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Tema: Confesionarios vacíos

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  1. #1
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    Confesionarios vacíos



    Confesionarios vacíos

    Hace unos días me decía un sacerdote anciano: “Cuando yo era joven podía confesar continuamente y no me cansaba. Ahora para confesar a siete personas necesito por lo menos una hora”. Y yo, también sacerdote, aunque bastante más joven le respondía: “Pues yo para confesar a siete personas necesito por lo menos quince años”. ¡Quince años! Me respondió. ¡Sí, quince años! Pues nunca viene nadie a confesarse.
    Hace unos meses fui nombrado párroco de una nueva iglesia, y como es habitual en mí, media hora antes de cada misa, ya sea de diario o dominical, me siento en el confesionario. Pero cuál fue mi sorpresa cuando vi que nadie acudía a la confesión. Varias semanas después hablé en una de las homilías de la necesidad de confesarse y ponerse en paz con Dios. Acabada la Misa se me acercó una viejita que me dijo: “Padre eso de confesarse está bien, pero el sacerdote anterior nos daba la comunión así no más. Nunca nos habló de que teníamos que confesarnos, y menos todavía, nunca lo vimos a él sentado en el confesionario”.
    Cuando yo empezaba por los años ochenta el sacerdocio ministerial, mi director espiritual me aconsejó: “Mira, si quieres que la gente se confiese, lo primero que tienes que hacer es sentarte en el confesionario”. Durante treinta años así lo he hecho; pero a decir verdad mi experiencia ha sido bastante negativa, pues la gente sigue sin confesarse.
    El ver continuamente los confesionarios vacíos me ha hecho preguntarme en la oración: ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? Tendré que rezar más y hacer más sacrificios para pedir por la conversión de mis fieles. Y puede que en este aspecto no haya rezado ni hecho los suficientes sacrificios; pero me temo que pasa algo más. ¿Por qué están siempre los confesionarios vacíos? Para responder a esta pregunta primero tendremos que responder a esta otra.
    ¿Por qué nos confesamos?
    - Porque amamos a Dios y tenemos la suficiente delicadeza de corazón para darnos cuenta cuando le hemos ofendido. Sólo quien ama a su padre o a su madre es capaz de pedirle perdón cuando les ha ofendido. Si no hay amor no hay dolor por la ofensa (dolor de los pecados) y como consecuencia no sentirá necesidad de pedir perdón.
    2º – Porque tenemos conciencia de nuestra propia suciedad. Es curioso ver a veces a personas que están pidiendo en las calles. Llama la atención lo sucio que van algunos; pero si uno les invita a comer y a lavarse te dicen: “Comer sí, porque tengo hambre; pero lavarme, la verdad no me hace tanta falta”. Y lo más curioso es que cuanto más sucio está uno menos cuenta se da. En cambio el que es limpio, la menor mancha le molesta y cuando antes se la quita.
    3º – Porque estamos arrepentidos por la mala acción realizada. El arrepentimiento es consecuencia del amor y además incluye el propósito de no volver a ofender más (propósito de enmienda). Si uno no tiene conciencia de estar haciendo algo malo, menos tendrá espíritu de arrepentimiento.
    4º – Que hayan sacerdotes que confiesen. A veces me llega algún feligrés de otra parroquia que cuando me ve en el confesionario se acerca a confesarse. Después del “Ave María purísima” me dice: ¡Estoy varios años sin confesarme porque en mi parroquia el cura nunca se sienta en el confesionario!
    Pero el problema no acaba aquí. El no tener “conciencia” de pecado grave por nuestra falta de delicadeza y amor a Dios nos lleva a otra cosa todavía más grave: recibir al Señor en la Eucaristía estando en pecado mortal. Y ya sabemos que si así lo hacemos “estamos comiendo nuestra propia condenación” (1 Cor 11, 29).
    Y yo me pregunto: ¿Quién está ganando con esta actitud del hombre? El demonio. Es el demonio quien odia a Dios y nos enseña también a nosotros a no amarlo. Es el demonio quien adormece nuestra conciencia para que no nos demos cuenta de nuestro pecado. Es el demonio quien por odio a Dios, no quiere que nos arrepintamos. Y es el demonio quien quiere que nos condenemos.
    Cuando doy catequesis a los niños y les hablo del cielo y del infierno les suelo preguntar: ¡A ver que levante la mano quien quiera ir al infierno! Todos, asustados esconden las manos debajo de las sillas por si acaso… Acto seguido les pregunto: ¿Y quién de vosotros quiere ir al cielo? Y todos se apresuran para levantar las dos manos. Y acabo esta escena diciéndoles: Y si Jesús viniera ahora y se llevara sólo a los buenos al cielo ¿dónde creéis que os llevaría a vosotros? En ese momento se hace un silencio sepulcral. Se dan cuenta a tan tierna edad que no tienen el alma tan limpia. Los días siguientes les enseño a confesarse. Y cuando ya se saben los mandamientos y las oraciones más elementales les invito a confesarse. Desde ese día los mismos niños son los que me piden todas las semanas confesarse. Han descubierto lo bien que se siente uno recién “lavado”. Y es que el alma limpia “huele bien”, ése es el “buen olor de Cristo” que decía San Pablo (2 Cor 2, 15-16).
    Y digo yo ¿tan sucio y retorcido está el corazón del hombre mayor para no reconocer sus faltas? ¿Para no distinguir el bien del mal? ¿Para no arrepentirse? ¿Para no desear el cielo? Y ahora viene a cuento aquel antiguo adagio de Gabriel Marcel: “El que no vive como piensa, acaba pensando como vive”.
    El demonio sigue frotándose las manos. Y es que la senda que lleva al cielo es estrecha; pero el camino que lleva a la perdición es ancho y por él van muchos (Mt 7, 13-14; Lc 13,24).
    Espero que nosotros no seamos de esos que día a día se van acercando más al infierno. Mientras vivamos hay esperanza; pero ¿por qué esperar al último día? Dios quiere que seamos felices desde hoy. Si lo necesitas, busca cuanto antes al sacerdote y ponte en paz con Dios. ¡Qué alegría!

