Las herejías del Camino Neocatecumenal
Padre Enrico Zoffoli
Muchos católicos ven en este movimiento una manera legítima de servir a Dios y a la Iglesia, de satisfacer un cierto sentimiento religioso. Pero, ¿cuáles son las verdaderas doctrinas del Movimiento Neocatecumenal? El P. Zoffoli, teólogo italiano pasionista estudió durante varios años los documentos oficiales del Camino y presentó sus conclusiones a varios obispos, cardenales e incluso al Papa, recibiendo como respuesta "silencio, desconfianza y hostilidad". Publicamos aquí la parte doctrinal de su libro "Catequesis neocatecumenal y ortodoxia del Papa", que esperamos podrá esclarecer mucho a los católicos
Refiriéndome al Camino neo-catecumenal, el término ´herejías´ puede hacer sonreír a algunos e indignar a otros, pues muchos -en la Iglesia- me juzgarán demasiado alarmista e imperdonablemente ofensivo. Mas, por desgracia, esto corresponde a una realidad que someto a la reflexión de todos; pidiendo particular atención a los párrocos, obispos y sobre todo al Papa.
ORDEN SAGRADO,
SACERDOCIO, JERARQUÍA.
a) La verdadera Iglesia de Jesucristo sería solamente la de los tres primeros siglos, después de los cuales -de Constantino en adelante-, institucionalizándose, se habría corrompido, hasta que después de 1600 años habría reaparecido con el Concilio Vaticano II. Por tanto, durante un largo periodo, Jesús no habría cumplido su promesa de permanecer junto a su Iglesia todos los días, hasta el fin de los tiempos, y por consiguiente asistirla contra los poderes de las tinieblas (Mt. 28,20; 16,18).
b) De aquí se deduce que veinte Concilios ecuménicos, desde el de Nicea (325) hasta el Vaticano I (1870), no habrían enseñado nada definitivamente verdadero e indiscutible; la gloriosa multitud de todos los Padres de la Iglesia, desde principios del siglo IV en adelante, seguidos por los mayores teólogos de la Edad Media y los innumerables santos formados en su escuela, no serían dignos de estudio ni de admiración por haber sido reconocidos y aprobados por el Magisterio de una Iglesia lánguida, corrompida, infiel al mensaje de su Fundador. Su traición vendría dada por la historia, espíritu, definiciones dogmáticas y reformas promovidas por el Concilio de Trento.
c) La Iglesia no habría sido fundada por Jesucristo como su único rebaño: “La misión de la Iglesia no es hacer que todos entren para formar parte de ella jurídicamente...”. Ella no sería por tanto “la única tabla de salvación que todos deben alcanzar para salvarse”. No se le puede atribuir una estructura jurídica como componente necesario de su naturaleza: su índole sería esencialmente carismática.
d) Todo esto es lógico si, como se sustenta:
1. El “sacrificio” es un residuo del culto pagano, “en la Eucaristía no hay ninguna ofrenda”, La Misa no es un “sacrificio”.
2. En la Iglesia no hay un sacerdocio ministerial esencialmente superior al común de todos los bautizados; luego no tiene sentido la Orden sagrada que le confiere, distinguiendo al clero del laicado.
3. Mas, si no hay una jerarquía, nadie en la Iglesia posee y puede ejercer el triple poder de gobierno, santificación y magisterio, por lo que en ella no hay ni superiores ni súbditos: la igualdad seria universal y total, porque es sociedad esencialmente democrática, como la civil, en la que el pueblo es soberano. Así pues:
* si en la Iglesia no hay ningún poder de jurisdicción, su gobierno es ilegítimo, sus leyes no son obligatorias, e injustificadas son sus sanciones...,
* si en la Iglesia no hay un divino poder de santificación, vanos son todos los actos de culto, sin eficacia ninguna las funciones del sacerdocio, inútiles los sacramentos, y por fin nula su función en la sociedad civil...;
* si en la Iglesia no hay ningún poder de Magisterio (sobre todo infalible), es completamente arbitrario definir de modo absolutamente cierto e irrevocable verdades de fe y normas de vida moral. Así que lo que se enseña en ella es solamente opinable y siempre discutible y en consecuencia:
- el Cristianismo no sería una religión divinamente inspirada,
- estaría entre las demás religiones, más o menos dignas de respeto, nada más,
- injustificado sería el rigor con el cual la Iglesia definió y rechazó como heréticas todas la doctrinas incompatibles con su fe..., alegando y reivindicando una dignidad y una misión superiores a las de la sociedad civil...
