Yo viví en Suecia 7 años. Hablo, escribo y leo con facilidad el idioma de
Strindberg (a quien, en su época maldita, le gustaba escribir en francés).
Aproximadamente, en el año 1979 u 80, entrevisté, en su casa, en las afueras
de Estocolmo, a una señora, cuyo nombre la arterioesclerosis me ha hecho
olvidar, pero que seguramente tengo en alguna carpeta, de apellido Perón,
quien aseguraba ser parienta de nuestro gran general. La historia que cuenta
el escriba de Clarín me la contó personalmente esta buena señoral, una mujer
verdaderamente curiosa, que vivía con otro anciano, también curioso. Una
pareja a la que, por su aspecto disparatado, era muy difícil creerle. No
obstante me contó esta historia y me mostró una cantidad de documentos y
recortes periodísticos que, según ella, acreditaban el parentesco.
Una figura importante en toda esta historia es el embajador sueco en
Argentina en aquella época, un tipo de apellido Paulin, quien fue el que
hizo popular la historia en la prensa de Suecia y fue una manera de hacer
conocer al peronismo en aquellos confines. Lo que leí de este Paulin no me
cayó mal. El tipo quería hacer negocios con un gobierno latinoamericano que
había sido neutral como su país.
Según el testimonio de esta anciana, que, ya les digo, debo tener en algún
lugar de mi archivo, -es más, Luis Verdi, el lenguaraz de Duhalde me
acompaño a aquella entrevista y tengo/tenemos/hay fotos con esta mujer-,
este antepasado finlandés o ruso, pues entonces Finlandia era parte de la
"cárcel de pueblos" a la que la Revolución Rusa le dio la autodeterminación,
se escapó a EE.UU. para no ingresar al ejército. La anciana nos contó que el
apellido Perón, propio de Föglö -Isla de los Pájaros, en sueco- es oriundo
de una inmigración italiana, perseguida por cuestiones religiosas en el
siglo 17 o 18 -ella me lo dijo exactamente, pero yo no me acuerdo-.
El artículo se confunde un poco. Las islas Åland -y no Aland, como escribe
el escriba- (se pronuncia Oland) son una peculiaridad del derecho
internacional público. Están en el mar Báltico, a mitad de camino entre
Suecia y Finlandia. La población es mayoritariamente de origenn sueco y
hablan algo que se llama finsksvenska, es decir un dialecto cuyo léxico y
gramática es sueco, pero su pronunciación está teñida de la fonética del
finlandés. Finlandia, como Uds.saben es una nación -población, lengua,
cultura, mercado- que estuvo alternativamente bajo la dominación de las dos
grandes potencias de la época -cuando digo época, me refiero a un largo
período que va de las guerras religiosas de 1600 a la revolución rusa-,
Suecia y Rusia. La clase alta finlandesa habla finsksvenska como primer
idioma y, en 1880, se consideraba que el finlandés había desaparecido como
idioma. Curiosamente, a excepción de la burguesía, vinculada a San
Petersburgo o a Estocolmo, todo el bajo pueblo finés -los callados y rudos
campesinos de Karelia, los obreros de las fábricas de Helsinski y un sector
de la pequeña burguesía de las dos ciudades importantes -Helsinski o
Helsinfors y Turku o Åbo- no sabía otro idioma que el finlandés, un
endemoniado idioma del grupo úgrisco, que es una lengua de origen oriental,
posiblemente huno, que en sus migraciones sobre Europa se dividió en dos
columnas, una que se dirigió a Europa central y se instaló en Hungría y otra
que caminando paralelamente a los Urales se dirigió hacia el norte y se
desparramó por Siberia, Karelia, Estonia y, por fin, Finlandia o Suommi, que
es el nombre del país en idioma finés. El movimiento independista
nacionalista finlandés nació y se desarrolló alrededor de la defensa del
idioma, un poco al modo de los vascos o los catalanes, pero no sintiendose
parte ni de Suecia ni de Rusia.
Bien. Estas islas, de una enorme importancia estratégica, han logrado un
status quo especial, por la cual no son suecas ni finlandesas, sino que, aún
cuando la policía y la aduana son finesas, mantienen una autonomía política,
que es lo que permitió su aceptación por parte de los suecos. No obstante
ello, viajar de Estocolmo a las islas Åland es considerado un viaje
internacional. Esto hace que dos enormes barcos, atracados en Slussen, en el
barrio Sur de Estocolmo hagan el viaje a las islas, lo que permite un
indiscriminado y libre consumo de alcohol a precio free tax, cosa que
despierta un enorme interés en los suecos -y en algunos latinoamericanos- a
los que los astronómicos precios del vino y el whisky en los almacenes
estatales, les impide una normal ingesta. El viaje, como se imaginarán, es
un verdadero descontrol, según me contaron. De paso, el status de las Åland
fue mencionado a propósito de Malvinas, por parte de los europeos.
Bueno, hasta aquí llego mi amor. Y mi parte en esta historia.
Julio Fernández Baraibar
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