LA CARACTERIZACIÓN INSTITUCIONAL DE LAS AMÉRICAS :
Los Conquistadores desarrollan en el Nuevo Mundo unos modelos muy inspirados en su tierra natal. Los nuevos territorios, según iban siendo pacificados, irían siendo bautizados con nombres alusivos a los orígenes de las diversas regiones : Virreinatos de Nueva España, Nueva Castilla y Nueva Castilla, Nueva Granada; regiones como Nueva Toledo, Nueva Andalucía, Nueva Extremadura, Nueva Galicia; ciudades como Valladolid de Michoacán, Sevilla la Nueva, Valencia, Mérida, Córdoba….También hay que contar el ideal evangelizador: Santiago de Cuba, Santiago de Chile, San Juan de Puerto Rico, Santa Fe, Rosario, Asunción, Buenos Aires ( Del culto a la Señora del Buen Aire, muy arraigado en las marinerías de Andalucía y Génova ), San Cristóbal de la Habana, Santo Domingo, San Juanito de Escobedo, Santa Marta, San Francisco, San Antonio, etc. etc.
Puede decirse que en unas tres décadas quedó diseñado un modelo administrativo indiano, que fue desarrollándose con diferentes tónicas en el periodo imperial hispano-austriaco y luego con el colonialismo borbónico. Siempre se viene hablando de Indias Españolas o Indias Occidentales; pero esto sería excluir de la naturaleza imperial hispánica al Brasil portugués; por eso en mis americanos artículos intento ceñirme a la verdad histórica de nuestra Patria; y por tanto especifico con ahínco en la cuestión americana como una empresa, principalmente, de los Reinos de León, Castilla, Sevilla y Portugal; así como fue igual de español el Imperio Aragonés del Mediterráneo.
La experiencia institucional indiana resulta trepidante y requiere notables préstamos de atención, debido a :
- La harta lejanía de las nuevas tierras, comunicadas con la metrópoli únicamente por vía marítima.
- Los inmensos e insólitos espacios insulares y continentales.
- La existencia previa de vastas formaciones políticas en dichas tierras; grandes imperios y civilizaciones que esperaban la llegada de los dioses blancos…
- La extraordinaria diversidad regional de territorios en latitudes, suelos y climas.
Con todo, León y Castilla supieron moldear esta estructura imperial tan romana, y su ideal universal de espiritualidad y civilización; lo cual logró funcionar; con sus más y sus menos.
Asimismo, hay aspectos que convienen destacarse en la etapa fundacional, que llega hasta la sexta década del siglo XVIII prácticamente :
- La simultaneidad del proceso conquistador con la vertebración institucional en general; lo cual provocó una falta de sincronía entre las diversas empresas de sus vastísimos territorios : Cuando se inicia la Conquista del Perú ya tiene Méjico Audiencia y Santo Domingo Universidad. Es como una especie de frontera temporal y móvil que obliga a improvisar diversas fórmulas-siempre con el esquema de la Tradición-
Hacia el 1520, el Nuevo Mundo se reducía al ámbito antillano. Las Coronas podían gobernar este limitado espacio con hombres del Consejo de Castilla, la Casa de la Contratación de Sevilla y un gobernador y una audiencia en Santo Domingo. Pero cuando del 1519 al 1521 se calibra la plenitud de la inmensidad continental americana con la primera vuelta al mundo-forja del portugués Magallanes y del vasco Elcano; aunque ya había arribado al conocido como Estrecho de Magallanes el moguereño Juan Ladrillero-y la Conquista de Méjico; ya se admite la necesidad de unos órganos específicos que administren y canalicen el poder real en el nuevo escenario. Se creó el Real y Supremo Consejo de las Indias-siempre entendiendo la naturaleza de la tradición imperial hispánica; todo lo contrario que las administraciones borbónico-liberales, las cuales dejaron su atención en otros asuntos, deshispanizando y alejando las Américas; los inicios del Imperio Habsbúrgico siempre quisieron tener de cerca al Nuevo Mundo.
