Crisis posconciliar y autodemolición de la Acción Católica española
Revista FUERZA NUEVA, nº 70, 11-May-1968
LA CRISIS DE LA ACCIÓN CATÓLICA
Recordamos perfectamente la oración fúnebre que el cardenal Gomá pronunció en la catedral primada de Toledo el 16 de diciembre de 1939. Se celebraba el funeral por los 7.000 jóvenes de Acción Católica, mártires y héroes de nuestra Cruzada. “Como buenos españoles han sabido interpretar el dulce et decorum est pro patria mori… Los hechos sociales tienen siempre su equivalencia de vida social. Y un hecho colosal como es el de siete mil jóvenes que han dado su vida, no sólo por la causa santa de la Religión y de la Patria, sino por la doblemente santa de una institución que tiene por objeto específico dilatar el Reino de Jesucristo en el mundo, no dudéis que tendrá una eficacia equivalente en el sentido de las vidas sacrificadas”, dijo el cardenal Gomá.
La Acción Católica, durante los años de nuestra posguerra, ha dado millares de vocaciones, ha formado innumerables padres de familia dignísimos, ha suministrado dirigentes de la nación, de las empresas, de la cultura, de toda la vida nacional en sus varios aspectos.
Si nosotros tuviéramos que señalar algún fallo a la Acción Católica de aquellos años, diríamos que quizá no influyó bastante en el adoctrinamiento de las verdades católicas en la política, en lo social y en lo económico. Quizá demasiada debilidad por ciertos posibilismos y doctrinarismos democráticos que, en general, han impedido que la Acción Católica fuera, con toda pujanza, la gran forjadora de hombres iluminados por la filosofía de la Aeterni Patris, por la sociología de la Rerum Novarum, Notre Charge y la Quadragesimo Anno, por el sentido de la libertad, según la Libertas, por el anticomunismo de la Divini Redemptoris, por la autoridad del Estado, como enseña la Immortale Dei, y por los conceptos de apostolado seglar, tales como fluyen en los documentos de Pío XI y Pío XII. Pero ya se sabe que toda obra humana puede y debe perfeccionarse.
La Acción Católica especializada
La jerarquía eclesiástica promulgó las normas de los movimientos especializados de Acción Católica. La finalidad de estos movimientos es distinta de los objetivos propios de los sindicatos. El doctor Pla y Deniel especificaba qué es lo que se puede pedir y no pedir a la JOC y a la HOAC: “Siendo las asociaciones católicas obreras asociaciones y hermandades apostólicas, se les puede pedir y exigir el apostolado directo religioso entre los jóvenes obreros y obreras por la JOC en sus dos secciones, y lo propio entre los obreros y obreras adultos por la HOAC masculina y femenina. También el apostolado indirecto, con la divulgación y defensa de los principios de la doctrina social de la Iglesia, tan desconocida por los obreros… Por nuestra parte hemos dicho bien claro que la responsabilidad de las leyes civiles corresponde al Gobierno que las dicta, y que sólo en el caso de leyes irreligiosas o claramente contra el derecho natural enjuicia la Iglesia las leyes civiles. Tampoco la Iglesia se injiere en juzgar casos concretos, en resolver conflictos laborales”.
Siguiendo estas directrices es indudable que la JOC y la HOAC despertaron la vida cristiana en muchos obreros, dándoles auténtico afán de apostolado.
La FAI y el Partido Comunista frente a la Acción Católica Obrera
La labor señalada por la jerarquía a la Acción Católica Obrera fue violentamente atacada, ya desde sus inicios, por los órganos de la CNT-FAI y del partido comunista de España.
Tenemos a mano el periódico “Nervio”, portavoz de la regional Andalucía-Extremadura de la CNT, de octubre de 1959, editado en París, rue Bissar, 30. Allí se lee: “ALMERÍA. -La Iglesia prepara su factura para el porvenir. Grupos de activistas pertenecientes a la HOAC están siendo preparados con vista a la próxima campaña que intentan realizar de catequización del pueblo. La misión de los mismos es introducirse en los medios obreros, fábricas y barriadas, presentándose como adalides de la causa proletaria. Incluso, a veces, como enemigos del propio Régimen que ayudaron a imponer. Afortunadamente, el pueblo los conoce sobradamente y sabe que fue precisamente la Acción Católica de donde se nutrió el fascismo durante los años que precedieron a la sublevación. De la misma manera que Falange nutría, a su vez, las mesnadas de Acción Católica. Como que más que organizaciones independientes daban la impresión de ser vasos comunicantes”.
