«El arte contemporáneo está compuesto de nada»
Nacido en Marsella en 1932, Marc Fumaroli es catedrático de la Sorbona y del College de France, defensor de la belleza y de la civilización europea, aborda los extravíos del arte contemporáneo en su erudito y apasionante «París-Nueva York-París» (Acantilado).


ALFREDO VALENZUELA

Día 15/03/2011



YOLANDA CARDO





—¿Qué le sugiere a usted que una ciudad como Sevilla, cuna del Barroco, patria de Velázquez y Murillo, tenga un Centro Andaluz de Arte Contemporáneo mayor que su Museo de Bellas Artes?
—No me sorprende. También en Lourdes los puntos de venta de objetos religiosos kitsch forman una superficie mucho mayor que los de la gruta y la basílica.
—¿Por qué es tan feo el arte contemporáneo?
—Le ha declarado la guerra a la belleza, que debe considerar noble, elitista, y quiere hacernos creer que el dinero todo lo puede, incluso la prestidigitación y la alquimia, convertir el plomo en oro.
—¿No será que el arte contemporáneo es tan feo porque está poco subvencionado?
—Tiene a su lado el dinero privado. Debería bastarle para no ir a buscar más escaparates y dinero del Estado.
—Si el arte contemporáneo no es arte, ¿qué es?
—En nombre del Arte, vaciado de sentido, se estafa con un sistema piramidal a quienes invierten en la efigie de Marcel Duchamp.
—¿Qué es lo más interesante que ha visto en un Museo de Arte Contemporáneo?
—El grado de conformismo beato que pueden alcanzar, sin ser forzados a ello, hombres y mujeres que en principio son libres.
—¿Criticar esas derivas del arte le sitúa como reaccionario?
—La palabra reaccionario tiene varios significados. Si es una injuria, la desprecio. Si quiere decir que se es capaz de reaccionar, es el mejor síntoma de que sigo vivo y libre.
—¿El pasado es más apasionante que el futuro, y el presente bastante mediocre?
—La gran ventaja del pasado es que ya está filtrado y, por lo tanto, podemos quedarnos sólo con lo mejor de él. El presente se nos sirve en bruto, y el futuro es indescifrable.
—¿El espectáculo debe ser arte, pero el arte no debe ser un espectáculo?
—Más valdría que el espectáculo fuese artístico, ¿no? Pero ni una naturaleza muerta ni, sobre todo, la música de cámara, necesitan para nada del espectáculo.
—¿Por qué un millonario prefiere un tiburón sumergido en formol a una tabla flamenca?

—Porque sólo puede epatar a sus amigos con enormes pescados, no con platos delicados.
—¿La idea de progreso no van tan unida como se piensa a la de Ilustración?
—La idea de progreso sólo vale en el ámbito de lo individual. En el ámbito colectivo, todo progreso comporta un retroceso, a menudo muy grave.
—¿Cuál es el precio más elevado que ha pagado por una obra de arte?
—Siendo un simple profesor, nunca he pasado de los diez mil euros.
—¿Le ha sucedido alguna vez leer una crítica de una exposición de arte contemporáneo y no haber entendido casi nada de lo que decía?
—El arte contemporáneo está a menudo compuesto de nada. Es a su crítico -o más bien a su publicista- a quien corresponde convertirlo en algo. Esta labor requiere contorsiones intelectuales bastante cómicas.
—Su libro se titula «París-Nueva York-París» ¿No hubiera viajado a Nueva York sin billete de vuelta?
--En francés, mi libro se titula «París-Nueva York y vuelta», lo que no supone que me haya ido en avión y haya regresado a nado.
—¿Todo lo que se expone en una galería de arte es arte?
—Es lo que pretendió, con una sonrisa, el humorista Marcel Duchamp. Sus discípulos, para ir más rápido, rebautizaron como museo o galería a los supermercados, lo que convirtió su contenido en arte y del más caro.
—El personaje de Vargas Llosa se preguntaba cuando se jodió el Perú...¿cuándo se jodió el mundo del arte?
—El arte, en numerosas civilizaciones, se estropeó con ellas. Hay también lenguas que se estropean cada día. Esto no significa que la naturaleza humana esté carente de arte y de lenguaje, significa que hay altos y bajos. Los mejores museos son los que nos devuelven la fe en el «homo poeta imaginum et verborum», el hombre poeta de las imágenes y las palabras.
—Recibió el Premio Reino de Redonda, un reino donde es Duke of Houyhnms ¿se considera un aristócrata?
—Por supuesto que no. Pero sí un «meritócrata».
—También ha dicho que ese premio es más importante que el Nobel, ¿eso es porque no confía en que le den el Nobel?
—No siendo ni poeta ni novelista, jamás pretendí un Nobel, que además se lo han dado a menudo a la persona equivocada. Estoy contento de que haya premios como el Reino de Redonda o el Balzan, cuyos jurados se equivocan un poco menos y que, por cooptación, confieren un poco de brillo efímero a modestos «meritócratas».

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