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Honores1Víctor
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Tema: Elegimus, creamus ac confundimus Esa triple fórmula vendría muy bien para la bula de

  1. #1
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    Elegimus, creamus ac confundimus Esa triple fórmula vendría muy bien para la bula de

    Elegimus, creamus ac confundimus



    Esa triple fórmula vendría muy bien para la bula de nombramiento de Monseñor Müller, el bombazo de esta jornada (victoria europea de la Selección Española de futbol aparte). Un bombazo o un petardazo o una explosión de gas lacrimógeno, no se bien como definirlo (no la victoria europea de la Selección Española, sino el nombramiento de Müller).

    Como no soy episcopologoadicto como algunos de esos frikis clientes de algunos estercoleros de la blogosfera, no sabía rien de rien del tal Müller hasta que se dió la voz de alarma, cuando empezó a correr la especie de que era uno de los posibles sucesores de Levada en DF. Para suceder a Levada, dado su poco notable currículum en DF, cualquier prelado ortodoxo podría haber valido. Lo inquietante era que el tal Müller no sobresalía por ortodoxo, sino que tenía sombras.

    ¿Quién no fue revolucionario en la mocedad, cuando las efervescencias de la adolecencia exaltan los entusiasmos etc. etc. etc.? La primavera que la sangre altera en la edad del sturm und drang, cuando afectaba a los clérigos de los años sesenta-setenta, les provocaba las efervescencias correspondientes de moda. Este Müller, con 21 juveniles primaveras cuando el Mayo del 68, tuvo que verse afectado por todo aquello. ¿Algún dato, algún documento? Sí, su tesis doctoral en teología, que versaba (muy típico en aquella época) sobre Dietricht Bonhoeffer (Kirche und Sakramente im religionslosen Christentum. Bonhoeffers Beitrag zu einer ökumenischen Sakramententheologie). Huelgan comentarios (se imponen deducciones).

    Ha sido profesor visitante en Madrid, Santiago de Compostela, Cuzco , Roma, Filadelfia, Kerala, Salamanca, Lugano, y São Paulo. Fue asesor teológico del Sínodo de los Obispso, y de 1998 a 2002 miembro de la Comisión Teológica Internacional. En 2002, cuando lo nombran obispo de Ratisbona, escoge para su escudo el lema 'Dominus Iesus', muy significativamente elocuente dado el impacto del documento homónimo de la S.C.D.F del año 2000.

    Pero las proclividades demostradas hasta entonces no se tapan, no se cubren con un lema. Su fama como simpatizante de la teología y los teólogos de la liberación le dotaba de una suficiente caracterización, un perfil muy definitivo. Ser amigo de Gustavo Gutierrez confiere - velis, nolis - un sello, una etiqueta.

    El juanpablismo, con unos cuantos gestos mediáticos, dio la impresiòn de haber domado y hasta erradicado la teología de la liberación. Cuando Leonardo Boff colgó los hábitos, algunos pensaron que la T.L. estaba decapitada, pero la influencia en todo el medio eclesiástico iberoamericano era y es muy grande. En Roma, en el Angélicum y la Gregoriana, los estudiantes hispanos y brasileños traían grabados los nombres de Gutierrez, Jon Sobrino, Boff, con Oscar Romero y Ellacuría como mártires extra-canonizados y el estrambote de Pablo Freire como complemento. Todo un continente impresionado por unos nombres y una doctrina. Y todo un continente en trance acelerado de des-evangelización y des-catolización. No se entiende la historia reciente de Iberoamérica sin la teología de la liberación.

    ¿Una influencia para bien o para mal? Para el Catolismo, una ideología letal.

    ¿Cómo se explican, pues, las simpatías? O por afinidad o por oportunidad. Quizá las dos razones puedan confluir, a la vez, en Müller. En sus años de currículum eclesiástico, para ser tenido en cuenta, para ser promovido, un docto intelectual católico no podía dedicarse a cultivar la ortodoxia; estudiar - p. ej. - a Franzelin era una excentricidad. Por eso se entiende la simpatía de Müller por Bonhoeffer, por eso la inmersión en la T.L. Por eso Müller ha llegado a ser algo-alguien (salva Providentia).


    En el otoño pasado ya avisaron de su elevación a DF: Un teólogo de la liberación en el Santo Oficio (no como encausado, sino como prefecto (!!!???) En el articulete aparecía estas declaraciones de Müller:
    "...Yo no hablo de la teología de la liberación de forma abstracta y teórica, ni mucho menos ideológica, para halagar al grupo eclesial progresista. De igual modo tampoco temo que ello pueda interpretarse como falta de ortodoxia. La teología de Gustavo Gutiérrez, independiente del ángulo desde el que se mire, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el adecuado actuar cristiano, porque procede de la verdadera fe."
    Como en Ratisbona se mostró bastante contundente contra los des-católicos del 'somos-iglesia', algunos le criticaban su progresismo aperturista hismanoamericano y su conservadurismo pastoral germano. Ahora, con su nombramiento como prefecto de DF se está diciendo de todo. También se conjetura que el nombramiendo de Di Noia como vice-presidente de Ecclesia Dei fue el prólogo equilibrante (?) de este sorprendente nombramiento. Todo muy agudo, muy sutilmente vaticanesco.

