Búsqueda avanzada de temas en el foro

Resultados 1 al 20 de 22

Tema: 325 párrafos...para despistar

Vista híbrida

  1. #1
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    325 párrafos...para despistar

    325 párrafos...para despistar





    D
    e lo que se podía esperar (o temer) del Sínodo de la Familia hemos comentado en ExOrbe desde que comenzó el pasteleo, con el brujo Kasper calentando la retorta para destilar el sublimado final, otra vez una obra maestra del alambique vaticanosecundista, con los antiguos aprendices de brujo, aquellos monosabios de cuando el concilio, hace medio siglo, hoy convertidos en pérfidos Frankensteins del nuevo engendro.

    El documento francisquista será la guinda del pastel. Se sabe ya que son trescientosveinticinco parágrafos para encubrir/disfrazar/disimular lo que desde el principio se tuvo la intención de decir y hacer. Los 325 párrafos son la cobertura, capas concéntricas de característico género eclesiástico recubriendo la pildorita central, un recurso que se hizo célebre en algunos de los más famosos hitos del V2º.

    El lema que ambienta, introduce y explica resumidamente el quid de la cuestión será, mas o menos, algo así: Se mantiene la doctrina, se adapta la praxis. La praxis pastoral, es decir; siendo la pastoralidad una esencia tan maleable, tan manejable para ser hervida en la retorta de turno.

    Y así pasará a la historia todo lo del sínodo. No se intentará siquiera la sanación para la muy gravemente enferma familia católica, solamente se declarará con la hojarasca de los 325 párrafos que la Iglesia se rinde en la batalla de la familia y adopta los modos y las modas de la modernidad.

    ¿A qué precio? Seguramente, más o menos, sobre unas treinta monedas.

    ...Es la cantidad tasada para este tipo de convenios.


    +T.



    EX ORBE

  2. #2
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    Fuente turbia



    Se busca agua limpia de manantial...y nos sirven un vaso de agua turbia de charca.

    (...y si nos negamos a tragarnos el sapo, nos llaman fariseos).


    &.



    EX ORBE

  3. #3
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    Entre el mito-francisquista y la decepción, los malos piden más

    Que PP Franciscus se ha vuelto un mito para los peores de la Iglesia (y la no-iglesia), es un hecho. Item más, porque el mito surgió en el balcón aquel mismo inolvidable 13-3-13. Et item plus, porque el mito parece haber sido elaborado en el cónclave: Buscaron y eligieron un perfil mitificable; por cierto, magníficamente asumido por el electo, desde su presentación.

    No obstante, los agentes de la izquierda mediático-mitopoiética, son insaciables y ponen su nivel prometeico alto, muy alto. Y se decepcionan porque esperan más, sueñan con más, quieren más. Aun así, argumentan y disculpan porque alucinan con paranoias conspirativas que exculpan al mítico Franciscus y cargan contra los poderes ancestrales cimentados bajo la cúpula de San Pedro. Verbigracia, Juan Bedoya, uno de los más veteranos des-católicos de la prensa impía-masona, no resiste el tic de atribuir al Emmº Müller, el prefecto de Doctrina de la Fe, la dirección actual de la Inquisición del Santo Oficio. Léase:
    Es el problema de prestarse al equívoco y danzar en los saraos del mundo, el demonio y la carne. Antes o después, te exigen bailar a su ritmo, con su música y sólo y exclusivamente con parejas (o coros) danzantes previamente seleccionados/escogidos/exigidos por los spónsores de la fiesta. Por eso, al final, se sienten frustrados y desilusionados.

    Pero lo malo no es que los malos demanden y pidan más. Lo peor es que en cada baile los buenos pierden algo; bastantes veces, mucho; algunas veces, demasiado.

    Oremus!

    +T.


    EX ORBE

  4. #4
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    La Casa de Tócame-Roque

    Fray Gerundio de Tormes




    Para quien no lo sepa, este nombre corresponde a una famosa corrala del Madrid del siglo XVIII, que se hizo célebre por ser lugar de jaranas, peleas, deshaucios, trampas, grescas y trifulcas. Su popularidad hizo que algunos escritores costumbristas de la época escribieran sobre ella. Y desde entonces, decir que una casa es La Casa de Tócame Roque es más que indicativo: libertad a mansalva, líos, peleas y contradicciones, puñaladas y navajazos, indisciplinas y libertinajes. O sea, donde cada uno hace lo que le place e interpreta las leyes a base de subjetivismo modernista. Para el diccionario es la casa en la que reina la confusión y por eso mismo es objeto de frecuentes alborotos y riñas.




    He dicho a mis novicios que -salvando que la Iglesia es Santa y es la Esposa de Nuestro Señor-, es cierto que en sus miembros y componentes no lo es tanto. Basta con echar una pequeña ojeada. Siempre ha sido así a través de la Historia, y precisamente por ello la Iglesia es un Misterio Sobrenatural de los gordos.

    Sin embargo, en la Iglesia actual del Papa Francisco, la analogía con la Casa de Tócame Roque es bien grande, dado que nunca antes como ahora, ha habido tantos modos individuales de pensar, de exigir, de celebrar, de catequizar, de misericordiear y de dogmatizar. Bueno, de esto último hay dos variedades: los que dogmatizan coherentemente, diciendo que aceptan todos los dogmas porque son dogmas; y los que dogmatizan diciendo que no hay más dogmas que el afirmar que no hay dogmas. Y es que todo es relativo, cultural, pasajero y perecedero. Hasta Kasper será algún día perecedero del todo. Y Baldisseri. Y el fulano de Schöborn. Y no quiero seguir….


    Hablando tanto de la Casa Común, se sigue construyendo la Iglesia Común (la del Nuevo Orden Mundial), la Humanidad Común y la del Pecado Común que acaba siendo Misericordia Común y por el que no hay que preocuparse, pues existe el Perdón Común que se administra a todos en Común. Siempre y cuando no sean fariseos de pedigrí y no sean más mirones de la letra que del espíritu.


    A mis novicios no les entra en la cabeza, pero esta es la trampa que se encierra en el divorcio aceptado como sin-remedio, para pasar a la Comunión administrada como sin-remedio, para aquellos que viven en adulterio porque no tienen-más-remedio. O sea, la Iglesia que acoge a todos, sigue su camino, pero añadiéndole el contrapunto de la adaptación a los tiempos y los cambios en la ahora llamada rutina doctrinal. Parece que Francisco dijera en su interior (y en su exterior): -Pues ahora yo, como soy el Papa (Le Pape c’est Moi), voy a poner a los cabritos a la derecha y a las ovejas a la izquierda. Se acabó con el monopolio de las dichosas ovejas a la derecha, que no hacen otra cosa que molestar y se lo tienen muy creído. Cabritos del Mundo, uníos. Y allá van todos.


    A mis novicios tampoco les entra en la cabeza, pero en la Casa de Tócame Roque tiene cabida cualquiera, con tal de que se siga instalando el desorden, la contradicción y el desmadrarse, desinhibirse y desmelenarse. Y cuanto más lo hagas, mejor te acogen en las moradas eternas de la nueva doctrina. Hay un cuadro en El Prado en donde las modistillas de la Casa de Tócame Roque, van recosiendo y remendando los vestidos según las necesidades. Como nuestros Pastores Traidores.





    En la Casa de Tócame Roque entran los divorciados vueltos a casar y vueltos a acostar y vueltos a comulgar. Entran los pobres y los ricos (los que financian al actual Vaticano y cuya lista nunca sale a la luz, pero que Francisco conoce). Los inmigrantes y refugiados (aunque no los presos cubanos y/o venezolanos), los agredidos por sus creencias (aunque no Asia Bibi y demás cristianos mártires masacrados por el Islam), los masones que llevan aire fresco al Vaticano (los hermanos de Ravasi), los teólogos que tienen bula para la herejia y los herejes que tienen bula para constituirse en teólogos, incluso de la Casa Pontificia. Y, puestos a entrar en la Casa, podrían entrar también los tradicionalistas que quieran plegarse a ser admitidos. Nunca he visto un peligro mayor que éste de confiar en el enemigo. Menudos tiempos para entrar en Tócame Roque.


    En el desmadre y desbarajuste acaecido con la Exhortación Apostólica -tan calentita todavía-, el cardenal Baldisseri (otro que tal baila) ha explicado perfectamente el fondo de la cuestión: se trata de recontextualizar. Cuando he leido esta palabreja, he soltado un semi-casto improperio ante mis novicios. Ya está aquí la clave del timo para que vendernos la burra.