    Padre Lucas Prados

    Confesionarios vacíos | Adelante la Fe

  2. #2
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    Re: Confesionarios vacíos

    No es posible que seamos tan tontos

    “Los pecadores:
    Son legión, por desgracia, los hombres que viven habitualmente en pecado mortal. Absorbidos casi por entero por las preocupaciones de la vida, metidos en los negocios profesionales, devorados por una sed insaciable de placeres y diversiones y sumidos en una ignorancia religiosa que llega muchas veces a extremos increíbles, no se plantean siquiera el problema del más allá” (Royo Marín-Teología Perfección Cristiana)

    “¿Vienes conmigo a la Confesión Comunitaria?”, me preguntaba esta semana una amiga. Una vez al año, en todas las Iglesias de la geografía, como si se tratara de una jornada de puertas abiertas para degustar un producto típico de la zona, se convoca a la gente para recibir el Sacramento de la Penitencia. “No, gracias”, le dije y ante su asombro, ya que me preguntó si es que yo no me confesaba, le dije que al contrario, que al igual que la comida, la higiene y el deporte, lo llevo al día. “¿A qué te refieres con eso de al día?”, me preguntó, “frecuentemente”, le aclaré. Me cuesta entender que cuidemos nuestro cuerpo, qué al fin y al cabo, no es más que un trozo de carne perecedera y sin embargo, descuidemos el alma, que es eterna.


    No sé que piensan Vds. sobre este tipo de celebraciones, en primer lugar, si no se detallan los pecados al confesor, la confesión es inválida, es decir, eso que se promueve en algunas Iglesias de “soy pecador y me arrepiento” y el Sacerdote, “supuestamente” le da la absolución, no tiene carácter válido, el pecado sigue con nosotros. Por otra parte, el que se confiesa anualmente, como no tenga la gracia de hacer una confesión perfecta y caerse fulminado nada más salir del Confesionario, siendo realistas y aunque eso, no lo sabemos a ciencia cierta, tiene pocas posibilidades de salvarse. Jugamos con los Sacramentos, como quién lo hace a un juego azar, el problema es que no sabemos cuando nos toca nuestro turno y podemos fallar en la partida.


