Re: "Las cinco rupturas de Europa" - F. Elías de Tejada

Iniciado por
Elías de Tejada
Europa es un mecanicismo, neutralización del poder, coexistencia formal de credos, paganización de la moral, absolutismos, democracias, liberalismos, guerras nacionales o de familias, concepción abstracta del hombre, Sociedad de naciones, ONU, parlamentarismo, constitucionalismo liberal, protestantismo, repúblicas, soberanías limitadas de príncipes o de pueblos. La Cristiandad era a su vez organicismo social, visión cristiana del poder, unidad de la fe católica, poderes templados, cruzadas misioneras, concepción del hombre como ser concreto, Cortes representativas de la realidad social entendida cual cuerpo místico, sistemas de libertades concretas. O sea, pese a la unidad que postula dawson, dos civilizaciones y dos culturas contrarias: Europa, la civilización de la Revolución; la Cristiandad, la civilización de la Tradición cristiana.
La monarquía tradicional. 1954
Es que esas afirmaciones y negaciones taxativas y maniquieistas sobre Europa y Cristiandad del artículo de Elias de Tejada pertenecen a un, digamos, laboratorio de ideas tradicionalistas más que a la historia real. Intenta él volcar su ideal político a la historia medieval, más que extraer de dicha historia los principios políticos.
En realidad ya había habido desde dos siglos antes de Lutero (si consideramos el culmen de Cristiandad en el papa Inocencio III, alrededor del año 1200 y su ocaso con Bonifacio VIII en el 1300) innumerables fracturas en los siglos XIV y XV (básicamente el papado de Aviñón y el Cisma de Occidente), por lo menos en las esferas políticas y culturales de las naciones europeas. Básicamente lo que rompió Lutero solo fue la unidad cristiana de las masas europeas. Porque para hablar de "catolicidad" y "obediencia al papado" de los gobernantes y élites de esa época en Inglaterra Francia o Alemania habría que usar bastante cinismo y sonaría ridículo.
Hubiera debido hablar Elías de Tejada no solo de las 5 rupturas desde Lutero, sino de las 10 o 12 rupturas desde Bonifacio VIII. Se supone que las otras rupturas anteriores (sin contar el cisma de Oriente) no repercutieron o trastocaron su ideario tradicional. Intentaremos creer que esquematizó el proceso en exceso, porque pensar otra cosa entraría en una afrenta a su notoria intelectualidad.
Envié precisamente un hilo hace dos meses en que detallaba el proceso histórico desde Bonifacio VIII a Lutero en que se dan precisamente las rupturas pre-luteranas:
El declive de la Iglesia comenzó bajo Bonifacio VIII (1303) no con Lutero
La Edad Media -la típica Edad Media- concluye con el siglo XIII. Durante Bonifacio VIII (1294-1303) tiene lugar el choque violento entre los ideales eclesiástico-políticos de esa Edad, que no se resigna a perecer, y una ideología nueva, que trata de superar la antigua para regir al hombre por otros derroteros. Los hombres más genuinamente representativos del siglo XIV no podrán apellidarse, sin más, medievales... Esa centuria debe incorporarse a una Edad Nueva. Los nombres de Felipe IV el Hermoso de Francia y Luis de Baviera; Guillermo Nogaret, Cola di Rienzo, Petrarca... Guillermo de Ockham, Marsilio de Padua, Juan Wyclef y Juan Hus ¿no representan una mentalidad muy distinta de la propiamente medieval?
No cabe duda que un Petrarca, padre del humanismo europeo, y un Ockham, padre de la filosofía moderna, marcan las guías que ha seguido Europa en su crecimiento y desarrollo intelectual posterior... hombres “nuevos” que se apartan conscientemente de las vías antiguas o medievales...
El término final, para nosotros, de la Edad Media es el año 1303, cuando todo aquel edificio eclesiástico-político de unión armónica entre Iglesia y Estado, entre Sacerdocio e Imperio, se derrumba.
Llamamos Edad Nueva a ese lapso de tiempo que se inaugura en el siglo XIV (con el atentado de Anagni) y se cierra a mediados del siglo XVII (con la paz de Westfalia), dividiéndolo en dos bloques (Renacimiento: desde la muerte de Bonifacio VIII hasta la apertura del concilio de Trento) y Contrarreforma (de Trento a la paz de Westfalia)
Caracteres de la Edad Nueva:
- Crisis de la unidad cristiana de los pueblos:
Aunque la unidad cristiana no se rompe hasta Lutero, comienza a resquebrajarse en el siglo XIV con el traslado de los papas a Aviñón, y se agudizará la crisis con el cisma de Occidente (siglo XV). Iníciase la descomposición de aquella Europa que estaba unida bajo la autoridad paternal del Papa y bajo protección del Emperador. Ambos poderes pierden autoridad y prestigio, al paso que el nacionalismo se desarrolla lo suficiente para que las naciones ya no parezcan hermanas en la gran familia de la cristiandad sino más bien rivales y hasta enemigas.
Los reyes, comenzando por Felipe IV el Hermoso de Francia( m. 1314), Eduardo III de Inglaterra (m. 1377) y Luis de Baviera (m. 1347) ya no se preocupan más que de los intereses de su nación y de robustecer su poder; niéganse a admitir el arbitraje del Papa en conflictos con otro soberano y ponen dificultades a que el Papa con sus impuestos eclesiásticos saque oro y plata del territorio nacional.