e) Estas son las consecuencias que se derivan del repudio de las Ordenes sagradas, del Sacerdocio Ministerial, del Sacrificio. Ahora bien, negado el Orden sagrado, el rechazo de la estructura jerárquica de la Iglesia incluye diáconos, presbíteros, obispos y especialmente el Papa, reducidos a su simple condición de comunes “ciudadanos”, sin ninguna autoridad, lugar ni privilegio..., e intrusos culpables por haber pretendido, durante milenios, una fe y un respeto que no merecían, los seglares tendrían toda la razón para rebelarse contra la Iglesia...
f) En resumen, los dirigentes del camino neo-catecumenal varias veces al año organizan peregrinaciones a la tumba de San Pedro, ya que así:
- honran en el Apóstol al primero de los Papas de la Iglesia Primitiva, idea muy querida de los protestantes, Iglesia desaparecida con la “Paz constantiniana”, y -no se sabe cómo- resucitada con el Vaticano II,
- se niegan a venerar en él al Vicario de Cristo, o sea al “Obispo de los Obispos” que tiene la plenitud del Sacerdocio Ministerial.
- Luego los dirigentes del C.N. (no digo “los fieles neocatecumenales”, ignorantes y de buena fe) reconocen en Juan Pablo II no al Sumo Pontífice, Jefe visible de la Iglesia Católica, sino a una eminente personalidad del mundo civil, un poder humano de altísimo prestigio, ante quien pretenden presentarse como enviados, representantes, precursores, hijos predilectos, en cuanto que le atribuyen al Papa la misma doctrina de ellos, porque se sienten plenamente autorizados para hablar con autoridad propia y entonces no falta ya nada par sentenciar a muerte al Papado y a su Magisterio.
Es justamente la ruina de la Iglesia Jerárquica, según un plan verdaderamente diabólico promovido hace siglos por la Masonería, empeñada en desestabilizar el Cristianismo como Religión positiva, divinamente inspirada.
DIOS Y EL HOMBRE.
a) El Dios de Kiko y Carmen no es el Dios bíblico, el de la tradición de los Padres y el del Magisterio, a quien se dirige esta oración: “Dios, a Quien la culpa ofende y la penitencia aplaca...”. Una ex-catecumenal de Rovigo me confirmó que: su catequista le explicó que es “soberbio” quién afirma haber ofendido a Dios pecando.
Lo equivoco es grosero. La escuela neo-catecumenal no llegó todavía a entender que Dios -Acto Puro, Felicísimo, Impasible, puede ser ofendido realmente por la negación, por la rebeldía, por el ultraje o por la indiferencia... de la criatura que, con su actitud, falla en el deber de reconocer el absoluto dominio de Dios y su total dependencia hacia Él. El pecador turba el orden objetivo de la verdad y de la justicia, en cuanto intenta con su presunción substraerse a Dios (¡aquí tienen la ofensa hecha a Dios!), se perjudica realmente sólo a sí mismo...
b) La teodicea Kikiania, negando el pecado como ofensa a Dios, cae en el error del viejo deísmo que separa y rechaza toda relación de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Se trata de un Dios no solamente transcendente sino también distante que dejando al hombre libre, le consiente vivir como si Él no existiera.
c) Si el hombre pecando no ofende a Dios, tampoco contrae con Él el deber de reparación... esto es suficiente para excluir la necesidad de algún sacrificio expiatorio. Pero aún hay más.
d) El hombre -según la doctrina neocatecumenal- está constreñido a pecar, o sea, no puede dejar de hacer el mal; su naturaleza está tan dañada que no le permite hacer el bien, por lo que es inútil cualquier tipo de esfuerzo que haga para corregirse...
