida de su ponencia.

    Entre los campos cultivados en ese Siglo de Oro español, Jiménez Cuesta reivindica el valor científico de la Casa de la Contratación de Sevilla, fundada para formar a profesionales en astronomía, cosmografía, diseño de instrumentos de navegación y demás conocimientos necesarios para mantener abierta la travesía entre América y España. En palabras de este catedrático, esta institución del saber se «convirtió con el tiempo en una especie de Cabo Cañaveral de la Astronomía y el Arte de Navegar y un centro absolutamente receptivo a todas las ideas y conocimientos que llegaban de todas partes del mundo».

    «Con el paso del tiempo, la hegemonía científica de Francia (país católico) o Inglaterra (anglicano) tiene que ver más con cuestiones económicas que religiosas»

    Otro mito que este catedrático intenta desmontar en su trabajo es la idea de que España no entró en la Revolución Científica debido a su condición de país católico. «Este es un tópico sin fundamento. Lo único que podemos decir es que hay una correlación temporal entre la Revolución Científica y la Reforma Protestante. La reforma, se considera que comienza en 1517, prácticamente la misma fecha en la que Copérnico publica el “Comentarioulus”. Hubo grandes científicos católicos, Copérnico, Galileo, Pascal y grandes científicos protestantes o anglicanos como Kepler y Newton. Había científicos católicos en cortes protestantes y a la inversa. Con el paso del tiempo, la hegemonía científica de Francia (país católico) o Inglaterra (anglicano) tiene que ver más con cuestiones económicas que religiosas».




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.abc.es/historia/abci-28-...i=noticia-foto

  5. #5
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    Re: Inventores que España olvidó

    El supuesto retraso científico español. Elvira Roca Barea

    Intervención de María Elvira Roca en la presentación del libro "Cuatro siglos de Ingeniería española en Ultramar. Siglos XVI-XIX", de María Antonia Colomar Albájar e Ignacio Sánchez de Mora y Andrés.

    En la sede de la Asociación de Ingenieros Profesionales de España el 12 de febrero de 2020.





    https://www.youtube.com/watch?v=Mx_X-9H98oc


  6. #6
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    Re: Inventores que España olvidó

    Cinco españoles olvidados que cambiaron el mundo luchando contra epidemias y salvando miles de vidas





    Salvo en momentos concretos y en algunos campos, España ha gozado a lo largo de la historia de una nutrida corte de médicos, inventores y grandes científicos al mismo nivel que el llamado mundo civilizado

    César Cervera

    Actualizado:16/03/2020 13:56h



    Cuando Miguel de Unamuno pronunció aquella imprudente frase de «¡que inventen ellos!» lo dijo contagiado por algunos de los tópicos que extranjeros y nacionales pensaban sobre España, representada por la Leyenda Negra y los prejuicios de la Ilustración como un páramo cultural y científico. No en vano, la realidad es que, salvo en momentos concretos y en algunos campos, España ha gozado a lo largo de la historia de una nutrida corte de médicos, inventores y grandes científicos al mismo nivel que el mal llamado mundo civilizado. Dentro del humanismo cívico del que Austrias y algunos Borbones quisieron revestir al imperio hispánico hubo espacio, sobre todo, para los avances relacionados con la medicina y la botánica. Cuestión aparte es que la mayoría de los españoles lo desconozca.


    1.º La corteza que combatió la fiebre extrema

    José Celestino Mutis y Bosio (Cádiz, 1732) consagró su vida a la medicina, a la geografía, a la difusión de las ciencias útiles y al estudio de la flora y la fauna de Nueva Granada. Sin embargo, la mayor aportación a la ciencia terapéutica de este sacerdote se centró en el estudio de los aspectos botánicos, agrícolas, comerciales y médicos de la exótica droga llamada «quina» o «cascarilla». Este «oro verde», que se extraía de la corteza de una especie de árbol originario de América del Sur en la selva lluviosa de la Amazonia, fue introducido en Europa por los jesuitas españoles ya en el siglo XVII como poderoso febrífugo, del que se dijo que «fue para la medicina lo que la pólvora para la guerra».


    En el mundo anglosajón, sin embargo, la quina fue durante mucho tiempo calificada de «corteza satánica»


    El empleo de la quina para combatir el paludismo, fiebres tercianas y otras enfermedades similares revolucionó las teorías medievales de que las enfermedades frías había que combatirlas con sustancias calientes, y viceversa. Gracias a los usos hallados por Mutis, la Real Botica española se convirtió en el centro receptor de estas corachas de esta planta y, con ello, llegó a convertirse en uno de los templos científicos más importantes de Europa. El Colegio de Cirugía que desarrolló, en base a un plan de estudios de la medicina moderna, se copió en el extranjero y se exportó por todo el mundo.

    En el mundo anglosajón, sin embargo, la quina fue durante mucho tiempo calificada de «corteza satánica» y se negó su uso para tratar a personas contagiadas por fiebres extremas.


    2.º La lucha contra la viruela

    Incluso antes de que el británico Edward Jenner desarrollara un método contra la viruela tras darse cuenta de que las ordeñadoras de vacas no contraían la enfermedad porque estaban expuestas a la versión bovina del virus, varios científicos españoles, como Pedro Manuel Chaparro, habían probado ya con éxito métodos para inocular el virus en Chile, Perú y otros rincones del Imperio. Sin embargo ni el británico ni otros médicos hicieron mucho por extender la cura por el mundo, tarea que desempeñó un médico alicantino hoy casi desconocido.

    Javier Balmis y Berenguer es más conocido por su aportación a las causas humanitarias que por gloria de la ciencia, si bien ambas cosas están íntimamente relacionadas. Este militar que llegó a ser el médico personal de Carlos IV convenció a este Rey y sus ministros para promover una expedición que esparciera, de forma altruista, la vacuna de la viruela a lo largo del globo. Para lograr que la vacuna resistiese durante la travesía, el alicantino recurrió a una veintena de niños huérfanos, a falta de voluntarios, que fueron pasándose el virus de uno a otro.




    El María Pita, navío fletado para la expedición, partiendo del puerto de La Coruña en 1803 (grabado de Francisco Pérez).


    La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna contra la Viruela (1803-1814) recorrió La Coruña, Puerto Rico, Venezuela, Cuba, México, Texas, Colombia, Chile, Filipinas e incluso hicieron varias incursiones en territorio chino. Aquello salvó una cantidad indeterminada de vidas de una enfermedad que, ricos o pobres, padecía todo el mundo a lo largo de su vida. El científico y divulgador Alexander von Humboldt avaló aquel viaje «como el más memorable en los anales de la historia».


