La seguridad y la identidad nacional acaparan estos días el debate de las elecciones presidenciales francesas (22 de abril-6 de mayo). Razones de peso que explican el protagonismo de Jean-Marie Le Pen y que justifican su crecimiento en las encuestas de opinión pública. El diario Le Parisien le concedía el viernes un 15% de intención de voto, aunque el líder del Frente Nacional, 78 años cumplidos, considera que su margen de maniobra es bastante superior y que va a disputar la segunda vuelta de los comicios tal como lo hizo contra Jacques Chirac en 2002.
La diferencia es que ahora no existe el efecto sorpresa y que el propio líder de la extrema derecha francesa ha suavizado ciertas posiciones xenófobas. Mantiene, en cambio, una total oposición al proyecto comunitario y acusa al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, de insolidario por su política de regularizaciones masivas y temerario por haberse sentado a negociar con los terroristas de ETA.
Pregunta.- Usted ha sido muy crítico con la puesta al día de 600.000 inmigrantes en España...
Respuesta.- He condenado con vehemencia la iniciativa del presidente español y sigo pensando que ha sido un error. Sobre todo considerando que la política de inmigración de un Estado repercute en los demás países miembros de esta fantasmagórica Unión Europea. Quienes están en regla en España también tienen derecho a moverse en la UE. Y lo hacen particularmente en aquellos países que, como Francia, proponen una serie de garantías sociales que estos nuevos inmigrantes no han hecho nada para merecer. Mi lema es inmigración cero. No puedo discutir la soberanía española en ciertos asuntos, pero sí debo hacerlo en los de inmigración.
P.- También ha cuestionado que el Gobierno español haya establecido una negociación con ETA.
R.- No se puede ni se debe negociar con ETA. No podemos sentarnos en una misma mesa quienes creemos en una democracia y quienes vienen a reventarla con sus pistolas. Me produce estupefacción que el Parlamento Europeo votara a favor de esa negociación. Allí estaba incluso François Bayrou [líder del partido centrista UDF], impulsando la iniciativa de Zapatero. Es aberrante y temerario sentarse a negociar con los terroristas.
P.- De extremo a extremo, usted sostiene que hay que reformar el código penal para incluir la pena de muerte en algunos supuestos.
R.- Me refiero a los terroristas, sean o no sean de ETA. Y me refiero también a otra clase de criminales, llamémosles extraordinarios, como los asesinos de niños o los asesinos en serie. La pena de muerte aplicada en situaciones muy específicas funciona desde luego como una medida disuasoria del crimen. Podría citar el ejemplo de EEUU, que es una democracia plena. La pena de muerte es un imperativo de la Justicia, una prerrogativa indispensable en el ejercicio de la soberanía del estado.
P.- Hablando así es normal que le consideren un bicho raro en Europa.
R.- Ya estamos viendo hacia dónde se dirige Europa. La UE es la suma de todas las debilidades de los países que la componen. Europa como continente e idea ha perdido peso en el ámbito económico y político. Ha sido un error amparar indistintamente la libre circulación de mercancías y de personas. Sólo la UE ejerce el librecambismo de manera absoluta y ha dejado abrir sus fronteras como si fuera un coladero. Los resultados han sido catastróficos. Mi idea es recuperar la salud de Francia para concebir otra Europa distinta.
P.- ¿Cómo la definiría?
R.- Lejos de esa identidad supranacional, hay que reivindicar el peso de los estados. Tenemos que volver a encontrar nuestras fronteras nacionales. Es un modo de combatir los riesgos dramáticos de la globalización, del impacto demográfico, de la rivalidad financiera. La Europa que más nos conviene es la Europa de las naciones.
P.- Todo lo contrario de cuanto se ha dicho en las conmemoraciones del 50º aniversario del Tratado de Roma. ¿Cree que hay una vuelta atrás?
R.- No creo. Observo que varios países prósperos han eludido comprometerse con el proyecto comunitario. Irlanda y Gran Bretaña se encuentran fuera de Schengen. Dinamarca y la propia Gran Bretaña conservan su moneda. Y Noruega está fuera de la UE sin que se haya percibido el menor contratiempo. Al contrario, permanece como un país ágil y fecundo que en nada necesita la burocracia de Bruselas.
