Parsimonia, también conocida popularmente, desde que existe Internet que no antes, claro, como navaja de Occam sostiene que <<En el método científico, la navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable, y ciertamente no es un resultado científico. «La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera», según el principio de Ockham.>>, y como tantas otras expresiones ha hecho fortuna entre los entendidos -aunque muchas veces nada expertos-, que tratan de diversos temas.

La primera cuestión es que salvo esta frase, porque no es otra cosa, tales entendidos poco saben de a qué ciencias se puede aplicar, a que otras no, que resultados podría dar lugar si se tomase como un referente, dos ejemplos bastarán para comprender que este comodín para no decir nada al final, pudiera ser desastroso caso de seguirlo a pies juntillas. Así, la Física de Newton vino a ser sustituida, más bien ampliada y explicada por la de Einstein, o lo que es lo mismo, la Física clásica por la Física cuántica. ¿Qué hubiese pasado sí Einstein se hubiese dejado llevar por la navaja de Occam? Pues sencillamente que no hubiese formulado su Teoría Especial de la Relatividad, ni la General, cuyo fundamento primero estaba planteado ya desde Galileo. Y es que la Física de Newton es mucho más sencilla, más simple de exponer y entender.

El otro ejemplo que se me ocurre es todavía más evidente, ¿para qué queremos automóviles, motos, trenes, aviones si ir andando o en burro es mucho más sencillo y fácil? Vamos, que si aplicamos esa navaja de Occam todavía iríamos en "el autobús de San Fernando, unos ratos a pie y otros andando" El correctamente conocido como principio de parsimonia tiene otra finalidad:

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Y, por supuesto, lo que suele acompañar a Occam con su navaja es el total desconocimiento del personaje por parte de aquellos que usan su idea así, al albur. Pues éste fue el personaje y a qué se dedicaba.


GUILLERMO DE OCCAM: LA LIBERTAD DE LA IGLESIA

La naturaleza de la lucha contra la plenitudo potestatis papal sostenida en el siglo XIV aparece de
modo más claro en las obras de gran contemporánea de Marsilio, Guillermo de Occam, que en el
Defensor pacis. La teoría de Guillermo de Occam 16 está elaborada con menos consistencia y es
menos completa que la de Marsilio; como además se encuentra diseminada en una enorme serie de
obras polémicas, es más difícil de captar
. Guillermo de Occam no trató nunca de formular una teoría
política, él fue fundamentalmente un dialéctico y un teólogo. Pero acaso por no haber intentado
formular una teoría sistemática del estado, sus opiniones son menos doctrinarias de lo que son a
veces las de Marsilio. Probablemente representó de modo más típico que Marsilio la reacción de una
gran parte de la opinión cristiana frente el imperialismo papal que, a su juicio, había acabado de
modo tan desastroso para Iglesia y para Europa. De modo específico Guillermo de Occam fue
portavoz de aquella parte de la orden franciscana a cuyos miembros se dominó "espirituales", que
defendieron la pobreza clerical y que habían sido excomulgados por Juan XXII. Era, pues, portavoz
de un tipo de grupo que tiene gran importancia en la literatura política de los siglos posteriores: una
minoría perseguida, a su juicio, por motivos de conciencia y que en nombre de la libertad apelar a la
opinión pública ilustrada contra la autoridad constituida. Consiguiente, su problema era en esencia el