    3.º Una solución al cólera

    Durante la epidemia de cólera de 1885 surgida en Valencia el doctor Jaime Ferrán y Clua, pionero de la bacteriología, consiguió realizar con éxito cientos de vacunaciones en pueblos de la costa levantina, aunque se mostró incapaz de frenar el avance de la letal enfermedad hacia el interior de España. Se calcula que llegaron a morir diariamente en España de quinientas a seiscientas personas.

    Además de al cólera debió enfrentarse a parte de la clase médica francesa y española, que tardaron en reconocer la efectividad de su vacuna. Finalmente, su brillante trabajo fue reconocido por la Academia de Ciencias de París, que le concedió en 1907 el Premio Bréant.

    Jaume Ferrán i Clua (Corbera de Ebro, Tarragona, 1851) desarrolló su vacuna contra el cólera, además de otras contra el tifus y la tuberculosis, justo unos meses antes del nacimiento de la primera vacuna antirrábica de Pasteur, cuyos trabajos siguió muy de cerca. El médico catalán también fue responsable de una serie de medidas profilácticas de las infecciones para los soldados durante la Primera Guerra Mundial


    4.º Un gran desconocido contra la difteria

    Lejos de los grandes monumentos funerarios, en la periferia de los cementerios que dan descanso a personas de finales del siglo XIX, hay una infinidad de pequeñas tumbas con huéspedes aún más pequeños, todos fallecidos en fechas muy parecidas. Son los lugares de descanso de los miles de niños madrileños afectados por la difteria, una enfermedad que se ensañó con España y con los más pobres de la capital.

    Un doctor hoy olvidado trabajó más que nadie para remediar esta tragedia en la ciudad. El canario Vicente Llorente, que había estudiado en laboratorios de París y Berlín los avances de la sueroterapia, pagó de su propio bolsillo la compra de suero antidiftérico y fundó en España el Instituto Microbiológico de Sueroterapia. El médico canario no solo exportó del extranjero esta cura, también creó un modelo de producción científico e industrial del suero para España, aunque también se usó en otros países, que ayudó a salvar miles de vidas.

    Un artículo de ABC de 1923 titulado «El Instituto Llorente. Una gran obra científica, humanitaria y patriótica» describió así los logros de su vida:

    «Una ráfaga de emoción, que es orgullo noblemente patriótico y gratitud entrañablemente humana, envuelve el espíritu de todo aquel que visita la institución que con acierto fundó en Madrid el doctor Vicente Llorente y Matos. El Doctor Llorente consagró de por vida cuanto poseía: ciencia, tiempo y fortuna a la creación dos servicios: el de la curación de la difteria, en cuya estadística aparecen más de 20.000 casos, todo un pueblo infantil, y el antirrábico, que registra más de 4.000 tratados por el método de Pasteur. La elocuencia de estos datos está por encima de los elogios. Es lo redentoramente divino en lo humano… El alma del fundador alienta en su fundación. Orden, método, ciencia y conciencia, rectitud de juicio clínico, vocación al sacrificio, fueron y son las normas de vida del Instituto Llorente».


    5.º El descubrimiento sobre la fiebre amarilla

    Hoy en día, la fiebre amarilla o vómito negro (también llamada plaga americana) es una enfermedad que solo acapara titulares en África y en regiones subdesarrolladas. No obstante, durante mucho tiempo esta patología transmitida por mosquitos de los géneros Aedes y Haemagogus supuso un lastre para el proceso de poblamiento y colonización de América, especialmente en las áreas subtropicales y tropicales de Sudamérica, pues sobre todo afectaba a los que venían de Europa. La transmisión de la fiebre amarilla fue durante siglos un misterio para la ciencia hasta que, en 1881, el español Carlos Finlay descubrió el papel del mosquito que lo transmite.




    Juan Carlos Finlay Barres


    Juan Carlos Finlay Barres (Puerto Príncipe, Cuba) llevó a cabo importantes estudios sobre la propagación del cólera en La Habana a partir de 1868. Su principal aporte a la ciencia mundial fue su explicación del modo de transmisión de la fiebre amarilla, que durante años fue debatida y descartada por otros científicos. Finlay y su único colaborador, el médico también español Claudio Delgado Amestoy, realizaron, desde el propio año 1881, una serie de inoculaciones experimentales para tratar de demostrar al mundo que se transmitía por los mosquitos.

    Entre 1893, 1894 y 1898, Finlay divulgó a nivel mundial las principales medidas que se debían tomar para evitar las epidemias de fiebre amarilla: destrucción de las larvas de los mosquitos transmisores en sus propios criaderos y prevención en temporadas más húmedas. A pesar de las persistentes dudas de la comunidad científica, su método de erradicación logró eliminar la enfermedad de La Habana hacia 1901 y en pocos años se volvió una rara avis en el Caribe.

    En 1902, al proclamarse la independencia de Cuba, Finlay fue nombrado jefe de Sanidad del nuevo estado. Desde este cargo encaró la última gran epidemia de fiebre amarilla que se registró en La Habana, en 1905, la cual fue eliminada en cuestión de tres meses.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.abc.es/historia/abci-cin...AXt4qi5Yz1s28A
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

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    Re: Inventores que España olvidó

    Blasco de Garay fue un marino español que en 1543 inventó el primer buque de vapor que registra la historia del mundo. En el Archivo de Simancas existen documentos que prueban que en aquel año Garay hizo funcionar un barco a vapor con ruedas…Aunque él no lo pudo desarrollar, este hombre ya tenía en su cabeza que el vapor movería el mundo mucho antes que Watt….Y eso que se acaban de cumplir 515 años de su nacimiento. Otros inventos creados por Garay estuvieron destinados a equipar los buques de guerra de bajo y alto bordo (galeras y naos) de la Armada Imperial Española. Por Emilio de la Vega





    https://www.facebook.com/groups/6960...4389423610465/
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  8. #8
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    Re: Inventores que España olvidó

