Madrid/Varsovia, marzo 2007. FARO ha informado de la moción unánime del Senado español (la cámara más inútil del mundo) en favor de los miembros polacos de las tristemente célebres Brigadas Internacionales, con grave intromisión en los asuntos internos de Polonia. La agencia EFE y el diario El País se han destacado en la campaña en pro de aquellos mercenarios comunistas; campaña que parece haber influido incluso en el Partido Popular, que apoyó la citada moción del Senado. Ambos medios han llegado a afirmar que el fanático carnicero Karol Swierczewski "se merece el mayor respeto y admiración" (sic). Pues bien: el día 15 de marzo, El País se había visto obligado a publicar el siguiente escrito de Monika Domañska, agregada de prensa de la Embajada de Polonia, cuya amabilidad, diplomacia y concesiones --nadie en el bando rojo defendía "la libertad y la democracia en España"-- no menguan el ridículo en que deja los argumentos de los demócratas españoles (o más bien antiespañoles). Además de poner en evidencia la nostalgia soviética de unos, el papanatismo cobarde de otros, y el hecho de que los senadores y el Ministerio de Asuntos Exteriores utilizan como fuente El País (excluyendo las réplicas), en vez de los diplomáticos a su servicio. Aseguramos a doña Monika Domañska que Karol Swierczewski no goza en España de ningún respeto.
Aclaración
Como lectora asidua y sabiendo apreciar el interés brindado por su periódico a las noticias de Polonia me veo obligada a aclarar ciertas informaciones que aparecieron en el artículo titulado Polonia repudia las Brigadas Internacionales, publicado el pasado día 9 de marzo.
En primer lugar, no es cierto que el proyecto de ley al que se refiere el autor del artículo busque suprimir las pensiones de los veteranos de la II Guerra Mundial y de las personas que lucharon contra el fascismo. El proyecto se propone, más bien, retirar el derecho a cobrar una renta especial a aquellos funcionarios que fueron condenados, conforme a la ley, por delitos relacionados con crímenes del nazismo y comunismo, así como por otros delitos considerados crímenes contra la paz, la humanidad o crímenes de guerra. Vale la pena subrayar que esta propuesta ha sido acogida favorablemente por el profesor Andrzej Rzepliñski, de la Fundación de Helsinki para los Derechos Humanos.
En segundo lugar, quisiera asegurar que entiendo el respeto del que goza en España el general Karol Swierczewski como comandante de la 35ª División Internacional en la que luchaban los dombrosiacos. Sin embargo, sería un tanto extraño olvidar al mismo tiempo otros episodios de su carrera militar. Karol Swierczewski, ya durante la guerra polaco-bolchevique, fue enviado como voluntario al frente oeste donde luchó junto con el Ejército Rojo contra los destacamentos polacos. En 1940 fue nombrado general del Ejército Rojo. En 1946, como viceministro de Defensa fue responsable de las represiones a los soldados del Ejército Nacional (el principal movimiento de resistencia polaco de la II Guerra Mundial en la Polonia ocupada por los nazis).
Swierczewski fue antes que nada un comunista obstinado y ni mi país ni los soldados polacos tenían para él demasiada importancia. Tampoco fue un gran comandante -en más de una ocasión, sus problemas con el alcohol provocaron importantes derrotas de las tropas polacas; ese mismo motivo generaba permanentes conflictos con el jefe del Ejército polaco, Zygmunt Berling-.
Respetando la memoria de todos los voluntarios que defendían la libertad y la democracia en España, espero que se pueda entender que para la inmensa mayoría de mis compatriotas Karol Swierczewski, aunque llevaba un apellido polaco, no fue más que un general soviético cuyo "mérito" más destacado fue introducir en Polonia la ideología comunista.
Más sobre Polonia y sobre muchos otros asuntos en los despachos anteriores de FARO, en las áreas Mensajes y Archivos de nuestras páginas para suscriptores.
_________________________________________________
Marcadores