El desafío al Estado, a la legalidad y a la Nación que estamos sufriendo desde los gobiernos Catalán, Vasco e incluso Valenciano (cuyo nuevo Estatuto, por muy consensuado que esté, dudosamente encaja en el marco constitucional y mucho menos será herramienta eficaz para solucionar los muchos problemas de los valencianos), ocupan la mayor parte de los espacios informativos y de debate político de los media. Sin embargo el pacto PSdG-BNG parece pasar totalmente desapercibido.
Cuando uno lee el “programa de gobierno”, firmado por las dos formaciones políticas gobernantes, además de una retahíla de buenísimas intenciones de difícil encaje presupuestario, percibimos que se basa en las ideas -compartidas por las dos formaciones- de revisión del Estatuto de Autonomía sobre la base de que “Galicia é unha comunidade de carácter nacional no marco dun Estado plurinacional”. Esta última afirmación ya nos advierte de las pretensiones inconstitucionales de la nueva Xunta y nos confirma la nueva traición, por parte del PSdG-PSOE, a la Nación Española.
Por otra parte, la socialista Dolores Vilariño, a la sazón Presidenta del Parlamento Gallego, acaba de afirmar que “esta será a lexislatura do Estatuto”. Viendo el caso Catalán, nos encontraremos con una clase política enfangada en el debate estatutario mientras problemas estructurales tales como el envejecimiento y la constante pérdida de tejido productivo siguen minando la sociedad gallega.
Si este es un panorama desolador no busquemos consuelo en una oposición firme y unida en torno a principios. No, el PP es una caja de grillos; allí están enfrentados los del “birrete”, urbanos y próximos a Madrid, y los de la “boina”, rurales y populistas que amenazan con la escisión. Un enfrentamiento ni si quiera fundamentado en diferencias políticas, como se nos quiere hacer ver: “birrete-centro”-“boina-galleguismo”; sino en torno a los puestos de relevancia en el partido.
Quizás tengamos que mantener la esperanza en el resurgir de una sociedad civil dinámica comprometida con los problemas reales de Galicia e independiente de cualquier partido; que genere una sinergia movilizadora que lleve a una fuerza como Alternativa Española, comprometida en la defensa de unos principios y en la solución de los problemas reales de los gallegos, a las Instituciones.
Pablo Rodríguez Gómez.
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