    Observaciones astronómicas y físicas hechas en los reinos del Perú

    Jorge Juan y Santacilia (1713-1773), nacido en Alicante, Valencia, fue un humanista, ingeniero naval y científico. Uno de los eruditos preponderantes de la Ilustración española, este hombre versátil promovió las ideas del movimiento en su país y gozó de prestigio en toda Europa, donde se lo conocía como «el sabio español». Sus observaciones condujeron a mejoras en el sistema métrico y permitieron determinar la forma exacta de la Tierra al demostrar que no era perfectamente redonda. También desempeñó un papel decisivo en la reforma de los astilleros durante el reinado de Fernando VI y en la mejora de la educación académica de los guardias marinas. Fue autor de Examen marítimo, una importantísima guía para la construcción de buques que se publicó en 1771 y se tradujo a todas las lenguas europeas. Midió la longitud del meridiano de la Tierra y así demostró que el planeta era plano en los polos. En 1735 fue elegido, junto con Antonio de Ulloa, para unirse a una expedición franco-española que iba a medir el ecuador, determinar el grado de aplanamiento en los polos y perfeccionar una teoría sobre la forma de la Tierra. Regresó a España en 1745. En 1748, publicó la obra que se presenta aquí, Observaciones astronómicas y físicas, hechas de orden de S. M. en los reinos del Perú, así como Relación histórica del viaje a la América meridional. En 1751, fue nombrado director de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, donde se impartía la educación naval más avanzada de la época. Entre otras iniciativas, fundó el Observatorio Astronómico de Cádiz y creó la Asamblea Amistosa Literaria, predecesora de la Academia de Ciencias. Durante sus últimos años, se desempeñó como diplomático en Marruecos y como asesor en diversos asuntos del Ministerio de Estado y del Consejo de Castilla en Madrid.


    https://www.wdl.org/es/item/15014/view/1/1/












    _______________________________________

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  9. #9
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    Re: Inventores que España olvidó

    Gregorio López.

    Autor desconocido. Siglo XVIII

    #ColeccionesDelVirreinato #ContigoEnLaDistancia

    El personaje de este cuadro aportó valiosos conocimientos medicinales que han entrelazado la tradición europea y la prehispánica, mediante su libro Tesoro de medicinas para todas enfermedades. En su época, el manuscrito se distribuyó sin estar impreso y fue de gran ayuda para atender los problemas de salud más comunes, como la mordedura de perro rabioso, los ojos salidos afuera, la orina que se detiene, la orina podrida o materia en el caño, o las piedras en la vejiga o riñones, entre muchas otras dolencias.
    Gregorio López, “Venerable Varón” o el “Siervo de Dios”, como era conocido por su condición de ermitaño, no obtuvo un título médico, sino que sus conocimientos fueron resultado del empirismo adquirido mientras vivió en lugares remotos donde no había ni cirujanos ni boticas. Nacido en España en 1542, llegó a Veracruz a los veinte años. Vivió siete años al lado de los chichimecas en Zacatecas; posteriormente, en el Hospital de Santa Cruz de Oaxtepec, donde se cultivaban plantas medicinales, tuvo oportunidad de reflexionar sobre los remedios basados en la herbolaria. Pasó sus últimos años en el pueblo de Santa Fe en Tacubaya, cerca de la ciudad de México. Su obra permite acercarnos a las prácticas populares de la medicina en el siglo XVI.

    Texto: Alejandra Cortés, investigadora del MNV.







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  10. #10
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    Re: Inventores que España olvidó

    ¿Atraso científico en España?





    https://www.youtube.com/watch?v=O7Pmg2TauZE

  11. #11
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    Re: Inventores que España olvidó


    Castillo de Coruña del Conde y avión conmemorativo del pionero de la aviación española Diego Marín Aguilera

    Un visionario llamado Diego Marín de Aguilera


    Un hombre que figura en las páginas de oro de la aviación española


    Last Updated: 31 marzo 2022


    Pues… la verdad es que sí. Lo voy a decir una vez más porque parece que nunca termina de calar: España ha sido cuna de pioneros, patria de una creación inigualable que ha basculado en un prisma multidisciplinar difícilmente igualable.

    Hombres y mujeres de ciencia cuyo legado está mucho más presente en nuestros días de lo que, a priori, podríamos pensar. ¿Y de qué va esto?, ¿a qué cacharro doméstico vas a hacer referencia? Porque suponemos que esto que cuentas va en la línea de “gracias a la inventiva de la II Guerra Mundial hoy tenemos microondas en nuestras casas y tal”. Hummm.. no. De lo que vengo a hablar es de algo mucho más sustancial. Y además íntimamente ligado con uno de los sueños primigenios del ser humano: volar.


    Monumento conmemorativo del vuelo de Diego Marín Aguilera en 1793.

    Iluminemos pues, un marco histórico para contar la historia de un visionario llamado Diego Marín de Aguilera. Estamos en un pequeño pueblo de la Ribera del Duero, en el corazón castellanoleonés y en fechas postrimeras del siglo XVIII. La villa, burgalesa para mejor situación, es Coruña del Conde; un lugar que, en plena proyección ultramarina del Imperio, vio nacer al que sería Obispo de Popayán: Agustín Gormaz Velasco.

    Pues allí vivía don Diego, el mayor de siete hermanos, tipo humilde,sumido en sus quehaceres del pastoreo y, desde muy pequeño, gran observador. Y aquí radicaba la clave… el fuerte de nuestro protagonista: en la contemplación y su consecuente análisis. Le obsesionaba el vuelo de las aves. Examinó todo lo que pudo y más la estructura corpórea de buitres, águilas, milanos, gavilanes y otras aves del lugar cazándolas y diseccionando como el mejor de los cirujanos la mecánica de sus alas. Estudiando su peso, la distribución o la química de la materia.

    Así pasó Diego no pocos años de su vida, creando un gabinete donde ir documentando todo lo que iba aprendiendo sobre la marcha hasta que, un buen día, decidió que con los datos recabados bien podría lanzarse a construir un artefacto con el que poder sentirse pájaro. Y por supuesto, dicho y hecho, el bueno de Aguilar se puso manos a la obra con todo su conocimiento, maestría artesana y la inestimable ayuda de un vecino y buen amigo forjador.

    Seis años duró la fabricación. Una vez terminado su invento, Diego disponía de un artefacto de considerables dimensiones, con un cuerpo o bastidor de más de cuatro metros y unas alas dependientes de unas varillas de forja de ocho metros por lado recubiertas por diferentes tipos de telas y plumas naturales que se abrían en forma de abanico. A esto había que sumar un sistema de estribos y cigüeñales, digamos que lo más parecido a una cabina o panel de control. En principio, la cosa pintaba bien; el aparato en cuestión lucía acorde a los sistemas y estética que durante tanto tiempo Aguilera había estudiado.

    Decidido a probar su invento, a las puertas del verano de 1793, Diego subió con su aparato a lo más alto del pueblo, una peña allá donde se erige el castillo que domina el paisaje. Y desde allí, ante el estupor y la atónita mirada de amigos, curiosos y, en general, vecinos de toda condición, se lanzó inserto en el fuselaje de su rapaz mecánica al vacío. Y sí amigos, voló. Aguilera lo hizo y vaya si voló.



    Tras precipitarse al vacío, se mantuvo cinco metros sobre el suelo e inició un planeo en dirección al Burgo de Osma de 360 metros de longitud hasta que una de las alas cedió y propició un accidente del que nuestro protagonista, eso sí, salió prácticamente ileso. Y lo que es aún más importante: eufórico.

