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Tema: Las Gafas de Castellani

  1. #1
    Avatar de FACON
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    Las Gafas de Castellani

    LAS GAFAS DE CASTELLANI


    Tengo un amigo porteño muy querido, Fabián Rodríguez Simón, lector omnívoro y librepensador recalcitrante, con quien me gusta enzarzarme en arduas (y broncas) disputas teológicas, cada vez que nos reunimos en Buenos Aires. En cierta ocasión, mientras pasábamos revista a los grandes escritores católicos del siglo XX, de Chesterton a Lewis, de Bloy a Tolkien, mi amigo incorporó a la lista el nombre de un compatriota del que no tenía noticia (y eso que me precio de conocer a fondo la literatura argentina): Leonardo Castellani. Confesé que jamás había oído hablar del tal Castellani; mi amigo, tras zaherirme y declararse escandalizado, me procuró unos cuantos libros suyos, repescados de los tumultuosos estantes de su biblioteca. Nunca se lo agradeceré bastante: Leonardo Castellani (Santa Fe, 1899-Buenos Aires, 1981) es un escritor extraordinariamente vigoroso, dotado por igual para la diatriba y el pensamiento sentencioso, la sátira y la exégesis bíblica, con un estilo que nace de manantiales cervantinos para discurrir, en arrebatado torrente, por todos los géneros: novela y ensayo, poesía y crítica literaria, cuento policial y artículo de prensa. Apasionado polemista, formidable detractor de la modernidad, poeta con un áspero ramalazo profético, profeta con un ensimismado ramalazo lírico, Castellani es sobre todo un campeón de la ortodoxia, única forma posible de heterodoxia en nuestra época.

    Disfruté como un enano leyendo a Castellani, y espero seguir disfrutando por mucho tiempo, pues localizar algunas de sus obras, de tan recónditas y postergadas por la desidia editorial, es tarea propia de sabuesos. En mi existencia de lector he saboreado muchos deslumbramientos; pero nunca el tamaño de ese deslumbramiento había sido tan gigantesco, en comparación con el diminuto reconocimiento de un autor. Castellani se distinguió siempre por sostener –y no enmendar– aquellas posturas estéticas, filosóficas o religiosas que los repartidores de bulas del cotarro cultural han decidido anatemizar; y esta vocación felina de singularidad lo ha expulsado a esos arrabales de descrédito donde la moderna censura del pensamiento hegemónico sepulta a quienes tienen la gallardía de llevar la contraria sin desmayo. En honor a la verdad, esta condena en muerte no es demasiado diversa a la que padeció en vida: expulsado de la Compañía de Jesús, Castellani sufrió todo tipo de iniquidades y tropelías, hasta morir, viejo y achacoso, sin más refugio que su fe montaraz y la lealtad acérrima a sus dos vocaciones, tan íntimamente desposadas entre sí: la sacerdotal y la literaria.

    Hace unos días, invitado por el Colegio Mayor Universitario San Pablo en Madrid, hablé a unos jóvenes del descubrimiento gozoso de Castellani. Descubrí entonces, con sorpresa y júbilo, que había entre ellos un par de argentinos que compartían mi devoción por aquel cura quijotesco y trabucaire. Ambos eran hijos de discípulos de Castellani, hombres que habían compartido las tribulaciones del maestro y lo habían acompañado en los años de la tribulación (que fueron casi todos), cuando apenas encontraba quien editara sus libros. Uno de esos jóvenes, Mariano Jora, me confió que en su habitación guardaba, a modo de reliquia, las fatigadas gafas que Leonardo Castellani gastó en sus postrimerías, antes de cerrar los ojos, o de abrirlos a la única Gloria que persiguió en vida. Le rogué a Mariano, con secreto temblor y rendido alborozo, que me las mostrara; y Mariano corrió a su habitación para traérmelas. Eran unas gafas de montura pobretona, unas gafas tan menesterosas que parecían como en parihuelas o cabestrillo, con las patillas flojas y liadas de esparadrapos costrosos. Eran las gafas de un hombre que vive en el alambre de la pura supervivencia, las gafas de un hombre que no tiene dinero para cambiárselas, las gafas de un hombre que ni siquiera piensa en cambiárselas, porque ha hecho de la pobreza su escuela, su avío, su consuelo, su nobleza, su más íntima sustancia.

    Me quedé mirándolas un largo rato, con emoción compungida, como si en aquellas gafas se cifrase una dolorosa enseñanza moral. Y pensé que aquellas gafas casi mendicantes, testimonio de una vida de privaciones e infortunios, eran también la metáfora de una época miope que gasta a sus mejores hombres sin siquiera reparar en ellos, demasiado engolfada en modas y vanidades filibusteras. Pero está de Dios que Leonardo Castellani sea redescubierto: con que sólo una de las personas que lean este artículo rebusque sus libros y se asome a sus páginas, picada por el gusanillo de la curiosidad, seré el hombre más feliz de la Tierra.

    http://www.xlsemanal.com/web/firma.p...&id_firma=6211
    El noble es aquel:
    que tiene alma para sí y para otros.
    Son los nacidos para mandar.
    Son los capaces de castigarse y castigar.
    Son los que en su conducta han puesto estilo.
    Son los que no piden libertad sino jerarquía.
    Son los que sienten el honor como la vida.
    Son los capaces de dar cosas que nadie obliga y abstenerse de cosas que nadie prohíbe. Son los...

    ("El nuevo gobierno de Sancho" Leonardo Castellani)

  2. #2
    Avatar de VonFeuer
    VonFeuer está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Las Gafas de Castellani

    También me sorprendió leer a Prada hoy en el Xl semanal, dando un homenaje a un escritor tan bueno (por los pocos textos que he podido leer y tan poco conocido por el público en general.

    ¿Por cierto alguién sabe donde encontrar los libros de Castellani?

  3. #3
    Avatar de Donoso
    Donoso está desconectado Technica Impendi Nationi
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    Re: Las Gafas de Castellani

    A través de iberlibro.com (parte superior o inferior de esta página) puedes encontrar librerías de viejo que los tienen.
    Físicamente yo los he visto en la capilla de FSSPX en Madrid, pero igualmente se trata de ejemplares de viejas ediciones.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  4. #4
    Avatar de VonFeuer
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Muchas gracias!

  5. #5
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Yo creo que Prada está cada vez mejor desde que lee a Castellani. Vale la pena que demos a conocer a este genial teólogo, novelista, filósofo y poeta. En Internet también se pueden encontrar algunos textos y artículos suyos aunque no muchos. Hace poco me lo pasé en grande leyendo El nuevo gobieno de Sancho. Es una divertidísima sátira que arremete contra el liberalismo con una ironía como solo los argentinos pueden conseguir. Aquí hay un enlace al texto en la Biblioteca Virtual Cervantes:

    http://www.cervantesvirtual.com/serv...0035/index.htm

  6. #6
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    LEONARDO CASTELLANI

    Resulta muy oportuno, en estos difíciles y duros tiempos que nos toca vivir, publicar un trabajo tan serio y certero como el que ha realizado el Padre Juan Carlos Ceriani, sobre la figura y la obra de este profeta, inmerecido por Argentina, que fue el Padre Leonardo Castellani. Profeta que aún hoy, a veinte años de su muerte permanece ignorado por su propio pueblo, cuando no también aún perseguido por la envidia y la mediocridad. "El Padre Castellani no es la Iglesia"; "el Padre Castellani no es infalible" (él jamás pretendió, ni dijo ser ni poseer ninguna de estas cosas, como humilde servidor del Verbo que siempre fue, y como católico ortodoxo que nunca dejó de ser) pero, como todo verdadero profeta, dijo “su” palabra (que no era propiedad suya) hasta el martirio, porque, para quienes les conocimos personalmente, el Padre Castellani fue también un mártir de esta Argentina injusta e ignorante.
    Asombra realmente leer estas páginas, estos fragmentos escogidos de sus obras sobre el Apocalipsis y sobre el actual misterio de iniquidad y de oscuridad que padecemos todos los católicos, por la anticipación con que supo ver los problemas que nos aquejan hoy, especialmente a los argentinos. Porque el Padre Castellani no solo nació y vivió en la Argentina, sino que vio todo por y a través de Argentina... y sufriendo a Argentina. Por alguna razón misteriosa, Dios se compadeció de nosotros, los argentinos, dándonos a alguien como al Padre Castellani. Y que Él tenga misericordia de nosotros y nos ayude a no despreciar y a no ignorar las gracias que nos envía, para que no se cumpla aquello que solía decir el mismo Castellani (¿citando a Kirkegaard?): “La gracia que no convierte, pervierte”. Escuchemos a Castellani.
    Carlos Pérez Agüero



    "El Reverendo Padre Leonardo Castellani. Un profeta de los últimos tiempos"

    capítulos:
    Estado de la cuestión. La Cristiandad será profanada
    Conjeturas proféticas
    La Iglesia Conciliar opta por la revolución
    Un Papa y un Obispo de la Tradición
    ¿Qué tenemos que hacer?
    Conclusión


    Si Castellani era un profeta. Por Sebastián Randle. Presentamos, en esta ocasión, una pequeña pero muy sustanciosa conferencia expuesta por Sebastián Randle, dictada el 21 de Abril del 2006, exponiendo de manera sintética y precisa la vocación por la cual siempre -el Padre Castellani- tuvo que luchar y sufrir; su vocación de profeta y patriota. Actualmente, como vemos, sigue siendo perseguido con la guerra del silencio y la calumnia, por el mismo tipo de personajes que lo acosaron durante su vida, gracias a que, cada vez, su obra profética se hace más actual todavía.
    La versión está tomada directamente de los apuntes utilizados en la conferencia. Para una profundización mayor sobre el tema, recomendamos la lectura del libro “Castellani, 1899-1949” del mismo autor, editado por Vortice en el 2003.

    Por la conversión de los que injuran a Dios de palabra, escrito o acción. MENSAJERO DEL CORAZON DE JESUS, Buenos Aires, Año XXV III Tomo III Nº 4, diciembre de 1941.

    La cobardía es un pecado, y en algunos casos muy grande. Tomado del libro "El Evangelio de Jesucristo".
    Sermón del polvo. Tomado del libro "Crsito ¿Vuelve o no vuelve?"

    Cartas de un demonio a otro. Desde bastantes años atrás el P. Leonardo Castellani estaba trabajando en la redacción de un libro que se iba a llamar algo así como "Cartas de un demonio a otro". Inspirándose en la imaginación de Lewis y su notable obra "Cartas de un diablo a su sobrino", Castellani pensaba exponer las realidades sobrenaturales y naturales como si las captase desde el punto de vista del Maligno.
    Homilías:
    El R. P. Leandro Castellani comentando el Evangelio, en un sermón de 1966, correspondiente al Domingo vigecimocuarto después de Pentecostés hace éste comentario profético, para nosotros, refiriéndose a “la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el lugar santo (el que lea, que entienda)”.

    «Éste trozo comienza en el último “Signo” de la Parusía, el Sagrario desolado; o sea la abominación de la desolación dónde no debería estar.»
    "Domingueras prédicas" pág. 291, ediciones Jauja 1997.
    Castellani en inglés:
    Is Christ ever coming back?. Para aquellos que deseen dar conocimiento del padre Castellani a algún amigo de habla inglesa, ofrecemos una traducción de “Cristo ¿Vuelve o no vuelve?”. Agradecemos a Sebastián Randle por la traducción al inglés. “Is Christ ever coming back?”.



  7. #7
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    SEMBLANZA DE LEONARDO CASTELLANI
    Buenos Aires - 2005
    INDICE

    Biografía
    Listado de Obras
    Aproximación a la obra de Leonardo Castellani - Ana Maria Llurba

    El Misántropo (de "Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas)
    Extractos de "Camperas"
    La Verdad ( de "San Agustin y Nosotros")
    Parábola del Sepulcro y las Víboras (de "Las Parábolas de Cristo")
    La Provocación (de "Cristo y los Fariseos")
    Leon Bloy, por Leonardo Castellani
    Santo Tomás
    Carta a Leónidas Barletta
    Poesías



    Presentar al Padre Leonardo Castellani es poco menos que imposible.
    Basta con repasar tan sólo superficialmente su biografía y echar una mirada a vuelo de pájaro sobre su obra para darse cuenta de que no estamos ante un individuo común cuya existencia pueda ser resumida mediante el recitado institucional de las banalidades habituales.
    Y es que Leonardo Castellani no fue un hombre común. Toda una generación — tanto de amigos como de adversarios — estaría dispuesta a testificar que fue un ser excepcional. Y para muchos de esa generación el "Padre Castellani" es prácticamente toda una leyenda.
    Para los de la generación siguiente — que es la que hoy tiene entre veinte y treinta años, o un poco más — Castellani es un casi desconocido. No figura entre los "top ten" de ningún "ranking".
    Y eso no es bueno. Las personas como él merecen un puesto en la Historia viva de la especie. Por honestas. Por sinceras. Por ser de una sola pieza y por no conocer de hipocresías. Castellani perteneció todavía a una generación de seres humanos con los que se podía estar de acuerdo, o en desacuerdo; pero no se podía dejar de respetarlos. A veces, de admirarlos. Aunque muchos de ellos — y Castellani era uno — probablemente hubieran recibido la admiración con cierta ironía.
    Lo cual a veces me hace pensar que no tuvieron noción de su grandeza.
    O la tuvieron, pero lo que sucede es que nosotros nos hemos ido empequeñeciendo.
    Vayan, pues, estos textos y vaya esta semblanza como muestra — pequeña e insuficiente — de la envergadura de Leonardo Castellani y de lo que hemos perdido con su desaparición física.
    Ojalá sirvan para mantener vivo entre nosotros a su espíritu y a su pensamiento.
    Que, más allá de acuerdos o desacuerdos, buena falta nos hacen.
    Denes Martos, Febrero 2005.