    Los neocon, leales y cerriles, aplauden, se animan, asienten, y se tragan la enorme píldora. Los católicos conscientes nos inquietamos, nos removemos, nos alarmamos, nos tememos, nos vemos venir, nos remontamos. Y miramos (sin tragar) la indigerible novedad.

    En estos casos, sólo se estima una opción adecuada: Oremus!

    Aunque confieso que no sé cual debería ser la intención de la oración.

    Custos, qui de nocte?


    +T.

    http://exorbe.blogspot.com.es/

  2. #2
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    Re: Elegimus, creamus ac confundimus Esa triple fórmula vendría muy bien para la bul

    Müller, sembrador de inquietudes


    Es muy grave y anómalo poner al frente de un organismo garante de la ortodoxia a un teólogo con su ortodoxia sin garantizar. Se trata de un caso que no tiene satisfactoria explicación por mucho que se quiera explicar satisfactoriamente. Benedicto (salva reverentia) no ha escogido bien, ni ha escogido al mejor. Ni siquiera al menos malo. Aunque Mons. Nicola Bux salga, capote en mano, a hacerle un (discutible) quite: 'Se extrapola del contexto'.

    El contexto - entiendo yo - es el mismo personaje: Müller, su obra y sus circunstancias. Es dificil, cuando no imposible, desprenderse de lo que uno ha sido y ha venido siendo. Haría falta una especie de declaración de conversión, al estilo de aquellas confesiones dogmático-doctrinales históricas, cuando se precisaban las cosas dichas o no dichas, con claridad meridiana, para no suscitar confusiones y/o erróneas interpretaciones.

    Pero Müller no hace eso, al contrario, me parece (con permiso de Don Bux). Por ejemplo, de una entrevista que le hicieron poco después de hacerse público su nombramiento, entresaco dos inquietantes afirmaciones:

    1)- "...La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene la responsabilidad de promover, no sólo proteger (...) La idea es promover la teología y sus raíces en la revelación con garantía de calidad, teniendo en cuenta las novedades intelectuales de la época a escala mundial. No podemos limitarnos a repetir mecánicamente la única doctrina. Se debe ser sensible a la evolución de la época, los cambios sociológicos, el pensamiento de nuestros contemporáneos".

    Fue uno de los postulados-tesis del modernismo esa revisión-reformulación de la fe y la doctrina, trasvasándola desde sus formas (que son fórmulas, palabras, doctrina, dogmas) originales (antiguas, tradicionales), al lenguaje, la cultura y las expresiones modernas, contemporáneas, actuales. Por ejemplo, pasar del concepto escolástico de la 'transubstanciación' al nuevo, más en consonancia con la filosofía contemporánea, de 'transignificación' o 'transfinaliación'. Así, explicaban sus autores, se discurría sin solución de continuidad entre Stº Tomás de Aquino y E. Schillebeeckx. Pero obviaban que en realidad se disolvía el dogma entre la doctrina recta de un Santo y la insuficiente y errada de un heterodoxo (aunque dominicos ambos). Así se ha escrito gran parte de la turbia teología del siglo XX post-conciliar y lo que llevamos del XXI tertiummilenarista advenido. Lo que piensa y escribe Müller sobre el Sacramento, parece ir en esta línea.

    Lo segundo que dice y que me inquieta, en la misma línea que lo anterior, es esto:

    2)- "... Uno no puede simplemente elegir lo que se ajusta a un determinado esquema (...) tiene que abrirse a la totalidad de la fe cristiana, toda la profesión de la fe, la historia de la Iglesia y el desarrollo de su enseñanza (...) la tradición viva (...) Cada época tiene sus propios desafíos...".
    También el historicismo teológico es una vieja tesis del modernismo, explicando que toda doctrina tiene su razón de ser coyuntural, según el marco cronológico-cultural del momento en que se formuló. Ni existen verdades eternas ni la Iglesia puede pretender tales conceptos supra-cronólógicos que exceden su naturaleza y dimensión históricas: La Iglesia y la fe son devenir.

    Desde esta tesis, todo el Credo cristiano, incluso las mismas Sagradas Escrituras, queda suspenso en el el éter de la indefinición, susceptibles de ser adaptadas según los cánones del pensamiento u orden social-cultural vigente. Los teologos como Müller serían los autores encargados de la re-formulación, manteniéndose atentos a los signos de los tiempos, en cada momento y lugar.

    ¿Me dirán Uds. que voy más allá de las mismas palabras de Müller? Les pregunto yo a Uds. si no ven en las afirmaciones de Müller la dirección en que apuntan.


    Para remachar la inquietud que este nombramiento sorprendente nos suscita, Müller se auto-apologiza:

    - "...Pero el Santo Padre me conoce a mí y mi trabajo teológico, no sólo como autor, sino también como experto en los sínodos de obispos en Roma o en la Conferencia Episcopal Alemana..."
    Pues por todo eso - no obstante Don Bux - los católicos conscientes estamos agitados, desasosegados, disgustados.

    Tanto que no salimos de nuestra perplejidad.


    +T.

    EX ORBE
    Xaxi dio el Víctor.

  3. #3
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    Re: Elegimus, creamus ac confundimus Esa triple fórmula vendría muy bien para la bul

    ¿Las teologías deicidas de Gerhard Ludwig Müller?