    Claro, no os vayáis a pensar con lo aquí descrito que todo era jauja para el bueno de Marín porque ¡sí ,amigos, somos Humanos! y uno de nuestros pecados capitales es, como bien es sabido, la envidia. Ya sea esta explícita o encubierta. Así las cosas, pocos días después, el mágico artilugio de Diego apareció destrozado. Un grupo de vecinos receló de la gesta y decidió que, por aquello de “quita… quita. Aquí no queremos líos”, acabar categóricamente con un prodigio.

    Cuando Diego se enteró quedó consumido en la rabia y afectado por una ulterior depresión. No le quedó gana alguna de repetir su hazaña y ahí se clausuró su sueño. De lo que este genio autodidacta quizá no fue consciente, es que hoy, no sólo figura en las páginas de oro de la aviación española, sino de la mundial porque se adelantó en ¡cien años! a las prácticas del alemán Otto Lilienthal volando con un aparato más pesado que el aire. O lo que es igual, desafiando las limitaciones físicas impuestas en aquel tiempo.

    Fabio Castaño



    https://elretohistorico.com/un-visio...n-de-aguilera/








  12. #12
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    Re: Inventores que España olvidó

    30 CIENTÍFICOS E INVENTORES ESPAÑOLES QUE CAMBIARON EL MUNDO Y FUERON BORRADOS POR LA LEYENDA NEGRA



    La leyenda negra y el imperio español

    La Leyenda Negra establece para la historia del Imperio español un esquema basado en la idea de la ruina perpetua, donde el país se hizo con el cetro mundial a espadazos, violaciones y fanatismo tras hallar por casualidad un continente que sufragó todos sus excesos; y luego se pasó hasta 1898 pagando por sus pecados, sus deudas, su atraso crónico y por haberse enfrascado en una empresa por encima de sus posibilidades. Según esta idea extendida, la prepotencia y la ceguera de España evitaron que pudiera coger el tren del progreso a tiempo, dando la espalda sistemáticamente a sus élites más preparadas: los judíos, los reformistas extranjeros como Esquilache o los afrancesados de José I.

    La realidad, sin embargo, es que ningún imperio se forma por casualidad ni se se mantiene cinco siglos cayendo, salvo que lo haga a una velocidad de caída imperceptible al ojo humano. La cifra de los sefardíes que llegaron a salir del país puede que no pasara de las 20.000 personas, según las investigaciones del hispanista Henry Kamen, y «no cabe la menor duda de que los judíos no constituían ya una fuente de riqueza relevante [en Castilla y en Aragón], ni como banqueros ni como arrendatarios de rentas ni como mercaderes que desarrollasen negocios a nivel internacional», en opinión de Joseph Pérez recogida en su libro «Historia de una tragedia: la expulsión de los judíos de España» (Barcelona, Crítica).

    El 1 de febrero de 1792 se inauguró en el Alcázar de Segovia el que fue considerado el mejor laboratorio de química de Europa.

    Sobre las reformas procedentes del extranjero y los afrancesados, cabe recordar que una de las primeras cosas que destruyeron las tropas napoleónicas fue el segundo telescopio más grande del mundo, que estaba en Madrid. Porque, así lo demuestras las cifras, la España previa a la invasión napoleónica no estaba lejos tecnológica y económicamente de Inglaterra o Francia, y superaba en muchos campos a otras potencias como Prusia, Austria y Rusia. Así ocurría en química, medicina o botánica. El 1 de febrero de 1792 se inauguró en el Alcázar de Segovia el que fue considerado el mejor laboratorio de química de Europa. Además, España, sola o asociada a otras Cortes europeas, realizó 63 expediciones durante la Ilustración, más que ninguna otra nación en el mundo, lo que le valió el siguiente elogio del viajero y científico Alexander von Humboldt:

    «Ningún gobierno ha invertido sumas mayores para adelantar los conocimientos de las plantas que el gobierno español. Tres expediciones botánicas, las del Perú, Nueva Granada y Nueva España […] han costado al Estado unos dos millones de francos […] Toda esta investigación, realizada durante veinte años en las regiones más fértiles del nuevo continente, no solo ha enriquecido los dominios de la ciencia con más de cuatro mil nuevas especies de plantas; ha contribuido también grandemente a la difusión del gusto por la Historia natural entre los habitantes del país».

    Portugal y España no hubieran podido explorar mares, cientos de islas y todo un continente en solitario durante el siglo XVI. Ni hubiera podido Elcano completar la primera circunnavegación a la tierra sin un bagaje naútico y tecnología a la vanguardia. La Casa de la Contratación de Sevilla no fue sino uno de los principales centros de ciencia aplicada del mundo. Y desde luego no se pueden controlar los campos de batalla sin artilleros y constructores de fortalezas de calidad, esto es, matemáticos e ingenieros.

    El interés por la ciencia de Felipe II fue proverbial, aunque la Leyenda Negra (¡Otra vez, la dichosa leyenda!) quiera presentarle como un fanático religioso con interés en ciencias ocultas como la alquimia. El Rey Prudente fundó la primera Academia de Ciencias y Matemáticas (1582) de Europa y uno de los primeros museos de ciencia en la historia con sede en Valladolid, así como promotor de un conjunto de academias matemáticas por todo el imperio.

    Que la España que él y otros reyes crearon no fue el desierto científico que la Leyenda Negra ha contado, y los españoles han creído, se puede comprobar con esta lista de especialistas de múltiples campos que, a su manera, cambiaron el mundo a mejor.

    1.º Primer centro psiquiátrico

    El mito del país de los fanáticos que dominaron los Reyes Católicos se desmonta con un único dato: España tenía la red más amplia de hospitales psiquiátricos de ese periodo. A iniciativa del padre mercedario Juan Gilabert Jofré se había fundado en el sigo XV en Valencia el primer centro psiquiátrico del mundo con una organización terapéutica.

    Al parecer tomó esta decisión tras presenciar el maltrato que se le daba a un loco en una ciudad española. Por eso creó un hospicio para enfermos mentales denominado de los Santos Mártires Inocentes que recogía a los pobres dementes y expósitos, proyecto aprobada por el Papa Benedicto XIII y el Rey Martín I de Aragón.

    2.º Turriano, un canal hasta Toledo

    Juanelo Turriano es conocido como el relojero italiano que acompañó a Carlos V en Cuacos de Yuste, pero fue mucho más que eso. Nacido en Cremona hacia 1500, vino a España para construir efectivamente dos famosos relojes astronómicos, el Mocrocosmo y el Cristalino, capaz de indicar la posición de los astros en cada momento. Sin embargo, el número de ingenios que desarrolló en el país tenían como único límite su imaginación, incluido un autómata con grandes prestaciones.