16 NO existe ninguna edición completa de sus obras, pero sus escritos políticos están en proceso de publicación: J. G. Sikes, Guillelmi
de Occham opera política, vol. I (1940), vol. III(1956). R. Scholz ha publicado y analiozado una serie de obras, hasta ese momento
inéditas en Unbekannte kirchen pilitische Streichriften aus der Zeit Ludwing des Bayern (1327-354), Bibliothek des Kgl. Preus,
histosischen Intstutus in Rom, vols. IX (1911), X (1914). Una de ellas, De imperratorum et porntificum potestates, ha sido editda
también por C. Kennenth Brampton, Oxford, 1926. Ambas ediciones de esta obra carecen del último capitulo, que fue impreso por
separado en Archivum Franciscanum Historicum, anno XVII, fasc., 1, p. 72. Su Breviloquium de potestate pappae, también sin la
última parte, fue editado por L. Baudry en Etudes de philosopphie medievale, vol. XXIV(1937). La colección más importante de los
escritos polémicos de Guillermo de Occam esta en el segundo volumen de Monarchia Santi Imperii Romani, Melchor Goldast, 3
vols. Hanau y Francfort, 1611-14, reimpreso en 1621 y 1668.
de los derechos de los súbditos frente a sus gobernantes, la limitación de la autoridad papal
soberana en materias de fe y el derecho de una minoría resistir a la coacción. Para Guillermo de
Occam la soberanía papal es, desde el punto de vista del cristianismo, una herejía y desde el punto
de vista político una desastrosa innovación que ha llenado a todo grupo a de discordias, al escrito la
libertad cristiana y ha conducido a una invasión de los derechos de los gobernantes seculares. Sin
embargo, no es este punto el más importante. La finalidad primordial de nuestro autor consistía en
afirmar la independencia de todo el cuerpo de creyentes cristianos contra las pretensiones de un
papa herético. El problema se plantea entre la Iglesia universal y la apostólica y la "Iglesia de
Aviñón".

A este respecto, no carece de importancia la posición filosófica de Guillermo de Occam. La
quiebra de la bien tratada estructura tomista de razón y fe, de la ciencia y la filosofía y la teología, no
se debió en primer término a un esfuerzo encaminado a liberar la razón, sino más bien a un esfuerzo
que tenía por objeto encaminado a la libertad la razón sino más bien a un esfuerzo que tenía por
objeto liberar la fe. Aún durante la vida de Santo Tomás su ambicioso plan el asentimiento de
muchos contemporáneos, el más importante de
246 MARCILIO DE PADUA Y GUILLERMO DE OCCAM
los cuales fue el gran filósofo de la orden franciscana Dnus Scoto. Guillermo continuó la tradición
iniciada por Scoto. En relación con Santo Tomás, ambos autores aguzaron en gran medida de la
distinción entre razón y fe. El contraste se basaba en el hecho de que los Duns Scoto y Occam
consideraban que la teología hacía referencia de modo principal a las cosas sobrenaturales,
conocidas sólo para la fe por medio de la revelación y que tenía, sobre todo, usos morales; en tanto
que limitaba la filosofía de modo más definido haberla esféricas estaban dentro del poder de la
razón natural. La tendencia era semejante a la que culminó en el averroísmo latino, de mencionado
al tratar de la influencia que ejerció sobre el Aristótelismo de Marsilio, pero los partidarios de Occam
consiguieron mantenerse, aunque en forma un tanto precaria, dentro de los límites de la ortodoxia.
Aunque creía que los dos más importantes como la existencia de Dios y la inmortalidad del alma
eran indemostrables, la llegaban a sostener la doctrina averroista de la doble verdad. Pero el efecto
total no fue por ello menos destructor del sistema tomista: la razón consiguió su libertad
reivindicando para la fe el reino, grande pero nebuloso, del incognoscible. Íntimamente conexas con
esta separación de la razón y la fe y Huautla distinción, aún más tajante, entre la razón y la voluntad,
que operaba tanto en la psicología como en la teología. Guillermo consideraba la voluntad en el
hombre y en Dios como una fuerza y un poder espontáneo de acción no determinados por ninguna
razón, y en consecuencia refería a la diferencia moral entre bien y mal a la voluntad de Dios. Las
consecuencias que éste implicaba para la teoría jurídica eran importantes, ya que ello pares
identificar la ley con el fiat legislativo, pero es problemático saber hasta qué punto Guillermo de
Occam trasladó metafísica a su teoría del derecho.17
A pesar de la tendencia del subversiva de conjunto de la filosofía de Occam, su teoría política
tenía una intención esencialmente conservadora. En su esfuerzo para reivindicar la libertad cristiana
frente al Papa, se movía dentro de un círculo de ideas perfectamente conocido en su época.
Argumentaba contra el absolutismo papal calificándolo de innovación y herejía, y le oponía
concepciones que sostenían, no sin fundamento, que gozaban de aceptación general. Los
argumentos de Guillermo de Occam se basan en la antigua distinción independencia de las