A lo largo de todo el periodo imperial, el desarrollo institucional- de inspiración foral hispánica, aunque con sus propios y legítimos matices- marchó a remolque del activismo conquistador. Fueron desapareciendo las tendencias fantasiosas y asianizantes; muy influenciadas por los escritos de Marco Polo; y España destacó en importancia en cuanto a la elaboración de la ciencia geográfica-gran avance de la cartografía-se refiere. Los cronistas favorecieron también con sus divulgaciones; aunque pudieran ser visiones fragmentarias, difusas-lógico, pues-. El real concepto americano-la misma nomenclatura-se aplica por el célebre marino de Florencia Amerigo Vespucci, Maestro de la Casa de la Contratación de Sevilla. En el 1501, afirma haber llegado a “ la cuarta parte del mundo, que es no isla, sino continente “ ( En su viaje a la América del Sur ) En Saint-Dié-Ducado de Lorena-, un grupo de intelectuales renacentistas de diversos puntos de Europa-entre ellos había españoles-preparaba la edición de los 8 libros de la Geografía de Ptolomeo y, como prefacio, una Cosmographiae Introdvctio; deciden incluir en ese libro, en esa simbiosis más o menos coherente de respeto a la autoridad y recepción de nuevas informaciones, la versión latina de la Carta de Vespucci a Solderini, en francés, y recogen la idea de que se ha descubierto una cuarta parte del mundo no prevista por Ptolomeo. En el capítulo IX del libro se referirán a este territorio como “ Amerige “; “ otra cuarta parte del mundo ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, la tierra de Américo “- El topónimo se castellaniza pues-Se inscribe en el mapa que traza Martín de Waldseemüller. Y el éxito del libro, que alcanza las seis ediciones entre 1506 y 1507, contribuyó a la difusión del término; aunque en la Piel de Toro ya estaba asentado el de Las Indias.
Todo ello ya entró claro en la persona de Felipe de Habsburgo y su funcionario Juan de Ovando, cabeza visible del Consejo de Indias. Por ello, se crea en el Consejo de Indias el cargo de Cosmógrafo Mayor y se elaboran sucesivos cuestionarios para ser cumplimentados por las autoridades locales iberoamericanas. Tras dos intentos fallidos, por fin cursado en el 1577, compuesto por 50 preguntas; recibió el eco esperado y al Consejo de Indias comenzaron a llegar respuestas de todas las circunscripciones administrativas del Nuevo Mundo. La empresa se completaría con la redacción de la Geografía y descripción de las Indias, elaborada en el 1574, cuyo autor, el Cosmógrafo Mayor Juan López de Velasco, había inspirado, en cierta medida, la elaboración del cuestionario.
Ya el César de Romanos y Germánicos Carlos I abogó por el mantenimiento de las peculiaridades de los reinos integrantes del Imperio; una especie de política pactista que vio su experiencia con la Corona de Castilla y las Vascongadas, o en la Corona de Aragón. Un concepto de Viejo Patrimonio e Imperio; regido por las propias leyes y tradicionalmente amparado en la Catolicidad. En estas carolinas circunstancias tuvo lugar la Conquista de Méjico.
En el año de 1524 se creó un organismo colegiado que ejercería en nombre del Emperador funciones gubernativas, legislativas, judiciales, fiscales y eclesiásticas : El Real y Supremo Consejo de Indias, como ya hemos dicho; pero ha de reiterarse. Desde hacía ya tiempo funcionaban el Consejo de Castilla ( 1480 ) y el de Aragón ( 1494 ), con objeto de regir y administrar los territorios de las dos Coronas. La creación del Consejo de Indias supuso el definitivo reconocimiento de la importancia de la nueva realidad ultramarina, sin romper por ello su vinculación original ( Cosa que sí hicieron los borbones ) En cierta forma, todo ello supuso la implantación de esta idea para otros imperiales territorios : En 1555 el Consejo de Italia o en 1588 el de Flandes. En la Vieja España, el de Portugal se creó en el 1582. Diversidad dentro de la Unidad.
