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Tema: Mexico no es bicentenario

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    Re: Mexico no es bicentenario

    Salvador Méndez Reyes

    1. Título del simposio: "Élites, poder e identidad en América colonial"

    2. Clave del simposio: HIST 05

    3. Coordinadoras: Dra. Frédérique Langue y Dra. Susan Socolow.

    4. Área: Historia

    5. Título de la ponencia:


    "La familia Fagoaga y la Independencia".

    6. Autor: Salvador Méndez Reyes

    Resumen de la ponencia

    La familia Fagoaga, uno de las más ricas del México colonial, a fines del siglo XVIII y principios del XIX, tuvo un muy interesante, aunque poco conocido papel en la lucha por la Independencia no sólo de México, sino de toda Latinoamérica. Sabemos que algunos miembros de esta familia estuvieron en la capital del Imperio Británico a partir de 1809 y ahí se involucraron con el movimiento independentista del Precursor Francisco de Miranda y de la Logia Lautaro, asimismo estaban involucrados miembros de esta familia en movimientos dentro de la Nueva España a favor de la Independencia.


    La familia Fagoaga y la Independencia

    Salvador Méndez Reyes

    Universidad Nacional Autónoma de México

    Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos

    La familia Fagoaga, una de las más prósperas de la Nueva España a fines del siglo XVIII y principios del XIX,(1) tuvo una interesante participación, aunque muy poco conocida, en los movimientos independentistas de lo que llegaría a ser México. Al respecto sostiene la investigadora Guadalupe Jiménez Codinach: "Es importante mencionar que esta familia es crucial para que podamos entender el papel que desempeñó la aristocracia criolla en el proceso de emancipación, especialmente en el ámbito internacional...".(2) En un trabajo anterior hemos visto el caso de José María Fagoaga,(3) ahora nos avocaremos al análisis de la actuación de otros dos miembros de dicha familia y de un pariente Villaurrutia, en la capital del imperio británico desde 1809 hasta 1816, aproximadamente, en contacto y colaboración con figuras tales como Francisco de Miranda, Andrés Bello, fray Servando Teresa de Mier y José Blanco White, entre otros.

    En el movimiento autonomista de 1808, encabezado por el Ayuntamiento de México, que contó con el apoyo del virrey Iturrigaray, pero que fue ferozmente suprimido por algunos peninsulares encabezados por Gabriel de Yermo y por la mayoría de los integrantes de la Audiencia, los Fagoaga se dividieron, ya que los jóvenes José Francisco, quien tenía el título nobiliario de segundo marqués del Apartado, y José María daban su apoyo a su pariente Jacobo de Villaurrutia, (4) uno de los cabecillas del movimiento autonomista, mientras que José Juan y José Mariano Fagoaga sostenían la postura peninsular de obedecer a la Junta establecida en Sevilla, en ausencia del rey Fernando VII.

    A fines de 1809 llegaron a Londres el segundo marqués del Apartado, José Francisco Fagoaga y Villaurrutia, (5)su hermano Francisco y su primo Wenceslao de Villaurrutia [hijo de Jacobo de Villaurrutia], quienes pronto entraron en contacto en esa ciudad con el equipo dirigido por Francisco Miranda, "El Precursor" de la Independencia hispanoamericana. No deja de llamar la atención desde un principio el viaje de estos aristócratas novohispanos a Inglaterra y su temprano contacto con Miranda. En una biografía de Francisco Fagoaga, Alamán menciona que "... los grandes sucesos de Europa que tuvieron principio en la invasión de España por Napoleón, le hicieron [a Francisco Fagoaga] emprender con el Marqués su hermano un viaje a Inglaterra".(6) Sin aclarar más sobre el motivo del viaje.

    Existen algunos antecedentes de la relación de la aristocracia novohispana con Inglaterra y con Francisco de Miranda. En 1785 el conde de la Torre Cosío, el de Santiago y el marqués de Guardiola enviaron una nota secreta al rey Jorge III de la Gran Bretaña, "...por la cual se viene al cabo de que, dichos nobles, después de conspirar en México contra la monarquía española, resolvieron pedir y pidieron su valiosa ayuda al rey inglés, con el fin de que éste apoyara un movimiento emancipador de la Nueva España...". (7) Se enviaba como delegado para conferenciar con las autoridades inglesas a un tal Francisco de Mendiola.

    Miranda, en una propuesta dirigida a las autoridades británicas en 1790, mencionaba que "...México trataba su Independencia con la Inglaterra en 1773...". (8) Y el mismo caraqueño, en una nota dirigida al ministro inglés William Pitt, decía ser "...agente principal de las Colonias Hispanoamericanas y nombrado por la Junta de Diputados de México, Lima, Chile, Buenos Aires, Caracas, Santa Fe, etc., para acercarse a los Ministros de S.M.B. a efecto de renovar, en favor de la independencia absoluta de dichas colonias, las negociaciones entabladas en el año de 1790...". (9)

    El español Manuel Cortés Campomanes, cercano colaborador de Francisco de Miranda en Londres, informó a éste, el 30 de diciembre de 1809, de la llegada a esa ciudad de los tres miembros del clan Fagoaga Villaurrutia y de un misterioso encargo que los llevaba hasta esas latitudes, en una misiva que dice:

    No ignorará usted el arribo a ésta del Marqués del Apartado, con su hermano [Francisco] y un primo llamado Villaurrutea [ sic por Villaurrutia]: estos personajes son verdaderos marqueses criollos, y puede usted juzgar de ellos sabiendo que el tal marqués está bien impuesto de las cosas de Europa que desea infinito cumplir con el encargo que le han dado las monjitas de Guadalupe , que es dar un abrazo a Fernandito .(10)

    No sabemos a que se refiere con estas últimas palabras, ¿se trata, acaso, de una alusión a la sociedad de los Guadalupes? Por el momento las fuentes consultadas no nos dan ninguna pista al respecto.

    Parece ser que el hombre que sirvió de contacto entre los Fagoagas y el grupo de Miranda en Londres fue José María Antepara, personaje nacido en Guayaquil, quien había vivido en México, donde se había inmiscuido en negocios relacionados con la minería y probablemente con los Fagoaga. Francisco de Miranda lo llamaba en ocasiones su "amigo mexicano" y "...memorandos encontrados entre los manuscritos de Miranda indican que este camarada se hallaba vinculado a los jefes mexicanos que estaban descontentos con el régimen español...". (11) En agosto de 1809, Cortés Campomanes se había enterado de la llegada a Londres de Antepara y en carta a Miranda le había informado lo que le comunicó el recién llegado, por ejemplo que en "...México se trata[ba] la cuestión de la independencia desde antes de las circunstancias actuales, pero desde ellas con mucho más calor...". También que los mexicanos esperaban ayuda de los norteamericanos para obtener su independencia. Sostenía que en Nueva España "...todos los hombres de circunstancias y de riquezas esta[ban] en la obra". Antepara creía que Miranda "...sería utilísimo en México, pero conoce que le sería a V. difícil el ir allá; sin embargo por Nueva Orleans la cosa presenta menos obstáculos".(12)