    La crisis profunda que hoy sacude violentamente a la barca de Pedro, se refleja en los últimos acontecimientos.
    Críticas, como las incluidas en el mensaje cuyo contenido publicamos a continuación, con nuestros lectores, se refieren al recientemente nombrado Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Arzobispo de Regensburb (Ratisbona), Gerhard Ludwig Müller (¿impuesto al Papa o impuesto por el Papa?), quién es denunciado por su teología heterodoxa. Se trata de un correo electrónico (en italiano, inglés y alemán) que desde hace meses circula no sólo entre los periodistas acreditados en Roma sino también en diversas oficinas de la Santa Sede.
    Sobre su postura anti FSSPX, recordamos su amenaza de excomulgar a quien ordenase a los subdiáconos del seminario de Zaitkofen, en Alemania, poco después del levantamiento de las excomuniones a los obispo de la FSSPX. Finalmente, Mons. Fellay suspendió esas ordenaciones y las realizó en Ecône un par de meses después.
    Vínculado en su pensamiento con los teólogos de la nueva corriente teológica modernista, como Hans Urs Von Baltashar, Jean Daniélou y Henri de Lubac. Discípulo del creador de la Teología de la Liberación, el peruano Gutiérrez. Este, teólogo que es ahora “el custodio de la Fe de los católicos”, ha llegado a decir que el bautismo nos proporciona “una unión fundamental con los evangélicos”, afirmación que a continuación veremos en el correo de advertencia que mencionamos más arriba.
    Para los modernistas, las afirmaciones del obispo reportadas abajo no constituyen problema alguno, como es de esperar, pero son afirmaciones que rayan en la herejía. Basta decir que Müller es, hoy por hoy, un teólogo de fama internacional, como también lo son otros autores de dudosa ortodoxia.


    Aquí el nombramiento oficial:


    Actos pontificios
    Ciudad del Vaticano, 2 de julio (VIS).- El Santo Padre:
    -Ha nombrado al obispo Gerhard Ludwig Müller, hasta ahora de Regensburg (Alemania), como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Presidente de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”; de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional; elevándolo al mismo tiempo a la dignidad de arzobispo. Sucede en todas esas funciones al cardenal William Joseph Levada, cuya renuncia fue aceptada por límite de edad.
    Vatican Information Service.


    A continuación el correo que advierte de los escritos y teología de Müller:



    El obispo de Ratisbona, ¿nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe?


    Parece que el Santo Padre tiene intención de nombrar al obispo Gerhard Ludwig Müller de Ratisbona como próximo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Müller ya ha declarado públicamente que no rechazaría el nombramiento. Es un ex profesor de teología dogmática en la facultad teológica de Munich. Como maestro y como obispo ha demostrado ampliamente no tener una segura doctrina.


    1. Ninguna virginidad de María.


    En su libro “Dogmática católica: estudio y práctica de la teología” (Friburgo, 2003, quinta edición), Müller niega el dogma de la virginidad de María. Para él la virginidad no tiene que ver con las “características fisiológicas en el proceso natural del nacimiento de Jesús (como la no-apertura del útero, la incolumidad del himen o la ausencia de las contracciones), sino con el influjo salvífico y redentor de la gracia de Cristo para la naturaleza humana”.


    2. Ninguna transubstanciación.


    En 2002 Müller publicó el libro “La Misa, fuente de la vida cristiana” (St. Ulrich Verlag, Ausburg) en el cual habla del Santísimo Sacramento. Pero desaconseja el uso de términos “cuerpo y sangre” para los dones eucarísticos. Según Müller estos términos podrían producir “malentendidos”:
    Cuerpo y sangre de Cristo no significan las partes físicas del hombre Jesús durante su vida o en su cuerpo glorificado”, el obispo explica: “Cuerpo y sangre significan aquí específicamente una presencia de Cristo en el signo mediato del pan y del vino”.
    La Santa Comunión expresa, según Müller, “la comunión con Jesucristo, mediante la consumación de pan y vino”.
    Él compara esto con una carta que puede significar una amistad entre dos personas: “Ante el destinatario puede, por así decir, representar e indicar el afecto del emisor”. Müller explica el pan y el vino eucarísticos como simples “signos de la presencia salvífica de Jesús”.
    Monseñor Müller ilustra el concepto de “transubstanciación” así:
    “La esencia del pan y del vino debe ser definida en un sentido antropológico. El carácter natural de estos dones (pan y vino) como frutos de la tierra y del trabajo humano, como productos naturales y culturales, consiste en la designación del alimento de las personas y de la comunidad humana en el signo de una comida común (…). El ser natural del pan y del vino es transformado por Dios en el sentido que este ahora demuestra y realiza la comunión salvífica”.