    Mi amiga me señalaba varias razones para no Confesarse a lo largo del año. La primera, es que en su Parroquia, D. Ángel, nunca está en el Confesionario y cuando lo va a buscar a la Sacristía, siempre lo encuentra actualizando la página Web de la Parroquia o en el Twetter, ya que es un fiera de las redes sociales y la tiene esperando mínimo media hora, con lo cual, ha optado por no perder su preciado tiempo, porque además, este hombre, no le resulta excesivamente simpático. La segunda razón es que considera que no tiene pecados, pero como una vez al año, obliga la Iglesia, pues cumple con esta norma, por si acaso. Las ventajas que ve en este tipo de celebraciones es que todo es muy rápido y sencillo, sólo tienes que acercarte al altar, donde el Sacerdote pone una silla, arrodillarte o quedarte de pie y decir “me arrepiento de todo” y te llevas la absolución puesta. Perdonen la frivolidad, pero es que parece que todo esto, sea una representación teatral con todos los ingredientes, actores principales, secundarios y una cuidada puesta en escena, a veces hasta con música de guitarra para amenizar el dulce momento del perdón. Cualquier día nos pondrán en las Iglesias, una máquina expendedora y nos saldrá un papel con la penitencia y por qué no, en esta época de las nuevas tecnologías, quizás nos manden un OK por wasap y finiquitado el tema pecados. Seamos serios, nos jugamos nuestra salvación, esto no es una broma. ¿Cómo podemos acudir una vez al año a confesarnos, como si fuéramos a renovar el carnet de conducir y pensar que con cinco minutos, hemos podido limpiar el alma hasta el fondo de toda la basura acumulada en un día detrás de otro? No es posible que seamos tan tontos, es que nos lo hacemos.


    En el último curso de Teología que hice, hace unos meses, el profesor nos preguntaba que ideas podíamos aportar para “dinamizar el Sacramento del Perdón”, a mi, la verdad, es que la sola preguntó me hizo hasta reír y es que eso de “dinamizar”, ya nos da una idea de lo que piensa parte del Clero de este Sacramento. Así nos forman o nos deforman, ya ven…


    Los Sacerdotes deberían ser los primeros en hablar seriamente en estas “jornadas anuales”, aprovechando la afluencia de público, del infierno y de la condenación, no con el fin de asustar, como dicen algunos sectores “buenistas” para acusar a los Sacerdotes Santos que mencionan estos temas, si no con el fin de mostrar la realidad. ¿Qué sentido tiene ocultarla? Como bien dice el sector progresista, “Dios es muy bueno y lo perdona todo” y es cierto, pero en nuestra mano y en la libertad que Él nos da, está el querer salvarnos y la receta es muy sencilla: arrepentirnos, pedir perdón por nuestros pecados ante el Confesor y cumplir con la penitencia que nos impongan, ese es el camino que nos lleva al cielo.


    Sobre lo simpáticos o antipáticos que puedan resultar los Confesores, le ponía a mi amiga un ejemplo muy simple. Supongo que todos cuando vamos, por ejemplo, a la carnicería, lo importante es la calidad de la carne que vamos a comprar, que el vendedor sea amable es un punto favorable, circunstancial, pero desde luego, para mí, no es el aspecto más destacable, lo verdaderamente sustancial, es la calidad del producto que vamos a adquirir. Esto mismo pasa en la Confesión, salvando la distancia con el ejemplo, lo importante no es el Confesor, él actúa siempre “in persona Christi”, aunque por supuesto, es más que loable que sea Santo, recto, prudente y fiel al magisterio de la Iglesia. Como no vamos a hacerle un quinto grado para averiguar en cinco minutos si cumple estos requisitos, todo esto, lo damos por supuesto. Lo importante es el Sacramento. Con la llegada del Concilio Vaticano II, se impuso la idea de que no era necesario pasar por el confesionario, hacías un acto de contrición y era suficiente. Estos consejos, yo misma los escuché, no es algo que me hayan contado, lo viví en primera persona. Conozco gente que acude regularmente los Domingos a la Santa Misa y nunca se confiesa porque consideran que los Curas, son personas normales, como un laico más. Nos olvidamos que el Sacerdote tiene una dignidad por el Sacramento del Orden Sacerdotal. Llegará el día en el que la gente se acerque a la pila bautismal y le eche el agua directamente a su hijo en la cabeza, porque no es necesario el Cura. Estos errores o esta falta de formación están más asumidos de lo que pensamos en nuestras Parroquias, para comprobarlo, no tienen más que quitar la conversación y verificarlo. ¿De quién es la culpa? A lo largo del año que terminó, he acudido a distintas charlas con lo que algunos denominan “grandes teólogos del momento”, que suelen ser, o Sacerdotes secularizados o aquellos que viven al margen de la Iglesia, con su catecismo propio, eso sí, amparados por los Obispos de las distintas Diócesis y les aseguro, que esto es lo que predican micrófono en mano y con gran afluencia de los distintos Párrocos de las ciudades a las que van. Y en el colmo de las situaciones absurdas y surrealistas, conozco el caso de un colegio “religioso”, en el que a los alumnos se les da una absolución colectiva, en contra de lo que nos enseña y manda la Iglesia y no tengo constancia de que ningún padre se haya quejado al centro o al Obispo para informar de esta irregularidad, o si lo han hecho, no ha tenido ningún efecto.