    Los Fagoaga, promotores de la labor difusora de Miranda

    a) El Colombiano

    De la colaboración de los Fagoaga y Antepara con Miranda y su equipo de asistentes, entre los cuales estaban Manuel Cortés Campomanes,(13) un Dr. Constancio,(14) un inglés de nombre Gould Francis Leckie, y James Mill, conocido intelectual escocés padre de John Stuart Mill, surgió el periódico El Colombiano . Los Fagoaga aportaban los fondos necesarios para la edición y distribución. Antepara, su " front man "(15) ecuatoriano, era el coeditor junto con Miranda. Éste y Cortés Campomanes eran competentes colaboradores en materias militares. El Dr. Constancio, Gould Francis Leckie y James Mill eran buenos conocedores de asuntos diplomáticos. José Blanco White, célebre español anglicizado, trajo consigo de la Península documentos oficiales que se publicaron en El Colombiano y posteriormente en su periódico El Español .(16)

    Una carta de Antepara, quien firma "Alerta", a Miranda nos da luz sobre la participación de los Fagoaga en El Colombiano y en el movimiento emancipador. Por su importancia la citamos completa:

    Nec magis vituperandus est proditor patriae, quam communis utilitatis, ac salutis desertor, propter suam utilitatem, aut salutem , Cicer. De Finibus . L.3, 19.

    Así quieren nuestros mexicanos dar principio al periódico [efectivamente, ese fue el lema de El Colombiano ]: me agrada mucho el tema; y tanto más cuanto que les vitupera la apatiquez que los caracteriza .

    De los cuatro [¿el marqués del Apartado, su hermano Francisco, Villaurrutia y Antepara?] que nos juntamos hice yo el detalle de V. el viernes y me expliqué con aquel fuego que V. me habrá advertido. Ellos ansiaron a mi llegada por saber el resultado. Lo oyeron, silenciaron, &c. y sin titubear, como por una madurada prevención. Son de sentir "se debe absolutamente conceder la liga defensiva, evitando en que se [ sic ] pueda la ofensiva, y aún están cerca de esta en caso de forzosa", todo bajo la cualidad de asentarse que se abraza este partido en las circunstancias presentes, y hasta que no varíen. Me convencieron absolutamente de la necesidad y utilidad de asentir a él, y soy ya del mismo modo de pensar, después que en la misma sesión se me relataron los planes y sus autores sobre este punto tratado ya antes de la caída de Iturrigaray , que antes no me habían confiado.

    Suplicamos pues a Vmd. que dé calor y movimiento, en la firme inteligencia de que el fuego es inextinguible: que arden en él toda la Colombia [Hispanoamérica] sin la falta de uno; y que aun cierto de Sarracenos son ardidos en el.

    Yo estoy obligado a acompañarlos y hasta la noche quizá no nos podremos ver...

    ALERTA.(17)

    "La apatiquez que los caracteriza", dice Antepara de los Fagoaga y al parecer toda la carrera política de ellos se caracteriza por una moderación extrema, una gran discreción y prudencia.

    Volviendo a El Colombiano , diremos que aparecieron 5 números quincenales de este periódico, del 15 de marzo de 1810 al 15 de mayo de ese año. En el primer número se dio una explicación de la necesidad del periódico en ese momento de crisis. La invasión napoleónica de la Península Ibérica llevaba a una casi sujección total de España. Era imperativo, en consecuencia, dar en las páginas de El Colombiano toda la información necesaria para que los lectores actuaran juiciosamente en sus regiones (en Hispanoamérica), dada la situación en Europa. Mario Rodríguez sospecha que el verdadero editor pudo haber sido James Mill, quien, como un historiador típico, señaló a sus lectores hispánicos que con frecuencia los documentos habían aparecido primero en otras lenguas y por ello podría haber cambios del texto original. Solamente un editor perfeccionista como Mill, sostiene Rodríguez, era capaz de mencionar este aspecto. La organización del texto estaba en el estilo Mill: introducción, advertencias y el punto uno: la Junta Central española era ilegal desde su inicio.(18)

    Los números dos y tres de El Colombiano contenían documentación acerca de la actividad militar de los franceses en España; la reproducción del decreto de la Regencia española del 14 de febrero de 1810, prometiendo a los americanos un nuevo orden y una vida digna. Observaciones sobre España de Sir John Moore, quien enfatizaba el imbécil liderazgo de la Junta Central en la guerra. Se reproducía un discurso del marqués de Wellesley, secretario británico del Exterior, en el que achacaba los problemas de los ingleses en España a la inútil Junta Central. También se insertaba el Manifiesto (1808) de Carlota Joaquina (hermana de Fernando VII y esposa del príncipe regente de Portugal, que había trasladado su corte a Brasil), quien alegaba sus derechos dinásticos sobre Hispanoamérica.(19)

    Los números 4 y 5 siguieron el mismo formato documental, pero estuvieron dominados por un artículo excepcional que quedó truncado ("Se continuará") en el último número. Su título: "Pensamientos de un inglés sobre el estado y crisis presente de los asuntos en Sudamérica". Posiblemente su autor era James Mill, ya que en el artículo se hacía referencia a que había publicado mucho sobre la futura felicidad del Nuevo Mundo, alusión, entre otros, a sus artículos publicados en Edimburgh Review (enero y julio de 1809). El artículo "Pensamientos..." fue reproducido enteramente en la Gazeta de Caracas del 25 de enero de 1811.(20)

    Miranda envió algunos ejemplares de El Colombiano a algunas autoridades inglesas, entre ellas al futuro duque de Wellington, a quien le decía:

    Tenemos en este momento aquí en Londres algunas personas nativas de México y del Perú, quienes me presionan mucho acerca de los asuntos de sus países; sin embargo, no hemos hecho grandes progresos. Le envío los dos números de El Colombiano , que imprimen aquí a sus expensas , a fin de transmitir los acontecimientos más esenciales de Europa a sus conciudadanos del Continente Colombiano.
    (21)

    Algunas de las personas que recibían en Nueva España El Colombiano eran, en la Ciudad de México: Jacobo de Villaurrutia, José María Fagoaga, el canónigo José Mariano Beristáin, el Cabildo, el marqués de Guardiola, el marqués de San Juan de Rayas, el conde de Medina, José Rincón Gallardo, el marqués de San Miguel de Aguayo; en Veracruz: José Mariano Almanza, José Ignacio Pavón; en Querétaro: Miguel Domínguez.(22) La lista es altamente significativa por incluir personajes de la élite novohispana involucrados en el movimiento autonomista de 1808, o en el posterior de 1810, además de dos comerciantes de Veracruz que posteriormente se les trataría de vincular con el movimiento de Javier Mina.