17 Véase O. Gierke, Political Theories of the Middle Ages, trad. ingl. De F. W. Maintland, p. 172, n. 256. M. a. Shepard contradice a
Gierke en su articulo “William of Occam en the higher Law”, en American Political Science Review, vol. XXVI (1932), p. 1009.
autoridades espirituales y temporales y en el supuesto de que la independencia era factible mientras
se diese en cada uno de los poderes una discreción amplia y poco definida para corregir los defectos
del otro. Para Occam seguían siendo posibles el apoyo y la colaboración entre las dos potestades,
con tal de que ambas actuasen dentro de los límites establecidos por la ley divina y la natural. Las
circunstancias en las que escribió le hicieron defender un freno representativo a lo que consideraba
como ejercicio arbitrario del poder papal, pero no tenía ninguna verdadera opresión que oponer a la
existencia de un amplio poder discrecional, ni siquiera por parte del Papa, con tal de que lo ejerciese
a alguien a quien pudiera considerar como verdadero Papa. En otros términos, no parece haberle
interesado mucho la delimitación legal de las dos jurisdicciones. Los problemas esenciales eran para
él más bien que lógicos jurídicos.
Una definición semejante puede observarse en su estudio del imperio. Niega, desde luego, el
poder del emperador derive en ningún sentido del Papa, en la ceremonia de la coronación añada
algo a la legalidad de su autoridad y que sea necesaria la confirmación Pontificia de una elección
imperial. En otras
247 MARCILIO DE PADUA Y GUILLERMO DE OCCAM
palabras, el poder del emperador deriva de la elección y el colegio de lectores representa al pueblo y
hablen su nombre. En el sentido general, Occam concedía el poder imperial-y cualquier poder regiocomo surgido del conocimiento del conjunto de los súbditos expresado por intermedio de sus
magnates. Debido a la permanente controversia con el Papa Guillermo de Ocampo atribuye al
emperador poderes muy grandes para intervenir en Iglesia con objeto de reformar la, pero es
evidente que los consideraba como seccionales y que no creía debieran utilizarse sino en una
situación extraordinaria, tal como, a su juicio, era la existente en el momento en que escribía. En
conjunto se basa en la tradicional distinción entre las dos potestades, dejando el problema de la
diferenciación en donde había estado siempre. De modo análogo, emitir nada acerca de la relación
entre el emperador y los reinos nacionales de Francia e Inglaterra. Atribuye al emperador una vaga
precedencia sobre los monarcas, pero en cuanto inglés no tenía, ciertamente, en un sentimiento pro
alemán sus escritos no presentan los rastros de sentimiento nacional visibles en gran parte de lo que
habían escrito los franceses en defensa de Felipe el hermoso y el entusiasmo por la ciudad estado
que puede percibirse con frecuencia en Marsilio. A este respecto Occam se apoyó también
claramente en la antigua tradición medieval.
La base de sus ideas políticas en el aborrecimiento profundamente arraigado, casi universal
en el Medioevo, del poder arbitrario una fuerte ejercida fuera de la estructura de lo que se
consideraba como derecho. En este punto sus principios eran sustancialmente idénticos a los de
Santo Tomás. El cuerpo del derecho comprendía, tanto para Occam como para el Aquinatence, la
voluntad revelada de Dios y los principios de la razón natural, los dictados de la equidad natural y las
prácticas comunes de los países civilizados, así como las especiales costumbres y derecho positivo
de los diversos pueblos. Todas estas cosas formaban un solo sistema, flexible en sus detalles y que
permitía los cambios exigidos por los lugares y las circunstancias, pero excluye a las violaciones de
los principios bajo el subyacentes. El derecho de un solo pueblo cae dentro de este gran sistema;
nunca pude establecer justamente una norma contraria a la ley natural, aunque puede prever, con
espíritu de razón y equidad, a las nuevas condiciones, según vayan surgiendo. En consecuencia, la
ley provee potencialmente a toda contingencia, y todo ejercicio de autoridad tiene que estar
justificado por el bien común y por consonancia con la justicia natural y la sana moral. Sin esa
sanción la fuerzas arbitraria y el gobierno se convierte, en la vigorosa expresión de San Agustín, en
"bandidaje en gran escala". Esta concepción, característica de todo el pensamiento político medieval,
subyacente a la oposición de Occam a los actos del Papa. Cometidos había excedido sus poderes;
había establecido dogmas contrarios al escritura invadido los derechos eternos de los gobernantes
seculares y de los cristianos de todas partes del mundo.18 El Papa, se denominó asimismo "siervos
de los siervos de Dios", se ha convertido en un mero tirano.
248 MARCILIO DE PADUA Y GUILLERMO DE OCCAM
TEORÍA CONCILIAR
Por lo que hace a su credencial en la omnipotencia del derecho, Guillermo de Occam representa una
convicción casi universal del siglo XIV. Su importancia se debe sobre todo a su dedicada oposición a
lo que consideraba como tiranía dentro del Iglesia, a la latitud de la libertad cristiana que se vio
obligado a afirmar en incidentalmente a su deseo de dotar a la Iglesia de un gobierno que pudiese
decidir con menos arbitrariedad los puntos debatidos de la creencia y la práctica cristianas. También
en este punto al le importaban más las cuestiones doctrinales que las formas de gobierno. Decisión
consistía esencialmente en una defensa del saber crítico y el juicio ilustrado de la cristiandad frente
al fiat de la autoridad constituida. Se enfrentaba con un dilema: un papa que pretendía ser infalible y
encontraba muchas gentes que así lo creía, pero que, a juicio de Guillermo de Occam era erige. Se
seguía de ello que los juicios papales no siempre eran válidos. Como la mayor parte de los hombres
del siglo XIV que no se encontraban satisfechos con la religión de la Iglesia, no podía ver expediente
más práctico que un concilio general pusiese frenos al poder de la jerarquía y, por así decirlo, lo
constitucionalizar sí. Con el comienzo del gran cisma de 1378, esto pasó a ser el gran problema de
la política eclesiástica, para lo cual prepararon el camino las teorías de Guillermo de Occam así
como las de Juan de París y Marsilio de Padua. Pero Guillermo era demasiado burdo para suponer
que ningún expediente práctico pudiera resolver una dificultad lógica. No estaba más dispuesto a
admitir la inestabilidad de un concilio que la de un papa, porque incluso un concilio puede errar,
aunque-en la medida en que representase la sabiduría del cristianismo-era menos probable es
equivocarse. Occam planteaba en realidad un problema más amplio: ¿cómo pueden los seres
humanos estar seguros de que han alcanzado la verdad absoluta?
Sin embargo, sobre este punto no abrigaba, en realidad, ningún género de dudas. Como todos
filósofos escolásticos, tiene una creencia implícita en la razón, así como una absoluta confianza en
que la fe cristiana pudiera imponer su validez por la autoridad que era inherente. Creía que la
decisión final de cualquier punto de doctrina correspondía el cuerpo vivo del Iglesia, continuó a lo
largo de toda su historia y depositario de una revelación divina. La única fuente en la que era posible
aprender esta revelación era la escritora, en comparación con la cual los decretal es de los papás y