El Consejo de Indias mantuvo un estrecho contacto con la Casa de la Contratación. La experiencia política acumulada en la Reconquista valió mucho; de ahí a que se utilizaran instituciones hispánicas bien conocidas : Los Adelantamientos por ejemplo sólo sirvieron para los años inmediatos a la Conquista; pero otras, como los Virreinatos, perduraron hasta las masónicas “ independencias “. La Institución Virreinal tenía precedentes en Castilla y en Aragón. Creados en Méjico y en el Perú en 1535 y 1543 respectivamente, sirvieron para la comprensiva administración del continente hasta el siglo XVIII-cuando se crean los Virreinatos de Nueva Granada y el Río de la Plata-en dos grandes demarcaciones con el Panamá como línea más o menos divisoria. A su frente estaba la figura del Virrey, el Alter Ego del Emperador en América. Desempeñaba funciones de Capitán General, Vicepatrono para los asuntos eclesiásticos, gobernador de su zona, Presidente de la Audiencia capital donde residía, máximo responsable hacendístico, y, sobre todo, último supervisor general de los intereses regios dentro de sus límites. Un poder general le facultaba para asumir autoridades omnímodas en caso de emergencia. Curiosamente, al principio, estas funciones eran conferidas en nombramientos distintos. El cargo virreinal, como todos los demás, se fue desarrollando con práctica más o menos improvisada. Era de forma más o menos temporal; por lo general, de tres a seis años; siendo hombres de confianza del Rey, Grandes de España. Nunca fue un cargo vitalicio; de este concepto siempre receló la Monarquía Católica, así como la relación con la concentración y centralización excesiva de poderes.
La vieja Tenochtitlán siguió siendo el corazón del área mejicana; en el Perú se desplazó la capitalidad del Cuzco ( A unos 3.200 metros de altitud ) a la Ciudad de los Reyes, Lima, en la Costa del Pacífico, mejor comunicada con el exterior. Hasta los borbones, las áreas imperiales de León y Castilla en las Indias Occidentales fueron la Nueva España y la Nueva Castilla. No es una mera casualidad esta estructuración; sino la respuesta coherente a unas motivaciones culturales basadas en el principio de que toda Conquista supone la prevalencia de ese mismo componente creador. Realmente, el español supo sustituir ciertos vértices de poder amerindio, permitiendo un mejor aprovechamiento de viejas estructuras. El Noroeste Imperial de Castilla y León posibilitó la concentración de recursos de una densa población amerindia; se introduce una mejor organización del trabajo, construyendo y agrupando nuevas unidades sin desarticular del todo las estructuras sociales y económicas existentes.
