Una pregunta.
¿los huevos fritos con panceta no son una comida casacona?
¿por qué cuando almorzamos tomamos eso o al menos es muy normal pensar en que el almuerzo consiste en los huevos y la panceta?
Un verdadero almuerzo español ¿qué contiene?
Pues claro, será mi sangre gallega y asturiana, pero ¿en qué cabeza cabe comer menos de 5 veces al día? A no ser que te pases el día en el monte, lo cual es una buena excusa, pero sino es... bueno, ahora mismo, no encuentro la palabra correcta.
Bellísima descripción.
" el pueblo español fue y es antidemocrático, y para no serlo fue capaz de librar la gran guerra de la Independencia, las tres carlistas y la última guerra de Liberación. Esta fue y es la realidad histórica, quieran los demócratas o no; lo confiesen o no."
Anti-España 1959 Mauricio Carlavilla
" volad a las Armas, incorporaos con los defensores de la más justa y Sagrada Causa; podréis así salvar vuestra vida, a vuestra familia de la mendicidad, y hacer ver a la Nación entera que sois Cristianos Católicos, y que los Gallegos de la generación presente son, como los de las pasadas, leales a su legítimo Monarca "
Proclama carlista do capitán de partida Modesto Varela (1838)
Una pregunta.
¿los huevos fritos con panceta no son una comida casacona?
¿por qué cuando almorzamos tomamos eso o al menos es muy normal pensar en que el almuerzo consiste en los huevos y la panceta?
Un verdadero almuerzo español ¿qué contiene?
"El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros".
http://fidesibera.blogspot.com/
Desde luego, semejantes pitanzas dan lugar a tremendos problemas de colesterol y diabetes y otras muchas secuelas asociadas, desde morbilidad a problemas coronarios. Una costumbre por el hecho de serlo no necesariamente es buena ni positiva. Es paradójico que a todo diabético se le diga que debe adelgazar y, al tiempo, debe ingerir alimento 6 veces al día. Pero algo tan peculiar se debe a que se trata de alimentos muy bajos en grasas y azúcares, y que al tiempo produzcan sensación de saciedad.
La cocina ha venido siendo asociada siempre como signo de buena salud y de buen bolsillo. El primer signo porque se come en gran cantidad mientras la salud acompaña, y no al revés y creer que la salud viene por comer mucho y, en cuanto a la segunda, hoy en día, en las sociedades desarrolladas hasta los pobres comen, pero no hace tanto tiempo eran demasiados los que no tenían ni para un chusco. De ahí que ya en el propio NT se asocie a los opulones con riqueza y que la gula sea un pecado capital.
Como dice la expresión: "desayuna como un rey, come como un monje y cena como un pobre", es el único modo en el que los excesos no te pasarán factura ni te llevarán al cementerio.
Bueno, como suelo decir, se debe comer lo que se gasta y gastar lo que se come y es evidente que, por ejemplo, los que somos deportistas debemos tener una ingesta mucho mayor que la media.
Por otra parte, si haces 5 o 6 comidas al día no tienes porqué comer hasta hartarte en cada una de ellas. Bueno para adelgazar lo no lógico, y por esto no pongo la mano en el fuego, sería comer 1 o 2 comidas nada más al día. Nuestro cuerpo es muy "listo" y sabe prepararse para los tiempos de escasez por lo que retendrá.
" el pueblo español fue y es antidemocrático, y para no serlo fue capaz de librar la gran guerra de la Independencia, las tres carlistas y la última guerra de Liberación. Esta fue y es la realidad histórica, quieran los demócratas o no; lo confiesen o no."
Anti-España 1959 Mauricio Carlavilla
" volad a las Armas, incorporaos con los defensores de la más justa y Sagrada Causa; podréis así salvar vuestra vida, a vuestra familia de la mendicidad, y hacer ver a la Nación entera que sois Cristianos Católicos, y que los Gallegos de la generación presente son, como los de las pasadas, leales a su legítimo Monarca "
Proclama carlista do capitán de partida Modesto Varela (1838)
¿qué retendrá?¿la captación de calorias,el gasto energético?
"El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros".
http://fidesibera.blogspot.com/
Eso es muy cierto y sí, además, eres de buena estatura más todavía. Algo que influye extraordinariamente, de ahí las características de las cocinas regionales, es el clima. ¿Os imaginais comer unas fabes en Alicante en pleno mes de agosto? Más todavía, ¿qué tal un gazpachito en los Pirineos cayendo una nevada de dos metros y a 12º bajo cero? O sea, que todo tiene su razón de ser, así el chocolatito espeso con picatostes de Asturias o del San Lorenzo de El Escorial (tiene mucha fama), hay que sustituirlo por el batido de ídem, pero en heladería sevillana, ¡ah! y los picatostes sustituirlos a su vez por un barquillo.