    Lo más triste de estas situaciones, no es sólo la condenación del alma que viven en pecado mortal, porque no es arriesgado aventurar, que el acude una vez al año, tiene pecados mortales. Salvo que seamos muy infantiles o muy analfabetos con relación al Catecismo, es sabido que no es necesario matar y robar para tenerlos, pero lo lamentable no es eso, NO, sino que de esa manera se Comulga todo el año, es decir, se recibe al Señor, sin estar en Gracia de Dios…Sobra decir nada más. Debemos cultivar nuestro interior y para que nuestra relación de amor con Jesús Sacramentado crezca, es necesario que el alma esté pura y limpia y esto se consigue a través del Sacramento de la Confesión, pero no una vez al año, sino durante todo el año, como si fuera una vitamina o un medicamento que nos receta el doctor y siendo así, querrán saber Vds. si tiene beneficios y efectos secundarios…Royo Marín lo explica así en su libro, Teología de la Perfección Cristiana:


    “Efectos de la confesión sacramental:



    No cabe duda que la confesión, realizada en estas condiciones, es un medio de altísima eficacia santificadora. Porque en ella:


    a) La sangre de Cristo ha caído sobre nuestra alma, purificándola y santificándola. Por eso, los santos que habían recibido luces vivísimas sobre el valor infinito de la sangre redentora de Jesús tenían verdadera hambre y sed de recibir la absolución sacramental.


    b) Se nos aumenta la gracia ex opere operato, aunque en grados diferentísimos según las disposiciones del penitente. De cien personas que hayan recibido la absolución de las mismas faltas, no habrá dos que hayan recibido la gracia en el mismo grado. Depende de la intensidad de su arrepentimiento y del grado de humildad con que se hayan acercado al sacramento.


    c) El alma se siente llena de paz y de consuelo. Y esta disposición psicológica es indispensable para correr por los caminos de la perfección.


    d) Se reciben mayores luces en los caminos de Dios. Y así, por ejemplo, después de confesarnos comprendemos mejor la necesidad de perdonar las injurias, viendo cuan misericordiosamente nos ha perdonado el Señor; o se advierte con más claridad la malicia del pecado venial, que es una mancha que afea y ensucia el alma, privándola de gran parte de su brillo y hermosura.


    e) Aumenta considerablemente las fuerzas del alma, proporcionándole energía para vencer las tentaciones y fortaleza para el perfecto cumplimiento del deber. Claro que estas fuerzas se van debilitando poco a poco, y por eso es menester aumentarlas otra vez con la frecuente confesión.