    El más famoso fue un artificio para elevar el agua desde el río Tajo hasta el Alcázar de Toledo, situado a unos cien metros de altura. La España imperial captó a muchos talentos internos y externos como el suyo para su empresa mundial.

    3.º Domingo de Soto, precursor de Galileo

    Domingo de Soto era un dominico conocido por sus contribuciones en Teología en Derecho dentro de la llamada Escuela de Salamanca, pero menos por su importante aportación a la Filosofía Natural (la Física). Sus trabajos sobre Mecánica, que expuso en su libro «Quaestiones», en 1551, sirvieron de base a los estudios de Galileo.
    Entre otras cosas propuso que la caída de los elementos pesados obedecía a un patrón de movimiento uniformemente acelerado en el tiempo, esto es, que la velocidad de caída de un objeto es directamente proporcional al tiempo. Otro español, Diego Diest, planteó cuarenta años antes el mismo planteamiento, aunque en su caso supuso de forma errónea que la velocidad de caída era directamente proporcional al espacio recorrido en vez de al tiempo. Error en el que también cayó al principio Galileo, antes de corregirlo como Domingo de Soto había apuntado.

    4.º Alonso de Santa Cruz y la variación magnética

    De forma excepcional la Universidad de Salamanca incluyó en sus estatutos de 1561 que en la cátedra de Astronomía podía leerse a Copérnico, cuyo gran valedor fue Juan de Aguilera, profesor de astrología en este centro de 1550 a 1560. En 1594, la lectura se declaró obligatoria y el propio Felipe II costeo personalmente, entre otros, los trabajos de Alonso de Santa Cruz, que fue el primero en describir la variación magnética, y de Juan López Velasco, que describió los eclipses lunares entre 1577 y 1578.

    La teoría heliocéntrica gozó así en España de gran vigencia, mientras Calvino se dedicaba a atacar a Copérnico por osar colocarse por encima del Espíritu Santo y, en 1551, Kaspar Peucer, yerno de Melanchton y profesor como él de la protestante Universidad de Wittemberg, pidió que se prohibiera sus enseñanzas.

    5.º Herrera, el gran arquitecto del siglo XVI

    Juan de Herrera fue un matemático de primer nivel del siglo XVI, cuyos trabajos para Felipe II se materializaron en puentes, presas, canales y, por supuesto, el Real Monasterio de El Escorial, una de las construcciones de mayor envergadura de su tiempo, para la cual empleó unas grúas especiales y técnicas que jamás se habían aplicado a ese nivel. Herrera, además, creó las esclusas que permitieron la navegación por los canales de Aranjuez. En «Su Discurso sobre la figura cúbica» plasmó sus conocimientos de geometría y matemáticas, mientras que su participación en algunas de las campañas militares de Carlos V demostraron que no le importaba mancharse las manos de barro.

    6.º Miguel Servet, un aragonés en Ginebra

    Filósofo, teólogo, filólogo, geógrafo, astrónomo, fisiólogo y médico. Miguel Servet es un personaje central del siglo XVI, cuyo descubrimiento sobre la circulación sanguínea sería años después fundamental para toda la ciencia médica. Sin embargo, el aragonés es hoy recordado casi en exclusiva por su enfrentamiento con el reformistas Calvino, que ordenó que quemaran a Servet extramuros de Ginebra, en una zona llamada Champel, el día 27 de octubre de 1553. La muerte fue especialmente agónica debido a que los maderos de la hoguera estaban húmedos y tardaron en arder.

    Antes de su muerte, incluyó en una obra de carácter teológico la primera descripción de todo Occidente de la circulación menor, aquella que ocurre entre el corazón y los pulmones para oxigenar la sangre, si bien no tuvo impacto en la comunidad científica de su tiempo por ser un autor bastante desconocido. En vida solo fue conocido por un escrito sobre jarabes que alcanzó seis ediciones.

    7.º Lastanosa, «maquinario» e inventor

    El oscense Pedro Juan de Lastanosa fue un ingeniero de máquinas, inventor y tratadista de obras de hidráulica del siglo XVI. Ayudante del cosmógrafo e ingeniero de Carlos V Jerónimo Girava, colaboró con él en la traducción de la «Geometría Práctica» de Fineo y en diversas obras de ingeniería hidráulica. En 1563 pasó al servicio de Felipe II como «maquinario» y «maestro mayor de fortificaciones», en cuyo puesto intervino en diversas obras de ingeniería, como la Acequia Imperial de Aragón, los riegos de Murcia, las fortificaciones de los Alfaques o las mediciones topográficas para hacer un mapa de España junto a Esquivel. Inventó varias máquinas inéditas como un molino de pesas.

    8.º Nicolás Monardes, pionero en botánica

    Nicolás Monardes fue uno de los autores más importantes del Siglo de Oro de la ciencia española, cuya obra fue ampliamente difundida en toda Europa por las descripciones botánicas de especies americanas, totalmente desconocidas en Europa, como el tomate, la patata o el tabaco. En poco más de cien años sus obras alcanzaron cuarenta y dos ediciones en seis idiomas. Fue, además, el primer autor conocido en informar y describir el fenómeno de la Fluorescencia (un tipo particular de luminiscencia), en su libro «Historia Medicinal» (Sevilla, 1565), donde describe el extraño comportamiento de ciertas infusiones de Lignum nephriticum.

    9.º Los 50 inventos de Ayanz y Beaumont

    El navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue un inventor, ingeniero, científico, administrador de minas, comendador, regidor, gobernador, militar, pintor, cantante y compositor de música del siglo XVI que patentó medio centenar de inventos. Entre sus innovaciones figuran métodos metalúrgicos, balanzas de precisión, equipos para bucear, hornos, destiladores, sifones, instrumentos para medidas de rendimiento en máquinas, molinos hidráulicos y eólicos, molienda por rodillos metálicos, presas de arco y bóvedas, bombas hidráulicas de husillo y para achique de barcos, eyectores y máquinas de vapor. Muchas de estas invenciones se adelantaron un siglo a las que se desarrollarían en Inglaterra durante la Revolución Industrial.

    10.º Hugo de Omarique y el elogio de Newton

    Antonio Hugo de Omerique fue un matemático gaditano completamente olvidado que nació en el siglo XVII. Se sabe que escribió un tratado de aritmética y dos de geometría que no llegaron a publicarse y que se perdieron. No así su «Analysis geométrico», muy difundido en Europa y que Isaac Newton elogió en los mejores términos. Omerique presentó en esta obra un nuevo método para la resolución de problemas geométricos, usando y desarrollando las proporcionales, algo revolucionario para la época. Que su obra llegara hasta Inglaterra da fe de que la España de la época estaba totalmente conectada a Europa.