    Es necesario recontextualizar la doctrina al servicio de la misión pastoral de la Iglesia. La doctrina es interpretada en relación al núcleo del kerygma cristiano y a la luz del contexto pastoral en el que se aplicará, recordando siempre que la ‘suprema lex’ debe ser la salus animarum.

    O sea, que hasta ahora llevábamos cincuenta años contextualizando (término pedagógico funesto que ha llevado a la educación y la cultura a lo más bajo), hemos contextualizado todo lo habido y por haber bajo la etiqueta de solución pastoral, remedio pastoral, praxis pastoral.


    Pero como lo de ahora es otra vuelta de tuerca mucho más “audaz”, porque pone ya en cuestión temas que afectan de modo intrínseco al matrimonio y la sagrada eucaristía, ahora no basta con el contextualizado normal y corriente: ahora hay que recontextualizar.


    En definitva, la recontextualización permite que el disparate que se hizo con la contextualización, se vea suficientemente esparcido y aventado, aumentado y sin corregir, para acabar en una recontextualización que a modo de antítesis nos sigue preparando el terreno para una recontra-textualización posterior. No creo que Francisco haya leído mucho a Hegel, pero lo conoce por sintonía y por la formación jesuítica recibida.


    Y encima, con aires de preocupación por la salvación de las almas. Me río yo de la preocupación que tienen estos señores por la salvación de las almas. No hay más que verles la cara y la doctrina.


    Yo he explicado hoy -con toda solemnidad- a mis novicios y a mis hermanos frailes, que a partir de este mismo día pienso hacer lo siguiente con todo lo que venga de Francisco: lo que esté de acuerdo con el magisterio de siempre, lo aceptaré. Pero lo que esté en contra, lo recontextualizaré y lo rechazaré. Lo siento, pero él se lo ha buscado. Es herética esta Exhortación y es herética esta consideración pastoral que pisotea lo que siempre ha dicho la Iglesia. Eso sí, con cara de buenistas, misericordiosos y buena gente. Así que yo, recontextualizo a Francisco.


    Tiempo tendremos de seguir analizando el tema. Pero ya desde hoy, me sitúo en un contexto de recontextualización, por el que pienso que este Papa tiene los días contados. Como dicen en las películas, que Dios se apiade de su alma. Convertir a la Iglesia en la Casa de Tócame Roque, no quedará sin castigo divino.




    https://fraygerundiodetormes.wordpress.com/

  5. #5
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    La verdad os hará libres





    Una serie de objeciones críticas contra la doctrina y la praxis de la Iglesia concierne a problemas de carácter pastoral. Se dice, por ejemplo, que el lenguaje de los documentos eclesiales será demasiado legalista, que la dureza de la ley prevalecería sobre la comprensión hacia situaciones humanas dramáticas. El hombre de hoy no podría comprender ese lenguaje. Mientras Jesús habría atendido a las necesidades de todos los hombres, sobre todo de los marginados de la sociedad, la Iglesia, por el contrario, se mostraría más bien como juez, que excluye de los sacramentos y de ciertas funciones públicas a personas heridas.

    Se puede indudablemente admitir que las formas expresivas del Magisterio eclesial a veces no resultan fácilmente comprensibles y deben ser traducidas por los predicadores y catequistas al lenguaje que corresponde a las diferentes personas y a su ambiente cultural. Sin embargo, debe mantenerse el contenido esencial del Magisterio eclesial, pues transmite la verdad revelada y, por ello, no puede diluirse en razón de supuestos motivos pastorales. Es ciertamente difícil transmitir al hombre secularizado las exigencias del Evangelio. Pero esta dificultad no puede conducir a compromisos con la verdad. En la Encíclica Veritatis splendor, Juan Pablo II ha rechazado claramente las soluciones denominadas pastorales que contradigan las declaraciones del Magisterio (cf. ibid 56).

    Por lo que respecta a la posición del Magisterio acerca del problema de los fieles divorciados vueltos a casarse, se debe además subrayar que los recientes documentos de la Iglesia unen de modo equilibrado las exigencias de la verdad con las de la caridad. Si en el pasado a veces la caridad quizá no resplandecía suficientemente al presentar la verdad, hoy en cambio el gran peligro es el de callar o comprometer la verdad en nombre de la caridad. La palabra de la verdad puede, ciertamente, doler y ser incómoda; pero es el camino hacia la curación, hacia la paz y hacia la libertad interior. Una pastoral que quiera auténticamente ayudar a la persona debe apoyarse siempre en la verdad. Sólo lo que es verdadero puede, en definitiva, ser pastoral. Entonces conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Jn 8, 32).








    https://denzingerbergoglio.com/2016/...s-hara-libres/

  6. #6
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    Y al final de camino, nada

    Como San Juan de la Cruz que, cuando alcanzó la cima del Monte Carmelo se encontró con NADA, así también nosotros después de terminar al largo “camino sinodal”, como le gusta decir al papa Francisco, nos encontramos como nada.

    Ayer leí la exhortación apostólica Amoris letitia, de cabo a rabo y la verdad es que, tal como varias veces dijimos en este blog, es más de los mismo, dicho en lenguaje bergogliano que, debemos reconocer, es el único que entiende el hombre contemporáneo, aunque ese hombre no vaya a leer jamás semejante mamotreto.

    Se trata de un larguísimo documento, escrito a varias manos. Esto es más que evidente. En el capítulo IV se hace un interesante análisis del famoso himno paulino del amor, con abundantes recursos al texto griego y correspondencias con el Antiguo Testamento. Eso, por cierto, no pertenece al pontífice argentino que escasamente domina el cocoliche porteño. Las múltiples intervenciones de su pluma son fácilmente reconocibles. Por ejemplo, el alto contenido teológico que aparece en esta expresión: “[el cónyuge] Es el compañero en el camino de la vida con quien se pueden enfrentar las dificultades y disfrutar las cosas lindas”. (163). O en esta otra: “Sabemos que a veces estos recursos alejan en lugar de acercar, como cuando en la hora de la comida cada uno está concentrado en su teléfono móvil, o como cuando uno de los cónyuges se queda dormido esperando al otro, que pasa horas entretenido con algún dispositivo electrónico” (278).
    La vena poética del pontífice que se manifiesta en la inclusión de un poema de Benedetti: «Tus manos son mi caricia / mis acordes cotidianos / te quiero porque tus manos / trabajan por la justicia. / Si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos». (181). Para los argentinos, esta poesía nos resuena como la canción ícono del destape homosexual de los ’80, interpretada por Sandra Miahanovich, lesbiana pública. Y Tulio quedaría deslumbrado ante este construcción retórica: “El problema es que el deslumbramiento inicial lleva a tratar de ocultar o de relativizar muchas cosas, se evita discrepar, y así sólo se patean las dificultades para adelante” (209).

    Si vamos al fondo de la cuestión y nos escapamos de la trampa de los titulares periodísticos, el documento pontificio tiene varios aspectos positivos que, más allá de mis críticas a su autor, es importante destacar.

    1. Es muy claro acerca de algunos temas a los que podría haber evitado o hacerse el distraído. Vemos algunos casos. Refiriéndose a la a la teoría del género y la pretensión de imponerla en todos los ámbitos, dice: “Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes (56).

    O bien, tal como han proclamado los medios de difusión, se pronuncia a favor de la educación sexual de los niños, pero lo hace muy bien: “282. Una educación sexual que cuide un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos consideren que es una cuestión de otras épocas. Es una defensa natural de la persona que resguarda su interioridad y evita ser convertida en un puro objeto. Sin el pudor, podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentran sólo en la genitalidad, en morbosidades que desfiuran nuestra capacidad de amar y en diversas formas de violencia sexual que nos llevan a ser tratados de modo inhumano o a dañar a otros. 283. […] Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio”.

    Y es muy claro acerca del famoso “matrimonio homosexual”: “Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio”. (52)

    2. En varias partes del documento insiste sobre un aspecto que considero muy valioso y que es olvidado por todos, tanto tradis como progres. Dice: “Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional (72)”. Muchos dirán: “Ya sabíamos que el matrimonio es una vocación”. Sí, pero lo entendíamos siempre como opción a la vocación a la vida consagrada. Lo que el Papa dice aquí es que, porque el matrimonio es una vocación, es un camino de vida propia de los cristianos, y de los cristianos comprometidos. “132. Optar por el matrimonio de esta manera, expresa la decisión real y efectiva de convertir dos caminos en un único camino, pase lo que pase y a pesar de cualquier desafío. Por la seriedad que tiene este compromiso público de amor, no puede ser una decisión apresurada, pero por esa misma razón tampoco se la puede postergar indefinidamente”. “Tenemos que reconocer como un gran valor que se comprenda que el matrimonio es una cuestión de amor, que sólo pueden casarse los que se eligen libremente y se aman” (217). ¿Qué es lo que yo entiendo de estas afirmaciones? Que si alguien no toma al matrimonio en estos términos y está dispuesto a aceptar todos los compromisos que supone, mejor que no se cases. Que se vaya a vivir con tu novia, y después verá.

