Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
Quisiera ilustrar la maldad de las traducciones aplicando una anécdota poco conocida.
Cuando el presidente Truman, de los EE.UU, reconoció a regañadientes al régimen español salido de la llamada guerra civil, los americanos se dispusieron a americanizar a los españoles con la distribución masiva de la Coca-Cola, el queso Chedar y la revista Selecciones del "Reader's Digest”. De la misma manera que Roma con el Derecho y su ciudadanía, o los españoles de la Edad de Oro con la fe cristiana, o los ingleses victorianos con su positivismo, los yanquis llegaban de misión a España con un combinado de humanismo y competitividad embotellado en las páginas del “Selecciones”. Esta revista era ideal para aprender que encender varios cigarrillos con una sola cerilla nos haría nuevos Rockefeller y que no importaba la desgracia de ser parapléjico por la felicidad de ganar una prueba paralímpica.

Estaba claro que Washington no consideraba una cuestión baladí la publicación en España de la revista “Selecciones”, dado que durante meses se negociaron a nivel ministerial los detalles de su edición y distribución. Algo inesperado sabiendo que con la zarzaparrilla de Atlanta la cosa no fue tan ardua, que ya estaba distribuyéndose por todas nuestras ciudades. Mi lector pensará que exagero al decir que la Coca-Cola siembra la subliminal americanización allí donde su Marketing se instala, pero recuerde su irrupción en la URSS pocos años antes de su caída. (No la tumbó la Coca-Cola, claro, pero ayudó a simpatizar con la apertura al mundo liberal capitalista)
Así que, ciertamente, resultó que el gobierno americano «no consideraba, ni por asomo, la introducción en España del Reader’s Digest como un episodio puramente literario». Nuestros funcionarios recelaban de la nueva cultura que la revista sembraría, y por su resistencia los americanos se decidieron a poner sobre la mesa este ultimátum: «Si no hay Selecciones, no hay gasolina.»
Me parece muy interesante este artículo de Pedro Rizo, no sólo por el asunto principal del latín y el padrenuestro, sino también por esa anécdota de Pemán que ilustra cómo los yanquis expanden su filosofía de vida a la par que introducen sus productos, y explica por qué esta expansión ideológica es irrenunciable para ellos.

Si alguien tiene el libro de Pemán ("Mis almuerzos con gente importante"), le quedaría muy agradecido si transcribe el pasaje completo.