    3. Los protestantes “ya son parte de la Iglesia”.


    Durante un discurso en honor del obispo luterano Johannes Friedrich, el 11 de octubre de 2011, monseñor Müller presentó un texto de su eclesiología. (El original alemán se encuentra aquí). Mons. Müller dijo en esa ocasión:
    “El Bautismo es el carácter fundamental que nos une sacramentalmente en Cristo, ante el mundo en una sola Iglesia visible. Nosotros como cristianos, católicos y protestantes, estamos por lo tanto ya unidos en aquello que llamamos la Iglesia visible. En un sentido estricto existen, por lo tanto, no muchas Iglesias, es decir una junto a la otra, más bien existen divisiones y desuniones al interior de un único pueblo y de una única casa de Dios”.
    La comprensión común que la “Dominus Iesus” haya confirmado que los protestantes no son propiamente una iglesia, es para monseñor Müller un “malentendido”:
    “Es teológicamente incorrecto traducir la afirmación que las [communitates ecclesiales] que no han preservado un episcopado válido (…) no son iglesias (¡plural!) en un sentido propio, con: ‘La iglesia evangélica no es propiamente una iglesia’. Porque el plural significa las iglesias como iglesias locales, constituidas en torno a un obispo”.
    Müller continúa: “El punto no es el carácter eclesial de las iglesias salidas de la Reforma sino la pregunta si el oficio sacramental episcopal es constitutivo para la conformación de una iglesia local, es decir de una diócesis, o no. Aquí, la diferencia entre una iglesia territorial protestante y una diócesis católica está descrita, no evaluada. El magisterio católico está lejos de negar a las ‘iglesias separadas y a las comunidades eclesiales de occidente’ la eclesialidad o su ser iglesia”.
    Según Müller, la esencia del ecumenismo consiste en lo siguiente: “Nosotros definimos nuestra relación recíproca ya no sobre la base de las diferencias efectivamente existentes en la doctrina, en la vida y en la constitución de la Iglesia, sino sobre la base de cuánto tenemos en común. Este es el fundamente sobre el cual nos movemos”.


    Texto del correo originalmente publicado por Sacro&Profano.

    STAT VERITAS

  4. #4
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    Re: Elegimus, creamus ac confundimus Esa triple fórmula vendría muy bien para la bul

    Müller ideológico- inclusivo ???


    Con un currículum (pensamiento y obra) tan poco ajustados al perfil ideal del Prefecto de la Sgdª Congregación para la Doctrina de la Fe, pienso que es prudente y necesario estarse atento a cuanto diga y publique (oficial y/u oficiosamente) el recien nombrado Mons. Müller. Yo, por lo menos, tengo intención de no perderle de vista (en tanto en cuanto mis facultades de no-teólogo oficial me lo permitan, of course).

    Conque me zambullí esta tarde en la entrevista que el inquietante Müller concedió hace unos días a L'Osservatore:

    Aquí una breve reseña en la edición de L'Osservatore Romano (usuarios no registrados)

    Aquí la entrevista completa en italiano

    Aquí una traducción en español

    Aquí un extracto de Andrea Tornielli en Vatican Insider

    Sé que si me pongo en plan perro dominicano castizo (la raza con su pedigree está en peligro de inminente extinción) le saco a la entrevista diez proposiciones meritables a la hoguera (estupendo recurso, este sí, ya del todo extinto, ¡ay!). Pero como no dispongo de tiempo (ni me merece la pena) comentar por extenso la entrevista, permítome dos apostillas, dos pinceladas, dos grumos de problemática deglución:

    1º) el uso del concepto 'ideología', siendo este un concepto que se conjunga mal si se aplica o se refiere a la Iglesia, particularmente si se hace en contexto ad intra, aludiendo a algo operante/operativo dentro de la Iglesia (o también respecto a ella misma). El marxismo, principalmente, hizo suyo ese vocablo, integrándolo en el lexicón marxista, cuya impronta late en quien lo usa, lo aplica, lo entiende al analizar una realidad determinada ('análisis' y 'realidad' son otros dos conceptos muy articulados en la sintaxis marxista, ya saben Uds).

    Pues sucede que en la entrevista (párrafo penúltimo) el entrevistador pregunta (absurdamente) a Müller por la situación planteada por lefebvrianos y monjas de EEUU, que es como interrogar a un geofísico por la densidad de la lava volcánica y el análisis espectográfico de la capa de ozono, todo junto sin solución de continuidad, como meter a un cordero y una pantera en la misma clasificación taxonómica. Si la pregunta del preguntador ya tiene sesgo culpable-promíscuo de bad milk con rejón de castigo, la respuesta de compromiso de Müller es desasosegante:

    "Per il futuro della Chiesa è importante superare gli scontri ideologici da qualsiasi parte provengano // Por el futuro de la Iglesia, es importante superar los desencuentros ideológicos de donde provengan (...)"
    Dejando a un lado el caso (perdido) de las no-religiosas made in USA, ¿piensa Mons. Müller que la FSSPX y sus postulados son 'ideología' y 'desencuentro'? Alguna vez he dicho - y repito algunas veces, insistiendo - que la FSSPX es la Iglesia tal y como la Iglesia Católica se encontraba en 1962, con todo su antes y sin el después: No son 'idelogía' porque son la propia Iglesia sin adherencias ideológicas, sólo la Iglesia ca.1962, cuyo desprecio supone la negación de toda la Iglesia desde ese punto hasta su origen, pues desde el origen hasta esa fecha así fue y se expresó la Iglesia. Respecto a Dogma, Doctrina y Liturgia ¿qué se puede decir que cuadre con el concpeto 'ideología' referido a la FSSPX y lo que manteniene sobre estos puntos? Si cupiera adjudicarles alguna 'ideología' sería la que se pudiera extractar de la misma Iglesia concebida como cuerpo sacro-doctrinal-histórico-social, sólo la Iglesia, lo eclesial y nada más.

