Carta de Wallace Klinck a Henry Makow sobre la causa esencial del problema económico y social.
23 de Diciembre de 2014
Querido Henry:
Anthony Michels tiene razón al decir que el Crédito Social hace hincapié en la disparidad entre ingresos y poder adquisitivo del consumidor. Sin embargo, se equivoca al atribuir esa disparidad a las cargas de interés, y el Crédito Social no lo hace ni nunca lo ha hecho (como parece dar entender Anthony), por la simple y sutil razón de que la causa primaria de esa disparidad se encuentra en los métodos de contabilidad de los costes del capital real. Aquí no nos estamos refiriendo a la disparidad de ingresos financieros que hay entre los diferentes individuos y participantes en el campo económico, sino más bien a la diferencia que hay entre los ingresos de los consumidores y los precios financieros tomados de manera agregada a una escala macroeconómica nacional. Existen dos consideraciones enteramente diferentes. Tanto los pagos de beneficios como de intereses constituyen costes e ingresos. Uno podría no aprobar la forma en que estos ingresos son distribuidos o asignados, pero la forma en que son repartidos no tiene nada que ver con la cuestión fundamental de la existencia de una suficiencia o insuficiencia en total. Es cierto que, en tanto que todos los ingresos han sido desembolsados como costes a través del sistema de formación de precios, y han de ser recobrados por los vendedores por medio de sus ventas, el ahorro de dichos ingresos puede crear una escasez temporal de demanda inmediata sobre los bienes de consumo, y la reinversión de tales ganancias pueden crear más productos que simultáneamente crearán costes financieros y precios nuevos y adicionales, creando de esta forma una grieta aún más amplia entre precios e ingresos.
El “Teorema A + B” de C. H. Douglas abarca todos los pagos, como ingresos y costes, por todos los bienes y servicios en la economía tomada en su conjunto, y no hace omisiones de ningún factor generador de costes o ingresos, como parece dar a entender Anthony. En resumen, el sistema de precios carga al consumidor la depreciación del capital real, pero omite abonar al consumidor con la apreciación del capital, la cual se desarrolla esta última de manera mucho más rápida de lo que lo hace la depreciación. Se necesitaría poca reflexión para percibir la enormidad de esa diferencia. Los créditos al consumo defendidos por el Crédito Social no constituyen una solución a medias, sino que consistirían en una continua y dinámica cancelación de costes industriales no liquidados, que a su vez eliminarían continua y permanentemente la necesidad de una deuda del consumidor global. Las deudas del consumidor constituyen el área en donde especialmente se cargan en la actualidad altos tipos de interés y que deben ser pagados a partir de futuros ingresos. Los préstamos para propósitos de producción se recuperan a partir de las ventas, que cubren los costes del crédito concedido en que se haya incurrido, mediante cualquier catálogo de tarifas que sea económicamente sano. El Crédito Social se aseguraría de que el consumidor siempre tuviera suficiente ingreso efectivo, libre de cualquier gravamen, para liquidar todos los costes de la producción. La producción requiere de una vasta cantidad de servicios financieros y de crédito, que los bancos proveen muy eficientemente. La política del Crédito Social consiste en hacer financieramente posible, si así se deseara, todas las cosas físicamente posibles.
El intentar tratar al interés como el problema nuclear de la economía, puede compararse al hecho de podar las ramas que aparecen obviamente infectadas de un árbol, el cual está siendo infectado, sin darse cuenta, desde las raíces. Debemos golpear en la raíz del problema para así poder resolverlo permanentemente. El problema está en un creciente y fatal error en la contabilidad nacional del coste, que hace que la distribución de los productos de la industria sea cada vez más difícil a medida que se incrementa la modernización de los procesos productivos. Actualmente, las únicas opciones que se ofrecen a la sociedad, con las cuales poder enfrentarse con esta tendencia inexorable, consisten en incurrir en deuda creciente y enfrascarse en una actividad crecientemente despilfarradora o incluso pseudo-económica destructiva.
Atentamente
Wallace Klinck
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Texto original:
Dear Henry:
Anthony Michels is correct in stating that Social Credit emphasizes the disparity between incomes and consumer purchasing-power. He is incorrect, however, in attributing the disparity to interest charges and Social Credit does not, and has never, done so (as Anthony has implied) for the simple if subtle reason that the primary cause of the disparity lies in the methods of accounting the costs of real capital. We are not here dealing with the disparity of financial incomes as between different individuals and players in the economic field, but rather with the difference between consumer income and financial price in the aggregate on a national macro-economic scale. These are two entirely different considerations. Both profit and interest payments are costs and incomes. One might not approve how these incomes are distributed or allocated but how they are shared has nothing to do with the fundamental question of overall sufficiency or insufficiency. It is true that inasmuch as all incomes have been paid out as costs through the price-making system and must be recovered by vendors through sales, the saving of such incomes can create a temporary shortage of immediate demand upon consumer goods, and the re-investment of such earnings to create further products will simultaneously create new and additional financial costs and prices, thereby creating and even wider chasm between prices and incomes.
C. H. Douglas’s “A + B Theorem” embraces all payments both as incomes and costs for all goods and services in the economy as a whole and makes no omissions of any cost or income generating factors, as Anthony implies. In summary, the price-system charges the consumer with depreciation of real capital but fails to credit the consumer with capital appreciation which latter proceeds much more rapidly than does depreciation. Little reflection should be required to discern the enormity of the differential. The consumer credits advocated by Social Credit are not a one-time “fix” but would be a continuous and dynamic cancellation of unliquidated industrial costs which would continuously and permanently eliminate the need for overall consumer debt. Consumer debt is the area in which especially high rates of interest are currently charged and must be paid from future earnings. Loans for production purposes are recovered through sales which cover the costs of credit facilitation incurred by whatever fee schedule is economically sound. Social Credit would ensure that the consumer always has sufficient unencumbered effective income to liquidate all the costs of production. Production requires a vast amount of credit and financial service which banks provide very efficiently. Social Credit policy is to make all things physically possible financially possible if so desired.
Attempting to deal with interest as the core problem of economics can be likened to lopping off the obviously infected branches of a tree that is being infected unseen from the roots. We must strike at the root of the problem in order permanently to solve it. The problem lies in a growing and fatal error in national cost-accountancy which makes the distribution of the products of industry increasingly difficult with the increasing modernization of industrial processes. Currently the only options offered to society by which to deal with this inexorable trend is to incur growing debt and engage in increasingly wasteful or even destructive pseudo-economic activity.
Sincerely
Wallace Klinck
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