18 Vease la exposición de la teoría del derecho superior de Guillermo de Occam hecha por M. A. Shepard, cit. supra, en la
American Political Science Review, vol. XXVI (1932), pp. 1005 ss. y vol. XXVII (1933), pp. 24 ss. A mi juicio, Guillermo de Occam no
añadió nada importante a la creencia predominante en su época de la satida delderecho.
aún las decisiones de los concilios tenían sólo valor secundario. Con los primeros protestantes, daba
por supuesto, sin discutirlo, que una salida visión en investigación honrada podrían de manifiesto la
verdad religiosa, que se impondría a todos los hombres de buena voluntad. La investigación no es
sólo un derecho sino un deber, y la decisión corresponde a los más sabios y no a ningún poder
constituido. Para Guillermo no había, desde luego, problemas de una libertad de creencia en sentido
literal, ya que daba por supuesto que, mediante una adecuada investigación, sería evidente lo que
debía crearse. Pero debe haber libertad de investigación, lo que implica, a su vez, libertad de juzgar.
De ahí que el gran problema político de la época para él dominio del absolutismo papal. Sólo si el
clero y los seglares podrían unirse para imponer justos límites al poder papal era posible restablecer
la paz entre el pontífice y la cristiandad. El mejor expediente que puede imaginar para ese fin era una
forma constitucionalizar del gobierno eclesiástico por medio de un concilio general que representase
el cuerpo sano del saber y la creencia cristianos.
249 MARCILIO DE PADUA Y GUILLERMO DE OCCAM
Guillermo de Occam se proponía hacer el concilio ampliamente representativo. Y se de modo
explícito que tenía que incluir seglares y no sólo clérigos y no tiene objeciones de oponer a que
participen en el incluso mujeres. La base de la representación debía ser el gran número de
corporaciones, tales como parroquias, monasterios o cabildos catedráticos, entre los que huyen
fieles de la Iglesia. Occam no pensaba en buscar la representación individual de todos y cada uno de
los cristianos, en cuanto otras tantas unidades discretas, lila territorial, en cuanto habitantes de tales
o cuales distritos. Una comunitas-dice- fue tratado como un todo o por intermedio de los
representantes escogidos por ella. En consecuencia, lo que propone Guillermo de Occam son las
líneas generales de un plan de lo que podría denominarse representación indirecta: las
corporaciones religiosas de un determinado distrito, tales como una diócesis o un reino, elegirían
representantes aún sínodo provincial, que a su vez elegirían representantes a un concilio general.
Por desorganizado que pueda parecer el plan comparación con los procedimientos electorales
modernos, podía ser factible mientras las corporaciones constitutivas estuviesen suficientemente
bien delimitadas y unificadas. Occam se apoyaba en realidad el experiencia contemporánea tanto del
Iglesia como del estado. Los parlamentos medievales representaban esencialmente al estado llano
del reino-la forma de Burgos o ciudades y condados-no como distritos territoriales sino como
corporaciones. Pero el plan de concilio general defendido por Occam se basaba probablemente de
modo más directo en el gobierno de las dos grandes órdenes mendicante. La orden de los dominicos
está organizada por provincias, y a mediados del siglo XIII tenían ya un sistema electoral bien
desarrollado para escoger representantes a las diversas asambleas. La orden franciscana, a la que
pertenece el propio autor, adoptó un plan semejante, y en el curso del siglo XIII las diversas órdenes
monásticas utilizaban función algún procedimiento similar de representación.19 Es, un intento de
extender y por listado y totalmente de acuerdo con la idea predominante de que las corporaciones
podían actuar gratis al ser aplicado a toda la Iglesia propusiese en su adopción.

