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Tema: La Iglesia ocupada

  1. #21
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    Respuesta: La Iglesia ocupada

    LA IGLESIA OCUPADA – CAPITULO XVI

    TODO SE SOSTIENE
    O TODO SE DERRUMBA

    Traman su ruina desde dentro, hoy el peligro está casi en las entrañas mismas y en las venas de la Iglesia.
    San Pío X
    Encíclica Pascendi
    *
    Capítulo XVI: León XIII condena el “modernismo” — Cristo no cambia — San Pío X desvela la conjuración La encíclica Pascendi — El enemigo está en el corazón de la Iglesia — La conspiración del silencio — Cómo se fabrica la opinión.
    *
    Nota: "La Iglesia Ocupada" es un libro de Jacques Ploncard d’Assac, publicado en capítulos para Santa Iglesia Militante por Cecilia Margarita de María Thörsoe Osiadacz.
    Para ver la totalidad de los capítulos publicados puede clickear en: LA IGLESIA OCUPADA.
    *
    ¿Y Roma?, se dirá. ¿Qué hacia Roma ante la pretensión de nivelar las doctrinas de la Iglesia con las del Siglo?
    No hay que pensar que León XIII, cuya política del “Ralliement” fue discutible, haya tenido la menor complacencia por el “modernismo”.

    Papa León XIII
    Decía este Pontífice en su Encíclica Testem benevolentiae, que para volver a atraer a las masas al cristianismo —éste era el gran argumento de los innovadores— había surgido una nueva opinión que se puede resumir así:
    “Hace falta que la Iglesia se adapte más a la civilización de un mundo llegado a la edad adulta y que, desprendiéndose de su antiguo rigor, se muestra favorable a las aspiraciones y a las teorías de los pueblos modernos. Ahora bien, muchos hacen llegar este principio, no solamente a la disciplina, sino también a las doctrinas que constituyen el depósito de la fe. Sostienen, en efecto, que, para ganar los corazones de los extraviados, es oportuno callar ciertos puntos de doctrina, como si fuesen de menor importancia o atenuarlos hasta el punto de no darles ya el sentido mantenido siempre por la Iglesia.
    “Que se guarden de suprimir algo de la doctrina recibida de Dios o de omitir algo de ella por cualquier motivo que sea —precisaba León XIII— pues el que lo hiciere tendería más bien a separar al católico de la Iglesia que a llevar a la Iglesia a los que están separados de ella.
    “La historia de todos los siglos lo atestigua, esta sede apostólica que ha recibido no solamente el magisterio, sino el gobierno supremo de la Iglesia, SE HA MANTENIDO SIEMPRE EN EL MISMO DOGMA, CON EL MISMO SENTIDO, CON LA MISMA FÓRMULA...
    “El designio de los innovadores es aún más peligroso y más opuesto a la doctrina y a la disciplina católicas. Piensan que hay que introducir cierta libertad en la Iglesia con el fin de que una vez restringidos, hasta cierto punto, el poder y la vigilancia de la autoridad, le sea permitido a cada fiel desarrollar más libremente su iniciativa y su actividad. Afirman que esto es una transformación necesaria, como la libertad moderna que constituye casi exclusivamente, en la hora actual, el derecho y el fundamento de la sociedad civil”.