    11.º Celestino Mutis: la corteza jesuita

    José Celestino Mutis y Bosio consagró su vida a la medicina, a la geografía, a la difusión de las ciencias útiles, a la Ilustración y al estudio de la flora y la fauna de Nueva Granada. La mayor aportación a la ciencia terapéutica de este sacerdote se centró en el estudio de los aspectos botánicos, agrícolas, comerciales y médicos de la exótica droga llamada «quina» o «cascarilla». Este «oro verde», que se extraía de la corteza de una especie de árbol originario de América del Sur en la selva lluviosa de Amazonia, fue introducido en Europa por los jesuitas ya en el siglo XVII como poderoso febrífugo, del que se dijo que «fue para la medicina lo que la pólvora para la guerra».

    El empleo de la quina para combatir el paludismo, fiebres tercianas y otras enfermedades similares puso en cuestión las teorías medievales de que las enfermedades frías había que combatirlas con sustancias calientes, y viceversa. Gracias a los usos hallados por Mutis, la Real Botica española se convirtió en el centro receptor de estas corachas de esta planta (considerada demoníaca por el mundo protestante) y, con ello, llegó a convertirse en uno de los templos científicos más importantes de Europa. El Colegio de Cirugía que desarrolló, en base a un plan de estudios de la medicina moderna, se copió en el extranjero y se exportó por todo el mundo.

    12.º Jorge Juan: el hombre que midió la tierra

    El militar y científico Jorge Juan fue el primero en medir la longitud del meridiano terrestre en una expedición naval realizada entre 1736 y 1744. Protegido por el Marqués de Ensenada, que le envió como espía Inglaterra a conocer las técnicas de construcción naval de este país, Jorge Juan fue recompensado por esta tarea con el nombramiento en 1752 de Director de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Allí experimentó él mismo en la construcción naval con resultados, basados en cálculos matemáticos, que impresionaron a los ingleses.
    Desgraciadamente, con la caída de Ensenada las técnicas de Jorge Juan serían desechadas en favor del tipo de construcción naval francesa, más atrasado pero defendida por los sustitutos de Ensenada. El conocido como «el Sabio español» en el extranjero elaboró en sus últimos años de vida un plan para una expedición que calculara el paralaje del Sol, es decir, la medición exacta de su distancia a la Tierra.

    13.º Antonio de Ulloa: el descubridor del platino

    El marino Antonio de Ulloa fue quien dio a conocer a Europa el platino, un elemento químico de número atómico 78, que halló en Esmeraldas (Ecuador), aunque técnicamente quien figura como su descubridor es un autor británico que estudió sus propiedades. Ulloa, que en cualquier caso le dio el nombre y la publicidad al elemento, participó en múltiples tareas científicas y contribuyó a que la Armada fuera un cuerpo ilustrado bajo la protección también de Ensenada.

    14.º Félix de Azara, fundamental para Darwin

    Félix de Azara fue un militar, cartógrafo y científico español enviado a Paraguay por Carlos III a trazar las fronteras del Imperio español. Aburrido por su tarea militar, Azara se dedicó a catalogar hasta 448 especies (preferentemente pájaros), corrigiendo por el camino la identificación y descripción de muchas especies sudamericanas que el famoso francés Conde de Buffon había anotado mal. Su trabajo facilitó que Charles Darwin desarrollara su teoría sobre «El Origen de las Especies», como el propio británico reconoció. El naturalista inglés que desarrolló la idea de la evolución biológica a través de la selección natural cita a Félix de Azara una quincena de veces en su «Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo», dos en «El origen de las especies» y una «El origen del hombre».

    15.º El descubridor español del vanadio

    Si bien España no figura como descubridor del platino, si lo hace en otros dos elementos químicos. Uno de ellos el vanadio, injustamente atribuido de forma conjunta a un sueco y un español. Y es que en 1801, al examinar muestras minerales procedentes de Zimapán en el actual Estado de Hidalgo en México, el madrileño Andrés Manuel del Río llegó a la conclusión de que había encontrado un nuevo elemento metálico. Un año después entregó muestras de su hallazgo a Alexander von Humboldt, quién los envió a Hippolyte Victor Collet-Descotils en París para su análisis.

    Del Río se retractó de su afirmación, pero treinta años después el elemento fue redescubierto en 1831 mientras el químico sueco Nils Gabriel Sefström trabajaba en un óxido obtenido de minerales de hierro
    Collet-Descotils analizó las muestras e informó de forma equivocada de que contenía solo cromo, por lo que von Humboldt, a su vez, rechazó la pretensión de Del Río sobre un nuevo elemento. Del Río rectificó públicamente, pero treinta años después el elemento volvió a ser descubierto, en 1831, mientras el sueco Nils Gabriel Sefström trabajaba en un óxido obtenido de minerales de hierro. Sefström lo llamó vanadio en honor a la diosa escandinava Vanadis, nombre que oficialmente mantiene hoy.

    16.º Descubridor de la «thenardita»

    El catedrático de Química del Real Conservatorio de Artes José Luis Casaseca y Silván también tiene difícil que se vincule su nombre con su descubrimiento, aunque en su caso se debe a su humildad. En 1826, logró dar con el mineral de la «Thenardita», pero él mismo pidió que el nombre se le diera al francés L. J. Thenard, quien había sido su profesor durante tres años en París. Su generosidad jugó en contra de su fama.

    17.º El wolframio, un metal escaso

    Únicamente el wolframio o tungsteno figura como elemento químico aislado en exclusiva en territorio español, en su caso por los hermanos Fausto y Juan José Elhuyar hacia 1783. Este metal escaso y muy valioso fue el primer elemento químico descubierto sin ser extraído directamente de la naturaleza, ya que no existía en forma libre, sin combinar químicamente.

    18.º Una expedición que cambió el mundo

    El médico Javier Balmis y Berenguer es más conocido por su aportación a las causas humanitarias que por gloria de la ciencia, si bien ambas cosas están íntimamente relacionadas. Este militar que llegó a ser el médico personal de Carlos IV convenció a este Rey y sus ministros para promover una expedición que esparciera, de forma altruista, la vacuna de la viruela a lo largo del globo. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna contra la Viruela (1803-1814) recorrió La Coruña, Puerto Rico, Venezuela, Cuba, México, Texas, Colombia, Chile, Filipinas e incluso hicieron varias incursiones en territorio chino. Aquello salvó una cantidad indeterminada de vidas de una enfermedad que, ricos o pobres, padecía todo el mundo a lo largo de su vida.

