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Honores2Víctor
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Tema: Declaración conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Kiril (La Habana, 12/02/2016)

  1. #1
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Declaración conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Kiril (La Habana, 12/02/2016)

    VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A MÉXICO

    (12-18 DE FEBRERO DE 2016)

    ENCUENTRO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
    CON SU SANTIDAD KIRIL, PATRIARCA DE MOSCÚ Y DE TODAS LAS RUSIAS


    FIRMA DE LA DECLARACIÓN CONJUNTA

    Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana - Cuba
    Viernes 12 de febrero de 2016


    [Multimedia]






    Declaración conjunta
    del Papa Francisco
    y del Patriarca Kiril de Moscú y Toda Rusia


    “Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos vosotros”
    (2 Corintios 13,13).

    1. Por la voluntad de Dios Padre, de quien procede todo don, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo Consolador, nosotros, Francisco, Papa y Obispo de Roma, y Kiril, Patriarca de Moscú y Toda Rusia, reunimos hoy en La Habana. Damos gracias a Dios, glorificado en la Santísima Trinidad, por este encuentro, el primero en la historia.

    Con alegría, nos reunimos como hermanos en la fe cristiana que se encontraron para “hablar… personalmente” (2 Juan, 12), de corazón a corazón, y discutir las relaciones mutuas entre las Iglesias, los problemas palpitantes de nuestro rebaño y las perspectivas del desarrollo de la civilización humana.

    2. Nuestro encuentro fraterno se llevó a cabo en Cuba, en la encrucijada entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste. Desde esta isla, un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo y de los dramáticos acontecimientos de la historia del siglo XX, dirigimos nuestras palabras a todas las naciones de América Latina y de otros continentes.

    Nos alegra el hecho de que hoy en día aquí la fe cristiana evoluciona dinámicamente. El potencial religioso de gran alcance en América Latina, sus tradiciones cristianas multiseculares, manifestadas en la experiencia personal de millones de personas, son clave para un gran futuro de esta región.

    3. Al reunirnos a distancia de las antiguas disputas del Viejo Mundo, sentimos muy fuertemente la necesidad de colaboración entre los católicos y los ortodoxos, que deben estar siempre preparados para responder a cualquiera que les pida razón de la esperanza (1 Pedro 3, 15).

    4. Damos gracias a Dios por los dones que hemos recibido a través de la venida al mundo de su Hijo Unigénito. Compartimos la Tradición espiritual común del primer milenio del cristianismo. Los testigos de esta Tradición son la Santísima Madre de Dios, la Virgen María, y los santos a quienes veneramos. Entre ellos están innumerables mártires que mostraron su fidelidad a Cristo y se convirtieron en “la semilla de cristianos”.

    5. A pesar de tener la Tradición común de diez primeros siglos, los católicos y los ortodoxos, durante casi mil años, están privados de comunicación en la Eucaristía. Permanecimos divididos dado a las heridas causadas por los conflictos del pasado lejano y reciente, por las diferencias heredadas de nuestros antepasados, en la comprensión y la explicación de nuestra fe en Dios, un ser único que existe como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Lamentamos la pérdida de la unidad, que era una consecuencia de la debilidad y la pecaminosidad humana, que se produjo a despecho de la oración del Primer Sacerdote, Cristo Salvador: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17, 21).

    6. Conscientes de muchos obstáculos que hay que superar, esperamos que nuestro encuentro contribuya a la obtención de la unidad mandada por Dios, por la que Cristo había rezado. Que nuestro encuentro inspire a los cristianos de todo el mundo para invocar con el nuevo fervor al Señor, orando sobre la plena unidad de todos sus discípulos. Que ésta, en el mundo que espera de nosotros no sólo palabras, sino acciones, sea un signo de esperanza para todas las personas de buena voluntad.

    7. Teniendo firmeza en hacer todo lo necesario para superar las diferencias históricas heredadas por nosotros, queremos reunir nuestros esfuerzos a fin de dar testimonio del Evangelio de Cristo y del patrimonio común de la Iglesia del primer milenio, respondiendo conjuntamente a los desafíos del mundo moderno. Los ortodoxos y los católicos deben aprender a llevar el testimonio común de la verdad en aquellas áreas, en las que es posible y necesario. La civilización humana ha entrado en un período de cambios epocales. La conciencia cristiana y la responsabilidad pastoral no nos permiten que permanezcamos indiferentes ante los desafíos que requieren una respuesta conjunta.

    8. Nuestra atención está dirigida principalmente hacia aquellas regiones del mundo donde los cristianos están sometidos a persecución. En muchos países de Oriente Medio y África del Norte, se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pueblos y ciudades enteros habitados por ellos. Sus templos están sometidos a la destrucción bárbara y a los saqueos, los santuarios – a la profanación, los monumentos – a la demolición. En Siria, Irak y otros países de Oriente Medio observamos con dolor el éxodo masivo de cristianos de la tierra donde nuestra fe comenzó a extenderse, y donde ellos vivían a partir de los tiempos apostólicos, junto con otras comunidades religiosas.