    De las no-monjas made in USA sí podría decirse que han sufrido una amplia y profunda ideologización, contaminando su condición de religiosas con ideas perversas y extrañas a la fe católica. Tocante a este problema, la cuestión sería aclarar por qué y cómo ha sucedido todo. Pero es absurdo y tendencioso equiparar este caso con el de la FSSPX planteando un silogismo dialéctico que - se supone - se resolvería en una síntesis de contrarios. Si Müller ensaya una alquitara para destilar sublimado de esencias volátiles, se puede ver protagonizando una nueva versión del cuento de 'El Aprendiz de Brujo' en el laboratorio-marco de la Nuevangelización.


    Lo segundo de la entrevista que se me ha atragantado es otro pequeño pormenor:

    2º) ¿Cita Müller en sentido deliberadamente inclusivista un texto del Evangelio?

    Esto es lo que dice Monseñor Prefecto en la entrevista:

    Il Santo Padre ha l'importante missione di annunciare il Vangelo e di confermare i fratelli e le sorelle nella fede.
    La cita evangélica que parece subyacer a esta afirmación es esta, del Evangelio de San Lucas:


    "...¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos..." Lc 22, 31-32
    El Señor pronuncia estas palabras durante la Última Cena, en referencia a la cumplida traición de Judas, el impetuoso (e indiscreto) fervor de San Pedro y el escándalo inminente de la Pasión que afectará también a los demás Apóstoles. Cristo advierte a Simón Pedro avisándole de la debilidad de su situación, que le llevará a negarle aquella noche-madrugada, pero al mismo tiempo le manda que, una vez pasada la tentación y repuesto del ataque diabólico, confirme y sostenga la fe de los otros Apóstoles. Porque la frase 'confirma en la fe a tus hermanos' sólo puede referirse stricto sensu a los Apóstoles presentes en aquel momento.

    Si Müller dice que la misión del Papa es la de "confirmar la fe de los hermanos y las hermanas", ademas de abusar del texto evangélico usando una fórmula acuñada por la pseudo-teología (¡esto sí es ideología!) feminista-inclusivista, ¿quiere decir algo más? ¿extiende el sentido de la frase en sentido inclusivo? Por ejemplo ¿estaría pensando en una estructuración jerárquica en la que el Papa (Pedro) confirme en la fe a sus hermanos y sus hermanas (jerarquía mixta compuesta por varones y féminas).


    Disparato, ¿verdad?, dirán Uds. Pero la verdad es que la entrevista recoge esa cita de Müller. Y la cita puede tener ese sentido que yo mismo he detectado y expuesto. Podrá estar o no estar en la mente de Müller, pero si lo ha dicho y en las circunstancias que vive la Iglesia (el mismo Müller se ha referido a las polémicas e insostenibles religiosas des-católicas de los EEUU) las palabras de esa cita pueden entenderse como una insinuación favorable a la teología feminista-inclusivista.

    ¿Había necesidad de citar así? ¿Cree Müller que es necesario usar/implantar ese vocabulario de términos inclusivos, forzando la introducción del femenino supérfluo junto al masculino/universal común? ¿Adopta Müller deliberadamente esa forma inclusivista siguiendo el modelo impuesto con enorme carga ideológica por los políticos progresistas (anti-cristianos y contra-católicos en su mayoría)? ¿Piensa Müller que el lenguaje teológico-doctrinal, el lenguaje del Magisterio, tiene que plegarse y amoldarse a las exigencias, cánones y tendencias del lenguaje político-social-ideológico en boga?

    Verán Uds. que lo que me cuestiono, las dudas que me planteo, no son caprichosas lucubraciones de una neurona torquemadista que me provoca sinapsis híperortodoxas-ultramontanas. No invento de la nada, sólo deduzco de lo que dice, lo que ha dicho Müller.

    Me temo que en lo sucesivo se presentarán otras muchas ocasiones con semejantes (mejores o peores) muestras del pensamiento (teología y doctrina) del Excmº y Revmº Monseñor prefecto de Doctrina de la Fe, pronto, seguramente, Cardenal de la Santa Romana Iglesia, como corresponde al cargo, tradicionalmente el más conspicuo de toda la Curia Romana.

    No sé si, dada su problemática relaciòn con los graves representantes de la tradición, Mons. Müller declinará esta venerable y tradicional posición y se inclinará a rebajar el privilegiada nivel de su Dicasterio, haciendo descender la Doctrina de la Fe a un plano más llano, menos encumbrado, más accesible al pueblo.

    El pueblo de los ciudadanos y ciudadanas del Reino de Dios, of course.

    +T.

    EX ORBE

  5. #5
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    Re: Elegimus, creamus ac confundimus Esa triple fórmula vendría muy bien para la bul

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    1. Ninguna virginidad de María.

    2. Ninguna transubstanciación.
    3. Los protestantes “ya son parte de la Iglesia”.
    La oración del Papa León XIII a San Miguel Arcángel

    “¡Oh glorioso príncipe de la milicia celestial, San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha contra los principados y las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires (Ef. 6)! Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, hechos a su imagen y semejanza y rescató con gran precio de la tiranía del demonio (Sab. 2; I Cor. 6). ”Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, el combate del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quienes nunca más hubo lugar en el cielo.

    ”Sí, ese gran dragón, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satanás, que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo (Apoc. 12). Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este antiguo homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba de espíritus malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre los hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir, el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones.

    ”Los enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado y le han dado de beber ajenjo, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales para realizar todos sus impíos designios. Allí, en el lugar sagrado donde está constituida la Sede del beatísimo Pedro y Cátedra de la Verdad para iluminar a los pueblos, allí colocaron el trono de la abominación de su impiedad, para que, con el designio inicuo de herir al Pastor, se dispersen las ovejas.