e) La conversión consiste únicamente en el reconocimiento -también público- de las culpas cometidas y la confianza en el poder salvifico de Cristo resucitado...; no en el pesar de haber ofendido a Dios, con propósito de enmendarse, utilizando los mejores medios para conseguir la propia purificación.
f) No se conoce una gracia capaz de estimular a la conversión, teniendo como fin la regeneración del pecador, haciéndolo renacer hasta transformarlo en un auténtico hijo adoptivo de Dios para llevarlo así a la intimidad con Él, que es preludio de la vida eterna.
g) De allí se sigue que la santidad no es posible, con lo cual es incomprensible el culto a los Santos y a María Santísima.
JESUCRISTO
a) Jesús no operó la Redención. El Vaticano II renovó la teología a tal punto que “no se ha hablado más de la Redención...” Mas para ser esto verdad habría que tener en cuenta lo siguiente:
1º. El hombre no tenía ninguna necesidad de redención, no habiendo podido pecar (porque -como lo enseña Kiko-, “constreñido a pecar”, el pecado no es una acción libre);
2º. Cristo no tenía nada que expiar con su Sacrificio, precisamente porque el hombre no ofendió a Dios, el cual no puede por tanto exigir ninguna reparación.
b) Él redimió al hombre, no eliminando las consecuencias del pecado, en cuanto ofensa a Dios y por tanto reconciliándole con El al merecer la gracia de la penitencia...; sino sólo liberándole de la muerte en virtud de su Resurrección, como si el único verdadero mal fuera la muerte y no el voluntario rechazo de su amor.
c) Jesús, muriendo, no se habría ofrecido como Víctima por los pecados del mundo, para satisfacer la justicia de Dios y redimirnos de todos los males de la vida presente y futura.
d) El catecismo neocatecumenal ignora el mérito infinito de su Ofrenda cruenta como supremo acto de amor al Padre y a los hermanos.
e) La salvación es atribuida a la Resurrección de Cristo, no a su Pasión y Muerte, que -conforme a todas las fuentes de la Revelación y a la unánime tradición del Magisterio- es la única causa meritoria de su propia Resurrección y de todos nuestros bienes espirituales y eternos.
f) “Jesucristo no es de hecho ningún ideal de vida (...); no vino para darnos el ejemplo y enseñarnos a cumplir la ley”. Si así fuese la Iglesia docente no tendría ningún “modelo” de vida cristiana que proponer a los fieles. Su moral no diferiría de todas las otras pensadas por el hombre: agnósticas, relativistas, contradictorias. Y finalmente no pudiendo proponer la imitación de Cristo, no muestra la única “vía” que conduce a la salvación y a la santidad, por la que seremos reconocidos por el Padre para participar de su felicidad.
LA EUCARISTÍA
a) Negando el Sacrificio de la Cruz Kiko se niega a reconocer también el del Altar, el Sacrificio eucarístico, por lo que recrimina a quien ve en la Misa a “Alguien que se sacrifica, esto es Cristo”. En efecto, el enseña que “en la Eucaristía no hay ninguna Ofrenda”.
b) La Misa sería “el sacramento del paso de Jesús de la muerte a su resurrección...” por tanto, “una proclamación, un anuncio de la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos”.
c) Siguiendo a Lutero Kiko considera la Misa solamente como un “sacrificio de alabanza, un gozo perfecto de comunicación con Dios a través de la Pascua del Señor”. Por el contrario los Papas manteniendo las trazas de la gran Tradición católica, mantienen que “el sacrificio ofrecido en la Eucaristía no es (...) un simple sacrificio de alabanza: es un sacrificio expiatorio o “propiciatorio”, como lo declaró el Concilio de Trento (DS. 1753), ya que en éste se renueva el propio sacrificio de la Cruz, en la que Cristo expió por todos y mereció el perdón de las culpas de la Humanidad” (Audiencia general, 15.5.1983).
