Fuente:
Papeles Reservados (Volumen II), Emilio Romero, Plaza y Janés, 1986, páginas 181 a 188.
Carta del Cardenal Pla y Deniel a D. José Solís, Delegación Nacional de Sindicatos.
El Cardenal Arzobispo de Toledo. Primado de España
Toledo, 15 de noviembre de 1960
Excmo. Sr. D. José Solís Ruiz
Ministro Secretario General del Movimiento y Delegado Nacional de Sindicatos
Madrid
Excelentísimo Sr. Ministro:
Recibí sus cartas del 10 y del 15 del mes último de octubre, a las cuales adjuntaba un Informe sobre el escrito dirigido a Vuestra Excelencia como Delegado Nacional de Sindicatos por la Hermandad Obrera de Acción Católica, Hermandad Obrera de Acción Católica Femenina, Juventud Obrera de Acción Católica y Juventud Obrera Católica Femenina, con sus anexos correspondientes.
Tal vez Vuestra Excelencia se haya extrañado un tanto de que no haya sido muy rápida mi contestación. Confieso que ha sido por la no leve sorpresa que me causó la forma con que Vuestra Excelencia reaccionó ante el escrito de las Hermandades Obreras de Acción Católica, como revela su Informe. Informe, por otra parte, enviado a todos los Obispos de España y, si no estoy mal informado, a todos los Gobernadores Civiles, a todos los Delegados Provinciales de Sindicatos y a otras personalidades.
Yo, que he tenido el honor de dialogar varias veces con Vuestra Excelencia, como recuerda en su carta del 10 de octubre, conviniendo mutuamente en la necesidad de la representación auténtica de los patronos y de los obreros en los organismos sociales, también en la necesidad de que el Movimiento Nacional no se empequeñezca dándole carácter de un grupo, sino reconociendo distintos matices, salvo siempre los principios fundamentales, y que conocía la colección de sus discursos y escritos rotulada «
Nueva convivencia española», no puedo menos de expresarle con la sinceridad que es la única forma que sé emplear en mi lenguaje, mi sorpresa ante su Informe y la negativa de dar contestación alguna a las Hermandades Obreras de Acción Católica, por no reconocerles ninguna personalidad. Yo creía que conveníamos en las directrices generales del desarrollo del Movimiento que realizó la Cruzada Nacional, que si no con las armas, con la pluma y con plenísimo riesgo defendí desde sus albores y he seguido defendiendo en España y fuera de ella; y debo confesarle que yo no acierto a conciliar en el caso presente mi criterio sobre las directrices generales que debe seguir el Movimiento (siempre he dejado al Gobierno la autoridad y la responsabilidad de las leyes particulares y las concreciones técnicas) y la posición que la Organización Sindical en su Informe ha tomado frente a las Hermandades Obreras de Acción Católica.
Por ello, sucintamente, con toda lealtad y claridad, voy a exponer a Vuestra Excelencia tal como yo veo el problema que se ha suscitado, desde mi posición de Arzobispo de Toledo y, como tal, Presidente de la Dirección Central de Acción Católica.
Yo no voy a entrar ni siquiera de lejos a enjuiciar los detalles de la reglamentación sobre las actuales elecciones sindicales, sobres sus plazos, etc. Yo entiendo que la Jerarquía Eclesiástica no tiene por qué intervenir en estos detalles técnicos y reglamentarios que interesan, sin embargo, no poco a todos los miembros de los Sindicatos, que, siendo éstos en España únicos y obligatorios, interesan a todos los empresarios y a todos los obreros y, por lo tanto, a las Hermandades Obreras de Acción Católica.
Así como yo considero ajenos a mis cargos eclesiásticos la reglamentación en detalle de unas elecciones sindicales, así por el contrario considero una cuestión de suma importancia y trascendencia el aclarar si tienen o no personalidad las Hermandades Obreras de Acción Católica y si en España se la reconoce o no el Estado. Creo que es absolutamente necesario evitar todo confusionismo y precisar bien la posición de la Iglesia ante los Sindicatos españoles y la posición del Estado en España respecto de las Hermandades Obreras de Acción Católica.
