La toponimia española y sus influencias históricas

Por Bernardo Ríos / 6 minutos de lectura

A aproximadamente unos 50 km de Zaragoza encontramos la localidad de La Almunia de Doña Godina. El pueblo cuenta con destacables edificios medievales y de otras épocas históricas y, como es común en la comunidad autónoma de Aragón, importantes elementos arquitectónicos mudéjares.

Las tres fuentes principales de toponimia en España

Sin embargo, desde que conocí la existencia de este pueblo (ya no recuerdo cuándo ni hace cuánto) hay una cosa que me fascina más que cualquier otra: su nombre. La lengua española ha tomado palabras de muchísimos idiomas, desde lenguas polinesias hasta indígenas americanas, europeas, africanas o asiáticas. Pero tres destacan, por una simple cuestión de números, sobre todas las demás: el latín, el árabe y el gótico (o las lenguas germánicas que llegaron tras la caída de Roma).



Cúpula de la iglesia en La Almunia de Doña Godina, provincia de Zaragoza, Aragón (Flickr)Este pueblo hace patentes y une estas tres mayores fuentes del español:

– Almunia: del árabe hispánico al-múnya, que significaba granja o huerto. En árabe clásico, múnya significa deseo, este giro semántico en árabe hispánico puede deberse a los lujosos palacetes y grandes extensiones de cultivos que podían poblar estas fincas.

– Doña: del latín domina, dueña, que se formó a partir de domus, casa. Así, la domina era “la de la casa”, es decir, la propietaria o la esposa del dueño. De hecho, dueña y doña vienen esta misma palabra. La diferencia en su evolución se debe a que doña siempre estaba acompañada de un nombre propio y no era una palabra tónica, mientras que dueña sí lo es. Esa tonicidad hizo que la <o> de domina diptongara en el caso de dueña.

– Godina: nombre propio (hoy se conserva solo como apellido) de origen germánico que hace clara referencia a los godos, que estuvieron asentados en la península y formaron un reino con capital en Toledo hasta la conquista musulmana.
Así, este pueblo aragonés deja muy claro que nació como una finca que estaba en un territorio que perteneció a una rica señora llamada Godina.

La toponimia puede darnos mucha información sobre los lugares que visitamos o en los que vivimos y son un reflejo, en muchos casos, de todos los pueblos, lenguas e influencias que ha recibido un área geográfica dada.

La Hispania prerromana

Conservamos nombres o elementos, por ejemplo sufijos, de antes de la llegada de los romanos. Estos nombres pueden clasificarse en tres grandes grupos: los de origen indoeuropeo (principalmente celta), los de origen no indoeuropeo (vascos e íberos) y los de origen colonial (fenicio y griego).

Sin querer entrar mucho en polémicas o controversias, se ha aceptado que el gran delimitador de la zona indoeuropea de la península es el sufijo -briga, de probable origen celta. Aunque donde más abunda es en la península, también se encuentra en otras zonas de Europa, como Francia o Alemania, donde habitaron poblaciones celtas, e incluso esa palabra existe en el actual irlandés con el significado de colina.

Aunque con seguridad el antiguo lusitano era una lengua indoeuropea, se debate aún hoy si era o no céltica. También se habla de la teoría de que los hablantes de la meseta central conquistaran zonas del oeste y noroeste y expandieran su sufijo -briga a sus nuevos dominios.

En cualquier caso, parece que el sufijo en cuestión es de origen celta y se encuentra en la zona que denominamos indoeuropea de la Hispania prerromana.



Ruinas del foro de la ciudad de Segóbriga. El sufijo -briga marca un probable origen celta. Aunque la teoría vascoiberista (aquella que decía que los íberos y vascos eran el mismo pueblo) está abandonada hoy en día, es incuestionable que en la zona norte de la península tuvo que existir una influencia mutua. Así, encontramos topónimos íberos que parecen vascos y viceversa.

Algunos de los más famosos en esta categoría son el Valle de Arán (aran significa valle en vasco, que también toma la forma Ares/Aras en algunos topónimos como Ares del Maestre). Los sufijos -esa (Oropesa, Montesa) y -astro/e (Macastre) también parecen de origen no indoeuropeo.

Los topónimos coloniales son de origen fenicio o griego. Entre los primeros encontramos Cádiz, Málaga o Cartagena. Entre los segundos, menos numerosos, están Rosas o Ampurias.

Topónimos latinos

Encontramos muchos topónimos romanos o latinos por toda la península, dada la costumbre romana de fundar muchas ciudades al estilo de su capital.

Toledo, (Toletum), Valencia, (Valentia), Astorga, (Asturica Augusta), Gerona (Gerunda), León (Legio), Lugo, (Lucus Augusti)…

Topónimos godos o germánicos

Los pueblos germánicos, esto es, vándalos, suevos y visigodos, apenas fundaron localidades. Por lo tanto, su influencia en la toponimia de la península es escasa. Los alanos, que no eran germánicos, influyeron aún menos. La influencia de estos nuevos pueblos se hizo notar mucho más en la antroponimia, es decir, en los nombres propios de las personas.

Sin embargo, encontramos algunos ejemplos en localidades como Ricla, Rezmondo, Villabermudo o Wamba (en honor al rey visigodo allí coronado), en Valladolid, localidad que tiene el honor de ser la única en España con una uve doble.

Toponimia árabe

Los musulmanes (árabes y bereberes) estuvieron durante casi ochocientos años en suelo peninsular y dejaron una gran huella en la toponimia. No solo por fundación de nuevos asentamientos, sino por la fuerte arabización que sufrieron los nombres ya existentes. Así, por ejemplo, la localidad española de Sevilla tiene un nombre de origen latino pero con una evolución árabe: Hispalis > Ishbalih > ishbiliya > shbilya > Sevilla (los diferentes pasos del cambio fonético pretenden ser comprensibles, no exactos).



Localidades con toponimia árabe o con una evolución muy arabizada (Wikipedia)Son un clásico conocido por el gran público los nombres que comienzan en al-, que es el artículo en árabe. Podemos encontrar Almería (la torre vigía), Almudaina (capucha), Algeciras (la isla verde), Albacete (el llano)… A veces la <l> del artículo se une a la siguiente vocal y se pierde, como en Anahuir (norias).

Son comunes, también, los que incluyen el término ben-/beni- (hijo/s): Benejama (hijos de las tierras fértiles), Benijófar (hijos de Yafar)…

Los topónimos de época moderna y contemporánea

A partir del siglo XV se fundan pocas localidades nuevas en España hasta que, en el siglo XVIII, los Borbones hacen un plan de repoblación de desiertos demográficos, como Sierra Morena. Allí se fundó la localidad de La Carolina, o Nuevo Baztán, en Madrid. De hecho, era muy común usar el adjetivo nuevo seguido del lugar de origen de los pobladores. En el caso del pueblo madrileño, la población era oriunda del valle de Baztán. Pasa lo mismo con Nueva Tabarca. Era muy común, también, usar nombres de santos católicos: San Fulgencio, La Colonia de Santa Eulalia.






https://www.geografiainfinita.com/20...as-historicas/