    Leonardo Luis Castellani - Biografía
    Nacido en Reconquista, Provincia de Santa Fe, República Argentina, el 16 de noviembre de 1899. Era hijo de Héctor Luis Castellani y Catalina Contepomi. Héctor Luis llegó a la Argentina en 1872 a los 5 años con su padre Leonardo, arquitecto florentino y fundador de la colonia San Antonio de Obligado en el norte santafesino. Don Héctor fue maestro normal y ejerció el oficio de periodista. Fundó y dirigió el periódico "El Independiente", el primero en el norte de Santa Fe. En la época de Leandro N. Alem, militó en la Unión Cívica Radical. Tras un confuso episodio con la policía provincial en 1906, Don Héctor recibió un pistoletazo que le produjo la muerte. Su madre, Catalina Contepomi, era nacida en la Argentina de una familia de inmigrantes friulianos, supuestamente descendientes de condes. Los Castellani Contepomi tuvieron otros tres hijos menores: María Magdalena, Luis Oscar y Armando Néstor.
    En su niñez Leonardo Luis perdió un ojo que le fue reemplazado por uno de vidrio. Asistió a la escuela primaria particular de don José Parodi y en 1913 quedó pupilo en el célebre Colegio de la Inmaculada, dirigido por los padres jesuitas en Santa Fe. Allí conoce a dos amigos de toda la vida: el poeta Horacio Caillet Bois y el político sanjuanino Alberto L. Graffigna.
    El 27 de julio de 1918 ingresó como novicio a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Córdoba. En 1924 pasa al Colegio del Salvador en Buenos Aires donde enseñaba Castellano, Literatura, Historia e Italiano. Por esos años publica en la revista del Colegio su fábulas camperas.
    En 1928 comienza sus estudios de Teología en el Seminario Metropolitano de Villa Devoto. A fines de 1929 es enviado a Europa a proseguir sus estudios.
    En la Universidad Gregoriana de Roma tuvo como profesores al cardenal Luis Billot S.J. y al P. Charles Boyer S.J., entre otros grandes. El 31 de julio de 1930 el cardenal Marchetti-Selvaggiani lo ordena sacerdote en Roma.
    El 8 de julio de 1932 parte para Francia, donde permanece tres años. El primer año, en Amiens-sur-Marne (Picardía), comienza estudios de filosofía. Pasa luego a París donde asiste a la Facultad de Filosofía de la Sorbona como alumno regular. Emile Brehier fue su profesor de Historia de la Filosofía. Concurre a cursos libres: al de George Dumas sobre examen clínico de enfermos mentales en "L'Asyle Sainte Anne" (1933-34), al de George Wallon sobre la escuela nueva (1932-33), y a los del P. Marcel Jousse S.J. --de cuyas ideas fue introductor en Argentina-- en "L'Ecole d'Antropologie" (1932-33) y en la "L'Ecole Practique des Hautes Etudes" (1933-34). Al finalizar el curso de 1934 se le otorga el diploma de "Etudes Superieurs en Philosophie, Section Psychologie".
    En julio de 1934 va a Alemania y Austria con el patrocinio del embajador argentino en Francia, Dr. Tomás Le Breton, para profundizar sus estudios sobre Psicología y problemas educacionales. Visita escuelas especiales y reformatorios infantiles en Milán, Munich, Innsbruck y Viena. A principios de 1935 pone fin a su formación intelectual y regresa a su patria. Durante su estada en Europa había comenzado a colaborar en Criterio, lo cual sigue haciendo hasta 1942. Apareció además, en Buenos Aires, la primer edición en libro de sus Camperas.
    En la ciudad eterna, se postuló al examen Ad Gradum, el cual exige el conocimiento y desarrollo de temas tan especializados y difíciles que, en cada siglo, uno o dos candidatos se presentan a rendirlos; mas, en ocasiones, ninguno los aprueba. Castellani, con notas todas sobresalientes, obtuvo el título más alto que la iglesia católica otorga a los más sabios entre sus doctores. Este título es el apodado "diploma bulado" por llevar como protocolización el mismo sello de plomo de las bulas pontificias. En él, el Su Santidad Pío XI y el General de la Compañía de Jesús, P. Wladimir Ledochowski, en 1931 acreditaron con su firma, que Leonardo Luis Castellani era "Doctor Sacro Universal" Cum licentia ubique docendi, cuyo título habilita a enseñar filosofía y teología en cualquier universidad católica del mundo sin reválida. El eximio título de Doctor Sacro Universal, asimismo, le daba derecho a publicar sus escritos sin censura previa, en los países donde no hubiese otro título igual o superior al suyo. Superior, no existía ninguno; igual, nadie lo tenía en la iglesia americana desde el Descubrimiento hasta él.
    Fue teólogo, filósofo y poeta, y a juicio de un destacado filósofo actual, Héctor Mandrioni --quien fuera discípulo suyo--, "fue la inteligencia más brillante que produjo la Iglesia argentina" y fue también en buena medida desaprovechado por ella.
    Sus esfuerzos intelectuales se dirigían hacia la Literatura y la Política. Así colaboró con Delfina Bunge de Gálvez en Ichtys, en el diario de los Mitre, La Nación (1937-41), con su amigo Lautaro Durañona y Vedia y con Santiago Díaz Vieyra en Cabildo (desde 1943). Fue director de la revista Estudios (1940-42).
    Compartió una conmovedora amistad con el escritor Leopoldo Lugones quien se encontraba a punto de su conversión al catolicismo al producirse su suicidio. De acuerdo con Castellani, el suicidio de Lugones fue el fruto de la oposición de ciertos católicos de nota, incluida parte de la jerarquía eclesiástica, a su conversión.
    En las elecciones del 24 de febrero de 1946 es candidato a diputado nacional en segundo lugar por la Capital Federal a través de la Alianza Libertadora Nacionalista, que lleva su propia lista pero apoya la fórmula Perón-Quijano. No es electo y entre los años 1947 y 1951 vive los momentos de crisis con la Compañía de Jesús y de reinserción en la Iglesia Católica.
    En diciembre de 1946, parte hacia Roma en el "Naboland" con un pasaje obsequiado por el P. José Silva S.D.B. Pretende hacer conocer al general de la Compañía de Jesús los hechos irregulares de que ha sido víctima y la situación insufrible que le ha sido creada. El 1 de enero de 1947 llega a Génova. Por fin es recibido por el P. Janssens quien lo conmina a salir de la Compañía de Jesús bajo condiciones que él determinaría posteriormente. No acepta y permanece en Roma. En junio de 1947 recibe orden por escrito de trasladarse perentoriamente a Manresa, España.
    En la reclusión de Manresa pasa dos años de sufrimiento. Su confesor el P. José Murall S.J., y sus amigos argentinos y españoles le aconsejaron que solicitase su traspaso al clero secular, lo que finalmente hizo. Abandonó Manresa el 19 de julio de 1949 y llegó a Buenos Aires en avión el 22 del mismo mes. Se albergó en el Colegio del Salvador, dio cuenta de lo acaecido al P. Juan Castillejo S.J., rector del Colegio, y por escrito, por estar ausente en Córdoba, al P. Juan Moglia S.J. Por último, el 18 de octubre de ese año se le separa de la Compañía sin proceso.
    Fue acogido con benevolencia y amistad por Mons. Roberto Tavella, arzobispo de Salta, quien lo alojó en su casa. En Salta, adonde llegó en 1950, fue poco a poco mejorando su salud, aunque el clima no era el ideal para él. Se desempeñó en la Escuela Normal de esa ciudad al frente de las cátedras de Metafísica y de Problemas Nacionales.
    Viaja a Buenos Aires a consultar a sus médicos. Estos le piden que abandone Salta y descanse al menos un año en Reconquista, su pueblo natal.
    A comienzos de 1952 se establece en Buenos Aires y reasume su cátedra en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. En 1951 el gobierno de Perón había expropiado el diario La Prensa, que pasaba al dominio de la Confederación General del Trabajo, siendo director el escritor César Tiempo; allí Castellani colaboró en el Suplemento Literario. Hasta 1953 colabora también en la revista peronista Continente. En 1952 y 1953 dictó cursos de filosofía en la Sociedad Científica Argentina, y en 1954 y 1955, en el Teatro del Pueblo
    Durante este tiempo sucede algo curioso, si bien había sido rehabilitado por el arzobispo salteño, en Buenos Aires no se le permitía ejercer sus funciones sacerdotales en público.
    En 1955 es dejado cesante en sus cátedras, durante lo que él mismo Castellani denominó "el sarampión anticlerical de Perón". Sólo se le permite colaborar en el diario Tribuna de San Juan, dirigido por su amigo Alberto Graffigna. Allí durante todo el año '56 publica los comentarios al Evangelio dominical.
    Tras la caída de Perón, Castellani continúa su vocación periodística principalmente en Azul y Blanco. Sin embargo, en 1957 Tribuna es clausurado.
    Como sacerdote recién en 1966, por gestión del Nuncio Apostólico, Mons. Lino Zanini, se le restituyó plenamente el ministerio sacerdotal, sin reservas ni condicionamientos. Así readmitido entre el clero de Buenos Aires, dictó sus últimos cursos y conferencias: en el Colegio Champagnat (1965), en el Salón de Actos de la Parroquia del Socorro (1968 y 1969), en el local de Patria Grande (1974, 1975 y 1976). También en esta época (1967-69), funda, dirige y escribe asiduamente en Jauja.
    Muy tarde, llegaron algunos reconocimientos, Doctor "Honoris Causa" por la Universidad de Buenos Aires y el premio "Consagración Nacional" (30 de diciembre de 1975).
    Pasó sus últimos años como ermitaño urbano, acompañado únicamente de Irene Caminos, su ayudante, y las visitas frecuentes de sus amigos. Falleció el 15 de marzo de 1981 en la ciudad de Buenos Aires.
    Su tomismo fue muy original, combinando elementos del neoescolasticismo italiano y del tomismo francés de principios del siglo XX, con el suarecianismo aprendido en su Orden. A mediados del siglo XX se vinculó a Pierre Marechal y su intento de explicación kantiana del tomismo. En sus años de persecución, se fue identificando de apoco con el danés Sören Kierkegaard, pastor luterano fundador del existencialismo, y adoptando muchas de sus reflexiones.
    Se puede decir que, a diferencia de lo que sucedió con muchos otros pensadores de su generación, permaneció fiel a su pensamiento político toda su vida. Sólo comparando dos obras centrales, Las canciones de Militis, que firma con el seudónimo de Jerónimo del Rey, la cual recoge artículos publicados en Cabildo entre 1943 y 1944, y Esencia del liberalismo, que recoge una conferencia en la librería Huemul de 1960. El tema central del pensamiento político de Castellani es el anti-liberalismo o, tal vez mejor, desde la fe y el pensamiento católico juzga al liberalismo como una etapa del proceso de destrucción de la Cristiandad iniciado por la Reforma protestante, continuado con la Ilustración y la Revolución Francesa, y que engendró al comunismo. El liberalismo ha hecho mucho mal en Argentina y otros pueblos católicos: "Una herejía medio católica, medio protestante y medio atea [...] vino a la vida justamente cuando nosotros los argentinos veníamos a la independencia. Nos hizo tanto mal como una damajuana de caña en una jaula de monos: y no nos arruinó del todo, porque por gracia de Dios aquí había fuertes vitaminas españolas. Y también había hombres que no eran monos." Párrafos anteriores decía: "Esa obsesión de la libertad propia de un loco vino a servir maravillosamente a las fuerzas económicas que en aquel tiempo se desataron, y al poder del Dinero y de la Usura, que también andaban con la obsesión de que los dejasen en paz", marcando una conexión necesaria entre liberalismo y capitalismo salvaje, que engendra el colectivismo marxista.
    Por iniciativa del cardenal Antonio Quarracino se inició una revalorización del padre Castellani, plasmada en la edición de sus obras completas en los '90.

    Listado de Obras:
    El siguiente listado de las obras del P. Castellani está adaptado de la Bibliografía elaborada por el Dr. Pedro Luis Barcia, publicada en la revista "El Gato Negro", diciembre de 1996. Se omiten numerosos prólogos y epílogos a libros de otros autores, traducciones, comentarios y numerosos artículos periodísticos en diarios y revistas, y obras de otros autores sobre Castellani.