    ”Te suplicamos pues, oh príncipe invencible; auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria contra los ataques de esos espíritus réprobos. Este pueblo te venera como su protector y patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celestial. ¡Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido, que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud ni causar perjuicio a la Iglesia! Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, a la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, lánzalo encadenado en el abismo para que no pueda seducir más a las naciones (Apoc. 20). Amén”.

    “Desde ya confiados con vuestra asistencia y protección, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, y en nombre de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, emprendemos con fe y seguridad repeler a los asaltos de la astucia diabólica”.

    V/ He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
    R/ Vence el León de la tribu de Judá, la estirpe de David.
    V/ Que tus misericordias, Oh Señor, se realicen sobre nosotros.
    R/ Como esperamos de ti.
    V/ Señor, escucha mi oración.
    R/ Y mi clamor llegue hasta ti.

    Oremos.
    “Oh Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia, para que con la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y el glorioso San Miguel Arcángel, de San José, Esposo de la misma bienaventurada Virgen, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, te dignes auxiliarnos contra Satanás y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén”.


  6. #6
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    El visto bueno del Prefecto Gerhard Ludwig Müller a la “teología de la liberación”.




    Las doctrinas heterodoxas y dudosas continúan su curso de avance e infiltración en las cabezas de los hombres de la jerarquía eclesiástica. En este caso, la nota la da, nada más ni nada menos, que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe Gerhard Ludwig Müller, quien le da el visto buen a la llamada “teología de la liberación”. Aquí el artículo que hace referencia a dicha noticia.


    [Vatican Insider – 21-06-2013]


    Roma y la teología de la liberación: fin de la guerra


    El Prefecto del ex Santo Oficio, Müller, hace un homenaje, bajo el signo de su amistad con el teólogo peruano Gutiérrez


    GIANNI VALENTE
    CIUDAD DEL VATICANO


    «El movimiento eclesial teológico de América Latina, conocido como “teología de la liberación”, que después del Vaticano II encontró eco en todo el mundo, debe ser considerado, según mi parecer, entre las corrientes más significativas de la teología católica del siglo XX». Quien consagra la teología de la liberación con esta halagadora y perentoria evaluación histórica no es algún representante sudamericano de las estaciones eclesiales del pasado. El “certificado” de validez llega directamente del arzobispo Gerhard Ludwig Müller, actual Prefecto del mismo dicasterio vaticano -la Congregación para la Doctrina de la Fe (CdF)- que durante los años ochenta, siguiendo el impulso del Papa polaco y bajo la guía del entonces cardenal Ratzinger, intervino con dos instrucciones para indicar las desviaciones pastorales y doctrinales que también incluían los caminos que habían tomado las teologías latinoamericanas.

    La evaluación sobre la teología de la liberación no es una declaración que se le escapó accidentalmente al actual custodio de la ortodoxia católica. El mismo juicio, meditado, aparece en las densas páginas del volumen del que proviene la cita: una antología de ensayos escrita a cuatro manos, impresa en Alemania en 2004, y que ahora está por ser publicada en Italia con el título “De la parte de los pobres, Teología de la liberación, Teología de la Iglesia” (Ediciones Messaggero, Padua, Emi).

    El libro hoy irrumpe casi como un acto para clausurar las guerras teológicas del pasado y los residuos bélicos que de tanto en tanto brillan para esparcir alarmas que representan ya intereses ya pretextos. El volumen lleva las firmas del actual responsable del ex Santo Oficio y del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación e inventor de la misma fórmula usada para definir esa corriente teológica, cuyas obras fueron sometidas a exámenes rigurosos durante bastante tiempo por parte de la CdF en su larga estación ratzingeriana, aunque nunca se le haya atribuido ninguna condena.

    El libro representa el resultado de un largo camino común. Müller nunca ha ocultado su cercanía a Gustavo Gutiérrez, a quien conoció en 1998 en Lima durante el curso de un seminario de estudios. En 2008, durante la ceremonia para el doctorado honoris causa concedido al teólogo Müller por la Pontificia Universidad Católica del Perú, el entonces obispo de Ratisbona definió como absolutamente ortodoxa la teología de su maestro y amigo peruano. En los meses anteriores al nombramiento de Müller como guía del Dicasterio doctrinal, justamente su relación Gutiérrez fue evocada por algunos como prueba de la no idoneidad del obispo teólogo alemán para el puesto que ocupó (durante 24 años) el entonces cardenal Ratzinger.

    En los esnayos de la antología, los dos autores-amigos se complementan recíprocamente. Según Müller, los méritos de la teología de la liberación van más allá del ámbito del catolicismo latinoamericano. El Prefecto indica en que la teología de la liberación ha expresado en el contexto real de la América Latina de las últimas décadas la orientación hacia Jesucristo redentor y liberador que marca cualquier teología auténticamente cristiana, justamente a partir de la insistente predilección evangélica por los pobres. «En este continente», reconoce Müller «la pobreza oprime a los niños, a los ancianos y a los enfermos», e induce a muchos a «considerar la muerte como una escapatoria». Desde sus primeras manifestaciones, la teología de la liberación “obligaba” a las teologías de otras partes a no crear abstracciones sobre las condiciones reales de la vida de los pueblos o de los individuos. Y reconocía en los pobres la «carne misma de Cristo», como ahora repite Papa Francisco.