    La Reforma
    León XIII situaba el origen de este desorden de los espíritus en la Reforma:
    “Bajo el impulso de los innovadores del siglo XVI —decía— se han puesto a filosofar sin ninguna consideración para la fe y mutuamente se han concedido plena libertad para abandonar el pensamiento a su capricho y carácter. De ello resultó, de una forma totalmente natural, que los sistemas de filosofía se multiplicaron con exceso y que opiniones diversas y contradictorias surgieron incluso sobre los objetos más importantes de los conocimientos humanos. De la multitud de opiniones se llegó fácilmente a la vacilación y la duda, de la duda al error; la caída es fácil ¿quién no lo ve?
    “Los hombres se dejan arrastrar de buen grado por el ejemplo, esta pasión de la novedad pareció haber invadido en ciertos países el espíritu de los mismos filósofos católicos. Desdeñando el patrimonio de la sabiduría antigua, prefirieron edificar de nuevo que acrecentar y perfeccionar el nuevo edificio, proyecto ciertamente poco prudente y que sólo se ralizó con gran detrimento de las ciencias. En efecto, estos sistemas múltiples, apoyados únicamente en la autoridad y el juicio de cada maestro particular, no tienen más que una base móvil y por consiguiente, en lugar de una ciencia segura, estable y robusta, como era la antigua, no pueden producir más que una filosofía vacilante y sin consistencia”.
    Es necesario volver a Santo Tomás de Aquino, concluía León XIII, quien proclamaba al autor de la Summa teologica “patrón de las escuelas católicas”.

    "Es necesario volver a santo Tomás"
    Se estaba lejos del “modernismo”. Atacado en su origen el libre examen, y denunciado en sus prolongaciones, no se le reconocía ningún lugar en la Iglesia. Si se organizaba para ocuparla por sorpresa, ¿conseguiría con ello una legitimación? Su influencia, la importancia de sus adeptos, el punto extremo al que podía llegar ¿modificarían en lo que fuese, un error en contradicción total y evidente con la enseñanza tradicional de la Iglesia?
    EN CUALQUIER GRADO DE SU PENETRACIÓN QUE SE LE TOME, NO DEJA DE SER UN ERROR FORMALMENTE CONDENADO DESDE SU APARICIÓN Y DEL CUAL NO PUEDE DESPRENDERSE.
    “Cristo no cambia —responde León XIII a los que le apremian para que adapte la Iglesia al siglo—, El es el mismo hoy que ayer y lo será por los siglos de los siglos”.
    Si existe una contradicción entre el espíritu del siglo y el de la Iglesia, es el primero el que debe volver sobre sí mismo, no el segundo. Si la Iglesia “se adapta” —y adaptarse quiere decir hacer suyas las nuevas ideas— es Ella la que seguiría al siglo. La verdad ya no estaría en Ella, sino en las ideas cambiantes de los siglos; perdería toda autoridad al perder su inmutabilidad. Esto es tan evidente, que se requiere toda la habilidad dialéctica de los ‘innovadores’ y la despreocupación de los fieles para pretender escapar a esta alternativa: o bien la Iglesia se ha equivocado desde hace veinte siglos, o bien son los innovadores de hoy los que se equivocan. Pero si la Iglesia se ha equivocado desde hace veinte siglos, ¿quién nos garantiza que los que pretenden hoy hablar en su nombre no se equivoquen?
    Todo se sostiene o todo se derrumba.