    01. Camperas
    "Camperas" Fábulas santafesinas. Proemio del autor. Prólogo de Hugo Wast. Buenos Aires, Ediciones Surgo, 1931, 304 pp.
    "Camperas" Cuentos de la pampa y el monte. Buenos Aires, Editorial La Mazorca, 1941, 111 págs. Con ilustraciones de Tinton. Consta de 18 fábulas seleccionadas de la primera edición. "Fdo. Jerónimo del Rey". Lleva un leve prefacio sin firma.
    "Bichos y personas. (Camperas)" Buenos Aires. Plantin Editorial, 1951, 323 pp. Con ilustraciones de Juan Font. Edición notablemente aumentada. No lleva el prólogo de Hugo Wast.
    "Camperas" Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964, 255 pp. Con el proemio del autor. Incluye una nueva sección, la XVI. Otra edición: Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1967, 201 pp.
    "Bichos y personas" (Camperas). Buenos Aires, Organización San José, 1970,254 pp. Repone el prólogo de Hugo Wast y la Introducción del autor.
    "Camperas" (Bichos y personas), Buenos Aires Ediciones Dictio, 1976.
    "Camperas" Prefacio de Fray Aníbal Fosbery O.P. Con vocabulario anexo. Buenos Aires, Vórtice, (1992), 234 pp. El vocabulario lo preparó Mabel Radis. Los dibujos del interior son de Laura Soldevila. Repone el prólogo de Hugo Wast: "He hallado un fabulista" y la "Introducción" y el "Prólogo" del autor. Contiene 92 fábulas en XVII secciones. Es la edición más completa de la obra.
    02. La catarsis católica en los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola
    "La catharsis catholique dans les exercises spirituels d'Ignace de Loyola". 1. La premiêre semaine. París, 1934, 91 pp. (150 x 95 mm). Edición restringida (Tesis doctoral).
    Hay edición castellana: "La catarsis católica en los ejercicios espirituales de Ignacio de Layola". 1. La primera semana. Buenos Aires, Ediciones Epheta, 1991, 119 pp.
    03. Historias del norte bravo
    "Historias del Norte bravo". Buenos Aires, Editorial Serviam, 1936, 221 pp. Prólogo del autor. Con el seudónimo de Jerónimo del Rey.
    Segunda edición, Buenos Aires, Librería Huemul, 1970,141 pp. Prólogo de Víctor Eduardo Ordóñez. Tercera Edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 22. Edición aumentada a 28 cuentos en cuatro secciones.
    04. San Agustin y Descartes
    Separata de Descartes. Homenaje en el tercer centenario del Discurso del método, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1937, 358 pp. La separata tiene numeración 117 a 159. Ensayo filosófico incorporado a la obra asentada en no 9, cap. VIII.
    05. Sentir la Argentina. Leopoldo Lugones.
    Buenos Aires, Editorial Adsum, 1938,33 pp. Con un retrato a lápiz de Lugones hecho por Alejandro Sirio. Es el artículo que publicara en La Nación, el domingo 12 de mayo de 1938, p. 1 .
    Este ensayo va a ser incluido en la obra Critica Literaria, a. no 13. Y luego, como cap. 5 del libro Lugones, a. no 31.
    06. Notas sobre la psicología cartesiana
    Separata del volumen Escritos en honor de Descartes, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1938, 337 pp.
    Será incluido como capítulo de Conversación y critica filosófica, a. no 9.
    07. La reforma de la enseñanza
    "La reforma de la enseñanza". Con una introducción del Dr. Celestino Marcó. Buenos Aires, Editorial Difusión, 1939, 215 pp.
    Segunda edición: Buenos Aires, Vórtice, 1993. Con una "Presentación" del Cardenal Antonio Quarracino. Prólogo y notas de Juan Carlos Ballesteros.
    08. Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas
    "Martina Ofelia. (Romance para ciegos)", Buenos Aires, Editorial Difusión, 1939, 150 pp. Introducción de Mons. Gustavo Franceschi.
    "Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas". Buenos Aires, Ediciones Penca, Club de Lectores, 1944, 254 pp. Con el seudónimo de Jerónimo del Rey. Agrega un capítulo, "El tanguista", del libro El nuevo gobierno de Sancho.
    Otra edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 22.
    09. Conversación y crítica filosófica
    "Conversación y crítica filosófica". Cuadernos de Psicología. Buenos Aires, Espasa Calpe Argentina, 1941.
    Segunda Edición: Buenos Aires, El Ermitaño Urbano, 285 pp. 1986
    10. Las 9 muertes del padre Metri
    "Las 9 muertes del Padre Metri". Buenos Aires, Ediciones C.E.P.A., 1942, 260 pp. Con una advertencia del autor.
    Segunda edición, con el título de Las muertes del Padre Metri, Buenos Aires, Ediciones Sed, 1952, aumentada con tres poemas y dos cuentos.
    Tercera edición: Bixenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 24..
    11. El nuevo gobierno de Sancho
    "El nuevo gobierno de Sancho". Buenos Aires, Librería y Editorial El Ateneo, 1942, 208 pp. Advertencia del autor y prólogo de Juan Oscar Ponferrada. Como autor, figura Cide Hamete Benengeli, y Jerónimo del Rey como traductor del arábigo. Con dibujos de Marius (Carlos Vergottini).
    Segunda Edición: Buenos Aires, Ediciones Penca, Club de Lectores, 1944. Aumentada con tres capítulos y uno inconcluso, "El hombre que vio al Diablo", tomado de Martita Ofelia, a. nº 8.
    Tercera edición: Buenos Aires, Theoría, 1965, aumentada.
    Cuarta edición: Buenos Alres, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca Dictio, 1.
    Quinta edición: Buenos Aires, Theoría, 1991.
    Sexta edición: Buenos Aires, Vórtice-Serviam (Exposición del Libro Católico), 1991
    12. Una santa maestrita.
    "Una vida admirable de la bienaventurada María Bartolomé Capitanio, fundadora del Instituto de las Hermanas de Caridad, llamada de la Virgen Niña". Narrada por Leonardo Castellani. Con dibujos de Font. Buenos Aires, Escuela Tipográfica Don Guanella, 1944,123 pp. Hagiografía.
    13. Crítica literaria
    "Crítica Literaria". Prólogo de Hernán Benítez. Buenos Aires, Ediciones Penca, 1945, 487 pp.
    Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1974; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, IV. Ensayos y crítica literaria.
    14. Las canciones de Militis
    "Las canciones de "Militis. Buenos Aires, Editorial de Formación Patria, 1945, 224 pp. Con un prólogo del autor, firmado: Jerónimo del Rey.
    Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1973; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, 1, 391 pp. Con el agregado de "6 ensayos y 3 cartas", pp. 253 a 361. El volumen se cierra con una "Reseña Biográfica" y una "Bibliografía de L. C." (pp. 363-391) compuestas por Jorge Castellani, el editor de la colección y sobrino de L. C..
    Tercera edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 19, con un estudio preliminar de Rubén Calderón Bouchet.
    15 Elementos de metafísica.
    "Elementos de metafísica" Buenos Aires, D.A.L.I.A., 195 1, 225 pp. Manual filosófico para el sexto año secundario. Hubo una primera versión en Salta, mimeografiada y sin numeración, en 1950, con el título "Rudimentos de metafísica"
    16. Cristo ¿vuelve o no vuelve?
    "Cristo, ¿vuelve o no vuelve?" Ensayos religiosos. Ilustraciones de Vergottini (Marius). Buenos Aires Paucis Pango, 1951, 274 pp. Advertencia preliminar del autor.
    Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca Dictio, vol. 5.
    17. El libro de las oraciones
    "El libro de las oraciones". Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1951, 244 pp. Con un aparato con datos biográficos del autor.
    Segunda edición, aumentada: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca Dictio, vol. 25. Poesías.
    18. La muerte de Martín Fierro
    "La muerte de Martín Fierro". (Desiderio Fierro Cruz). Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1953, 297 pp. Poesía.
    19. Los papeles de Benjamín Benavídez
    "Los papeles de Benjamín Benavides". Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1954 pp. Contiene solamente los Cuadernos 1 y 11 de la obra.
    Segunda edición: México, Edicionesjus S.A., 1967,411 pp. Contiene los cuadernos I, II y III.
    Tercera edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 30. La obra completa, con los cuatro cuadernos. Narrativa y ensayística aunadas.
    20. Explicación y prueba en psicológia.
    Separata de las Actas del Primer Congreso Argentino de Psicología, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 1955, 380 pp. Corresponde a las pp. 305 a 322.
    21. Su Majestad Dulcinea
    "Su majestad Dulcinea. Historia pueril-profético-policial-prodigioso-político-religiosa del fin de este siglo extraída de las memorias de Luis Sancho Vélez de Zárate Namuncurá (a) el Cura Loco; Primer Patriarca del Neo-Virreynato del Río de la Plata por Edmundp Florio y Jerónimo del Rey". Ilustraciones de Ballester Peña y Juan Francisco Lanosa. Buenos Aires, Ediciones Cintra, 1956, sin foliación.
    Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones Patria Grande, 1972, 300 pp.
    22. El Evangelio de Jesucristo
    "El Evangelio de Jesucristo" Buenos Aires, Itinerarium, 1957, 402 pp. Firmado como Leonardo Castellani Conte Pomi Ph. D.
    Segunda edición: Buenos Aires, Itinerarium, 1958, corregida y aumentada.
    Tercera Edición: Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1963;
    Cuarta edición: BuenosAires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 7.
    23. El enigma del fantasma en coche
    "El enigma del fantasma en coche". Buenos Aires, Ediciones Norte, 1958, 153 pp.
    Segunda edición: Buenos Aires, s. ed., 1976.
    24. El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trio
    "El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trío". Buenos Aires, Ediciones Doseme, 1959, 157 pp.
    25. Las parábolas de Cristo
    "Las parábolas de Cristo". Buenos Aires, Itinerarium, 1959,345 pp.
    Segunda edición: Mendoza, Ediciones Jauja, 1994.
    26. Doce parábolas cimarronas
    "Doce parábolas cimarronas". Buenos Aires, Itinerarium, 1959, 173 pp.
    Segunda edición: Buenos Aires, Itinerarium, 1960, 173 pp.
    27. Esencia del liberalismo.
    Buenos Aires, Librería Huemul, 1961, 30 pp.
    Segunda edición: Buenos Aires, Editorial Nuevo Orden, 1964, 30 pp.
    Tercera edición: Buenos Aires, Librería Huemul, 1971, 55 pp. Edición aumentada con un apéndice y tres capítulos.
    Cuarta edición, aumentada: Buenos Aires Dictio, 1976; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, VIII, v. asiento nº 31.
    28. Perspectivas argentinas.
    Buenos Aires, Librería Huemul, 1962, 27 pp.
    30. El Apokalipsis de San Juan
    "El apokalipsis de San Juan". Traducción del griego y estudio literal. Buenos Aires. Ediciones Paulinas, 1963, 388 pp.
    Segunda edición: México, Editorial Jus S.A., 1967, 358 pp.
    Tercera edición: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977; Biblioteca Dictio, vol. 10.
    Cuarta edición: Buenos Aires, Ediciones Vórtice, 1990 Con un prólogo del Padre Alfredo Sáenz, S. J.
    31. Lugones
    "Lugones". Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964,129 pp. Firma como Leonardo Castellani Conte Pomi. Incluye a. nº 5.
    Segunda edición aumentada: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, VIII, v. a. nº 45.
    32. El rosal de nuestra Señora
    "El rosal de Nuestra Señora". Buenos Aires, Ediciones Nuevas Estructuras, (1964), 142 pp.
    33. Sonatas tristes de todo el año manresano. Poemas.
    "Sonatas tristes de todo el año manresano". Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964, 54 pp.
    34. Juan XXIII (XXIV)
    "Juan XXIII (XXIV) o sea la resurrección de Don Quijote. (Sinfonía fantástica a la Berlioz en tres movimientos y una coda; para uso de naciones subdesarrolladas)." El título en tapa es Juan XIII Una fantasía. Firma como Jerónimo del Rey. Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1964, 342 pp. Novela
    35. Las profecias actuales
    "Las Profecías actuales". Buenos Aires, Cruz y Fierro Editores, 1966, 28 pp.
    36. Freud en cifra
    "Freud en cifra". Buenos Aires, Cruz y Fierro Editores, 1966, 70 pp.
    Segunda edición: Buenos Aires, Ediciones del Buen Ladrón, 1991, 78 pp.
    37. Decíamos ayer
    "Decíamos ayer..." Buenos Aires, Editorial Sudestada, 1968, 424 pp.
    38. Crestomatía
    "Crestomatía". Buenos Aires, Cruz y Fierro Editores, 1969, 224 pp. Introducción, glosa y anexo gramatical de la profesora Irene Enriqueta Caminos. Es una antología de textos de L. C. para la enseñanza.
    39. Política y salvación
    "Política y salvación". Buenos Aires, Ediciones Patria Grande, s. a. (1972), sin numeración.
    40. De Kirkegord a Tomás de Aquino
    "De Kirkegord a Tomás de Aquino". Buenos Aires, Editorial Guadalupe, 1973, 264 pp.
    41. Seis ensayos y tres cartas
    "Seis Ensayos y tres cartas". Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1973, Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, 1 v. a. nº 14.
    Segunda edición, aumentada con cinco ensayos: Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1978; Biblioteca Dictio, vol. 20.
    42. Crítica literaria - Notas a caballo de un pais en crisis
    "Notas a caballo de un país en crisis", en el tomo del a. no 13. Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1974; Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, IV: "Crítica literaria. Notas a caballo de un país en crisis". Lleva estudio de Bernardino Montejano, h.
    43. Catecismo
    "Catecismo". Buenos Aires, Círculo de Amigos de Leonardo Castellani, 1975, 140 pp.
    44. El ruiseñor fusilado - El místico
    "El ruiseñor fusilado. El místico". (jacinto Verdaguer, presbítero). Buenos Aires, Ediciones Penca, 1975, (colofón, en portada, 1952), 314 pp. La biografía y crítica de Verdaguer, pp. 9-154; el drama en tres actos, El místico, pp. 155-314
    45. Nueva crítica literaria
    "Nueva crítica literaria". Obra publicada junto a las obras registradas en los asientos nº 31 y 27. Lugones. "Esencia del liberalismo. Nueva crítica literaria". Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1976. Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, VIII. Los dos primeros libros están aumentados en su contenido. Las tres obras llevan sendos prólogos de: Jorge N. Ferro, Roberto H. Rafaelli y Juan Luis Gallardo. Ensayos.
    46. Una gloria santafesiana:Horacio Caillet-Bois. Vida y Obra
    "Una gloria santafesina. Horacio Caillet-Bois. Vida y obra". Buenos Aires, Ediciones Penca, 1976, 255 pp.
    47. Catecismo para adultos
    "Catecismo para adultos". 16 lecciones sobre el Verbo Encarnado. Buenos Aires, Ediciones del Grupo Patria Grande, 1979,189 pp.
    48. Proceso a los partidos políticos
    "Proceso a los partidos políticos". Buenos Aires, s. ed., 1982, 52 pp. Contiene: "Martita Ofelia, víctima ritual", "Romance de Martita Ofelia", "Dollyla libertad de imprenta" y "La 'bocación' de maestra".
    49. Sentencias y aforismos políticos
    "Sentencias y aforismos políticos". Buenos Aires, s. ed., 1982, 63 pp. Selección temática de 260 reflexiones breves.
    50. Las ideas de mi tío el cura
    "Las ideas de mi tío el Cura". Buenos Aires, Editorial Excalibur, 1984, 233 pp. Prólogo del P. Carlos Miguel Buela. Nota Editorial de Antonio Caponetto y Jorge N. Ferro.
    51. Antología de cuentos.
    "Antología de cuentos". Introducción y selección de Fermín Chávez. Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación-Gram Editora, 1994, 161 pp.; Colección Identidad Nacional, 31.
    52. Psicología humana
    "Psicología humana". Mendoza, Ediciones Jauja, 1995, 293 pp. Ensayos.
    Hay un segunda edición, 1997
    53. Freud
    "Freud". Mendoza, Ediciones Jauja, 1996.
    54. Domingueras prédicas
    "Domingueras prédicas", Mendoza, Ediciones Jauja, 1997
    55. Domingueras prédicas II
    "Domingueras prédicas II", Mendoza, Ediciones Jauja, 1998
    56. Castellani por Castellani
    "Castellani por Castellani", Mendoza, Ediciones Jauja, 1999
    57. Un país de Jauja
    "Un país de Jauja, Mendoza", Ediciones Jauja, 1999. Escritos publicados en la revista "Jauja", fundamentalmente 'Directoriales' y 'Periscopio'
    Otra recopilación de sus Directoriales había sido publicada con el título Reflexiones políticas T
    58. Cristo y los fariseos
    "Cristo y los fariseos", Mendoza, Ediciones Jauja, 1999
    59. San Agustín y nosotros
    "San Agustín y nosotros", Mendoza, Ediciones Jauja, 2000

    Otras obras en colaboración: (Breve selección)
    Revista Jauja T : Dirección desde su primer número (Enero 1967) hasta el último (Diciembre 1969)
    Summa Teológica: Revisión, traducción parcial y comentario de los cinco primeros tomos de la "Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino", en la edición (en 20 tomos) del Círculo de Lectores. 1944 -1945
    El señor del mundo, de Robert H. Benson : Traducción y posfacio, 1958
    La iglesia patrística y la parusía : Traducción, prólogo y reelaboración (autor original: P. F. Alcañiz), 1962.
    Las cien mejores poesías líricas argentinas: Recogidas por Castellani y Fermín Chávez, 1953.
    Algunos Seudónimos:
    Jerónimo del Rey
    Militis Militorum
    Cide Hamete (h)
    Pio Duca D'Elia
    Desiderio Fierro



    Aproximación a la obra de Leonardo Castellani
    Ana María Llurba
    De la gloria de Dios y de su Verbo
    tengo el impuro corazón henchido

    Pero el poeta no miente
    cuando canta francamente
    lo que vio y creyó mirar
    digamén qué va a cantar
    si no canta lo que siente.
    LEONARDO CASTELLANI

    El centenario del nacimiento del padre Leonardo Castellani, poeta, filósofo y teólogo, ha pasado inadvertido para la intelectualidad nacional, que parece mantener el «cerco sutil e impenetrable de desdén y menosprecio» que tendiera en el pasado en torno a su persona, como ha señalado Monseñor Antonio Quarracino, [1] y que, embarcada en el casi idolátrico homenaje a su contemporáneo, Jorge Luis Borges — cuyos indudables méritos literarios reconocemos—, ha olvidado el valor intrínseco de la vasta obra del erudito sacerdote, acaso porque éste privilegió la Fe, la sencillez de la espiritualidad y el sentimiento de lo sagrado presente en la vida cotidiana, por sobre el racionalismo, los juegos de especulación filosófica carentes de sentido de trascendencia y la estética del lenguaje que son tan preciados a los ojos del materialismo posmoderno.