    19.º El ingenio que planificó San Petersburgo

    Agustín de Betancourt fue uno de los científicos europeos más influyentes de su tiempo. Este ingeniero civil y militar, arquitecto, ensayista, precursor de la radio, telegrafía y la termodinámica trabajó para el Reino de España y el Imperio Ruso en diversos proyectos. Por encargo del Zar Alejandro I diseñó y planificó el desarrollo urbanístico de varias ciudades rusas, entre ellas San Petersburgo. Asimismo, diseñó la primera máquina a vapor continental y varios globos aerostáticos. Para España fundó la primera Escuela de Ingenieros de Caminos y Canales en 1802.

    20.º La contribución a la lucha contra el cólera

    Jaume Ferrán i Clua, médico y bacteriólogo de finales del siglo XIX, elaboró una vacuna contra el cólera, con gran éxito en su uso en una epidemia en Valencia, y descubrió curas también contra el tifus y la tuberculosis.

    21.º Una calculadora revolucionaria

    Ramón Silvestre Verea (1833-1899), creó la calculadora más avanzada de su tiempo, capaz de realizar multiplicaciones de forma directa, una innovación que dejó obsoletas a las calculadoras de la época que solo realizaban sumas básicas.

    El aparato del español comenzó a gestarse en Nueva York, en donde trabajaba como periodista. Él mismo se formó por su cuenta en ingeniería y mecánica, estudios que culminó en 1878 con la creación de esta calculadora formada por un cilindro metálico de diez lados, cada uno de los cuales tenía una columna de agujeros con otros diez diámetros diferentes. Con un solo movimiento de manija, se conseguían realizar sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Verea, de procedencia pontevedresa, nunca se interesó lo suficiente en comercializar la calculadora.

    Su innovador sistema de cilindros le sirvieron para aparecer en la revista Scientific American y para ganar una medalla en la Exposición Mundial de Inventos de Cuba en 1878.

    22.º Pagés Miravé, el inventor de la epidural

    Fidel Pagés Miravé fue un médico militar del siglo XIX que trabajó en Melilla durante la Guerra del Rif, donde pudo ensayar un método experimental para anestesiar a los heridos del conflicto, que no eran pocos. En junio de 1921, Fidel Pagés publicó en una revista fundada por él su método, que llamaba Anestesia Metamérica, lo que hoy se conoce como epidural, lo que apenas tuvo eco en la comunidad internacional. Achilles Dogliotti, un médico italiano, se arrogó en 1932 el mérito de haber descubierto la anestesia epidural tras probablemente leer el artículo de Pagés, que falleció una década antes. La comunidad internacional aplaudió la aportación de la medicina italiana al acervo universal.

    23.º El mejor dirigible de su tiempo era español

    Leonardo Torres Quevedo fue un ingeniero de caminos cántabro que dirigió de forma sobresaliente el Laboratorio de Mecánica Aplicada y desarrolló el primer dirigible español, muy por encima del resto de modelos europeos. La empresa francesa Astra tomó buena nota de ello y le compró la patente. Incansable, el cántabro también es conocido por diseñar el primer teleférico mecánico y la primera máquina calculadora.

    24.º El drama del submarino de Peral

    Isaac Peral no inventó el submarino como tal, pero este científico, marino y militar de Cartagena, teniente de navío de la Armada, desarrolló el primer submarino torpedero que se propulsaba por medio de la energía eléctrica. Su nave superó las pruebas técnicas, pero las autoridades desecharon el invento de Peral, que tras retirarse de la Marina se dedicó a restablecer su prestigio dañado.

    25.º El primer libro electrónico

    La maestra de escuela Ángela Ruiz Robles inventó en los años cuarenta del pasado siglo «el libro mecánico», considerado un precedente directo del libro electrónico. El ingenio desplegaba temas del saber y los interconectaba a través de un sistema de resortes y aire comprimido que incluía luces y circuitos electrónicos. Todo ello comprimido en el espacio que ocupa un estuche escolar. Alberto G. Ibáñez recuerda en su libro «La Leyenda Negra: Historia del odio a España» (Almuzara) que esta mujer viuda con tres hijas, además, patentó en 1962 otro prototipo de libro que «se recargaba con carretes donde se incluían las lecciones que debían estudiarse; desde el inglés, la lengua o las matemáticas». Su invento nunca fue comercializado.

    26.º El inventor del petróleo sintético

    El aragonés Rafael Suñén inventó el petróleo sintético a partir del carbón vegetal, fórmula que era mucho más barata. Como también explica Alberto G. Ibáñez en «La Leyenda Negra: Historia del odio a España» (Almuzara), su innovación atrajo el interés de los gobiernos francés y británico, pero él se negó, «empeñado en que se explotara en España. Cuando se inició la Guerra Civil fue arrestado por el Gobierno republicanos en Madrid e ingresa en la cárcel Modelo, de donde “desaparecería” como otros tantos de la época».

    27.º Herrera Linares: el primer traje espacial

    El ingeniero militar Emilio Herrera Linares diseñó en los años treinta del pasado siglo un aerostato de 24.000 metros cúbicos, 36 metros de diámetro y 1.740 kilos de peso, con el objeto de superar los 20.000 metros de altura. Para alcanzar esa altura, Herrera entendió que necesitaba un traje adecuado, con un revestimiento de tres capas: «Como resultado de estos estudios y ensayos consiguientes, quedó construida la primera escafandra del espacio que haya existido y se haya ensayado en el mundo», anotó el granadino.

    Debido al estallido de la Guerra Civil, Emilio Herrera no pudo probar su traje, que fue destruido y la tela del globo con el que pensaba ascender hasta la estratosfera fue utilizada por los soldados republicanos para hacer abrigos. Aunque su invento acabó llegando a oídos de la NASA, rechazó una oferta para trabajar con ellos y, aunque monárquico, conservador y liberal, permaneció en el exilio, donde ejerció de presidente del gobierno republicano en el exilio entre 1960 y 1962. Su escafandra está considerada una de las mayores aportaciones europeas a la conquista del espacio.

    28.º Primer aparato de rayos X portátil

    Mónico Sánchez fue un ingenio cluniense que inventó en 1907 un aparato de rayos X portátil, aproximadamente de diez kilogramos, utilizado en numerosos hospitales europeos y americanos. Su invento salvó muchas vidas y le colocó entre los científicos más demandados de EE.UU., donde llegó a trabajar como ingeniero. Fue también un pionero de la telefonía sin hilos.

    29.º Inventor del autogiro

    El murciano Juan de la Cierva, ingeniero de caminos, canales y puertos, fue el inventor del girocóptero y un pionero del aire a nivel mundial. La empresa The Cierva Autogiro Company LTD, con sede en Londres, suministró estos aparatos por todo el mundo y le convirtió en una figura mediática. En su aterrizaje en EE.UU. se dio el lujo de llegar a los mandos de su autogiro al jardín de la Casa Blanca, donde fue agasajado por el presidente H. C. Hoover. El 18 de septiembre de 1928 aumentó su fama mundial tras conseguir atravesar el Canal de la Mancha por primera vez con su ingenio.