    “¡Pero cómo, dirán algunos, van a vivir en pecado!” Sí, van a vivir en pecado de fornicación, y seguramente falten también al tercer mandamiento porque no irán a misa los domingos, y al noveno, y a varios más. No será el único pecado con el que vivirán. Pero si se casan, sin haber aceptado libremente la vocación cristiana al matrimonio, lo más probable es que en tres años comiencen a vivir en adulterio y comiencen a sumar fracaso tras fracaso, y pecado tras pecado.
    Dicho en otros términos: los sacerdotes deberían ser mucho más restrictivos a la hora de admitir a una pareja al matrimonio. Convengamos que la mayoría de los matrimonios que se celebran actualmente son matrimonios nulos, y esto lo puede decir cualquier canonista serio.

    3. Lo que todos esperaban es que el papa admitiera públicamente a los divorciados y recasados al sacramento de la eucaristía. Por supuesto, eso no ocurrió. Y se expresa con claridad acerca del divorcio. “Pero otra cosa es una nueva unión que viene de un reciente divorcio, con todas las consecuencias de sufrimiento y de confusión que afectan a los hijos y a familias enteras, o la situación de alguien que reiteradamente ha fallado a sus compromisos familiares. Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia”. (298). O bien: “Obviamente, si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar catequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comunidad”. (297).

    Hace un guiño al mundo, jugando con el término “excomulgar”, que la mayoría entiende erróneamente como separados de la comunión eucarística, cuando repite que “A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que «no están excomulgadas » y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial”. (243) Eso ya lo sabemos, y no aporta nada nuevo.

    He encontrado solamente tres párrafos que habilitarán, seguramente, la manga ancha de muchos curas y obispos en el tratamiento de los recasados:

    1. “Hay una cuestión que debe ser tenida en cuenta siempre, de manera que nunca se piense que se pretenden disminuir las exigencias del Evangelio. La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular » viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante”. (301). El principio es correcto. Hay muchos casos que objetivamente son irregulares pero que, subjetivamente, la persona, acompañada y aconsejada por un buen y sabio sacerdote, puede tener la certeza moral de estar en gracia de Dios. Como dice el Papa, esta es doctrina de la Iglesia y ha sido suficientemente estudiada y fundamentada por los teólogos. Lo que no me suena bien es ese “ya”, como si antes sí se podría haber hecho esa afirmación y ahora, fruto de alguna desconocida evolución en el dogma, ya no.

    2. Dice el documento: “Ruego encarecidamente que recordemos siempre algo que enseña santo Tomás de Aquino (Summa theologiae I-II, 94, 4), y que aprendamos a incorporarlo en el discernimiento pastoral: «Aunque en los principios generales haya necesidad, cuanto más se afrontan las cosas particulares, tanta más indeterminación hay […] En el ámbito de la acción, la verdad o la rectitud práctica no son lo mismo en todas las aplicaciones particulares, sino solamente en los principios generales; y en aquellos para los cuales la rectitud es idéntica en las propias acciones, esta no es igualmente conocida por todos […] Cuanto más se desciende a lo particular, tanto más aumenta la indeterminación ». (305)

    El Aquinate habla en ese artículo de las posibilidades de conocimiento que tiene tanto la razón especulativa como la razón práctica de la ley natural. El problema es que no sé (y pido si algún lector sabe verdaderamente, lo aclare) si el principio tomista puede ser aplicado al caso. Al estar hablando de la ley natural, es claro que un indígena de la Polinesia, aunque pueda atisbar que la norma general indica la monogamia, su acto particular sea indeterminado, y tenga tres mujeres. Pero no me parece que eso pueda aplicarse a un bautizado que debe conocer muy bien su catecismo y la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio cuando se casa. No me parece que haya aquí posibilidades de “indeterminación” del acto particular, sino más bien de “imperfección” la que, en lenguaje católico, se llama “pecado”, y en este caso concreto “adulterio”, y los adúlteros no pueden comulgar. Me suena entonces, y los especialistas deberán aclararlo, que la referencia a Santo Tomás es tramposa.

    3. “El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios”. (305). Una vez más, no está mal lo que dice, pero es darle una navaja a un mono, o a un cura, que suele ser lo mismo. Porque el Evangelio nos dice claramente que todo es blanco o negro: “El que no junta conmigo, desparrama; el que no está conmigo, está contra mí”. No se puede juntar un poquito y desparramar otro poco: o se junta, o se desparrama. Y si, en algún momento se desparramó, hay que confesarse y prometer no volver a desparramar. Esta es la doctrina evangélica y la doctrina de la Iglesia.

    Conclusiones:

    1. El documento es de mala línea y completamente prescindible. Redactado en el espumoso lenguaje que maneja el Papa Francisco, pasará sin pena ni gloria a los anales de la Iglesia. Pero tampoco podrá ser considerado un documento progresista. Afirma, a su modo la doctrina de la Iglesia, y las innovaciones, si existen, no son más que acentuaciones de las morigeraciones que siempre existieron.

    2. ¿Qué efectos tendrá el documento? Ninguno. Se seguirá haciendo lo que se hace desde hace décadas: admitir a los divorciados y recasados a la eucaristía. Les pido a los lectores del blog que levante la mano el que conozca algún cura que le haya negado la comunión a un fiel que vive en adulterio. Difícilmente encontremos algunos. Y el que lo hiciera, al día siguiente aparecería en todos los diarios y sería reprendido por su obispo. Todo seguirá como estaba, y Bergoglio se llevará la palma del misericordioso e innovador, y los aplausos del mundo.

    3. Finalmente, el documento deja a varios pagando y a otros desencantados. Quedaron pagando Elizabetta Piqué y el cardenal Kasper, por ejemplo. La primera, a duras penas puede rescatar algunas frases que llevan agua para su molino. El segundo, no sabrá dónde meterse luego de haber afirmado, hace dos semanas, que la exhortación apostólica cambiaría 1700 años de historia de la Iglesia. Sucedió exactamente lo contrario.

    Y deja también a varios desencantados. Por ejemplo, a las decenas de comentaristas de este blog que se frotaban las manos esperando un documento hereje y rupturista que provocara un cisma y muchos descalabros más. Nada de eso.

    Es teología barata, con un poco de Bucay, otro de Pilar Sordo y adiciones de libros de autoayuda que le sopló el Tucho. Nada más que eso. Es Bergoglio en estado puro.

    The Wanderer

  7. #7
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    ‘Amoris laetitia’ en conflicto con la Fe Católica




    Hagios o Theos
    Hagios Ischyros
    Hagios Athanatos, eleison hymas
    Que el Señor tenga misericordia de Su Santa Iglesia


    No hay otra manera de decirlo: Amoris laetitia, la Exhortación Apostólica del Papa es una catástrofe.

    Si bien fue publicada tan sólo esta mañana, los observadores y comentaristas católicos ya comenzaron a identificar varios pasajes cuestionables en los que la doctrina y la disciplina de la fe de la Iglesia son suprimidas, retorcidas, y contradictorias. Nosotros, en Rorate Caeli, tendremos más para decir sobre este asunto, pero podemos afirmar que el titular del comentario del Dr. Maike Hickson en OnePeterFive es correcto: “El Papa Francisco se Aparta de la Enseñanza de la Iglesia en su Nueva Exhortación.” También es correcta la observación de Voice of the Family, “Hay muchos pasajes que reflejan fielmente la enseñanza católica, pero esto no puede, y no logra, disminuir la gravedad de los pasajes que socavan la enseñanza y la práctica de la Iglesia Católica.” (Asegúrense de leer toda la excelente crítica de Voice of the Family.)