Retomemos el tema original de este delicioso y ya olvidado hilo:
Historia sensata de la expansión del Chocolate en Europa
No fue fácil. Ni fácil, ni rápido. Todo lo contrario de que lo resulta, a día de hoy, hacerse un rico y espeso Chocolate a la Taza. Así le llamamos en España "a la taza"... pero en otras partes del mundo todavía le llaman Chocolate "a la manera española", cuya característica principal que se sirve espeso, dulce y caliente.
No fue fácil ni rápida, decíamos, la propagación de esta bebida traída de América. Tres siglos, año arriba año abajo, costó que toda Europa pudiera saborear y degustar este delicioso manjar. Os explicamos en seguida cómo se propagó su hábito de consumo, pero hay que empezar por el principio que si no nos perdemos lo importante:
Es Hernán Cortés el que menciona a Carlos I en sus misivas desde América (Cartas de relación) que los indígenas bebían este líquido espeso. Los aztecas lo elaboraban a partir del haba del cacao, lo aromatizaban con hierbas, vainilla, pimienta y otras especias como la guindilla (sí, guindilla... sin comentarios), para obtener un líquido espeso, oscuro y espumoso que bebían frío o a temperatura ambiente.
El aventurero Hernán le decía a Carlos I, entre otras cosas, que con esa bebida los guerreros indígenas aguantan como jabatos jornadas enteras de esfuerzos. Los mismos españoles que lo probaron recuperaban fuerzas a paso de gigante después de tomar el brebaje compuesto por cacao. (como los Isostar y redbull de ahora!!)
El Mensaje de Hernán captó inmediatamente el interés del Emperador Carlos por la importancia que tenía para alguien que asentaba su imperio sobre las picas de los Tercios (una bebida así los haría todavía más imparables).
El Camino Español, de Ferrer-Dalmau. Disponible en la Tienda de El Camino Español.
No es de extrañar que el mismo Emperador lo probara para ver si le revitalizaba cuerpo y alma. Pero aquello amargaba más que el culo de un pepino, así que triunfar, lo que se dice triunfar, de buenas a primeras, pues no.
Aquel fruto, sin embargo, apuntaba maneras ...
Está mayormente aceptado (y nosotros nos sumamos a la versión) , que fue un monje de la orden del Cister, Fray Jerónimo de Aguilar que acompañó a Hernán Cortés a México, que le envió una buena muestra de cacao (junto a la receta de como prepararlo...) al Abad del Monasterio de Piedra, Antonio de Álvaro. Esto ocurrió hacía 1534. El boca a boca funcionó a las mil maravillas porque se extendió rápidamente por las diferentes abadías españolas de la orden que los monjes de Aragón tomaban un amargo brebaje que permitía soportar mejor sus ayunos y sus largas jornadas de trabajo...
Claro que... aquel sabor amargo...
Así que los monjes (Punto para ellos) empezaron a buscar con qué mezclarlo para quitarle el regusto desagradable. No tenemos claro si la mezcla se inició en el Nuevo Mundo (una vez plantada la caña de azúcar allí, donde no se conocía) o fue en la península donde se empezó a mezclar cacao y azúcar pero... qué más da... la mejora fue espectacular. Y la puntilla para el éxito rotundo se lo dio el servirlo... caliente. No sólo estaba exquisito y alimentaba sino que además te calentaba el cuerpo (sin llevar alcohol...) en los fríos días del siglo XVI. ¡¡Menudo lujo!!
Automáticamente se abrieron las puertas de la Corte Española para esta bebida de dioses.
Claro que estas cosas llevan su tiempo y nos hemos plantado a finales del siglo XVI, si bien para entonces en España lo del chocolate espeso, dulce y caliente lo sabía hasta el que se perdió en la isla. Otra cosa es que se lo pudiera tomar, porque era caro de castañas. El cacao, que todavía estaba en sus inicios para producirlo de manera masiva, llegaba a cuenta gotas y se pagaba a precio de oro...
Hemos ubicado el chocolate a la taza en la Corte Española a finales del Siglo XVI. Ahora viene la propagación lenta pero imparable por Europa del "Chocolate a la española".
Bolsa de cuero y réplicas de monedas de la época española. Lo tienes disponible en la Tienda del Camino Español.
BÉLGICA-LUXEMBURGO-HOLANDA: Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, se convierte en soberana de los Países Bajos Españoles (que comprenden esos tres países) en 1598. Con ella se lleva el chocolate a la taza, espeso y calentito, que en los días lluviosos y fríos de Flandes entra en el cuerpo que no veas. Acabamos de situarlo en el centro de Europa.
