Fin del testimonio

Sección III

18. Desde la Sección II parecería indisputable que, salvo una cantidad insignificante, toda la demanda efectiva depende en su componente financiera de los préstamos bancarios en sus varias formas. Apenas será necesario remarcar que el único valor de estos créditos bancarios depende de la voluntad de la comunidad industrial de producir y suministrar bienes y servicios a cambio de ellos. Mientras que es concebible que un sistema industrial pueda operar sin dinero, es inconcebible que un sistema dinerario pueda operar sin un sistema industrial.

19. El crédito financiero, por tanto, puede ser considerado como un reflejo del crédito real, que es una medida de la capacidad para producir bienes y servicios, como, cuando y donde sean requeridos. Puesto que esta concepción del crédito real implica una comunidad organizada, ordenadamente, y estable, cuyo objetivo en la producción sea el consumo, parece difícil objetar a la declaración de que la base real del crédito es la capacidad de producción y consumo de la comunidad, y todavía más difícil justificar una situación en la que este crédito le sea prestado como un acto de gracia, aunque una carga por su movilización puede ser fácilmente admitida. Es prácticamente más importante, sin embargo, darse cuenta de que un sistema financiero que separe de la comunidad la propiedad del crédito es autodestructivo, pues sólo la comunidad tiene el poder de consumo necesario para mantener la producción en su máximo.

20. Para poder entender esto, sólo es necesario tener en mente que el dinero y el crédito son intercambiables, y que la definición del dinero es “cualquier medio que, no importando de lo que esté hecho o por qué la gente lo quiere, nadie lo rechazará a cambio de sus bienes” (Profesor Walker). Puesto que la creación del crédito financiero es un acto en sí mismo sin coste, consistiendo la parte mecánica del proceso meramente en escribir cifras en un libro (N.T. Actualmente las cifras se ponen, mayormente, en un ordenador, pero el proceso es el mismo), y puesto que el crédito financiero surge a partir de esta técnica de contabilidad, y es por definición prácticamente la única demanda efectiva para bienes y servicios, resulta claro que el conjunto de todos los bienes y servicios producidos por la comunidad son potencialmente propiedad del sistema financiero tal y como actualmente es operado. El sistema financiero como tal, sin embargo, es incasable de absorber cualquier considerable proporción de la posible producción de la comunidad, aunque debe admitirse que la proporción de sucursales bancarias con relación a nuevas casas en los últimos 10 años muestra un claro esfuerzo en esta dirección. No es por tanto necesario elaborar más el hecho de que la identificación del crédito, ahora reivindicado por el sistema bancario, con la comunidad general es algo esencial para poder igualar la demanda efectiva con la capacidad productiva (N.T. En Las Españas basta que, una vez que el Rey o Regente legítimo –en la actualidad el Regente Enrique de Borbón- sea restaurado en el poder político efectivo, éste, como representante de la comunidad política, recupere la regalía de emitir dinero a favor y beneficio de sus súbditos).

21. En los futuros intentos que se harán para poner en efecto tales proposiciones como las señaladas anteriormente, será necesario distinguir cuidadosamente entre la administración privada del crédito como propiedad pública y lo que comúnmente es llamado “administración pública”, siendo muy probable que la primera es en todo caso preferible como medio de administración.
Puede, quizá, ser permisible citar de un libro que ha levantado considerable atención en el Continente, en lo que se refiere a este asunto, del fallecido Doctor Steiner: “El socialismo moderno está absolutamente justificado en exigir que los métodos actuales, bajo los cuales la producción es llevada a cabo para el beneficio individual, deberían ser reemplazados por otros, bajos los cuales la producción sea llevada a cabo para el bien del consumo comunitario. Pero es justo la misma persona que muy a conciencia reconoce la justicia de esta exigencia quien se encontrará a sí mismo incapaz de estar de acuerdo con la conclusión que el socialismo moderno deduce: que, por tanto, los medios de producción deben ser transferidos de la propiedad privada a la comunal. Por el contrario él se verá forzado a una conclusión muy diferente, a saber: que cualquier cosa que sea producida privadamente por medio de los talentos y las energías privadas debe encontrar su camino hacia la comunidad a través de los canales correctos.”

22. Puesto que es muy probable que no haya llegado el tiempo en que sea practicable obtener reconocimiento de la afirmación adelantada en esta Sección, sería, sin duda, prematuro poner delante cualquiera de las proposiciones constructivas que implican su aceptación.
Es improbable que el negocio individual, después de la experiencia del periodo de posguerra, vaya a estar contento de trabajar con préstamos bancarios que son susceptibles de ser reclamados en el momento más inconveniente, y existe evidencia de una creciente falta de inclinación por tomar todo el riesgo y la responsabilidad en colaboración con instituciones que no poseen ni conocimiento técnico ni común interés con la empresa individual. Sin duda una apreciación de esta situación tiene mucho que ver con la propaganda de “racionalización” unida a la genuina incapacidad de comprender el hecho de que la “eficiencia” de muchas de las grandes empresas es una eficiencia aparente (o de papel) basada en el acceso al crédito, compras al por mayor y fijación de precios, y en muchos casos no tiene fundamento físico, siendo frecuentemente mayor la genuina eficiencia de las empresas más pequeñas.