    Lean los comentarios del Dr. Hickson, y cuando tengan tiempo, visiten el blog del canonista Edward Peters y lean sus “Primeros pensamientos sobre la versión en inglés del Amoris laetitia del Papa Francisco.” Sus críticas separan lo que probablemente sean los peores aspectos de la exhortación del Papa (hay muchos otros que también son malos), y las críticas son presentadas caritativamente – a mi entender caritativas al punto que fallan. Aquí están las principales críticas de Peters (el énfasis es nuestro):


    1.
    Al hablar de los católicos divorciados vueltos a casar civilmente, Francisco escribe: “En estas situaciones, muchos, conociendo y aceptando la posibilidad de convivir «como hermanos» que la Iglesia les ofrece, destacan que si faltan algunas expresiones de intimidad [es decir, relaciones sexuales] ‘puede poner en peligro no raras veces el bien de la fidelidad y el bien de la prole’ ( Gaudium et spes, 51).” AL fn. 329. Me temo que este es mal uso de la enseñanza conciliar. Gaudium et spes 51 habla sobre parejas casadas que observaban períodos de abstinencia. Francisco parece comparar este casto sacrificio con la angustia que experimentan los adúlteros públicos cuando dejan de involucrarse en relaciones sexuales ilícitas.

    2. Al hablar del “matrimonio cristiano, como reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia”, Francisco escribe “Otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal, pero algunas lo realizan al menos de modo parcial y análogo.” AL 292. Esta sencilla expresión requiere de una significativa elaboración: las formas de unión que contradicen radicalmente la unión de Cristo y su Iglesia son objetivamente pseudo-matrimonios adúlteros post-divorcio; las formas de unión que reflejan esta unión de manera parcial pero buena son los matrimonies naturales. Estas dos formas de unión no son variantes sobre un mismo tema; difieren en categoría, no sólo en grado.

    3. Al hablar sobre lo que el Catecismo de la Iglesia Católica 2384 describe como “adulterio público y permanente”, Francisco escribe que tras el divorcio algunos matrimonios pueden demostrar “fidelidad comprobada, entrega generosa, [y] compromiso cristiano”. AL 298. Muchos se preguntarán cómo se aplica el término “fidelidad comprobada” a las relaciones adúlteras crónicas o cómo se demuestra el “compromiso cristiano” luego del abandono público y permanente de una pareja anterior.

    4. En AL 297, Francisco escribe: “¡Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio!” Al contrario, la lógica del Evangelio es precisamente que uno puede ser condenado para siempre. CCC 1034-1035. Si uno quisiera decir que nadie puede ser ‘condenado para siempre’ por una autoridad terrena, debiera decirlo. Pero, por supuesto, negarle la Sagrada Comunión a quienes se encuentran en “adulterio público y permanente” no es en absoluto una “condena”, por lo tanto no queda claro cuál es el punto.

    5. En AL 280-286, al tratar la educación sexual para jóvenes, no encontré ningún reconocimiento, ni siquiera una mención, sobre los derechos que tienen los padres en este importante asunto. Quizás esto deba deducirse a partir de otros comentarios sobre padres en otras partes de AL.


    Estas observaciones son correctas — pero Peters suaviza su crítica al utilizar frases como “me temo que esto” o “pareciera que Francisco”. La forma en que el Papa aplica Gaudium et spes 51 realmente retuerce la enseñanza de la Iglesia, y el Papa ciertamente compara, quizás no moralmente, los períodos de abstinencia de relaciones conyugales con “la angustia experimentada por adúlteros públicos cuando dejan de involucrarse en relaciones sexuales ilícitas.”


    Para comprender la magnitud de las enseñanzas de Francisco, compare y contraste Amoris laetitia 300-310 con Familiaris consortio 84 de Juan Pablo II. La doctrina y disciplina que sostienen que personas viviendo en un estado de adulterio objetivo y persistente no pueden recibir la Sagrada Comunión no se encuentran en ninguna parte de la exhortación papal. Al contrario, Amoris laetitia 301 y la nota al pie 351 contradicen la doctrina de la Iglesia sobre este punto. Nuevamente, la enseñanza de la Iglesia, “El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y permanente (CCC 2384), no se afirma explícitamente en ninguna parte de la exhortación.


    A estas críticas debemos sumar nuestra objeción contra los principios generales de Amoris laetitia 301, que son dañinos para toda la disciplina sacramental. Ciertamente, a la luz de esas reflexiones del Papa, ¿cómo podría la Iglesia negarle a alguien la comunión? También es objetable la referencia del Papa a personas que están “en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa“, como si la Ley de Cristo sobre el matrimonio y el divorcio no pudiera ser obedecida –contradiciendo el párrafo 297, que afirma quela plenitud del designio que Dios tiene . . . siempre es posible con la fuerza del Espíritu Santo“.


    Trayendo a la mente Santiago 1:8, ese no es el único lugar donde la exhortación no sólo contradice la fe sino incluso a sí misma – dado que, como señala Voice of the Family, la exhortación primero clasifica a las parejas homosexuales entre “la gran variedad de situaciones de familia” (AL 53) para luego rechazar la afirmación que las relaciones homosexuales son similares o análogas a los matrimonios y familias (AL 251), mientras que también acepta las premisas falsas de la “teoría de género” (AL 56) ¡antes de comenzar a criticarla!


    Entonces, por un lado, tenemos la doctrina de la Iglesia expresada en documentos como Familiaris consortio y el Catecismo de la Iglesia Católica. Por otro lado, tenemos la enseñanza del papa Francisco en Amoris laetitia.


    La exhortación es un asalto efectivo y sostenido a la fe. Con lágrimas debo decir que la Santa Madre Iglesia ha reprobado e incluso condenado a algunos de sus Papas por este tipo de cosa.


    Que el Señor tenga misericordia de Su Santa Iglesia.

    'Amoris laetitia' en conflicto con la Fe Católica

  8. #8
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    Iglesia Católica, inmutable y eterna



    Queridos hermanos, al comenzar el sacerdote el Santo Sacrificio de la Misa, tras la señal de la Cruz, que nos recuerda la muerte de Nuestro Señor Jesucristo que tuvo lugar en el sagrado madero y se renueva de manera incruenta en el altar, dice la antífona: Introibo ad altare Dei, ad Deum qui lætíficat juventutem meam. Me acercaré al altar de Dios. A Dios que alegra mi juventud. Nadie es tan antiguo como las Tres Divinas Personas, ni tan joven como las Tres Divinas Personas. Esta es la razón por la que no tiene sentido alguno las palabras antiguo o moderno referidas a la Iglesia.

    La Iglesia habla de lo inmutable, de lo eterno, sino lo hiciera de esta forma no sería la Iglesia de Jesucristo. Se equivocan quienes hablan de modernizar la Iglesia, no saben lo que dicen. La Iglesia es la constante novedad de Dios, la constante novedad de Su Divina Palabra, la constante novedad del inagotable misterio de la Santísima Trinidad. La Iglesia no necesita, en modo alguno, las novedades del mundo. Es más, renuncia a esas novedades por toda la eternidad. Los adornos de la Iglesia son exclusivamente divinos porque es la esposa de Cristo, y el obrar humano es un constante ofender a la Luz que vino al mundo y éste se niega en reconocer.

    Nuestra Iglesia es madre de una nueva humanidad, no de la humanidad pecadora, y si lo es de ella lo es para convertirla. Nunca la Iglesia de Cristo podrá asumir la humanidad pecadora sin convertirla de su pecado. La Iglesia peregrina ha de ser imagen de la Iglesia celestial, e imagen de nuestra Amadísima y Purísima Madre, la Santísima Virgen María. Ella es Madre la Iglesia. ¿Cómo la Iglesia, hija de María, puede aceptar el pecado el mundo sin condenarlo y convertirlo, sin ofender grandemente a tan Purísima y Santísima Madre?

    ¿Tenemos miedo los ministros de Jesucristo? ¿De quién somos hijos? No podemos callar, hemos de dar testimonio de la Verdad. Tenemos la obligación de convertir a las almas en bienaventuradas almas de Dios. Nuestro ministerio sacerdotal ha de ocupar todo nuestro ser, todo nuestro sentir, todo nuestro actuar, todo nuestro sufrir, morir y gozar. Nuestro sacerdocio es Jesucristo dándose a las almas.

    Ante tanta ambigüedad de declaraciones, textos confusos y ambiguos, imágenes turbadoras por lo que suponen de escándalo, tenemos que explicar divinamente y católicamente este lenguaje humano que se separa la Verdad recibida, para así entender únicamente el lenguaje divino. Hemos de interpretar todo divinamente y sólo aceptar esta interpretación. Hemos de volver al lenguaje plenamente claro sin que pueda ser manipulado.

    Es necesario aquilatar, explicar, el verdadero sentido del auténtico Magisterio eclesial. Ni el Sacerdote, ni el Obispo, ni del Papa, hablan en nombre propio. Conviene recordar el versículo 28 del capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles: Porque ha parecido al Espíritu santo y a nosotros…. Aquí, en este decreto, lo Apóstoles hablan en plural. Es el plural que indicaba el Nos utilizado por Obispos y Papas, y ya en desuso. Porque no hablamos en nombre propio, no obramos individualmente.