    Sonia Vázquez



    Referencias:


    – Catecismo de la Iglesia Católica, “El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación”

    – Catecismo de S Pío X “De los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia”

    – Royo Marín, “Teología de la Perfección Cristiana”

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  3. #3
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    Re: Confesionarios vacíos

    En cuanto a la confesion,antes creia en eso pero confieso que no deseo contarle a un hombre como yo,en el sentido de especie humana,ni las cosas malas ,ni buenas , que hago a diario,la biblia dice que tu mano izquierda no sepa lo que hizo tu mano derecha ,yo tengo mi comunion diaria en oraciones con el padre celestial,ahi a diario le cuento lo bueno y malo que pasa en mi vida,no por eso me considero pecadora,delante de el, en mi cuarto me arrepiento y trato de ser cada dia mejor,el padre de una iglesia es tan carnal como yo,solo dios perdona los pecados en mi opinion,y esa misma liberacion que esperimentan los que se confiesan, la experimento tambien en mi oracion personal diaria.

  4. #4
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    Re: Confesionarios vacíos

    Si lees la Biblia sabrás entonces que con ese sistema nunca sabrás si Dios te perdonó, pues sólo a los apóstoles les fue dado el poder de perdonar los pecados.

    No puedes decir "la Biblia dice" y luego directamente hacer lo contrario de lo que dice esa misma Biblia. Hay que ser coherente al respecto.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  5. #5
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    Re: Confesionarios vacíos

    Por ser coherente al respecto,es que no creo que el perdon de mis pecados venga de la boca de un hombre de carne y hueso,cuando usted tiene una relacion personal, y esto se logra en oracion y confesion diariamente ,y al menos tratas de ser coherente con los 10 mandamientos,no deben existir intermediarios y el padre de la iglesia es un intermediario ,mi relacion es con dios,no nos pondremos de acuerdo pues se nota que su percepcion parte del catolicismo y la mia es protestante.

  6. #6
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    Re: Confesionarios vacíos

    No es el sacerdote quien perdona los pecados, sino Dios (se escribe con MAYÚSCULA). El sacerdote no es sino su representante, actúa en nombre de Él, que ordenó a sus apóstoles diciéndoles: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les serán perdonados". Si eres protestante, leerás la Biblia y sabrás que dijo eso (Juan 20,23). Otra cosa es que uno esté perdido en el desierto y no tenga un sacerdote con quien confesarse. Entonces basta con que se arrepienta de corazón hasta que tenga oportunidad de confesarse (si muere sin poder confesarse pero arrepentido de corazón, Dios lo perdona). Es curioso que hables de cumplir los Diez Mandamientos, cuando los protestantes en general creen que basta con creer para salvarse sin observar la Ley de Dios.

  7. #7
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    Re: Confesionarios vacíos

    Te parece curioso,no siempre fui protestante,tengo raices catolicas, pues comence en la iglesia episcopal anglicana,y hago o trato de hacer como Pablo ,tomo lo bueno y edificante de la vida.

  8. #8
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    Re: Confesionarios vacíos

    Pero las iglesias episcopales y anglicanas no son católicas, aunque externamente parezcan más próximas que las evangélicas.

    Aunque San Pablo (no Pablo a secas, que hay muchos pablos) aconsejó escoger lo bueno y desechar lo malo, excelente consejo, eso tampoco quiere decir que haya que ǘer la religión como carta de un restaurante o como un supermercado en el que se puede elegir este producto y no tomar aquel. Y eso es lo que pasa en el protestantismo, que cada uno se ha hecho una religión a su gusto. Por eso hay tantas iglesias, confesiones, sectas y grupos. "Yo soy de Pablo, yo de Apolos, yo de fulano, yo de mengano". Y cada uno interpreta la Escritura a su manera, cuando ya advertía San Pedro que no se puede hacer una interpretación propia personal (2ª Pedro 1,19-21). Por eso hay tanta confusión. No hay unidad. ¿Está Cristo dividido? Claro que no. El Cuerpo Místico de Cristo, su Iglesia, es uno, no treinta y tantos mil.

  9. #9
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    Re: Confesionarios vacíos

    ¿Está Cristo dividido? sin palabras,ver la religión como carta de un restaurante o como un supermercado en el que se puede elegir este producto y no tomar aquel.de veras quisiera contestar,el hecho de que usted ha nacido en la iglesia catolica y yo no ,eso no nos hace diferentes yo le creo al dios de ABRAHAM,DE JACOB,al que resucito al tercer dia, por tanto no esta ni en la cruz ,ni en la tumba,el esta vivo ,vive en mi corazon,tal vez en el tuyo solo que tenemos maneras diferentes de realcionarnos con el,por mi parte seguiran los confesionarios vacios,aunque usted que no es DIOS me acuse de pecadora.