Aparte de los Virreinatos, otras instituciones de luenga tradición celtibérica fueron también transplantadas al Nuevo Mundo. Entre ellas, las Audiencias, órganos colegiados para impartir justicia y que en las Indias tuvieron alguna competencia más que en España, especialmente en la esfera gubernativa. A finales del XVI ya había diez distribuidas entre los dos Virreinatos : Santo Domingo ( 1511 ), Ciudad de Méjico ( 1527 ), Panamá ( 1538 ), Lima ( 1543 ), Guatemala ( 1543 ), Guadalajara ( 1548 ), Santa Fe de Bogotá ( 1548 ), Charcas ( 1559 ), Quito ( 1563 ) y por último Chile ( 1563 )
Estas amplias circunscripciones judiciales estaban divididas en gobernaciones de distinto rango. Unas tenían su capital en la sede de la Audiencia, por lo cual el gobernador-normalmente letrado-presidía también dicho organismo. Otros comprendían extensos territorios, de suma importancia militar, tales como la Venezuela, el Yucatán, o el Chile; teniendo a su frente a gobernadores de capa y espada que preferían hacer uso del título de Capitán General. Y otras eran, finalmente, pequeñas demarcaciones de reducida extensión pero de extraordinario interés estratégico, como Santa Marta, Cartagena de Indias o Veracruz. A veces estas últimas eran menores que otras unidades distritales situadas debajo de la gobernación en la estructura administrativa indiana. Nos referimos en concreto a los Corregimientos y Alcaldías Mayores. Los primeros proliferaron más en el Virreinato del Perú y las segundas en el de la Nueva España; pero, de hecho, fueron instituciones que ejercieron las mismas funciones en todas las Indias. Si en su hispánico origen y en su tipificación jurídica había diferencias, los testimonios documentales permiten asimilar en la práctica ambos términos. Al frente de tales distritos menores estaban el Alcalde Mayor y el Corregidor, los funcionarios del Emperador que más cerca estaban del pueblo americano; encargados-al menos en teoría- de aplicar en su zona la política imperial española. Eran jueces mayores en su distrito, velaban por la seguridad y el orden público, supervisaban impuestos y conducían la labor cristianizadora; conduciendo todos los asuntos de gobierno que pudieran afectar a los intereses reales. En la base de este organigrama se situaban los Cabildos o Ayuntamientos, cuyas funciones y estructuras orgánicas resultaron ser muy similares a los de las instituciones homónimas de León y Castilla. Gozaban de autonomía y constituía el único marco en el que los vecinos podrían ejercer el auténtico concepto de libertad; eligiendo en un fuerte marco municipal ( “ Brindo por el municipio español, hijo del municipio romano “; Menéndez Pelayo dixit ) las gentes a sus alcaldes ordinarios y regidores.
Hubo, naturalmente, numerosísimos desajustes funcionales entre las autoridades y organismos de una región a causa de interferencias, injerencias y conflictos de delimitación competencial; a veces, incluso por simples cuestiones de preeminencias públicas y sociales; y todo ello sumado a la lejanía del Viejo Cetro Imperial Románico-Germano. El sevillano Archivo de Indias posee copiosa documentación al respecto.
Como métodos de supervisión, la Corona hizo caso desde principios del XVI de algunos mecanismos ya existentes en la Piel de Toro, aunque aplicados de una forma mayormente sistemática : La residencia; investigación judicial realizada a posteriori sobre la actuación de un funcionario; la visita pública o secreta para inspeccionar a organismos o autoridades durante el desempeño de sus funciones; y el estímulo de más posibilidades de promoción vertical u horizontal, bien a empleos de mayor rango, bien a destinos del mismo nivel pero mejor remunerados en razón de la mayor categoría de la zona, a veces, los propios organismos rectores metropolitanos. Con esto, no era extraño que un oidor de audiencia secundaria fuera promovido por los distintos lindes del Imperio; de Méjico a Lima y etc.; e incluso de la Audiencia Americana se podía pasar a la peninsular.
El Consejo de Indias esforzóse por el Derecho-de raigambre muy romana-dando lecciones España de ello al Orbe : La Recopilación de Leyes Indianas, puestas al día, agrupadas en 7 libros; todo un cuerpo legal ultramarino; esfuerzo codificador promovido por Juan de Ovando; cuya muerte-En el 1575-paralizó un poco el empeño; pero siguió el esquema. Diego de Encinas, miembro del Consejo de Indias, emprendió la formación del Cedulario, que fue impreso en el año de 1596.
La transformación del amerindio se puede afirmar desde la perspectiva de que, por primera vez, chibchas, aztecas, tlaxcaltecas, huicholes, huancas, incas, mayas, araucanos o taínos tenían una experiencia política común : Ser Vasallos de la Monarquía Católica. La Historia misma constituye un argumento de peso contra el indigenismo. Esa misma experiencia de unidad racista y política que reclaman no tuvo jamás lugar hasta la llegada del hombre blanco, que fue el que supo ordenar y vencer, aun enfrentándose en una ínfima minoría y con los mismos ( O más; añadiendo la falta de aclimatación ) medios naturales hostiles. El español nunca aceptó la poligamia, la sodomía o los sacrificios humanos que eran costumbre de multitud de pueblos amerindios-que no todos-; así como mantuvo la tradición política occidental de continuidad lineal de unidades territoriales.