    Nos
    significa la infinita unidad de Dios, de la Santísima Trinidad, y la comunión de todos los ministros de Cristo con la Trinidad indivisible, la comunión de todo el Orden sacerdotal con Dios; y más especialmente la unidad del Obispo y del Papa con las Tres Divinas Personas. El Papado es más que el Episcopado, pues así ha sido establecido por el Señor al fundar Su Iglesia sobre la roca que es Pedro y con el mandato divino de confirma a todos en la fe. Pero el Papa nunca podrá identificarse con el Papado recibido, sino ha de ser fiel a él.

    Sin fidelidad al orden sacerdotal sobrevienen toda clase de males a la Iglesia y al mundo; así como la fidelidad a este divino ministerio toda clase de bienes. Además, daremos más cuenta a Dios de nuestros actos que los mismos reyes y poderosos de la tierra. Hemos de preocuparnos solamente de ser fieles al querer Divino, al querer de Jesucristo, Su querer Divino y Humano, que es el único querer de las Tres Divinas Personas, la salvación de las almas.

    La Verdad de la Iglesia es siempre la misma porque es el querer de Dios, que no cambia. Es el querer del Hijo que repite que no se haga Su Voluntad sino la de Su Padre. Desobedeciendo la Verdad de la Iglesia desobedecemos al Padre, desobedecemos al Hijo y desobedecemos al Espíritu Santo, desobedecemos su único querer, Su única Voluntad. La Santísima Trinidad quiere que su criatura quiera lo que Ella quiere. Solo se cumplirá con la obediencia al Magisterio de la Iglesia recibido en la Tradición.

    No aceptar la Verdad de la Tradición es poner en peligro la salvación de las almas, sería el fracaso humano triunfando la mentira sobre la Verdad, sería atraer el mundo de las tinieblas sobre la Iglesia; dándose la trágica situación de que muchas almas no querrán salvarse ni lo querrán nunca. Estos serán fracasados de ellos mismos.

    Con el triunfo de la Sagrada Pasión, Nuestro Señor Jesucristo nos mereció la salvación eterna para los todos los que la acogieran. Él nos ha puesto todos los medios, todas las gracias para triunfar de todos los males, Su Santa Iglesia. Su Verdad inmutable y eterna, Verdad que Su Iglesia custodia y transmite.

    Ave María Purísima.

    Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa.

    Iglesia Católica, inmutable y eterna

  9. #9
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    Los “intérpretes” del Papa: cobardes interesados que engañan a las almas




    A
    moris laetitia llegó, y junto a ella, no podía ser de otra forma, se puso en marcha la maquinaria de esa nueva profesión que tanta salida tiene hoy en día: los “intérpretes” del Papa.

    Da auténtico sonrojo ver como personas que, sin duda, tienen conocimiento de lo que se pretende y lo que de verdad está pasando, cierran sus ojos y sus oídos, dejando su pluma a inspiración de sus intereses. Pensando que hacen un gran servicio a la iglesia, se dedican a retorcer los textos para hacerles decir lo que ellos quieren que diga. Y eso por pensar bien de ellos, que a veces cuesta mucho. Nunca vino mejor aquello de “el papel lo aguanta todo”.


    Disculpen que me exprese con esta claridad y contundencia, pero hay veces en las que hay que hacerlo. La situación es de tal gravedad que yo les pregunto a estos “intérpretes”: ¿qué diablos necesitan ustedes para reaccionar y decir la verdad CLARAMENTE, sin rodeos ni camuflajes? ¿ver escupir a Cristo? ¿también sería “interpretable”? ¿aún no les parece grave lo que ocurre para que se dignen abrir la boca?


    Por favor señores, déjense de memeces e imbecilidades, que si esto hay que interpretarlo así o asá, que si reafirma la tradición. Pero por favor hombre, que ya somos mayorcitos y creo que no deben tomarnos por idiotas. Esto no hay por donde cogerlo, tengan valor de una vez de DEFENDER A CRISTO y no de defenderse a sí mismo, a sus puestos y salarios.


    A estos intérpretes bañados de papolatría les pregunto ¿quiénes son ustedes para interpretar lo que dice el Papa? ¿no se supone que justamente la función del Papa es enseñar? ¿qué clase de enseñanza sería la que necesitaría interpretación a modo de libre examen luterano? Su gran contradicción es por un lado divinizar al Papa al punto de negar lo que él mismo dice y hacerle decir lo que no quiere decir, y por otra pasar por encima de él como una apisonadora ignorando sus palabras y autoasignándose el papel de intérpretes oficiales de un Sumo Pontífice, que, por lo visto, tendría una capacidad de explicación tan corta que requeriría que los propios subordinados reinterpreten sus palabras para ser entendidas correctamentes. ¡Qué disparate todo! Un inferior interpretando al Papa para hacerle decir lo contrario de lo que dice textualmente: ¡qué osadía!


    Me ha sorprendido enormemente como tras la exhortación solamente hablan los laicos ¿nadie tiene nada que decir? ¿ningún obispo, ningún cardenal, ningún sacerdote? ¿nadie? ¿a qué esperan? ¿dónde están ni siquiera los institutos tradicionales, la FSSPX, la FSSP…? No lo entiendo señores, no lo entiendo. Ya Roberto de Mattei, que hoy firma un gran artículo en Adelante la Fe, dijo hace tiempo que en esta crisis nos veríamos solos los laicos, y creo que si no es así, falta muy muy poco para que lo sea. Muchos amigos con la boca pequeña, pero a la hora de la verdad prima más el miedo y salvar el puesto que inmolarse por la Verdad.

    No se si se dan cuenta de lo que estamos viviendo, tratar de camuflar la situación es ahora mismo una responsabilidad gravísima ante Dios y la Iglesia, y ya hay unos cuantos empeñados en ello. Y la camuflan tanto los que activamente tratan de tergiversar los textos, como los que viéndolo callan y siguen actuando como sino pasara nada. No sean cobardes, sean valientes, mártires. A quien Dios le ha dado luz que hable y que no engañe con su silencio o tergiversación, de lo contrario Dios se lo demandará.


    Miguel Ángel Yáñez


  10. #10
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    La exhortación postsinodal Amoris laetitia: primeras reflexiones sobre un documento catastrófico

    Roberto de Mattei



    Con la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, publicada el 8 de abril en curso, el papa Francisco se ha pronunciado oficialmente sobre problemas de moral conyugal que vienen debatiéndose desde hace dos años.

    En el consistorio del 20 al 21 de febrero de 2014, Francisco había confiado al cardenal Kasper la misión de introducir el debate sobre este tema. La tesis de Kasper, según la cual la Iglesia debe cambiar su praxis matrimonial, fue el tema central de los sínodos sobre la familia celebrados en 2014 y 2015, y constituye el núcleo de la exhortación del papa Francisco.

    Durante estos dos últimos años, ilustres cardenales, obispos, teólogos y fisósofos han tomado parte en el debate para demostrar que entre la doctrina y la praxis de la Iglesia tiene que haber una íntima coherencia. La pastoral se funda precisamente en la doctrina dogmática y moral. «¡No puede habre una pastoral en desacuerdo con las verdades y la moral de la Iglesia, en conflicto con sus leyes y que no esté orientada a alcanzar el idea de la vida cristiana!», declaró el cardenal Velasio de Paolis en su alocución al Tribunal Eclesiástico de Umbría el 27 de marzo de 2014. Para el cardenal Sarah, la idea de separar el Magisterio de la praxis pastoral, que podría evolucionar según las circunstancias, modos y pasiones, «es una forma de herejía, una peligrosa patología esquizofrénica» (La Stampa, 24 de febrero de 2015).

    En las semanas que han precedido a la publicación del documento se han multiplicado las intervenciones públicas de purpurados y obispos ante el Sumo Pontífice con miras a evitar la publicaión de un texto plagado de errores, tomados de las numerosísimas enmiendas al borrador propuestas por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Francisco no se ha echado para atrás. Al contrario, parece que encargó el texto definitivo de la exhortación, o al menos algunos de los pasajes clave, a teólogos de su confianza que han intentado reinterpretar a Santo Tomás a la luz de la dialéctica hegeliana. El resultado es un texto que no es ambiguo, sino claro, en su indeterminación. La teología de la praxis excluye de hecho toda afirmación doctrinal, dejando que sea la historia la que trace las líneas de la conducta en los actos humanos. Por esta razón, como afirma Francisco, «puede comprenderse» que, en el tema crucial de los divorciados vueltos a casar, «(…) no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canonico, aplicable a todos los casos» (§300). Si se tiene la convicción de que los cristianos no deben ajustar su comportamiento a principios absolutos, sino estar atentos a «signos de los tiempos», sería contradictorio formular cualquier clase de reglas.