19 Ernest Barker, The Dominican Order and Convocation (1913), parte I. Sobre el desarrollo de las insitituciones representativas,
véase C. H: Mcllwain, “medieval Estates”, en Cambridge Medieval History, vol. VII (1932), cap. XXIII.
La filosofía política de Guillermo de Occam es característica del estado del pensamiento
político a mediados del siglo XIV, tanto por lo que percibe como por lo que deja de percibir. Se
mueve aún dentro de los límites de la vieja discusión acerca de la relación entre imperium y
sacetotium, aunque algo próximas control general del papado sobre los reinos seculares en ella algo
que pertenece al pasado. Sin embargo, colocó en el centro de la discusión política el problema de la
relación entre un soberano y sus súbditos y el derecho de estos a resistir aquel por razones de
conciencia y en defensa de lo que consideraban ser la verdad cristiana. Por la naturaleza del
problema, esta cuestión tiene que plantearse primero dentro de la Iglesia. En efecto, la teoría de la
plenitudo potestatis Pontificia fue la primera pretensión definida aún poder absoluto, imprescriptible y
soberano, formulada en la edad media. Como tal, repugnaba a la vez a la convicción y a la práctica
medieval y la controversia con los franciscanos espirituales al niño contra ella el peso de la tradición
antigua y las creencias dominantes. El gran cisma que siguió, produjo la Iglesia la primera gran
controversia entre las pretensiones de soberanía y el principio de gobierno constitucional y representativo.
Así, quien quiera profundizar más debería empezar por aquí en Historia de la Teoría Política de George SABINE , págs 229-234 en mi edición (la original en Inglés es de 1937 y en la primera en español de 1945) y seguir a través de la bibliografía al respecto.

En resumen, Occam como teólogo era miembro de la Facultad de Teología...<<la más "científica" de las Universidades; es la tradición centenaria de la Orden franciscana; es, sobre todo, el espíritu filosófico del alto clero, formado por un siglo de vida de escuela. Occam (Ockam) es el espíritu universitario>> (Ockham et son temps G. de LAGARDE, citado por Jean TOUCHARD en Historia de las Ideas Políticas TECNOS)

En resumen, el principio de parsimonia tomado no como un recurso que facilite un proceso cognitivo y tomado en cambio como una norma a rajatabla, es lo más anticientífico que se puede encontrar.