Las páginas de la historia de España están llenas de mujeres que no se lo pensaron dos veces para enfrentarse al invasor. Ahí tenemos a Agustina de Aragón (que en realidad era de Cataluña, como San Isidoro de Sevilla era murciano), y tantas otras que quizá de forma menos espectacular no vacilaban en acometer como pudieran a los franceses. Hasta simples viejecitas mataban a cualquier francés que pasaba por su calle arrojándole una maceta desde un balcón. El popular tanguillo gaditano canta a aquellas valerosas defensoras:
Con las bombas que tiran los fanfarrones
se hacen las gaditanas tirabuzones.
Que las hembras cabales en esta tierra
cuando nacen ya vienen pidiendo guerra.
Un caso menos conocido es el de la defensa de Tortosa contra los moros. En un momento en que los hombres estaban fuera combatiendo a los mahometanos, las mujeres emprendieron la heroica defensa de la ciudad y consiguieron salvarla, en premio de lo cual el conde de Barcelona Ramón Berenguer instituyó en 1149 la Orden de las Damas del Hacha a fin de honrarlas por su valentía.
También podríamos hablar de la Monja Alférez, y cuántos casos más no habrá habido de los que no sepamos.
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