Vuestra Excelencia no ignora que han tenido y tienen los Sindicatos españoles adversarios fuera de España por considerarlos no conformes con la doctrina social de la Iglesia. En España, en el año 1954, publicó un Prelado una Carta Pastoral propugnando que los Sindicatos españoles no están conformes con la doctrina social de la Iglesia. El Gobierno se quejó ante la Santa Sede y el Excmo. Sr. Nuncio Apostólico comunicó a dicho Prelado que para lograr aquella unión de intentos en el magisterio pastoral tan recomendada por el Santo Padre y a fin de evitar confusiones muy perjudiciales entre el clero y los fieles al publicar pastorales que afectan directamente a la situación religiosa y social de toda la nación, como en el caso de su Pastoral sobre el sistema sindical vigente en España, consultase previamente con el Cardenal Primado. Ahora bien, ¿cuál ha sido mi criterio y mi actuación, y aun de toda la Iglesia española, respecto a los Sindicatos en España? Yo, por mi parte, ante el Gobierno, ante los Prelados y ante las Hermandades Obreras de Acción Católica, he sostenido siempre que no era contra la doctrina social de la Iglesia el que los Sindicatos españoles sean mixtos de patronos y obreros ni el que sean obligatorios, por tener también ambas cualidades los antiguos gremios, pero con tal que la representación tanto de los patronos como de los obreros sea auténtica. Este mismo criterio, los tres Prelados que formamos la Comisión Permanente de la Conferencia de Metropolitanos, Excmos. Sres. Arzobispos de Valladolid, de Zaragoza y el que suscribe, expusimos a Su Excelencia el Jefe del Estado en larga audiencia que nos concedió en San Sebastián el año 1956, en la cual a la vez que expusimos que ni el carácter de mixto ni el de obligatorio no hacían los Sindicatos españoles contrarios a la doctrina social de la Iglesia, respetuosamente expusimos igualmente a Su Excelencia el Jefe del Estado que, según muchos informes que no procedían solamente de las Hermandades Obreras de Acción Católica, sino de los obreros en general de nuestras diócesis, no tenían representación suficientemente auténtica los obreros en los Sindicatos españoles. No creo que pueda extrañar a Vuestra Excelencia que nosotros tuviéramos estas informaciones, porque son palabras suyas en el discurso pronunciado en Villagarcía de Arosa en 1957: «Recordad cómo al principio, antes de las primeras elecciones sindicales celebradas en 1944, nuestros edificios sindicales eran frías arboladuras llenas de funcionarios, que habían de suplir, con buena voluntad, la ausencia de los representantes obreros y empresarios. Aquello era un caserón vacío de contenido». Y después de aquel discurso ha continuado Vuestra Excelencia propugnando hasta las recientes elecciones que se debía ir a una mayor autenticidad representativa, lo cual implica que hasta que se han realizado las recientes elecciones, la autenticidad representativa no ha sido suficiente. La Jerarquía Eclesiástica no ha tenido ninguna enemiga a los Sindicatos, sino que al contrario les ha dado apoyo nombrándoles asesores eclesiásticos diocesanos, lo cual no fue por iniciativa de la Iglesia, sino por petición con mucho interés del Estado, y yo por mi parte, como Presidente de la Conferencia de Metropolitanos, nombré Asesor Nacional al Excmo. Sr. Obispo de León, quien ha desempeñado su cargo con el celo y capacidad que le distinguen y a plena satisfacción del Gobierno. La Iglesia española ha apoyado hasta el presente a los Sindicatos españoles. Ahora bien, por su carácter de obligatorios, en los cuales están encuadrados todos los patronos y todos los obreros, a pesar de tener asesores eclesiásticos, no pueden ser considerados como asociaciones apostólicas de apostolado seglar. Son evidentemente asociaciones o corporaciones oficiales, en las cuales hay hombres de todas las ideologías, aun evidentemente miembros socialistas y comunistas.
