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Tema: Teólogos progresistas subversivos (hoy “santificados”) en la raíz del Vaticano II

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    Teólogos progresistas subversivos (hoy “santificados”) en la raíz del Vaticano II

    Teilhard de Chardin, Rahner, Congar, Chenu, y Schillebeeckx en una crítica profunda del argentino P. Julio Meinvielle, principal teólogo tradicionalista contemporáneo en su libro “LA IGLESIA Y EL MUNDO MODERNO”.

    Añadir que, de estos cinco heterodoxos bigardos (hubo más en su línea, como Lubac, kung, Ratzinger, etc), los dos primeros eran "jesuitas" (o sea, supuestos seguidores de San Ignacio(¿?) y los otros tres se decían "dominicos", (es decir, supuestos seguidores de Sto Tomás de Aquino (¿?)). Obviamente falso, pero por cinismo que no quedara.

    Escribían sus disparates sin ninguna censura, envalentonados, con la total pasividad de sus superiores jesuitas y dominicos y el aplauso fervoroso de Juan XXIIi y Pablo VI, así como del cardenalato y el episcopado.


    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 109, 8-2-1969

    SOBRE EL PROGRESISMO

    Teilhard de Chardin, Congar, Rahner, Chenu, en una crítica profunda del padre Meinvielle

    Hay una gran tendencia hoy (1969) en muchos sacerdotes, sobre todo jóvenes, a acortar distancias entre el estado laical y el estado clerical, y como la corriente histórica que sopla, al menos con fuerza, es una corriente clasista, proletaria, filomarxista, estos sacerdotes quisieran nivelar a los sacerdotes con esos grupos sociales, haciendo una doble argumentación. Engranar a los sacerdotes en ese mundo para remediar la “marcada sensación de frustración que cristaliza en forma aguda de tensión, angustia y desorientación” en muchos de ellos.

    Es este un tema vivo que toca los problemas religiosos del momento. La adhesión al mundo moderno, o de rechazo, determina una actitud fundamental ante el hombre: es que al haberse perdido la visión intelectual de la vida y de sus problemas, se mueve primeramente por motivos emocionales de agrado o desagrado. Julio Meinvielle, en la “La Iglesia y el mundo moderno”, ataca y desvalija estas influencias hegelianas de la concepción progresista y, dando un paso más adelante, afirma que el “progresismo católico” intenta convencer al pueblo de Dios para que abrace al comunismo en un acercamiento sobre la base de un “marxismo cristiano” como hace años Lamennais invitaba al “liberalismo católico” y como dentro de poco se puede invitar al mundo a integrarse en la marcha triunfal del Anticristo.

    Ocho prietos capítulos recogen las principales corrientes de su pensamiento. Después de un acercado estudio del misterio de la Iglesia en el Vaticano II, así como el papel del laico en la obra salvífica y en la liturgia de la Iglesia, donde se cuida de señalar las graves desviaciones de los clérigos progresistas, estudia el mundo en sus múltiples significados, la Iglesia y el mundo en algunos teólogos de esta tendencia, el mundo moderno utilizando al hombre en la construcción de la tecnocracia y lo que el autor llama la “satanocracia”. También estudia el poder judeo-masónico contra la Iglesia, la revolución anticristiana y la pasión que ésta sufre, para finalizar el libro con dos apéndices donde recoge los peligros de un posible cristianismo reencarnado y los recientes documentos del Concilio Vaticano II.

    Fronteras entre la Iglesia y el mundo

    Es indudable que el máximo interés del libro reside en la desarticulación que realiza de los teólogos progresistas. Schillebeeckx O. P. sostiene que las fronteras entre la Iglesia y la humanidad se desvanecen por cuanto aquélla se seculariza al ejercer una acción anónima o de “incógnito” en el mundo o en la humanidad y, en cambio, ésta se “eclesializa”, al practicar cada vez más la fraternidad… Pero esta tesis es artificiosa en todas sus partes, ya que lejos de ser cierta la conclusión del autor sobre el desvanecimiento de las fronteras entre Iglesia y humanidad, es cierta la tesis contraria de que por la apostasía de la humanidad frente a la Iglesia, se hace cada vez más pronunciada la separación entre la Iglesia y la humanidad.