* * *
a) Rechazando el sacrificio eucarístico Kiko no acepta el prodigio de la transusbstanciación, que le condiciona esencialmente...
b) Luego no hay una verdadera, real y substancial presencia de Cristo, por la transformación del pan y del vino, después de la consagración. “La Iglesia católica se hace obsesiva en cuanto a la presencia real”. “Lo importante -subraya Kiko- no está en la presencia de Jesucristo”. “Si Jesucristo hubiese querido la Eucaristía para permanecer allí, se hubiera hecho presente en una piedra, lo que no estaría nada mal”.
c) Por eso “estamos (los neocatecumenales) más cerca de muchos protestantes que de algunos católicos...”, o sea, de todos los verdaderos fieles al Magisterio...
* * *
a) No reconocida como “Sacrificio” la Misa se reduce a un banquete fraternal, lo que exige solamente una mesa y no un altar. El pan y el vino permanecen substancialmente inmutables, y se cambian en un mero símbolo de la presencia e influencia salvifica de Cristo resucitado, que “es una realidad viva que constituye la Pascua y arrastra a la Iglesia”; su presencia “es un carro de fuego que viene a arrastrarnos en dirección a la gloria”.
b) Recusado el “sacerdocio ministerial”, es “la Iglesia entera la que proclama la Eucaristía”, esto es, que celebra el banquete. “No puede haber una Eucaristía sin asamblea. Es la asamblea entera la que celebra la fiesta de la Eucaristía, porque la Eucaristía es la exaltación de la asamblea humana en comunión...”. “Es de esta asamblea de donde brota la Eucaristía..”.
c) Negada la transubstanciación, hay que observar lo siguiente:
1º. Los fragmentos del “Pan consagrado” no contienen a Cristo y, sobre todo después del convite eucarístico, ya no “simbolizan” su presencia. Estos mismos cayendo de la mesa, no deben preocupar a nadie, porque “no se da importancia a las migas o cosas de este tipo”.
2º. Negada la presencia real el culto eucarístico no tiene sentido. Por esto Kiko se lamenta de que “transformemos la Eucaristía en el divino prisionero del sagrario...”.
3º. No tolera “exposiciones”, “procesiones”, “adoraciones”, “genuflexiones”, “devociones eucarísticas”.
d) Rechaza la “reparación” por la razón expuesta anteriormente, como condena también el “sacrificio”; la reparación es excluida, sobre todo si está relacionada con el culto al Sagrado Corazón.
e) Kiko esta convencido de que el ecumenismo promovido por el Vaticano II encaminó a la Iglesia para suprimir las divergencias que, a propósito del misterio eucarístico, separan a la Iglesia católica de las sectas protestantes: “Todos juntos nos sentaremos sobre la piedra angular, sobre la roca en la que no existen divisiones...”
SACRAMENTOS Y VIDA CRISTIANA
La catequesis neocatecumenal, rechazando el sacerdocio ministerial, excluye del conjunto de los sacramentos no solamente el Orden sagrado sino también la Eucaristía y la Penitencia, identificada ésta con el Bautismo, en contra del Magisterio y anatema del Concilio de Trento (DS. 1702). A propósito de la Penitencia es conveniente reflexionar sobre las siguientes posiciones teológicas de Kiko y Carmen:
a) “La Iglesia primitiva no tuvo la confesión (...) como nosotros la tenemos”. “La Iglesia primitiva no tiene ninguna manifestación explícita del sacramento de penitencia que no sea el bautismo...”.
b) “La conversión no es un arrepentirse del pasado...” En efecto, si el pecado no es posible (como lo demostré antes), tampoco lo es el arrepentimiento. La conversión no sería un hecho personal y voluntario de correspondencia del individuo a los estímulos de la gracia, porque su “valor esencial (...) es el comunitario y eclesial”, siendo “la Iglesia quien comunica y conduce a la conversión”. En suma, el pecado tendría “una dimensión social, nunca individual”.
c) “Lo importante no es la absolución”. También esto es lógico, si no hay un sacerdote válidamente “ordenado”, como único ministro de la penitencia y del perdón de Dios. De hecho, “el valor del rito no se encuentra en la obsolución, puesto que estamos ya perdonados en Jesucristo”.
