EN EL GRAN JUBILEO DEL AÑO DOS MIL SE PRETENDE CONSOLIDAR ESTA MISIÓN
Los autores de "Su Santidad" nos hablan del gran sueño dorado de Juan Paulo II. Dicen: "El más ambicioso proyecto de Juan Paulo II es celebrar el nuevo milenio con un jubileo que acerque más a la humanidad a Dios y lanzar una nueva evangelización al mundo... [10]
Esta nueva evangelización ya está realizándose: en realidad consiste en una "des-evangelización" católica, que está constituida por las herejías que vienen siendo enseñadas desde el Vaticano.
Y aquí nos dan los autores la obligada mención de la semejanza entre lo católico y lo judío... «El año del jubileo es una antigua tradición israelita adoptada por la Iglesia Católica, que la celebra cada veinticinco años, en vez de los cincuenta originales, como señal de renovación espiritual» (misma pág., obra citada).
También Juan Paulo II, en su encíclica Tertio Milennio Adveniente, cuando se refiere a los preparativos para el Jubileo, y cómo se organizarán los actos cumbre, menciona los jubileos judaicos en relación con el Jubileo que se dice será de Cristo.
Pero he aquí que sus biógrafos nos dan otra muestra clara del filohebraísmo de Wojtyla al hablar de los sueños, que ellos mencionan como los postreros, dada la mala salud de este, al escribir: "El Papa todavía abriga sueños de realizar una gran peregrinación retomando los pasos de Abraham, seguirle la huella a partir de Ur, de Mesopotamia (el actual Irak) pasar por Harán (Siria), Líbano, Jordania, Israel y Palestina, y seguir hasta Egipto, la tierra de los faraones. Cuando Juan Paulo II habla de esto, su rostro se transfigura" [11].
Al respecto cabe comentar que sin duda el objeto de seguir las huellas al patriarca Abraham será aprovechar el viaje para insistir en aquello de que "tenemos por padre a Abraham, judíos y cristianos". En Tertio Milennio Adveniente, Wojtyla también invita a católicos en ocasión del Jubileo, a todos aquellos lugares que se hallan en el camino del Pueblo de Dios de la Antigua Alianza" [12].
Esto lo ponen en negrita los editores del ejemplar que tenemos a la vista. Pero la encíclica Tertio Millennio Adveniente, merecería un opúsculo aparte. (…)
Volviendo al asunto del tema del Jubileo, estarán invitados a subir al Monte Sinaí -cuna de la Antigua Alianza-, no sólo a los miembros del pan-cristianismo, sino también, como se dice en ese documento, a los de «todas las religiones cuyos representantes manifiesten interés por la alegría común de todos los discípulos de Cristo»
Así que los infieles y paganos no están invitados a convertirse a Cristo, sino que, tal como son, paganos, están invitados a manifestar su alegría nada más, por el jubileo de Cristo, aunque no estén dispuestos a creer jamás en El. Según la «Iglesia» actual y la doctrina particular de Juan Paulo II, no la necesitan para salvarse, pues toda la humanidad está salvada y justificada por la sola encarnación del Verbo.
Este contrasentido de que sean invitados representantes hasta de la creencia en otras "encarnaciones" divinas a festejar a Cristo como una encarnación más, propuesta en nombre de la Iglesia Católica, es la más increíble e ignominiosa de las afrentas, que cualquiera pudiera imaginar, a Nuestro Señor Jesucristo, Su Iglesia, y los católicos.
No podemos inhibirnos de ofrecer una imagen previa de lo que será el oprobioso proyecto del jubileo. Así pues, nos arriesgamos a trazar algunos aspectos de la escena que imaginamos por anticipado.
Además de los representantes de las ciento cincuenta religiones que asistieron a orar con Juan Paulo II en 1986, en Asís, considerando que existen en todo el mundo infinidad de presuntas religiones, mismas que también puede presumirse serán invitadas en los actos celebratorios del jubileo del Año 2000, los "cristianos católicos" podrán escoger para acompañarse, en la sinárquica peregrinación del Sinaí, entre muchísimos grupos de "hermanos menores" de la Fe de Juan Paulo II, ya que, recordemos, los "hermanos mayores" son los judíos.
Como las bondades del orientalismo han sido "canonizadas" por el Vaticano II y confirmadas hasta con la común oración de Wojtyla, muchos podrán acompañarse de los miembros de la World Islamic Society. Desde luego podrán optar subir con el grupo judío, cuyos grandes rabinos esperarán en la cima, si es que estos aceptan ser mezclados con los no-judíos; mientras, podrían ir entonando salmos de victoria contra Cristo.
O podrán ir acompañados por los budistas, con cuyas cabezas, Wojtyla, el "jefe de la cristiandad", comparte su misión universal para instaurar la "civilización del amor". Podrán colocar estatuas de Buda junto a la Cruz sobre la mesa-altar, como ya se hizo en la Oración de Asís. Los bonzos, tal vez tengan sitio especial, como aconteció durante los actos del Año Santo de 1975, cuando llevaron las ofrendas en la concelebración eucarística en Roma, setenta cinco de ellos.
O podrán escoger la compañía de los papúes, cuyas mujeres, desnudas de la cintura para arriba, ya han hecho ante Juan Paulo II y sus colaboradores, las lecturas durante una "celebración" o pseudo-misa católica, en África.
