Enormes diferencias entre la concepción del Papado en el Vaticano Primero, "Pastor Eternus"- que encumbra al Papa sobre todo el episcopado -y casi llega a "divinizarlo"-, frente al Vaticano Segundo y su "Lumen Gentium, que establece, por contra, el modelo colegial del episcopado "también"... como poder supremo de la Iglesia, minimizando y relegando al Papa, disimuladamente, a ser una especie de presidente, coordinador o moderador del colegio episcopal.
Obviamente, la “filosofía” que subyacía en el Vaticano Primero (y la de la Iglesia de siempre) era opuesta a la que trajo el Vaticano Segundo. La disculpa para dar éste el cambiazo, consistió en elucubrar los obispos conciliares en 1964 (cuando ya no quedaba vivo ningún obispo del Vaticano I que fuera testigo incómodo para delatar la maniobra), algo así como que el Vaticano Primero no habría tenido tiempo para definir y proclamar la “colegialidad” (dado su abrupto y precipitado final por imprevistos motivos bélicos), y así el Vaticano Segundo... continuando el Vaticano I (???) ... habría plasmado y zanjado la cuestión de la Suprema Potestad en la Iglesia en el sentido de que siempre hubo dos Cabezas (Papa y Colegio Episcopal) (FALSO), y que "habría estado incompleta" la doctrina mientras sólo era visible una sola Cabeza (la del Papa)...
Pero la cosa no cuela, pues el Vaticano Primero definió la PLENA potestad de apacentar, regir y gobernar a la Iglesia universal SÓLAMENTE por el Papa, sin ninguna mención ni mucho menos, reserva, a favor de ninguna "colegialidad episcopal", como habría hecho si tal tesis hubiera estado en su pensamiento; y en tal caso, el texto de la "Pastor Eternus" habría estado redactado de otro modo, ya con alguna referencia "colegialista", ya con alguna reserva. y en todo caso con menor euforia, contundencia y "divinismo" a favor del Papado.
No sirven tampoco las ponderaciones favorables al Papa en la Lumen Gentium sobre que “el cuerpo apostólico, JUNTO CON SU CABEZA, EL ROMANO PONTÍFICE, y NUNCA SIN ELLA, es también sujeto de la suprema y plena potestad”; porque desde el momento en que se le está imponiendo al Papa algo que él no habría pedido ni querido, ya se le está coaccionando o al menos, estorbando. El Papa, en posesión de su plena potestad, no necesita que le impongan ningún colegio que le "ayude" o que le "aconseje"; ya lo hacía él asesorándose o convocando o no los Concilios a su antojo.
Al contrario (y es lo que se buscaba): imponerle al Papa la colegialidad, implica que él, humanamente, al margen de la plena potestad, deba preocuparse por "simpatizar" con el colegio episcopal, por "caerle bien", tener que escuchar a los obispos, "adaptarse" a sus mayorías y "sensibilidades", no "pasar por tirano", ser dialogante, tener en cuenta el “qué dirán” etc etc. Con lo cual, el poder pleno del Papa de ningún modo puede ya ser tal, quedando de facto, limitadísimo,
Eso sin contar con el envalentonamiento y hasta rebeldía hacia el propio Papa de las conferencias episcopales nacionales, creadas en función de esa nueva colegialidad, llegando a quedar por los suelos su potestad, como ya se comprobó en el caso de Pablo VI y la crítica y desobediencia (y hasta burlas) de algunos obispos hacia su encíclica “Humanae vitae” (1968), algo inimaginable sólo diez años atrás, en la época preconciliar de Pío XII.
Y de hecho. la rebeldía de los teólogos contestatarios en buena parte se viene debiendo al cobijo y comprensión que muestran hacia ellos muchos obispos desde el Vaticano II, y al temor del Papa de quedar en ridículo, desautorizado y desobedecido, si pretendiera hacerse imponer, por no poderse fiar de obispos envalentonados, tras haberse ellos mismos poco menos que endiosado al aprobarse la “Lumen Gentium” (que Pablo VI aceptó, pese a su "Nota Previa"). A esa simple y llana cobardía papal se la viene vendiendo edulcorada como "caridad", "sensibilidad", "comprensión", "respeto" y otras lindezas.
La contradicción con el texto y la situación que había en el Vaticano Primero es flagrante, y por tanto, puede afirmarse que el Vaticano Segundo ha demolido el Primado de Pedro, se diga lo que se diga.
En resumidas cuentas, puede decirse que los del Vaticano II disimularon el apaño, haciendo confundir sibilinamente, el tradicional "estar Pedro (o el Papa) SOBRE (en vertical) los demás Apóstoles u obispos (Pastor Eternus)", que es función de PRÍNCIPE, con la tesis revolucionaria de "situar a Pedro AL FRENTE (en horizontal) de los demás Apóstoles u obispos", que es función como de PRESIDENTE o de moderador.
Dejamos a un lado la famosa Nota Previa Explicatoria de Pablo VI, olvidada ya desde entonces y que no cambia nada el fondo del asunto.
Obsérvense las escandalosas diferencias en esta tabla:
Última edición por ALACRAN; Hace 20 Horas a las 20:27
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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