    9. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a tomar medidas inmediatas para evitar un mayor desplazamiento de los cristianos de Oriente Medio. Levantando nuestras voces en defensa de los cristianos perseguidos, también solidarizamos con sufrimientos de seguidores de otras tradiciones religiosas, que se han convertido en víctimas de la guerra civil, el caos y la violencia terrorista.

    10. En Siria e Irak esta violencia ha cobrado miles de vidas, dejando sin hogares y medios de vida a unos millones de personas. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a unirse para poner fin a la violencia y al terrorismo y al mismo tiempo, a través del diálogo, a contribuir a la pronta obtención de la paz civil. Se requiere una ayuda humanitaria de gran escala para el pueblo que sufre, y para muchos refugiados en los países vecinos.

    Solicitamos a todos los que pueden, influir en el destinode todos los secuestrados, incluyendo a los Metropolitas de Alepo, Pablo y Juan Ibrahim, capturados en abril de 2013, para hacer todo lo necesario a fin de su pronta liberación.

    11. Enviamos oraciones a Cristo, Salvador del mundo, sobre el establecimiento en suelo de Oriente Medio de la paz, que es producto de la justicia (Isaías 32, 17), sobre el fortalecimiento de la convivencia fraterna entre diversos pueblos, Iglesias y religiones situados en esta tierra, sobre el regreso de los refugiados a sus casas, sobre la curación de los heridos y el reposo de almas de las víctimas inocentes.

    Dirigimos a todas las partes que puedan estar involucradas en los conflictos, un ferviente llamamiento para manifestar buena voluntad y llegar a la mesa de negociación. Al mismo tiempo, es necesario que la comunidad internacional haga todos los esfuerzos posibles para poner fin al terrorismo mediante acciones comunes, conjuntas y sincronizadas. Hacemos un llamamiento a todos los países involucrados en la lucha contra el terrorismo, a las acciones responsables y prudentes. Hacemos un llamado a todos los cristianos y a todos los creyentes en Dios para rezar al Señor Creador y Providente que cuida el mundo, que guarde su creación de la destrucción y no permita una nueva guerra mundial. Para que la paz sea duradera y fiable, se requieren esfuerzos especiales destinadas al regreso a los valores comunes, que nos unen, basados en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

    12. Admiramos la valentía de aquellos que entregan sus vidas por haber dado testimonio de la verdad del Evangelio, prefiriendo la muerte ante la abjuración de Cristo. Creemos que los mártires de nuestros tiempos, procedentes de diferentes Iglesias, pero unidos por un sufrimiento común, son la clave para la unidad de los cristianos. A vosotros, los que sufren por Cristo, dirige su palabra el Apóstol del Señor: “Queridos hermanos,… alegraos de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también os llenéis de alegría cuando su gloria se manifieste” (1 Pedro 4, 12-13).

    13. En esta época turbadora se necesita el diálogo interreligioso. Las diferencias en comprensión de las verdades religiosas no deben impedir que las personas de diversas religiones vivan en paz y armonía. En las circunstancias actuales, los líderes religiosos tienen una responsabilidad especial por la educación de su rebaño en el espíritu de respeto por las creencias de aquellos que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Los intentos de justificar actos criminales por consignas religiosas son absolutamente inaceptables. Ningún crimen puede ser cometido en el nombre de Dios, “porque Dios es Dios de paz y no de confusión” (1 Corintios 14, 33).

    14. Atestiguando el alto valor de la libertad religiosa, damos gracias a Dios por el renacimiento sin precedentes de la fe cristiana que ahora se lleva a cabo en Rusia y muchos países de Europa del Este, donde por décadas han gobernado regímenes ateos. Hoy en día, las cadenas del ateísmo militante cayeron, y en muchos lugares los cristianos son libres de profesar su fe. Durante un cuarto de siglo, aquí se erigieron decenas de miles de nuevos templos, se abrieron cientos de monasterios y escuelas teológicas. Las comunidades cristianas realizan amplias actividades caritativas y sociales, prestando diversa asistencia a los necesitados. Los ortodoxos y los católicos a menudo trabajan hombro con hombro. Ellos defienden la base espiritual común de la sociedad humana, dando testimonio de los valores evangélicos.

    15. Al mismo tiempo, nos preocupa la situación que tiene lugar en tantos países, donde los cristianos enfrentan cada vez más la restricción de la libertad religiosa y del derecho a dar testimonio sobre sus creencias y a vivir de acuerdo con ellas. En particular, vemos que la transformación de algunos países en las sociedades secularizadas, ajenas de cualquier memoria de Dios y su verdad, implica una grave amenaza para la libertad religiosa. Estamos preocupados por la limitación de los derechos de los cristianos, por no hablar de la discriminación contra ellos, cuando algunas fuerzas políticas, guiadas por la ideología del secularismo que en numerosos casos se vuelve agresivo, tienden a empujarles a los márgenes de la vida pública.

