Servidumbre de la realeza al arte




Estando nuestro emperador Carlos en Bolonia, llamó al pintor Tiziano para que le hiciese el retrato. Tiziano, que vivía en Venecia se apresuró a obedecer al rey español y emprendió su viaje. Llegado a Bolonia, le dijo Carlos que quería ser retratado con el traje con que acababa de coronarse por rey de la Lombardía. Y además, acariciando a su perro favorito.



Todo le pareció muy bien al pintor. Preparó el caballete, el lienzo, la paleta, los pinceles y los colores, y le dijo a Su Majestad:
- Señor, adoptad la posición que mas os agrade.


Carlos I adoptó la que le pareció mas natural, o sea de pie, vuelto a un lado el rostro, con la diestra en la daga y la izquierda sujetando el collar del perro. Al glorioso pintor le pareció muy bien aquella actitud, y comenzó a hacer el retrato.


En esto, uno de los pinceles que manejaba le cayó al suelo. Carlos deshizo la actitud en que estaba colocado, se inclinó al suelo para recoger el pincel y se lo devolvió al maestro. Éste, completamente asustado por aquel gesto de servidumbre, le dijo:
- ¡Señor, qué hacéis!


A lo que Carlos contestó:
- No me deshonra recoger del suelo vuestro pincel, porque reyes hay muchos; en cambio Tizianos...no hay mas que uno.

EL BANDIDO REALISTA