De forma más directa se enfrenta “Mundo Obrero”, de octubre de 1950, a la HOAC. Dicho texto no tiene desperdicio: “TU o el jesuitismo en acción contra la clase obrera. En una reunión nacional de dirigentes de Acción Católica, el presidente de los Hombres de Acción Católica, de Murcia, se quejó del tono demasiado revolucionario, a su gusto, de algunos artículos de TU, órgano de las llamadas Hermandades Obreras de Acción Católica. ¿Qué respuesta se le dio? He aquí, textualmente lo que escribe a ese propósito el boletín interno: Hombres de Acción Católica del mes de mayo pasado: El presidente y el consiliario de las HOAC le contestaron que el periódico TU tiene por principal finalidad el formar un ambiente entre la masa obrera separada de la Iglesia, y que, por tanto, el periódico tiene que tener en cuenta la mentalidad de esa masa… ¡Hipócritas! ¡Farsantes!
Ellos mismos confiesan que el tono falsamente rebelde y de protesta de TU tiene por único motivo ENGAÑAR A LAS MASAS OBRERAS para llevar a cabo esa vil misión. ESTÁN OBLIGADOS A UTILIZAR UNAS FÓRMULAS Y UN LENGUAJE QUE COINCIDAN, EN APARIENCIA, CON LOS VERDADEROS SENTIMIENTOS DE LOS TRABAJADORES. Hipocresía, jesuitismo y desprecio de la clase obrera, eso es lo que hay en el fondo de la HOAC y de su periódico TU. ¡Qué distinto es el lenguaje que utilizan cuando están entre sí, en familia, en esas reuniones de dirigentes y cuando escriben artículos demagógicos para engañar a los obreros! ¿Puede esto extrañarnos? En modo alguno. El presidente honorario de la HOAC es el millonario Santiago Corral, miembro del Consejo de Administración del Banco Central -uno de los cinco grandes bancos del país-, director del Banco de Santander y participante en decenas de empresas financieras. El tesorero de la Junta técnica de Acción Católica (de la cual depende directamente la HOAC) es Antonio Basagoiti Ruiz, tiburón financiero, íntimamente ligado por los “trusts” americanos que se están apoderando de toda la economía española; he aquí algunos de sus cargos: presidente de la Penicilina Antibióticos, S. A., sucursal en España de la compañía yanqui Merck S. A.; vocal del Consejo de Administración de Firestone Hispania S. A.; vocal de la CAMPSA, vicepresidente del Banco Hispano Americano -otro de los cinco grandes bancos españoles- y miembro de decenas de Consejos de Administración… Estos explotadores sanguinarios son los que orientan, dirigen y PAGAN esos artículos de TU, en los que se recrimina contra los abusos del capitalismo deshumanizado. Y lo hacen muy conscientemente, porque TU es un instrumento para alejar a las masas obreras de la lucha y para entorpecer la unidad de los obreros”.
Así se expresaban, calumniaban y entorpecían la labor de la JOC y de la HOAC cuando esas organizaciones eran fieles a su línea de apostolado y de acción social, según la doctrina de la Iglesia.
Pero las cosas han cambiado
Pero el marxismo habla actualmente en tonos radicalmente distintos. Ya no atribuye a las organizaciones de Acción Católica el servilismo a las grandes potencias financieras y a los millonarios del país. Ahora blasona de que la Acción Católica obrera sirve a los objetivos de la lucha comunista, a su dialéctica y a sus consignas. La publicación comunista “Problems of Peace and Socialism” recogió las intervenciones de los representantes comunistas de los países occidentales en la “mesa redonda” sobre las relaciones entre comunistas y católicos celebrada en 1965. Santiago Álvarez Gómez, miembro del comité central del Partido comunista de España, habló taxativamente de la Acción Católica obrera, o sea, de la JOC y de la HOAC, y de sus contactos e íntima colaboración. El directivo comunista declaró que “SE HAN ESTABLECIDO ALIANZAS ABIERTAS O ENCUBIERTAS ENTRE CATÓLICOS Y COMUNISTAS; LA POSIBILIDAD DE ACTUAR CON LA COBERTURA DE LEGALIDAD, TENIENDO EN CUENTA LOS PRIVILEGIOS DE QUE GOZA LA IGLESIA, etc. Estos hechos reflejan el desarrollo de la acción de masas en el país, que está teniendo como consecuencia que los dirigentes católicos más allegados al movimiento de clase obrera se vayan apartando de la jerarquía de la Iglesia… Nuestra idea de establecer un centro sindical, unido en la España democrática del futuro, está ganando en los centros progresivos católicos… Existe una creciente tendencia entre los católicos a aceptar la perspectiva socialista siempre que se respeten sus creencias religiosas”.