    Es nuestro propósito intentar una aproximación a su obra, ciñéndonos a sus escritos meramente literarios, a modo de reconocimiento y homenaje.
    San Jerónimo del Rey, hoy Reconquista, en el Chaco santafesino, tierra bravía en aquellos tiempos, «región que se estaba haciendo al borde del bosque virgen y del Paraná sin costa», [2] espacio de cruce cultural a causa de la inmigración, vio nacer, el 16 de noviembre de 1899, a Leonardo Castellani, hijo de un inmigrante italiano, Luis Héctor
    Castellani y de Catalina Contemponi.
    Allí creció, a la vera del río, en contacto con el paisanaje y con aquellos pioneros que luchaban a tientas, guiados por el instinto, para abrirse camino; allí forjó su visión del mundo y aprendió a amar a la patria que es «el amor primero/y es el postrero amor después de Dios». [3]
    Allí, en la infancia, comenzó a manifestarse su vocación de narrador y su capacidad de observación: «mi gran diversión era, después de leer cuentos y contarlos, ver y oír todas las cosas», disposición que le permitiera atesorar en su memoria vivencias de «sucesos centrales, trágicos o tristes» que años más tarde aflorarían como materia poética en sus obras, «como islotes de enseñanza y ensueño» que fijaría en la escritura, con intención catártica, para librarse de ellos. [4] Recuerdos de sus raíces que constituyen los cimientos de su obra poética.
    De su padre — oriundo de Florencia y naturalizado argentino, maestro y periodista, fundador del diario El Independiente, hombre de carácter impetuoso y de firmes convicciones, que muriera asesinado por intereses políticos en 1906 — [5] heredó la naturaleza apasionada e indoblegable, que conjugó con una libertad interior espontánea e
    ingenua comparable a la de un niño que expresa lo que siente sin medir las consecuencias.
    Temperamental, impulsivo, contestatario, frontal en la expresión de sus ideas pero respetuoso de la libertad de pensamiento de los otros, no obstante sus polémicas; poseedor de una sólida formación intelectual — obtuvo el grado de Doctor Sacro Universal en la Pontificia Universidad Gregoriana y el de Doctor en Filosofía, Rama Psicología, en la Sorbonne —, que le permitió desarrollar una actividad polifacética — periodista, docente, escritor, pero por sobre todo pastor de almas —, fue dueño de una intuición, una agudeza y una rapidez de juicio que solían depararle cuestionamientos y problemas.
    Él mismo se define plenamente como «un pueblero sangregringa tinterón tragalibros» que se atrevió a «manosear la guitarra de Hernández», de quien considera que ha heredado la «manda» de cantor porque un mismo «bautismo de sangre y tierra y agua y aire y sol nos hermana», [6] como un hombre «doctor en Teología, o sea un hombre que debe ver la Teología en la realidad y no sólo en los libros si es que quiere salvar su alma», [7] «maldomador de sueños y escultor de la nieve». [8]
    Su solidez teológica y su alta espiritualidad se unen al saber científico y al de las ciencias del espíritu en sus creaciones, frutos difíciles de encuadrar en el paradigma del canon literario, que responden a un «género singular», acorde a la peculiar personalidad de Castellani, a quien el padre Benítez [9] calificó de «género único».
    Sus obras de imaginación son frutos originales, que parecen no responder a un plan escritural determinado
    y estructurarse a partir de las peripecias; discursos narrativos donde el contexto sociohistórico gravita profundamente en la acción en tanto que la historia se entreteje con las ciencias, los sentimientos y la religión para expresar, con sencillez, los problemas más intrincados de la condición humana y la filosofía o bien las verdades de la Fe.
    En sus narraciones, de corte realista, plasma un mundo diegético pintoresco y colorido donde espacidad
    pacios, objetos, situaciones y símbolos de la vida cotidiana son fácilmente reconocibles, al igual que los personajes tipos que, más allá del color local del ambiente y el tiempo en que se desarrolla la historia, pueden considerarse universales.
    El juego lingüístico discursivo, sutilmente, induce al lector a poner en acto su capacidad de interpretar las relaciones existentes entre su realidad vital y la del mundo representado en la ficción, a través de la magia de una escritura sencilla, pero profunda desde el significado, que tiende a una sola meta: alcanzar y transmitir la palabra de Dios, cuyo Verbo no se agota en sí mismo, que es la única portadora de la Verdad y capaz de iluminar el sendero de la vida
    humana.
    Leonardo Castellani fue un apasionado en su vida y sus fantasías literarias, que nacen de un arrebato vital surgido de la intimidad de su espíritu. Fue un hombre que escribió cuentos porque «no podía evitarlo», como señala en el prólogo a Historias del Norte Bravo, relatos en los que presenta un mundo simple y complejo al mismo tiempo y plasma su temática recurrente: la religión; la familia; la problemática de la muerte; la preocupación sociológica; la ternura por los desvalidos; el amor a los niños; la admiración por la fortaleza de los que luchan; la importancia de las cosas simples; el profundo rechazo de la politiquería, la ruindad y el crimen.
    El género policial y de enigma, discurso esencialmente intelectual que se propone develar un misterio «por obra de la inteligencia, por una operación intelectual», [10] ejerció poderoso influjo en Castellani, en virtud de las posibilidades de buceo psicológico, de crítica social e ideológica y de reflexión religiosa que permite. Posibilidades que supo explotar con singular habilidad y estilo.
    Al respecto, Jorge Lafforgue señala: «La lupa de la Teología no estará ausente […] en los cuentos policiales de Leonardo Castellani, cuyas anécdotas parecen ser con frecuencia simples coartadas para exponer y defender el eterno tema de la Salvación». [11]
    La originalidad de Castellani radica, acaso, en que sus historias, al remitir a un contexto social que las enmarca y del que nacen, cuyo sentido es preciso descifrar, abre camino a la narrativa no ficcional y, paralelamente, en un nivel más profundo constituyen una investigación y una denuncia acerca de esa realidad y de la sociedad contemporánea.
    La labilidad estructural del género se evidencia en sus creaciones que, en algunos casos, se adecuan a los cánones ingleses de la novela problema, donde el enigma que rodea el crimen se resuelve por medio del ejercicio de la inteligencia, en tanto que otros dan cuenta de lo impreciso de las fronteras y de la fuerza de la contaminación genérica.
    Con la aparición de Las nueve muertes del padre Metri, volumen de cuentos policiales publicado en 1942, en los que se acerca a su admirado Chesterton en el manejo del género, en el dominio de la paradoja y la creación del sacerdote-detective, dio impulso a la narrativa policial en nuestro medio, como asevera Rodolfo Walsh.
    El protagonista de esas historias, el padre Metri, es considerado por la crítica, con una actitud francamente
    reduccionista, como una transposición del padre Brown transplantado al suelo argentino y acriollado. Al respecto, podemos afirmar que, si bien retoma la idea del clérigo-investigador, obra a semejanza del escritor irlandés que estructurara a su criatura ficcional, el padre Brown, en base a la personalidad de su confesor, el padre O’Connor, y funde los rasgos de ese personaje con los caracteres psicológicos y algunos sucesos vividos por un sacerdote, fray Ermete Constanzi, más conocido como padre Metri —misionero en el Chaco santafesino del que tuviera noticias por relatos y recuerdos familiares, hombre de ciencia y acción que era gran narrador. Pese a los puntos de contacto, pues la influencia de Chesterton es indudable, los diferencia la visión del mundo, alegre y racional en aquél, angustiada y
    visceral en Castellani. Los reales aportes de Castellani a la narrativa policial en nuestro medio, como señala Barcia, han sido soslayados, y no se ha estudiado la personal estructura de sus historias policiales, que enriquece con matices de humor, con la ironía y la parodia, en cuanto recursos estilísticos, unidos a una reflexión metafísico-teológica sobre la referencialidad histórica, que pueden observarse en El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trío, o en
    Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas.
    Castellani plasma, en el relato de crímenes concretos, no sólo una realidad psicosociológica sino el eterno planteo entre las fuerzas del Bien y del Mal que subyace en las profundidades del alma humana, la busca de una Verdad superior.
    Sus relatos regionales Historias del Norte bravo y Camperas, en cambio, configuran la imagen de un mundo chúcaro, salvaje y poético, poblado por una amplia gama de tipos humanos enfrentados a los problemas que la vida urde en esos paisajes característicos de nuestra tierra, historias simples donde encontramos la intención didáctica y el ambiente tan caros a Horacio Quiroga.
    Castellani mira el mundo con una actitud crítica y denuncia la frivolidad de la vida moderna y el avance del mal ante la pasividad de la sociedad y el aburguesamiento de los católicos, al mismo tiempo que expresa su amor por la justicia y el deseo de alcanzar la restauración del orden social en Cristo.
    Hombre de profunda fe, aferrado a las «verdades insondables que la Única Verdad enseñó al hombre», teólogo ortodoxo, «Quijote de lo absoluto», hizo de la expresión de esa fe la causa y el fin de su vida y su obra. De allí que, en sus textos profanos, donde hallamos profundas reflexiones dogmáticas matizadas por el humor, nos ofrezca una visión de la realidad a la luz de la teología.
    La poética
    El intento de perfilar la concepción poética del padre Leonardo Castellani no resulta tarea ardua por cuanto ese pensamiento impregna y atraviesa toda su obra. Está presente, ya a modo de juicio crítico, riguroso, taxativo y certero, en su producción ensayística, [12] donde expresa la filosofía estética en la que basa su poética, ya plasmado en las palpitantes y vívidas imágenes estructuradas en el singular discurso de sus creaciones literarias. Ideario artístico
    que, como bien señala Liliana Caratti, [13] él mismo expone de modo sistemático en el apéndice de Doce parábolas cimarronas, [14] y en «Arte Poética», [15] donde sintetiza su concepción estético-literaria.
    A juicio de Castellani, las obras de arte, «esas creaciones humanas» acerca de la Verdad, la Belleza y el Ser, son, en cuanto «creaciones» y más allá de la bondad o maldad de su contenido moral, poseedoras de una esencia ideal y de algo eterno pero, en cuanto «humanas», sólo «son mera imaginación,un vano sueño». [16]
    «La belleza, que es el objeto del Arte, tiene que ver con la Verdad y el Bien ontológicos, que son dos nombres de Dios», [17] y es a través de la Belleza percibida, que produce el Amor, que es la atracción del Bien y manifestación de la plenitud del ser, que el arte ayuda a entender el misterio de las cosas:
    En suma, el arte es un reflejo de Dios, de la
    imagen de Dios en el alma del hombre, y la
    actividad más connatural al hombre; y si viviésemos
    en pura natura, sería la actividad más
    alta del hombre
    . [18]
    En la concepción castellaniana, el arte, que tiene una raíz religiosa, y donde el artista plasma su espíritu, es un lujo del alma que juega a la creación:
    Arte, lujo del alma, descotado
    batón de seda de la idea esquiva,
    alcaloide sutil y alambicado,
    néctar de la más fuerte siempreviva.

    El hombre poeta decide el camino a seguir optando por usar el don del verbo para ofender y engañar o, por el contrario, para cantar el Bien, para dar testimonio de su fe:
    Carracio, Tiepolo, Bellini … cuánta
    fe, para de esa tela y droga atroz,
    haber hecho sin fin, Venecia santa,
    dalmáticas e incienso para Dios.
    [19]
    El arte es juego que entraña un peligro para el poeta, en virtud de su naturaleza humana, por eso el padre advierte que:
    El Arte sirve al lujo, es un lujo y el lujo y la
    lujuria están cerca. El Arte es un lujo intelectual,
    un lujo del alma; y el alma lujosa orilla el orgullo.
    El Arte juega, es un juego; pero juega a la creación,
    como Dios, y por eso está cerca de la idolatría.
    El Arte tiene que ver con lo divino;
    mas el último fin del hombre no es lo divino sino Dios mismo;
    personal, infinito e inaccesible, a no ser por la Gracia
    . [20]
    Para Castellani, la poesía es intuición y emoción, cosa viva nutrida en la realidad y en el acervo poético del pasado, en el que se ha de abrevar para «olvidarse de todos los libros después de haberlos leído todos».
    La poesía
    Leonardo Castellani concibe la poesía como gesto, como expresión de un movimiento vital —«la vida es movimiento», dice—, como manifestación de una necesidad de comunicación del hombre que es poeta; gesto que despierta en los receptores una repercusión mímica que va acompañada de un correlato mental que nos revela el interior de los otros, señala en Psicología humana. [21]
    La fuente de la poesía, nos dice Castellani, es el estilo oral, ese estilo con el que se han creado los libros más grandes de la humanidad: la Biblia, el Korán, el Talmud, los poemas homéricos, etc., estilo olvidado y desvalorizado, a su juicio, por la soberbia intelectual de la modernidad.
    Contra los artificios de la literatura escrita, Castellani propone la espontaneidad natural de la literatura de tradición oral; por eso, en su obra, este humanista cristiano al que podemos calificar de erudito privilegia el gesto, la emoción y la sencillez de la oralidad:
    Sea tu verso un gesto viril
    y no una actitud escultórica
    de alma y carne, no de marfil…
    y todo lo demás es retórica.
    [22]
    Siguiendo el ejemplo de Cristo, quiso ser «maestro». «Yo lo que quiero es enseñar, no divertir ni conmover», dice por boca de Pío Ducadelia, y buscó ser entendido por los más humildes y menos preparados, iluminar al que sufre en la oscuridad y restituir la felicidad a los espíritus con el estilo más natural y poético. Trató de imitar la sencillez de la
    forma, la unción y el interés que despertaba el Maestro, al acomodar su mensaje al nivel de sus oyentes con fuerza particular y persuasiva; y como Él se expresó con vehemencia para condenar la altivez espiritual de sus interlocutores.
    Privilegió la parábola como género claro y elocuente que permite establecer la analogía existente entre el mundo visible y el invisible; género que habla a la imaginación, estimula la actividad espiritual y permite captar la enseñanza oculta en la narración, a través del cual se puede predicar la Verdad sin ofender a los poderosos.
    De allí su estilo parabolero, como le gustaba decir. Son parábolas sus fábulas camperas, al igual que Su majestad Dulcinea y Juan XXIII (XXIV), lo son también sus cuentos, y son personajes de parábola los suyos.
    El don
    El talento literario es, para Castellani, un don divino, un atributo lacerante e irrenunciable del poeta, que va unido a una facultad peculiar: la perspicacia, esa doble vista de la que hablaba Balzac, una «videncia» que le permite captar la realidad más hondamente, en toda su dimensión, vivirla con mayor intensidad, y sentir íntimamente, con mayor hondura, tanto la belleza cuanto la fealdad del mundo que lo lastima y lo entristece, dolor que sublima en el penoso gozo de la creación:
    Es un don doloroso del poeta
    su doble percepción, su doble vista.
    El que ve la belleza ve lo feo,
    y es triste. Mas, cantado, es poesía.
    [23]
    Talento que viene de Dios:
    ¿Y quién me enseñó estilo y armonía?
    El mismo Director, Él la enseñaba.
    Él la enseñaba, sí; yo la vivía.
    Y ella en el alma se me ensimismaba.
    [24]
    Gracia a la que no se puede renunciar, que ha de ejercitarse, que debe dar sus frutos, pues, como lo enseña en la parábola De las minas y los talentos, aquel que ha sido privilegiado con ese don habrá dedar cuenta de lo que con él se ha hecho. [25]
    Esa aptitud singular, que diferencia al poeta de los otros hombres, que lo acerca al Absoluto, paradójicamente, se convierte en una pesada carga, pues lo enfrenta a un mundo que no lo comprende, con el que no puede pactar, el que se molesta con sus agudezas y lo margina cuando le transmite la cara desagradable de la realidad, esa que, deliberadamente, acaso, quiere ignorar. Rechazo que se acentúa aún más, en estos tiempos de descreimiento, cuando
    el poeta es un hombre religioso que tiene «el coraje de vivir» el compromiso de su arte con la Verdad, y que Castellani expresa, en sextinas de corte hernandiano, con aceptación:
    Vas hacer hablar a muchos
    me dijo en más de un recodo
    unos hablarán de un modo
    otros de otro, así o asá
    mantente en la verdá
    con eso te digo todo

    dirigí a Dios solamente
    todo tu afán de cantor
    plata no esperés ni honor
    si es claro y fiel tu cantar
    mal te van a interpretar
    y cuanto más claro, pior.
    [26]
    Castellani, como tantos otros poetas, ha vivenciado ese dolor, producto de la soledad y la incomprensión, que es una llaga abierta:
    Ya les dije que el cantor
    si canta, canta su vida
    sólo descubro mi herida
    y con hacerlo, la curo
    y que yo sepa, les juro
    no la canto embellecida.

