"Los de Biar y algunos más se esparcen indistintamente por los costados de la plaza, los de Villena se colocan a la derecha del castillo, los de Castalla ocupan la izquierda...Los vecinos de Villena y Castalla se arrojan a él, desatan los restos de MAHOMA y asidos a ellos se disputan a golpes la honra de llevarlos...Vencen los de Villena, así por su mayor número como por la protección que le dispensan los de Biar, y llenos de gozo arrastran los restos camino de su pueblo".

Pero la utilización de la efigie de Mahoma en las fiestas de moros y cristianos continúa una extendida y arraigada tradición anterior en gran parte de la Península Ibérica, porque ya se encuentra en las primeras fiestas de moros y cristianos bien conocidas, las de Jaén de 1463, que fueron descritas en la crónica del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo se nombra la efigie de Mahoma, llamado Mahomad, etc. Pero lo que más llama la atención para los villenenses es sin duda la existencia clara y expresa en la fiesta de Jaén de 1463 de una efigie de Mahoma, que fue llevada por los moros durante toda la representación y que al final de ésta, tras ser vencidos por los cristianos, los mismos moros la lanzaron a la fuente de la Plaza de la Magdalena de Jaén, exactamente igual que se hacía en Villena donde, hasta principios del siglo XX, los festeros lanzaban la efigie de Mahoma a la Fuente de los Burros después de la embajada del día 8 en la que los moros eran vencidos por los cristianos:
"E los moros fingieron venir con su rey de Marruecos, de su reyno, Y TRAYAN DELANTE AL SU PROFETA MAHOMAD... E con muy grandes alegrías y gritos, y con muchos trompetas y atabales, fueron con el dicho señor Condestable por toda la ciudad fasta la Madalena. Y EN LA FUENTE DELLA LANÇARON AL SU PROFETA MAHOMAD, y a su rey derramaron un cántaro de agua por somo de la cabeça, en señal de bautismo, y él y todos sus moros le besaron la mano".
Por lo tanto, la utilización de la efigie de Mahoma en las fiestas de moros y cristianos tiene una tradición de más de cinco siglos, aunque en Biar y Villena no exista constatación documental de ella hasta el año 1838, en el Semanario Pintoresco Español de fecha 5-5-1839, que describe las fiestas de Biar del año anterior.
José Fernando Domene Verdú
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