P.- La campaña francesa se desliza ahora por los raíles de la identidad nacional y de la seguridad. ¿Cree sentirse plagiado en algunos aspectos por Nicolas Sarkozy?
R.- Tanto él como Ségolène Royal se han dado cuenta de la validez de mis ideas. Llevo años hablando del deterioro de la identidad patriótica como no me he cansado de decir que la inmigración era el gran problema del futuro. He alertado sobre la precariedad de la clase obrera. Me han tachado de racista y xenófobo. Me han caricaturizado y demonizado. Todo eso para que ahora Sarkozy impulse la idea de un Ministerio de la Identidad Nacional o para que Royal haya descubierto que tenemos la Marsellesa. Como decía Gramsci, más valen las ideas que los votos. Así que acepto deportivamente que mis ideas formen parte de los demás aspirantes a la Presidencia. Son ellos quienes aún se obstinan en desoír las verdaderas preocupaciones de la sociedad francesa.
P.- Las encuestas le han dado un pequeño impulso, pero siguen considerando que usted es el cuarto de la contienda detrás de Sarkozy, Royal y François Bayrou.
R.- Me río de las encuestas. No puedo hacer otra cosa. Las encuestas decían en 2002 que iba a obtener un resultado anecdótico. Pero resulta que disputé la segunda vuelta. Ahora pronostican un nuevo desastre. ¿Sabe por qué? Porque tratan de manipular la opinión pública e influir en las decisiones de los franceses. Existe la voluntad política de descartar a Le Pen. Y los institutos demoscópicos, desprovistos de toda credibilidad, se dedican a manipular las cosas o inventárselas. ¿Quién puede creerse que François Bayrou alcance el 24% o el 25% de la intención de voto? Inicialmente se había diseñado y prefabricado una campaña con dos rivales. Ahora, a modo de invención, se ha incorporado un tercero. Que nadie se engañe. Estoy seguro de que voy a disputar el segundo turno.
P.- ¿Contra quién?
R.- Es cuestión de ellos, aunque me cuesta mucho trabajo pensar que Royal llegue tan lejos. La izquierda francesa se encuentra en un momento crítico. Nunca había sido tan débil electoralmente en su conjunto. Por no hablar del anacronismo de los partidos trotskistas. Imagino que me veré las caras con Sarkozy, que nos habla de ruptura. ¿Qué ruptura? Él es el hijo político y espiritual de Chirac. Igual que Bayrou es el hijo de Giscard y que Royal es una de las muchas hijas de Mitterrand. Más de lo mismo. El sistema.
http://foro.democracianacional.org/viewtopic.php?t=806
Última edición por Miquelet Chaira; 01/04/2007 a las 02:20
Le Pen - 4º clasificado en las presidenciales. Notas de urgencia
Infokrisis.- Escribimos estas líneas a pocas horas de conocer los resultados electorales. En los días sucesivos desarrollaremos estas ideas con más detenimiento. De todas formas creemos que las ideas esenciales están comprimidas en las líneas que siguen. A nadie se le escapa la importancia de las elecciones francesas dentro del contexto europeo, en la medida en que Francia ha sido hasta ahora uno de los dos "motores de Europa".
No ha sido el resultado esperado, pero ha sido un resultado digno. Se han dado circunstancias que no han permitido igualar los resultados de 2002 por varios motivos:
1. La participacion ha sido bastante alta, un 85%, lo que ha beneficiado a las opciones mayoritarias, pero ha perjudicado a todas las demás.
2. A diferencia de 2002 cuando se produjo una dispersión de votos y los trotskystas alcanzaron unos resultados inusuales, en esta ocasión, se ha producido una concentración del voto en dos opciones centrales, siendo perjudicadas las minoritarias.
3. El hecho de que Sarkozy, el judío húngado, haya insistido en "ley y orden" y en una política de mano dura ante la delincuencia y la inmigración ilegal, ha quitado un 7% de votos a Le Pen y le ha impedido el crecimiento.