    Y al cantar suma su voz a las voces de todos los poetas, de las que se hace eco, para entonar esa queja dolorosa que arranca del espíritu la acuciante necesidad de crear, más allá del gozo que esa misma actividad entraña:
    Yo a Dios en mi vida triste
    le he pedido sin cesar
    gracia para soportar
    el talento que me diste.
    [27]
    El poeta y su misión
    El poeta, para Castellani, tiene algo de vate, de nabí, de profeta que anticipa en sus intuiciones y presentimientos, basados en datos racionales, que nacen de su subconsciente en ese estado de éxtasis que llamamos inspiración, el porvenir de su época, [28] plasmándolos en imágenes poéticas:
    «La prudencia aconseja que se hable en parábolas, que se hable indirectamente, que se hable humorísticamente. ¿Para qué está el escritor? Para divertir a la gente. Para divertirla, si no, no hay pan. Vamos a divertirla describiendo obscuramente su propio destino: se reirán a carcajadas del tonto de la parábola; se indignarán del malvado de la parábola, sin darse cuenta de que son ellos mismos.» [29]
    De allí el estilo parabolero que atraviesa toda su obra, pues para él la parábola no es un género menor sino «poesía simbólica», en la que el tono conciso, la sobriedad y el lenguaje coloquial y popular contribuyen a expresar los símbolos, y los tropos, el acercamiento a lo absoluto.
    El acto creativo ha de ser libre, ha de permitir que el poeta asimile y se funda con la naturaleza llevado por el amor al Creador, del cual es símbolo.
    En su «Arte poética», una cuarteta basta para señalar el sentido que orienta su creación:
    Reniega una vez más de tu fortuna
    da de mano las frases bellas
    y cual los perros a la luna
    di tu verdad a las estrellas.
    [30]
    Cantar la verdad es su misión, pero no la verdad ambigua, cambiante, mediocre y egoísta de este mundo con valores subvertidos donde nos ha sido dado vivir, sino:
    La verdad que antes iba al lado
    de la poesía, virgen ruda,
    tan fuerte como un hombre armado
    o como una mujer desnuda.
    [31]
    La Verdad suprema, aprehendida, internalizada hecha carne en el duro camino de la existencia humana, vivenciada para poder transmitirla como experiencia subjetiva, con valor de verdad. [32]
    Es así como puede sostener el concepto de verdad en la obra poética:
    Y en esto la boca mía
    es de la verdá la fuente
    un poeta nunca miente
    ni en lo más imaginao
    y esto todo es inventao
    no hay cosa que yo no invente.
    […]
    Pero el poeta no miente
    cuando canta francamente
    lo que vio y creyó mirar
    diganmé qué va a cantar
    si no canta lo que siente.
    [33]
    No hay mentira en la invención poética, pues «el material» surge de la realidad sedimentada en lo profundo de su alma.
    La poesía tiene por misión ser portadora de la verdad, y esa verdad del poeta tiene su correspondencia en la Verdad Evangélica, que «debe ser vivida, comunicada y obrada», como dijera Pío XII . [34]
    Para Castellani, la Verdad es sinónimo de Cristo, a cuyo servicio está la poesía. Ser poeta es ser nabí, recitador, nos dice:
    «Dios está en la obra de todos los grandes poetas, aunque sea odiado como en Vigny, negado como en Swinburne, calumniado en Leopardi, escarnecido en Heine, blasfemado en Shelley, insultado en Carducci; está con su Amor en Juan de la Cruz, con su conocimiento en León, con su Iglesia en Prudencio, con su Presentimiento en Verlaine; y en los poetas malditos, Rimbaud, Baudelaire y con su Justicia; y con todo junto en Dante. Si nos obligaran a definirlo en la obra de Claudel, diríamos que está en ella como último fin del hombre.» [35]
    La poesía es, entonces, un medio para llegar al cielo:
    Dios no me ha dado pan a repartir
    templo que hacer ni enfermo que vendar…
    tan sólo la misión de hacer salir
    el sol cada mañana sobre el mar.

    No me mandó enseñar a bien vivir
    sino a saber morir —y me hizo dar
    el verbo inteligible que formar
    y que decir sabiéndolo decir.
    […]
    Y espada se hizo y fuego el verbo en mí.
    [36]
    El «corazón es lo que interesa al poeta», dice a propósito de Claudel, [37] y esa aseveración bien puede aplicarse a su creación.
    No son, a juicio de Castellani, los valores estéticos ni la temática los que hacen de un discurso una obra literaria, sino la Verdad, ese Bien inefable, universal que trasciende y se expande superando los límites propios de la palabra que florece con nuevo sentido y nueva vida, libre de las ataduras de la lengua.
    «Una poesía inmortal no es al fin más que un alma vibrante de amor o dolor que ha encerrado por obra del arte ese momento suyo en el joyel alado y transparente de la palabra. Pero no basta eso: es preciso que esa misma vibración la hayan tenido o puedan tener centenares de otras almas; vale decir, que sea comunicable o, lo que es lo mismo, humana.» [38]
    La génesis de sus obras
    En el prólogo a Historias del Norte Bravo, Castellani, desdoblado en Jerónimo del Rey, reflexiona sobre el origen, la utilidad y el fin de sus historias:
    «Con la ayuda de mi amigo [el jesuita Castellani], que se dignó prestarme sus instrumentos de introspección, hallé tres capas concéntricas, cada vez más sutiles, de motivación. La primera podría denominarse recuerdos de infancia, fuerte, recuerdos eruptivos, como dice mi amigo que dice Bacon. La segunda sería la percepción en ellos de dos o tres grandes leyes que rigen terriblemente la vida del hombre. La tercera sería un embrión de sistema de conocimiento interno y experimental de la Argentina por dentro, a través del conocimiento de mí mismo.» [39]
    Evoca su infancia y su inclinación a la lectura de cuentos para, después, contarlos, a la que se sumaba su inquietud por ver y oír todas las cosas. Esas lecturas y vivencias dejaron sus huellas en la memoria y, años más tarde, surgieron «como islotes de enseñanza y ensueño».
    Impensadamente, esos recuerdos
    «surgen así bruscamente delante de mí — es una figura insomne o una escena, casi siempre una persona —; me acaparan la atención y se hacen transparentes por dentro; y entonces yo los escribía para fijarlos y para librarme dellos. Llegan sin yo llamarlos y se me hacen sin yo quererlos, y una vez que están hechos es mucho más penoso no escribirlos.» [40]
    Hay, en la narrativa castellaniana, una función catártica. Este hombre que observa la realidad en constante transformación, con la mirada ingenua y
    «los vidrios de colores de [sus] impresiones primeras […] con los ojos no anteojados aún de conceptos y de dichos ajenos, los ojos de cuando yo miraba todo intuitivamente y podía ver con fuerza enorme las cosas más simples, que
    son las más importantes.»
    [41]
    Esas «cosas simples» que constituyen lo «más importante» son una constante en su obra: la religión y la familia con el valor sociológico que comportan, el tema de la muerte, el rechazo del crimen y la ruindad, de la politiquería, el amor a los niños y la ternura por aquellos que sufren, por los desvalidos, la admiración por la fortaleza para resistir la
    adversidad de la vida.
    Esas realidades «primordiales» conocidas en la infancia, que constituyen «los fantasmas de mi corazón», se plasman en su obra y permiten un conocimiento del mundo por analogía, pues en esos fantasmas el intelecto «inte-lee al trasluz, como una filigrana, la marca y la razón y la ley de las cosas».
    El tema eje de la creación de Castellani es la realidad espiritual, la búsqueda constante de la perfección interior que lleva a Dios, al Ser Absoluto con el que el alma busca identificarse, fundirse, para transmitir su mensaje:
    Conocer la Verdad en este mundo
    no es fácil. Cierto. Defenderla menos.
    Pero ella sola funda los serenos
    templos del Cristo siempre moribundo.
    [42]
    La preocupación religiosa signó su vida y su obra, la Fe fue la brújula que marcó el camino hacia Jauja, camino sembrado de escollos que entorpecían su andar, pero que no abandonó en ningún momento porque sabía bien lo que quería: alcanzar el Reino de los Cielos.
    Su ideal es la Verdad; su estética, sustentada en la moral y el saber, es la expresión de la sencillez y la humildad; su intención, mostrar al hombre contemporáneo, reflejado en el espejo de sus narraciones, su vacío espiritual, la pérdida de ese centro interior en el que se encuentra Dios y del sentido de trascendencia de la vida.


    Bibliografía
    Borges, Jorge Luis, Obras Completas, Buenos Aires, Emecé, v. IV, 1996
    Castellani, Leonardo:
    ., Crítica literaria. Notas a caballo de un país en crisis, Buenos Aires, Dictio, 1974
    ., Decíamos ayer, Buenos Aires, Sudestada, 1968
    ., Doce parábolas cimarronas, Buenos Aires, Itinerarium, 1959
    ., El crimen de Ducadelia, Buenos Aires, Doseme, 1959
    ., Historias del Norte bravo, Buenos Aires, Dictio, 1977
    ., Juan XXIII (XXIV), una fantasía, Buenos Aires, Theoría, 1964
    ., La muerte de Martín Fierro, Buenos Aires, Cintra, 1953
    ., Las canciones de Militis, Buenos Aires, Dictio, 1974
    ., Las ideas de mi tío el cura, Buenos Aires, Excalibur, 1984
    ., Las muertes del padre Metri, Buenos Aires, Dictio, 1978
    ., Las parábolas de Cristo, Mendoza, Jauja, 1974
    ., Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas, Buenos Aires, Dictio, 1977
    ., Nueva crítica literaria, Buenos Aires, Dictio, 1976
    ., Psicología humana, Mendoza, Jauja, 1997
    De Brethel, Jacques, Leonardo Castellani, novelista argentino, Buenos Aires, Guadalupe, 1973
    Eisewzweig, Uri, Le récit imposible. Formes et sens du roman policier, Paris, Christian Bourgois, 1986
    Lafforgue, Jorge y Jorge Rivera, Asesinos de papel. Ensayos sobre narrativa policial, Buenos Aires, Colihue, 1996
    Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, nº 36, 1994
    Ruiz Ibarlucea, Alicia, Cuentos policiales argentinos, Buenos Aires, Huemul, 1989
    Vizcay, Luis, Leonardo Castellani, Buenos Aires, Teoría, 1962
    Zlotnik de Goldman, Irene, «La productividad de los códigos en el cuento policial argentino», en Argentina en su Literatura,
    Fac. de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, 1986