    San Pio X asesta un golpe al modernismo.
    San Pío X comprendió muy bien el método de infiltración secreta empleado por los “modernistas”. Midió todo su peligro y lo denunció con energía:
    “Evidentemente, son rebeldes los que profesan y difunden, bajo formas artificiosas, errores monstruosos sobre la evolución del dogma, sobre el regreso al puro Evangelio —es decir, descargado, como dicen, de las explicaciones de la teología, de las definiciones de los Concilios, de las máximas de la ascética— sobre la emancipación de la Iglesia, PERO DE UNA MANERA NUEVA, SIN REBELARSE PARA NO SER SEPARADOS, PERO SIN SOMETERSE para no faltar a sus propias convicciones; y finalmente, sobre la adaptación a los Tiempos presentes (…) Todos estos errores se propagan en opúsculos, revistas, libros ascéticos y hasta en novelas”
    Pero el carácter de SOCIEDAD SECRETA que toma el “modernismo” es lo que preocupa al gran santo que es Pío X.
    “Los modernistas, aún después de que la encíclica Pascendi descubriese la máscara con la que se cubría, no abandonaron sus designios de turbar la paz de la Iglesia.
    En efecto, no han cesado de buscar y de agrupar EN UNA ASOCIACIÓN SECRETA, nuevos adeptos, y de inocular con ellos, EN LAS VENAS DE LA SOCIEDAD CRISTIANA, el veneno de sus opiniones, por medio de la publicación de libros y de folletos en los que callan, o disimulan los nombres de los autores (...). Estos adversarios son tanto más de temer cuanto más de cerca nos tocan; ABUSAN DE SU MINISTERIO para lanzar el anzuelo con un alimento envenenado con el fin de sorprender la buena fe de los que no están sobre aviso, propagan a su alrededor una apariencia de doctrina que contiene la suma de todos los errores”.
    La Encíclica Pascendi, del 8 de septiembre de 1907, había denunciado claramente la existencia de una sociedad secreta en el seno mismo de la Iglesia. Este sacerdote, aquel obispo, ¿ estaban afiliados a la secta? En la Iglesia se instalaba la duda. A lo que hoy asistimos no es más que el resultado de una lenta ocupación de la Jerarquía por los conjurados y no tiene otra comparación posible —con secretos vínculos?— más que con la penetración oculta de la francmasonería en la sociedad política.

    Encíclica Pascendi.
    “Los artífices de errores —decía San Pío X en la Encíclica Pascendino hay que buscarlos hoy entre los enemigos declarados. SE ESCONDEN y son objeto de temor y de muy viva angustia, EN EL SENO MISMO Y EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA, enemigos tanto más temibles cuanto que lo son menos abiertamente. Hablamos de un gran número de católicos laicos y, lo que es todavía más de lamentar, de SACERDOTES que bajo capa de amor a la Iglesia, totalmente pobres de filosofía y teologías serias, impregnados al contrario hasta la médula del veneno del error extraído de los adversarios de la fe católica, se colocan, despreciando toda modestia, como renovadores de la Iglesia (…). Ciertamente, enemigos de la Iglesia lo son y AL DECIR QUE NO LOS HAY PEORES, no nos apartamos de la verdad. En efecto, no es desde fuera, DESDE DENTRO TRAMAN SU RUINA; HOY EL PELIGRO ESTÁ CASI EN LAS ENTRAÑAS MISMAS Y EN LAS VENAS DE LA IGLESIA; sus golpes son tanto más seguros cuanto mejor saben dónde herir. (Disimulan) bajo mentirosa apariencia de sumisión una audacia sin límites. Inclinan hipócritamente la cabeza mientras que, con todos sus pensamientos, con todas sus energías, prosiguen más audazmente que nunca EL PLAN TRAZADO (...). LES INTERESA PERMANECER EN EL SENO DE LA IGLESIA PARA TRABAJAR EN ELLA Y ALLI MODIFICAR POCO A POCO LA CONCIENCIA COMÚN”.
    Y ved cómo actúan en la sombra:
    “QUE UNO DE ELLOS ABRA LOS LABIOS, LOS DEMÁS APLAUDEN AL UNÍSONO ENSALZANDO EL PROGRESO DE LA CIENCIA; ALGUNO TIENE LA DESGRACIA DE CRITICAR UNA u otra de sus novedades, por monstruosa que sea, SE ECHAN SOBRE ÉL EN APRETADAS FILAS; quien la niega es tratado de ignorante, quien la abraza y la defiende es ensalzado hasta las nubes. Engañados, muchos de los que van a ellos si se diesen cuenta de las cosas retrocederían horrorizados. Al amparo de la audacia y la prepotencia de los unos, de la ligereza y de la imprudencia de los otros, se ha formado como una atmósfera pestilente que invade todo, penetra todo y propaga el contagio (...) Los modernistas persiguen con toda su malevolencia, con toda su acrimonia a los católicos que luchan vigorosamente en favor de la Iglesia. No hay ninguna clase de injurias que no vomiten contra ellos. La preferida es la de la ignorancia y la de la obstinación.
    “Si se trata de un adversario al que su erudición y su fuerza de espíritu le hacen temible, buscan reducirle a la impotencia organizando a su alrededor la CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO.
    “Se adueñan de las cátedras en los seminarios, en las universidades y las transforman en cátedras de pestilencia. Disfrazados acaso, siembran sus doctrinas desde la cátedra sagrada; las profesan abiertamente en los Congresos; las hacen penetrar y las ponen en boga en las instituciones sociales”.
    Es significativa la manera en que Fogazzaro acogió la Encíclica condenando el “modernismo”. El 4 de noviembre de 1907 escribe a uno de sus corresponsales:
    “He aconsejado QUE SE HAGA SILENCIO SOBRE LA ENCICLICA... Tyrell se equivoca al contestar — ¡ y en qué tono! Los autores de la RIPOSTE se equivocan ya desde el título: RIPOSTE” .