    Justamente con la llegada del primer Papa latinoamericano surge con mayor fuerza la oportunidad para considerar esos años y esas experiencias sin los condicionamientos de los furores y las polémicas de entonces. Aún alejándose de los ritualismos del “mea culpa” postizos o de las “rehabilitaciones” aparentes, hoy es mucho más fácil reconocer que ciertas vehementes movilizaciones de algunos sectores eclesiales en contra de la teología de la liberación estaban motivadas por ciertas preferencias de orientación política más que por el deseo de custodiar y afirmar la fe de los apóstoles. Los que pagaron la factura fueron los teólogos peruanos y los pastores que estaban completamente sumergidos en la fe evangélica del propio pueblo, que acabaron “triturados” o en la sombra más absoluta. Durante un largo periodo, la hostilidad demostrada hacia la teología de la liberación fue un factor precioso para favorecer brillantes carreras eclesiásticas.

    En uno de los textos, Müller (que en una entrevista del 27 de diciembre de 2012 había expresado la hipótesis del escenario de un Papa latinoamericano después de Ratzinger) describe sin medias tintas los factores político-religiosos y geopolíticos que condicionaron ciertas “cruzadas” en contra de la teología de la liberación: «Con el sentimiento triunfalista de un capitalismo, que probablemente se consideraba definitivamente victorioso», refiere el Prefecto del dicasterio doctrinal vaticano, «se mezcló también la satisfacción de haber cancelado de esta manera cualquier fundmento o justificación de la teología de la liberación. Se creía que el juego era muy sencillo con ella, arrojándola al mismo conjunto de la violencia revolucionaria y del terrorismo de los grupos marxistas». Müller también cita el documento secreto, preparado para el presidente Regan por el Comité de Santa Fe en 1980 (es decir cuatro años antes de la primera Instrucción vaticana sobre la teología de la liberación), en el que se solicitaba al gobierno de los Estados Unidos de América que actuara con agresividad en contra de la «Teología de la liberación», culpable de haber transformado a la Iglesia católica en «arma política contra la propiedad privada y el sistema de la producción capitalista». «Es desconcertante en este documento», subraya Müller, «la desfachatez con la que sus redactores, responsables de dictaduras militares brutales y de potentes oligarquías, hacen de sus intereses por la propiedad privada y por el sistema productivo capitalista el parámetro de lo que debe valer como criterio cristiano».


    Después de haber pasado décadas de batallas y contraposiciones, justamente la amistad entre los dos teólogos (el Prefecto de la Doctrina de la Fe y el que durante un tiempo fue perseguido por el mismo dicasterio doctrinal) alimenta finalmente una óptica capaz de distinguir los obsoletos armazones ideológicos del pasado de la genuina fuente evangélica que impulsaba muchos de los derroteros del catolicismo latinoamericano después del Concilio. Según Müller, justamente Gutiérrez, con sus 85 años (y que planea viajar a Italia y pasarse por Roma en septiembre), ha expresado una reflexión teológica que no se limitaba a las conferencias ni a los cenáculos universitarios, sino que se nutría de la savia de las liturgias celebradas por el sacerdote con los pobres, en las periferias de Lima. Es decir, esa experiencia básica gracias a la que -como dice siempre simple y bíblicamente el mismo Gutiérrez- «ser cristianos significa seguir a Jesús». Es el Señor mismo, añade Müller al comentar la frase de su amigo peruano, quien «nos da la indicación de comprometernos directamente por los pobres. Hacer la verdad nos lleva a estar de parte de los pobres».

    STAT VERITAS

  7. #7
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    Re: Elegimus, creamus ac confundimus Esa triple fórmula vendría muy bien para la bul

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    El arzobispo Müller nos tranquiliza….???