    Todos esperaban la respuesta a una pregunta de fondo: los que, tras un primer matrimonio vuelven a contraer matrimonio por la vía civil, ¿pueden recibir el sacramento de la Eucaristía? A esta pregunta, la Iglesia siempre ha respondido con un no rotundo. Los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la comunión, porque su condición contradice objetivamente la verdad natural y cristiana sobre el matrimonio que se representa y actualiza en la Eucaristía (Familiaris consortio, § 84).

    La exhortación postsinodal responde lo contrario: en líneas generales no, pero «en ciertos casos» sí (§305, nota 351). Los divorciados vueltos a casar deben ser «integrados» en vez de excluidos (§299). Su integración «puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas» (§ 299), sin excluir la disciplina sacramental (§ 336).

    En realidad, se trata de lo siguiente: la prohibición de recibir la comunión ya no es absoluta para los divorciados vueltos a casar. Por regla general, el Papa no los autoriza a recibirla, pero tampoco se lo prohíbe. «Esto --había destacado el cardenal Caffarra refutando a Kasper-- afecta la doctrina. Inevitablemente. Se puede incluso decir que no lo hace, pero lo hace. Es más, se introduce una costumbre que a la larga inculca en el pueblo, sea o no cristiano, que no existe matrimonio totalmente indisoluble. Y esto desde luego se opone a la voluntad del Señor. No cabe la menor duda» (Entrevista en Il Foglio, 15 de marzo de 2014).

    Para la teología de la praxis no importan las reglas sino los casos concretos. Y lo que no es posible en lo abstracto, es posible en lo concreto. Pero como acertadamente señaló el cardenal Burke, «si la Iglesia permitiera (aun en un solo caso) que una persona en situación irregular recibiese los sacramentos, eso significaría que, o bien el matrimonio no es indisoluble y por tanto la persona en cuestión no vive en estado de adulterio, o que la santa comunión no es el cuerpo y la sangre de Cristo, que por el contrario requieren la recta disposición de la persona, o sea el arrepentimiento del pecado grave y la firme resolución de no volver a pecar» (Entrevista de Alessandro Gnocchi en Il Foglio, 14 de octubre de 2014).

    No sólo eso: la excepción está destinada a convertirse en una regla, porque el criterio para recibir la comunión lo deja Amoris laetitia al «discernimiento personal». El discernimiento se logra mediante «la conversación con el sacerdote, en el fuero interno» (§300), «caso por caso». ¿Y quién será el pastor de almas que se atreva a prohibir que se reciba la Eucaristìa, si «el mismo Evangelio nos reclama que no juzguemos ni condenemos» (§308) y es necesario «integrar a todos» (§297), y «valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que todavía no corresponden o ya no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio» (§292)? Los pastores que quisieran invocar los mandamientos de la Iglesia correrían el riesgo de actuar, según la exhortación, «como controladores de la gracia y no como facilitadores» (§310). «Por ello, un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aun detrás de de las enseñanzas de la Iglesia “para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas”» (§305).


    Este lenguaje inédito, más duro que la dureza de corazón que recrimina a los «controladores de la gracia», es el rasgo distintivo de Amoris laetitia, que, no es ninguna casualidad, fue calificada por el cardenal Schöborn en la conferencia de prensa del pasado 8 de abril de «un evento linguistico». «Lo que más me alegra de este documento --declaró el cardenal de Viena-- es que supera de forma coherente la artificial división externa que distinguía entre regular e irregular». El lenguaje, como siempre, expresa un contenido. Las situaciones que la exhortación postsinodal define como «llamadas irregulares» son el adulterio público y la convivencia extramatrimonial. Parra Amoris laetitia, éstas realizan el ideal del matrimonio cristiano, «de modo parcial y análogo» (§292). «A causa de los condicionamientos o de factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado --que no sea subjetivamente culpable o no lo sea de modo pleno-- se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia» (§305), «en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos» (nota 351).

    Según la moral católica, las circunstancias, que constituyen el contexto en el que desarrolla la acción, no pueden modificar la cualidad moral de los actos haciendo buena y justa una acción intrínsecamente mala. Pero la doctrina de los absolutos morales y del mal intrínseco queda anulada por Amoris laetitia, que se acomoda a la “nueva moral” condenada por Pío XII en numerosos documentos y por Juan Pablo II en Veritatis splendor. La moral situacionista deja a la merced de las circunstancias y, en últimas, a la conciencia subjetiva del hombre, determinar qué está bien y qué está mal. Así, una unión sexual extraconyugal no se considera intrínsecamente ilícita, sino que, en tanto que acto de amor, se valora en función de las circunstancias. Dicho de un modo más general, no existe el mal en sí como tampoco pecados graves ni mortales. Equiparar a personas en estado de gracia (situaciones regulares) con personas en situación de pecado permanente (situaciones irregulares) es algo más que una cuestión lingüística: diríase que está en conformidad con la teoría luterana del hombre que es a la vez justo y pecador, condenada por el Decreto sobre la justificación en el Concilio de Trento (Denz-H, nn. 1551-1583).

    La exhortación postsinodal Amoris laetitia es mucho peor que la exposición del cardenal Kasper, contra la que se han dirigido tantas y tan justas críticas en libros, artículos y entrevistas. Monseñor Kasper se limitó a plantear algunas preguntas; Amoris laetitia presenta la respuesta: abre puertas a los divorciados vueltos a casar, canoniza la moral situacionista y pone en marcha un proceso de normalización de todas las convivencias extramaritales.

    Teniendo en cuenta que el nuevo documento pertenece al Magisterio ordinario no infalible, es de esperar que sea objeto de un análisis crítico profundo por parte de teólogos y pastores de la Iglesia, sin engañarse pensando que pueda aplicársele la hermenéutica de la continuidad.

    Si el texto es catastrófico, más catastrófico es que lo haya firmado el Vicario de Cristo. Ahora bien, para quien ama a Cristo y a su Iglesia, es una buena razón para hablar y no quedarse callado. Hagamos nuestras, pues, las palabras de un valiente mitrado, monseñor Atanasio Schneider: «¡Non possumus! Yo no voy a aceptar un discurso ofuscado ni una puerta falsa, hábilmente ocultada para la profanación del sacramento del Matrimonio y de la Eucaristía. Del mismo modo, no voy aceptar una burla del sexto mandamiento de la Ley de Dios. Prefiero ser ridiculizado y perseguido en lugar de aceptar textos ambiguos y métodos insinceros. Prefiero la cristalina “imagen de Cristo, la Verdad, a la imagen del zorro adornado con piedras preciosas” (S. Ireneo), porque “yo sé a Quién he creído”, “scio cui credidi”» (II Tm 1, 12)» (Rorate Coeli, 2 de noviembre de 2015)


    La exhortación postsinodal Amoris laetitia: primeras reflexiones sobre un documento catastrófico
    Última edición por Hyeronimus; 11/04/2016 a las 01:16

  11. #11
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    Reflexiones sobre los amores de Leticia

    Algunas reflexiones ulteriores sobre la exhalación apostólica de Bergoglio:
    1. Se trata de un documento berreta, tan berreta como su autor y como su pontificado, que será leída con vergüenza por los cristianos de las próximas generaciones, si es que hay próximas generaciones. Bien podrìa haber sido titulado Los amores de Leticia, o Directo al corazón, o cualquier otro título que lo ubicara en su lugar: el anaquel donde descansan las novelas de Corín Tellado.