    Una visión ingenua e infantil

    Por lo que toca al padre Congar O. P., su visión de la Iglesia y del mundo es totalmente ingenua e infantil, eco y repetición de la propaganda de la sociedad moderna, la que al estar afectada de un profundo divorcio entre el espíritu y la vida, a los efectos de la propaganda arma un revuelo puramente ideológico y con fines de dominación política de unos grupos sobre otros, pero que, en la realidad de los hechos, no se traducen en ventajas y libertades reales. Al contrario, terminan en un desarrollo y desamparo del hombre y de grupos humanos concretos. El planteamiento del padre Congar, O. P. es pernicioso e increíble. Al ver su optimismo sobre la sociedad contemporánea creíamos estar leyendo los sueños de los materialistas dialécticos sobre el “hombre total”.

    Chenu O. P. es uno de los teólogos más renombrados de las nuevas corrientes y de los que ejercen influencia más decisiva. Exhibe, sin embargo, exagerada y peligrosa complacencia para las ideas y movimientos nuevos, considerando con demasiado optimismo el progreso de la técnica para el bienestar del hombre y formulando apreciaciones benévolas sobre movimientos sociales como el marxismo. Todos su registro de ideas, imágenes y perspectivas con que presenta al mundo moderno en su relación con la Iglesia crea en la imaginación, sobre todo de los jóvenes ardorosos, un espejismo que no puede resistir a la realidad. Chenu O. P. jamás ha intentado un análisis del mundo actual y de las causas por qué este mundo segrega ateísmo y por qué produce el degradado hombre moderno. En consecuencia, aunque pretende dar marco histórico a su reflexiones teológicas, al moverse éstas sobre un fondo que no responde a la verdad, producen una imagen también desajustada de la realidad, la que ha de alentar experiencias pastorales ruidosas, como fue, por ejemplo, la de los curas obreros, iniciativas en la cual tuvo gran parte y responsabilidad el mismo padre Chenu O. P..

    El “cristianismo invisible”, a juicio

    El autor piensa que Karl Rahner, S. J., ha sistematizado, quizá con excesiva fuerza, lo que él llama un “cristianismo invisible” que sería efecto de una “consagración” de la humanidad por la encarnación del Verbo. Esta opinión de Rahner S. J. sobre un cristianismo invisible, que podría justificar a un infiel, aunque no ponga ningún acto de contenido propiamente sobrenatural, es, sin duda, atrevida, y aunque pudiera ser defendida legítimamente, no debe debilitar verdades fundamentales con una forma destacada.

    Hacia la ciencia del mañana

    Teilhard de Chardin S. J., en el juicio de Meinvielle, pretende darnos un esbozo de la gran ciencia del mañana, la ciencia del hombre por excelencia, y que él llama “Energética Humana”. Esta organización y totalización “total” de la energía humana, operada “científicamente” a los ojos del creyente, presenta la historia del mundo como una inmensa cosmogénesis, en el curso de la cual todas las fibras de lo real convergen, sin confundirse, en un Cristo a la vez personal y universal. Teilhard de Chardin S. J. corona con “Cristo” su totalitaria tecnocracia. Ya veremos cómo los verdaderos autores del movimiento novísimo de la promoción de la tecnocracia en marcha, que a través de Jean Coutrot lograron interesar al teólogo, tenían una visión menos ingenua y más realista de aquel punto Omega verdadero hacia el cual marcharía la dominación del mundo.

    “La Iglesia y el mundo moderno” es no sólo una gran especulación teológica, sino una profunda revisión de las ideas progresistas. A nadie escapa que en torno al Concilio Vaticano II se ha desatado una aguda polémica entre los grupos que, actuando en la Iglesia, intentan imponer a ésta una u otra manera de pensar, de hacer, de mostrarse a los hombres. El autor de este libro separa perfectamente los dos grupos filosófico-teológicos: el progresismo, cuyo mentor máximo en Europa parece ser el P. Congar O. P., y el tradicionalismo que cuenta con figuras relevantes como la del P. Julio Meinvielle.

    El núcleo del error del “progresismo cristiano” es que nos quiere convencer hoy, con los “signos de los tiempos”, a través de los cuales nos hablaría Dios en la historia, para que abracemos el comunismo en un acercamiento sobre la base de un marxismo cristiano. Meinvielle resplandece aquí tanto por su acertada crítica como por su ortodoxia. El libro, por lo tanto, nos parece fundamental.

    “LA IGLESIA Y EL MUNDO MODERNO”. - Julio Meinvielle. Ediciones Theoria. 1966. Buenos Aires.





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    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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