ITALIA: Hay dos versiones. La más sencilla y probable es que llegara a la Península Itálica (que era una amalgama de Estados independientes) por el sur (Nápoles, Sicilia, ...) que pertenecía a la Corona Española o por el norte (Milanesado) que también y de ahí a Roma, Venecia,... La otra opción que se baraja es que fuera a través del Ducado de Saboya... básicamente porque Catalina Micaela, hija también de Felipe II, se había casado con Carlos Manuel I de Saboya (1585), llevándose al Ducado unos kilitos de chocolate para recuperar fuerzas entre embarazo y embarazo (tuvo diez hijos).
FRANCIA: Como no hacíamos buenas migas con ellos, la entrada fue en dos veces. Primero en 1615, cuando Ana de Austria (... de Austria pero nacida en Valladolid), hija de Felipe III, se casó con Luis XIII. También ella se llevó en su ajuar su chocolate a la taza para amenizar las aburridas tardes de palacio.
La segunda y definitiva fue con María Teresa de Austria (... de Austria pero nacida en San Lorenzo del Escorial) hija de Felipe IV y casada en 1660 con el cabroncete (ahora veréis por qué...) de Luis XIV y que llevó a la Corte francesa el chocolate al gusto español que triunfó, como Rafa Nadal en Roland Garros, durante años...
INGLATERRA: Lo llevaron allí los franceses a mediados del siglo XVII, porque si los franceses nos tenían ganas, los ingleses... Y, claro, no era plan de irles haciendo regalos exquisitos.
SUIZA: Llegó allí a través de Heinrich Escher (alcalde de Zurich) que estaba de visita a Bruselas en 1697 para, entre otras cosas, ver las obras de reconstrucción de la Grand Place después de que Luis XIV ordenara literalmente arrasar la ciudad (...sin comentarios...). Bruselas, en aquella época, pertenecía a los Países Bajos Españoles (reinando Carlos II)
ALEMANIA-AUSTRIA-HUNGRÍA...: Pretendiente al trono español a la muerte de Carlos II, el Habsburgo Archiduque Carlos (el otro era el Borbón, Felipe de Anjou), durante los años que estuvo en el país defendiendo sus opciones de ser Rey de España, aprendió a apreciar esta deliciosa bebida. Así que cuando le cayó en las manos (gratis) el ser Emperador del Sacro-Imperio-Romano-Germánico (a la muerte de su hermano) hizo un hueco en el equipaje para llevarse unos kilos de delicioso y calentito chocolate a Viena (año 1713), e irse con viento fresco.
Otra versión es que viene a través de un tal Johann Georg Vollkammer, estudioso de Nuremberg, que conoció la bebida en su estancia en Nápoles (en 1646). Más de lo mismo porque Nápoles por aquel entonces pertenecía a la corona española.
El chocolate se mantuvo así "a la española", durante el siglo XVII, XVIII e inicios del XIX, en las Cortes de Europa para ir luego llegando a todas las capas de la sociedad europea (a medida que se abarataba el precio por la mejora en la producción, en el transporte y la competencia).
"Chocolate elaborado al gusto español" de Chocolates Amatller (*) . Disponible en El Camino Español
De nuevo una tabla salvavidas (como los Tercios de Flandes y la patata...) para la población europea porque el aporte energético del chocolate se convirtió en un complemento imprescindible en su dieta (poco variada e insuficiente en la mayoria de la población...).
La revolución industrial, ya en el siglo XIX, posibilitó la fabricación de otros tipos de formatos (tabletas, bombones,...) pero durante esos tres siglos el Chocolate a la Taza fue la manera más extendida (por no decir la única...) de consumir el cacao. De esa manera éste y aquel fueron calando en millones y millones de hogares de Europa y del mundo, regalando sabor, calentando estómagos y aportando energía para las duras y largas jornadas de trabajo. Trescientos años de Chocolate... a la manera Española.
El Camino Español
(*) Chocolates Amatller es la fábrica en activo, por lo que hemos podido cotejar, más antigua de Europa. Y es española. Por su tradición, por su calidad y por lo que representa lo hemos seleccionado para añadirlo a la tienda de El Camino Español.
http://www.elcaminoespañol.com/index...late-en-europa
Última edición por Hyeronimus; 18/01/2015 a las 19:04
El chocolate y su origen: una historia que viaja de México a Zaragoza
Érika Montañés / Madrid
¿Sabes en qué rincón de España se elaboró chocolate por primera vez en Europa? Fue en el año 1534 y se lo envió un monje al abad del Monasterio al que pertenecía
Monasteriodepiedra.com
Monjes de la Orden Cisterciense elaboran chocolate en la cocina del Monasterio de Piedra, en Nuévalos (Zaragoza)
«Cuando uno lo sorbe, puede viajar toda una jornada sin cansarse y sin tener necesidad de alimentarse». Así novelaba Hernán Cortés algunas de las virtudes que tenía aquel producto descubierto en su expedición por tierras dominadas por Moctezuma en México y que era conocido en la mitología azteca como el «alimento de los dioses», nada menos. De hecho, según la leyenda, el dios Quetzalcoatl regaló a los hombres el árbol del cacao antes de ser expulsados del Paraíso. Con este fruto divino, los hombres adquirían vigor y fuerza. En la cultura española, no aparece referido el cacao antes de una carta con firma del propio Cortés que data del 30-10-1520. En esas líneas se menta a este producto como una fruta con almendras, que en tierras mexicanas «venden molida» y que usan por moneda para algunos pagos, símbolo de la importancia que concedían los aztecas a estos granos.