    Fogazzaro herido.
    San Pío X asestó un golpe muy duro a los modernistas: sus planes son expuestos públicamente, sus contradicciones subrayadas con raro vigor, y Fogazzaro acusa el golpe:
    “Lo que más me oprime el corazón, sabedlo, me atrevo a decirlo, es menos el rigorismo del Vaticano que LA PROFUNDA INDIFERENCIA DEL PÚBLICO”
    Es el reverso de la fanfarronada de los modernistas, hacen mucho ruido, intimidan a los tontos, pero en realidad poca gente los sigue.
    Alrededor de Fogazzaro se ha hecho un gran vacío. Los más fanáticos le encuentran timorato, el Vaticano desconfía. Arrastra la vida tres años todavía y muere el 7 de marzo de 1910.
    Sin embargo, su consigna permanece tal como la dio en Il Santo: “No déis nombre a vuestra asociación, no habléis jamás colectivamente, no publiquéis jamás escritos sobre cuestiones religiosas difíciles de vender, pero distribuidlos prudentemente”.
    El método que Voltaire preconizaba en una carta a Helvetius era ya éste. Hablando de los libritos filosóficos contra la religión, decía:
    “No se venden, se dan a personas afiliadas para que los distribuyan entre los jóvenes o las mujeres”.

    Cómo se fabrica la opinión...
    Este método de acción había chocado a Maurice Talmeyr quien en su libro Comment on fabrique l’opinion (Cómo se fabrica la opinión) exponía que así se podía, “mediante una colaboración anónima, sin ruido, sin despertar sospecha, ni caer en responsabilidades, crear un estado de espíritu, fabricar la opinión”. ¡ Y cuántas ventajas en esta coalición oculta! “Cuando unos hombres pertenecen ostensiblemente a una secta o a una escuela, cuando manifiestan que lo son, LA OPINIÓN está prevenida contra su espíritu de cuerpo y se pone en guardia. Pero unos hombres a los que nada une en apariencia, QUE NI ELLOS MISMOS SABEN QUE LO ESTÁN, y piensan y juzgan igual de todo, estos hombres realizan precisamente lo que se trata de realizar, un CONSENSUS. Un CONSENSUS artificial, un CONSENSUS fabricado, pero que parece espontáneo y que impresiona fuertemente”.
    El “modernismo” no es solamente una herejía, es también un método de propagación de la herejía y esto es lo que le ha permitido progresar encubierto hasta el día en que explote el “CONSENSUS artificial” que da la impresión de una opinión general y espontánea.
    San Pío X, que veía hacia dónde iban las cosas, tuvo estas palabras dramáticas en una de sus últimas intervenciones, el 27 de mayo de 1914:
    “ Oh! Cuántos navegantes, cuántos capitanes al confiar en las novedades profanas y en la ciencia engañosa de los tiempos, en lugar de llegar al puerto HAN NAUFRAGADO!”.
    Las condenaciones hechas alcanzan la herejía en cualquier grado de penetración al que haya llegado. La “ocupación” de la Iglesia explica los conflictos presentes y sólo la conciencia que se tome de ellos permitirá resolver la situación.
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  2. #22
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    Re: Respuesta: La Iglesia ocupada