  10. #10
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    Re: Confesionarios vacíos

    Repasando mis mensajes de este hilo no veo ninguno en que la haya llamado pecadora. Pero no se preocupe, yo también soy pecador, lo reconozco, como usted y como todos los hijos de Eva. De eso no nos libramos. "Todos pecaron y están destituidos de la gracia de Dios".

    Pues eso mismo digo. Que Cristo no está dividido. Prueba de que si hay tantas iglesias, como su Iglesia, que es su Cuerpo Místico, no puede estar dividida (Cristo no puede estar descuartizado), es que todas esas iglesias están apartadas de Él. Y si los sarmientos (o pámpanos, en la versión más usada por ustedes) están separados de la Vid, no pueden hacer nada por sí mismo, están desconectados de la vida. Se secan, los tiran a la basura y los queman. Está claro que esas otras iglesias, no obstante la buena fe de sus seguidores, y el celo que ponen, no reciben la savia vital de Él. No son su Iglesia. Y no lo digo yo. Lo dice Él. Ojalá viva en su corazón, como usted dice. Pero lo veo difícil. No basta con rezar una vez una oración y ya por eso creerse salvado y pensar que ya tiene al Señor en el corazón y se tiene plaza reservada en el Cielo ("Muchos me dirán: Pero, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre hicimos muchos milagros, etc.? Y Yo les diré: Apartaos de Mí, que nunca os conocí. No todo el que diga Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre"). Cristo está vivo y presente en la Eucaristía. Claro que está vivo. No está en la tumba. Resucitó. No está en la Cruz. Pero bendita sea la Cruz. Con ella nos salvó. Y Él dice que todo el que quiera seguirle tome su cruz y le siga.

  11. #11
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    Re: Confesionarios vacíos



    La Bula Misericordiae Vultus y la Verdad de la Confesión

    Para la salvación del alma, la confesión lo es todo. O confesión o condenación. La confesión es la obra que Dios dispone para adentrarnos en su Misericordia. Cada confesión es un juicio particular de Dios, en espera del día del Juicio Final. Cada día de nuestra vida es una oportunidad de Dios a nuestra alma. ¿Estoy preparado si el Señor me llama hoy a su presencia? ¿He entregado todo lo que me va a pedir o me he reservado para mí? Estas preguntas deberían estar presentes cada día de nuestras de vidas. Tendremos que dar cuentas de de nuestras acciones, de nuestras omisiones, de lo que Dios nos da como talentos.


    El Magisterio de la Iglesia es claro en el tema de la confesión.



    • La confesión ha de ser individual e íntegra de todos los pecados graves cometidos desde el bautismo. Debe confesarlos según su especie y número.
    • La confesión completa de los pecados graves es por institución divina (definido en el Concilio de Trento) parte integrante del Sacramento, y por tanto, no está confiada a la libre interpretación de los pastores (dispensa, interpretación, costumbres locales, etc.).
    • La confesión de los pecados graves no se puede restringir a una acusación genérica de los pecados, o a una confesión limitada a uno o más pecados considerados más significativos. Esta práctica es reprobada por la Iglesia.
    • Para recibir la absolución y recibir la penitencia oportuna por parte del ministro del Sacramento, el fiel ha de tener conciencia de los pecados cometidos, dolor por ellos, voluntad de no recaer más y confesarlos.
    • Está claro que no pueden recibir válidamente la absolución los penitentes que viven habitualmente en estado de pecado grave y no tienen intención de cambiar su situación.


    He resumido algunos aspectos de la enseñanza de la Iglesia (Carta apostólica Misericodia Dei. S. S. Juan Pablo II. 7 de abril 2002) en esta materia para el fin del objeto de este artículo.


    La Bula de convocatoria del Jubileo extraordinario de la Misericordia, por parte del Papa Francisco, del 15 de abril del 2015, Misericodiae Vultus, contiene lo siguiente, relacionado con la confesión, en los puntos 17 y 18.