    b) Paper Assault

    El Colombiano era sólo una parte de las producciones documentales en las cuales colaboraron financieramente los Fagoaga. Otro de los proyectos mirandinos, que apoyaron éstos, era la difusión de documentos revolucionarios por toda Hispanoamérica, lo que Mario Rodríguez llama el " Paper Assault ". Parte de éste consistía en cartas a los cabildos de Caracas y Buenos Aires (julio 20, 24, 1808). Estos dos centros focales debían enviar copias a Bogotá y Quito, los de Caracas. A Lima y Santiago de Chile, los de Buenos Aires. El 10 de septiembre de 1808 el mismo procedimiento se aplicó a nuevos centros focales: México y La Habana, a quienes les fueron enviados materiales diferentes, los cuales fueron copiados y remitidos a los centros focales sudamericanos, al igual que copias de los centros sudamericanos también llegaban a los puntos de la América Media. La mayoría de la primera tanda de cartas (julio a septiembre de 1808) alcanzaron su destino; pero gran parte de una segunda tanda (octubre 6 a 20 de 1808) fue interceptada por autoridades inglesas. Pero nuevas copias, con diversos documentos adjuntos fueron realizadas por el grupo de Miranda y, gracias a la asistencia financiera mexicana, legajos de esos documentos circularon a través de Hispanoamérica a finales de 1810.(23)

    La correspondencia de Miranda con los ayuntamientos contenía un manual completo de información para los americanos que quisieran iniciar sus revoluciones regionales. Se les enviaba documentación inglesa relativa a cómo podían establecer una legislación sabia; asimismo, se remitían copias de documentos clave acerca de la actuación de Miranda en las distintas revoluciones de finales del siglo XVIII, al igual que testimonios de filósofos políticos que les sirvieran para establecer sus gobiernos nacionales. Como afirmaban algunos espías españoles: Miranda estaba enviando "instrucciones revolucionarias" completas a los cabildos hispanoamericanos; pero siguiendo "la máscara de Fernando", es decir, instruyéndoles que reconocieran la soberanía nominal de Fernando VII, para que de esa manera ganaran tiempo para establecer sus propios gobiernos, evitando cualquier choque inmediato de los distintos grupos raciales y sociales y unificando las Américas con vistas al desarrollo de su papel histórico futuro. Miranda brindó esta explicación del " Paper Assault " en un carta, fechada el 9 de septiembre de 1808, al almirante británico Alexander Cochrane. (24)

    Otro de los proyectos financiados por los Fagoaga fue una nueva edición del manuscrito del jesuita peruano expulso Juan Pablo Viscardo, "Carta a los españoles americanos", con una nueva adición, firmada por Antepara, en la que se exhortaba a los hispanoamericanos a unirse al movimiento de emancipación. (25)

    La Carta de Viscardo fue enviada a Hispanoamérica junto con las últimas remesas del " Paper Assault " y posiblemente acompañada de una sección introductoria de un proyectado libro de William Burke, Derechos de la América del Sur y México , que posteriormente salió publicado en Caracas, en 1811. "William Burke" era en realidad el seudónimo con el que escribieron sobre América Latina James Mill y el conocido filósofo británico Jeremy Bentham, quienes tenían amplio interés en dicha región. Posteriormente el mismo seudónimo fue utilizado por Juan Germán Roscio y otras figuras del movimiento emancipador en Venezuela.(26) La sección introductoria de William Burke contenía ideas progresistas acerca de los derechos del pueblo, a favor del constitucionalismo moderno y de la tolerancia religiosa.(27)


    c) South American Emancipation

    Hubo una publicación más a la cual dieron su apoyo los Fagoaga. Se trata del libro South American Emancipation. Documents, Historical and Explanatory Shewing the Designs wich have been in Progress and the Exertions made by General Miranda for the South American Emancipation, during the last twenty five years (Londres, R. Juigné, 1810), editado por Antepara, quien finalizó el prólogo en septiembre de 1810. Según Rodríguez, el verdadero editor fue James Mill, asistido por Miranda y Thomas Molini, el secretario de éste. La oposición británica en el Parlamento ayudó a subsidiar esta publicación en un esfuerzo por persuadir al público de esa nación de apoyar a Miranda en la liberación de Hispanoamérica, un objetivo que proyectaba un gran potencial para la prosperidad inglesa a largo plazo. Aunque Miranda, inseguro del apoyo inglés, trató de conseguir una contribución substancial de los Fagoaga, a cambio del cual consentiría que apareciera el nombre de Antepara como editor y que éste aportara un prólogo.(28)

    El autor, en quien nos hemos venido basando en estos aspectos de la colaboración de los Fagoaga en la obra publicitaria de Miranda, sugiere que quizá éstos escogieron usar el nombre de Antepara para quitarse cualquier sospecha de su participación en la publicación y difusión de la documentación de Miranda.(29)


    Los Fagoaga y la Logia Americana

    Es conocida la existencia de una sociedad secreta que agrupó a criollos residentes en Europa con la finalidad de buscar la Independencia de Hispanoamérica. Dicha sociedad fue llamada con diversos nombres, tales como Logia Americana, Sociedad de los Caballeros Racionales y Logia Lautaro. Algunos atribuyen la fundación de este organismo a Francisco de Miranda en Londres. (30) La logia de Cádiz fue fundada por el argentino Carlos María de Alvear, según declaración de fray Servando Teresa de Mier. (31) Ésta se hallaba vinculada con la sociedad matriz de Londres. (32) Aunque la sociedad adoptó algunos formulismos masónicos, parece ser que no estaba afiliada a la masonería, aun cuando Miranda y Alvear sí lo estuvieran.

    Es un hecho que el marqués del Apartado, su hermano Francisco y su primo Wenceslao de Villaurrutia fueron miembros de la logia de los Caballeros Racionales número 7, en Londres, junto con otro mexicano: el padre Mier. Mientras que en la logia número 3 aparecían los siguientes mexicanos: Miguel Santa María, (33) Vicente [Vázquez] Acuña [alias Tacones], (34) Joaquín Lacarrera Ortiz y José Herrera. Lo anterior está comprobado debido a que un corsario interceptó la correspondencia procedente de Londres dirigida a la insurgente Caracas; en ella se incluía una carta de Alvear a Rafael Mérida, en la cual menciona los nombres de los nuevos afiliados, entre ellos el marqués del Apartado. (35) Las autoridades realistas de Coro enviaron copia de esta documentación al virrey de Nueva España; llama la atención que las autoridades novohispanas aparentemente no hayan ejercido acción alguna en contra del marqués del Apartado, a pesar de que sabían de su participación en la logia americanista de Londres. En otra comunicación de Alvear a Mérida, contenida en el mismo paquete, se menciona: "Habiendo llegado a esta ciudad con los hermanos Zapiola, (36) San Martín, (37) Mier, [¿Wenceslao de ?] Villaurrutia y Chilavert, hemos fundado por orden de la logia número 3 una con el número 7...". (38)

    La Logia Americana sirvió para dar cohesión a todo el movimiento emancipador hispanoamericano. En diversos países de Sudamérica, como Argentina, Chile y Perú, fue fundamental en su proceso de liberación, con el nombre de Logia Lautaro.

    Relación de los Fagoaga con la comunidad hispanoamericana de Londres.

    La participación del clan Fagoaga en la logia americanista de Londres, así como su colaboración con la labor difusora de Miranda en pro de la emancipación hispanoamericana, nos muestran el activo papel que desarrollaron los tres miembros de esa familia en la importante comunidad hispanoamericana que se formó en la capital británica en la segunda década del siglo XIX, en la cual figuraron destacadas personalidades latinoamericanas, varias de ellas ya mencionadas, junto con los españoles liberales exiliados. (39)

    En 1810 la Junta de Caracas había nombrado como sus comisionados ante el gobierno británico al futuro Libertador Simón Bolívar,(40) a Luis López Méndez y como secretario al ilustre Andrés Bello. Aunque Bolívar pronto regresó a sus lares; López Méndez y Bello se quedaron en Londres, incluso pasaron a residir en la casa de Miranda, en Grafton Square, en donde se conservaba la enorme biblioteca del Precursor y se reunía la logia americanista. Los Fagoaga y el padre Mier entablaron de esta manera estrecha amistad con el caraqueño Bello.(41) De 1816 data una carta de uno de los Fagoaga a éste, la cual transcribimos por su importancia:


    Martes, 31 de julio de 1816.

    Mi estimado amigo.

    Esta mañana, en el Museo [Británico], me preguntó Mr. Blair,(42) de número 69, Great Russell Street, si conocía algún español capaz de corregir una traducción española de la Biblia; y acordándome de usted, le dije que conocía uno que, por el perfecto conocimiento de su lengua, y su buen gusto en literatura, me parecía muy a propósito; pero que ignoraba si sus ocupaciones le permitirían emprender este trabajo.

    Si una de estas mañanas tiene usted lugar de pasar a su casa, diciendo que va de mi parte, o sólo dando su nombre, puede informarse del asunto mejor de lo que yo lo puedo hacer. Después de las diez, no es seguro encontrarlo en casa.

    Yo no voy a la de usted, porque tengo mucho que hacer, a pesar de que mi viaje no se verificará hasta el sábado o domingo.

    De usted, afectísimo amigo J. Fagoaga.(43)

    Aunque Amunátegui dice que la carta anterior es de José María Fagoaga, nosotros pensamos que más bien pudiera ser de el marqués del Apartado, ya que la carta está firmada J. Fagoaga y podría ser de José Francisco Fagoaga, que era el nombre del marqués. Sabemos que éste había abandonado Inglaterra, junto con su hermano Francisco, a mediados de 1815 para retornar a la Nueva España, pero en La Habana se encontró a su primo José María, quien había sido deportado a España por órdenes del virrey Calleja. Ante esta circunstancia, el marqués y su hermano decidieron acompañarlo a la Península Ibérica, donde permanecieron algún tiempo, (44) para después volver a la Gran Bretaña y salir de ella en agosto de 1816, como se menciona en la carta recién transcrita. (45) Dicha carta nos hace recordar que Bello vivía en un estado de penuria, (46) que J. Fagoaga de alguna manera trata de aliviar recomendándole para un trabajo digno y adecuado que el venezolano aceptó a la postre. La carta también nos indica que su remitente era un hombre culto que asistía al Museo Británico y redactaba bien.

    La amistad del marqués del Apartado con Bello continuó, ya que en una carta que le envió fray Servando al sabio caraqueño por mano del marqués, que de nuevo se dirigía a Inglaterra en 1826, le informa de su estado de salud y afirma "...como le certificará a Ud. nuestro común amigo el marqués del Apartado que lleva esta carta...". Menciona Mier que a través del marqués le envía uno de sus escritos que es una respuesta a una encíclica papal. Añade el regiomontano: "...Pensaba escribir a nuestro buen amigo el Sr. Blanco [White], de quien al mismo tiempo que de Ud. recibí una carta; pero el marqués [del Apartado] es carta viva... Diga Ud. al Sr. Blanco que soy siempre su amigo invariable y de todo corazón. Y que con él mismo saludo a Mr. [¿James?] Moore que me dice estar en Escocia".(47)

    Otro hispanoamericano ilustre con quien convivieron los Fagoagas en Europa fue el guayaquileño Vicente Rocafuerte, con quien hicieron un viaje, partiendo de Londres hacia Rusia, en 1813. De San Petersburgo "...fueron siguiendo la retaguardia de los ejércitos rusos que empujaban a los franceses hacia el Elba, presenciando así el gran espectáculo que presentó el Norte cayendo con todo su enorme peso sobre el imperio francés. La deserción de los aliados de Napoleón y la adhesión a la gran coalición de la Suecia, la Prusia y finalmente de la Austria y de todos los príncipes de la confederación del Rin, abrió toda la Alemania a la curiosidad de nuestros viajeros que la recorrieron desde Viena hasta las costas de Holanda en donde se embarcaron para volver a Inglaterra...", en 1814.(48)

    En 1815 llegó a Inglaterra el entonces joven Lucas Alamán, procedente de Francia, de donde trajo a fray Servando "...para no dejarlo perecer en París donde no tenía recursos ningunos".(49) Alamán menciona haber tratado en la ciudad del Támesis a los Fagoaga y a Blanco White. A fines del año mencionado el guanajuatense abandonó la Gran Bretaña para regresar a París. Posteriormente Francisco Fagoaga y Alamán visitarían juntos diversos lugares de Italia, Suiza y Alemania. Si Alamán se involucró en las actividades independentistas de los Fagoaga y hasta qué punto, es algo que está por saberse. Don Lucas declara solemnemente en su Historia de México , "...que ni en México ni en Europa, ha pertenecido nunca a sociedad alguna secreta, de ninguna clase o denominación...", (50) lo cual nos lleva, de momento, a descartar la posibilidad de que Alamán se hubiera afiliado a la Sociedad de Caballeros Racionales en Londres. A pesar de ello, puede ser que no haya sido ajeno a las actividades del clan Fagoaga en dicha ciudad.

    Un conocido político latinoamericano del siglo XIX, Juan García del Río, recordaba en su autobiografía su precaria situación económica cuando vivió en Londres y añadía: "Muchos americanos distinguidos, a quienes tuve la honra de tratar en esos años en Inglaterra: los Srs. Fagoaga, Alamán y Villaurrutia, procedentes de México... conocen este periodo de mi vida".(51)


    Notas

    1 La bonanza minera del Pabellón "convirtió al (primer) marqués del Apartado y a sus hermanos en los particulares más ricos de México, o quizá del mundo, en su tiempo". Según Henry George Ward, en su obra, México en 1827 , 1a. reimp., trad. de Ricardo Haas, est. prel. de Maty F. de Sommer, México, FCE, 1995 (Biblioteca Americana), p. 618.

    2 Guadalupe Jiménez Codinach, La Gran Bretaña y la Independencia de México (1808 1821), trad. de Mercedes Pizarro Suárez e Ismael Pizarro Suárez, México, FCE, 1991, p. 280.

    3 Salvador Méndez, "La élite novohispana en transición: el caso de José María Fagoaga", en Quadrivium , núm. 8, en prensa.

    4 Jacobo de Villaurrutia era hermano de Magdalena de Villaurrutia, quien casó con el primer marqués del Apartado, Francisco Manuel Fagoaga y Arosqueta.

    5 De aquí en adelante cuando digamos marqués del Apartado nos estaremos refiriendo al segundo marqués del Apartado.

    6 Lucas Alamán, "Biografía de D. Francisco Fagoaga", en Documentos diversos (Inéditos y muy raros) , comp. de Rafael Aguayo Spencer, México, Jus, 1946, vol. III, p. 340.

    7 Isidro Fabela, Los precursores de la diplomacia mexicana , 2a. ed., México, Porrúa, 1971 (Archivo Histórico Diplomático Mexicano, 20), p. 8. Vid . también Jules Mancini, Bolívar y la emancipación de las colonias españolas desde los orígenes hasta 1815 , Medellín, Bedout, 1970 (Bolsilibros Bedout, 69), p. 93, en donde cita que la carta credencial de Francisco de Mendiola, fechada el 10 de noviembre de 1785, se encuentra en Record Office, Chatham Correspondence, núm. 345.

    8 Francisco de Miranda, "Propuesta en consecuencia de la conferencia tenida en Hollwood el 14 de febrero de 1790", en Diario de viajes y escritos políticos , edición de Mario Hernández SánchezBarba, Madrid, Editora Nacional, 1977 (Biblioteca de la Literatura y el Pensamiento Hispánicos, 18), p. 337.

    9 Citado por Fabela, op. cit ., p. 1820.

    10 Cortés Campomanes a Francisco de Miranda, Londres, 30 de diciembre de 1809, citada por Pedro Grases, en advertencia editorial a El Colombiano de Francisco de Miranda y dos documentos americanistas , Caracas, Instituto Nacional de Hipódromos, 1966 (Colección Venezolanista, serie "Testimonios", 1), p. XLIV. Sub. en el original.

    11 William Spence Robertson, La vida de Miranda , trad. de Julio E. Payró, edición revisada y compulsada por Pedro Grases, Caracas, Banco Industrial de Venezuela, 1967, pp. 296297.

    12 Cortés Campomanes a Miranda, Londres, 23 de agosto de 1809, citada por Pedro Grases, op. cit ., pp. XLIIXLIII.

    13 Este madrileño había participado en 1796 en la Península Ibérica en la frustrada Conspiración de San Blas, de carácter republicano, a consecuencia de ella fue enviado a prisión a Venezuela, en donde participó en la Conspiración de Gual y España.

    14 Escribía artículos en periódicos británicos con el seudónimo de "Las Casas", según Robertson, op. cit ., era un hispanoamericano, probablemente mexicano; aunque otro autor dice que probablemente había nacido en España o Portugal, de padres hispanoamericanos. Vid . Mario Rodríguez, "William Burke" and Francisco de Miranda. The Word and the Deed in Spanish America's Emancipation , Lanham, Maryland, University Press of America, 1994.

    15 Así lo llama Mario Rodríguez, en op. cit ., p. 261.

    16 Ibid ., p. 266.

    17 Antepara a Miranda, Londres, s.d., citada por Pedro Grases, op. cit ., p. XXVIII. Subs. nuestros.

    18 Rodríguez, op. cit ., pp. 266267.

    19 Ibid ., p. 267.

    20 Ibid ., pp. 267268.

    21 Miranda a Arthur Wellesley, Londres, 5 de abril de 1810, en Grases, op. cit ., p. XXXI. Sub. nuestro.

    22 Jiménez Codinach, op. cit ., p. 281, quien cita una lista que se encuentra publicada en el Archivo de Miranda , vol. XXIII, pp. 362363.

    23 Rodríguez, op. cit ., p. 513.

    24 Ibid ., pp. 513514.

    25 Ibid ., pp. 261262.

    26 Ibid ., p. 520 y passim .

    27 Ibid ., pp. 524525.

    28 Ibid ., pp. 262 y 516.

    29 Ibid ., p. 262.

    30 Mancini, op. cit ., pp. 268270; Robertson, op. cit ., pp. 157158.

    31 J. Hernández y Dávalos, Colección de Documentos para la historia de la guerra de Independencia de 1808 a 1821 , México, 18771882, vol. VI, pp. 820821. Cit. por Guadalupe Jiménez Codinach y Teresa Franco Salas, introd. a Pliegos de la diplomacia insurgente , México, Senado de la República, 1987, p. XXIX.

    32 Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana , Buenos Aires, EUDEBA, 1968, vol. I.

    33 Nació en el puerto de Veracruz, participó en la Independencia de la Gran Colombia y fue constituyente en Cúcuta, posteriormente se convirtió en el primer embajador de Colombia en México. Casi al final de sus días logró que España reconociera la Independencia mexicana, a través del Tratado Santa María Calatrava. Vid . Ornán Roldán Oquendo, Don Miguel Santa María. Liberal veracruzano, político americanista y notable diplomático , México, Ediciones Eguiara y Eguren, 1981, 341 pp.

    34 Fundó una filial de la Sociedad de los Caballeros Racionales en Jalapa. Vid . Virginia Guedea, "Una nueva forma de organización política: la sociedad secreta de Jalapa, 1812", en Amaya Garritz (ed.), Un hombre entre Europa y América. Homenaje a Juan Antonio Ortega y Medina , México, UNAM. Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, pp. 185208.

    35 Documento publicado por José R. Guzmán, en "Fray Servando Teresa de Mier y la Sociedad Lautaro", en Anales. Instituto Nacional de Antropología e Historia , época 7a., tomo I, 49 de la colección, 19671968, pp. 275288.

    36 José Zapiola proporcionó información oral y escrita sobre la Logia Lautaro al historiador argentino Bartolomé Mitre, quien la aprovechó bien en op. cit ., y en su Historia de Belgrano y de la Independencia argentina , Buenos Aires, 1887. Vid . Juan Cánter, "Las sociedades secretas y literarias", en Ricardo Levene (ed.), Historia de la nación argentina. Desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862 , 3a. ed., Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1961, vol V, pp. 163265.

    37 El futuro Libertador José de San Martín.

    38 En Guzmán, op. cit ., pp. 282283. Sub. nuestro.

    39 Vid . María Teresa Berruezo León, La lucha de Hispanoamérica por su Independencia en Inglaterra (1800 1830), pról. de Francisco de Solano, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1989, 655 pp. Asimismo, Vicente Llorens, Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra (1823 1834), 3a. ed., Valencia, Castalia, 1979.

    40 Según diversos autores, como, por ejemplo, Mancini, op. cit ., Bolívar perteneció a la logia americanista.

    41 Sobre la relación entre Bello y Mier véase el artículo de Ernesto Mejía Sánchez, "Don Andrés Bello y el doctor Mier", en Anuario de Letras , UNAM. Facultad de Filosofía y Letras, 1972, pp. 105132.