    LAS TRES APOSTASÍAS: PROTESTANTISMO, MASONERÍA Y COMUNISMO



    Desde APOSTOLADO EUCARÍSTICO- Vía ESPADA CATÓLICA


    APOSTASÍA CONTRA LA IGLESIA 1517, APOSTASÍA CONTRA CRISTO 1717, Y APOSTASÍA CONTRA DIOS 1917



    En las apariciones de la Santísima Virgen María que han acontecido (del siglo XVI hasta nuestros días), se hace mención a la Apostasía en los últimos tiempos


    Desde hace medio milenio los combates librados por el mundo contra la verdad de la Iglesia Católica han conducido a errores cada vez más profundos y peligrosos, desencadenando hasta revoluciones. Es muy interesante notar que los procesos históricos más fundamentales de la era moderna se dieron en tres fechas semejantes: en los años 1517 (protestantismo), 1717 (masonería) y 1917 (comunismo), en los que se manifiesta, en Occidente, un avance verdaderamente sistemático de la apostasía de la Verdad de Dios, que irradia desde allí a todo el mundo.

    Jesucristo dice a sus Apóstoles: “Como me envió mi Padre, así os envío Yo”. En esta palabra de Cristo tenemos tres niveles: el Padre – Cristo – los Apóstoles (la Iglesia). El Padre envía a Cristo. Cristo envía a los Apóstoles. Cristo dice: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a Mí me rechaza, ahora bien, quien me rechaza a Mí, rechaza a aquel que me envió” (Lc. 10,16)[1]. Y justamente en estos tres pasos, tuvo lugar la apostasía de la Verdad durante los últimos siglos: apostasía contra la Iglesia Católica (1517), apostasía contra Cristo (1717), y apostasía contra Dios (1917). Este desarrollo es del todo consecuente y, en su avance es, un cierto sentido, necesario. Aquel que rechaza a los enviados de Cristo, los sucesores de los Apóstoles (es decir la Iglesia Católica), rechaza en consecuencia también a Cristo. El que rechaza a Cristo, rechaza consecuentemente también a Dios Padre. La historia del último medio milenio ha confirmado así, y de manera aterradora, estas palabras de Cristo.



    Las tres etapas de la Apostasía en la Historia son: el protestantismo (contra la Iglesia Católica), la masonería (contra Jesucristo y María Santísima), y el comunismo (contra Yahveh Dios). Todas ellas proceden de satanás el diablo.



    En 1517, con la publicación de las tesis de Lutero se marca, al menos exteriormente, el comienzo decisivo del protestantismo. De los dos “envíos” mencionados Lutero reconoce solamente uno: la mediación de Cristo hacia Dios, pero no la mediación de la Iglesia hacia Cristo. De aquí las sentencias programáticas de Lutero: “Solo las Escrituras” y no el Magisterio de la Iglesia; “Solo la gracia” y no la mediación a través del sacerdocio y de los sacramentos. “Solo Dios” y ninguna mediación a través de los Santos del Cielo.



    De acuerdo a San Juan de Ávila: “Al modo en que San Juan Bautista abrió el camino a Cristo, Lutero abrió el camino al anticristo”. Martín Lutero, al rebelarse contra la Iglesia Católica, introdujo la primera apostasía



