DEL CAMPOSANTO AL CEMENTERIO SECULARIZADO
Los cementerios actuales, situados en un punto de la periferia de las ciudades, son un producto más del proceso de secularización que, como un rodillo, aplasta todo vestigio de la tradición.
Antiguamente, los difuntos de una comunidad eran sepeliados en el interior de sus templos parroquiales. A lo largo del siglo XVIII, alegando razones de salubridad pública, se fue discutiendo sobre la conveniencia de seguir enterrando en el suelo sagrado de los templos.
Las primeras normativas que prohibían la inhumación en el suelo sagrado de los templos parroquiales se promulgarán bajo el reinado de Carlos III.
A lo largo del siglo XIX asistiremos a un tira y afloja entre el sentido piadoso de los fieles y el criterio de los "nuevos tiempos". La feligresía se resiste a ser enterrada lejos del suelo sagrado en que ha recibido a lo largo de su vida la Sagrada Comunión. Las autoridades municipales se ven instadas por las administraciones que las subordinan a "expulsar" a los difuntos de las iglesias parroquiales. Algunos ayuntamientos aprovecharán la ubicación de ermitas extramuros del vecindario para adecuarlas como cementerios: de esta forma se lograba que los fieles accedieran a ser enterrados fuera de sus iglesias parroquiales en tierra sagrada, a la vez que se lograba situar el enterramiento lejos del caserío de los vivos.
En noviembre de 1868 se autorizó el primer cementerio municipal en Madrid. Con esta medida el Estado liberal se atribuía un derecho que siempre había sido de la Santa Iglesia Católica.
Las tensiones entre Estado-Iglesia en este punto crecerán a partir de 1900, y eclosionarán en la II República. La ley de 30 de Enero de 1932 plasma una nueva realidad jurídica y política: "Los cementerios municipales serán comunes a todos los ciudadanos, sin diferencias fundadas en motivos confesionales. En las portadas se pondrá la inscripción Cementerio Municipal y las autoridades harán desaparecer las tapias que separan los cementerios civiles de los confesionales, cuando sean contiguos...". De esta forma: excomulgados de toda laya (masones, marxistas, etcétera), protestantes, judíos, musulmanes y suicidas podrían compartir el suelo con los católicos.
Francisco Franco derogaba el 10 de Diciembre de 1938 la legislación republicana.
La situación actual es de todos conocida.
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