Y más expresivamente: “El perdón -en la Iglesia primitiva- no era una absolución sino una reconciliación con toda la comunidad, mediante la señal de readmisión en la asamblea en un acto litúrgico eclesial”. Esto es comprensible si se piensa que el “ofendido” no es Dios, sino -como se supone- la comunidad, la única por tanto que puede perdonar y absolver.
d) A Kiko le hace “casi reír pensar que es necesaria solamente la atrición, si te vas a confesar, y la contrición, si no te confiesas...” Es evidente la perversión respecto a la doctrina de Trento (DS. 1677-8; y can. 5, ib. 1705).
e) En contra de la historia de los orígenes y de la catequesis de los Padres, se afirma que no es antes del siglo VI que cuando “empieza a ser necesario decir los pecados”. Esto es falso.
f) Se acusa al Concilio de Trento de enseñar que igualmente los pecados veniales (definidos por Kiko como “tonterías”) son materia suficiente de confesión; de haber generalizado “la forma de confesión privada, medicinal y de devoción”; de haber propuesto “la confesión como medio de santificación personal...”.
g) Se atribuye a los franciscanos y dominicos la culpa de haber propagado “por todas partes la confesión privada como una devoción...”. Kiko, por consiguiente, no tolera la confesión hecha “para la santificación personal...” San Carlos Borromeo es condenado por haber puesto “los confesionarios por todas partes (...), con detalles incluso sobre la rejilla”, por lo que “muchas cosas que Lutero decía tenían su fundamento...”.
h) En suma, con el Concilio de Trento “todo queda estancado”; éste representa un retroceso en la vida de la Iglesia, en cuanto ésta -según desea Kiko- “camina en dirección a visiones sociales y comunitarias del pecado”, incluso sabiendo que el Vaticano II y los Papas que le siguieron permanecen tenazmente fieles a la doctrina de siempre en lo que concierne el sacramento de la penitencia (Cf. Cod. de Derecho Can., 959-991).
* * *
a) La vida de los neocatecumenales no se puede llamar “cristiana”, porque no está inspirada en Cristo, por ellos ignorado como supremo modelo, que sus verdaderos fieles siempre sentirán el deber de imitar.
b) El “Camino neocatecumenal” no es un verdadero Camino por lo siguiente:
1º. Por estar desprovisto de un punto de partida, que no puede ser otro que la conversión, esto es, el arrepentimiento de las culpas cometidas, el propósito de enmendarse y hacerse violencia a si mismo en la lucha contra todas las inclinaciones pecaminosas.
2º. Por estar desprovisto de un punto de llegada o meta última que alcanzar, que es la santidad del propio estado. Según Kiko, “el hombre no puede hacer el bien” “está profundamente tarado. Es carnal”, “quedó esclavo del Maligno”. “No puede sino robar, pelear, tener celos, envidias, etc. No puede hacer otra cosa. Y no tiene culpa de eso...” “No se adelanta nada con discursos ni con decir: “¡Sacrificaos, quereos bien, amaos!”. Y si alguien lo experimenta, se convierte en el mayor fariseo...” Precisamente como decía Lutero: “¡Confórmate con lo que eres, ángel fallado, criatura abortada. Tu tarea es hacer el mal, pues tu ser es malvado!”... Luego, “el Camino” parte de la nada y tiende a la nada.
c) Esto es de tal forma cierto que todos los esfuerzos son inútiles si el hombre pretende evitar el pecado: “El hombre peca porque no puede hacer otra cosa, porque es esclavo del pecado”. Por otro lado: “Que nadie se engañe, quien peca es el demonio. Porque, si alguien peca, es porque el demonio está en él...”.
d) Pesimista es la concepción de los valores humanos, si la vida, el trabajo, la familia son tenidos como “ídolos”.
e) Jesús habría mandado odiar a padres y familiares, no se habría limitado a prohibir que les prefiriésemos a El. Una exégesis más profunda -según Kiko- dice que la palabra es “odiar”, que las otras traducciones no son exactas. Esta es la traducción de la Biblia de Jerusalén... “La cual, sin embargo, dice lo contrario: “Hebraísmo. Jesús no exige odio, pero desapego completo e inmediato...” (Lc, 14, 26).