    16. El proceso de la integración europea, que comenzó después de siglos de conflictos sangrientos, fue acogido por muchas personas con esperanza, como prenda de paz y seguridad. Al mismo tiempo, advertimos en contra de aquella clase de integración que no respeta la identidad religiosa. Respetamos la contribución de otras religiones a nuestra civilización, pero estamos convencidos de que Europa debe mantener la fidelidad a sus raíces cristianos. Hacemos un llamamiento a los cristianos en Europa Occidental y Europa Oriental a unirse a fin de dar testimonio conjunto sobre Cristo y el Evangelio, para que Europa mantenga su alma formada por dos mil años de la tradición cristiana.

    17. Nuestra atención está destinada a las personas que se encuentran en una situación desesperada, viven en la pobreza extrema en el momento en que la riqueza de la humanidad está creciendo. No podemos permanecer indiferentes al destino de millones de migrantes y refugiados que tocan a las puertas de los países ricos. El consumo incontrolado, típico para algunos estados más desarrollados, agota rápidamente los recursos de nuestro planeta. La creciente desigualdad en la distribución de bienes terrenales, aumenta el sentido de la injusticia del sistema de las relaciones internacionales que se está implantando.

    18. Las Iglesias cristianas están llamadas a defender exigencias de la justicia, del respeto a las tradiciones nacionales y de la solidaridad efectiva con todos los que sufren. Nosotros, los cristianos, no debemos olvidar que “para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios” (1 Corintios 1, 27-29).

    19. La familia es el centro natural de la vida de un ser humano y de la sociedad. Estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países. Los ortodoxos y los católicos, compartiendo la misma visión de la familia, están llamados a testificar acerca de la familia como de un camino hacia la santidad, que se manifiesta en la fidelidad mutua de los cónyuges, su disponibilidad para dar a luz a los niños y formarles, en la solidaridad entre las generaciones y el respeto hacia los enfermizos.

    20. La familia es fundada sobre el matrimonio que es un acto libre y fiel de amor entre un hombre y una mujer. El amor fortalece su unión, les enseña a aceptar uno a otros como a un don. El matrimonio es la escuela del amor y de la fidelidad. Lamentamos que otras formas de convivencia se equiparan ahora con esta unión, y la visión de la paternidad y la maternidad como de especial vocación del hombre y de la mujer en el matrimonio, santificada por la tradición bíblica, se expulsa de la conciencia pública.

    21. Hacemos un llamamiento a todos para respetar el derecho inalienable a la vida. Unos millones de bebés están privados de la propia posibilidad de aparecer a la luz. La sangre de los niños no nacidos pide a gritos a Dios que haga justicia. (Génesis 4, 10).

    La divulgación de la así llamada eutanasia conduce al hecho de que los ancianos y enfermos comienzan a sentirse carga excesiva para su familia y la sociedad en conjunto.

    Expresamos nuestra preocupación por el uso cada vez más extendido de las tecnologías biomédicas de reproducción, porque la manipulación de la vida humana es un ataque contra los fundamentos del ser de la persona creada a imagen de Dios. Consideramos que nuestro deber es hacer acordarse sobre la inmutabilidad de los principios morales cristianos, basados en el respeto por la dignidad de la persona que está destinada a la vida de acuerdo con el plan de su Creador.

    22. Queremos hoy dirigir unas palabras especiales a la juventud cristiana. Vosotros, los jóvenes, no debéis esconder dinero en la tierra (Mateo 25, 25), sino usar todas las dotes dadas por Dios, para afirmar la verdad de Cristo en el mundo, realizar los mandamientos evangélicos del amor a Dios y al prójimo. No tengáis miedo de ir contra la corriente, defendiendo la verdad de Dios, con la que no siempre se ajustan las normas seculares modernas.

    23. Dios os ama y espera de cada uno de vosotros que seáis sus discípulos y apóstoles. Sed la luz de este mundo, para que otros, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo (Mateo 5, 14-16). Educad a los niños en la fe cristiana para entregarles la perla preciosa de la fe (Mateo 13, 46) que recibisteis de vuestros padres y antepasados. No olvidéis que “Dios os ha comprado por un precio” (1 Corintios 6, 20), el precio de la muerte en la cruz de Dios Hombre, Jesucristo.

    24. Los ortodoxos y los católicos están unidos no sólo por la Tradición común de la Iglesia del primer milenio, sino también por la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo contemporáneo. Esta misión requiere respeto mutuo entre los miembros de las comunidades cristianas, excluye cualquier forma del proselitismo.