Unas reflexiones
Cuando la Acción Católica obrera seguía las normas propias de su especialización merecía el odio torvo y totalitario del marxismo. Hoy, La Pasionaria, Santiago Álvarez, Santiago Carrillo, se pronuncian con elogios continuados a esta Acción Católica. Así como el canónigo José María González Ruiz, el padre Caffarena, Enrique Miret Magdalena, Joaquín Ruiz-Giménez (…) y otros de la “Iglesia profética”, de la que con tanta unción habla el autor -Carrillo- de “Nuevos enfoques a problemas de hoy”. ¿Qué ha ocurrido? ¿Quién ha cambiado, la Acción Católica o el comunismo? El sentido común demuestra que el comunismo no ha variado ni piensa variar. Cumple simplemente lo que La Pasionaria decía en el círculo “Julián Grimau” de La Habana, en 1963: “Ya sabemos que por la fuerza no conseguiremos nada. Pero hay otros medios para alcanzar la victoria: mezclándonos con ellos. Hay muchos de los nuestros metidos en puestos de responsabilidad, y ellos abrirán el camino a los demás. Hay que dividir las fuerzas entre ellos… Las nuevas corrientes que han asomado entre los católicos franceses, totalmente divididos, pueden ser nuestra gran solución para España”. ¿Lo han conseguido ya? ¿Se explican así las divisiones en gran escala, con sus discrepancias escandalosas, publicitarias orquestadas?
No es la primera vez que los directivos seglares de la Acción Católica se equivocan estrepitosamente. Don Enrique Cantó, antiguo dirigente de la Acción Católica cubana, que fue tesorero del Movimiento Revolucionario Cubano 26 de Julio, encargado de negocios cubano en España, en “Signo”, del 24 de enero de 1959, afirmaba que “un 50 o un 60 por 100 de los componentes de la juventud de Acción Católica salieron al campo a pelear” con Fidel Castro. Añadía: “El movimiento no es católico oficialmente. Sin embargo, ha producido un renacer espiritualista en la nación”.
De cómo está la Iglesia en Cuba actualmente, ya sabemos. Y no se diga que esto aquí no puede ocurrir. Tenemos experiencias históricas similares de las que los mayores guardamos memoria. Y hemos visto cómo hombres expertos en política internacional se equivocan cuando se trata de juzgar a los “Quisling” de que se vale el partido comunista. Guardamos el ejemplar de “Signo” en que Herrero Losada decía: “Rotundamente, Fidel Castro no es comunista. Por el contrario, es católico practicante”, constatando, sin embargo, el comunismo de muchos de sus colaboradores. Y Bartolomé Mostaza confirmaba: “Desde luego, Fidel Castro no es comunista, y repetidamente ha desmentido que tenga contacto con el comunismo. Todavía hace pocos días que puso en guardia a sus seguidores contra las posibles filtraciones comunistas para llevarse parte en la victoria”.