4. Que en los últimos 10 años han recibido la nacionalidad franacesa más de dos millones de inmigrantes y que otros dos, hijos de inmigrantes nacionalizados franceses, tienen derecho al voto: en realidad, buena parte de los votos de Segolene Royal proceden de estos sectores.
A estas circunstancias hay que añadir:
- Que el Front National ha descuidado crear redes de apoyo en la sociedad civil (fundaciones, asociaciones culturales, grupos cívicos de defensa, círculos culturales, etc.) que ayudaran a ampliar su radio de acción y a "fijar" el voto. Esto ha hecho que, en buena medida, el FN solamente existiera el período electoral.
- Que los años no pasan en balde y Le Pen que en su tiempo fue el diputado más joven de Francia, era ahora, el candidato con más edad de Francia.
- Que algunos puntos de programa del Front National son considerados poco realistas por profesionales, técnicos y empresarios que, aun considerando que la inmigración y el conflicto étnico son los principales problemas de Francia, han preferido dar su voto a Sarkozy cuyos puntos en materia económica son considerados más "realistas".
Hay que esperar en el próximo año:
1) La sustitución de Le Pen al frente del Front National, bien por su hija Marine o bien por Bruno Gollnitz. A partir de este momento, el FN ya no puede eludir el problema que ha ido eludiendo en los últimos 5 años: la sucesión de Le Pen.
2) Preparar los próximos cinco años en los que Sankozy se verá desbordado por la incapacidad para integrar y normalizar la situación en los barrios marginales. La técnica de Sarkozy de alternar “mano dura” con concesiones, se revelará un error. De un lado se abrirán expectativas para las “zonas urbanas sensibles” (guetos de la inmigración) en forma de subsidios y ayudas, que no podrán mantenerse durante mucho tiempo y que generarán rechazo en otros sector del electorado.
3) La posibilidad apuntada por Faye de una nueva “revuelta étnica” sigue siendo todavía probable y todo apunta a que este período presidencial va a suponer una profundización en las crisis que Francia ha vivido hasta ahora.
3) Preparar las elecciones municipales y las europeas, a la vista de que el sistema a dos vueltas imposibilita dar diputados a los partidos minoritarios.
4) El FN debe rectificar su mensaje e insistir en dos puntos: 1) defensa de la identidad francesa dentro de una Europa fuerte, 2) renovación de la V República: ni derechas, ni izquierdas, política social y defensa de los valores tradicionales.
(c) Ernesto Milá
http://infokrisis.blogia.com/2007/04...e-urgencia.php
Por qué Le Pen, y no el amiguete de Aznar, va a ser el vencedor
Eduardo Arroyo
Sarkozy lo tiene reñido, pero todo le da como favorito en la segunda vuelta. No obstante, será el Front National el que triunfará: sus tesis y sus denuncias han calado en el discurso.
28 de abril de 2007. Las elecciones francesas parece, o casi lo parece, que tienen un seguro vencedor en la persona de Nicolas Sarkozy. Lamento mucho discrepar de la mayor parte de la derecha europea, en el sentido en que no creo ni mucho menos que Sarkozy sea el "candidato de Europa". Mucho menos que sea el candidato de la "Francia tradicional". Ello es así por dos razones. Ante todo, Nicolas Sárkozy es en Francia un extranjero, un símbolo de aquello en lo que se ha convertido la Francia de siempre. Su nombre completo es Nicolas Paul Stéphane Sarkozy de Nagybóscay y nació en París el 28 de enero de 1955. Su padre, Pál Sarkozy Nagybócsay, fue un aristócrata húngaro y su madre, Andrée Mallah, hija de un hombre de negocios, tenía raíces greco-judías. El viejo Pál, que no obtuvo la nacionalidad francesa hasta los años 70, se empeñó en que ninguno de sus tres hijos aprendiera ni la cultura, ni el idioma húngaros, así que los tres fueron bautizados por el rito católico y fueron educados según la tradición francesa.