    NOTAS
    1.- La cita está tomada de la Semblanza del Padre Leonardo Castellani hecha por Monseñor Antonio Quarracino, en el Homenaje al Reverendo Padre Castellani, realizado en la Universidad del Salvador el 6 de julio de 1990.
    2.- Leonardo Castellani, Historias del Norte bravo, p. 12.
    3.- Leonardo Castellani, «Canción del amor patrio», en Las muertes del padre Metri, p. 33.
    4.- Cf. prólogo a Historias del Norte Bravo, p. 12.
    5.- Encontramos una proyección de esta muerte en una de sus primeras creaciones, «El cuento», Historias del Norte Bravo, pp.15-21.
    6.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, pp. 13 y 16.
    7.- Leonardo Castellani, Decíamos ayer, p. 45.
    8.- «No me doy por vencido», en La Prensa, 1959.
    9.- Hernán Benítez, Prólogo a Crítica Literaria, p. 11.
    10.- Jorge Luis Borges, «El cuento policial», en Obras Completas, v. IV, p. 193.
    11.- Jorge Lafforgue y Jorge Rivera, Asesinos de papel, 1996.
    12.- En Crítica literaria (1974) y Nueva crítica literaria (1976).
    13.- Liliana B. Pincirolli de Caratti, «El pensamiento poético», en Revista del Instituto de investigaciones históricas Juan Manuel de Rosas, nº 36, 1994.
    14.- Leonardo Castellani, Doce parábolas cimarronas, pp. 156-173.
    15.- Leonardo Castellani, Las canciones de Militis, p. 31.
    20.- Leonardo Castellani, «El arte de las parábolas», en Doce parábolas cimarronas, p. 163.
    21.- Psicología humana, pp. 101-104.
    22.- Leonardo Castellani, Las canciones de Mílitis, p. 33.
    23.- Castellani, Leonardo, Juan XXIII(XXIV); una fantasía, p. 276.
    24.- Leonardo Castellani, Los papeles de Benjamín Benavídes, p. 218.
    25.- Con respecto a la creatividad como mandato divino y en relación con el significado de «talento», señala en Las Parábolas de Cristo, p. 282: «Dígame si esto no significa ordenar Dios al hombre, como servicio de Dios la creatividad, —o sea la actividad productiva de sus facultades— con el rigor más absoluto». Y amplía, en la p. 280: «Dios quiere por lo visto que cada hombre en este mundo (y sin eso no puede salvarse) “haga algo”, produzca con y en su mente primero y después afuera, una cosa que ningún otro pueda hacer sino él». Conceptos semejantes expresa en Psicología humana, pp. 342-343: «Si Dios le dio a uno el talento literario, tiene que hacer literatura, aunque en toda literatura haya complacencia propia y la religión sea contraria a la complacencia propia, porque ése es el camino de suprimir la complacencia propia, hacerla servir para algo».
    26.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, p. 214.
    27.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, p. 181
    28.- Leonardo Castellani, Psicología humana, p. 349.
    29.- Leonardo Castellani, Las parábolas de Cristo, p. 63-64. Los versos citados corresponden a un soneto incluido en Las ideas de mi tío el cura.
    30.- Leonardo Castellani, Las canciones de Militis, p. 32.
    31.- Leonardo Castellani, Las canciones de Militis, pp. 13-14.
    32.- En relación con la verdad de la subjetividad, señala en su «Arte poética», incluida en Canciones de Militis: «La experiencia es un modo de conocer que se refiere a uno mismo por un lado y por otro a las cosas; pero a las cosas que han pasado por uno; de modo que es un conocimiento enteramente cierto, indubitable, porque no es un conocimiento de oídas; y eso es lo que significa esa frase aparentemente disparatada del filósofo Kirkergord: la subjetividad es la verdad; lo cual quiere decir que la única verdad verdadera, segura y vital que poseemos es aquella que está enzarzada con nuestra propia existencia. Todo lo demás, aunque no sea despreciable, son saberes de oídas» (pp. 31-32).
    33.- Leonardo Castellani, La muerte de Martín Fierro, p. 104-111.
    34.- Citado por Castellani en Las Parábolas de Cristo, p. 282.
    35.- Leonardo Castellani, Crítica literaria, p. 98.
    36.- Leonardo Castellani, Las parábolas de Cristo, pp. 63-64. Los versos citados corresponden un soneto incluido en Las ideas de mi tío el cura.
    37.- Leonardo Castellani, Crítica literaria. Notas a caballo de un país en crisis, 1974.
    38.- Leonardo Castellani, Crítica Literaria, p. 98.
    39.- Leonardo Castellani, Historias del Norte Bravo, p. 12.
    40.- Leonardo Castellani, Historias del Norte bravo, p. 13.
    41.- Leonardo Castellani, Historias del Norte bravo, p. 13.
    42.- Leonardo Castellani, Las canciones de militis, p. 123.
    http://www.laeditorialvirtual.com.ar..._Antologia.htm

  8. #8
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Por cierto, le honra que de su estada en Manresa, descubriera y admirara a los dos grandes ( e incomprendidos) de la Plana de Vic, Mossèn Cinto Verdaguer y a Torras i Bàges.

  9. #9
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Hace rato que ando buscando la poesía Jauja y no consigo encontrarla, alguien podria ayudarme con alguna página donde pueda encontrarla o si la tiene subirla?

    Muchas gracias

    Saludos a todos en Cristo y en María Reina

    Evelyn
    “Amar la patria
    es el amor primero
    y es el postrer amor
    después de Dios,
    y si es crucificado
    y verdadero
    ya son un solo amor,
    ya no son dos.
    Amar la patria
    hasta jugar el cuero
    del puro patrio
    Bien Común en pos
    y afrontar marejada
    y majadero
    eso se inscribe
    al crédito de Dios”

    Leonardo Castellani

  10. #10
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Leonardo Castellani: Para Sören, Jauja




    *






    *
    El año cincuenta – y, antes del 60 (no recuerdo la fecha) – acabé de leer meditadamente el gran tratado de Kirkegord “Posdata definitiva no científica a las Nonadas Filosóficas”, después de haber leído otras obras menores para alcanzar su comprensión. El libro me fascinó (o más elegante me impactó) de tal modo que ese mismo día escribí el poema kierkegordiano Jauja, el mejor de los míos (esto quizá no sea decir mucho) con una facilidad no ordinaria, como si alguien me lo dictase.
    *
    Uso allí la alegoría de un viaje arriscado por mar a una de las Islas Afortunadas para corporizar el “Itinerarium Mentis” del místico danés; como Fray Juan de Yepes usó la de una subida a la montaña, Santa Teresa el ingreso a la cámara más íntima de un palacio, el Inglés Bunyan el de un viaje a pie plagado de obstáculos y peripecias alegóricas; y así otros poetas místicos.
    *
    La escrición del poema, que va aquí en apéndice, me dejó la impresión de que el danés me había ayudado, como se lo pedí, lo cual significaba que se había salvado y estaba con Dios, lo cual se puede tener por superstición (y Uds. caros lectores pueden tenerlo) pero en mí es convicción soberana.
    El poema comienza:
    *
    *
    JAUJA
    *
    Yo salí de mis puertos tres esquifes a vela
    Y a remo a la procura de la Isla Afortunada
    Que son trescientas islas, mas la flor de canela
    De todas es la incógnita que denominan Jauja
    Hirsuta, impervia al paso de toda carabela
    La cedió el Rey de Rodas a su primo el de León
    Solo se aborda al precio de naufragio y procela
    Y no la hallaron Vasco de Gama ni Colón.
    *
    Rompí todas mis cosas implacable exterminio
    Mi jardín con sus ramos de cedrón y de arauja
    Mis libros de Estrabonio de Plutarco y de Plinio
    Y dije que iba a América, no dije que iba a Jauja.
    Pinté verdes los cascos y los remos de minio
    Y las vela como alas de halcón y de ilusión
    Quedé sin rey ni patria, refugio ni dominio
    Mi madre y su pañuelo llorando en el balcón.
    *
    Muchas veces la he visto, diferentes facciones,
    Diferentes lugares, siempre la misma Jauja
    Sus árboles, sus frondas floridas, sus peñones
    Sus casas, maderamen del más perito atauja.
    Su señuelo hechicero de aromas y canciones
    Enfervecía el cielo de mi tripulación,
    Mas desaparecían sus mágicas visiones
    Apenas la ardua proa tocaba el malecón.
    *
    La he visto entre las brumas, la he visto en lontananza
    A la luz de la luna y al sol de mediodía
    Con sus ropas de novia de ensueño y esperanza
    Y su cuerpo de engaño decepción y folia.
    Esfuerzo de mil años de huracán y bonanza
    Empresa irrevocable pues no hay volver atrás
    La isla prometida que hechiza y que descansa
    Cederá a mis conatos cuando no pueda más.
    *
    Surqué rabiosas aguas de mares ignorados
    Cabalgué sobre olas de violencia inaudita
    Sobre mil brazas de agua con cascos escorados
    Recorrí la traidora pampa que el sol limita.
    Desde el cabo de Hatteras al golfo de Mogados
    Dejando atrás la isla que habitó Robinson
    Con buena cara al tiempo malo y trucos osados
    Al hambre y los motines de la tripulación.
    *
    Me decían los hombres serios de mi aldehuela
    “Si eso fuera seguro con su prueba segura
    También me arriesgaría, yo me hiciera a la vela
    Pero arriesgarlo todo sin saber es locura...”
    Pero arriesgarlo todo justamente es el modo
    Pues Jauja significa la decisión total
    Y es el riesgo absoluto, y el arriesgarlo todo,
    Es la fórmula única para hacerla real.
    *
    Si estuviera en el mapa y estuviera a la vista
    Con correos y viajes de idea y vuelta y recreo
    Eso sería negocio, ya no fuera conquista
    Y no sería Jauja sino Montevideo.
    Dar dos recibir cuatro, cosa es de petardista,
    Jauja no es una playa-Hawaii o Miramar.
    No la hizo un matemático sino el Gran Novelista
    Ni es hecha sino para marineros de mar.
    *
    Las gentes de los puertos donde iba a bastimento
    Risueñas me miraban pasar como a un tilingo
    Yo entendía en sus ojos su irónico contento
    Aunque nada dijeran o aunque hablaran en gringo.
    Doncellas que querían sacarme a salvamento
    Me hacían ojos dulces o charlas de pasión
    La sangre se me alzaba de sed o sentimiento
    Mas yo era como un Sísifo volcando su peñón.
    *
    Busco la isla de Jauja, sé lo que busco y quiero
    Que buscaron los grandes y han encontrado pocos
    El naufragio es seguro y es la ley del crucero
    Pues los que quieren verla sin naufragar, son locos
    Quieren llegar a ella sano y limpio el esquife
    Seca la ropa y todos los bagajes en paz
    Cuando sólo se arriba lanzando al arrecife
    El bote y atacando desnudo a nado el caz.
    *
    Busco la isla de Jauja de mis puertos orzando
    Y echando a un solo dado mi vida y mi fortuna;
    La he visto muchas veces de mi puente de mando
    Al sol de mediodía o a la luz de la luna.
    Mis galeotes de balde me lloran ¿cuándo, cuándo?
    Ni les perdono el remo, ni les cedo el timón.
    Este es el viaje eterno que es siempre comenzando
    Pero el término incierto canta en mi corazón.
    *
    Oración
    *
    Gracias te doy Dios mío que me diste un hermano
    Que aunque sea invisible me acompaña y espera
    Claro que no lo he visto, pretenderlo era vano
    Pues murió varios siglos antes que yo naciera
    Mas me dejó su libro que, diccionario en mano,
    De la lengua danesa voy traduciendo yo
    Y se ve por la pinta del fraseo baquiano
    que él llegó, que él llegó.
    *
    Leonardo Castellani
    *
    (del apéndice de la obra “De Kirkegord a Tomás de Aquino” de Leonardo Castellani)

    http://la-buhardilla-de-jeronimo.blo...ren-jauja.html

  11. #11
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Muchísimas gracias Hyeronimus, también se la he pedido a Don Cosme y ya me la ha pasado.

    Nuevamente le agradezco, que tenga un buen día.

    Saludos en Cristo y en María Sma.
    “Amar la patria
    es el amor primero
    y es el postrer amor
    después de Dios,
    y si es crucificado
    y verdadero
    ya son un solo amor,
    ya no son dos.
    Amar la patria
    hasta jugar el cuero
    del puro patrio
    Bien Común en pos
    y afrontar marejada
    y majadero
    eso se inscribe
    al crédito de Dios”

    Leonardo Castellani

  12. #12
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Como vi que la pregunta estaba en dos hilos, repondí en el más apropiado, y parece que D. Cosme no la vio. No sé si la sacaría del mismo sitio, pero yo la encontré con el contexto. En todo caso, me alegra que le llegara la respuesta por partida doble, porque a veces uno lanza una pregunta y no encuentra quien se la pueda responder.

    Tenga un buen día, y saludos en Cristo y María

  13. #13
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Cita Iniciado por Von-Feuer Ver mensaje
    ¿Por cierto alguién sabe donde encontrar los libros de Castellani?
    Cita Iniciado por Donoso Ver mensaje
    Físicamente yo los he visto en la capilla de FSSPX en Madrid, pero igualmente se trata de ejemplares de viejas ediciones.
    En cuestión de dias saldrá a España Castellani con la editorial Libros Libres.

    Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI

    ISBN: 9788496088849
    Autor: Leonardo Castellani
    Precio: 18.00

    Comprar on line: Libros Libres [18.00 €]

    La figura del sacerdote argentino Leonardo Castellani ha adquirido una notoriedad creciente en España gracias a la constante difusión de su pensamiento por el escritor Juan Manuel de Prada, que ha preparado para LibrosLibres una edición con los mejores y más polémicos trabajos periodísticos del padre Castellani, anotados y precedidos por un prólogo sobre esta figura de las letras hispanoamericanas. Castellani ha sido considerado “el Chesterton de la lengua española” por la amplitud temática de su obra, su empeño apologético y su carácter incisivo. Castellani creó escuela y un cuarto de siglo después de su muerte mantiene lectores fieles que dicen que descubrir a Castellani es una experiencia inolvidable.


    http://www.libroslibres.com/ficha_libro.cfm?id=225
    El noble es aquel:
    que tiene alma para sí y para otros.
    Son los nacidos para mandar.
    Son los capaces de castigarse y castigar.
    Son los que en su conducta han puesto estilo.
    Son los que no piden libertad sino jerarquía.
    Son los que sienten el honor como la vida.
    Son los capaces de dar cosas que nadie obliga y abstenerse de cosas que nadie prohíbe. Son los...

    ("El nuevo gobierno de Sancho" Leonardo Castellani)

  14. #14
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    ¡Qué gran noticia!

  15. #15
    Avatar de FACON
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    Re: Las Gafas de Castellani

    http://www.cope.es/laestrellapolar#top

    entrevista a juan manuel de prada en la presentación del libro
    El noble es aquel:
    que tiene alma para sí y para otros.
    Son los nacidos para mandar.
    Son los capaces de castigarse y castigar.
    Son los que en su conducta han puesto estilo.
    Son los que no piden libertad sino jerarquía.
    Son los que sienten el honor como la vida.
    Son los capaces de dar cosas que nadie obliga y abstenerse de cosas que nadie prohíbe. Son los...

    ("El nuevo gobierno de Sancho" Leonardo Castellani)

  16. #16
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está en línea "inasequibles al desaliento"
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Esto figura en la página de la COPE: http://www.cope.es/laestrellapolar#top

    Juan Manuel de Prada nos habla del mejor escritor católico en español del s.XX
    Se llama Leonardo Castellani, y el libro que ha editado Juan Manuel de Prada lleva el título Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI, en Libros Libres. Castellani fue el profeta que supo entender lo que le pasaba al mundo. Estamos ante un autor con una capacidad de subversión absoluta, silenciado por el matrix progre, y un maestro en la formulación del pensamiento más certero que provoca la adhesión del lector, sin caer en la brocha gorda. En definitiva, un intérprete de las verdades más profundas. Castellani fue un sacerdote argentino de finales del XIX, jesuíta, al que expulsaron de la orden, pero sin que él nunca renegara de su fe. Más tarde fue restituido, conciliando su vocación literaria y sacerdotal. Para Juan Manuel de Prada, Castellani es el Chesterton en lengua española, un escritor potente sin que huela a sacristía, un escritor de contundencia y gran brillantez, aunque no escriba para hacer amigos.
    Un subversivo absoluto, expulsado de su orden y que no huela a sacristía es simbolo ideal para que los catolicos compitan con los iconos zpedorros. Si oliera a sacristía y no fuera subversivo sería del opus, seguro.

