... "por dos veces la herejía -nestoriana y cátara- asolaron nuestra diócesis de Urgel..."
Revista FUERZA NUEVA, nº 53, 13-Ene-1968
LOS CÁTAROS: HISTORIA DE UNA HEREJÍA EN EL ALTO ARAGÓN
María Asunción PORTA GRALL
(…) Cuna de las “Homilíes”
Escribo este artículo en Orgañá (Lérida), diócesis de Seo de Urgel, mi villa natal, del antiguo vizcondado de Castellbó, tan ligado por ambas circunstancias a la cuestión de la herejía cátara. También por ser cuna de las famosas “Homilíes”, primer texto literario en catalán, asimismo, relacionado con los cátaros de la baja Edad Media, sobre los mismos pasos de aquellos cátaros -que recientemente la hábil pluma de un famoso escritor dedicado a seguir la crisis actual de nuestro pueblo cristiano nos presentaba como una “élite” espiritual de elegidos puros-, no tan puros como pretenden o suponen algunos.
Nuestras tierras urgelenses bien pueden dar razón de los cátaros que, en sus correrías por la diócesis al mando de Arnaldo de Castellbó, jefe de los cátaros catalanes, asolaron nuestras históricas y románicas iglesias. Las saquearon, intentando destruir buena parte de la fe cristiana.
Dije que por dos veces la herejía -nestoriana y cátara- asolaron nuestra diócesis de Urgel.
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En el año 770 aparece en nuestras tierras la herejía de Nestorio, patriarca de Constantinopla, con la denominación de “sarracena”.
Combate a la morisma, al lado de los urgelenses, el propio hijo de Carlomagno, Luis el Piadoso. La lucha es enconada, puesto que los moradores del alto Urgel al mando del rey franco han de combatir con el poderoso “wali”, moro de Lérida. Pero al contacto con la molicie mora, nuestro obispo Félix de Urgel, varón santo y sabio, cae en la herejía de Nestorio, es decir, empieza a propagar la doctrina que desdobla la unidad de persona en Cristo, considerándolo como Hijo natural de Dios según la divinidad y como Hijo adoptivo según la humanidad. Y la herejía adopcionista viene a ser una vergonzosa claudicación de la jerarquía cristiana. La sabia pluma de Félix de Urgel, con su letra visigótica de trazos carolingios -la influencia franca es ya notoria en el alto Urgel- se dedica a influir en sus monjes, clérigos y fieles. Consigue ponerse en contacto con el arzobispo Elipando de Toledo, el cual también ha sentido la fascinante influencia del mundo mozárabe, que empieza a imponerse en sus tierras toledanas.
La guerra de las herejías
Dos obispos nuestros, santos y sabios varones tan apasionados como violentos, engendraron una crisis de fe tremenda y trascendente. Separados los cristianos por la invasión musulmana, Elipando de Toledo consigue hacer llegar al arzobispo de Sevilla la innovación teológica y litúrgica. El cual la adopta, al no poderse poner en contacto con Roma; a su vez, Roma ignora que Elipando de Toledo haya adoptado la herejía nestoriana, difícil como era establecer comunicaciones con los grupos cristianos dispersos por España.
Pero los prelados conservadores del verdadero tesoro de la fe cristiana se han ido replegando hacia Cantabria, como el monje Beato de Liébana y Heterio de Osma, refugiado en Asturias.
Mientras, con sus sabios escritos, Félix de Urgel defiende la herejía nestoriana -de origen maniqueo- contra los ataques del cristianísimo emperador franco Carlomagno, Elipando de Toledo sostiene enconada lucha contra los obispos cristianos de Cantabria que se resisten a la herejía adopcionista.
Y en tanto que Carlomagno para combatir la herejía tiene resortes fuertes y poderosos: políticos, religiosos, conciliares, convocando a Félix de Urgel a Concilio en Ratisbona, puede decirse que la protesta de Cantabria tiene que reducirse a la fuerza espiritual de la obra magna -doce libros de copiosa doctrina cristiana- del monje Beato de Liébana- quien, recluido por el año 776 en el monasterio de Valcabado, al norte de Saldaña (prov. Palencia), llevaba a cabo su notable trabajo escriturario “Tractatus de Apocalipsi”, según las pavorosas revelaciones de San Juan, obra que constituiría el símbolo y el ideal del cristianismo de aquella época de lucha tenaz. De gran valor polémico, teológico, literario y artístico por sus símbolos en miniatura; obra cumbre que hará exclamar al metropolitano toledano: “¿No se había dicho que disciplina et scientia de Toledo?”
La voz de Elipando de Toledo era sofocada por el códice de Liébana de fondo antiadopcionista.