Los "cristianos católicos" también pueden preferir ir, confundidos con los adoradores de Shiva, la tercera encarnación de Dios después de Brahma, llevando el círculo rojo en la frente, como se lo dejó poner Juan Paulo II, por una sacerdotisa del ritual pagano hindú. Aquí hay que hacer notar que Wojtyla parece tener especial predilección por honrar otras "encarnaciones", sedicentemente divinas, que no son las del Verbo de Dios encarnado. Pues también los drusos, invitados por Juan Paulo II a participar en una concelebración en Beirut, rinden pleitesía a su propia encarnación divina. Esta sería la de Hakem, quien fuera sexto califa de Egipto por el año 1000, y a quien sucedió Hamzé, que actualmente concentra todos los títulos de los "iluminados", incluyendo hebreos y cristianos, pues Hamzé es "la Razón Universal", "El Centro", el "Mesías de las Naciones", "Jesús, el Unido", o sea el "Unido con el Dios hombre" y quién sabe cuántos títulos más[13]. Son los adeptos de Hamzé además de los mahometanos los invitados de honor, por Juan Paulo II.
Nos hemos extendido en hacer notar esto, para que los lectores tengan los testimonios más recientes de las formas de realización de la misión universal de Karol Wojtyla, misión que secundan sus seguidores, incluso, inocentemente, los que se creen católicos y son herejes sin saberlo, por ignorancia superable. Ciertamente Wojtyla y los suyos están realizando un trabajo enorme para llegar a conocer bien a sus hermanos de todas las religiones, pues al parecer se equivocan al definirlos. Los "cristianos católicos" que están siendo preparados para la subida al Sinaí, con motivo de la anunciada celebración del Jubileo, deberían hacerse de unos buenos y autorizados libros de Historia de las Religiones, para que al menos sepan lo más que sea posible acerca de sus nuevos "hermanos en la fe"; en este caso nos referimos a los "hermanos menores".
Se nos pasaba mencionar que dentro de los grupos aceptados ya por Juan Paulo II, los fieles seguidores de este señor pueden acompañarse también de los adoradores de serpientes, -yendo con una arrollada al cuello para distinguirse- ya que reconoció sus divinidades Wojtyla bebiendo la bebida sagrada de estos paganos en su estancia en Togo [14].
Pero no es posible mencionar aquí todo aquello entre lo cual pueden escoger. Para terminar, mencionaremos a los de casa, si prefieren escoger entre ellos. Pueden acompañarse de los «carismáticos pentecostales», e ir con ellos contorsionándose y aullando todo el camino, balbuciendo quién sabe qué -¿o tal vez ahora sí en hebreo?-, hasta llegar a desplomarse en la cima del monte en mística convulsión... También pueden ir con los grupos de muchachos guitarristas y las monjas que cantan en la televisión, en fin, amenizadores todos de las «concelebraciones», más ahora que será tan significativa.
Cabe preguntarse, por último: Este Jubileo, ¿será el "Acontecimiento", de que habla Malachi Martin en su libro "El Cónclave Final", preparado desde hace doscientos años? A nuestro ver, todavía no. Más bien este sería un Concilio Vaticano III, pues el II no llenó las condiciones anunciadas por el Abate Roca.
Según se deduce de los planes judeo-masónicos, clarísimamente expuestos por los mismos judíos y sectarios, falta esa reunión triunfal a la que asistirán unidos con la "jerarquía católica", en el corazón de Roma, los representantes de las Religiones para declarar entonces el establecimiento de la Gran Sinarquía; la declaración final del "Derecho del Hombre" de no creer en Cristo; la glorificación, pues, de todas las religiones, eso sí, sometidas a Jehová, máximo dios reconocido.
Pero un evento de tal naturaleza, que tal vez llamen -y así será por congruencia, si es concebido como "concilio"-, Vaticano III, pero que en estricto sentido eclesiológico no será ni "concilio", ni "Vaticano", ni "tercero". Como el anterior, denominado Vaticano II, tampoco fue ni "Vaticano", ni "segundo", por carecer de las notas propias de un Concilio Católico. Fue obra de usurpadores.
Más no deseamos alargar esta cuestión, que sería interminable. Nos basta decir, con Nuestro Señor Jesucristo: "Por sus frutos los conoceréis", y recordar la advertencia sobre los "falsos pastores, lobos con piel de oveja, hipócritas", y que, a más de alguno, "más le valiera no haber nacido" hablando de Judas: «¡Ay de aquél por quien el Hijo del Hombre será entregado»! ¡Ay de aquellos, podemos decir ahora, por quienes el Hijo de Dios está siendo entregado a la befa de la ignominia! Pero es preciso continuar lo significativo que aparece en la biografía «Su Santidad» aunque no sea posible hacer un trabajo exhaustivo dado el espacio con que contamos.
(10) “Su Santidad, pág. 573
(11) “Su Santidad, pág. 568
(12) Encíclica Tertio Milennio Adveniente
(13) Las sectas y las sociedades secretas. Tomo I, pág. 626
(14) Visita de Juan Pablo II a Tara (Togoville). Nota del 10 de agosto de 1980 en la prensa mundial afiliada a Associated Press
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