    No somos competidores, sino hermanos: debemos arrancar de este concepto ejecutando todas actividades relacionadas con nuestros lazos y contactos con el mundo exterior. Instamos a los católicos y a los ortodoxos de todo el mundo para aprender a vivir juntos en paz, amor y armonía unos con otros (Romanos 15, 5). Es inaceptable el uso de medios incorrectos para obligar a los fieles a pasar de una Iglesia a otra, dejando de lado su libertad religiosa y sus propias tradiciones. Estamos llamados a poner en práctica el mandamiento de San Pablo Apóstol y “anunciar el evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos puestos por otros” (Romanos 15, 20).

    25. Esperamos que nuestro encuentro contribuya a la reconciliación donde hay tensiones entre los greco-católicos y los ortodoxos. Hoy en día es obvio que el método de “la unión” de los siglos pasados que implica la unidad de una comunidad con la otra a costa de la separación de su Iglesia, no es la manera de restaurar la unidad. Al mismo tiempo, las comunidades eclesiásticas que han aparecido como resultado de circunstancias históricas tienen derecho a existir yhacer todo lo necesario para satisfacer menesteres espirituales de sus fieles, buscando la paz con sus vecinos. Los ortodoxos y los greco-católicos necesitan la reconciliación y la búsqueda de formas de convivencia mutuamente aceptables.

    26. Lamentamos el enfrentamiento en Ucrania que ya cobró muchas vidas, causó sufrimientos innumerables a los civiles, hundió la sociedad en una profunda crisis económica y humanitaria. Hacemos un llamamiento a todas las partes del conflicto a tener prudencia, mostrar la solidaridad social y trabajar activamente para el establecimiento de la paz. Instamos a nuestras Iglesias en Ucrania a trabajar para lograr la armonía social, abstenerse de participar en la confrontación y de apoyar el desarrollo del conflicto.

    27. Esperamos que la división entre los creyentes ortodoxos en Ucrania sea vencida sobre la base de las normas canónicas existentes, que todos los cristianos ortodoxos de Ucrania vivan en paz y armonía, y que las comunidades católicas del país contribuyan a ello, para que nuestra hermandad cristiana sea aún más evidente.

    28. En el mundo de hoy, multifacético y al mismo tiempo unido por el destino común, los católicos y los ortodoxos están llamados a colaborar fraternamente para anunciar el Evangelio de la salvación, dar testimonio común de la dignidad moral y la auténtica libertad humana, “para que el mundo crea” (Juan 17, 21). Este mundo, en el que se están socavando rápidamente los fundamentos morales de la existencia humana, espera de nosotros el fuerte testimonio cristiano en todos los ámbitos de la vida personal y social. ¿Podremos en la época crucial dar testimonio conjunto del Espíritu de la verdad? De esto depende, en gran medida, el futuro de la humanidad.

    29. Que Jesucristo, Dios Hombre, Nuestro Señor y Salvador, nos ayude en el anuncio valiente de la verdad de Dios y de la Buena Noticia de salvación. El Señor nos fortalece espiritualmente con su promesa infalible: “No tengáis miedo, pequeño rebaño, que el Padre, en su bondad, ha decidido daros el reino” (Lucas 12, 32).

    Cristo es una fuente de alegría y de esperanza. La fe en él transfigura la vida del ser humano, la llena de significado. Lo han vivido por su propia experiencia todos aquellos de los que se puede decir con las palabras de San Pedro Apóstol: “Antes, ni siquiera erais pueblo, pero ahora sois pueblo de Dios; antes Dios no os tenía compasión, pero ahora tiene compasión de vosotros” (1 Pedro 2, 10).

    30. Llenos de gratitud por el don de comprensión mutua que se manifestó en nuestra reunión, nos dirigimos con esperanza a la Santísima Madre de Dios, haciendo solicitud con las palabras de la antigua oración: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios”. Que la Santísima Virgen María con su amparo fortalezca la hermandad de todos que la veneran, para que ellos, en un momento determinado por Dios, se junten, en paz y concordia, en el único pueblo de Dios, ¡sea glorificado el nombre de la Trinidad Consustancial e Inseparable!


    Francisco
    Obispo de Roma,
    Papa de la Iglesia Católica
    Kiril
    Patriarca de Moscú
    y Toda Rusia

    12 de febrero de 2016, La Habana (Cuba)



    Discurso del Patriarca Kiril

    Su Santidad,
    Sus Excelencias,
    Queridos hermanos y hermanas,
    Señoras y señores,


    Nosotros durante dos horas hemos tenido una discusión abierta, con pleno entendimiento de la responsabilidad para nuestras Iglesias, para nuestro pueblo creyente, para futuro del cristianismo y para futuro de la civilización humana. Fue una conversación con mucho contenido, que nos dio la oportunidad de entender y sentir las posiciones de uno y otro. Y los resultados de la conversación me permiten asegurar que actualmente, las dos Iglesias pueden cooperar conjuntamente defendiendo a los cristianos en todo el mundo; y con plena responsabilidad, trabajar conjuntamente, para que no sea guerra, para que la vida humana se respete en todo el mundo, para que se fortalezcan las bases de la moral personal, familiar y social, y que a través de la participación de la Iglesia en la vida de la sociedad humana moderna se purifique en nombre de nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo.