En los Andes se daba mucho la diarquía ( Gobierno dual ) Ya fundado el Virreinato de la Nueva Castilla, en las visitas de la época de Felipe de Augsburgo, perduraba este modelo institucional incaico : El curaca y el segundo curaca. La documentación de las visitas de Garci Díaz de San Miguel en el 1567 a la provincia de Chucuito ( Territorio del antiguo reino lupaca ), la de Íñigo Ortiz de Zúñiga por la provincia de León de Huánuco en el 1562 y la documentación de Ulloa Mogollón en la zona de Collegua en el 1586-Las más notorias; pero hubo más-nos permiten un mayor detalle en el análisis. -en la Nueva España; aunque podemos afirmar analogías; sobre todo en el Valle de Méjico- Los españoles entendieron todo esto; pero no dejó de acarrear problemas, sobre todo en la organización encomendera. Las “ autoridades plurales “ parecen llegar hasta Xochimilco. En este lugar, antes de la llegada de los imperiales españoles, había tres tlaloques-jefes- que compartían el gobierno del “ señorío “, cada uno al frente de una cabecera, como así llamóse. Pero, según el oidor Alonso de Zorita, la situación no era exclusiva de Xochimilco, ya que, al parecer, la existencia de gobiernos múltiples con tres, cuatro o más jefes locales en un mismo pueblo o demarcación era frecuente en otras áreas del Méjico Central.
Hay un momento culminante para comprobar la evolución de los sistemas americanos : Las épocas del Virrey Toledo en el Perú ( 1569-1582 ) y el Conde de Monterrey en Nueva España ( 1590-1603 ); donde se pone en marcha la política de reducciones; nuevas unidades poblacionales.
En el Perú, entre el 1540 y el 1570, los distintos jefes indios ejercen de interlocutores oficiales para negociar con la Monarquía temas de importancia; tales como el sistema de encomiendas, régimen de tributación, aporte de cupos laborales, etc. A veces, también recaudaban fondos para ofrecerle una compensación económica a cambio de la modificación o supresión de una norma legal que les afectara por repercutir directamente en el grupo. Todo ello se fue ordenando mayormente con la institución de la Corregiduría de Indios. No obstante, se conservaron todos aquellos elementos necesarios para el funcionamiento del gobierno imperial que afectara a su permanencia y estabilidad. Caciques, tlatoques, principales y jefes locales fueron asimilados por la administración española hasta convertirlos en piezas de la misma maquinaria gubernamental del Imperio de León y Castilla. Las modalidades fueron diversas :
Algunos caciques y curacas, aliados de Las Españas Imperiales, fueron premiados por ello. A los reacios se les deponía, siendo sustituidos por miembros de menor rango dentro de la élite amerindia. La Corona les otorgaba privilegios que algunos historiadores ven relacionados con la hidalguía peninsular; ya que no estaban sujetos a la firmeza de un régimen de trabajo ni a las regulaciones suntuarias; pudiendo ser titulares de patrimonio personal, concertar contratos y recibir servicios personales. Se les eximió del pago del tributo y se les permitió montar a caballo y portar armas de acuerdo con su rango; poseyendo también el derecho para sus herederos. Muchos no desdeñaron grandes cantidades de esclavos negros. No obstante, exigíasele que dieran cuenta de las demandas impuestas a los indios por el Nuevo Orden Imperial Hispánico; encargándose de recaudar los tributos, facilitar la recluta de trabajadores para minas y haciendas, y proporcionar el subsidio para el doctrinero. Junto con el Corregidor, el Sacerdote y el Encomendero constituyó una especie de tetrarquía local.
