Allá por los años ochenta, cuando todavía se rezaba "deudas", vi un chiste o caricatura en una publicación de habla inglesa (no recuerdo si Time, Newsweek, Herald Tribune o cuál, pero qué más da) en la que unos tipos con pinta de banqueros con maletines en los que figuraban las siglas FMI, sobre una nube, se presentaban ante Dios, representado como es costumbre como un anciano de largas barbas. Y le decían que tenían una queja con relación al Padrenuestro. No deja de ser una casualidad, aunque más que tomárselo a broma es para llorar. Curiosamente, en inglés siempre han coexistido dos versiones: una que dice "debts" y otra que dice "trespasses", y que yo sepa nunca se han hecho ningún problema en este sentido. En cambio, en Francia también hay una versión Novus Ordo desde hace algunos años que igualmente ha encontrado bastante resistencia por parte de muchos católicos. En español siempre lo hemos rezado más claro: "no nos dejes caer en la tentación". En francés también lo habían rezado siempre así, pero ahora ya lo rezan como en inglés ("lead us not into temptation"), cuando Dios ni tienta ni puede ser tentado, como dice el apóstol Santiago. Es una traducción literal del hebreo, que se deslizó incluso en la Vulgata: Ne nos inducas in tentationem. Quién lo iba a decir. Aliquando bonus dormitat H... ieronymus (no yo, el santo). El hebreo es una lengua pobre y con poca capacidad de matización, al revés que el griego.
Y en efecto, no hay diferencia en el Padrenuestro entre uno y otro lado del Atlántico. Ahora rezan allí también la misma versión ofensiva. Hasta no hace muchos años en Hispanoamérica rezaban exactamente la misma versión que en España con una levísima diferencia gramatical, no teológica: en vez de aquel horroroso leísmo ("dánosle hoy") se decía "dánoslo hoy", como tiene que ser, ya que el pan es una cosa no una persona. Criado en Andalucía, de niño me chocaba que se dijera de una forma tan rara, pero pensaba que sería una forma antigua de hablar que se habría conservado, como el vos en otras oraciones. Ya adolescente, descubrí que el laísmo y el leísmo eran incorrecciones muy extendidas en Castilla, incluso entre personas cultas (tuve un profesor de francés vallisoletano, licenciado en filosofía y letras, que constantemente soltaba leísmos y laísmos), y en los libros de texto se enseñaba que estaba mal. En vista de eso, me puse rebelde y a partir de ese momento siempre rezaba diciendo "dánoslo", que me salía más natural. Y cuando años más tarde crucé el Atlántico, me llevé la grata sorpresa de comprobar que la gran mayoría de los hispanohablantes decía "dánoslo". Pero esto es pecata minuta. Una minucia lingüística sin mayor transcendencia. Es más grave cambiar "deudas" por "ofensas" porque afecta a la teología del Padrenuestro.
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