Campanas bautizadas con nombre propio
ÉRIKA MONTAÑÉS / MADRID
En la Catedral de Pamplona, hay un llamativo conjunto de once badajos: María es la campana más grande de las que se usan en los templos de España y Gabriela, la más antigua. No son las únicas con denominación singular. Descúbrelas
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La campana María en la Catedral de Santa María la Real de Pamplona, tras ser restaurada: es la mayor de todas las que están «en activo» de los templos de España
María,
Se la presento: ella es María, tiene unas medidas de 2,50 metros de diámetro por 2,25 de altura en el vaso y, aproximadamente, pesa en torno a los 10.060 kilogramos. ¿La ubicación de esta maravilla? En lo alto de la Torre Norte de la Catedral de Santa María la Real de Pamplona. A María solo se la puede tocar de forma exclusivamente manual. Se trata de la campana más conocida, más corpulenta y más sonora del llamativo conjunto de once que se encuentran en esta seo navarra, repartidas entre las torres norte y sur, pero al mismo tiempo María también se alza como la mayor campana con nombre propio de las que están en uso en todas las catedrales de España.
En la torre sur se halla su «subalterna», que también ha sido bautizada por el Cabildo de esta Catedral como Gabriela. Ella ostenta el título de la mayor campana de volteo del Estado, pesa unas 2,4 toneladas y también es la más antigua del conjunto catedralicio pamplonés: esta campana romana data de 1519. Gabriela está serigrafiada con tres versículos de la Biblia, tiene numerosos motivos como flores de lis, medallones y un ángel Gabriel, que pudo ser el origen de su denominación singular. Comparte espacio en este torreón con La Juana, que es más reconocida por su invocación a San Juan Bautista. Lleva grabada en sus 1,30 metros de diámetro por 1,25 de altura una inscripción en latín que reza: «San Juan Bautista, ruega por nosotros». Todas estas campanas son de uso litúrgico, al igual que Cimbalilla, fundida en 1609 (y que no es tanto un nombre propio como un diminutivo, porque significa «campanita», por ser la de menor envergadura de entre todas sus compañeras) y Santa Bárbara, de 1836 y que se tocaba originalmente para avisar de las tormentas, por ser ella la protectora ante las tempestades.
El de la catedral navarra es uno de los conjuntos de badajos más llamativo que encontramos en nuestro país y también uno de los que ostentan más valor de España. Tampoco es común el hecho de nominar a sus campanas. El sonido de María se reconoce en un radio de catorce kilómetros a la redonda. Allá donde repiquetea su sonido con nitidez se dice que es un pueblo que integra la cuenca de Pamplona. En el ránking en España, María es la segunda mayor en peso y envergadura: solo una campana ubicada en Toledo la supera en magnitud (la llaman la campana Gorda por eso) y alcanza las 17 toneladas, si bien se puede decir que es anodina, anónima, y además agrietada, por lo que ha caído en desuso. María sigue siendo la reina indiscutible de las que están en activo.
Foto de las campanas con nombre de la Catedral pamplonica
María y Gabriela no son los únicos de estos instrumentos de metal y avisadores que tienen nombre propio, si bien tampoco son muchos los casos que han pasado por el bautismo preceptivo en España. La inmensa mayoría de las campanas de las iglesias y templos de nuestros pueblos y ciudades son anónimas. Las que han sido nombradas pueden haberlo sido por varios rituales: por la costumbre de ponerles el nombre del patrón por el que tocan o santo al que van dedicadas, incluso de la localidad a la que pertenecen o, simplemente, por distinción.
Otras nominaciones particulares
En la Basílica de El Pilar de Zaragoza se encuentra otra campana que recibió un nombre muy maño para la ocasión: la Pilara vigila la ciudad del Ebro desde lo alto del torreón del templo barroco con sus más de 2.170 kilos de peso. Reverbera en toda la zona próxima a la espléndida plaza donde se encarama la impresionante catedral y se la identifica fácilmente.
Nos quedamos en Aragón puesto que precisamente aquí hay una afamada jota baturra cuya letra dice «y en Zaragoza un cañón (por la defensa de las tropas en los sitios contra los franceses), suena en Huesca una campana...». ¿Cuál es esa campana?
Es una de esas cuyo nombre se debe a la identificación mimética con la localidad donde se escucha su afinado toque y que ha dado vida a la legendaria campana de Huesca. Se cuenta en esta provincia y forma parte del acervo cultural de toda la región que Ramiro II el Monje, rey de Aragón, decapitó a doce nobles que se opusieron a su voluntad. ¿Cómo los reclutó? El monarca habría hecho llegar a todos los nobles a su feudo con el efecto llamada de que se iba a construir una campana que retumbase en todo el reino de Huesca. Así, mientras iban llegando a palacio, fue ordenando la muerte de uno tras otro y la leyenda popular abunda en que, una vez muertos, el rey habría pedido colocar sus cuerpos descabezados en círculo para situar en medio simbólicamente el cuerpo del obispo de Huesca, el más díscolo de entre todos, por lo que encarnó el centro del badajo de la «campana». Al resto de los nobles los dejó entrar a la sala para que divisaran la forma de campana de los cuerpos, lo que aguardaba a los rebeldes, con el resultado de que se fueron escarmentados y sin ninguna gana de revuelta.