    Fray Gerundio

    Cuando el Papa Francisco concedió la famosa entrevista a La Civiltà Cattolica, tuve la oportunidad de comentar en esta misma columna que eso de dejar caer tantas opiniones y criterios personales, en un tono desenfadado y aparentemente inocuo, pasaría factura a corto y medio plazo. Al fin y al cabo, las opinones de un Papa no son las de un conductor de autobús de Zamora o las de un agricultor de Tomelloso. Ya sabemos que no son infalibles, pero rezuman un ligero saborcillo a mensaje a los cómplices de que las cosas podrían ir por ahí, o estarían bien por ese otro camino.
    Esto es lo que está ocurriendo con Francisco. Una de las perlas que nos dejó en la entrevista aludida es la siguiente frase:
    El confesonario no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo que podamos. Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello, esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?
    Claro, a la vista de estas expresiones que pretenden misericordiear, como le gusta decir al mismo Papa, todo el mundo entendió que se estaba re-planteando el tema y que según la opinión de Francisco, si hay verdadero arrepentimiento y sinceridad de vida, algo hay que hacer. No olvidemos que otra frase parecida en referencia a los homosexuales que tienen buena voluntad, fue ya objeto de polémicas cuando las profirió en el avión de regreso de Río. Y es que a los medios (generalmente anti-católicos), que quieren que la Iglesia deje de ser madrastra y se abra a la comprensión y bendición de todos los pecadores pasando por alto el hecho (la minucia) de que siguen encastillados en su pecado, les faltó tiempo para poner grandes titulares: El Papa Francisco someterá a estudio la comunión a los divorciados vueltos a casar. Bueno, de hecho, por esos días, la Conferencia Episcopal Alemana ya dio instrucciones al respecto, saltándose a la torera las disposiciones vigentes hasta el momento.
    Todo esto hizo inmediatamente que la política de hechos consumados se impusiera, como ocurre siempre. Por la vía de los hechos, se accede a eliminar la doctrina más seria y más sagrada, sin negar oficialmente la doctrina más seria y más sagrada. Pura forma de actuar modernista, y pura praxis gramsciana de las que tanto hemos aprendido en los últimos cien años. Pienso en la cantidad de sacerdotes que después de esto habrán animado y urgido a divorciados vueltos a casar a que reciban la Eucaristía. O la cantidad de divorciados vueltos a casar que estaban retenidos por la doctrina y que ahora se habrán lanzado a la Eucaristía tras leer los titulares de prensa. O la cantidad de divorciados vueltos a casar que pensarán que, si esto que se dice se está pensando y está en estudio, entonces es porque no es tan importante.
    Así que Eucaristía para todos, porque lo importante es la misericordia. Hay que reconocer que el ejemplo de la madre con cinco hijos, habiendo abortado, arrepentida… es un clásico para suscitar inmediatamente en la gente la necesidad de tener compasión y pasarse por el forro el pecado mismo. Ni Víctor Hugo, ni Charles Dickens lo hubieran expresado mejor y de manera más sangrante.
    Pero claro, como la doctrina es la que es, como sería muy llamativo permitir que comulguen los divorciados vueltos a casar, como oficialmente la Iglesia no podría decir otra cosa y sería un escándalo para tantos sacerdotes fieles que han explicado esto a las personas implicadas, pues entonces sale el poli-malo (Müller) y dice que no. Que de eso nada, monada. Que esta práctica no es coherente con la voluntad de Dios, tal como se expresa claramente en las palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio, y que la Iglesia siempre ha declarado el valor antropológico (¡¡¡¡¡) del matrimonio indisoluble.
    Algunos que antes se preocuparon por las palabras del Papa, ahora han quedado tranquilos diciendo: Müller escribe, el Papa dicta. Y mientras tanto, los listos de El País, dicen: El Guardián de la Fe enmienda al Papa por su guiño a los divorciados. Les encanta presentar la historia del Jefe del Santo Oficio intentando frenar las revolucionarias intenciones del Pontífice.
    Me muero de risa con las noticias de uno y otro lado. Yo, la verdad, preferiría que el Papa hablara claro sin necesidad de que a él se le entienda una cosa y su Prefecto escriba otra. O que el Papa fuera el primero en aceptar la doctrina, sin necesidad de que su Prefecto se la tenga que recordar para enmendar su opinión. O de que en vez de dictar a la prensa una cosa y otra distinta a Müller, diga lo que tiene que decir con contundencia y claridad.
    Pero no se desanimen, queridos lectores, si es que han llegado hasta aquí. De nuevo hay gato encerrado en las palabras del Guardián de la Fe. Miren si no, estas frases deslizadas en pleno centro del Documento y que yo recalco con letra negrita:
    La mentalidad actual contradice la comprensión cristiana del matrimonio especialmente en lo relativo a la indisolubilidad y la apertura a la vida. Puesto que muchos cristianos están influidos por este contexto cultural, en nuestros días, los matrimonios están más expuestos a la invalidez que en el pasado. En efecto, falta la voluntad de casarse según el sentido de la doctrina matrimonial católica y se ha reducido la pertenencia a un contexto vital de fe. Por esto, la comprobación de la validez del matrimonio es importante y puede conducir a una solución de estos problemas.
    O sea, que ya estamos como en el caso del divorcio. Como oficialmente no se puede decir que el matrimonio es indisoluble, llenaron nuestras Curias Diocesanas de Tribunales preparados para conceder nulidades a mansalva. La Rota pasó a mejor vida, y las llamadas urgentes a agilizar los procesos de nulidad forzaron la creación de varios tribunales extras, para conceder el divorcio-católio-express (llámese como se quiera, ésa es la verdad). Me consta de algunas Diócesis en las que se les aconseja a los peticionarios qué es lo que debe decir y alegar, para que sea más rápida la nulidad. Y de este modo, si se observan las estadísticas de nulidades matrimoniales concedidas y despachadas cada año, podremos ver que son altamente numerosas y altamente preocupantes.
    Así que ya lo saben. Como no pueden confesar ni comulgar y eso no tiene vuelta de hoja, pues a ver si realmente ese matrimonio fue nulo o no. A investigar. Ya hemos visto que según el Prefecto, los matrimonios están expuestos a la invalidez mucho más que en el pasado.
    Pero yo me pregunto:
    ¿Y para eso se inventaron tras el Concilio los Cursillos Prematrimoniales, verdadera tortura para los pobres novios de buena voluntad? ¿Después de tantas horas y horas interminables de charlas nocturnas, los católicos hacen matrimonios nulos? ¡Ah, claro! Es que en una de las charlas de los Cursillos, se suele explicar cómo hay que proceder en caso de que se tenga que pedir la nulidad. Bastará aludir a la incapacidad psicológica, a la inmadurez o a un intento de violencia doméstica por aquí y por allá, y está hecho.
    Así que yo ya estoy tranquilito. Gracias al Arzobispo Müller, sabemos que el problema está resuelto.

    El arzobispo Müller nos tranquiliza

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