Lo que los romanos desconocían: «el fin de la tierra» nunca estuvo en Finisterre
César Cervera / Madrid
El Cabo de Finisterre no es el punto más occidental de Europa como consideraba la tradición antigua, ni de Galicia, ni siquiera lo es de su municipio
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Panorámica del cabo Finisterre, en Galicia
«Finis terrae» (donde acaba la tierra) da nombre al municipio gallego de Finisterre. Allí, a las puertas del extenso océano Atlántico, conocido por los romanos como «Mare externum», esta civilización y otros pueblos anteriores a ellos consideraban que el Cabo de Finisterre suponía el fin del mundo conocido, al menos de forma simbólica, y la zona más occidental de Europa. Sin embargo, el Cabo de Finisterre se encuentra más al este que el Cabo da Nave, situado en este mismo municipio. A su vez, el cercano Cabo de Touriñán ostenta el honor de ser la posición más occidental de España.
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Mapa de Galicia
No en vano, los tres son superados por el golfo más occidental de Europa que se encuentra en Portugal. Así, el Cabo de Roca, conocido por los romanos como «Promontorium Magnum» y situado en el distrito de Lisboa, es un importante atracción turística por sus méritos geográficos. Sus coordenadas están inscritas en la placa de piedra del monumento donde se ubica un faro y una tienda para turistas. «Onde a terra acaba e o mar começa» ("Donde la tierra acaba y el mar comienza"), escribió el poeta Luís de Camões.
Según las coordenadas en un mapamundi, el Cabo de Roca se sitúa en el meridiano W9.5. De esta forma, el Cabo Touriñan sobrepasa el meridiano W9.3, mientras que más abajo el Cabo da Nave lo llega a tocar, pero el Cabo Finisterre no se acerca.
A pesar de todo ello, nadie puede restar importancia histórica a la singularidad geográfica del Cabo de Finisterre que atrajo durante siglos la atención de los geógrafos grecorromanos. Según cuenta la tradición en este monte los romanos encontraron un altar al sol (Ara Solis) construido ahí por los pueblos de origen celta que habitaron estas tierras antes de la romanización. Y en este monte se encuentran los restos arqueológicos de Vilar Vello que aún no han sido excavados ni estudiados, así como la ermita de San Guillermo muy relacionada con la cristianización de unos lugares paganos destinados a los ritos de la fertilidad.
Un foco de naufragios y batallas
El Cabo de Finisterre también es tristemente conocido por ser el escenario por excelencia de naufragios, como el de 1870 cuando un barco con 482 personas se hundió, y de importantes batallas navales. La primera de ellas el 14 de mayo de 1747, en el marco de la Guerra de Sucesión austriaca, que terminó con una victoria para la flota británica al mando del almirante George Anson. La segunda el 25 de octubre de 1747 con otra victoria decisiva para la flota británica al mando del almirante Sir Edward Hawke.
No en vano, la más célebre de las confrontaciones tuvo lugar el 22 de julio de 1805, durante la tercera guerra de la coalición de las guerras napoleónicas. Un choque entre una flota hispanofrancesa y una británica que terminó en empate y que sirvió de prólogo al desastre de Trafalgar ocurrido en octubre de ese mismo año.
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