Esta abjuración de las raíces está en el tuétano de lo que es realmente Nicolás Sarkozy y, por este motivo, el político conservador plantea su lucha por la identidad francesa en términos de mera adopción formal de costumbres superficiales. Supuesto campeón de la Francia tradicional, Sarkozy es la encarnación de esa idea cosmopolita según la cual cualquiera que lo desee puede convertirse en el meollo mismo de lo francés. Él es la prueba fehaciente para quienes consideran que la identidad no es otra cosa que un mero voluntarismo legalista.
En segundo lugar, Sarkozy es el hombre del eje Washington-Tel Aviv que, antes o después, reintegrará a Francia al redil de la política suicida anti-occidental del neoconservadurismo norteamericano.
Pero no es solo esto lo más importante que está sucediendo en Francia. El tremendamente ambicioso y dinámico Sarkozy ha sabido captar las inquietudes del electorado francés. Paradójicamente, en una Francia en crisis por la política multicultural de los sucesivos gobiernos franceses, que ha colocado al país al borde de la guerra racial, el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen ha resultado duramente castigado. El líder del Frente Nacional se lamentaba diciendo: "Creía que los franceses estaban lo suficientemente descontentos con la situación actual pero me equivoqué".
Pero esto no es cierto y la paradoja que anunciábamos más arriba es aparente. El combate del Frente Nacional ha dado unos frutos que están más allá de la estúpida visión de los políticos electoreros y de la necedad endémica de miles de periodistas. Los temas históricos defendidos por Le Pen ya no son una simple advertencia marginalizada, fuera del debate real de la política francesa, sino el centro mismo de los que se discute. Cuestiones como la seguridad nacional, la cuestión de la identidad, los intereses nacionales frente a la amenaza de la mundialización son ahora defendidos por Royal, Bayrou y Sarkozy, que luchan denodadamente por compatibilizarlos con sus respectivos idearios.
Sin el lastre de una política mediática de acoso y derribo que ha padecido Le Pen, Sarkozy ha podido adentrarse en los feudos ideológicos del Frente Nacional en una jugada política que demuestra su habilidad y su audacia. Desde el proteccionismo a la lucha por la identidad, todos y cada uno de los temas del Frente Nacional han sido reformulados por Sarkozy en clave de normalidad liberal democrática.
Sin embargo, el talón de Aquiles de Sarkozy es que, en los términos históricos del debate político –aquellos en los que realmente se dirimen las cuestiones importantes-, no solo importa ganar elecciones sino ser auténticamente eficaz. El desastre de la sociedad multirracial en Francia o la agresión de la deslocalización a los trabajadores no podrán ser maquillados por mucho tiempo con inversiones millonarias o haciendo como que no existen. Si Sarkozy fracasa en solucionar, por ejemplo, la balcanización multiétnica del país, el pueblo francés demandará políticas que realmente solucionen aquellas cuestiones que de ningún modo quieren. Por ello es posible que Sarkozy se encuentre en el dilema de tener o no que renunciar a la "normalidad" política y sufrir un proceso de "lepenización", si es que quiere seguir contando con el apoyo de los franceses.
De momento, por los temas discutidos y por las tesis vencedoras, estas elecciones no son otra cosa que las elecciones del Frente Nacional. A los lectores de la derecha tradicional española, una prensa supuestamente afín les ha escamoteado la verdadera dimensión ideológica de lo sucedido en Francia, en parte por la cortedad de los periodistas y en parte porque la ideología dominante intenta ocultar a todo trance el rechazo popular a la sociedad multiétnica, que amparan tanto los políticos de izquierdas como los de derechas.
La democracia francesa ha conseguido, con el aplauso de todos los "demócratas" bienpensantes, que una fuerza política que oscila entre el 10 y el 20% del electorado carezca de representación en las instituciones. Una prueba más de que la democracia puede llegar a ser, más que una categoría política, un marchamo de normalidad enteramente formal e incluso a veces una simple estrategia de poder. Pero nada de esto ha podido impedir que, para un observador no superficial, la política del Frente Nacional adquiera una dimensión histórica capaz de poner en evidencia que los partidos "normales" existen al servicio de las crisis provocadas por la mundialización y para neutralizar los verdaderos anhelos del pueblo.
http://www.elsemanaldigital.com/arts/66717.asp?tt=
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
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