Con esa moneda se compran cosas necesarias en los mercados y otros lugares; el chocolate es una contraprestación. Algunos, como el propio Moctezuma, bebían en copas doradas aquel manjar de color oscuro; mientras que para Cortés fue un pago a un monje del Císter que lo acompañó en su aventura por México y que tenía por lugar de arraigo un Monasterio, el de Piedra, al oeste de la provincia de Zaragoza.
A los pies de la hoy flamante cascada de la Cola de Caballo, uno de los focos de atracción paradisiacos de este lugar de refugio espiritual, se sitúa la cocina monacal que el visitante recorre en su periplo por este enclave turístico de la localidad zaragozana de Nuévalos. Aquí fue, con exactitud, el primer lugar de todo el Viejo Continente donde se fabricó «oro marrón».
Colón no reparó en la bebida
En la exposición chocolatera que protagoniza en la actualidad la oferta hotelera dentro del recinto religioso se da buena cuenta de cómo fue Fray Jerónimo de Aguilar quien envió el primer saco de semillas de cacao, junto con la receta del chocolate, al abad del Monasterio de Piedra, Don Antonio de Álvaro, encargado junto al resto de monjes del cenobio de fabricar el manjar. Cristóbal Colón no había reparado en aquella bebida cuasi sagrada, a diferencia de Cortés. Se tiene constancia historiográfica de cómo los religiosos de la congregación de Zaragoza sí supieron emplear el poder calórico del chocolate para soportar sus ayunos y conservar aún fuerzas para trabajar. Lo adaptaron a sus necesidades. Principalmente tomaban el amargo -en un principio- brebaje como medicina debido a su gran aporte energético.
Con la introducción por Fray Jerónimo de Aguilar en este espacio museístico y obra de arte medieval construida sobre un espacio donado a finales del siglo XII por Alfonso II de Aragón, quedaba inaugurada así la tradición chocolatera que puso la rúbrica a la Orden Cisterciense. De hecho, en la misma exposición se avala que en algunos monasterios además del insigne zaragozano, existe una pequeña estancia situada sobre los claustros a la que llaman chocolatería por ser el lugar donde los frailes colocaban la fogata para paladear aquel producto llegado de las Américas.
¿Por qué era amargo en un principio?
El nombre original de esta bebida era «xocolatl», del que deriva su denominación actual. Los aztecas elaboraban este líquido a partir del haba del cacao, lo mezclaban y aromatizaban con hierbas, vainilla, pimienta y otras especias como la guindilla y hasta lo condimentaban con chile, con el fin de obtener un líquido espeso, oscuro y espumoso que bebían frío o caliente.
Desde los primeros y remotos tiempos, el conquistador del imperio azteca reseñó que esta bebida generaba a quien la degustaba cierta sensación de bienestar y energía inusitada, aunque era obligado endulzarla con miel, ya que el amargor del achiote que llevaba era complicado de digerir. En Zaragoza los monjes se apoyaron para lograr este propósito dulcificador de vainilla, azúcar y canela.
Tras su introducción en España por la expedición de Cortés, el chocolate tuvo una controvertida historia, fruto de los usos y costumbres de las mujeres refinadas de la aristocracia, que lo quisieron «trasladar» incluso al interior de las iglesias para hacer más llevadero el sermón y para combatir con su candor las frías jornadas de invierno. No obstante, el chocolate no se expandió tan rápidamente por Europa como uno se imagina. De hecho, mientras para la alta sociedad española del siglo XVI constituía un producto selecto y de gran valor, en otras naciones existen reseñas tan peyorativas como las del italiano Girolamo Benzoni en su volumen «La Historia del Mondo Nuovo» (1565): «El chocolate parece más una bebida para cerdos que para ser consumido por la humanidad».
Tardarían varios siglos en explorarse con detenimiento las virtudes medicinales que Cortés no había podido apreciar en esta bebida dulce traída a la Nueva España y que, sin duda, albergaba. Entre los siglos XVI y XIX se populariza como remedio digestivo y estimulante. En nuestro tiempo moderno, hay dietas que recomiendan tres onzas de chocolate negro como bálsamo para el dolor menstrual. También es, cómo no, un claro objeto de deseo.