En tanto, Carlomagno llamaba por segunda vez a Concilio, en Francfort, a Félix de Urgel, donde él personalmente iba a sostener la controversia. Refugiado en las selváticas cumbres del Pirineo urgelense el obispo de Urgel, Elipando de Toledo convoca a sus obispos adopcionistas para pedir clemencia en favor de Félix al mismo Carlomagno. Entonces le dejan en libertad, con la condición de predicar a su diócesis contra sus antiguas doctrinas. Pero Félix de Urgel sigue escribiendo sus libros manteniendo la herejía nestoriana. Hasta que, convocado por tercera vez a Concilio en Roma, es detenido y encarcelado en Lyon, donde muere resistiéndose a la confesión y comunión.
Entonces, para contrarrestar la nefasta doctrina de Félix, Carlomagno manda escribir en lengua vulgar del pueblo el Evangelio, para ser predicado en las tierras de Urgel, infectadas de herejía.
(…)
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En 1213 aparecieron cátaros en Castellbó (norte de Lérida). Y en 1232, en León. No es de extrañar, por cuanto los códices mozarábicos de Urgel están emparentados con los códices leoneses de los siglos IX al XIII.
Puede decirse que el catarismo ya es condenado por el Concilio de Orleans, en 1022, donde, en presencia de Roberto el Piadoso, se quemaron trece cátaros en la hoguera, diez de los cuales eran canónigos de la Iglesia católica.
Y nos encontramos ante el mismo hecho: si con los árabes apareció en España la herejía de Nestorio, a su regreso de Tierra Santa, los cruzados introdujeron en Francia la herejía maniquea, tornando el nombre de cátaros al quedar radicados en el norte francés. En tanto que la misma herejía radicada en el sur, concretamente en el castillo de Albi, era la de los albigenses.
¿Qué era el catarismo? ¿Que se proponía el catarismo?
La idea maniquea había surgido en Oriente -a la vez que el cristianismo, y fue predicada en los mismos lugares-, formada del dualismo perenne entre el bien y el mal de Zoroastro, de la ética de Buda, de las antiguas religiones de Babilonia y Caldea, adoración de los astros, creencia en la metempsicosis... En la primera escritura del cristianismo ya aparecen los maniqueos, condenándoles. Y la Iglesia en los escritos de los Santos Padres, ya habla de los maniqueos Fausto, Félix, Fortunato, Secundino, etc. El maniqueísmo fue origen de varias herejías: paulicistas del siglo VI, cátaros y albigenses en el siglo XII, valdenses del siglo XIII, los bogomilas o eslavos meridionales... Cada secta ataca un dogma o creencia donde se establece. Así nos encontramos que los cátaros…
Niegan los sacramentos
Aparecen en el norte de Francia con las mismas jerarquías maniqueas, niegan los sacramentos, la unidad en la naturaleza de Cristo y la autoridad del Antiguo Testamento y negando la autoridad suprema de la Iglesia, causando gran perturbación social y religiosa.
Las predicaciones cátaras, por tierras de Aquitania, por un tal Pedro de Bruys, condenando el bautismo en los infantes, destruyendo iglesias, altares y culto, hasta el punto en que un Viernes Santo forman una gran pira con crucifijos de las iglesias del Languedoc y asan carne en el rescoldo que comen él y los cátaros seguidores hacen que, horrorizados los humildes de Languedoc consiguen apresarlo y lo queman vivo.
Como siguió estas prédicas herejes Enrique de Bruys, el Papa envió legados a convertirlo, uno de ellos fue San Bernardo.
Pronto cundió la herejía cátara en Francia… Así vemos a Rogerio, vizconde de Albi, protegiendo en su castillo a los cátaros. Y lo mismo hace el conde de Foix. Y el vizconde catalán Castellbó, de Urgel, por razón de su parentesco con el francés de Foix. Y lo mismo el vizconde Rogerio, de Béziers.
Protegidos por la nobleza
¿Qué ocurre con los cátaros que así se ven tan protegidos por la poderosa nobleza feudal?
Al atacar los cátaros el poder supremo de la Iglesia, la nobleza feudal vio en la herejía cátara el medio de derribar aquel tremendo poderío eclesial y de apoderarse de sus bienes.
Informado, el Papa Inocencio III envió a su legado Enrique, abad de Claraval, empezando con ello una gran cruzada contra los albigenses y cátaros. Simón de Monfort, de gran pericia militar, dirigía las fuerzas de la Santa Sede y, atemorizado, Rogerio de Béziers hizo confesión de fe cristiana. Pero Raimundo IV, conde de Tolosa, se unió también a los herejes y asimismo Arnaldo de Castellbó en la defensa del castillo de Foix. Encontrándose ambos ejércitos en la famosa batalla de Muret, en la que moría el rey Pedro II de Aragón, que fue en ayuda del conde de Tolosa. Era el año 1213. Simón de Monfort exigió en pago los bienes de los albigenses. Los nobles fueron reducidos y se convocó un Concilio en Tolosa, predicando la Cruzada Santo Domingo de Guzmán, entre otros, y miles de albigenses volvieron a la Iglesia cambiando sus perversas costumbres.