    En 1717, con la fundación de la masonería en Inglaterra, se marca la siguiente etapa de la apostasía. El rechazo de la Iglesia y de su Magisterio por Lutero trajo como consecuencia ulterior el rechazo absoluto de la revelación de Dios dentro de este mundo. Como la encarnación de Jesucristo constituye el punto culminante de la revelación de Dios, será especialmente rechazada. La filosofía masónica no es atea: postula un ser superior, gran arquitecto del mundo. Por lo tanto, los masones no son ateos, sino que abogan por el deísmo (Dios ya no actúa más en el mundo después de la creación) y por el agnosticismo (es imposible conocer la verdad), y en el campo de la ética postulan, consecuentemente, el liberalismo (libertad en todos los ámbitos en lugar de autoridad o ley). Aquí se ve la realización del primer paso antes mencionado: “Quien a vosotros rechaza, a Mí me rechaza”. Así como Lutero rechazó la mediación de la Iglesia, así también rechazan los masones a Cristo y con Él, toda mediación o puente hacia Dios. Es por eso que sostienen el deísmo, que rechaza a priori no solamente la Divina Providencia y la posibilidad de milagros, sinotambién toda autoridad divina.



    En la masonería, si bien no rechazan la existencia de Dios, rechazan a Jesús como Su enviado (y por ende, a la Iglesia Católica como guía moral)



    En 1917, con el estallido del comunismo, se marca la tercera etapa en esta revolución social contra Dios. Ya que desde 1717 se ha negado categóricamente la actuación de Dios en el mundo y cualquier intervención suya después de la creación, llegamos como consecuencia al último paso: al perfecto ateísmo y antiteísmo. El comunismo es, efectivamente, en esencia, un ateísmo social combativo. No es, en ningún caso, un sistema meramente económico al que se agrega sólo externamente el ateísmo. El comunismo entronca con la Revolución Francesa, especialmente a través de Rousseau. También entre la masonería y el protestantismo existe una clara relación fácil de deducir viendo quiénes han sido sus artífices: los dos principales fundadores de la masonería son Jean Théophile Désaguliers y James Anderson, uno pastor protestante y el otro teólogo protestante.


    “Quien me odia a Mí, odia también a mi Padre” (Jn. 15,23). El segundo nexo consecuente trazado claramente por Cristo, se hace realidad aquí. Esta última consecuencia que llega hasta el odio de Dios, se muestra claramente en el comunismo y de modo muy combativo. Se había anunciado en la masonería más avanzada. “Quienquiera niega al Hijo, tampoco tiene al Padre” (1Jn. 2,23).


    Todos estos errores de la Era Moderna no permanecieron sólo en el plano teórico, sino que transformaron la vida de la humanidad y de la sociedad en todos sus aspectos. Condujeron necesariamente a una persecución de cristianos sin precedentes. De acuerdo a recientes declaraciones rusas, 200.000 sacerdotes y religiosos (católicos y ortodoxos) perecieron víctimas del terror stalinista: fusilados, ahorcados, crucificados o expuestos a morir congelados.



    La Unión soviética llegó en su mayor momento a dar muerte a los sacerdotes católicos y ortodoxos, en su afán por borrar las raíces cristianas de los pueblos ocupados.


    Martillo y hoz no se limitaron solamente a derramar la sangre de mártires sino que también aplicaron a sus pueblos subyugados, sin el menor escrúpulo, medidas de terror de una violencia y crueldad monstruosas. Según las prudentes estimaciones de los autores del “Libro Negro del Comunismo” la erección de la utópica visión de la sociedad sin clases sociales costó alrededor de 100 millones de víctimas humanas: 20 millones de muertos en la Unión Soviética; 65 millones en China; 1 millón en Vietnam; 2 millones en Camboya; 1 millón en Europa del Este, 150.000 muertos en América Latina; 1,7 millones en África y 1,5 millones en Afganistán, lo cual suma casi 100 millones de víctimas humanas.[2] Estas masacres se llevaron a cabo de tres maneras diferentes: mediante ejecuciones de todo tipo como fusilamiento, horca, ahogamiento, apaleo, envenenamiento, cámaras de gas; por hambrunas intencionalmente provocadas o no evitadas deliberadamente y por deportaciones, ya sea por prolongadas marchas a pie, ya por hambre, enfermedad o frío dentro de vagones de transporte de ganados, ya por agotamiento en trabajos forzados. El intento ateo de establecer un cielo sin Dios aquí en la tierra conduce siempre al infierno.