Mujer tomando una taza de chocolate. Obra de Raimundo de Madrazo. Oleo sobre lienzo (1841-1920)
Archivo ABC
El chocolate y su origen: una historia que viaja de México a Zaragoza - ABC de Sevilla
Museo del Chocolate - Historia del Chocolate
Montaje de las presentaciones audiovisuales que hay en el museo del chocolate de Barcelona.
https://www.youtube.com/watch?v=nckrS8IcRpU
Retomemos el tema original de este olvidado hilo, que terminó yéndose por las ramas de las disquisiciones lingüísticas, y sirvamos una ronda de chocolate para los lectores del foro.
GERÓNIMO DE AGUILAR Y EL CHOCOLATE
Ricardo Aller Hernández 10/12/2021
Gerónimo de Aguilar
Monasterio de Piedra, año de gracia de 1534.
La noche se está haciendo larga para el abad Antonio de Álvaro. Aunque acostumbrado al mal de digestión, no son pocas las ocasiones que ve amanecer sin haber pegado ojo, afectado por una persistente fragilidad estomacal que con cierta frecuencia le lleva a alimentarse únicamente con líquidos durante varios días, pero como le dice al resto de frailes del cenobio: a dolencia conocida, medicación dispuesta y mucho rezar a la Virgen del Pilar.
Es ese incómodo dolor la causa de que haya venido hasta las cocinas del cenobio cuando aún no ha cantado el gallo. Alumbrado por la luz de una palmatoria, el monje cisterciense pasea por la despensa entre las tinajas de vino y aceite hasta alcanzar su objetivo: un barril repleto de fruta de almendra que, por lo que dice la carta de frayGerónimo de Aguilar, el hermano cisterciense que le ha enviado esta fruta desde el Nuevo Mundo, esa bebida no solo genera a quien la degusta cierta sensación de bienestar y energía, sino que también actúa como remedio digestivo.
Lo cierto es que esa vaina amelonada que al abrirla longitudinalmente guarda unos granos envueltos en una pulpa blanca ha causado expectación entre los monjes. De hecho, esa misma tarde el hermano cocinero ha preparado una olla siguiendo la receta que les ha facilitado fray Gerónimo, obteniendo un líquido espeso, oscuro y espumoso que, como buena medicina, tiene un sabor tan amargo que requiere endulzarlo con miel.
El abad echa un vistazo a la olla: aún queda un poco, así que toma una escudilla, la llena y se bebe el contenido de un solo trago. Con ganas, quizás demasiadas para alguien que dice no dejarse apoderar por los placeres de este mundo, pero es que el sabor del brebaje, convenientemente edulcorado por la melaza, resulta muy agradable, diríase que adictivo. Demasiado bueno, se dice antes de echarse otro poco, para no ser pecado.
EL PERSONAJE
Gerónimo (o Jerónimo) de Aguilar nació en Écija en 1489. Poco se sabe de sus primeros veinte años, no siendo hasta 1509 cuando se tiene constancia de su paradero en La Española al acompañar a Diego Colón en uno de sus viajes, una vez recibidas las órdenes menores. En noviembre de ese mismo año marchó al Darién (Panamá) con Diego de Nicuesa, donde se vería involucrado en las hostilidades de este con Vasco Núñez de Balboa.
15 de agosto de1511. El navío que llevaba a Aguilar y al corregidor Juan de Valdivia con destino a La Española para informar sobre los desórdenes del Darién y en busca de avituallamiento y gente fue sorprendida por una tempestad que los desvió de rumbo, arrastrándolos hasta unos islotes llamados de las Víboras (o de los alacranes), próximos a Jamaica, donde naufragó. Del accidente sobrevivieron una veintena, tras poner a flote un precario batel en el que estuvieron a la deriva 15 días sin agua y sin alimentos. Entre los supervivientes se encontraban entre ellos Aguilar, Valdivia y el marinero Gonzalo Guerrero.
Durante esas dos semanas varios murieron y fueron arrojados al mar, hasta que por fin arribaron a la costa oriental de Yucatán. Allí serían capturados por una tribu maya que predominaba en la región oriental de la península yucateca, los cocomes, Una vez más, a los españoles les aguardaba un futuro incierto:
…(Aguilar) dixo que saltando de la barca los que quedaron vivos, toparon luego con indios, uno de los cuales con una macana hendió la cabeza a uno de los nuestros, cuyo nombre calló; y que yendo aturdido, apretándose con las dos manos la cabeza, se metió en una espesura do topó con una mujer, la cual, apretándole la cabeza, le dexó sano, con una señal tan honda que cabía la mano en ella. Quedó como tonto; nunca quiso estar en poblado, y de noche venía por la comida a las casas de los indios, los cuales no le hacían mal, porque tenían entendido que sus dioses le habían curado, paresciéndoles que herida tan espantosa no podía curarse sino por mano de alguno de sus dioses. Holgábanse con él, porque era gracioso y sin perjuicio vivió en esta vida tres años hasta que murió.