Leyenda de las campanas de Rere, en Chile
Como en el caso de Huesca, otra leyenda también sirvió para gestar el nombre de las famosas campanas de Rere, localidad chilena del mismo nombre de la Región del Biobío. En el dicho popular se mantiene que tras un devastador terremoto en 1960 quedó destruido el lugar religioso del pueblo que las acogía y que se reconstruyó un templo con otras campanas gracias a las donaciones altruistas de numerosas personas, que entregaron sus joyas, monedas de oro, plata y todo tipo de metal para su fundición y consecuente fabricación. De acuerdo con la leyenda, la aleación de todos ellos les dio un maravilloso tañido e hizo que las hermosas campanas se escucharan a decenas de kilómetros de distancia.
Castellón y Valencia, grandes composiciones
De vuelta a nuestro país, entre las peculiaridades que deparan los conjuntos de campanas sobresale uno: en el castellonense santuario de San Pascual Baylón, localizado en Villarreal, hay un carrillón de 72 campanas y un conjunto de 12 campanas de volteo. Huelga colegir que se trata de la mayor dotación de campanas, que albergan las dos torres del campanario de la basílica. Estas 84 campanas -con un peso superior a las 23,5 toneladas de bronce- también conforman el mayor instrumento musical del mundo. La mayoría está en la Torre Oeste, pero en la Este hay seis y adquieren, en el caso que nos ocupa, nombres religiosos: Santísimo Sacramento, San Pascual, Virgen de Gracia, Virgen Purísima, Virgen del Rosario, San Francisco de Asís, San Pedro de Alcántara, Santa Clara, San José, Santa Ana, Natividad del Señor y Espíritu Santo. Son como el día y la noche unas respecto de otras, claramente diferenciadas por cuestiones como el peso, sin ir más lejos. Verbigracia, entre las 72, hay alguna que llega a rebasar las dos toneladas, mientras que la más pequeña solo pesa 6 kilos.
Por su parte, la Catedral de Valencia cuenta con tres conjuntos de campanas, diferenciados por su uso, y ubicados en lugares diferentes. De las once que se localizan en la Sala de Campanes, la más obsoleta es la llamada Caterina, del año 1305, que también es la más antigua en uso de las regiones que integraban la Corona de Aragón, mientras que la más nueva es la Violant, de 1735. Los otros badajos resuenan en la campana Úrsula, de 1438; la Barberá, de 1681; el Pau, de 1489; el Arcís de 1529; el Vicent es de 1569; el Andreu de 1604; el Manuel de 1621; el Jaume de 1429, y la Maria de 1544. En la Catedral valenciana se las nomina con inscripciones masculinas o femeninas, y de ahí los artículos que las precede. Según la información del propio templo, éste es uno de los conjuntos más numerosos de campanas góticas de todo el Estado, con dos de mayúscula gótica (La Caterina y el Jaume) y seis de minúscula gótica, la Úrsula, el Pau, el Arcís, el Vicent, el Andreu y la Maria, a las que se debe añadir el Micalet.
Con nombre o sin él, las campanas lanzan mensajes sonoros con distintos significados: hay ritmos festivos, están también los toques diarios y las campanadas de reloj, las de difuntos y las siguientes que tocan a entierro. Con arraigo singular en nuestras diminutas poblaciones, las campanas seguirán doblando en todo lo alto.
En Moscú se exhibe la Tsar Kólokol, la más grande del mundo, ya en desuso
De cuantas campanas se exhiben en el mundo con todo su esplendor y con un nombre propio ninguna llega al despliegue inabordable de la llamada «campana del zar», que luce como un gran trofeo en el Kremlin de Moscú. Se la conoce como Tsar Kólokol y es la más grande de cuantas se exponen en el mundo. Encargó su fabricación la emperatriz Ana de Rusia, sobrina de Pedro El Grande y ya no está en uso tras su rotura, por lo que se muestra públicamente en el pavimento frente al Parlamento ruso.
La campana pesa 216 toneladas, con una altura de 6,14 metros y un diámetro de 6,6 metros. Fue fundida en bronce por los maestros Iván Motorin y su hijo Mijaíl entre 1733 y 1735. En 1836, la Tsar Kólokol fue colocada en un lateral de la torre del campanario de San Iván. Anteriormente hubo dos campanas con el mismo nombre, un molde en el siglo XVII y en 1654. Esta última se rompió durante un incendio en 1701 y sus restos fueron utilizados para crear la definitiva Tsar Kólokol.
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