    El comunismo (como toda revolución) se construye con muertos y guerras


    La Santa Iglesia, previendo las consecuencias de las explosivas ideas marxistas, ha condenado el sistema comunista ya 71 años antes del estallido de la Revolución de Octubre de 1917. Así, en el año 1846, el Beato Papa Pío IX alza la vos a través de su encíclica Qui Pluribus, condenando “la nefanda doctrina del comunismo contraria al derecho natural que, una vez admitida, echa por tierra los derechos de todos, la propiedad y la misma sociedad humana”.[3] Pío IX reafirma después esta reprobación en el Syllabus.[4]



    El Beato Pío IX fue el primer Papa en condenar explicitamente la herejía comunista



    León XIII, su sucesor, en la encíclica Quod Apostólici Muneris, desenmascara el comunismo como “mortal pestilencia que se infiltra por los miembros íntimos de la sociedad humana y la conduce a un extremo peligroso”.[5]



    León XIII reveló la verdadera naturaleza del comunismo: CAMINO SIN RETORNO A LA DESTRUCCIÓN


    También Pío XI dedica una encíclica entera a condenar y advertir solamente contra:
    el comunismo bolchevique y ateo que tiende a derrumbar el orden social y socavar los fundamentos mismos de la civilización cristiana (…) contraponiendo a estos falsos principios la luminosa doctrina de la Iglesia e inculcando de nuevo con insistencia los medios con los que la civilización cristiana, única “civitas” verdaderamente “humana”, puede librarse de este satánico azote y desarrollarse mejor para el verdadero bienestar de la sociedad humana”.[6]

    El error del comunismo lo lleva, en su exigencia absoluta y exclusiva, a pretender no sólo una reforma social, sino, y eso desde el primer momento, a promover una revolución mundial para lograr el poder mundial total.

    Insistiendo en el aspecto dialéctico de su materialismo, los comunistas sostienen que los hombres pueden acelerar el conflicto que ha de conducir el mundo hacia la síntesis final. De ahí sus esfuerzos por hacer más agudos los antagonismos que surgen entre las diversas clases de la sociedad; la lucha de clases, con sus odios y destrucciones, toma el aspecto de una cruzada por el progreso de la humanidad. En cambio, todas las fuerzas, sean las que fueren, que resistan a esas violencias sistemáticas, deben ser aniquilados como enemigos del género humano.”[7]

    Es interesante constatar la coincidencia casi exacta entre los cinco meses de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima (desde el 13 de mayo de 1917 al 13 de octubre de 1917) y el tiempo de los preparativos revolucionarios de Lenin en Rusia. Los niños videntes, en aquella época, no podían saberlo. Al respecto, el Padre Josef Schweigl SJ escribe:

    El 16 de abril volvió Lenin de su exilio y comenzó de inmediato su lucha contra el gobierno liberal. Ya después de tres meses había ganado tal influencia que podía arriesgar un primer intento de revolución. El 17 de julio, algunos días después de aquel 13 de julio en el que María había entregado su mensaje a los tres pastorcitos, tuvo lugar en San Petersburgo una manifestación de casi medio millón de trabajadores, los que bajo la conducción de Lenin, transformaron la manifestación en un alzamiento armado con el objetivo de hacer caer al gobierno provisorio y proclamar el gobierno de los Soviets. Los bolcheviques fueron los dueños de la ciudad por tres días. La situación era tan crítica que el gobierno se vio en la obligación de retirar parte de las tropas del frente, con cuya ayuda pudo sofocar la revuelta. (…) Justamente el 13 de octubre, el día de la última aparición de Nuestra Señora en Fátima, Kerenski publicó en su diario Delo Naroda un artículo con el encabezamiento: “Perseverar, Resistir”, en el que exhortaba al pueblo a perseverar en la guerra hasta la victoria final. Al leer este artículo, Lenin se puso tan furioso que decidió ese mismo día consumar la revolución[8]. Todo lo que siguió fue nada más que la consecuencia práctica de esta decisión. Primeramente, la revolución del 7 de noviembre (el 25 de octubre sgún el Calendario Juliano, de donde el nombre de Revolución de Octubre), y luego el armisticio de Brest-Litowsk con Alemania el 5 de diciembre: y, al año siguiente, la paz especial, que fue concluida en la misma ciudad”.[9]
    NOTAS:


    1 Jesucristo afirma lo mismo en varios pasajes más de las Escrituras Santas pero con otras palabras. Véase al respecto: 1 Jn. 2,23; Jn. 14,6; Jn. 5,23; Jn. 8,19; Jn.8,42; Jn. 15,23; Jn. 14,7; y 1 Jn. 2,22.
    2 Cfr.: Courtois, Stéphane, et alii, Schwarzbuch des Kommunismus, Müchen/Zürich 2000, p. 16. Este libro es una traducción de la obra francesa Le Livre Noir du Communisme que ha sido traducida ya en 16 lenguas. La edición alemana apareció en la muy conocida editorial Piper.
    3 Pío IX, Encíclica Qui Pluribus del 1º de noviembre de 1846.
    4 Cfr.: Pío IX, Syllabus (Colección de los errores modernos), editado el 8 de diciembre de 1864, nº IV.
    5 León XIII, Encíclica Quod Apostólici Muneris, del 28 de diciembre de 1878.
    6 Pío XI, Encíclica Divini Redemptoris, del 1º de marzo de 1937.
    7 Ibidem: pp.528 s.
    8 Cfr.: Lenin, Vladimir Iljitsch, Gesammelte Werke, t. 26, Moskau 1949, pp. 111 ss.
    9 Schweigl, Josef, SJ, Fátima und die Bekehrung Russlands, Leutesdorf 1956, p. 23.


    Padre Gérard Mura, "FÁTIMA ROMA MOSCÚ"

    http://wwwmileschristi.blogspot.com....stantismo.html
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  3. #23
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    Re: Respuesta: La Iglesia ocupada

    ReynoDeGranada, ten cuidado con las páginas sedevacantistas. Aunque digan muchas cosas que son verdad, en otras yerran y pueden volver a uno majareta. Por ejemplo, suelen sostener que prácticamente toda la humanidad (católicos o no) está condenada al infierno, incluyendo según ellos a sacerdotes íntegros y tradicionalistas, que calumnian inmisericordemente una vez muertos. No exagero.

    No lo digo por esta entrada en cuestión, pero considero que los sedevacantistas al igual que los modernistas siembran mucha confusión. La diferencia es que los modernistas lo hacen en las parroquias y los sedevacantistas en Internet (prácticamente el único lugar en el que existen).
    Última edición por Rodrigo; 04/01/2016 a las 03:51
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  4. #24
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    Re: Respuesta: La Iglesia ocupada

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    No sabía eso Rodrigo, yo de esa página lo único que había visto era ese artículo.Pero sí que he visto en otras páginas sedevacantistas artículos defendiendo por ejemplo el geocentrismo o cosas así, cosa que me dejó un poco desconcertado.
    Es más, según he leído, hay sedevacantistas que les da por hacer otras iglesias paralelas a la Verdadera, sin sucesión apostólica (como la Palmariana), creo que incluso había una iglesia (Esenia creo que se llamaba) que estaba vinculada a la Asociación Internacional del Reiki.
    Así que gracias por la advertencia Rodrigo, tendré que andarme con cuidado por ahí.

    Saludos en Xto.
    Última edición por ReynoDeGranada; 04/01/2016 a las 15:05
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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