Valdivia y cuatro hombres más fueron ofrecidos en sacrificio a sus dioses y el resto acabaron en prisión. Temiendo ser los siguientes, Aguilar y sus compañeros consiguieron escapar y ocultarse en la selva, pero la libertad les duró poco, pues cayeron en manos de Aquincuz, quien gobernaba la región de Xamahná. Este cacique, enemigo natural de la tribu que los detuvo al principio, dio amparo a los fugitivos, si bien los redujo a servidumbre. Lo extremo de las condiciones hizo que todos los españoles fueron enfermando y muriendo hasta quedar vivos solamente Aguilar y Gonzalo Guerrero.
Movido por el instinto de supervivencia, durante 8 largos años Aguilar demostró obediencia y espíritu de servicio para con su amo, quien le dedicó a transportar agua, leña y pescado, así como a trabajar en los maizales. Incluso parece que también ayudó peleando en una batalla contra un cacique rival.
1519. A finales de febrero, Hernán Cortés llegó a la isla de Cozumel, frente a la costa de Yucatán. El naufragio acaecido ocho años atrás era de sobra conocido por los españoles, por lo que en las instrucciones que el gobernador de Cuba y organizador de la expedición, Diego Velázquez de Cuéllar, había dado a Cortés figuraba la de averiguar qué había sido de estos náufragos y rescatar a los que todavía quedasen con vida.
Casi por casualidad, unos comerciantes indígenas proporcionaron a los españoles información sobre los desaparecidos.
Que como hubiese oído el general á los soldados que vinieron con Francisco Hernández de Córdova, que los indios les decían Castilán, Castilán, señalando al oriente, que llamó al mismo Bernal Díaz y á un viscaíno llamado Martín Ramos, y les preguntó, que si era como decía; y respondiéndole que sí, dijo el general, que presumía haber españoles en Yucatán, y sería bueno hacer diligencia entre los indios. (Bernal Díaz del Castillo)
Inmediatamente, Cortés dispuso que el capitán Diego de Ordaz cruzase con una partida de soldados a tierra firme llevando abalorios para los indios y sendas cartas a los prisioneros, indicando que Ordaz los esperaría durante ocho días en el cabo Catoche.
Grande fue el alegría de los españoles con esta nueva, y así les dijo el general á los caciques que con cartas, que les daría para ellos se los enviasen á buscar. A los que señalaron los caciques (para ir, halagó) y dio unas camisas y cuentas, prometiendo darles más cuando volviesen. Los caciques dijeron al general, enviase con los mensajeros rescate para dar a los amos, cuyos esclavos eran, para que los dejasen venir, y así se les dio de todo género de cuentas y otras cosas, y se dispusieron los dos navíos menores con veinte ballesteros y escopeteros, por su capitán Diego de Ordaz. Dióles orden el general que estuviesen en la costa e Punta de Cotóch) aguardando ocho días con el navío mayor, y que con el menor se le viniese á dar cuenta de lo que hacían. Dispusose todo, y la carta que el general Cortés dio á los indios, para que llevasen á los españoles, decía así: «Señores y hermanos, aquí en Cozumél (Cuzamil) he sabido, que estais en poder de un cacique detenidos. Yo os pido por merced, que luego es vengais aquí á Cozumel (Cuzamil), que para ello envió un navío con soldados, si los hubieredes menester, y rescate para dar á esos indios con quien estáis, y lleva el navío de plaza ocho días para os aguardar. Veníos con toda brevedad: de mi sereis bien mirados, y aprovechados. Yo quedo aquí en esta isla con quinientos soldados y once navíos. En ellos voy mediante Dios la vía de un pueblo que se dice Tabasco o Potonchán.
Transcurrido el plazo, Ordaz y sus soldados regresaron a Cozumel sin que nadie apareciese.
El día 5 de marzo, perdida ya la esperanza de rescatar a los prisioneros, Cortés se hizo a la mar para proseguir su viaje, pero la avería de uno de los barcos los obligó a volver a puerto. Una vez reparado el navío se aprestaron a zarpar de nuevo, cuando de pronto el vigía vio que una canoa de remos en la que viajaban cuatro indios se acercaba hacia ellos. Intrigado, Cortés comisionó al capitán Andrés de Tapia para salir a su encuentro con una partida de soldados. Al acercarse, los españoles pudieron ver que uno de los que iban en la canoa era Jerónimo de Aguilar, quien llevaba el pelo cortado y peinado a la manera maya y vestía como los indios, acompañado de los tres mensajeros indígenas que Diego de Ordaz había dejado en la costa de Yucatán.
Al Jerónimo de Aguilar se dio la carta y rescates, y que habiéndola leído se holgó mucho (bien se deja entender el grado en que seria) y que fue á su amo con ella, y los rescates para que le diese la licencia, la cual luego dio para que se fuese donde tuviese gusto. Jerónimo Aguilar habida licencia de su amo, fue en busca de otro compañero suyo llamado Gonzalo Guerrero y le enseñó la carta, y dijo lo que pasaba.