    Un documento que advierte sobre la gravedad de que uno de los cónyuges se quede dormido esperando al otro que está entretenido jugando a la Play Station, no puede ser serio. Y tampoco puede serlo el que aconseja a los padres no preocuparse tanto por dónde están sus hijos -aunque se estén drogando o refosilándose con sus amiguitos- puesto que la ubicación espacial no tiene importancia, ya que lo que de veras importa es preocuparse por su ubicación existencial.
    Pamplinas, volutas de papel, espuma... es decir, nada.
    2. Se trata de un documento que no cambia la doctrina de la Iglesia. A lo sumo, pone por escrito, y de un modo muy elíptico y sinuoso, lo que es práctica común en las iglesias católicas de la mayor parte de los países del mundo desde hace décadas, es decir, que los recasados son admitidos a la comunión sacramental bajo ciertas condiciones. Si Bergoglio hubiese querido cambiar la doctrina de la Iglesia o, incluso, su disciplina, habría promulgado un motu proprio, como hizo cuando determinó la agilización de los procesos de nulidad matrimonial. Pero a Bergoglio no le interesa cambiar la doctrina católica porque no le interesa la doctrina. “Esas son cosas de los teólogos”, suele decir. Es por eso que redactó un documento vidrioso en el que cada cual lee lo que quiere leer.
    3. Si Bergoglio hubiese querido cambiar la doctrina en serio, no habría hecho lo que hizo. Convocó a un sínodo en dos etapas, mandó a Kasper a revelar meses antes de la apertura cuál era el plan de los progres, lo cual dio todo el tiempo del mundo a los conservadores para preparar su estrategia, fue y volvió, embrolló y terminó en nada. Si su intención hubiese sido un real y profundo cambio de doctrina, habría convocado a un sínodo breve, de pocos días; habría mantenido en secreto los planes propuestos por Kasper y sus aliados y, de esa manera, habría desayunado a todos los padres sinodales que, sin estrategia previa, habrían sido conducidos casi sin darse cuenta a firmar un documento herético, admitiendo no sólo la comunión sino también las bondades de las relaciones homosexuales.
    Y para percatarse de los principios básicos de esta estrategia no hace falta ser el barón von Clausewitz. Basta ser la directora de una escuela primaria que convoca a una reunión de padres.
    4. Si la doctrina de la Iglesia puede ser cambiada por un documento de esta calidad, o si, como algunos se alarman, la Iglesia misma puede ser demolida por una nota a pie de página un documento de quinta categoría, significa que estamos mucho peor de lo que pensábamos. Dos mil años de historia y de desarrollo teológico no pueden ser arrasados por la nota al pie que escribe un Papa arrabalero.
    5. A pesar de todo eso, se trata de un documento nocivo. Hará daño como hace daño todo lo que toca Francisco. Todos los medios de comunicación ya han anunciado que los recasados pueden comulgar. Uno de los que tiene mayor influencia a nivel global, Foreign Policy, lleva en su portada de esta semana: “El dictador del Vaticano”, y dice el epígrafe: “El Papa Francisco, de un modo rudo, está transformando a la Iglesia en liberal”. Es decir, ven los hechos y aún sin leer el documento, como el mismo periodista confiesa, ya sentenciaron que la doctrina cambió y que la Iglesia está cambiando. Y esto lo sabe muy bien Bergoglio: nadie lee documentos y nadie entra en discusiones teológicas. Lo que se lee y por lo que se obra es por lo que dicen los titulares de los diarios y de los noticieros. Sus merengues y sus notas al pie no cambian la doctrina católica sino que venden titulares a la prensa. Y eso es lo que quiere: su propia exaltación.
    6. No tiene sentido alguno pretender sacar conclusiones teológicas de este engendro bergogliano. Sería lo mismo que convocaran a Plinio, Herodoto y Flavio Josefo para discutir una afirmación de Felipe Pigna, o reunir a Shakespeare, Cervantes y Proust para analizar "Flores robadas en los jardines de Quilmes", de Jorge Asís. Por eso mismo,

    7. Algo bueno tiene el documento: destruye cualquier pretensión ultramontana de seguir insistiendo con el Magisterio. Este panfleto es el signo más claro que el tal magisterio no existe, y nunca existió, porque no sé dónde queda el magisterio cuando entre sus fuentes se cuentan a Benedetti y a Martin Luther King. Como hemos comentado varias veces en este blog, el papa tiene una función de tribunal de última apelación en la interpretación de la Revelación. No es su función estar hablando todos los días y lanzando exhalaciones y encíclicas todos los años. Y si lo hace, a no preocuparse y a seguir creyendo lo que creyeron los santos.


    The Wanderer

  12. #12
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
    Fecha de ingreso
    16 ene, 07
    Mensajes
    20,843
    Post Thanks / Like

    Re: 325 párrafos...para despistar

    «APACIENTA MIS CABRITOS»


    Era precario, imposible el equilibrio -un equilibrio de equilibrista, entiéndase, por lo circense: circundado de payasos y chimpancés, y de redomonas fieras- este que la Iglesia conciliar, en sus insulsos y prescindibles documentos, pretendía sostener entre los dos polos de la adhesión (siquier nominal) a la ortodoxia y el halago del mundo: ese mismo mundo que pronto se reveló insaciable en sus avances, reclamando siempre -según lo anticipara una célebre novela de casi cien años atrás- una nueva trahison des clercs. En el declive que corre entre ambos polos, con la Verdad crecientemente asordinada y revestida de vegetación parásita, iba a llegar el día en que se le concediese al enemigo el bocado más discutido y denegado. Había que oficializar el sacrilegio, ponerlo en palabras escritas por el mismo Papa, tarea para la cual ideólogos de la talla del cardenal Kasper (comisionado en su momento para abrir el debate en torno de los posibles cambios en la disciplina sacramental) vienen esparciendo sus gases letales con el beneplácito de sus superiores -que llegarán un buen día a otorgarles la merecida púrpura- ya desde el inmediato post-concilio, cuando eran capaces de escribir que

    «un Dios entronizado sobre el mundo y la historia como un ser inmutable es una ofensa al hombre. Debemos negarlo por el bien del hombre, porque reclama para sí una dignidad y un honor que pertenecen por derecho propio al hombre» (Walter Kasper, Gott in der Geschichte. Gott heute: 15 Beiträge zur Gottesfrage. Mainz, 1967).
    Delicias del levantamiento de la censura eclesiástica (que vino a ser al modernismo lo que la imprenta significó para la propagación del luteranismo), no hace falta mencionar los resultados de este nuevo género de libertades: basta asomarse a la vitrina de cualquier librería -digamos- católica, o echar un vistazo a los boletines que circulan en las parroquias los bullangueros domingos, cuando se celebra el mero ágape fraterno.



    Curiosamente en esta sazón, los medios masivos, intérpretes a la par que inspiradores de las ventrales expectativas del mundo, resultaron hermeneutas mucho más sagaces que la mayoría de los medios católicos (los de su vertiente neocon, pero increíblemente también los de algunos que han mantenido una actitud crítica respecto de este pontificado)que se apresuraron a precisar que "aquí no ha pasado nada", "el Papa, aunque con las ambigüedades de rigor, no apuró el salto al vacío que alentaban los revolucionarios", etc. Sin dudas que la angurria progre debió quedar insatisfecha con dos o tres notas a pie de página en que se concedía lo inaudito en voz apenas baja, o con las camaleónicas denuncias de la ideología de género, trampa cazabobos de esas a las que Bergoglio suele recurrir a sabiendas de que hará con ellas pingüe cosecha entre "conservadores". Pero no, los medios que clamorearon la apertura de la Iglesia a los "arrejuntados" no distorsionaron nada: simplemente entendieron lo que se estaba concediendo al fin -quizás notificados por la misma oficina de prensa de la Santa Sede, que pudo haberles ahorrado la indigesta lectura del documento, limitándose a señalarles los escasos párrafos con sus respectivas notas que respondían al secular reclamo mundanal: estamos hasta el tuétano del maquiavelismo clerical como para no admitir esta realísima posibilidad. Para mayor confirmación de lo rectamente colegido por la prensa, ahí está la vaticanista de La Nación, relamiéndose los bigotes al reportar que «al día siguiente de la publicación de Amoris laetitia, [...] el Papa le dio ayer un "significativo abrazo" a un grupo de 50 ex prostitutas y transexuales oriundos de diez países». Esto también cae a cuenta de la conocida estrategia de Bergoglio: proliferar "gestos" y acciones que vayan más allá de las palabras y orienten su única interpretación plausible.

    El caso es que Francisco, con ese típico apego de los mediocres a sus propias irrelevantes ocurrencias, empieza desde el vamos alentando engañosamente a los normalistas con aquella temible sentencia de la Evangelii Gaudium que reza que «el tiempo es superior al espacio», empleada ahora para desanimar a quienes esperaban que las discusiones doctrinales mantenidas en ambos Sínodos se dirimieran con intervenciones magisteriales. Es una críptica concesión al historicismo a la vez que una falsa garantía de no innovación al presente, como si se dijera: "el tiempo se encargará de decantar el disputado asunto, quizás dentro de dos o tres pontificados se acceda al fin a este pedido de dejar comulgar a quienes viven en pecado mortal público y manifiesto. Por ahora sólo podemos concederles nuestra misericordiosa atención".