Con todo, el cronista peruano Huamán Poma de Ayala se despacha contra los caciques en su Nueva crónica. La capacidad económico-comercial del cacique indio se ilustró mucho en el Valle Mejicano, Oaxaca, Chiapas, Nueva Granada, Nueva Castilla y Charcas; donde dispusieron de tierras, ganado, naves, tiendas, recuas de mulas, esclavos africanos, etc.
Desde fechas muy tempranas, comunidades indias-o cabeceras de antiguas jefaturas locales prehispánicas-fueron elevadas a rango de villas o ciudades. Suelen mencionarse los conocidos casos neohispánicos de Texcoco, Xochimilco o Tacuba, que recibieron en el 1543, 1559, y 1564, respectivamente, el pomposo título de ciudad, con todos los honores correspondientes a tal distinción. Asimismo se alude a la traza reticular, con calles tiradas a cordel y plaza mayor-modelo muy romano-, de muchos asentamientos asiático-polinesios creados con posterioridad a la creación de reducciones.
Otro factor importantísimo para este tema fue la organización de la Iglesia en Hispanoamérica. El primer gran paso fue la misma Concesión Papal del 1493, cimiento jurídico confiado a la espiritualidad de León y Castilla. En el 1501, se recibe de la Eterna Roma-por el Papa Alejandro VI-el derecho a percibir los diezmos de Indias y a administrar para garantizar el sostenimiento del culto, la dotación del clero y la construcción de templos. Del 1508 es la Concesión del Patronato Universal de las Indias; que ampliaba los derechos sobre el Archipiélago Canario, y que también recibió sobre el Granadino Reinado. En virtud de la bula Universis Ecclesiae del 5 de Agosto del 1508, Julio II, el Papa Guerrero, transfería a los Reinos Españoles de Castilla y León el derecho de presentación provisional de toda una serie de cargos, dignidades y beneficios eclesiásticos en el Nuevo Mundo en recompensa por el celo desplegado en la difusión de la Fe y a cambio del compromiso de sostener el culto e impulsar la Cristiandad Toda en las Américas. A posteriori, se fueron sumando las concesiones : El Papa León X otorgó al Emperador Carlos de Augsburgo en el 1518 la facultad de fijar y alterar en razón de las necesidades funcionales justificadas los límites de las diócesis americanas. El Consejo de Indias pudo asumir por delegación regia de todas las competencias religiosas. Y en el 1538, el Habsbúrgico César Carlos introdujo el Pase Regio; una especie de visado o exeqvatvr en virtud del cual toda bula, breve o comunicación del Vaticano sólo podía ser publicada y tener carácter normativo en el Nuevo Mundo después de haber pasado el examen preliminar y aprobación correspondiente del Consejo de Indias; medida que se completa al año siguiente al disponer el Imperio del control de la correspondencia de los prelados americanos con la Sede Apostólica.
Felipe II, el Rey Prudente, el Paladín de la Cristiandad, se negó a instituir una Nunciatura para la América Castellano-Leonesa. Siguió manteniendo la disposición tridentina de la visita ad limina de obispos americanos a Roma cada diez años. Siempre fue un cimiento sólido, con todas las diferencias que pudiera haber, la Concesión Patronal del 1508. No obstante, la ardiente y genuina defensa de la Catolicidad en el hispano se ilustró tanto en la Vieja España como en el Nuevo Mundo.
Los primeros obispados americanos fueron erigidos por el Papa Julio II en el 1504 en las Antillas; en concreto, en La Española ; Santo Domingo ( Hyaguata ), con rango de archidiócesis; y Maguá y Baynúa como obispados. En el 1511, en virtud de la bula Romanvs Pontifex, Julio II erigió la diócesis de Santo Domingo y Concepción de la Vega en La Española, y la de San Juan en Puerto Rico; las tres como sufragáneas del arzobispado sevillano; tomando posesión poco después los primeros obispos. Desde entonces, el curso de la geografía diocesana fue parejo al mismo proceso conquistador. Podemos exponer un mapa muy significativo sobre ello :
NUEVA DIVISIÓN DIOCESANA DE LAS INDIAS EN EL 1547
ARCHIDIÓCESIS DIÓCESIS SUFRAGÁNEAS
SANTO
SANTIAGO DE CUBA ( 1522 )
DOMINGO SAN JUAN DE PUERTO RICO ( 1511 )
( 1547 ) CORO ( 1531 )
CARTAGENA DE INDIAS ( 1534 )
ABADÍAS DE JAMAICA, FLORIDA Y
GUAYANA
MÉJICO
( 1547 ) PUEBLA DE LOS ÁNGELES ( 1545 )
OAXACA ( 1534 )
MICHOACÁN ( 1536 )
LEÓN DE NICARAGUA ( 1531 )
TRUJILLO ( 1531 )
GUATEMALA ( 1434 )
COMPOSTELA ( 1547 )
LIMA
( 1547 ) PANAMÁ ( 1521 )
POPAYÁN ( 1546 )
QUITO ( 1545 )
CUZCO ( 1536 )
ASUNCIÓN DE PARAGUAY ( 1547 )
Después del 1547 se siguieron experimentando nuevas erecciones y cambios de sede : La de Michoacán pasó a Páztcuaro en el 1550, la de Compostela a Guadalajara en el 1560, la de Santa Marta a Santa Fe de Bogotá en el 1562, etc. Se crearon los obispados de La Plata ( 1552 ), Santiago de Chile ( 1561 ), Mérida ( 1561 ), La Imperial-El Chile ( 1564 ) y etc.; y en el 1564 fue elevada Santa Fe de Bogotá al rango de metropolitana; convirtiéndose así en sede del cuarto gran arzobispado indiano.
Con respecto a la más alta jerarquía diocesana, puede decirse que el siglo XVI comprende un predominio numérico en el episcopado de frailes sobre seculares : Del total de 171 prelados, 108 fueron miembros de órdenes religiosas frente a tan sólo un 63 % de clero diocesano. En el siglo XVIII serán los seculares los que acaparen el mayor número de mitras ultramarinas. La Iglesia en América siempre mantuvo un profundo espíritu misionero.
En el XVI, son los dominicos, franciscanos, agustinos y mercedarios los más grandes protagonistas de la Evangelización. Los jesuitas-fundadores de los más prestigiosos centros de estudios superiores-llegarían en el último tercio del XVI. A finales de este siglo, los ministros del Altísimo eran más de 6000 en el Nuevo Mundo; con una fuerte disciplina canónica y cultural. Felipe II siempre se preocupó, con el Papado, de su conducta y antecedentes.
Como buen Martillo de Herejes, Felipe II introdujo en las Américas el Tribunal del Santo Oficio, esto es, la Santa Inquisición : En el 1570 en Lima, en el 1571 en Méjico, y en el 1610 en la Cartagena de Indias. Se enfatizó en la lucha contra la hechicería, y la influencia de las distintas sectas protestantes que podrían propagar los corsarios anglohebreos; y también se atacó duramente a los judíos que aún se encontraban afincados en Portugal. Fue el mismo Felipe de Habsburgo el que se empeñó en propagar la doctrina tradicional católica refrendada en Trento en las Américas.
También tuvieron lugar en el Nuevo Mundo los concilios provinciales : En Lima en 1551-1552, bajo la presidencia de Fray Jerónimo de Loaysa; y en Méjico en el 1555, bajo la dirección de Fray Alonso de Montúfar. A partir del 1563 se promovió desde las Cortes la periódica reunión de prelados conciliares para abordar los asuntos concernientes a la adaptación de la normativa romana a sus demarcaciones.
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores