Re: Renegar, traicionar, apostatar
Iniciado por
Hyeronimus
No, hombre, la Iglesia no se debe abandonar sólo porque haya malos pastores. Hay mucha mala mezclada con el trigo bueno, y cada vez es más la cizaña. La sal se ha vuelto sosa, y muchos sacerdotes y obispos contemporizan y ceden ante el mundo, pero precisamente entonces es cuando más debemos preocuparnos por ser la sal de la tierra.
Realmente la Iglesia no se puede abandonar, porque todos los que estamos somos Iglesia, pero no cabe duda de que hay separar el trigo de la cizaña. Es entre ésta donde se encuentra el mal que nos ha llevado a esta situación y de algún modo habrá que demostrar que unos y otros no somos los mismos. Si un arzobispo renuncia a su labor pastoral y se pone del lado de la perversión, o es lo bastante cobarde como para negar a Cristo tantas veces que ya pierde la cuenta, ¿qué impresión puede sacar la feligresía? Este Osoro en un sólo acto ha negado a Cristo tres veces: no enfrentándose a las dos leyes LGTB delante de su autora intelectual y material; lo ha hecho no defendiendo al Colegio Juan Pablo II sancionado por un acto arbitrario, contrario a la justicia, impío e irrespetuoso con la Fe y Doctrina de la Santa Madre Iglesia y, finalmente, tampoco se ha manifestado con una condena rotunda del bochornoso espectáculo blasfemo de Las Palmas, del que no se saben todos los detalles -casi mejor para no despertar las iras de los católicos-, mientras que ha tenido que ser el Imán de Canarias el que ha condenado los hechos. ¿Qué debemos hacer pues los católicos cuando el propio redil está custodiado por las alimañas?
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Marcadores