    30.º Cirugía pionera del oído

    Antolí Candela, cirujano del siglo XX, fue todo un pionero en operaciones de estapedectomía y en devolver el oído a los sordos. El valenciano aportó las primeras actuaciones de cirugía plástica bajo una asepsia y anestesia endonasal, incluyendo novedosos tratamientos de decorticación en el rinofima. Practicó también la faringología.

    Una lección de historia para combatir el mito

    A principios de este año, el catedrático de la Universidad de Granada José Ramón Jiménez Cuesta impartió la conferencia «El mito del atraso científico español durante la Revolución Científica» en el Centro Artístico Literario y Científico de Granada. Un trabajo que se puede consultar vía online y sirve para desmitificar la corriente de opinión que sostiene que, coincidiendo con el inicio de la Revolución Científica, se produjo un atraso en España que condicionó su desarrollo científico hasta hoy. «España estuvo al día de los conocimientos científicos más relevantes en el siglo XVI y comienzos del siglo XVII y hubo personas que hicieron contribuciones decisivas que, por desgracia, han pasado desapercibidas o han sido intencionalmente olvidadas», defiende este catedrático como punto de partida de su ponencia.

    Entre los campos cultivados en ese Siglo de Oro español, Jiménez Cuesta reivindica el valor científico de la Casa de la Contratación de Sevilla, fundada para formar a profesionales en astronomía, cosmografía, diseño de instrumentos de navegación y demás conocimientos necesarios para mantener abierta la travesía entre América y España. En palabras de este catedrático, esta institución del saber se «convirtió con el tiempo en una especie de Cabo Cañaveral de la Astronomía y el Arte de Navegar y un centro absolutamente receptivo a todas las ideas y conocimientos que llegaban de todas partes del mundo».

    «Con el paso del tiempo, la hegemonía científica de Francia (país católico) o Inglaterra (anglicano) tiene que ver más con cuestiones económicas que religiosas»

    Otro mito que este catedrático intenta desmontar en su trabajo es la idea de que España no entró en la Revolución Científica debido a su condición de país católico. «Este es un tópico sin fundamento. Lo único que podemos decir es que hay una correlación temporal entre la Revolución Científica y la Reforma Protestante. La reforma, se considera que comienza en 1517, prácticamente la misma fecha en la que Copérnico publica el “Comentarioulus”. Hubo grandes científicos católicos, Copérnico, Galileo, Pascal y grandes científicos protestantes o anglicanos como Kepler y Newton. Había científicos católicos en cortes protestantes y a la inversa. Con el paso del tiempo, la hegemonía científica de Francia (país católico) o Inglaterra (anglicano) tiene que ver más con cuestiones económicas que religiosas».


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    Re: Inventores que España olvidó

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    El hidropedal, ese invento español que nos divierte y nos condena

    Ramón Barea, de origen vasco, lo patentó en 1893 y lo presentó en la playa de La Concha


    Luis Ybarra

    17/07/2022 a las 11:22h.



    «Artefacto flotante», así lo catalogan algunos papeles en materia de propiedad y seguros. Y qué bien le queda el título a esta embarcación que apenas navega. Que está, en el imaginario colectivo de los vivos, en cualquier playa española desde tiempos inmemoriales, con una presencia especialmente notoria en las zonas más turísticas del litoral. Su invención, sin embargo, sí tiene una fecha concreta. Y también autoría: de un español.

    Ramón Barea, así se llamó el donostiarra que el 3 de junio de 1893 patentó el hidropedal. Fuera de estas fronteras lo reconocieron. Así, mereció la Medalla de Oro y un diploma de la Academia de las Ciencias de Francia. En la Exposición Universal de París de 1900, presentó esa creación que no ha evolucionado demasiado y que todavía hoy nos divierte y nos condena con sus rumbos difusos, bamboleos febriles entre las olas y mañanas de batalla familiar cuando entre los tuyos habita un escaqueado que finge grandes esfuerzos limitándose a posar sus pies en los pedales.

    Las imágenes de Ramón Barea echándose a los mares que bañan La Concha, en San Sebastián, han pasado desapercibidas hasta nuestros días. Aquello fue un bautizo. La carta de presentación al mundo de un tipo que confiaba en su artilugio. A danzar por la superficie del agua se marchó con la boina calada, gafas, poblado bigote y botas negras. Con el semblante orgulloso, propio de quien pedalea agarrado al manillar que han originado sus manos. Sabía que funcionaba. Más que testado estaba.











    Como las sombrillas, los bañadores y los cuerpos, desde hace décadas tiñen la arena de mil colores. Han variado sus materiales, y la mayoría se fabrican en fibra: rojas, verdes, azules. Con toboganes y sin ellos. En Málaga y Huelva. Por Cádiz, Valencia y Perth, ya en Australia. Yo he visto siniestros cementerios de pédalos, como también los llaman, con aspecto de decadencia circense al sufrir el abandono. En uno de los embalses de la Reserva Natural del Castillo de las Guardas, por ejemplo, yacen quietos mirándose unos a otros; tienen cabeza de cisne.

    Alquilarlos, entre amigos, supone transformarlos en verdaderas atracciones de feria. Pululan, siempre cerca de la orilla, en la franja habitualmente de mayor oleaje, anunciándose con risas ordinarias y espontáneas. Lo popular navega en patín, otro sinónimo. Y los patines, por eso, nos igualan entre conversaciones de piratas e intentos fallidos de regatas que van cambiando libre albedrío su objetivo.

    Son, asimismo, la resistencia. Se impusieron, dada su fácil manejabilidad, aunque nunca llegue a conseguirse del todo, a la vela ligera entre los navegantes sin titulación. Llegó el windsurf a las costas españolas y ellos siguieron ahí, junto al hombre que bajo la sombrilla los gestiona. En la actualidad, cuando el kitesurfing y ese sinfín de derivados que orbitan a su alrededor se han popularizado entre todos los públicos, permanecen tumbados en desigual hilera, allí donde veranea el pueblo que no se avergüenza de sus tortillas.

    Que el chupa-chups le haya robado protagonismo entre los inventos patrios al hidropedal resulta escandaloso, cuando es más visual y goza de presencia en todo el planeta: de Gales a México y Japón, así que piensen en Ramón, este año, al surcar con risa y torpeza los más leves océanos.





    https://sevilla.abc.es/viajar/hidrop...12224-nts.html

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