RESCATADO
Cuando volvieron á arribar á Cozumel (Cuzamil) los navíos, supólo luego Jerónimo de Aguilar, y trató con priesa de ir á alcanzarlos. Pagó con las cuentas verdes del rescate que le enviaron, y seis indios remeros que en breve tiempo (por no ser más de cuatro leguas la travesía) pasaron de la banda de Tierra firme á la playa de la isla, aunque por la violencia de las corrientes descayeron algo del puerto á donde iban á parar. Habían salido unos soldados á caza de puercos monteses, de los que tienen el ombligo arriba en el espinazo; dijeron al general como habían visto, que de la parte de Cabo de Cotoch atravesó una canoa grande á la Isla, y que la gente de ella junto al pueblo. Mandó el general al capitán Andrés de Tapia, que con otros dos soldados fuese á reconocer que novedad era aquella. Viendo los indios remeros ir los españoles para ellos, quisierónse tomar á embarcar, pero Aguilar los sosegó, diciéndoles, que no tuviesen miedo, que eran sus hermanos. Como el español venía de la misma forma que los indios, envió á decir el capitán Andrés de Tápia al general Cortés, que siete indios eran los que habían llegado en la canoa. Los españoles que los encontraban, preguntaban al capitán Tapia por el español; ¿pero que tal venía él, para que le conociesen, aunque estaba presente? De su natural color era moreno, venía tresquilado como un indio esclavo, traía un remo al hombro, una ruin manta, sus partes verendas cubiertas con un paño á modo de braguero, que los indios usan y llaman Puyut, y en la manta un bulto, que después se vio eran horas muy viejas, y con este arreo llegó á la presencia del general Cortés que también preguntó al capitán Tapia por el español Jerónimo de Aguilar, que se había puesto en cuclillas, como los otros indios, entendiendo al general, dijo: Yo soy; y luego Cortés le mandó vestir camisa y jubón, y unos calzones, y calzar unos alpargates, y le dieron para cubrirle la cabeza una montera, que por entonces no se le pudo dar otros vestidos.
Tras relatar sus vicisitudes en tierras mayas, Aguilar explicó que su amo le había dado permiso para marchar con los españoles y que él personalmente había intentado convencer al otro superviviente, Gonzalo Guerrero, pero este prefirió quedarse con los indios.
El encuentro con Aguilar resultó extremadamente beneficioso para los intereses de Cortés. El sevillano hablaba a la perfección la lengua maya, convirtiéndose en intérprete. Su primera aportación fue en Tabasco, traduciendo un requerimiento para que los indígenas aceptaran hacerse vasallos de la Corona de España. La lectura pública del requerimiento fue contestada por los indios con una rociada de flechas.
Tras la batalla de Centla el 14 de marzo de 1519, los caciques se presentaron ante los españoles para sellar una alianza de paz y les hicieron entrega de un presente de mantas de algodón y piezas labradas en oro, así como de veinte jóvenes indias para su servicio, entre las que se encontraba La Malinche.
Siguió el sevillano haciendo de intérprete durante el recorrido de la expedición por tierras mayas, pero cuando se internaron en territorio azteca, Cortés descubrió que la Malinche hablaba tanto el maya como el azteca. Se estableció entonces un triple sistema de traducción: los aztecas hablaban a la Malinche en su lengua y esta lo traducía al maya para que Aguilar, a su vez, se lo comunicara en castellano a Cortés y sus hombres. Cuando la Malinche aprendió el castellano, se hizo innecesaria la colaboración de Aguilar como intérprete, convirtiéndose entonces en soldado, participando activamente en la conquista del imperio azteca en agosto de 1521.
El resto de sus días transcurrió en Nueva España. En 1523 fue nombrado regidor y en 1525 el Ayuntamiento le concedió un solar para edificar su casa. Por los servicios prestados en la Conquista fue premiado con tres encomiendas en el norte del valle de México que le fueron concedidas en 1527. Enemistado con Cortés, en 1529 compareció como testigo en el juicio de residenciaal que fue sometido el conquistador.
Jerónimo de Aguilar murió en 1531 cerca del río Pánuco. Los pueblos de su encomienda fueron retomados por la Corona. Se ignora el lugar donde fue sepultado.
EL CHOCOLATE
Cuando uno lo sorbe, puede viajar toda una jornada sin cansarse y sin tener necesidad de alimentarse (Hernán Cortés).
Cuenta la leyenda que el dios Quetzalcoatl regaló a los hombres el árbol del cacao antes de que fueran expulsados del paraíso. Un alimento de los dioses que daba a los hombres vigor y fuerza.