    Hay que desconfiar de los autores famosos despues de muertos. Si este hombre no era conocido en la epoca super-catolica del Caudillo o de Perón, por algo sería. Solo en epocas desquiciadas como esta se hace famosos a medianias como este tipo. Llamar mejor escritor católico a este tipo ¿Y las obras del cardenal Gomá? ¿Y las del padre Poveda? ¿Y las de Royo Marin?
    Un cura metido a literato como este Castellani tiene que ser un mal cura. Un cura, de ser algo, ha de ser teologo. Y si no a rezar.
    Última edición por ALACRAN; 21/11/2008 a las 20:17

  17. #17
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    El padre Castellani es un gran escritor católico sin discusión. Es 100% fiel a la Tradición y no tiene nada de modernista, y fue perseguido por unos jesuitas que ya empezaban a apartarse de la doctrina. En la España supercatólica del Caudillo no se lo conocía porque los libros de Castellani se publicaron en Argentina y no tenía tanta difusión. Nadie discute el nivel de otros autores como el cardenal Gomá, el padre Poveda o el padre Royo Marín, entre muchos otros. Pero le aconsejo que antes de descalificar lea algo de Castellani. Se va a sorprender. No era ningún mal cura. Por supuesto que era teólogo. Y no cualquier teólogo. Castellani, con notas todas de sobresaliente, obtuvo el título más alto que la Iglesia Católica otorga a los más sabios entre sus doctores (1931). Diploma bulado lo claman por llevar como protocolización el mismo sello de plomo de las bulas pontificias. En él, el Papa Pío XI y el Prepósito General de la Compañía de Jesús, P. Wladimiro Ledóchowski, acreditan con su firma, que Leonardo Luis Castellani es Doctor Sacro Universal (cum licentia ubique docendi), que su título lo habilita a enseñar Filosofía y Teología, aquí, como en Inglaterra, la China o el Japón, sin reválida. El mismo le da derecho a publicar sus escritos sin censura previa, en los países donde no hubiese otro título igual o superior al suyo. Superior, no existe; igual, nadie lo tenía en la Iglesia desde el descubrimiento de América hasta él. Magnífica hazaña de atleta intelectual. Sin contar otros títulos obtenidos en la Sorbona. Y eso de "famoso después de muerto" no sé a qué viene. Desgraciadamente no es tan famoso. No se habla de él por su marcado carácter políticamente incorrecto. Pero entre algunos católicos tradicionalistas no es tan desconocido, al menos en Argentina. Gracias a Dios, Juan Manuel de Prada lo está dando a conocer en España.

  18. #18
    Avatar de Tradición.
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Credo del Incrédulo» Leonardo Castellani


    «Creo en la Nada Todoproductora, dónde salieron el cielo y la tierra.
    Y en el Hómo Sápiens, su único Rey y Señor,
    que fue concebido por Evolución de la Mónera y el Mono.
    Nació de la Santa Materia,
    bregó bajo el negror de la Edad Media.
    Fue inquisicionado, muerto, achicharrado,
    cayó en la miseria,
    inventó la Ciencia,
    y ha llegado a la Era de la Democracia y la Inteligencia.
    Y, desde allí, va a instalar en el mundo el Paraíso Terrestre.
    Creo en el Libre Pensamiento,
    la Civilización de la Máquina,
    la Confraternidad Humana,
    la Inexistencia del pecado,
    el Progreso Inevitable,
    la Putrefacción de la Carne
    y la Vida Confortable. Amén».

  19. #19
    Avatar de Rodericus
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Coincido en la comparación que se hace Jm de Prada, de Castellani con Chesterton.

    Tengo una obra de Castellani, de homilías, y sin duda, estamos ante un buen y gran teólogo; por no citar su Apokalipsis comentado.

    Lo que me sorprende ( o no tanto para el que lleva veneno y el aguijón presto) es que haya quien se haya atrevido en este foro a denostar su figura sin tan ni siquiera haber leído nada suyo.

    ¿Medianía el padre Castellani? Hay que ser muy burro para atreverse a a hacer semejante afirmación.

  20. #20
    Avatar de Tradición.
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    Re: Las Gafas de Castellani

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Cristo Rey


    « Ergo Rex es tu? Tu dixisti…
    Sed Regnum deum non est de hoc mundo » (Ioan. 18 : 33-36)

    El año 1925, accediendo a una solicitud firmada por más de ochocientos obispos, el Papa Pío XI instituyó para toda la Iglesia la festividad de Cristo Rey, fijada en el último domingo del mes de octubre.
    Esta nueva invocación de Cristo, nueva y sin embargo tan antigua como la Iglesia, tuvo muy pronto sus mártires, en la persecución que la masonería y el judaísmo desataron en Méjico, con la ayuda de un imperialismo extranjero: sacerdotes, soldados, jóvenes de Acción Católica y aun mujeres que murieron al grito de “¡Viva Cristo Rey!”
    Esta proclamación del poder de Cristo sobre las naciones se hacía contra el llamado liberalismo. El liberalismo es una peligrosa herejía moderna que proclama la libertad y toma su nombre de ella.
    La libertad es un gran bien que, como todos los grandes bienes, sólo Dios puede dar; y el liberalismo lo busca fuera de Dios; y de ese modo sólo llega a falsificaciones de la libertad.
    Liberales fueron los que en el pasado siglo rompieron con la Iglesia, maltrataron al Papa y quisieron edificar naciones sin contar con Cristo. Son hombres que desconocen la perversidad profunda del corazón humano, la necesidad de una redención, y en el fondo, el dominio universal de Dios sobre todas las cosas, como Principio y como Fin de todas ellas, incluso las sociedades humanas.
    Ellos son los que dicen: “Hay que dejar libres a todos”, sin ver que el que deja libre a un malhechor es cómplice del malhechor; “Hay que respetar todas las opiniones”, sin ver que el que respeta las opiniones falsas es un falsario; “La religión es un asunto privado”, sin ver que, siendo el hombre naturalmente social, si la religión no tiene nada que ver con lo social, entonces no sirve para nada, ni siquiera para lo privado.
    Contra este pernicioso error, la Iglesia arbola hoy la siguiente verdad de fe: Cristo es Rey, por tres títulos, cada uno de ellos de sobra suficiente para conferirle un verdadero poder sobre los hombres.
    Es Rey por título de nacimiento, por ser el Hijo Verdadero de Dios Omnipotente, Creador de todas las cosas; es Rey por titulo de mérito, por ser el Hombre más excelente que ha existido ni existirá, y es Rey por titulo de conquista, por haber salvado con su doctrina y su sangre a la Humanidad de la esclavitud del pecado y del infierno.
    Me diréis vosotros: eso está muy bien, pero es un ideal y no una realidad. Eso será en la otra vida o en un tiempo muy remoto de los nuestros; pero hoy día... Los que mandan hoy día no son los mansos, como Cristo, sino los violentos; no son los pobres, sino los que tienen plata; no son los católicos, sino los masones. Nadie hace caso al Papa, ese anciano vestido de blanco que no hace más que mandarse proclamas llenas de sabiduría, pero que nadie obedece. Y el mar de sangre en que se está revolviendo Europa, ¿concuerda acaso con ningún reinado de Cristo?
    La respuesta a esta duda está en la respuesta de Cristo a Pilatos, cuando le preguntó dos veces si realmente se tenía por Rey. “Mi Reino no procede de este mundo”. No es como los reinos temporales, que se ganan y sustentan con la mentira y la violencia; y en todo caso, aun cuando sean legítimos y rectos, tienen fines temporales y están mechados y limitados por la inevitable imperfección humana.
    Rey de verdad, de paz y de amor, su Reino procedente de la Gracia reina invisiblemente en los corazones, y eso tiene más duración que los imperios. Su Reino no surge de aquí abajo, sino que baja de ahí arriba; pero eso no quiere decir que sea una mera alegoría, o un reino invisible de espíritus.
    Dice que no es de aquí, pero no dice que no está aquí. Dice que no es carnal, pero no dice que no es real. Dice que es reino de almas, pero no quiere decir reino de fantasmas, sino reino de hombres. No es indiferente aceptarlo o no, y es supremamente peligroso rebelarse contra El.
    Porque Europa se rebeló contra El en estos últimos tiempos, Europa y con ella el mundo todo se halla hoy día en un desorden que parece no tener compostura, y que sin El no tiene compostura…
    Mis hermanos: porque Europa rechazó la reyecía de Jesucristo, actualmente no puede parar en ella ni Rey ni Roque. Cuando Napoleón I, que fue uno de los varones —y el más grande de todos— que quisieron arreglar a Europa sin contar con Jesucristo, se ciñó en Milán la corona de hierro de Carlomagno, cuentan que dijo estas palabras: “Dios me la dio, nadie me la quitará”.
    Palabras que a nadie se aplican más que a Cristo. La corona de Cristo es más fuerte, es una corona de espinas. La púrpura real de Cristo no se destiñe, está bañada en sangre viva. Y la caña que le pusieron por burla en las manos, se convierte de tiempo en tiempo, cuando el mundo cree que puede volver a burlarse de Cristo, en un barrote de hierro. “Et reges eos in virga férrea” (Los regirá con vara de hierro).
    Veamos la demostración de esta verdad de fe, que la Santa Madre Iglesia nos propone a creer y venerar en la fiesta del último domingo del mes de la primavera, llamando en nuestro auxilio a la Sagrada Escritura, a la Teología y a la Filosofía, y ante todo a la Santísima Virgen Nuestra Señora con un Avemaría.
    Los cuatro Evangelistas ponen la pregunta de Pilatos y la respuesta afirmativa de Cristo:
    “— ¿Tú eres el Rey de los judíos?”
    “— Yo lo soy”.

    ¿Qué clase de rey será éste, sin ejércitos, sin palacios, atadas las manos, impotente y humillado?, debe de haber pensado Pilatos.
    San Juan, en su capítulo XVIII, pone el diálogo completo con Pilatos, que responde a esta pregunta:
    Entró en el Pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Tu eres el Rey de los Judíos?”
    Respondió Jesús: “¿Eso lo preguntas de por ti mismo, o te lo dijeron otros?”
    Respondió Pilatos “¿Acaso yo soy judío? Tu gente y los pontífices te han entregado. ¿Qué has hecho?”.

    Respondió Jesús, ya satisfecho acerca del sentido de la pregunta del gobernador romano, al cual maliciosamente los judíos le habían hecho temer que Jesús era uno de tantos intrigantes, ambiciosos de poder político: “Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino, Yo tendría ejércitos, mi gente lucharía por Mí para que no cayera en manos de mis enemigos. Pero es que mi Reino no es de aquí”.
    Es decir, su Reino tiene su principio en el cielo, es un Reino espiritual que no viene a derrocar al César, como Pilatos teme, ni a pelear por fuerza de armas contra los reinos vecinos, como desean los judíos.
    El no dice que este Reino suyo, que han predicho los profetas, no esté en este mundo; no dice que sea un puro reino invisible de espíritus, es un reino de hombres; El dice que no proviene de este mundo, que su principio y su fin está más arriba y más abajo de las cosas inventadas por el hombre.
    El profeta Daniel, resumiendo los dichos de toda una serie de profetas, dijo que después de los cuatro grandes reinos que aparecerían en el Mediterráneo, el reino de la Leona, del Oso, del Leopardo y de la Bestia Poderosa, aparecería el Reino de los Santos, que duraría para siempre. Ese es su Reino...

    Esa clase de reinos espirituales no los entendía Pilatos, ni le daban cuidado. Sin embargo, preguntó de nuevo, quizá irónicamente: “—Entonces, ¿te afirmas en que eres Rey?”.
    Respondió Jesús tranquilamente: “—Sí, lo soy —y añadió después mirándolo cara a cara—; yo para eso nací y para eso vine al mundo, para dar testimonio de
    la Verdad. Todo el que es de la Verdad oye mi voz”.

    Dijo Pilatos: “— ¿Qué es la Verdad?”
    Y sin esperar respuesta, salió a los judíos y les dijo: “—Yo no le veo culpa”.
    Pero ellos gritaron: “—Todo el que se hace Rey, es enemigo del César. Si lo sueltas a éste, vas en contra del César”.