    Discurso del Papa Francisco

    Santidad,
    Eminencias,
    Reverencias,


    Hablamos como hermanos, tenemos el mismo Bautismo, somos obispos. Hablamos de nuestras Iglesias, y coincidimos en que la unidad se hace caminando. Hablamos claramente, sin medias palabras, y yo les confieso que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo. Agradezco la humildad de Su Santidad, humildad fraterna, y sus buenos deseos de unidad.

    Hemos salido con una serie de iniciativas que creo que son viables y se podrán realizar. Por eso quiero agradecer, una vez más, a Su Santidad su benévola acogida, como asimismo a los colaboradores - y nombro a dos-: Su Eminencia el Metropolita Hilarión y Su Eminencia el Cardenal Koch, con todos sus equipos que han trabajado para esto.

    No quiero irme sin dar un sentido agradecimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su Presidente aquí presente. Le agradezco su disponibilidad activa. Si sigue así, Cuba será la capital de la unidad. Y que todo esto sea para gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y para el bien del santo Pueblo fiel de Dios, bajo el manto de la Santa Madre de Dios.



    Fuente: VATICAN.VAN
    Última edición por Martin Ant; 14/02/2016 a las 16:49

  2. #2
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    Re: Declaración conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Kiril (La Habana, 12/02/20

    Dejando a un lado los aspectos positivos, esta declaración conjunta me parece una puñalada trapera a los greco-católicos, como señaló antes del encuentro uno de estos sacerdotes. Y algún párrafo parece casi dictado por el ministerio de propaganda ruso.

    ¿Qué opina usted, Martin?
    ¿Se sabe si la HSSPX ha formulado alguna declaración oficial más allá de este comentario del distrito estadounidense?
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  3. #3
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    Re: Declaración conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Kiril (La Habana, 12/02/20

    Francisco y Kirill: Cortinas de humo y espejismos



    El papa Francisco finalizó su histórico encuentro con el patriarca Cirilo de Moscú y todas las Rusias en Cuba la semana pasada. Su Declaración conjunta convoca a las iglesias Católica y Ortodoxa rusa a apoyar conjuntamente a los cristianos perseguidos, así como a dar testimonio unidas a favor de la vida y el matrimonio tradicional.

    El documento tiene mucho de bueno, pero los párrafos 24 y 25 en particular me llamaron la atención por sus implicaciones ecuménicas. Veamos los párrafos en cuestión:

    24. Los ortodoxos y los católicos están unidos no sólo por la Tradición común de la Iglesia del primer milenio, sino también por la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo contemporáneo. Esta misión requiere respeto mutuo entre los miembros de las comunidades cristianas, excluye cualquier forma de proselitismo.
    No somos competidores, sino hermanos: debemos arrancar de este concepto ejecutando todas estas actividades relacionadas con nuestros lazos y contactos con el mundo exterior. Instamos a los católicos y a los ortodoxos de todo el mundo para aprender a vivir juntos en paz, amor y «armonía unos con otros» (Rom. 15,5). Es inaceptable el uso de medios incorrectos para obligar a los fieles a pasar de una iglesia a otra, dejando de lado su libertad religiosa y sus propias tradiciones. Estamos llamados a poner en práctica el mandamiento de San Pablo Apóstol y «anunciar el Evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos puestos por otros» (Ro 15,20).
    25. Esperamos que nuestro encuentro contribuya a la reconciliación donde hay tensiones entre los greco-católicos y los ortodoxos. Hoy en día es obvio que el método de la unión de los siglos pasados que implica la unidad de una comunidad con la otra a costa de la separación de su iglesia no es la manera de restaurar la unidad. Al mismo tiempo, las comunidades eclesiásticas que han aparecido como resultado de circunstancias históricas tienen derecho a existir y hacer todo lo necesario para satisfacer menesteres espirituales de sus fieles, buscando la paz con sus vecinos. Los ortodoxos y los greco-católicos necesitan la reconciliación y la búsqueda de formas de convivencia mutuamente aceptables.
    Los dos últimos párrafos contienen las típicas advertencias contra el proselitismo. Aunque el documento limita el proselitismo a los medios de conversión que empleen «medios incorrectos» para hacer prosélitos, hemos visto observado que los documentos vaticanos modernos la palabra proselitismo está llena de ambigüedades. Si bien siempre se utiliza de forma que da lugar que se pueda afirmar que sólo se refiere a formas incorrectas o inmorales de convertir --como en la cita arriba reproducida--, sabemos también que para S.S. Francisco y para muchos teólogos proselitismo es sinónimo de simple y sencillamente conversión. Por ejemplo, en el discurso de Francisco en Argentina en 2013, en el que condenó el proselitismo con estas palabras y dijo: «¿Voy a convencer a otro de que se haga católico? ¡No, no, no!», O cuando afirmó en Corea: «Con mi identidad y con mi empatía, apertura, camino con el otro. No busco que se pase a mi bando, no hago proselitismo». En este caso, hacer proselitismo significa que se pase a nuestro bando; o sea, convertirlo. En el artículo de Unam Sanctam Catholicam Proselytism and Conversion." se habla más sobre el sentido fraudulento en que se emplea la palabra proselitismo en documentos contemporáneos.