    1. No harán preguntas impertinentes [los confesores], sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda de perdón.
    2. Todos entonces, sin excluir a nadie, están llamados a percibir el llamamiento de la misericordia.


    Estos párrafos referidos a la confesión requieren un pequeño comentario. Se presta a interpretaciones subjetivas, pues palabras como: impertinentes, interrumpirán y percibir son equivocas, y en materia de tanta relevancia como es la confesión pueden inducir a confusión y a una praxis errónea, por parte del penitente y del confesor, en el uso del Sacramento de la Penitencia.


    Primero
    . No harán preguntas impertinentes.


    La Iglesia ha enseñado la discreción en el Sacramento con el uso de los confesionarios, y en éstos el uso de rejillas para las mujeres con el fin de preservar su intimidad y prevenir tentaciones. Recuerda al confesor la delicadeza y discreción en las preguntas, sobre todo las que afectan a temas del sexto mandamiento. Pero esta discreción y delicadeza nada tienen que ver con la obligación del penitente de confesar uno a uno sus pecados graves, especificando su especie y número, y la obligación del confesor de preguntar en el caso que el fiel no confiese de forma genérica.


    Si el fiel confiesa diciendo simplemente que ha pecado contra el sexto mandamiento, el confesor debe decirle que diga el pecado en particular. Se debe nombrar el pecado. Esto es importantísimo, porque de esta forma se vence la vergüenza del pecado, fruto de la vergüenza original, hay una derrota del maligno al verse descubierto. Cuando el fiel nombra por su nombre el pecado sale fortalecido de la confesión, con más fuerzas para resistir la tentación.


    Si la interpretación de la frase, No harán preguntas impertinentes, se refiere a que el confesor no preguntará al penitente el nombre del pecado, sino que aceptará la confesión genérica, tal interpretación es contraria al Magisterio, y por tanto falsa.


    Segundo
    . Sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo.


    La confesión ha de ser íntegra de todos los pecados graves cometidos desde el bautismo, especificando su especie y número. Se reprueba la confesión genérica de los pecados.


    Si la interpretación del sentido de esta frase de la Bula es que el confesor le dirá al penitente que no es necesario que diga sus pecados o que no siga diciéndolos, tal interpretación es contraria al Magisterio, y por tanto falsa.


    Tercero
    . Porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda de perdón.


    El penitente para recibir la absolución debe tener conciencia de los pecados cometidos, dolor por ellos, voluntad de no recaer más y confesarlos.


    Si la interpretación del sentido de esta frase de la Bula es que basta con que el confesor perciba la intención del penitente de pedir perdón para que reciba la absolución, tal interpretación es contraria al Magisterio, y por tanto falsa.


    Cuarto
    . Todos entonces, sin excluir a nadie, están llamados a percibir el llamamiento de la misericordia.


    Todos están llamados a percibir el llamamiento de la Misericordia de Dios, nadie está excluido. Pero hay quienes quieren excluirse de la
    Misericordia Divina, y lo hacen voluntariamente. Estos son los que viven habitualmente en situación de pecado grave, como son lo que tienen relación de adulterio, los que están casados civilmente, los que mantienen relaciones extraconyugales, quienes tienen relaciones homosexuales, etc. Ningún fiel que vive de forma habitual en estado de pecado grave sin intención de cambiar su situación puede recibir válidamente la absolución.


    Si la interpretación del sentido de esta frase de la Bula es que aquellos que viviendo en situación habitual de pecado grave pueden recibir la absolución, sin arrepentirse de su pecado y cambiar su situación, esta interpretación es contraria al Magisterio, y por tanto falsa.


    Los confesores somos responsables de las almas que el Señor nos acerca. Responderemos en el tribunal del Juicio Final ante Dios Padre Todopoderoso de nuestra actuación con las almas, de haberlas guiado o no por la verdad del Sacramento y de la Iglesia.


    Queridos hermanos, el penitente ha de confesar uno a uno sus pecados graves, especificando su especie y número. Ha de sentir dolor por ellos y deseo de enmienda. Está en juego la salvación o condenación de nuestra alma para toda la eternidad.


    Hemos de confesar como el hijo pródigo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo.


    Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa


    http://www.adelantelafe.com/la-bula-...-la-confesion/

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