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Tema: Los ricos no crean empleo

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  1. #1
    Avatar de Cirujeda
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    Re: Los ricos no crean empleo

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje

    ... es decir, debido a una cuestión de origen completamente artificial y perfectamente evitable por el poder político (fíjese que aquí no entra para nada la cuestión de tener que emplear a la población en ningún trabajo adicional innecesario para la comunidad política; simplemente se trata de una cuestión de falta de poder de compra o falta de dinero; nada más).
    No, no, por favor. Más poder para los políticos, no.

    ¿Alguien podría explicarme de dónde viene esa tendencia a pensar que los políticos, o los gobernantes, o el Estado, van a utilizar bien el poder y, sin embargo, se tiende a considerar que el poder utilizado individualmente va a producir el mal?

    ¿Acaso los mayores crímenes de la Historia no han sido perpetrados colectivamente?

    ¿Acaso no hemos aprendido los devastadores efectos de la centralización artificial nacida de las revoluciones?

    Los políticos, poquitos y con el poder bien controlado.
    Última edición por Cirujeda; 07/02/2013 a las 16:51
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  2. #2
    jasarhez está desconectado Proscrito
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    Re: Los ricos no crean empleo

    El mal es el pecado, no "lo colectivo". Ni siquiera los políticos ni el Estado, por fuerte y centralizado que éste sea. La pérdida de los principios del catolicismo, la irreligión, el entender la vida como una posibilidad que puede ser vivida de espaldas a Dios, e incluso (como está llegando a ocurrir), no solamente el desprecio, sino el odio por Dios mísmo. Eso es lo que siempre ha traído el mal al mundo, hayan gobernado liberales o colectivistas. Veamos, sino, la historia reciente. Remontémosnos a los tiempos de las horribles presecuciones y las quemas de conventos que todos recordamos y lo veremos. Pero....... no me estoy refiriendo a esas quemas de conventos y asesinato de frailes que nos cuentan regularmente por Interlobotomía, y que también todos recordamos. Estoy proponiendo que viajemos unos años atrás en el tiempo y también recordemos los terribles sucesos perpetrados por las hordas liberales en tiempos de Isabelota II. Recordemos también las desamortizaciones de tierras comunales y de la Iglesia, privándose a los campesinos, por mor de políticas liberales y de "optimización" de los beneficios empresariales, de las herramientas mas básicas que antes tenían para su subsistencia. Y recordemos cómo tuvieron que emigrar a los arrabales de las nacientes ciudades para servir de mano de obra barata, para que los ricos "crearan dinero" con su sufrimiento. Aquellas políticas no fueron mas que un desfalco, un horrible robo de bienes que eran de todos (y no me refiero solo a los denominados "comunales", lo cual es obvio, sino también a los bienes y tierras que administraban los monasterios). Fue robarles a los pobres lo poco que tenían, para entregárselo a los ricos, con la excusa de que "ellos" eran, según cierta filosofía herética y blasfema, los que creaban la riqueza. Y así nació y se hizo fuerte el capitalismo, pero con él surgió también (como era obvio suponerlo) su antítesis, el socialismo y tras él, el horror de las revoluciones socialistas. De una enorme mentira y un enorme sacrilegio (porque eso es lo que era también la quema de conventos perpetrados por las hordas liberales capitalistas...), nació otra no menos enorme y no menos mostruosa forma de sacrilegio y de mentira, pero de signo políticamente opuesto, que.... curiosamente, también la tomaba con los sagrarios y con los conventos... y que, por supuesto, también hacía sacrilegios, como antes lo hicieron las hordas que impusieron al mundo el liberalismo.
    Curiosa coincidencia....

    Porque el pecado surge al olvidar que todo lo que existe sobre la tierra es obra exclusiva del Creador, y que Él es el Señor de todo y Aquél que únicamente crea y nos dona todas nuestras riquezas. No son los ricos con su dinero, ni los pobres con sus manos los que las crean. Es el esfuerzo conjunto de ambos los que logran transformar los bienes de la tierra en algo que luego todos venimos en convenir en llamarle "riqueza". Es también el hombre, con su trabajo y con su ingenio, el que ha aprendido a aprovechar los frutos que Dios nos brinda a todos tan generosamente por medio de los dones de la tierra. Pero, evidentemente, no.... los ricos solos, no generan jamás riqueza con su dinero. Pruebe Vd. a enterrar su dinero bajo tierra y verá que pronto se lo comen los gusanos. Sin el esfuerzo y el trabajo de otros, su dinero no vale absolutamente nada. Ahora bien, con las simples manos de un campesino, se puede plantar una semilla que germine.. Pero, claro... los ricos se han inventado el rollo éste del "capitalismo financiero" (gran estafa y gran mentira). Una mentira de la que ya nos advertía José Antonio, allá por los años 30:

    "Yo os invito, para que nunca más pueda jugarse con la ambigüedad de estas palabras, a que me sigáis en el siguiente ejemplo: imaginad un sitio donde habitualmente se juegue a algún juego difícil. En esta partida se afanan todos, ponen su destreza, su ingenio, su inquietud, hasta que un día llega uno más cauto que ve la partida y dice: "Perfectamente; aquí unos ganan y otros pierden; pero los que ganan y los que pierden necesitan para ganar o perder esta mesa y estas fichas. Bien: pues yo, por cuatro cuartos, compro la mesa y las fichas, se las alquilo a los que juegan y así gano todas las tardes". Pues éste, que sin riesgo, sin esfuerzo, sin afán ni destreza, gana con el alquiler de las fichas, éste es el capital financiero.

    El dinero nace en el instante en que la economía se complica hasta el punto de que no pueden realizarse las operaciones económicas elementales con el trueque directo de productos y servicios. Hace falta un signo común con que todos nos podamos entender, y este signo es el dinero; pero el dinero, en principio, no es más que eso: un denominador común para facilitar las transacciones. Hasta que llegan quienes convierten a ese signo en mercancía para su provecho, quienes, disponiendo de grandes reservas de este signo de crédito, lo alquilan a los que compran y a los que venden. Pero hay otra cosa: como la cantidad de productos que pueden obtenerse, dadas ciertas medidas de primera materia y trabajo, no es susceptible de ampliación; como no es posible para alcanzar aquella cantidad de productos disminuir la primera materia, ¿qué es lo que hace el capitalismo para cobrarse el alquiler de los signos de crédito? Esto: disminuir la retribución, cobrarse a cuenta de la parte que le corresponde a la retribución del trabajo en el valor del producto. Y como en cada vuelta de la corriente económica el capitalismo quita un bocado, la corriente económica va estando cada vez más anémica y los retribuidos por bajo de lo justo van descendiendo de la burguesía acomodada a la burguesía baja, y de la burguesía baja al proletariado, y, por otra parte, se acumula el capital en manos de los capitalistas; y tenemos el fenómeno previsto por Carlos Marx, que desemboca en la Revolución rusa.

    Así, el sistema capitalista ha hecho que cada hombre vea en los demás hombres un posible rival en las disputas furiosas por el trozo de pan que el capitalismo deja a los obreros, a los empresarios, a los agricultores, a los comerciantes, a todos los que, aunque no lo creáis a primera vista, estáis unidos en el mismo bando de esa terrible lucha económica; a todos los que estáis unidos en el mismo bando, aunque a veces andéis a tiros entre vosotros. El capitalismo hace que cada hombre sea un rival por el trozo de pan. Y el liberalismo, que es el sistema capitalista en su forma política, conduce a este otro resultado: que la colectividad, perdida la fe en un principio superior, en un destino común, se divida enconadamente en explicaciones particulares. Cada uno quiere que la suya valga como explicación absoluta, y los unos se enzarzan con los otros y andan a tiros por lo que llaman ideas políticas. Y así como llegamos a ver en lo económico, en cada mortal, a quien nos disputa el mendrugo, llegamos a ver en lo político, en cada mortal, a quien nos disputa el trozo de poder, la parte de poder que nos asignan las constituciones liberales.


    He aquí por qué, en lo económico y en lo político, se ha roto la armonía del individuo con la colectividad de que forma parte, se ha roto la armonía del hombre con su contorno, con su patria, para dar al contorno una expresión que ni se estreche hasta el asiento físico ni se pierda en vaguedades inaprehensibles.
    Perdida la armonía del hombre y la patria, del hombre y su contorno, ya está herido de muerte el sistema.

    Esta pérdida de armonía del hombre con su contorno origina dos actitudes: una, la que dice: "Esto ya no tiene remedio; ha sonado la hora decisiva para el mundo en que nos tocó nacer, y no hay sino resignarse, llevar a sus últimas consecuencias la dispersión, la descomposición". Es la actitud del anarquismo: se resuelve la desarmonía entre el hombre y la colectividad disolviendo a la colectividad en los individuos; todo se disgrega como un trozo de tela que se desteje. Otra actitud es la heroica: la que, rota la armonía entre el hombre y la colectividad, decide que ésta haga un esfuerzo desesperado, para absorber a los individuos que tienden a dispersarse. Estos son los Estados totales, los Estados absolutos.
    Yo digo que si la primera de las dos soluciones es disolvente y funesta, la segunda no es definitiva. Su violento esfuerzo puede sostenerse por la tensión genial de unos cuantos hombres, pero en el alma de esos hombres late, de seguro, una vocación de interinidad; esos hombres saben que su actitud se resiste en las horas de tránsito, pero que, a la larga, se llegará a formas más maduras en que tampoco se resuelva la disconformidad anulando el individuo, sino en que vuelva a hermanarse el individuo en su contorno por la reconstrucción de esos valores orgánicos, libres y eternos, que se llaman el individuo, portador de un alma; la familia, el Sindicato, el Municipio, unidades naturales de convivencia.".

    DISCURSO DE CLAUSURA DEL SEGUNDO CONSEJO NACIONAL DE LA FALANGE
    Extracto del DISCURSO DE CLAUSURA DEL SEGUNDO CONSEJO NACIONAL DE LA FALANGE

    (Discurso pronunciado en el cine Madrid, de Madrid, el día 17 de noviembre de 1935)


    Última edición por jasarhez; 07/02/2013 a las 18:00

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