En el norte de Cataluña había entrado la herejía cátara con el vizconde Arnaldo de Castellbó. La secta maniquea, originaria de Armenia, donde tenía su cuna y feudo, pasó a la costa catalana por el singular medio “paulicista”. Los “paulicistas”, herejes maniqueos denominados así por sus constantes citas de San Pablo, ejercían, como medio de sustento, el oficio de tejedor; trajeron de Oriente a Occidente su dogmatología entre tejidos. Y por este motivo los comerciantes de tejidos barceloneses fueron sus primeros adeptos y más adictos postulantes.
En la villa de Orgañá
Y, en Cataluña, se repitió el caso francés…
La naciente burguesía comerciante y tejedora buscó el medio de sustraerse al poderío feudal militar, noble y eclesiástico, adoptando el dogma “paulicista” de la herejía maniquea para erigirse, a su vez, en un nuevo estamento social preponderante, puesto que el movimiento oriental iba directamente contra estos tres elementos dominantes: milicia, nobleza o grandes terratenientes e Iglesia. Nombraron jefe de su condición de herejes a Arnaldo, vizconde de Castellbó, el cual sostuvo terribles luchas con el obispo de Seo de Urgel. Pero en las comarcas urgelenses, la herejía cátara predicada ya en tiempos de Félix de Urgel (siglo VIII), había quedado en algunos sectores de manera bien arraigada, y así, Arnaldo de Castellbó pasaba personalmente, acompañado de sus caballeros, a recoger el tributo de sus vasallos por los valles de sus tierras, con lo cual seguía manteniendo vivo el contacto cátaro. Pese a todas las amenazas del prelado urgelense y de los poderes reales, Arnaldo de Castellbó, emparentado con el rey cristiano de Aragón (…) seguía sus correrías y arrasó las iglesias románicas de su feudo. (…)
Abolición del catolicismo
Sabemos que en su feudal residencia de Castellbó (pequeño poblado en la cadena pirenaica, a unos 20 km. de Orgañá) se celebraban los ritos cátaros -la “parcia”, confesión general pública ante los ancianos cátaros de la comarca- y se recitaba el Padre Nuestro varias veces al día, como única oración cátara. Jefes de los cátaros y herejes catalanes pasaron por Orgañá en peregrinaje hacia Castellbó. Por tanto, el dogma y sacramento de la Iglesia fueron desterrados de muchos lugares del vizcondado de Castellbó. (…)
A la muerte de Arnaldo de Castellbó, asolador de sus comarcas cristianas, la villa de Orgañá vuelve a quedar feudataria del obispo de Urgel, con su Canónica dedicada a Santa María; con su archivo románico de inmenso valor (después trasladado al de la Corona de Aragón en Barcelona) y su románica iglesia.
***
Aquietados los ánimos, remansado el espíritu después de las correrías de Arnaldo de Castellbó, los canónigos de lra colegiata se dedican a loar la Asunción de la Virgen María, Patrona de Urgel, como caballeros netamente marianos. Con sus famosas vísperas y sus sermones de Cuaresma, la Colegiata recobra de nuevo su espíritu cristiano. De ahí que nuestro antepasado, tío canónigo, don Andrés, mandara labrar una pequeña cruz dentro del símbolo eucarístico de hierro, que adorna el balcón de su dormitorio en nuestra casa.
Después, por el concordato de 1851, desapareció jurídicamente la Canónica, cuyo prior y seis canónigos disfrutaban, desde el siglo XII, de dotación personal o distribuciones y rentas alodiables, a cambio de loar a la Virgen María con sus rezos y vísperas, según disposición de Guitardo, Senyor de Cabó -Valle de Orgañá- y su esposa, donna Gebellina, en 1090. Quedando en la Iglesia de Orgañá cuatro beneficiados para disfrutar, hasta nuestros días (1968), de los restos bienes de la Canónica.
Hoy Orgañá, después de tantos avatares, sigue pacífica su destino rural a orillas del río Segre... Rodeada de su agreste geografía, conserva en el corazón su trascendente historia.
Última edición por ALACRAN; 27/05/2022 a las 14:26
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Muy bueno e instructivo el artículo añadido por Alacrán.
Estas antiguas herejías han reaparecido con renovado furor en estos penosos tiempos e incluso se han incrementado.
Además nos demuestra como en toda época hubo tremendas controversias y enconadas disputas en el ámbito religioso, político, cultural, filosófico y social.
Y también como esto se daba dentro de la Iglesias y la conducción política.
La diferencia esta en que había Obispos y Nobles que no dudaban en salir en defensa de la verdadera doctrina arriesgando en ello la vida y sus bienes.
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