    42 William Blair "...conservador del Museo Británico, médico, patriota, apóstol social y devoto de la Biblia...". Vid . Sergio Fernández Larraín, Cartas a Bello en Londres (1810 1829), Santiago, Editorial Andrés Bello, 1968, p. LXXVI. La entrada que consigna, sobre dicho personaje, The Dictionary of National Biography. The Concise Dictionary Part 1. From the Beginnings to 1900 , Oxford University Press, 1969, es la siguiente: "Blair, William (17661822), surgeon; surgeon to Lock Hospital, the Asylum, Finsbury and Bloomsbury dispensaries, female penitentiary, Pentonville, and New Rupture Society; M.R.C.S.; edited 'London Medical Review and Magazine'; published works on surgical and miscellaneous subjects, including stenography and cipher writing".

    43 J. Fagoaga a A. Bello, Londres, 31 de julio de 1816, en Miguel Luis Amunátegui, Vida de don Andrés Bello , Santiago, Pedro G. Ramírez, 1882, p. 146.

    44 Alamán, op. cit ., pp. 340341.

    45 Jiménez Codinach, op. cit ., p. 282, menciona que Francisco Fagoaga solicitó en julio de 1816 "...un pasaporte para viajar a España. Ese documento se expidió con la aprobación del rey Fernando VII".

    46 El gobierno británico, por intercesión de Blanco White y de Lady Holland, concedió una pensión a Bello y Mier, en diciembre de 1815, vid ., Mejía Sánchez, op. cit ., p. 120 y Jiménez Codinach, op. cit ., p. 290.

    47 Mier a Bello, Palacio Federal de México, 19 de noviembre de 1826, en Fernández Larraín, op. cit ., pp. 168170.

    48 Alamán, op. cit ., pp. 340341.

    49 "Autobiografía de D. Lucas Alamán", en Documentos diversos , ed. cit., vol. IV, p. 16.

    50 Alamán, Historia de México , México, Instituto Cultural HelénicoFCE, 1985 (Clásicos de la Historia de México), vol. V, pp. 712713, nota 12.

    51 Domingo Amunátegui Solar, Recuerdos biográficos , Santiago de Chile, 1938, p. 55.




    _______________________________________

    Fuente:

    La familia Fagoaga y la Independencia

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    Re: Mexico no es bicentenario

    Plan de independencia de México, de 1765.

    San Ildefonso, 18 de septiembre de 1766.

    NÚMERO 255 [bis] - Tomo II

    NOTICIAS VENIDAS DE LONDRES CON FECHA 8 DE AGOSTO DE 1766


    Un tal monseñor Guiller, que se dice arquitecto francés, escribió al caballero d’Edon, que a principios de junio de 1765 hallándose en Madrid, fueron a alojarse en su casa dos extranjeros que le dijeron eran de México, en donde de largo tiempo a esta parte tenían motivo de estar quejosos del gobierno español.

    Que todos aquellos ciudadanos estaban determinados a sacudirse el yugo; bien que los más principales contenían al populacho, aunque resueltos a aprovecharse de sus disposiciones, si la corte de Madrid les rehusaba una justicia que pensaban solicitar por última vez; en cuya consecuencia formaron una memoria de sus agravios.

    Que los de la nobleza eran, que no obstante que México había sido conquistado por sus ascendientes a costa de su sangre y fortuna, no eran admitidos a las dignidades de aquel país, ni gozaban prerrogativa alguna, estaban llenos de impuestos, y maltratados en sus personas, como la gente más ínfima.

    Que a los criollos se les trataba con indignidad sin distinción de persona.

    Y que por una consecuencia del abatimiento en que se hallaban rehusaban reconocerlos sus propias familias en España, de donde eran originarios.

    Que los de los religiosos de todas órdenes eran de que después de haber entendido y asegurado la conquista por sus trabajos apostólicos y la confianza de aquellos pueblos bárbaros, acababan de despojarlos de sus curatos o doctrinas de que eran los fundadores, y habían siempre obtenido, para proveerlos en sacerdotes enviados de Europa que no tienen conocimiento del genio de los indios, ni entienden su lengua.


    Que los de los eclesiásticos eran comunes a los de los religiosos, añadiendo que los arzobispados, obispados, canonicatos, y buenos curatos, les eran privados a ellos.

    Que los de los negociantes eran de la multitud de impuestos sobre las mercaderías de Europa que les ponían fuera de estado de comprarlas y venderlas; Que el dinero comenzaba a escasearse por su extracción continua; y también por el excesivo precio del azogue, con cuyo motivo no quedaba ya utilidad en el beneficio de las minas; y que por esta misma causa sólo se habían llevado a la casa de moneda de nueve a doce millones de pesos en cada uno de los cuatro últimos años en lugar de 19 y 20 que producían anteriormente, y de 25 o 30 que son capaces de producir sin temor de que se agoten.

    Que estos eran los artículos principales de sus representaciones; que nombraron dos caballeros de los principales del país, con uno de los más acreditados de entre los religiosos para conducirlos a la corte; pero que el virrey habiendo traslucido esta resolución, les impidió que saliesen de México; que de resultas de esto diputaron secretamente en lugar de ellos, dos negociantes de la Puebla de los Ángeles, quienes bajo el pretexto de sus intereses propios vinieron a España con el citado religioso.

    Que llegados a la corte los expresados dos negociantes, apenas hubieron pronunciado las primeras palabras de su comisión, cuando se les cerró la boca, indicándoseles concluyesen prontamente sus dependencias personales, y sin demora se volviesen si no querían ser castigados como sediciosos.

    Que entonces fueron a alojarse a su posada, y pocos días después le confiaron sus intenciones, como así mismo el religioso a quien le dieron a conocer.

    Que unánimemente le dijeron que su determinación era de sacudir el yugo y que sobre su relación estaban bien asegurados de que la sublevación sería universal, aunque los sujetos que tenían una fortuna que conservar, temerían por sí mismos las consecuencias del furor popular fácil a excitar pero difícil de contener en sus límites justos.

    Que sentían la necesidad de mudar de dominación, pero que no alcanzaban como entablarla, a causa de su ignorancia dimanada del defecto de comunicación con los extranjeros, y a la falta de libros de donde podían adquirir algunas luces.

    Que bien veían que ante todas cosas era menester formar el plan de un gobierno para prevenir las turbaciones que no faltarían de seguir la revolución.

    Que dicho gobierno no podía ser monárquico, porque había en el país gran número de familias igualmente nobles que poderosas de las cuales una sola no podría jamás dominar sobre las otras.

    Y finalmente, que todas estas reflexiones les ocupaba y embarazaba infinitamente.

    Que le propusieron que si pudiese ir con ellos disfrazado, les haría un plan de gobierno, y de revolución, el que ejecutarían bajo su conducta con docilidad y certidumbre del suceso, habiendo mil para cada uno.

    Que reconocían en él un conocimiento militar y político de que ellos se confesaban tan ajenos.

    Que la confianza que tenían de su persona, era sin límites, y ellos le respondían de la de sus compatriotas.

    Que se le haría duque y gobernador hereditario de Veracruz, capitán general de las fuerzas del Estado, y en suma todo lo que él quisiera con tal que se fuera con ellos, asegurándole sería sin riesgo de su persona.

    Que después de haberles manifestado su agradecimiento les dijo, que a la verdad haría sin trabajo un plan de gobierno republicano según conviniere a su situación y a sus intereses.

    Que también les trazaría la revolución que se ejecutaría sin que se derramase una gota de sangre, pero que era menester el apoyo de la Inglaterra.

    Que a esto le respondieron que no tenían necesidad de ello, pues que eran los árbitros de tomar cuando quisieran a Veracruz y San Juan de Ulúa, únicas plazas y las llaves de México.

    Que en consecuencia en abriendo sus puertos a todas las naciones comerciantes, no temían les faltasen protectores, y subsistirían como dueños de lo que era suyo; en lugar de que llamando en su socorro a la Inglaterra se verían siempre en el riesgo de ser predominados por ellos, y a lo menos a pagar el rescate por las mercaderías, sin hablar del peligro por la religión, y de la oposición del cuerpo eclesiástico de que era tan importante no enajenarse; a que les replica estaban muy mal instruidos de los principios del gobierno británico, pues ningún monarca observaba más religiosamente sus tratados; ninguna nación comerciaba con más moderación y buena fe; y ningún ministerio estaba más ilustrado de los verdaderos intereses de la patria, no siéndolo extender sus conquistas debilitándose, y extenuándose como la España, sino el concertar y reservar sus fuerzas, aumentando el comercio, y la navegación.

    Que podían estar ciertos de que en cediendo a Su Majestad Británica a Veracruz y San Juan de Ulúa, lo que le aseguraba el comercio de México, estimaría más este establecimiento, que la entera dominación de un país, cuya custodia le sería sino imposible, a lo menos muy penosa, mediante la diferencia de religión y del carácter de las dos naciones, y que por lo que tocaba a las demás gentes principales de quienes desconfiaban era muy fácil destruirlas.

    Que tanto los diputados como el religioso, y con particularidad éste, manifestaron gran repugnancia en dar a los ingleses protestantes semejante pie en el país, principalmente por los peligros que podrían resultar a la religión de una comunicación tan íntima, y quisieron que a lo menos se limitasen a la posesión de San Juan de Ulúa, pero que habiendo insistido sobre la conveniencia reciproca después de muchas conferencias, arreglaron los artículos siguientes.

    1. Que su majestad británica reconocería la noble y poderosa República de México por soberana, e independiente, y que haría con ella una alianza ofensiva y defensiva, perpetua, e irrevocable.

    2. Que apoyaría la revolución por los medios que el representante de la república indicase a los ministros de su majestad británica.


    3. Que por muchas justas consideraciones, queriendo la república formarse una barrera, y cediendo para este efecto a su representante el gobierno de los pueblos de Orizaba, Jalapa, Córdoba, y países dependientes hasta Veracruz cuyo gobierno fuese hereditario con título de ducado, bajo el nombre de Orizaba, y la dignidad hereditaria también de capitán general de las fuerzas de aquella frontera con dos millones de pesos de renta cada año que le serían pagados por la república debiendo mantener un cuerpo de 4,000 hombres de tropas regladas de Europa, y católicos, y 6,000 hombres de milicias del país, con las fortificaciones, arsenales, almacenes de armas y municiones correspondientes a la seguridad de la misma frontera; su majestad británica no le inquietará en sus posesiones, antes bien le saldrá por fiador; y el duque de Orizaba recíprocamente estará siempre pronto a ayudar y socorrer a los ingleses de Veracruz y San Juan de Ulúa en todos los casos que podrán acaecer.

    4. Que la república por su parte, cede, y es garante a su majestad británica de la soberanía de la ciudad de Veracruz, y a la isla de San Juan de Ulúa con calidad de que los criollos e indios allí establecidos, no sean inquietados ni en su religión ni en sus bienes, los que tendrán libertad de manejar, vender o arrendar como podrían practicarlo en los dominios de la república, y que en los impuestos y cargas del pueblo se les considere como a los sujetos más privilegiados.

    5. Que la república se obliga a no recibir otras mercaderías de Europa directa, o indirectamente que las conducidas por los navíos de su majestad británica y su representante hará un tratado de comercio con S. M. para evitar todo asunto de queja a una y otra parte que será ratificado por el senado en su primera sesión, así como todas las demás convenciones acordadas entre su majestad británica y dicho representante.

    6. Que la república mantendrá un ministro cerca de su majestad británica el cual será tratado según su carácter, y como una potencia estrechamente unida de afecto, o intereses a la monarquía británica.

    Que de estos artículos convenidos y ajustados les coordinó una memoria que contenía la forma de gobierno más conforme a sus intenciones, y más adaptable a sus principios u opiniones.

    Otra memoria sobre la conducta que debían observar para ejecutar la revolución sin riesgo ni desorden así que los pactos convenidos se exhibiesen formalizados.

    Otra que prescriba las operaciones que harían las tropas de su majestad británica.

    Otra sobre lo que él mismo practicaría, durante que la armada inglesa tomaría a Veracruz y San Juan de Ulúa.

    Y otra que manifestaba la prueba, o ensayo sobre el modo en que podría establecer el comercio entre las dos naciones con las mayores ventajas de una y otra.

    Que los referidos diputados fueron perfectamente satisfechos de todas las expresadas instrucciones, que dedujo del conocimiento que lo habían suministrado durante dos meses que habían trabajado noche y día en tan importante objeto; y le aseguraron serían recibidas con gran regocijo y admiración de todos los jefes del país.

    Que el religioso también le respondió de la satisfacción de los de su clase, y del celo con que por su parte obrarían por aquellos medios que les son propios.

    Que sin embargo de esta unánime manifestación, les declaró y convinieron en que la seguridad reciproca lo exigía así.

    Que no emprendería ningún viaje mientras no recibiese aviso de que habían comunicado todo lo referido, y que se estaba contento de ello, para cuya correspondencia concertaron los medios, y después de haber sacado copia cada uno de las citadas memorias, y haberlas guardado en cajas secretas, se partieron ellos para la Coruña en donde se embarcaron en 19 de septiembre de 65.

    Que el 26 de febrero de 66 recibió carta de los mismos escrita en México en que lo noticiaban de su llegada, y que habían tenido la satisfacción de hallar sus familias sin novedad y muy contentas de su regreso.

    Que éstas eran las palabras de convención para asegurarse del consentimiento unánime, y en su virtud ha trabajado para verificar dicho proyecto, y aunque parezca que ha perdido algún tiempo, es por fundadas razones de que dará cuenta luego que la negociación esté más adelantada.

    Que además de los documentos de que los diputados llevaron copias, tiene en su poder los nombres de los jefes y detalles del país, sobre cuyo conocimiento se combinaron las operaciones, que tiene que proponer luego que sepa a que deberá atenerse sobre las intenciones del gobierno británico.

    Que lo que actualmente puede decir es, que la escuadra inglesa no tendrá que hacer otra cosa que tomar a Veracruz y San Juan de Ulúa, la que por los medios que le indicará hará su desembarco sin dificultad, y en pocos días tomará estas dos plazas sin perder un solo hombre.

    Que el resto de la operación, será dirigida por él.

    Que entrará en el país con solos 1200 hombres, al propio tiempo que las tropas inglesas asediarán a Veracruz; y que para esta expedición se necesita cercar de la mitad de fuerzas que su majestad británica empleó en la de la Habana.

    Finalmente le añadió que había en Madrid una persona de confianza, la que luego que le diese aviso de estar concluido el tratado informará de ello a los diputados de la Puebla, y por consiguientemente se irá a incorporar con él.

    Aunque las noticias que contiene el adjunto papel, participadas de Londres, merecen el concepto de pura invención, y no hay el más mínimo antecedente para sospechar del de el concurso de los dos comisionados de la Puebla, y fraile; no obstante me manda el rey dirigirlo a vuestra excelencia reservadamente, a fin de que instruido de ellas, procure inquirir mañosamente, si puede haber tenido algún origen el proyecto de que tratan, y tomar en este caso las debidas precauciones, dando cuenta para su real inteligencia.

    Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

    San Ildefonso 18 de septiembre de 1766.—

    El benemérito fray don Julián de Arriaga—

    Una rúbrica.—

    Señor marqués de Cruillas.




    El antecesor de vuestra excelencia ha dado cuenta en carta de 31 de mayo de este año que no bien apagado el fuego de las inquietudes que hubo en Puebla se verificó alguna conmoción las noches del 20, 21 y 22 del antecedente con motivo de la iluminación pública por la boda del príncipe nuestro señor y que aunque no hubo grave resulta no dejó la chusma de incomodar a la tropa sobre cuya averiguación tenía tomadas estrechas providencias.

    El rey me manda participarlo a vuestra excelencia para que en su inteligencia, y de lo ocurrido sobre las antecedentes inquietudes que hubo en Puebla, proceda vuestra excelencia con todo cuidado, y si le pareciese necesario mudar la tropa con quien se note la oposición, o absolutamente retirarla toda, obre vuestra excelencia como lo halle conveniente, siempre con reflexión a que no se crea providencia obligada, y de lo que vuestra excelencia dispusiese me dará puntual aviso para pasarle a su majestad.

    Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

    San Ildefonso 19 de septiembre de 1766.—

    El benemérito fray don Julián de Arriaga.—

    Una rúbrica.

    Señor marqués de Croix. (ver nota 1)




    Fuente:

    J. E. Hernández y Dávalos. Historia de la Guerra de Independencia de México. Seis tomos. Primera edición 1877, José M. Sandoval, impresor. Edición facsimilar 1985. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana. Edición 2007. Universidad Nacional Autónoma de México.

    Versión digitalizada por la UNAM: Proyecto Independencia de México
    Nota de J. E. Hernández y Dávalos:

    1. Este documento nos lo ha proporcionado el señor don Ángel Nuñez Ortega, actualmente encargado de la Secretaria de Relaciones Exteriores.





    _______________________________________

    Fuente:

    Plan de independencia de México, noticias de 1765.

  3. #3
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    Re: Mexico no es bicentenario

    PLAN DE INDEPENDENCIA DE FRAY MELCHOR DE TALAMANTES (1808)

    Fray Melchor de Talamantes, mercedario peruano (1765 – 1809) radicado en México a partir de 1799 fue uno de los más celosos propagandistas de la Independencia de la Nueva España y casi se puede decir su teórico más activo. A él se debe la elaboración de diversos proyectos de independencia y de organización autónoma del país, notables por las ideas políticas que contienen. El fracaso del movimiento de 1808 que giraba en torno a ellos, había de llevar más tarde a los mexicanos a utilizar la fuerza para conseguir la libertad.


    *****************


    “Desde los primeros días que se divulgó en México de un modo auténtico la triste noticia de la abdicación hecha por la Real Familia de sus derechos a la Corona de España e Indias en el pérfido usurpador Bonaparte, comenzaron a bullir en mi imaginación mil ideas conducentes a la salud de la Patria y seguridad del Reino.

    Entre ellas, la primera que se presentaba a mi espíritu era la de un Congreso Nacional que inflamase los corazones por el bien de la Patria, reuniese los ánimos, descubriese las disposiciones y resoluciones del Reino todo, organizase a éste, le diese la consistencia, firmeza y prosperidad que le faltaban, calmase la inquietud de toda clase de pretendientes y litigantes, terminando los negocios que han quedado interrumpidos por la opresión de la Península Metrópoli, llenase de consuelo a los habitantes por los infinitos recursos de todo género que podría proporcionarles, y revistiese al Reino de Nueva España de aquel carácter de dignidad, grandeza y elevación que debía hacerlo respetable entre las naciones cultas el independientes de América y Europa...”


    APUNTES PARA EL PLAN DE INDEPENDENCIA POR EL PADRE FRAY MELCHOR DE TALAMANES

    El congreso nacional americano debe ejercer todos los derechos de la soberanía, reduciendo sus principios a:

    1. Nombrar al virrey capitán general y confirmar en sus empleos a todos los demás.

    2. Proveer todas las vacantes civiles y eclesiásticas.

    3. Trasladar a la capital los caudales del erario, y arreglar su administración.

    4. Convocar un concilio provincial, para acordar los medios de suplir en territorio propio lo que está reservado al Papa.

    5. Suspender al Tribunal de la Inquisición la autoridad civil, dejándole sólo la espiritual, y ésta con sujeción al metropolitano.

    6. erigir un tribunal de revisión de la correspondencia en Europa, para que la reconociese toda, entregando a los particulares las cartas en que no encontrase reparo, y reteniendo a las demás.

    7. Conocer y determinar los recursos que las leyes reservan a Su Majestad.

    8. Extinguir todos los mayorazgos, vínculos, capellanías y cualquiera otra pensión perteneciente a individuos en Europa, incluso el Estado y marquesado del valle.

    9. Declarar terminados todos los créditos activos y pasivos de la metrópoli, con ésta parte de las Américas.

    10. Extinguir la consolidación, arbitrar medios de indemnizar a los perjudicados, y restituir las cosas a su estado primitivo.

    11. Extinguir todos los subsidios y contribuciones eclesiásticas, excepto las de media anata y dos novenos.

    12. Arreglar los ramos de comercio, minería, agricultura e industria, quitándoles las trabas.

    13. Nombrar embajador que pasase a los Estado Unidos a tratar una alianza y pedir auxilio.


    Procediendo en consecuencia, debe reservarse para la última sesión del Congreso Americano, el tratar la sucesión de la corona de España y de las Indias, no decidiéndose con prisa pues se trata de un tema delicado. Por lo tanto, era imposible definir de manera específica el número de sesiones necesarias para zanjar la situación.

    De resolverse, debía reconocerse al declarado como soberano legítimo de España y de las Indias. Éste debía aprobar todo lo determinado por el Congreso de Nueva España, y confirmar en sus empleos y destinos a todos quienes hubieran sido designados por él.




    _______________________________________

    Fuente:

    http://museodelasconstituciones.unam...ependencia.pdf
    Última edición por Mexispano; 11/09/2019 a las 16:36

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