    Pero la afirmación más interesante se encuentra en el párrafo 25, en el que el Pontífice y el Patriarca rechazan a los llamados uniatas. ¿Quiénes son los cristianos uniatas, y por qué los rechazan categóricamente?


    Históricamente, era una forma de reconciliación entre las iglesias ortodoxas orientales y Roma. Para ello se establecían unas normas jurídicas y canónicas particulares a esas comuniones que les permitían mantener ciertos distintivos culturales a cambio de que reconocieran la supremacía del Romano Pontífice. Esto daba lugar a la unión eclesial; de ahí el nombre de iglesias uniatas.


    En total, hay 19 iglesias uniatas con 253 prelados que gobiernan a más de 18 millones de cristianos por todo el mundo. Algunas son muy reducidas, como la Iglesia Católica Bizantina Albanesa, con 3800 afiliados, y la Iglesia Católica Bizantina Griega, con 2400. Otras, en cambio, son bastante numerosas, como los ritos melquita y siromalabar, cada uno de los cuales cuenta con cerca de un millón de seguidores. La iglesia uniata más numerosa es la Iglesia Grego-Católica Ucraniana, con 44 obispos que pastorean a más de cinco millones de católicos ucranianos distribuidos en 31 eparquías. Con un total de 18 millones de fieles, las iglesias uniatas no son insignificantes en modo alguno. Es una bendición que la nueva declaración conjunta otorgue a esos 18 millones de católicos el «derecho a existir».

    A propósito, como esto de los uniatas no es sino un método de reconciliar a los ortodoxos con Roma (y no de convertir a los católicos a la fe ortodoxa), este acuerdo para rechazar tal método resulta demasiado parcial para la Iglesia Católica. Los rusos no ganan nada de terreno; la Iglesia Ortodoxa rusa siempre ha detestado a las iglesias uniatas, a las que considera traidoras. Por lo tanto, la declaración conjunta significa en esencia que la Iglesia Católica adopte la perspectiva ortodoxa de Rusia con respecto a las uniatas.

    Parece mentira que se rechace el sistema uniata como modelo de reconciliación, dado que históricamente ha sido el medio más eficaz de reconciliar a los ortodoxos. ¿A que se debe que la Iglesia Católica rechace lo que hasta ahora ha resultado el mejor método para reconciliar a los ortodoxos? A que ese método requiere que los uniatas se aparten de la comunión ortodoxa, y eso está prohibido en el nuevo orden ecuménico. Esta es la postura implícita de la Iglesia desde la Ostpolitik vaticanosecondista, y se hizo oficial en la declaración de Declaration de Balamand en 1993. Aquí pueden leer lo que escribimos sobre la Conferencia de Balamand (en inglés) si quieren saber más sobre dicha declaración.

    En últimas, lo que esto quiere decir es que a pesar del alarde de unidad entre Francisco y Cirilo, la declaración de marras no permite el menor acercamiento entre Roma y Moscú. De hecho, una unión semejante queda explícitamente repudiada, como se puede ver en el párrafo 24, ¡donde la declaración cita extrañamente el versículo Romanos 15,20 fuera de contexto («empeñándome de preferencia en no predicar la Buena Nueva en donde no era conocido ya el nombre de Cristo, para no edificar sobre fundamento ajeno») para que se entienda que Roma no quiere convertir a los fieles de Moscú. Parece mentira que Francisco cite de modo a San Pablo; los otros fundamentos o cimientos a los que se refiere San Pablo son otras iglesias cristianas. No olvidemos que, desde la perspectiva católica, los ortodoxos rusos son cismáticos. No hay precedentes en la eclesiología católica de que se considere a las iglesias cismáticas como otros fundamentos sobre los que no podamos edificar.

    Más cortinas de humo y espejismos es lo que tenemos aquí.


    Unam Sanctam Catholicam: Francis and Kirill: Smoke and Mirrors

  4. #4
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    Re: Declaración conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Kiril (La Habana, 12/02/20

    El «histórico» encuentro entre Francesco y Kiril

    Roberto de Mattei


    Entre los numerosos éxitos atribuidos por los medios informativos al papa Francisco, está el del «histórico encuentro» del 12 de febrero pasado en La Habana con el patriarca Kiril de Moscú. Se ha escrito que este acontecimiento ha derribado el muro que desde hace mil años separaba la Iglesia de Roma de las orientales.