f) La ética social de los neocatecumenales considera obligatoria para todos -según el evangelio interpretado por Kiko- la “comunión de los bienes”. “Nosotros no podemos engañaros. Yo no inventé la catequesis sobre los bienes. Leí todo lo que el Evangelio dice sobre las riquezas: Que no digo eso para las hermanas o religiosas...”.
g) Sobre la pobreza evangélica el problema se complica:
Tiene que vender sus propios bienes solamente el “catecúmeno”, que todavía no es cristiano (aunque sabemos que está ¡“bautizado”!); “El Señor te invita. ¿Que tienes que hacer en este tiempo? Te lo está diciendo a ti. Te lo decimos: vender tus bienes...” Ahora bien, a tal venta están obligados solamente los catecúmenos, que todavía no son cristianos, no habiendo recibido el bautismo... “Estas palabras no son para los cristianos, están dirigidas a los catecúmenos, todo esto está escrito para catecúmenos...”.
Por el contrario “...un cristiano verdadero, una persona transformada por Jesucristo puede tener dinero; no se trata, pues, de ser pobres, que tengamos que ser expoliados: el cristianismo no es un estoicismo...”
Kiko asegura: “Alguien puede pensar (...) que lo que Jesucristo quiere es que seamos pobres, que nos atormentemos. Esto está en un contexto de religiosidad natural (1) . En todas las religiones la pobreza es una señal de pureza. Y la riqueza una señal de impureza. Esto es un sentimiento natural que todos nosotros tenemos...”
“En la Edad Media, cuando el Cristianismo se encuentra en la cumbre de la religiosidad natural, si San Francisco de Asís no se presenta con un sayal desgarrado, ni su padre le escucha. Si Jesús hubiese vivido en la época de San Francisco, le hubieran tirado tomates, porque era un comilón y un bebedor, siempre rodeado de libertinos, porque no ayunaba, vivía espléndidamente, porque no se sacrificaba...”
“Dentro de la religiosidad natural, en este mundo, es necesario atormentarse para alcanzar el del más allá. Pero esto no es el Cristianismo. Jesús no te dice vender tus bienes para que, sacrificándote en esta vida, alcances el Cielo...”.
“No se trata de ser pobre...”. El Señor quiere que seamos libres, que usufructuemos el dinero, que seamos reyes del mundo...” El léxico del Evangelio ignora y en otra parte condena un lenguaje de este genero. Kiko, que se confiesa “cristiano”, o sea bautizado, debería también haber leído a S. Pablo: “Por el bautismo somos, por tanto, sepultados junto a El en la muerte...” (Rm. 6, 4); “Estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (...) Mortificad vuestros miembros terrenos” (Col 3, 3.5). De hecho, “Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias” (Gal. 5, 24). Pero desgraciadamente Kiko insiste:
- “La espiritualidad cristiana no es de tipo estoico y andrajoso”
- “Jesucristo no quiere que vivas bajo un puente a la intemperie . Porque Dios es amor. Y tiene un amigo que se llama Zaqueo, que tiene una casa extraordinaria. Y Jesús va a pasar una temporada en Betanía con sus discípulos...”, a los cuales dice: “Coman, beban y aprovéchense cuanto puedan...”.
- “El Cristianismo es una ceremonia nupcial. Jesucristo no quiere gente que se sacrifique, incluso si hubo una época muy religiosa, en que teníamos un cristianismo muy masoquista, de sacrificio...”,
h) A la caricatura y parodia de la pobreza evangélica Kiko acrecienta la condenación de la ascética en general, y, consecuentemente, de todos los santos que la practicaron:
- “El sentido de la Cruz” no es “el sentimiento de la religiosidad natural, como lo creen casi todos los cristianos. La vida no es una prueba con duras cruces que debemos soportar para ver si después ganamos el Cielo. ¡“Hay que sufrir”! dice la persona religiosa, así como Cristo subió a la Cruz, Dios me manda cruces para que yo también sufra. Quién dice esto no entendió nada del Cristianismo. Esto es masoquismo, estoicismo, no es cristianismo...”.