    He aquí solemnemente afirmada por Cristo su realeza, al fin de su carrera, delante de un tribunal, a riesgo y costa de su vida; y a esto le llama El dar testimonio de la Verdad, y afirma que su Vida no tiene otro objeto que éste.
    Y le costó la vida, salieron con la suya los que dijeron: “No queremos a éste por Rey, no tenemos más Rey que el César”; pero en lo alto de la Cruz donde murió este Rey rechazado, había un letrero en tres lenguas, hebrea, griega y latina, que decía: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos”; y hoy día, en todas las iglesias del mundo y en todas las lenguas conocidas, a 2.000 años de distancia de aquella afirmación formidable: “Yo soy Rey”, miles y miles de seres humanos proclaman junto con nosotros su fe en e1 Reino de Cristo y la obediencia de sus corazones a su Corazón Divino.
    Por encima del clamor de la batalla en que se destrozan los humanos, en medio de la confusión y de las nubes de mentiras y engaños en que vivimos, oprimidos los corazones por las tribulaciones del mundo y las tribulaciones propias, la Iglesia Católica, imperecedero Reino de Cristo, está de pie para dar como su Divino Maestro testimonio de Verdad y para defender esa Verdad por encima de todo.
    Por encima del tumulto y de la polvareda, con los ojos fijos en la Cruz, firme en su experiencia de veinte siglos, segura de su porvenir profetizado, lista para soportar la prueba y la lucha en la esperanza cierta del triunfo, la Iglesia, con su sola presencia y con su silencio mismo, está diciendo a todos los Caifás, Herodes y Pilatos del mundo que aquella palabra de su divino Fundador no ha sido vana.
    En el primer libro de las Visiones de Daniel, cuenta el profeta que vio cuatro Bestias disformes y misteriosas que, saliendo del mar, se sucedían y destruían una a la otra; y después de eso vio a manera de un Hijo del Hombre que viniendo de sobre las nubes del cielo se llegaba al trono de Dios; y le presentaron a Dios, y Dios le dio el Poderío, el Honor y el Reinado, y todos los pueblos, tribus y lenguas le servirán, y su poder será poder eterno que no se quitará, y su reino no se acabará.
    Entonces me llegué lleno de espanto —dice Daniel— a uno de los presentes, y le pregunté la verdad de todo eso. Y me dijo la interpretación de la figura: “Estas cuatro bestias magnas son cuatro Grandes Imperios que se levantarán en la tierra [a saber, Babilonia, Persia, Grecia y Roma, según estiman los intérpretes], y después recibirán el Reino los santos del Dios altísimo y obtendrán el reino por siglos y por siglos de siglos”.
    Esta palabra misteriosa, pronunciada 500 años antes de Cristo, no fue olvidada por los judíos. Cuando Juan Bautista empieza a predicar en las riberas del Jordán: “Haced penitencia, que está cerca el Reino de Dios”, todo ese pequeño pueblo comprendido entre el Mediterráneo, el Líbano, el Tiberíades y el Sinaí resonaba con las palabras de Gran Rey, Hijo de David, Reino de Dios. Las setenta semanas de años que Daniel había predicho entre el cautiverio de Babilonia y la llegada del Salvador del Mundo, se estaban acabando; y los profetas habían precisado de antemano, en una serie de recitados enigmáticos, una gran cantidad de rasgos de su vida y su persona, desde su nacimiento en Belén hasta su ignominiosa muerte en Jerusalén.
    Entonces aparece en medio de ellos ese joven doctor impetuoso, que cura enfermos y resucita muertos, a quien el Bautista reconoce y los fariseos desconocen, el cual se pone a explicar metódicamente en qué consiste el Reino de Dios, a desengañar ilusos, a reprender poderosos, a juntar discípulos, a instituir entre ellos una autoridad, a formar una pequeña e insignificante sociedad, más pequeña que un grano de mostaza, y a prometer a esa Sociedad, por medio de hermosísimas parábolas y de profecías deslumbradoras, los más inesperados privilegios: durará por todos los siglos — se difundirá par todas las naciones — abarcará todas las razas — el que entre en ella, estará salvado — el que la rechace, estará perdido — el que la combata, se estrellará contra ella — lo que ella ate en la tierra será atado en el cielo, y lo que ella desate en la tierra será desatado en el cielo.
    Y un día, en las puertas de Cafarnaúm, aquel Varón extraordinario, el más modesto y el más pretencioso de cuantos han vivido en este mundo, después de obtener de sus rudos discípulos el reconocimiento de que él era el “Ungido”, el “Rey”, y más aún, el mismo “Hijo Verdadero de Dios vivo”, se dirigió al discípulo que había hablado en nombre de todos y solemnemente le dijo: “Y Yo a ti te digo que tú eres Kefá, que significa piedra, y sobre esta piedra Yo levantaré mi Iglesia, y los poderes infernales no prevalecerán contra ella y te daré las llaves del Reino de los Cielos. Y Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”.
    Y desde entonces, viose algo único en el mundo: esa pequeña Sociedad fue creciendo y durando, y nada ha podido vencerla, nada ha podido hundirla, nadie ha podido matarla. Mataron a su Fundador, mataron a todos sus primeros jefes, mataron a miles de sus miembros durante las diez grandes persecuciones que la esperaban al salir mismo de su cuna; y muchísimas veces dijeron que la habían matado a ella, cantaron victoria sus enemigos, las fuerzas del mal, las Puertas del Infierno, la debilidad, la pasión, la malicia humana, los poderes tiránicos, las plebes idiotizadas y tumultuantes, los entendimientos corrompidos, todo lo que en el mundo tira hacia abajo, se arrastra y se revuelca (la corrupción de la carne y la soberbia del espíritu aguijoneados por los invisibles espíritus de las tinieblas); todo ese peso de la mortalidad y la corrupción humana que obedece al Angel Caído, cantó victoria muchas veces y dijo: “Se acabó la Iglesia.
    El siglo pasado, no más, los hombres de Europa más brillantes, cuyos nombres andaban en boca de todos, decían: “Se acabó la Iglesia, murió el Catolicismo”. ¿Dónde están ellos ahora?
    Y la Iglesia, durante veinte siglos, con grandes altibajos y sacudones, por cierto, como la barquilla del Pescador Pedro, pero infalible irrefragablemente, ha ido creciendo en número y extendiéndose en el mundo; y todo cuanto hay de hermoso y de grande en el mundo actual se le debe a ella; y todas las personas más decentes, útiles y preclaras que ha conocido la tierra han sido sus hijos; y cuando perdía un pueblo, conquistaba una Nación; y cuando perdía una Nación, Dios le daba un Imperio; y cuando se desgajaba de ella media Europa, Dios descubría para ella un Mundo Nuevo; y cuando sus hijos ingratos, creyéndose ricos y seguros, la repudiaban y abandonaban y la hacían llorar en su soledad y clamar inútilmente en su paciencia...; cuando decían: “Ya somos ricos y poderosos y sanos y fuertes y adultos, y no necesitamos nodriza”, entonces se oía en los aires la voz de una trompeta, y tres jinetes siniestros se abatían sobre la tierra: uno en un caballo rojo, cuyo nombre es La Guerra; otro en un caballo negro, cuyo nombre es El Hambre; otro en un caballo bayo, cuyo nombre es La Persecución Final; y los tres no pueden ser vencidos sino por Aquel que va sobre el caballo blanco, al cual le ha sido dada la espada para que venza, y que tiene escrito en el pecho y en la orla de su vestido: “Rey de Reyes y Senor de Dominantes”.
    El Mundo Moderno, que renegó la reyecía de su Rey Eterno y Señor Universal, como consecuencia directa y demostrable de ello se ve ahora empantanado en un atolladero y castigado por los tres últimos caballos del Apocalipsis; y entonces le echa la culpa a Cristo.
    Acabo de oír por Radio Excelsior una poesía de un tal Alejandro Flores, aunque mediocre, bastante vistosa, llamada Oración de este Siglo a Cristo, en que expresa justamente esto: se queja de la guerra, se espanta de la crisis (racionamiento de nafta), dice que Cristo es impotente, que su “sueño de paz y de amor” ha fracasado, y le pide que vuelva de nuevo al mundo, pero no a ser crucificado.
    El pobre miope no ve que Cristo está volviendo en estos momentos al mundo, pero está volviendo como Rey — ¿o qué se ha pensado él que es un Rey?—; está volviendo de Ezrah, donde pisó el lagar El solo con los vestidos salpicados de rojo, como lo pintaron los profetas, y tiene en la mano el bieldo y la segur para limpiar su heredad y para podar su viña. ¿O se ha pensado él que Jesucristo es una reina de juegos florales?

    Y ésta es la respuesta a los que hoy día se escandalizan de la impotencia del Cristianismo y de la gran desolación espiritual y material que reina en la tierra. Creen que la guerra actual es una gran desobediencia a Cristo, y en consecuencia dudan de que Cristo sea realmente Rey, como dudó Pilatos, viéndole atado e impotente. Pero la guerra actual no es una gran desobediencia a Cristo: es la consecuencia de una gran desobediencia, es el castigo de una gran desobediencia y — consolémonos— es la preparación de una gran obediencia y de una gran restauración del Reino de Cristo. “Porque se me subleven una parte de mis súbditos, Yo no dejo de ser Rey mientras conserve el poder de castigarlos”, dice Cristo.
    En la última parábola que San Lucas cuenta, antes de la Pasión, está preanunciado eso: “Semejante es el Reino de los cielos a un Rey que fue a hacerse cargo de un Reino que le tocaba por herencia. Y algunos de sus vasallos le mandaron embajada, diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros. Y cuando se hizo cargo del Reino, mandó que le trajeran aquellos sublevados y les dieran muerte en su presencia”.
    Eso contó Nuestro Señor Jesucristo hablando de si mismo; y cuando lo contó, no se parecía mucho a esos cristos melosos, de melena rubia, de sonrisita triste y de ojos acaramelados que algunos pintan. Es un Rey de paz, es un Rey de amor, de verdad, de mansedumbre, de dulzura para los que le quieren; pero es Rey verdadero para todos, aunque no le quieran, ¡y tanto peor para el que no le quiera!
    Los hombres y los pueblos podrán rechazar la llamada amorosa del Corazón de Cristo y escupir contra el cielo; pero no pueden cambiar la naturaleza de las cosas. El hombre es un ser dependiente, y si no depende de quien debe, dependerá de quien no debe; si no quiere por dueño a Cristo, tendrá el demonio por dueño. “No podéis servir a Dios y a las riquezas”, dijo Cristo, y el mundo moderno es el ejemplo lamentable: no quiso reconocer a Dios como dueño, y cayó bajo el dominio de Plutón, el demonio de las riquezas.
    En su encíclica Quadragesimo Anno, el Papa Pío XI describe de este modo la condición del mundo de hoy, desde que el Protestantismo y el Liberalismo lo alejaron del regazo materno de la Iglesia, y decidme vosotros si el retrato es exagerado: “La libre concurrencia se destruyó a sí misma; al libre cambio ha sucedido una dictadura económica. El hambre y sed de lucro ha suscitado una desenfrenada ambición de dominar. Toda la vida económica se ha vuelto horriblemente dura, implacable, cruel. Injusticia y miseria. De una parte, una inmensa cantidad de proletarios; de otra, un pequeño número de ricos provistos de inmensos recursos, lo cual prueba con evidencia que las riquezas creadas en tanta copia por el industrialismo moderno no se hallan bien repartidas”.
    El mismo Carlos Marx, patriarca del socialismo moderno, pone el principio del moderno capitalismo en el Renacimiento, es decir, cuando comienza el gran movimiento de desobediencia a la Iglesia; y añora el judío ateo los tiempos de la Edad Media, en que el artesano era dueño de sus medios de producción, en que los gremios amparaban al obrero, en que el comercio tenía por objeto el cambio y la distribución de los productos y no el lucro y el dividendo, y en que no estaba aún esclavizado al dinero para darle una fecundidad monstruosa. Añora aquel tiempo, que si no fue un Paraíso Terrenal, por lo menos no fue una Babel como ahora, porque los hombres no habían recusado la Reyecía de Jesucristo.
    Los males que hoy sufrimos, tienen, pues, raíz vieja; pero consolémonos, porque ya está cerca el jardinero con el hacha. Estamos al fin de un proceso morboso que ha durado cuatro siglos.
    Vosotros sabéis que en el llamado Renacimiento había un veneno de paganismo, sensualismo y descreimiento que se desparramó por toda Europa, próspera entonces y cargada de bienestar como un cuerpo pletórico. Ese veneno fue el fermento del Protestantismo; “rebelión de los ricos contra los pobres”, como lo llamó Belloc, que rompió la unidad de la Iglesia, negó el Reino Visible de Cristo, dijo que Cristo fue un predicador y un moralista, y no un Rey; sometió la religión a los poderes civiles y arrebató a la obediencia del Sumo Pontífice casi la mitad de Europa. Las naciones católicas se replegaron sobre sí mismas en el movimiento que se llamó Contrarreforma, y se ocuparon en evangelizar el Nuevo Mundo, mientras los poderes protestantes inventaban el Puritanismo, el Capitalismo y el Imperialismo.
    Entonces empezó a invadir las naciones católicas una a modo de niebla ponzoñosa proveniente de los protestantes, que al fin cuajó en lo que llamamos Liberalismo, el cual a su vez engendró por un lado el Modernismo y por otro el Comunismo.
    Entonces fue cuando sonó en el cielo la trompeta de la cólera divina, que nadie dejó de oír; y el Hombre Moderno, que había caído en cinco idolatrías y cinco desobediencias, está siendo probado y purificado ahora por Cinco castigos y cinco penitencias:
    Idolatría de la Ciencia, con la cual quiso hacer otra torre de Babel que llegase hasta el cielo; y la ciencia está en estos momentos toda ocupada en construir aviones, bombas y cañones para voltear casas y ciudades y fábricas;
    Idolatría de la Libertad, con la cual quiso hacer de cada hombre un pequeño y caprichoso caudillejo; y éste es el momento en que el mundo está lleno de despotismo y los pueblos mismos piden puños fuertes para salir de la confusión que creó esa libertad demente;
    Idolatría del Progreso, con el cual creyeron que harían en poco tiempo otro Paraíso Terrenal; y he aquí que el Progreso es el Becerro de Oro que sume a los hombres en la miseria, en la esclavitud, en el odio, en la mentira, en la muerte;
    Idolatría de la Carne, a la cual se le pidió el cielo y las delicias del Edén; y la carne del hombre desvestida, exhibida, mimada y adorada, está siendo destrozada, desgarrada y amontonada como estiércol en los campos de batalla;
    Idolatría del Placer, con el cual se quiere hacer del mundo un perpetuo Carnaval y convertir a los hombres en chiquilines agitados e irresponsables; y el placer ha creado un mundo de enfermedades, dolencias y torturas que hacen desesperar a todas las facultades de medicina.
    Esto decía no hace mucho tiempo un gran obispo de Italia, el arzobispo de Cremona, a sus fieles.
    ¿Y nuestro país? ¿Está libre de contagio? ¿Está puro de mancha? ¿Está limpio de pecado? Hay muchos que parecen creerlo así, y viven de una manera enteramente inconsciente, pagana, incristiana, multiplicando los errores, los escándalos, las iniquidades, las injusticias. Es un país tan ancho, tan rico, tan generoso, que aquí no puede pasar nada; queremos estar en paz con todos, vender nuestras cosechas y ganar plata; tenemos gobernantes tan sabios, tan rectos y tan responsables; somos tan democráticos, subimos al gobierno solamente a aquel que lo merece; tenemos escuelas tan lindas; tenemos leyes tan liberales; hay libertad para todo; no hay pena de muerte; si un hombre agarra una criaturita en la calle, la viola, la mata y después la quema, ¡qué se va a hacer, paciencia!; tenemos la prensa más grande del mundo: por diez centavos nos dan doce sábanas de papel llenas de informaciones y de noticias; tenemos la educación artística del pueblo hecha por medio del cine y de la radiotelefonía; ¡qué pueblo más bien educado va a ir saliendo, un pueblo artístico! ¡Qué país, mi amigo, qué país más macanudo!
    — ¿Y reina Cristo en este país? — ¿Y cómo no va a reinar? Somos buenos todos. Y si no reina, ¿qué quiere que le hagamos?
    Tengo miedo de los grandes castigos colectivos que amenazan nuestros crímenes colectivos. Este país está dormido, y no veo quién lo despierte. Este país está engañado, y no veo quién lo desengañe. Este país está postrado, y no se ve quién va a levantarlo.
    Pero este país todavía no ha renegado de Cristo; y sabemos por tanto que hay alguien capaz de levantarlo.
    Preparémonos a su Venida y apresuremos su Venida. Podemos ser soldados de un gran Rey; nuestras pobres efímeras vidas pueden unirse a algo grande, algo triunfal, algo absoluto.
    Arranquemos de ellas el egoísmo, la molicie, la mezquindad de nuestros pequeños caprichos, ambiciones y fines particulares.
    El que pueda hacer caridad, que se sacrifique por su prójimo, o solo, o en su parroquia, o en las Sociedades Vicentinas...
    El que pueda hacer apostolado, que ayude a Nuestro Cristo Rey en la Acción Católica o en las Congregaciones…
    El que pueda enseñar, que enseñe…
    Y el que pueda quebrantar la iniquidad, que la golpee y que la persiga, aunque sea con riesgo de la vida.
    Y para eso, purifiquemos cada uno de faltas y de errores nuestra vida. Acudamos a la Inmaculada Madre de Dios, Reina de los Ángeles y de los hombres, para que se digne elegirnos para militar con Cristo, no solamente ofreciendo todas nuestras personas al trabajo, como decía el capitán Ignacio de Loyola, sino también para distinguirnos y señalarnos en esa misma campaña del Reino de Dios contra las fuerzas del Mal, campaña que es el eje de la historia del mundo, sabiendo que nuestro Rey es invencible, que su Reino no tendrá fin, que su triunfo y Venida no está lejos y que su recompensa supera todas las vanidades de este mundo, y más todavía, todo cuanto el ojo vio, el oído oyó y la mente humana pudo soñar de hermoso y de glorioso.
    Leonardo Castellani,
    de su obra “Cristo, ¿vuelve o no vuelve?”.

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