    Según las palabras del propio Francisco, la importancia del encuentro no radica en el documento, de carácter meramente pastoral, sino en la convergencia hacia una meta común, no política ni moral, sino religiosa. Se diría que Francisco quisiera sustituir el Magisterio tradicional de la Iglesia, declarado por medio de documentos, por un neomagisterio, expresado mediante actos simbólicos. El mensaje que quiere transmitir el Papa es el de que nos encontramos en un momento decisivo en la historia de la Iglesia. Pero es preciso partir de la propia historia de la Iglesia para entender el sentido del acontecimiento. En realidad, son muchas las inexactitudes históricas, y hay que corregirlas porque frecuentemente las desviaciones doctrinales se construyen sobre errores históricos.

    Para empezar, no es cierto que mil años de historia separen la Iglesia de Roma del Patriarcado de Moscú, ya que éste no se creó hasta el año 1589. En los cinco siglos anteriores, y antes incluso, el interlocutor oriental de Roma era el Patriarcado de Costantinopla. Durante la celebración del Concilio Vaticano II, el 6 de enero de 1964, Pablo VI se encontró en Jerusalén con el patriarca Atenágoras a fin de iniciar un «diálogo ecuménico» entre el mundo católico y el ortodoxo. Diálogo que fracaso por culpa de la milenaria oposición de los ortodoxos al primado de Roma. El propio Pablo VI lo reconoció en un discurso ante el Secretariado para la Unión de los Cristianos el 28 de abril de 1967, afirmando: «El Papa, y Nos lo sabemos bien, constituye sin duda el mayor obstáculo en el camino del ecumenismo».

    El patriarcado de Costantinopla era una de las cinco sedes principales de la Cristiandad establecidas por el Concilio de Calcedonia en 451. Los patriarcas bizantinos sostenían, sin embargo, que tras la caída del Imperio Romano, Costantinopla, sede del renacido Imperio romano de Oriente, debía convertirse en la capital religiosa del mundo. El canon 28 del Concilio de Calcedonia, abrogado por san León Magno, contiene en germen todo el cisma bizantino, porque atribuye a la supremacía del Romano Pontífice un fundamento político y no divino. Por esta razón, en 515, el papa Hormisdas (514-523) mandó a los obispos orientales suscribir una Fórmula de Unión, en la que reconocían su sumisión a la Cátedra de San Pedro (Denz-H, n. 363).

    Entre los siglos V y X, mientras que en Occidente se afirmaba la distinción entre la autoridad espiritual y el poder temporal, en Oriente nacía el llamado cesaropapismo, en el cual la Iglesia queda de hecho subordinada al emperador, que se considera cabeza de la misma, en tanto que representante de Dios, tanto en el ámbito eclesiástico como en el secular. Los patriarcas de Constatinopla eran de hecho poco menos que funcionarios del Imperio Bizantino, y continuaron fomentando una aversión radical a la Iglesia de Roma.

    Tras una primera ruptura, provocada por el patriarca Focio en el siglo IX, se produjo el cisma oficial el 16 de julio de 1054, cuando el patriarca Miguel Cerulario declaró que Roma había caído en herejía por la cuestión del «Filioque» y otros pretextos. Los legados romanos depusieron entonces la sentencia de excomunión contra él sobre el altar de la iglesia de Santa Sofía en Costantinopla. Los príncipes de Kiev y de Moscú, convertidos al Cristianismo en 988 por san Vladimiro, secundaron en el cisma a los patriarcas constantinopolitanos, reconociendo su jurisdicción religiosa. Las discordias parecían inconciliables, pero el 6 de julio de 1439 tuvo lugar un hecho extraordinario en la catedral florentina de Santa María del Fiore: el papa Eugenio IV anunció solemnemente mediante la bula Laetentur Coeli (alégrense los cielos) que se había disuelto el cisma entre las iglesias de Oriente y Occidente.

    Durante el Concilio de Florencia (1439), en el cual habían participado el emperador de Oriente Juan VIII Paleólogo y el patriarca José II de Costantinopla, se había alcanzado un acuerdo en todos los problemas, desde el Filioque hasta el Primado Romano. La bula pontificia concluía con esta solemne definición dogmática, suscrita por los padres griegos: «Definimos que la santa Sede apostólica y el Romano Pontífice tienen el primado sobre todo el orbe y que el mismo Romano Pontífice es el sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los apóstoles, verdadero vicario de Cristo y cabeza de toda la Iglesia y padre y maestro de todos los cristianos, y que al mismo, en la persona del bienaventurado Pedro, le fue entregada por nuestro Señor Jesucristo plena potestad de apacentar, regir y gobernar a la Iglesia universal, como se contiene hasta en las actas de los Concilios ecuménicos y en los sagrados cánones» (Denzinger, 694).