- “El pobre Jesús pensará en el Cielo: ¡con todo lo que yo he sufrido para que estos probecitos no sufran y que estén felices! Mira: pasan la vida sufriendo...”
Entonces yo no sé qué ventajas trajo la Sangre de Cristo. Jesucristo dio su Sangre, cargo con la Cruz para que tengamos la vida eterna “pero para tener esta vida eterna parece que su Sangre no consiguió mucho, ya que las personas continúan disciplinándose, atormentándose, conformándose. Pero si una gota de la Sangre de Cristo vale más que todos los pecados de la Humanidad...”.
“Si El precisamente (...) cargó sobre sí nuestras culpas, nuestros pecados, para que pudiésemos vivir una vida libre...” “Jesucristo sufrió para siempre lo que nosotros teníamos que sufrir”. ¡No podía ser más irreverente y antievangélico esta desfiguración (corrupción) del dogma de la Redención!....
i) Es lógica esta interpretación hedonista de la vida cristiana. Debemos ser agradecidos al Crucificado porque, con su Muerte, nos evitó los sufrimientos de la vida. En la Iglesia El queda sólo como un recuerdo que nos estimula a gozar y no a sufrir.
Es por esto por lo que el culto debe desarrollarse en un clima de fiesta y de alegría, inspirado en el acontecimiento de la Resurrección, en el definitivo triunfo de la vida.
“El sacerdote en el Cristianismo no existe, los templos no existen, los altares no existen. Por eso el único altar del mundo, entre todas las religiones, que tiene manteles es el cristiano, porque no es un altar sino una mesa (...). Y un altar no puede tener manteles, es para hacer sacrificios de cabras y de vacas...”
j) Desgraciadamente la teología neocatecumenal deja en segundo plano la finalidad de la Pasión y Muerte de Cristo. Si, como sostiene, -Él no se ofreció como Víctima por los pecados del mundo, sacrificándose en la Cruz, ¿por qué murió?. ¿Cómo podríamos explicar la Resurrección si no se debiese al mérito infinito de su obediencia al Padre que en Cristo quiso, satisfecha su justicia, redimir al hombre, revelándole toda su misericordia?...
ESCATOLOGÍA
¿Cuál es el epilogo de la historia de la humanidad? La respuesta es intuitiva:
a) Si a causa de su pecado el hombre no responde como debiera, viéndose forzado a pecar, dominado por el demonio, si justamente por todo esto no es libre para actuar como sería deseable, injusto también sería castigarlo. En realidad, “el Cristianismo dice que todos estamos ya juzgados y que el juicio sobre todos los pecados ha sido hecho en la Cruz de Jesucristo, que nos perdonó a todos...”. Para todos nada más que “el perdón y la misericordia...”. “El veredicto de Dios (también para los ladrones, asesinos, prostitutas...) no es otro que el Paraíso...”
b) Por otro lado, cada uno, sin libertad ni responsabilidad -¡como despersonalizado!-, queda absorbido y perdido en Cristo resucitado: “Yo soy el propio Cristo, y Cristo ha resucitado, yo he resucitado...”. “En El puedes ser recreado verdaderamente recuperando la imagen de Dios, tornándote Dios mismo, hijo de Dios, tener la naturaleza de Dios...”.
c) Luego, nada de infierno y tampoco de purgatorio. ¡Pero la fe católica es muy diferente!
Estas son la líneas fundamentales de la doctrina neocatecumenal, la cual, desgraciadamente. -además de ser plenamente incompatible con la Revelación cristiana-, no sigue ningún orden sistemático en los textos de las catequesis de Kiko-Carmen, siendo su contenido obscuro, ambiguo, fragmentario y contradictorio. Sólo un pacientísimo y analítico examen de la misma permite concebir una idea realmente objetiva de ella.