Cuando actualmente las dimisiones de Acción Católica española, explicables por indisciplinas frente a la jerarquía y por temporalismos sometidos a dialécticas que nada tienen que ver ni con la doctrina de la Iglesia ni con los propios textos conciliares, es mucho de tener que una obnubilación por parte de muchos y una acción directa por parte de los elementos comunistas infiltrados dentro de la Iglesia y de sus organizaciones de Acción Católica, como proclaman La Pasionaria, Santiago Álvarez y Santiago Carrillo, hayan conseguido sus metas como plataforma para el asalto final. Y esto coincide con el momento en que la Acción Católica se ha quedado prácticamente en el esqueleto desnudo de sus cuadros directivos, sin masas y, prácticamente, sin centros de Acción Católica. Esto en todas las regiones, incluso en aquellas en que el cumplimiento del precepto dominical alcanza el 85 por 100, y en toda España con su promedio de un 40 por 100, según los estudios del padre Vázquez. Con la mínima -casi nula- influencia, pero con los máximos conflictos, choques y seglarismo jacobino…
Otras consideraciones
Se ha publicado una racha de documentos y declaraciones de movimientos y hombres de Acción Católica acusando el “centralismo jerárquico”, el “acento excesivamente clerical”, sin faltar acres censuras personales contra el delegado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, monseñor Guerra Campos. Comentando estos hechos, Casimiro Martí, en “El Correo Catalán” del pasado 27 de abril, escribe: “Es notoria la acusación que el presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar y el obispo delegado han hecho repetidamente, tachando de temporalistas a los movimientos de Acción Católica especializada, y es público también que ambas jerarquías ocupan cargos públicos de carácter civil”. Suponemos que estos “cargos públicos de carácter civil” a que se refiere Casimiro Martí significan los cargos de procurador en Cortes que ostentan el arzobispo doctor Morcillo y monseñor Guerra Campos.
A estas alturas es de creer que Casimiro Martí no opina como aquellos capitalistas del siglo XIX que proclamaban que la Iglesia debe quedarse en la sacristía. La Iglesia tiene una misión esencialmente religiosa y un deber indiscutible al intervencionismo social, de acuerdo con el derecho natural y el magisterio eclesiástico. Cuando actualmente se ha censurado el temporalismo de la Acción Católica especializada, nuestros prelados no han hecho otra cosa sino anticiparse a lo que el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal francesa acaba de declarar: “La misión de la Iglesia, que es la misma de Cristo, no puede reducirse a mejorar este mundo que es pasajero. Cualquier reclamo, sea cual fuere su procedencia, que confunda la misión de la Iglesia con una labor mundana, tiene que ser rechazado”. Ese temporalismo de la Acción Católica Obrera, que merece los aplausos de Santiago Álvarez, de Santiago Carrillo y de La Pasionaria es el que han condenado los prelados españoles. Y el que condena la Santa Sede. (…)
El comunismo infiltrado
Casimiro Martí escribe que, en diciembre pasado, fue llamado para hablar a 300 consiliarios sobren “La JOC en la Iglesia española: actualidad y perspectiva histórica”. A través de lo que han dicho Santiago Álvarez, Santiago Carrillo y La Pasionaria, se abren horizontes para entender qué es lo que pasa en la Acción Católica. Si a esto añadimos que pretenden ser “orientadores” de los consiliarios de la JOC en España turbios personajes que públicamente han atacado en sus escritos al cardenal Quiroga Palacios y han merecido los elogios del semanario anarquista del exilio “Espoir” por sus insidias contra el actual arzobispo de Barcelona, todavía se aclara más y más lo que viene sucediendo. Lo inverosímil es que una asombrosa impunidad permita escritos que siembran las mayores nebulosas contra el presidente de la Comisión Episcopal del Apostolado Seglar y el obispo delegado. España necesita una Acción Católica que responda a las exigencias conciliares y al discurso de Pablo V en el reciente III Congreso Mundial de Apostolado Seglar. A ello se opone el comunismo infiltrado. “La fuerza del comunismo le viene sobre todo de dentro; es decir, de las esperanzas desilusionadas, de las pasiones exacerbadas, de las ideas enloquecidas. Tal vez se pudiese decir: de las conciencias descristianizadas que buscan la salvación en la tierra” afirma el cardenal Cerejeira.
Pero frente a unas dimisiones y rebeldías, frente unos grupitos sin representatividad, el laicado católico español no está tan agotado que no pueda promocionar a millares y millares de nuevos militantes que, con un sentido recto de la obediencia y del dialogo, sin compromisos clandestinos, entiendan y realicen, con maravillosa eficacia, lo que proclama la “Gaudium et Spes”: “La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social, el fin que le asignó es de orden religioso” (42). Y también lo que expone el decreto sobre el apostolado de los seglares: “La misión de la Iglesia no es solo anunciar el mensaje de Cristo y su gracia a los hombres, sino también el impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico”. Aunque entonces no se merezcan los aplausos de Santiago Álvarez, La Pasionaria y Santiago Carrillo. Porque en vez de hacer política marxista se avance positivamente en el testimonio de Cristo, en la difusión de la gracia y en eficaces fórmulas de protección social.
Jaime TARRAGÓ
Última edición por ALACRAN; 04/07/2022 a las 14:20
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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