La primera referencia hacia el cacao se produjo en una carta que Hernán Cortés escribió el 30 de octubre de 1520. En ella, se refería a este producto como una fruta con almendras, que se vendía molida en tierras mexicanas y a la que los aztecas daban tanta importancia que incluso se utiliza como moneda en algunos pagos. El propio Moctezuma lo bebía en copas doradas, mientras que para Cortés fue un pago a un monje del Císter que lo acompañó en su aventura por Nueva España: Jerónimo de Aguilar.
No fue hasta 1534 cuando el cacao llegó a España y fue en la localidad zaragozana de Nuévalos donde se fabricó chocolate por primera vez en el continente europeo. Fue fray Jerónimo de Aguilar quien envió el primer saco de semillas de cacao y la receta del chocolate a Antonio de Álvaro, abad del Monasterio de Piedra, al oeste de Zaragoza, quien supo emplear el poder calórico del chocolate para superar sus ayunos y tener fuerzas para trabajar, aunque seguramente no resultaba tan apetecible como ahora, pues inicialmente lo preparaban amargo como un brebaje medicinal.
Pero, ¿por qué era amargo en un principio?
El nombre original de esta bebida era «xocolatl», (literalmente ‘agua amarga’), del que deriva su denominación actual. Los aztecas elaboraban este líquido a partir del haba del cacao, lo mezclaban y aromatizaban con hierbas, vainilla, pimienta y otras especias como la guindilla y hasta lo condimentaban con chile, con el fin de obtener un líquido espeso, oscuro y espumoso que bebían frío o caliente.
Desde los primeros tiempos, Cortés reseñó que esa bebida generaba a quien la degustaba cierta sensación de bienestar y energía inusitada, aunque era obligado endulzarla con miel, ya que el amargor del achiote que llevaba era complicado de digerir. En Zaragoza los monjes emplearon para eso vainilla, azúcar y canela.
La primera evidencia documentada de la prueba del cacao en España al encontramos en una delegación Kekchi enviada a visitar al príncipe Felipe, futuro Felipe II, entre cuyos presentes aparece el cacao. Fue Bernal Díaz del Castillo uno de los primeros en reportar el uso del Nauatl xocoatl como bebida y como moneda. La palabra se incorporaría al castellano como “chocolate” y esta denominación se expandió a lo largo de todo el mundo junto con el producto del cacao.
Esta exótica bebida se afianzó rápidamente en todos los estamentos de la sociedad: pronto se hizo costumbre tomar chocolate y celebrar chocolatadas, asociado a las visitas sociales, celebración de los grandes eventos y reuniones sociales. A falta de elementos de vajilla apropiados para el consumo, surgirían nuevos elementos inspirados en las costumbres aztecas: la vajilla típica española para las chocolatadas constaba de una jícara (palabra de etimología náhuatl «xicalli»), se removía el chocolate caliente con un molinillo y se servía en una especie de bandeja especial denominada mancerina, inventada en 1640 por el marqués de Mancera, virrey del Perú. En aquella primera época era muy habitual servir el chocolate con dulces (por regla general bizcochos) que se remojaban en el chocolate caliente.
CASI PECADO
Tras su difusión por Europa, en los países de religión católica surgió la duda teológica acerca de si la ingesta de chocolate rompía el ayuno eclesiástico.
La primera mención histórica del dilema tuvo lugar en Nueva España por el jesuita Juan de Cárdenas en el año 1591, quien hizo una distinción clara entre los posibles usos, los alimentos líquidos y los sólidos. Por su parte, el fraile Agustín Dávila Padilla negó que el chocolate rompiera el ayuno, añadiendo en la lista incluso al vino. El debate alcanzó hasta los altos estamentos papales, a los que se les solicitó una solución al caso. El fraile español León Pinelo en el año 1636 publicó un libreto en Madrid adelantando la cuestión a debatir:
Cuestión moral si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico.
Pinelo explicaba que el cacao elaborado con agua no violaba el ayuno, mientras que el elaborado con leche sí, debido al aporte nutritivo de la leche. De la misma opinión era Tomás Hurtado, que en 1645 afirmó que añadir harinas diversas, huevos o leche contravenía el ayuno cristiano.
En cuanto al régimen económico del comercio del cacao, inicialmente fue el monopolio. Así, la Compañía Guipuzcoana de Caracas, constituida el 25 de septiembre de 1728 en virtud de una Real cédula expedida por el rey Felipe V, se encargaba del intercambio comercial recíproco entre la provincia de Venezuela y España. Por su parte, el cultivo del cacao en Brasil estaba en manos de la Compañía de Jesús.
No sería hasta los inicios del siglo XIX cuando la bebida se convirtió en las tabletas y bombones que hoy conocemos, pero si no hubiese sido por aquel cisterciense de vida tan azarosa, no podríamos disfrutar de un trocito de Cielo en la tierra….
https://espanaenlahistoria.org/perso...-el-chocolate/
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