    Éste ha sido el único abrazo histórico verdadero entre las dos iglesias durante el último milenio. Entre los más activos participantes en el Concilio de Florencia se encontraba Isidoro, metropolitano de Kiev y de todas las Rusias. Recién regresado a Moscú, anunció la reconciliación que había tenido lugar bajo la autoridad del Romano Pontífice, pero el príncipe de Moscú, Basilio II el Ciego, lo declaró hereje y puso en su lugar a un obispo que le estaba sujeto. Este gesto señaló el inicio de la autocefalia de la iglesia moscovita, independiente no sólo de Roma sino también de Costantinopla. Poco después, en 1453, el Imperio Bizantino fue conquistado por los turcos y arrastró en su caída al patriarcado de Constantinopla. Surgió entonces la idea de que Moscú debía recoger la herencia de Bizancio y convertirse en el nuevo centro de la iglesia cristiana ortodoxa. Tras casarse con Sofía Paleóloga, sobrina del último emperador de Oriente, el príncipe Iván III de Moscú adoptó el título de Zar e introdujo el emblema del águila bicéfala. En 1589 se creó el Patriarcado de Moscú y de todas las Rusias. Los rusos se convirtieron en los nuevos defensores de la ortodoxia, y proclamaron el nacimiento de una Tercera Roma, sucesora de la católica y la bizantina.

    Ante estos sucesos, los obispos de aquella región, entonces llamada Rutenia y que actualmente corresponde a Ucrania y parte de Bielorussia, se reunieron en octubre de 1596 en el Sínodo de Brest y proclamaron su unión con la sede romana. Se los conoce como uniatas, en razón de su unión con Roma, y también grego-católicos, porque a pesar de estar sometidos al primado de Roma conservan la liturgia bizantina.

    Los zares rusos emprendieron una persecución sistemática la iglesia uniata, que, entre muchos otros mártires, cuenta con el monje Juan (Josafat) Kuncevitz (1580-1623), arzobispo de Polotzk, y el jesuita Andrea Bobola (1592-1657), apóstol de Lituania. Los dos fueron torturados y muertos por odio a la fe católica y hoy se los venera como santos. La persecución recrudeció bajo el imperio soviético. El cardenal Josyp Slipyj (1892-1984), deportado durante 18 años en el Gulag comunista, fue el último intrépido defensor de la Iglesia Católica ucraniana.

    Hoy en día los uniatas constituyen el grupo más numeroso de católicos de rito oriental, y son un testimonio vivo de la universalidad de la Iglesia Católica. Es una mezquindad afirmar, como lo hace el documento firmado por Francisco y por Kirill, que el «método de la unión», que implica la unificación «de una comunidad con la otra a costa de la separación de su iglesia», «no es la manera de restaurar la unidad», y que «es inaceptable el uso de medios incorrectos para obligar a los fieles a pasar de una iglesia a otra, dejando de lado su libertad religiosa y sus propias tradiciones».

    El precio que ha debido pagar el papa Francisco por estas palabras pedidas por Kiril es muy elevado: la acusación de «traición» que ahora le echan en cara los católicos uniatas, de siempre fidelísimos a Roma. Pero el encuentro de Francisco con el patriarca moscovita tiene mucho más alcance que el de Pablo VI con Atenágoras. El abrazo a Kiril tiende más que nada a acoger el principio ortodoxo de la sinodalidad, necesario para democratizar la Iglesia Romana. Por lo que respecta, no a la estructura de la Iglesia, sino a la sustancia de su fe, el acto simbólico más importante del año será tal vez la conmemoración por parte de Francisco de los 500 años de la revolución protestante, prevista para el próximo mes de octubre en la localidad sueca de Lund.



    Lo “storico†incontro tra Francesco e Kirill | CR – Agenzia di informazione settimanale
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  5. #5
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Declaración conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Kiril (La Habana, 12/02/20

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Dejando a un lado los aspectos positivos, esta declaración conjunta me parece una puñalada trapera a los greco-católicos, como señaló antes del encuentro uno de estos sacerdotes. Y algún párrafo parece casi dictado por el ministerio de propaganda ruso.

    ¿Qué opina usted, Martin?
    Pues estoy de acuerdo con lo que usted dice. De hecho este hilo lo puse de manera excepcional dentro del subforo "Crisis de la Iglesia".

    (Miento. No estoy de acuerdo con usted en una sola cosa: cuando usted dice, "Dejando a un lado los aspectos positivos". Yo no he encontrado ni un sólo aspecto positivo).



    ¿Se sabe si la HSSPX ha formulado alguna declaración oficial más allá de este comentario del distrito estadounidense?
    Por ahora no, que yo sepa.

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