El Sacro Imperio comienza a vaciarse de sentido católico, no sólo en la práctica, también en teoría. Ya el concepto imperial de Dante es muy diverso del genuino concepto medieval. Mucho más el de Marsilio de Padua. Y nada digamos de los peritos y juristas del derecho romano, que van elaborando un concepto paganamente absolutista del Príncipe y del Estado.
-Laicismo creciente
No un ”laicismo” en sentido peyorativo, sino significando lo contrario de “eclesiasticismo”. El mundo laico se hace sentir con una fuerza, exigencias e influencias cada vez más altas. Al lado y enfrente de los eclesiásticos, que hasta entonces eran los rectores de la sociedad surgen civiles -legistas, abogados, humanistas, poetas, médicos, filósofos-, que aconsejan a reyes, desempeñan embajadas y, desde las cátedras y los libros, enderezan la cultura de los pueblos por caminos menos eclesiásticos y clericales, aunque todavía dentro de los postulados fundamentales católicos.
La autoridad del Papa se merma notablemente, parte por su unión demasiado estrecha con Francia en Aviñón, parte por el triste papel de quienes se disputan el sumo pontificado con el cisma de Occidente, parte por la indignidad personal de algunos papas y cardenales que solo cuidan de su poder político y de acaparar riquezas, y parte por las nuevas ideas conciliaristas y las nuevas herejías, tremendamente radicales como las de Wicleff y Hus, que anuncian la revolución de Lutero...
...-Repercusiones en la cultura
Ese laicismo se manifiesta en cierta secularización de la cultura. La teología se ve obligada a compartir su dominio con las letras humanas. El escolasticismo como método y sistema cae en descrédito mientras prospera la retórica clásica y cierto modo personal de filosofar. La cultura se hace más profunda (mayor conocimiento de la antigüedad greco latina, tanto de la pagana como de la cristiana); más íntima inspección psicológica, más amplia (descubrimientos en geografía, astronomía, física, medicina), más universalmente difundida (nuevas universidades y estudios, multiplicación de colegios y escuelas municipales, invención de la imprenta).
Al hacerse más extensa la cultura deja de ser patrimonio de los clérigos y pasa a los seglares. Comienzan los juristas, siguen los humanistas. Así la ciencia se humaniza, secularizándose. La nueva filosofía no se resigna a ser ancilla Theologiae, aspirando a ser autónoma.
-Individualismo y subjetivismo
Contra la autoridad y la jerarquía se levanta la razón individual que busca en sí misma y en la naturaleza de las cosas los fundamentos. El individuo vive para sí más que para la comunidad. En la vida económica se tiende hacia el liberalismo y en la vida religiosa se tiende a buscar a Dios directamente, sin intermediarios humanos, menospreciando la misión de la Iglesia; esto es claro en ciertos herejes; en los fieles católicos se ve propensión a una piedad más individualista, mientras decae la liturgia. Se abre camino al subjetivismo religioso, al racionalismo y, finalmente, al naturalismo como si la felicidad del hombre consistiese en la felicidad terrestre.
Por otra parte, los filósofos del siglo XIV se rebelan contra los grandes sistemas metafísicos que admitían conceptos universales, y propugnan el nominalismo que niega la realidad objetiva de los conceptos y estudia el mundo subjetivo (lógica y psicología).
-Ruina del feudalismo
Como fenómeno enteramente opuesto a las postrimerías de la Edad Antigua, prosperan las ciudades a expensas de los campos. La nobleza abandona los castillos en provincias para poner su residencia en ciudades y en la corte del monarca, procuran el favor de éste y se convierten en cortesanos aduladores e instrumentos de su política.
También el desarrollo del comercio y la industria crecen las ciudades, especialmente las costeras que multiplican las líneas de navegación y las que surgen en encrucijadas de caminos. Aparece el capitalismo de ricos mercaderes y banqueros salidos de la clase media o burguesía. Así a la economía agrícola sucede la comercial.
Entre tanto, se impone en las naciones el absolutismo real de plenos poderes, ya que los monarcas se reservan todos los derechos y ejercen potestad omnímoda sobre el entero territorio nacional, debilitando a nobles y magnates despojándolos de sus derechos feudales, centralizando la administración del reino y distribuyendo cargos no solo entre nobles sino entre burgueses que por sus riquezas o talento pueden serle eficaces colaboradores.
Cobra tanto incremento el absolutismo centralizador, que el rey no se contenta con gobernar y dar leyes en lo político, civil y financiero; invade también lo eclesiástico, dando origen a diversas formas de regalismo.
***
... Hay que advertir sin embargo, que tales caracteres, más que rasgos definidos y universales son muchas veces "tendencias nuevas" que poco a poco se van desarrollando. No conviene demasiado contraponer agudamente épocas históricas; ciertos esquemas pueden ser útiles sólo a condición de que se los mire de lejos y no se haga mucho hincapié en ellos...
(Extraído y resumido de "Historia de la Iglesia", Tomo III, por R. García Villoslada y B. LLorca, B.A.C., 1950)
Última edición por ALACRAN; 14/04/2020 a las 19:41
Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)
Marcadores