Así como el Estado ha organizado sindicatos oficiales, la Iglesia ha tenido que organizar asociaciones apostólicas, Hermandades Obreras, como también Patronales, de Acción Católica. Su Santidad Pío XI dijo que el gran escándalo de la sociedad contemporánea era la apostasía de las masas obreras; y esto era verdad aun en nuestra España, al menos en las masas obreras industriales; yo, como natural de Barcelona, puedo testificarlo; y en 1910, el año siguiente de la llamada Semana Trágica, me decía en larga entrevista el insigne Cardenal Mercier en Malinas que a él no le había sorprendido tanto como a nosotros el estallido de dicha Semana Trágica, porque él antes de ser elevado al Episcopado había visitado las principales ciudades de España y había notado en ellas la falta de obreros en las iglesias que ex profeso había visitado. En la sociología religiosa hay que ser realista, conociendo lo muchísimo bueno del catolicismo español y sus deficiencias. En España no llegan al uno por mil ni los españoles protestantes ni los no bautizados (mientras que en Francia suman algunos millones los no bautizados), pero son muchísimos desgraciadamente los obreros industriales no practicantes y aun positivamente alejados de la Iglesia.
Los mejores apóstoles entre los obreros son los obreros mismos, como han reconocido los Sumos Pontífices y, por ello, han promovido las Hermandades Católicas de Obreros. En España forman parte las Hermandades Católicas de Obreros de la Acción Católica, cuyas asociaciones están reconocidas por el Estado español en el artículo XXXIV del Concordato vigente: «Las asociaciones de Acción Católica Española podrán desenvolver libremente su apostolado bajo la inmediata dependencia de la Jerarquía Eclesiástica, manteniéndose, por lo que se refiere a actividades de otro género, en el ámbito de la legislación del Estado». Sería una interpretación muy errónea de este artículo del Concordato entender que el apostolado de la Acción Católica en general se ha de limitar a la oración y al cultivo de la piedad que se verifican en el templo. Ésta es la misión de las Cofradías que se erigen en las iglesias; pero la misión de la Acción Católica en todas sus ramas y especializaciones, que no se erigen en ninguna iglesia, es mucho más amplia, se ejerce principalmente fuera del templo. En cuanto al apostolado de las Hermandades Obreras de Acción Católica necesariamente ha de incluir la propaganda de la doctrina social de la Iglesia y se han de ocupar de los problemas sociales. Así lo hacen las asociaciones obreras de Acción Católica en todo el mundo. Por ello, por mi parte, he proclamado tantas veces que las Hermandades Obreras de Acción Católica no son ni aspiran a ser un Sindicato, pero tampoco son una Cofradía. Si fuesen una simple Cofradía, no se hablaría de ellas en los Concordatos modernos, no sólo el de España. Mientras no se entienda bien esto, no se entiende lo que es la Acción Católica.
Dado el artículo mencionado del Concordato español, ¿se puede desconocer la personalidad de las Hermandades Obreras de Acción Católica en España? Esto plantearía un verdadero conflicto entre la Iglesia y el Estado.
Se dirá, tal vez, que el artículo XXXIV del Concordato dice en su último inciso «manteniéndose, por lo que se refiere a actividades de otro género (esto es, fuera del apostolado), en el ámbito de la legislación del Estado». Pero esto, evidentemente, no es desconocer su personalidad sino, reconocida ésta, establecer que en actividades que no sean apostólicas, se deben mantener en el ámbito de la legislación general del Estado. ¿Y cómo se puede afirmar que las Hermandades Obreras de Acción Católica no se han mantenido en el escrito presentado al Delegado Nacional de Sindicatos en el ámbito de la legislación general del Estado? ¿No se han limitado a una mera
petición a la autoridad competente, que es el Delegado Nacional de Sindicatos? Su petición yo entiendo que está aun dentro del artículo primero de la ley de Sindicatos, porque las Hermandades no se han dirigido al Estado fuera de la Organización Sindical, que es la única que el Estado reconoce para hacer llegar hasta él las aspiraciones y necesidades que en el orden económico sienten los elementos productores. Las Hermandades Obreras de Acción Católica no se han dirigido en su petición sino al Delegado Nacional de Sindicatos. ¿Es que dentro de la Organización Sindical no se reconoce el derecho de petición? Entonces los Sindicatos serían de un régimen totalitario como los hitlerianos y los soviéticos. No está tampoco de más recordar que en la fecha en la que se publicó la ley de Organización Sindical, y aún más tarde en la primera legislatura de las Cortes Españolas, se dijo en ellas oficialmente que el régimen totalitario era el de España y el único conveniente en las circunstancias de entonces. Hoy nadie se atreve en España, ni en general fuera del mundo soviético, llamarse totalitario; pero ciertamente no es sólo el nombre lo que hay que rechazar, sino lo que por él se significa. Vuestra Excelencia, en su discurso de Villagarcía de Arosa, claramente dijo: «Nadie puede pensar a estas alturas de nuestro tiempo regir pueblos silenciosos, ya no hay pueblos silenciosos en las organizaciones políticas modernas, y las que están así lo hacen bajo la presión y la coacción de oligarquías terroristas al estilo soviético».
Las Hermandades Obreras de Acción Católica son en España una minoría entre los productores, pero también Vuestra Excelencia en el mismo citado discurso proclamó que tenía un gran respeto por las minorías. Si se quiere ser realista se ha de reconocer que hoy al menos las Hermandades Obreras son una minoría; sería un error sofístico el pretender que, por ser la inmensa mayoría de los obreros españoles bautizados, están socialmente con la Iglesia, cuya doctrina social los más desconocen. Las Hermandades Obreras de Acción Católica son una minoría, pero yo, que las conozco y que las trato, afirmo que no son una minoría pasiva, sino una minoría activa con profundo espíritu cristiano. Cuando celebraron su Asamblea en Toledo, muchísimos comulgaban diariamente, lo cual comprueba que son asociaciones verdaderamente de apostolado seglar. Yo he de decir más, Sr. Ministro: que hoy las cuatro Hermandades Obreras, la HOAC y la HOAC femenina, la JOC y la JOC femenina, en su conjunto pesan ya en España y fuera de España. En España, además de los inscritos en las mismas, tienen muchos simpatizantes entre la clase obrera; las ramas juveniles este año celebraron una asamblea con seis mil participantes. Fuera de España, sus Presidentes forman parte de los Comités Directivos de las Asociaciones Obreras Internacionales Católicas, como la FILMOC de adultos y la JOC Internacional de jóvenes; ésta ha enviado a la América latina a un ex-presidente de la JOC española en largo viaje de propaganda; tanto el primer presidente de la HOAC como el actual Presidente, han sido invitados por los Estados Unidos a visitar las organizaciones obreras de aquella nación costeándoles su estancia en la misma. ¡Y qué contraste tan doloroso! En España, que es uno de los pocos Estados confesionales que hay en el mundo,
que tiene un Concordato modelo, que lo es en tantos campos bajo el punto de vista católico, se regatea, si no se desconoce, la personalidad de las Hermandades Obreras Católicas; se las presenta como sospechas en sendas Circulares no sólo del Ministerio del Movimiento, sino del de la Gobernación; se molesta a los dirigentes con investigaciones policíacas, se les multa por lo que hayan dicho
o no dicho en actos que ha presidido el Obispo de la diócesis, como en Bilbao, y a pesar de respaldar todo lo dicho el Prelado; se han impedido actos como recientemente en un pueblo de la provincia de Almería, a pesar de celebrarse en un edificio propiedad de una congregación religiosa y sin que se les haya imputado ningún delito ni ningún desacato.
Se dirá, tal vez, que a estos recelos, a tales sospechas han dado lugar alguna vez expresiones algún tanto radicales de alguna publicación de las Hermandades Obreras Católicas. Tiene por lo menos tanto interés la Iglesia como el Estado en que no defiendan soluciones demagógicas las publicaciones de la Hermandades Obreras de Acción Católica, y si alguna vez ha habido expresiones excesivamente radicales se les ha amonestado y procurado poner remedio. En un Estado católico y concordatario la inteligencia entre la Iglesia y el Estado es cosa fácil. Sin embargo, respecto de lo que sea o no demagógico, hay que seguir la doctrina social de la Iglesia. Directa y públicamente he prevenido a la HOAC en su última Asamblea que deben evitar como demagógico las infiltraciones de doctrinas socialistas, de odio de clases, de procedimientos violentos; pero no puede, en cambio, considerarse como demagógico la legítima defensa de los intereses obreros, la información sobre sus reales necesidades, la aspiración a que se cuente con ellos en la resolución de los problemas del trabajo. En algunas ocasiones se ha tildado de demagógicas en las Hermandades Obreras de Acción Católica afirmaciones hechas por autoridades del Estado o por dirigentes de la misma Organización Sindical. Este mismo año se ha dado un caso curioso en Toledo. Una sencilla hoja que publica la Hermandad Obrera local de Toledo presentó a la censura civil un artículo que estaba tomado del órgano de los Sindicatos, sin indicar su procedencia. Se lo tachó la censura civil, pero al demostrar que estaba tomado del órgano de los Sindicatos, entonces lo autorizó.
Termino, Sr. Ministro, esta contestación, que me ha resultado algo larga, pero que no tiende más que a buscar una inteligencia que yo conceptúo del todo necesaria, para bien de la Iglesia y del Estado. Las actuales relaciones del Estado con las Hermandades Obreras de Acción Católica son sumamente peligrosas. Ejemplos muy recientes de conflictos entre la Iglesia y el Estado en algunas naciones, con graves repercusiones luego, aun en el orden civil, han comenzado por conflictos entre el Gobierno y las asociaciones de Acción Católica. No han de tener las Hermandades Obreras de Acción Católica ninguna función sindical; por la Jerarquía se les ha dicho claramente que los asuntos de orden sindical los han de tratar los miembros de las Hermandades dentro de los Sindicatos; pero las Hermandades pueden preparar a sus miembros para que dentro de los Sindicatos obren según la doctrina social de la Iglesia. Ello reportaría, reportará, un gran bien para la Organización Sindical. Sería tirar piedras a su tejado el que ésta tuviera ojeriza a las Hermandades Obreras de Acción Católica.
No hay que perder de vista que, al ser obligatoria para todos los obreros españoles la sindicalización oficial, ha de haber en ella forzosamente productores de todas las ideologías. Es una realidad que en algunas poblaciones hay productores que cotizan obligatoriamente en los sindicatos oficiales, [y] voluntariamente en células de organizaciones clandestinas, socialistas o comunistas. Las Hermandades Obreras de Acción Católica están compuestas sólo de socios voluntarios, que profesan la Acción católica, vigilándose que no haya infiltraciones comunistas. ¿No puede prestar un gran bien al Estado y a la Organización Sindical la actuación dentro de ella de obreros católicos practicantes y formados en la doctrina social de la Iglesia?
Finalmente Sr. Ministro, yo creo que Vuestra Excelencia es realista y verá muy claro que no se puede proceder en España en 1960 como en 1940. En 1940 se acababa de salir de una guerra, en la cual habían ayudado a los nacionales en la Cruzada Estados de régimen totalitario, y oficialmente aún en 1943 en las Cortes españolas, cuando en la última guerra mundial muchos creían en España que estos mismos Estados de régimen totalitario serían los vencedores, se defendía que el mejor régimen era el totalitario. Hoy, ni en España ni fuera de ella en Occidente, nadie se atreve a decir esto. En 1945 se publicó en España el Fuero de los Españoles, que no tiene nada de totalitario; en la Comisión que lo redactó para su presentación en las Cortes tuvo que participar muy activamente el que suscribe, principalmente por el artículo sexto de cuestiones fundamentalmente religiosas. El artículo 16 trata del derecho de asociación y dice textualmente: «Los españoles podrán reunirse y asociarse libremente para fines lícitos y de acuerdo con lo establecido por las leyes. El Estado podrá crear y mantener las organizaciones que estime necesarias para el cumplimiento de sus fines. Las normas fundamentales, que revestirán forma de Ley,
coordinarán el ejercicio de este derecho con el reconocido en el párrafo anterior». Posteriormente, por la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, ratificada por plebiscito nacional, fue declarada una de las leyes fundamentales el Fuero de los Españoles. En 1953 se firmó entre la Santa Sede y el Gobierno Español el Concordato, que se basa también en un espíritu de cooperación y reconoce la libertad de las Asociaciones de la Acción Católica Española. Entre ellas figuran las Hermandades Obreras de Acción Católica Española.
Dios haga, y mucho puede contribuir a ello Vuestra Excelencia, que este espíritu de colaboración, que se da en tantos otros órdenes, se dé también entre la Organización Sindical, que Vuestra Excelencia preside, y las Hermandades Obreras de Acción Católica.
Se reitera de Vuestra Excelencia afectísimo amigo y seguro en Cristo servidor.
+ Enrique Pla y Deniel
Arz. de Toledo
Marcadores