Invitados con frecuencia a un encuentro con el fin de esclarecer, precisar y justificar sus afirmaciones, los dirigentes del Camino Neocatecumenal prefieren el silencio. Por supuesto exigen el secreto a todos los iniciados. Pero hasta ahora nadie me puede acusar de deformar el pensamiento de Kiko-Carmen.
Mis conclusiones fueran confirmadas por varios cientos de cartas de ex-neocatecumenales y por otras tantas conversaciones telefónicas y personales con todas las regiones de Italia y naciones diversas extranjeras.
FRUTOS DEL CAMINO NEOCATECUMENAL
Sé perfectamente que el descubrimiento del fondo herético del Camino provoca mucha perplejidad. Algunos presentan como objeción los óptimos resultados obtenidos por él...; otros piensan que se trata de posiciones teológicas solamente especulativas y abstractas, por lo tanto inofensivas. Lo que importa -se repite- es la vida, no las ideas; y además, la buena naturaleza del árbol se conoce por los frutos que produce. Exactamente el principio recordado por todos.
Esta es una aplicación del principio de causalidad proporcionada, plenamente válido solamente en los procesos del mundo físico, en los cuales la buena naturaleza del efecto depende de y revela -de forma determinante- la de la causa, si ésta no es impedida por agentes exteriores.... Si por el contrario, la causa influye en la persona humana, puede ocurrir que ésta, siendo libre, se substraiga a su influencia, por lo que el efecto no se realizaría. Por esto acontece que una causa buena pueda producir efectos malos, que obviamente no revelan la naturaleza de la causa.
Piénsese en la bondad de Dios y en la maldad de ciertos hombres...; en excelentes padres que tienen hijos degenerados...; en maestros brillantes y en discípulos displicentes, cortos de inteligencia, etc.
Y puede acontecer que el árbol bueno produzca malos frutos, como que el árbol malo produzca buenos frutos aunque accidentalmente, cuando a él se asocia la influencia de un árbol bueno.
Esclarecido esto puedo demostrar que el Camino Neocatecumenal en si mismo no es comparable al “buen árbol”. De hecho, siendo fundado sobre el error, porque parte de premisas contrarias a los datos de la Revelación cristiana en puntos fundamentales, el Camino Neocatecumenal por si mismo no puede producir ningún resultado positivo.
No obstante esto puede producir buenos frutos dependiendo de influencias ajenas a él, que explican cómo algunos, incluso muchos neocatecumenales, pueden ser irreprensibles. En efecto deben la ortodoxia de las ideas y la ejemplaridad de vida a la educación recibida en la familia, en el colegio, en la parroquia y en general a la enseñanza del Magisterio, a las repetidas exhortaciones del Papa, a la participación en la liturgia católica, celebrada según las directrices de la Iglesia jerárquica, no a las “novedades” dogmáticas, morales y litúrgicas del Camino: lo que es auténticamente bueno,lo bueno que puede haber en él no le pertenece, ya que proviene de la tradición católica, no de la “creatividad” de sus inspiradores y dirigentes. Sus “novedades”, aceptadas y vividas integralmente, sólo pueden inducir a la apostasía del Cristianismo, tal como es propuesto por la Iglesia Católica.
Las publicaciones neocatecumenales se vanaglorian de la enorme expansión del Camino, del notabilísimo número de “hermanos”, de las diócesis y parroquias en que operan, así como de la vocaciones religiosas y sacerdotales, de los seminarios surgidos en todas partes. Alguien de fuera, no informado de otra cosa, sólo podría alegrarse de esto. Pero es indispensable que sepa todo.
NÚMERO DE LOS “HERMANOS”
Dicen que son realmente muy numerosos pero creo que a nadie de afuera le han permitido consultar las estadísticas hechas por el Camino. Los dirigentes desean impresionar a la opinión pública organizando reuniones, peregrinaciones, clamorosas manifestaciones...
Si numerosos son los que siguen el Camino, también lo son los que lo abandonan y a veces llegan hasta maldecirlo... Nadie se ha ocupado nunca de este asunto pero yo dispongo de una riquísima colección de cartas-confesiones que están destinadas a formar un gran volumen que pronto se publicará, con el que puedo hacer reflexionar a mucha
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