    Esta supuesta declaración de principios, pronto coronada con otro de los flatus vocis de bergogliana prosapia que hace de las irreductibles discusiones sinodales "un precioso poliedro" a los ojos de Francisco (AL 4), deja inmediato lugar a la interminable logorrea siguiente. No hemos leído mejor análisis del asunto que aquel ofrecido por don Elia, sacerdote italiano que, recordando el impío final de aquel cardenal Martini que fuera mentor de Bergoglio, lo aplica a la actual situación de la Iglesia, resignada a la eutanasia espiritual.

    Si se quisiera pescar el texto en algún preciso disparate doctrinal, se tendrá al fin la acostumbrada impresión de hallarse en pugna con un objeto viscoso y huidizo que no se deja aferrar por ningún costado: no hay un pensamiento articulado y coherente, no hay un desarrollo teológico argumentado, sino una repetición enervante de temas recurrentes con variaciones que, en apenas trescientos veinticinco párrafos, abate cualquier resistencia mental y psicológica. El realismo al cual insistentemente se nos apela no es aquel de la interacción entre naturaleza y gracia, típico de la tradición católica, sino aquel de la sociología y el psicoanálisis, que ignoran completamente la acción de la gracia -si no entendida en el significado impropio de consuelo psicológico- y consideran exclusivamente a la naturaleza en su desesperada incapacidad de corregirse. Como consecuencia, la única solución posible, en el infaltable hospital de campaña, no es curar las dolencias con una terapia adecuada, sino "ayudar a morir" a los pacientes acogidos, integrados y felices de serlo. ¿Qué decir? Eutanasia del espíritu...

    Entreverados en esta logorreica e interminable receta, expresados en forma ambigua o imprecisa, en el penúltimo capítulo (el decisivo) llegan finalmente los errores formales, cuando el exhausto lector, adoctrinado por los trescientos párrafos precedentes, ya no se encuentra en condiciones de reaccionar. ¡Finalmente algo a lo que aferrarse para denunciar -lo que se espera que empiecen a hacer obispos y cardenales- una explícita desviación doctrinal! El error más grave, del que se derivan los otros, se refiere a la imputabilidad moral de los actos humanos, que no siempre es plena. Verdaderísimo para las acciones singulares; lástima que las así llamadas situaciones irregulares hayan sido duraderas y en condiciones estables en las cuales no se puede caer por debilidad o inadvertencia, razón por la cual la observación no es pertinente. De este error de perspectiva se sigue la opinión de que no todos aquellos que viven una situación conyugal irregular están en pecado mortal, privados de la gracia santificante y de la asistencia del Espíritu Santo. Esto sólo puede resultar cierto en presencia de la ignorancia invencible, pero, ¿es una hipótesis admisible en este caso? En la eventualidad, el deber de todo fiel -y con más razón el de todo sacerdote- es justamente el de instruir a los ignorantes. Por consecuencia, afirmar que quien está en estado de pecado grave es miembro vivo de la Iglesia no puede no ser falso: el pecado mortal se define justamente como muerte del alma. Si luego, en esta pendiente, se llega a sugerir que el adulterio permanente puede ser por el momento "la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo" (Amoris laetitia, 303), llegamos a la blasfemia. Para remediarla no alcanza una cita de santo Tomás, instrumentalizada y arrancada a su contexto: éste el método de los Testigos de Jehová.

    Poco antes de alcanzar estos momentos culminantes, los únicos que revisten alguna importancia en todo el documento, el autor de este engendro venía preparando el terreno con afirmaciones tales como «la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita» (AL 298), o aquella otra enormidad digna de ser proferida con pancartas en alguna hipotética protesta de reclusos infernales: «nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio» (AL 297). Con razón desde el Mundabor's blog, deteniéndose en los parágrafos álgidos de la Leticia (y en particular en el 301, en el que se dice que «un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender "los valores inherentes a la norma" o puede estar en condiciones concretas que no le permitan obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa»), arguyen que «esto equivale a la abolición del pecado mortal para cualquiera salvo para los satanistas. Cualquier prostituta, traficante de drogas o violador de niños podrá fácilmente aducir que tiene grandes dificultades en comprender los "valores inherentes" a las normas, que van contra lo que él realmente quiere hacer. Cada uno podrá decir que "no puede actuar de otra manera". Cada uno podrá decir que no puede tomar otras decisiones "sin una nueva culpa"», pues el dejar de abusar de niños podría empujar a alguno al suicidio, o el abandonar la prostituta su innoble menester condenaría acaso al hambre a su descendencia.

    Bergoglio, el gran mercader de indulgencias, da definitivamente al traste con aquel adagio que afirma que «nadie es tentado más allá de sus fuerzas». Y su insidioso latitudinarismo supone, junto con la negación del Evangelio («esforzaos por entrar por la puerta estrecha»), la disolución de hecho de toda consideración objetiva de orden moral. Que lo diga su pluma, pues: «es mezquino detenerse a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano» (AL 304). Él, que aboga tanto contra el casuismo, no hace en su documento otra cosa que casuismo, y de la peor ralea, pudiendo aplicársele a la perfección aquellas palabras de Pascal: «los casuistas someten la decisión a la razón corrompida y la toma de decisiones a la voluntad corrompida, de manera que todo cuanto existe de corrupto en la naturaleza del hombre se vuelva la esencia de su conducta».

    Quizás la suerte del papado en tiempos próximos a la Parusía esté parcialmente figurado en aquel pasaje del cuarto evangelio (21, 4 ss.) en el que, después de la Resurrección, hallándose los discípulos en la barca a escaso margen de la orilla y habiendo reconocido al Señor que desde tierra les había comandado la última pesca milagrosa, Pedro se ciñó la túnica -que era lo único que llevaba puesto- y se arrojó al agua. Lanzarse con lo puesto (ya siquiera sin los paramentos que denotan la dignidad papal, voluntariamente depuestos) a las aguas envolventes del mar del mundo, justo cuando se está a punto de concluir la travesía de los siglos, con el Señor que aguarda en la orilla próxima: tal la locura auto-destructiva de la Iglesia embriagada por los vahos del modernismo. Esto y consentir con la segunda de las tentaciones sufridas por Jesús en el desierto, la de arrojarse desde el pináculo del Templo para tentar a su vez a Dios (Mt 4, 5), es poco más o menos lo mismo. Es de temer que, siendo Dios así probado por estos malandras, no dejará de responder según su estilo.

    Imaginábamos una legión de ángeles que saliera a confiscar en vuelo la edición completa de la Amoris laetitia con el solo fin de retocar su título, para hacerlo más afín con su contenido e intenciones y denunciar de este modo su toxicidad. Y pensábamos que podía caberle el de Traditoris saevitia, «la vehemencia de la traición». O el de Languoris nequitia, «la perversidad causada por la flojera». Pero en honor a quien debe ser su indubitable cerebro oculto, mucho más que monseñor Tucho y cuantos think tanks se atribuyan la redacción de este entuerto, creemos que le cabe el de Capronis divitiae, «las riquezas del Cabrón». Sólo de la inagotable cantera de recursos de que dispone el Príncipe de los réprobos para frustrar la salvación de los hombres podía salir la materia y la forma de esta perfidia apostólica. Y ya que todos los adulterios son igualmente celebrados en este volumen, desde el que atañe a la doctrina al que remite a las eufemísticas "situaciones irregulares", la de apacentar a los cabritos, los que serán puestos a la izquierda del Justo Juez a su venida (Mt 25, 33) parece haya sido el cometido consignado a Francisco por aquel a cuyo servicio lo arrastró su apostasía.

    In exspectatione

Información de tema

Usuarios viendo este tema

Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)

Temas similares

  1. Todo barato, rebajas para todos (para los Santos también)
    Por Hyeronimus en el foro Crisis de la Iglesia
    Respuestas: 1
    Último mensaje: 19/01/2014, 18:50
  2. Historia del Ecuador para tontos (en pocos párrafos)
    Por Hyeronimus en el foro Hispanoamérica
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 26/11/2012, 19:22
  3. Así somos, para bien y para mal
    Por Hyeronimus en el foro Geografía y Etnografía
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 06/02/2012, 13:02
  4. Para el día de Jalogüín y para todos los días...
    Por Hyeronimus en el foro Geografía y Etnografía
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 19/10/2010, 10:22
  5. História para Crianças... e para Todos!
    Por Irmão de Cá en el foro Portugal
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 06/10/2008, 20:37

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •